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Desafíos de La Comunicación Sindical Frente Al Escenario Neoliberal

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II Jornadas de Sociología de la UNMDP “La sociología ante las transformaciones de la

sociedad argentina”

“Desafíos de la comunicación sindical frente al escenario neoliberal”


Dra. Gladys Mathieu, Lic. Susana Martins
Facultad de Periodismo y Comunicación Social - UNLP

Trabajo y organización política en el neoliberalismo


Creíamos que el neoliberalismo no representaba para los argentinos ninguna novedad, en
tanto fuimos protagonistas privilegiados en experimentar sus consecuencias a la salida del
siglo XX. Sin embargo, vemos con asombro la facilidad con que volvemos a encontramos
frente a frente y sin apenas resistencias, con un sistema que se ha instalado, reforzado y
posiblemente renovado, luego de haber incursionado por Europa destrozando lo que
quedaba de los Estados de Bienestar.
La desocupación es la principal consecuencia de estas políticas que buscan favorecer los
intereses de los mercados globales; y es principal no sólo por lo que representa en las
estadísticas sino porque el “capitalismo flexible” 1 impacta en la emocionalidad de los
sujetos o, en términos de Richard Sennet (2012: 9) corroe su carácter en la medida que les
exige permeabilidad al cambio, agilidad en los comportamientos, capacidad de asumir
riesgos e independencia de reglamentos y procedimientos formales. La desocupación opera
como hecho (se corrobora en experiencias propias y cercanas) y como amenaza que obliga
a asumir esos “comportamientos flexibles” para no caer fuera del sistema.
El neoliberalismo, como dispositivo de subjetividad, excede el aparato productivo y avanza
sobre todos los órdenes de la vida rompiendo los lazos fuertes, es decir, desestabilizando el
orden institucional con el objetivo de producir un individuo capaz de asumir el peso de su
propia biografía.
El péndulo regresa para marcar la trayectoria seguridad-libertad: si el proyecto de la
modernidad avanzó sobre un orden social de seguridades en que el capitalismo industrial
pudiera asentarse; el proyecto neoliberal hace culto de las libertades/ riesgos que requiere el
capital financiero.
1
Según R. Sennet pone el acento en la flexibilidad y se atacan las formas rígidas de la burocracia y los males de la rutina
ciega.
En el primer caso, la rutina del orden industrial se trasladó a las trayectorias vitales,
otorgando la “seguridad” de un recorrido previsible a costa del ejercicio de las libertades
de elección personal. Pierre Rosanvallon (1995) señala que “el Estado providencia casi
había llegado a vencer la antigua inseguridad social y a eliminar el temor al mañana” y a
finales de los años 70 parecía más cercana la posibilidad de una sociedad liberada de la
necesidad y con un individuo protegido de los principales riesgos. Si bien esta afirmación
requiere considerar la heterogeneidad del Estado benefactor según regiones, aún en aquellas
más inestables políticamente funcionó como condición de posibilidad, es decir, como un
horizonte que ya no se vislumbraba como utópico. Dentro de este entramado, el
movimiento obrero y sindical, en sus diferentes modalidades y variantes, legitimó al
trabajador como promotor de la historia e hizo evidente su centralidad para el modelo
económico industrial, al que puso en tensión solicitando la ampliación de las bases
trabajadoras y la extensión de nuevos derechos.
Por su parte, el avance del neoliberalismo que tiene lugar en el último tramo del siglo XX,
está marcado por la profundización de las experiencias de la globalización que apuntaron a
la disolución de los marcos de convivencia social, poniendo en debate la existencia del
Estado Nación y todo el sistema de “seguridades” y derechos que pasaron a
conceptualizarse como “trabas” al desarrollo. Frente a un poder global ilocalizable, las
políticas locales -entendidas como herramientas de ese Estado para resolver los problemas
y gestionar marcos regulatorios- se perciben limitadas para la “determinación racional de
los objetivos” (proyecto), siendo esto una de las principales fuentes contemporáneas de la
extendida sensación de “impotencia pública”. La globalización se presenta como un
proceso inevitable que derriba fronteras cuando en realidad se trata de una “política
sistemática, organizada y orquestada” que está acompañada por “una política de
despolitización” (Bourdieu, 2002: 140). Ser parte del mundo ya no es una promesa sino una
experiencia posible que se configura como consigna política de los “líderes” neoliberales,
desvelados por poner el mercado mundial al “alcance de todos” con la ayuda de las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación provistas por los países centrales, y que
Internet y los dispositivos personales conducirán hacia experiencias individuales.
ZygmuntBauman en su libro publicado en la década del 90 “En busca de la Política”,
señalaba que el problema contemporáneo más siniestro se expresa con la palabra
Unsichernheit, que en español requiere tres vocablos para ser interpretada: incertidumbre,
inseguridad y desprotección, y lo curioso de este problema es la dificultad para
instrumentar remedios colectivos, pues las personas inseguras, preocupadas por el futuro y
temerosas por su seguridad no son libres para enfrentar los riesgos que exige la acción
colectiva. De hecho, Bauman vuelve sobre estas categorías y sobre la relación seguridad-
libertad para analizar la crisis europea de 2008, que plantea como colapso social para una
clase media que se vio arrastrada al precariado, categoría social que abarca a quienes viven
en una precariedad continuada (por ejemplo con la amenaza latente de la fusión de su
empresa, la reducción de personal, y la duda sobre si lo que se ha conseguido constituye un
derecho). No se puede pasar por alto que los discursos de época venden la precariedad
como libertad de ataduras, desprendimiento de pesos karmáticos o disfrute de la
incertidumbre tal como propuso un ex Ministro de Educación de este país. En cualquier
caso, los conflictos contemporáneos comparten la característica de que no son propios de
una clase social sino que deben dirimirse entre cada persona y la sociedad. “No hay que ser
muy lúcido para darse cuenta del conflicto de fondo que se les presenta a “los sindicatos de
clase” en la nueva economía sin fronteras y globalizada. Trabajos locales e
individualizados, pero capitales globales, procesos transnacionales, producción global y la
incorporación masiva de las nuevas tecnologías que transforman radicalmente el empleo y
su concepción” (Gutiérrez Rubí: 2009). Aun así, los sindicatos no han podido problematizar
la subjetividad del trabajador de estos tiempos.
La experiencia ha demostrado que para el modelo de fluidez, la organización de los
trabajadores representa un peso del que hay que deshacerse, y concretamente en nuestro
país durante toda la década del 90 asistimos con estupor a los procesos de flexibilización
laboral como consecuencia de las transformaciones operadas sobre la estructura
productiva2.
Tras poco más de una década de nadar contracorriente en la activación de políticas públicas
que volvieron a poner al Estado y a la organización colectiva (de la que los sindicatos son
parte) como actores protagónicos del mundo del trabajo, observamos que la matriz cultural

