No es la despoblación sino la orografía: ¿hasta qué punto la altitud condiciona la financiación estatal que recibe Aragón?

“Es una extraordinaria mala noticia. Nunca los servicios públicos en Aragón habían estado en un momento de tanto peligro”. El pasado 31 de enero, el presidente del Gobierno de Aragón, Jorge Azcón, proclamó con solemnidad su malestar hacia un documento técnico elaborado desde el Ministerio de Hacienda en el que se resumían los criterios propuestos por las comunidades autónomas. El Ejecutivo autonómico había hecho sus números, argumentó el dirigente popular, y con este informe en la mano Aragón perdería 422 millones de euros al excluirse dos variables que Azcón tildó de “determinantes” para la región: la despoblación (100 millones de euros) y sobre todo la orografía (322 millones).
Pero ¿puede influir la altitud de los municipios hasta el punto de triplicar el supuesto detrimento de recursos generado por la despoblación? Pero ¿puede influir la altitud de los municipios hasta el punto de triplicar el supuesto detrimento de recursos generado por la despoblación? El Gobierno de Aragón lo justifica: el tener más zonas montañosas afecta a todo tipo de cuestiones, desde la atención educativa o sanitaria hasta el mantenimiento de carreteras. Frente a ello, expertos consultados ponen en duda los datos aportados e inciden, a su vez, en que el factor de la orografía nunca hasta ahora había estado en el debate, por lo que no se debería atribuir ninguna pérdida al nuevo modelo.
Hay que decir que no existe un estándar universal para determinar qué se puede catalogar como zona de montaña. Pero se analice como se analice, lo cierto es que los datos muestran que, aunque Aragón se sitúa por encima de la media nacional en cuanto al factor de altitud, no lo hace de manera destacada.
Según datos oficiales del Instituto Aragonés de Estadística (IAEST), de los 47.000 kilómetros cuadrados que tiene Aragón de superficie, 28.000 (un 60%) se sitúan por encima de los 600 metros de altitud, 15.000 (32%) sobre los 1.000 metros y 954 por encima de los 2.000 metros.
Con el parámetro de superficie, los 20.000 kilómetros cuadrados considerados como zona de montaña suponen un 43,7% del territorio aragonés, porcentaje que en la media nacional es del 41,2%. En cuanto al número de municipios de montaña, Aragón se sitúa algo por encima de la media nacional, según datos del IAEST: son 293 de los 731 que hay en la comunidad, lo que constituye un 40% frente al 38% nacional.
Pero ¿y si dentro de los parámetros de zonas de montaña Aragón tiene un mayor número de localidades especialmente elevadas? Ahí hay más diferencias. A partir del modelo digital del terreno, el Instituto Geográfico de Aragón (IGEAR) ha calculado a petición de elDiario.es las medias de las altitudes de todos los términos municipales nacionales y el resultado es que, de los 50 más elevados, 13 se sitúan en Aragón. Se trata de una cuarta parte, un nivel significativo pero condicionado por el hecho de que está la cordillera más elevada de la península.
Los trece términos municipales están en el Pirineo aragonés salvo el de Javalambre, en Teruel. Son Benasque (2.225 metros), San Juan de Plan (2.143 metros), Gistaín (2.107 metros), Panticosa (2.072 metros), Sahún (2.021 metros), Sallent de Gállego (1.936 metros), Canfranc (1.920 metros), Bielsa (1.916 metros), Torla-Ordesa (1.889 metros), Montanuy (1.821 metros), Valdelinares (1.807 metros), Plan (1.764 metros) y Fanlo (1.714 metros). De los diez más altos en España, cuatro se sitúan en Aragón.
“No hay un criterio fijo para establecer qué es un municipio de montaña”, analiza Fernando López Martín, director del IGEAR. Solo una comunidad, Cataluña, ha legislado al respecto, con tres criterios que no son excluyentes para determinarlo: una altitud mínima de 800-1.000 metros, una inclinación del 25% o que al menos el 60% de la superficie esté por encima de los 700 metros de altitud. Con esos parámetros, se puede catalogar que 268 de los 731 municipios de Aragón son de montaña. “Hablamos de una población de casi 100.000 habitantes”, detalla López Martín, que recuerda que son ciudadanos que viven “dispersos en el territorio y con dificultad orográfica” pero a los que debes “prestar los servicio para tener una calidad de vida equivalente” al resto de zonas.

