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El Caso Del Laberinto Del Terror Cuento Completo Vaccarini

En 'El caso del laberinto del terror', el director del parque de diversiones Titán, don Jorge Belaús, contrata al detective Alterno para investigar una serie de robos de billeteras que ocurren sin violencia. Tras observar el laberinto y realizar un disfraz para infiltrarse, Alterno deduce que el ladrón es el Hombre Lobo, un actor del laberinto, quien es finalmente atrapado con pruebas contundentes. La historia culmina con la confesión del ladrón y la preocupación del detective por llevar a su sobrino a la montaña rusa.

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El Caso Del Laberinto Del Terror Cuento Completo Vaccarini

En 'El caso del laberinto del terror', el director del parque de diversiones Titán, don Jorge Belaús, contrata al detective Alterno para investigar una serie de robos de billeteras que ocurren sin violencia. Tras observar el laberinto y realizar un disfraz para infiltrarse, Alterno deduce que el ladrón es el Hombre Lobo, un actor del laberinto, quien es finalmente atrapado con pruebas contundentes. La historia culmina con la confesión del ladrón y la preocupación del detective por llevar a su sobrino a la montaña rusa.

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“El caso del laberinto del terror”, de Franco Vaccarini

EI director del parque de diversiones Titán, don Jorge Belaús, estaba abatido. Hacía semanas que un ladrón robaba
billeteras en el laberinto del terror; lo hacía sin violencia y sin que la víctima se enterara hasta un rato después.
- Señor Alterno, investigue con discreción. No quiero espantar a mi público- me dijo Belaús. Varias billeteras vacías habían
sido halladas en cestos del parque o en sus inmediaciones.
Belaús conservaba algunas que aún no habían sido retiradas por las víctimas. Las revisé solo para encontrar, en dos de
ellas, un par de cabellos oscuros. Incluso, en una tercera, había un diminuto rizo del mismo color. Pedí una reunión con los
actores del laberinto del terror. Vinieron la Novia Asesina, la Muerte, el Hombre Lobo con anteojos (era corto de vista), la
Arpía entre otros esperpentos. Sin embargo, no aportaron datos de valor. Decidí entonces, trabajar como boletero para
observar al público. Vendí cientos de entradas, durante siete días, en los cuales no se denunció ningún robo.
-Esto me parece una pista importante- le dije a Belaús.
-¿Cuál? Si mientras usted estuvo no pasó nada.
-Justamente. Creo que ya sé quién es el ladrón, deme un poco más de tiempo.
Invité a mi sobrino, Anibal, al parque y le pedí que actuara como un niño fanático del laberinto del terror; en tanto que yo
utilizaría un disfraz: barba y sombrero para no ser reconocido. Él estaba feliz de de participar de una misión secreta.
-¡Qué divertido, tío Emiliol ¿Y me vas a llevar también a la montaña rusa?
-Cuando resuelva el caso -prometí.
En el penumbroso laberinto, nos recibió un esqueleto que agitaba sus brazos de improviso, accionados por algún
mecanismo oculto. ¡Qué susto! Enseguida apareció el Hombre Lobo, peludo de pies a cabeza, con otros anteojos. A
continuación, la Muerte con la guadaña y su capucha negra. Después, venían unos diez metros de negrura compacta y
sofocante: el Túnel de la Sombra. Repetimos el paseo con intervalos de media hora y comprobé algo interesante: los actores
iban rotando sus ubicaciones. A media tarde, el Hombre Lobo estaba justo antes de que comenzara el Túnel de la Sombra y
la Muerte recibía al otro lado, seguida de la Novia Asesina. Poco después, el señor Belaús me mandó a llamar. En su oficina
había una señora furiosa: le habían robado la billetera en el laberinto. Le pregunté a qué hora.
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“El caso del laberinto del terror”, de Franco Vaccarini

