No debería pillar a nadie por sorpresa que los habitantes de esta casa de New Canaan, de elegancia austera, contrastes fuertes y texturas orgánicas –influencia de Axel Vervoordt–, crecieran en el Norte de Europa, rodeados del estilo del Viejo Mundo.
Lo que sí puede resultar más extraño es que ni Hans Neleman, holandés de nacimiento, fotógrafo asentado en el Soho y fundador del proveedor de almacenamiento de fotografías WIN-Initiative, ni su esposa, Tessa Neleman-Pimontel, diseñadora y estilista belga, no hayan estudiado diseño de interiores.
Ambos estudiaron Bellas Artes. Hans se decantó por la fotografía y Tessa, por la moda, y ambos coinciden en el gusto por crear espacios cálidos y acogedores. Los muebles de su casa de cuatro dormitorios –que comparten con sus tres hijos de entre 6 y 10 años–, proceden de desguaces, son tesoros de rastrillos o elementos reconvertidos de ferreterías de México.

"Da gusto encontrar objetos que tienen vida propia y son únicos", cuenta Tessa. Su consultoría de diseño –Echo and Mercer– es un reflejo de su residencia en Echo Hill y de su oficina. "Hacemos que una casa sea un hogar", apunta.
La gran reforma de la casa
Hans encontró la casa cuando aún estaba soltero, a principios de los 90. Buscaba un lugar donde desconectar de su loft en el Soho, y su agente inmobiliario y él, sin saber muy bien cómo, pero buscando algo al norte de Nueva York, acabaron en New Canaan, Connecticut. Hans describe el lugar como "un set de rodaje".

Le dijo a su agente: "Oye, de verdad es muy bonito", a lo que Tessa contestó: "No es tu estilo". Entre risas, él recuerda replicarle: "Eso tendré que decidirlo yo". Hans compró el cottage; construido en 1937, con la típica decoración de los 70, un estudio de artista y una piscina. Tiró tabiques y creó un espacio abierto, tipo loft. Muchos años –y tres hijos– después, la pareja se dio cuenta de que necesitaban ampliarlo.
Y lo que empezó como un plan inocente para poder conectar el estudio de 65 metros cuadrados con la casa de 158 metros cuadrados, terminó convirtiéndose en una renovación por todo lo alto, que acabó sumando otros 93 metros cuadrados a la casa. Eso sí, como bien dice Tessa: "Mantuvimos la chimenea en su sitio".

Parte de las influencias que ha recibido Tessa provienen del diseño moderno de hoteles y de los principios de simetría europeos, especialmente de la armonía que contempló en edificios residenciales, ya fueran monasterios, o incluso orfanatos.
Se inspiró en los libros infantiles de Madeline, un personaje creado por el escritor norteamericano de origen austrohúngaro Ludwig Bemelmans, que comienzan con una descripción del internado donde está el personaje del libro. Por ejemplo, el comienzo de uno de ellos es: "En una antigua casa de París, cubierta de viñas, vivían doce niñas pequeñas en dos líneas rectas".

Como consecuencia, Tessa diseñó la casa con las habitaciones de los niños y la habitación principal –lo que antes había sido el estudio del artista– a un lado, y las zonas de estar, al otro. ¿El resultado? Un largo vestíbulo fluye por en medio y da al jardín. Según la estilista, "es una solución arquitectónica más".
Reconstruir Europa en Connecticut
Durante unas vacaciones familiares, la pareja advirtió que la estética acogedora con la que se habían criado y que ambos adoraban –madera oscura, muebles de gran tamaño y marcos de cuadros dorados y resquebrajados–, también podía encontrarse a ese lado del Atlántico.

En un viaje por México, entraron en una ferretería en San Miguel de Allende y acabaron comprando el mostrador de madera y un armario gigantesco que servía para almacenar herramientas. Los dos muebles –que estaban a punto de ser reciclados– están ahora en su cocina, y los platos blancos de una vajilla se acomodan en los estantes del armario, abierto para facilitar su acceso.
Tessa diseñó el banco alargado del hall. De hecho, lo esbozó mientras estaba en una tienda de la citada ciudad mexicana. Tiene las mismas patas que las sillas del comedor, que también han sido diseñadas por ella.
En el hall hay seis lámparas, uniformemente espaciadas entre sí; dos de ellas están en la entrada, donde una mesa sólida con una bonita base sirve de pieza central. "El hecho de que el hall no tenga muebles es algo intencionado. A veces, un espacio vacío es más poderoso que si está decorado", comenta su dueña.

Espacios de la casa constante transformación
A la familia no le importa reservar ciertos espacios de la casa para determinadas actividades. La verdad es que siempre están pasando cosas y transmite una gran jovialidad.
De este modo, mientras Hans experimenta con la luz detrás de la cámara, sus hijos Edén, Hudson y Avalon, que han diseñado sus propias habitaciones con estilos en constante evolución, tal vez estén en la mesa de comedor haciendo los deberes. Muchas veces convierten el hall, que en realidad es su cuarto de juegos, en un mercado ficticio o en una bolera, y para ello abren de par en par las puertas que dan al jardín.
En cuanto a Tessa, tan pronto puede estar dibujando en su espacio de trabajo tras la cama del dormitorio principal, como quedarse arriba, en un pequeño altillo, cosiendo almohadas, arreglando algún mueble o tapizando algunas sillas 'importantonas' con telas sencillas. Como ella dice, "si eres diseñadora, en el fondo puedes inventar cualquier cosa".