En las zonas de montaña toda actividad pública es más cara: la educativa, la sanitaria y también la de infraestructuras. “En el Departamento hemos valorado la diferencia que puede haber en acondicionar una carretera -es decir, suavizar curvas y pendientes- y esas obras suelen incrementarse en la montaña entre un 20% y un 30%”, analiza Miguel Ángel Arminio, director general de Carreteras del Gobierno de Aragón. Debido a tres factores: materiales como las zahorras o el aglomerado “están más lejos”; el acceso hasta esos puntos es más complicado y además obliga a utilizar vehículos más pequeños, y, por último, el terreno suele tener más roca, con lo que “todo lo que el movimiento de tierras se encarece”.
“En números redondos”, desgrana Arminio, la red autonómica aragonesa tiene casi 700 kilómetros de carretera de montaña dentro de los 5.700 del total de la red. De estos, unos 310 kilómetros están en Huesca (16 carreteras) y unos 380, en Teruel (20 carreteras).
Dicho lo cual, ¿hasta qué punto puede considerarse vital para Aragón que se incorpore el criterio de la orografía? El perjuicio económico de su exclusión, según argumenta el Departamento de Hacienda del Gobierno de Aragón, triplica el del factor de la despoblación.
“De la misma forma que se contempla la insularidad, nosotros queremos que se refleje la orografía, la altitud”, argumentan fuentes de esta Consejería, bajo la evidencia de que “lo condiciona todo, desde la educación a la sanidad o las carreteras”. Las mismas fuentes explican que para determinar esta cantidad han llevado a cabo “una simulación con los datos” de las entregas a cuenta de 2022, que alcanzaron un récord de más de 4.500 millones de euros.
“La orografía nunca ha sido un criterio”
Expertos consultados por elDiario.es, sin embargo, ponen en duda las explicaciones del Gobierno de Jorge Azcón. Una fuente académica muy próxima a los modelos de financiación autonómica muestra su sorpresa y deja claro que la orografía “no ha sido nunca un criterio”. “Por lo tanto -añade-, no puede considerarse una pérdida, porque nunca se ha contemplado”. A su vez, recuerda que el hecho de que al final no se incluya el factor de la despoblación tampoco tiene por qué suponer una reducción de las transferencias a Aragón: “Si se mantiene el peso del 3% o el 4% en el conjunto de variables correctivas, la superficie o la dispersión tendrán que recuperar su peso” y esto compensaría la hipotética merma.
Vicente Pinilla, doctor en Economía, catedrático de Historia Económica en la Universidad de Zaragoza y director de la cátedra de la DPZ sobre despoblación, también destaca que la orografía “nunca” se ha considerado como criterio, al contrario que “la superficie o la densidad de población”.
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Te llevará menos de un minuto y puedes hacerlo desde aquí con cuotas que van desde 1 euro al mes.Cualquier aportación por pequeña que sea es importante.A la hora de analizar la importancia de la altitud en Aragón, Pinilla diferencia claramente la situación del norte de la comunidad respecto al sur. “Desde el finales del siglo XIX, todas las comarcas pirenaicas perdieron mucha población, pero sus valores demográficos han cambiado radicalmente en las últimas décadas”, apunta. Frente a esto, el Sistema Ibérico “empezó a despoblarse más tarde”, pero no ha remontado. “La vida en las zonas de montaña se enfrentó a dificultades muy grandes, se basaba en la ganadería ovina trashumante y eso se vino abajo”, analiza.
La diferencia entre unas zonas y otras, lógicamente, tiene que ver con el turismo, “que es muy intensivo en puestos de trabajo”. Los datos se observan negro sobre blanco en el informe especial sobre despoblación y el reto demográfico llevado a cabo para la Cámara de Cuentas de Aragón -recientemente presentado-. En él, Pinilla participa junto con Adrián Palacios y Luis Antonio Sáez en un apartado en el que actualizan los indicadores relacionados con la despoblación y el reto demográfico en Aragón. “Frente a unas comarcas como Jiloca, Campo de Daroca o Maestrazgo que pierden en el periodo (2001-2022) más de un 10% de su población, las cuatro comarcas pirenaicas aumentan significativamente su población, creciendo Alto Gállego y Sobrarbe por encima del 12%”, reflejan en el informe.
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