La cabeza de Mussolini enterrada en Mallorca: “Sería la prueba de que querían un laboratorio fascista en la isla”

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Durante la Guerra Civil, Mallorca se convirtió en punto geoestratégico de la Aviazione Legionaria italiana, creada en 1936 con el objetivo de brindar apoyo logístico y táctico a los sublevados. La ubicación geográfica de la isla y su potencial como base aérea y naval hicieron que el historiador Joan Maluquer la definiese como “un enorme portaaviones imposible de hundir”, y Benito Mussolini, quien soñaba con una Gran Italia que recuperase el control militar del Mare Nostrum, era plenamente consciente de ello. Si desde el principio Mallorca cayó en manos de los golpistas, el papel de este cuerpo aéreo fue crucial en la consolidación del control franquista sobre Balears y en las operaciones militares en el Mediterráneo occidental.
Tal fue la importancia de la presencia italiana en la isla que, a unos 100 metros de lo que hoy es el poblado chabolista de Son Banya, considerado el mayor supermercado de la droga del archipiélago balear, fue mandado construir un faraónico monumento en homenaje a Il Duce. Más de 80 años después, la efigie, envuelta en un halo de misterio desde entonces, yacería enterrada en esa misma zona, aguardando que alguien la saque algún día a la luz. “Sería la mayor prueba de que Italia quería convertir la isla en un laboratorio fascista”, subraya a elDiario.es el historiador Manuel Aguilera, autor, entre otros, del libro El Oro de Mussolini. Cómo la República planeó vender parte de España al fascismo y uno de los principales investigadores en torno al papel de la Aviación Italiana en la Guerra Civil española.
Ahora, el Govern balear tiene previsto iniciar las obras para la construcción de la futura Escuela de Seguridad Pública de Balears, que se ubicará en el mismo lugar que durante la Guerra Civil albergó el cuartel utilizado como base militar para los pilotos de la aviación italiana y en cuyo acceso se encontraba la cabeza del dictador. Para los trabajos de remodelación de la zona, tendrán que llevarse a cabo excavaciones que podrían dar con el busto de Mussolini, del que pocas veces se ha escrito, pero cuya existencia está acreditada por varias revistas e imágenes de la época. “Las primeras mediciones por georradar para el proyecto de la obra no han ofrecido ningún dato y por el momento no se ha encontrado nada. Evidentemente, si se hallaran los restos, actuaríamos”, señalan a este medio fuentes de la Conselleria de Presidencia y Administraciones Públicas, encargada del proyecto.


Una efigie de “severidad hierática”
En concreto, el monumento fue diseñado por el legionario Italiano Heros Giusti y construido en 1939 en un solar situado a unos 100 metros de Son Banya, donde tres años antes había sido levantado el cuartel de la Aviazione Legionaria. Las mismas instalaciones sirvieron para albergar las baterías antiaéreas del aeródromo de Son Sant Joan, cuyas pistas adaptaron los italianos como base aérea próxima a la capital balear. “Cuando entrabas allí, lo primero que te encontrabas era la gran cabeza de Mussolini”, relata Aguilera.
Al abrigo de la carismatización y el culto a los líderes fascistas de la época, la efigie no tardó en hacerse realidad. Tal como publicó en su día la revista 'Aquí Estamos', órgano de expresión de la Falange mallorquina, el monumento era de “estilo moderno, de una severidad hierática”, que “expresa acertadamente el carácter del Duce”. En cuanto a sus dimensiones, contaba con un arco de siete metros de alto y tres y medio de ancho, “muy atrevido por basarse sobre un plano de solo cuarenta centímetros”. Coronaba todo el conjunto, de acuerdo a la misma noticia, la cabeza de Mussolini, que se apoyaba “sobre dos bloques que encuadran una columna” y cuyas dimensiones eran de “un metro cuarenta y cinco”.


El pacto secreto con Mussolini
Como recuerda Aguilera en su investigación Italia en la Guerra Civil Española: el capitán Villegas y el origen de la Aviación Legionaria de Balears, desde el fracasado golpe de Sanjurjo en 1932, el gobierno fascista italiano tomó la decisión de apoyar a los opositores a la República, “aunque siempre de manera sutil”. “Sus intereses nunca fueron muy evidentes porque quería llevarse bien con España y no aumentar el recelo de las potencias democráticas, sobre todo de Francia, su 'obsesión'”, explica el historiador, quien señala que, con todo, falangistas, monárquicos y carlistas firmaron un pacto secreto con Mussolini en 1934, recibieron su apoyo económico y, desde entonces, comenzaron a aguardar su ayuda político-militar cuando llegara el momento. Y ese momento llegó en 1936.
Falangistas, monárquicos y carlistas firmaron un pacto secreto con Mussolini en 1934, recibieron su apoyo económico y, desde entonces, comenzaron a aguardar su ayuda político-militar cuando llegara el momento. Y ese momento llegó en 1936
Con el desembarco del capitán Bayo en el este de Mallorca -la gran ofensiva que, entre agosto y septiembre de 1936, llevó a cabo la República con el objetivo de recuperar la isla de manos de los sublevados-, más de 4.200 milicianos procedentes de Barcelona irrumpieron en la mayor de las Balears y comenzaron a controlarla con hidroaviones. La noticia llegó a Italia y Mussolini envió los primeros cazas y bombarderos a la isla, cuya intervención el 28 de agosto de 1936 fue clave para la fatídica derrota republicana. Los fascistas italianos eliminaron todos los viejos hidroaviones republicanos y la batalla, la primera que contó con un batallón formado íntegramente por mujeres, se dio por terminada con una retirada en orden de los republicanos durante la noche del 3 al 4 de septiembre.

