ANDALUCES EMIGRAOS

Oda a Andalucía desde ultramar

A un día de tu cumpleaños te quiero, Andalucía, mandar estas palabras desde mi exilio de ultramar. Lo hago para recordarte aquello por lo que te adoro, por lo que te añoro, y por lo que se me clava una espina de caballa en el pescuezo cada vez que pienso en ti. Pero sobre todo, para que no se me olvide que soy tuya, solo tuya, desde el día que nací. 

Oda a Andalucía por las sillas de plástico frente a la casapuerta al caer la noche. Por esas señoras de pelo corto y olor a Nenuco tomando el fresco, saludando a las zagalas camino al parque. “Id con cuidaico, niñas”. 

Oda a Andalucía por su cielo de farolillos, su suelo de albero y sus volantes de colores. Las casetas enrejadas, los plásticos verdiblancos o rojiblancos recubriendo las casetas de tus fiestas populares y las barras de marca de cerveza donde se apuntan las cuentas con tiza blanca. 

Oda a Andalucía por una fila de sardinas, atravesadas con una caña por el medio, acurrucándose al calor del fuego en una barca llena de arena. 

Por la risa, la guasa, la chufla y el cachondeo, pero también lo jondo, lo sentío y lo exagerao

Oda a Andalucía por unos Campanilleros tocados por banda, meciéndose de un lado a otro por las calles más estrechas. El olor a incienso y la luz de las velas en un palio, y una lágrima que cae, como la cera a las bolas de papel de aluminio que sostienen unos niños. 

Oda a Andalucía por tus bancos de metal, negros o verdes y hasta rojos, lisos o con intricados diseños de enrejado, pero siempre, rodeados de cáscaras de pipas y colillas de cigarros. Por tus conversaciones a pleno pulmón en el parque a cualquier hora del día o de la noche, menos la siesta, que es sagrada. 

Oda a Andalucía por unas rodajas de pan mojadas en leche, fritas y recubiertas de miel.

Oda a Andalucía por el soniquete de unas piezas de dominó sobre una mesa de plástico duro, de inicio a fin de la sobremesa. 

Oda a Andalucía por la risa, la guasa, la chufla y el cachondeo, pero también lo jondo, lo sentío y lo exagerao.

Oda a Andalucía por los moluscos, erizos, coquinas, conchas finas, ostiones, caracoles y demás animalitos de dudosa consistencia y dura concha. 

Por tus illas, killos, pichas, zagalas, miarmas y malafollás paseándose por tus calles y gritando de una punta a otra “¡Pero qué 'hase' aquí!”

Oda a Andalucía por las palmas, al 3 por 4, por sevillanas o bulerías, mudas o combinadas con patadas al suelo de un teatro de alfombras rojas y arcos en la fachada. Por nudillos que tamborilean en una mesa de madera, contando números de cabeza. 

Oda a Andalucía por tus blancos invernaderos plásticos, tan amplios que a veces los confunden con un mar, y los rojos, verdes y amarrillos vegetales creciendo en su interior. Por las manos cansadas, adoloridas y mal pagadas que los recogen y meten en cajas para la venta. 

Oda a Andalucía por tus illas, killos, pichas, zagalas, miarmas y malafollás paseándose por tus calles y gritando de una punta a otra “¡Pero qué hase aquí!”.

Oda a Andalucía por las camareras que te calientan el potito, te traen el zumo de piña y hasta no te miran mal cuando la niña te lo tira al suelo. Por tus parques infantiles rodeados de veladores, para que los padres puedan disfrutar el rato. 

Oda a Andalucía por tus tiendas de ultramarinos con estanterías llenas de latas y papelones de chacina sobre la barra de madera. 

Y desde ese lugar, ultramar, que un día para mí sólo era donde se compraban las latas ahora escribo esta oda de amor y desconsuelo por mi lejana Andalucía. Por estas y tantas cosas más, Andalucía, es que cuento los días que faltan para montarme en ese avión y volver a verte. A ti y a tus gentes, y tus cosas, las buenas y las malas, pero que son todas tuyas.