EI director del parque de diversiones Titán, don Jorge Belaús, estaba abatido. Hacía semanas que un ladrón robaba
billeteras en el laberinto del terror; lo hacía sin violencia y sin que la víctima se enterara hasta un rato después.
- Señor Alterno, investigue con discreción. No quiero espantar a mi público- me dijo Belaús. Varias billeteras vacías habían
sido halladas en cestos del parque o en sus inmediaciones.
Belaús conservaba algunas que aún no habían sido retiradas por las víctimas. Las revisé solo para encontrar, en dos de
ellas, un par de cabellos oscuros. Incluso, en una tercera, había un diminuto rizo del mismo color. Pedí una reunión con los
actores del laberinto del terror. Vinieron la Novia Asesina, la Muerte, el Hombre Lobo con anteojos (era corto de vista), la
Arpía entre otros esperpentos. Sin embargo, no aportaron datos de valor. Decidí entonces, trabajar como boletero para
observar al público. Vendí cientos de entradas, durante siete días, en los cuales no se denunció ningún robo.
-Esto me parece una pista importante- le dije a Belaús.
-¿Cuál? Si mientras usted estuvo no pasó nada.
-Justamente. Creo que ya sé quién es el ladrón, deme un poco más de tiempo.
Invité a mi sobrino, Anibal, al parque y le pedí que actuara como un niño fanático del laberinto del terror; en tanto que yo
utilizaría un disfraz: barba y sombrero para no ser reconocido. Él estaba feliz de de participar de una misión secreta.
-¡Qué divertido, tío Emiliol ¿Y me vas a llevar también a la montaña rusa?
-Cuando resuelva el caso -prometí.
En el penumbroso laberinto, nos recibió un esqueleto que agitaba sus brazos de improviso, accionados por algún
mecanismo oculto. ¡Qué susto! Enseguida apareció el Hombre Lobo, peludo de pies a cabeza, con otros anteojos. A
continuación, la Muerte con la guadaña y su capucha negra. Después, venían unos diez metros de negrura compacta y
sofocante: el Túnel de la Sombra. Repetimos el paseo con intervalos de media hora y comprobé algo interesante: los actores
iban rotando sus ubicaciones. A media tarde, el Hombre Lobo estaba justo antes de que comenzara el Túnel de la Sombra y
la Muerte recibía al otro lado, seguida de la Novia Asesina. Poco después, el señor Belaús me mandó a llamar. En su oficina
había una señora furiosa: le habían robado la billetera en el laberinto. Le pregunté a qué hora.
-A eso de las cuatro.
-Llame a la policía, Belaús. El ladrón es el Hombre Lobo- dije de inmediato.
-¿Está seguro? ¿Y las pruebas?
-Tengo varias. El culpable no podía ser otro que un actor del laberinto, porque eran los únicos que me conocían. Por eso
nadie robó mientras estuve en la boletería. Hoy vine de incógnito y volvieron los robos. A eso de las cuatro, el Hombre Lobo
estaba al borde del Túnel de la Sombra, con anteojos especiales para ver en la oscuridad. En el túnel consuma sus robos. Sus
dedos son ágiles, pero demasiado peludos: en varias billeteras hay cabellos sueltos, iguales a los de su disfraz.
El acusado, acorralado por las evidencias, no tardó en confesar. En su poder se encontraron los anteojos infrarrojos y el
dinero sustraído. Pero ahora tengo un problema mayor: debo llevar a mi sobrino a la montaña rusa. ¡Qué Dios me ampare!

1) Realicen un ficha en donde quede registrado el enigma (crimen), la víctima, el detective, el culpable, los
sospechosos, el culpable y las pistas.
2) Hagan una lista de las acciones que realiza el detective para descubrir al culpable.
3) Indiquen quién es el ayudante en el cuento y de qué manera colabora con el detective.
4) Describan al detective del cuento.
5) Imaginen y escriban la confesión del culpable desde el momento en que concibe su crimen hasta que lo comete.

-A eso de las cuatro.


-Llame a la policía, Belaús. El ladrón es el Hombre Lobo- dije de inmediato.
-¿Está seguro? ¿Y las pruebas?
-Tengo varias. El culpable no podía ser otro que un actor del laberinto, porque eran los únicos que me conocían. Por eso
nadie robó mientras estuve en la boletería. Hoy vine de incógnito y volvieron los robos. A eso de las cuatro, el Hombre Lobo
estaba al borde del Túnel de la Sombra, con anteojos especiales para ver en la oscuridad. En el túnel consuma sus robos.
Sus dedos son ágiles, pero demasiado peludos: en varias billeteras hay cabellos sueltos, iguales a los de su disfraz.
El acusado, acorralado por las evidencias, no tardó en confesar. En su poder se encontraron los anteojos infrarrojos y el
dinero sustraído. Pero ahora tengo un problema mayor: debo llevar a mi sobrino a la montaña rusa. ¡Qué Dios me ampare!

1) Realicen un ficha en donde quede registrado el enigma (crimen), la víctima, el detective, el culpable, los
sospechosos, el culpable y las pistas.
2) Hagan una lista de las acciones que realiza el detective para descubrir al culpable.
3) Indiquen quién es el ayudante en el cuento y de qué manera colabora con el detective.
4) Describan al detective del cuento.
5) Imaginen y escriban la confesión del culpable desde el momento en que concibe su crimen hasta que lo comete.

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