A partir de ese momento, la instalación del contingente italiano convirtió Mallorca en un gran portaaviones dedicado a bombardear sin descanso el litoral republicano del Mediterráneo y bloquear las rutas marítimas de suministro de la URSS. En El Oro de Mussolini, Aguilera explica cómo los italianos comenzaron a adquirir centenares de hectáreas y propiedades para construir en la isla 'casas coloniales', trasladar una importante cantidad de trabajadores del país transalpino y crear allí mismo un “centro de italianidad”. Debido a que la legislación local impedía a los extranjeros adquirir terrenos costeros sin autorización militar, Mussolini utilizó testaferros mallorquines y empresas tapaderas, como Celulosa Hispánica S.A., empleada para comprar la emblemática finca de L'Albufera.
La instalación del contingente italiano convirtió Mallorca en un gran portaaviones dedicado a bombardear sin descanso el litoral republicano del Mediterráneo y bloquear las rutas marítimas de suministro de la URSS. Los italianos comenzaron además a adquirir centenares de hectáreas y propiedades para construir en la isla 'casas coloniales', unas operaciones llevadas a cabo mediante testaferros mallorquines y empresas tapaderas, como Celulosa Hispánica S.A.
Los aliados, “muy pendientes de lo que pasaba en Mallorca”
En los primeros meses de 1939, la Aviación Legionaria de Balears fue disuelta, a pesar de que la máxima de Mussolini era “poner Mallorca bajo el directo control político y militar de Italia”, como apunta Aguilera. “Creemos que la renuncia definitiva a hacerlo viene de la presión internacional. Las posiciones de Reino Unido y Francia hacían inviable el mantenimiento de los pilotos italianos en Mallorca. Ambas potencias temían que en una futura guerra desde la isla se cortaran las líneas de suministro de Francia con Argelia y Marruecos y de Reino Unido con Gibraltar, Malta y Egipto [...]. El gobierno y la prensa británicos estaban muy pendientes de lo que pasaba en Mallorca”, explica. Las acciones de la Aviación Legionaria de Balears acabaron con la vida de cerca de 5.000 civiles.
En los primeros meses de 1939, la Aviación Legionaria de Balears fue disuelta por la presión internacional. "Las posiciones de Reino Unido y Francia hacían inviable el mantenimiento de los pilotos italianos en Mallorca", señala el historiador Manuel Aguilera. Presumiblemente, el busto de Mussolini acabó enterrado para no despertar suspicacias entre los aliados
Fue precisamente esa la razón por la que, presumiblemente, la cabeza de Mussolini acabó desterrada de la finca de Son Banya a principios de los cuarenta, cuando Italia se retiró de la Segunda Guerra Mundial y Franco, que había tratado de navegar entre los aliados y las potencias del Eje, veía que no le convenía estar en contra de los finalmente vencedores. “No podía ser que a Mallorca viniera alguien de Estados Unidos y viera eso”, comenta el historiador en referencia a la efigie de Il Duce.

El mausoleo a los fascistas que Italia paga a Palma
También en Palma, otro monumento rinde homenaje a los combatientes italianos desplazados a finales de los años treinta a la mayor de las Balears. A diferencia de la efigie de Mussolini, se exhibe en todo su esplendor en el cementerio de Palma. Se trata de un mausoleo que las autoridades italianas hicieron construir en 1942 para conservar “los restos mortales de los camaradas que dieron su vida en la lucha contra el marxismo”, por el derrocamiento de la Segunda República y por la implantación de un régimen fascista en España. Para garantizar su mantenimiento, el Gobierno italiano abona cada año 449,11 euros a la Empresa Funeraria Municipal (EFM), de acuerdo a la documentación consultada en su momento por elDiario.es.
En su base se erige una esbelta águila imperial en bronce -insignia de la simbología fascista y elemento que adoptó Mussolini de las antiguas legiones romanas-, bajo la cual figura la inscripción “Ai marinai e aviatori d'Italia caduti in Spagna che qui riposano. 1936-1939” (“A los marineros y aviadores de Italia caídos en España y que aquí descansan. 1936-39”).

Años atrás, el monumento contenía otra leyenda que recordaba el “sacrificio” de los legionarios muertos: “I legionari d'Italia a fianco dei fratelli spagnoli nell eterno riposo come nena lotta. Anno XVIII E.F” (“Los legionarios de Italia junto a sus hermanos españoles en eterno descanso mientras luchan. Año XVIII E.F”). En concreto, E.F. aludía a la 'Era Fascista' -cuyo calendario fue implantado en 1922, con la llegada de Mussolini al poder- y el año XVIII hacía referencia al periodo situado entre el 28 de octubre de 1939 y el 27 de octubre de 1940. Junto a esta inscripción también fue retirado el haz de fasces -figura común en los uniformes fascistas italianos- que el águila sostenía entre sus garras.
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