2
Según Claudio Scaletta (2017) el efecto de tales transformaciones es la segmentación en el
mundo del trabajo, tras un proceso de heterogenización de las clases trabajadoras derivadas del
offshoring y la tercerización en que ha incurrido la economía capitalista en las últimas décadas.
de la globalización tiene el vigor suficiente para anclar un discurso neoliberal recrudecido
que reemplaza sin demasiados artilugios al “trabajador” por el “emprendedor”, ese sujeto
que pareciera necesitar sólo la fuerza de voluntad para hacerse a sí mismo y cuyo fin en la
vida es “el éxito”. El Estado y los sindicatos son entes corruptos que lo inmovilizan, le
“obstaculizan la calzada” con manifestaciones que taponan su carrera hacia el mérito. En la
lógica del emprendedurismo, el trabajo es un medio y la verdadera capacidad del
emprendedor reside en adaptarse a los cambios sin sentimiento de pérdida y en explorar las
“posibilidades” del sistema. Convertirse en un “atleta de las 3 PM”3 es un deseo propio de
quien es capaz de visualizar “el trabajo como contingencia”4 y no como un derecho que
requiere defensa colectiva.
En un escenario como este, la comunicación sindical tiene el desafío de interpelar a un
sujeto solitario, que se naturaliza como artífice de su propio destino y descree de la acción
mancomunada, pero además necesita refundar el sentido de su acción colectiva frente a un
Estado que no sólo desconoce su función social sino que la criminaliza5.

¿Cómo construye la “opinión pública” al sindicalismo?

A pesar de todas las críticas que podamos esgrimir sobre el discurso neoliberal, constituye
un error abordarlo como una ficción elaborada por los sectores dominantes, para imponerlo
al conjunto social. Todo discurso, requiere un anclaje cultural que le permita “ser dicho”,
permanecer y relegitimarse periódicamente para cristalizarse en el imaginario social. En
este sentido, es fácil corroborar la circulación discursiva estigmatizante sobre los sindicatos
que han venido desplegando los medios de comunicación hegemónicos, pero no es menos
cierto que se han sostenido sobre actitudes y prácticas del sector sindical que facilitan el
despliegue de mecanismos de deslegitimación. La tibieza e inmovilidad con que la CGT ha
encarado este nuevo tiempo no ha hecho más que fortalecer la idea del líder sindical que

3
Campaña publicitaria del Banco Santander-2017.
4
Tweet de José Luis Espert, voz reconocida de los economistas neoliberales afines al gobierno de
Cambiemos: “Las empresas toman gente y a veces también despiden. El trabajo no es un derecho
como dice el populismo cavernícola. Es una contingencia”. 14/7/2017.
5
El presidente Mauricio Macri se refirió a la “mafia de los juicios laborales” en su discurso de
asunción del canciller Héctor Faurie, el 12 de junio de 2017.
responde a la imagen estigmatizante de “los gordos”: oportunistas, preocupados por sí
mismos, poco afectos al trabajo y de dudosa raigambre obrera.

Desde hace tiempo, los sindicatos son una de las instituciones de la democracia con peor
imagen pública. La corrupción y el imaginario social acerca de su comportamiento como
mafias horadaron la confianza hacia las organizaciones y sus dirigentes, erosionando de
esta forma gran parte de su tradicional legitimidad.

Un trabajo de las encuestadoras Taquion y Trespuntozero da cuenta de la profunda crisis


que atraviesa el sindicalismo en términos de opinión pública. El relevamiento realizado
durante enero de 2017 sobre una muestra de 1.069 casos a nivel país, observa que los
sindicatos son percibidos como la institución más corrupta de la democracia. Así, el 80,9%
de los encuestados sostienen que los sindicatos son muy o bastante corruptos, cifra que
supera la corrupción percibida en empresarios (77,5%), el Poder judicial (74,8%), los
medios de comunicación (67,4%), el Congreso de la Nación (64,5%), el Gobierno nacional
(54%) y la misma ciudadanía (53,7%).

El esquema de palabras que se expone a continuación, muestra los calificativos6 que recibe
el Sindicalismo Argentino, en pleno conflicto docente de marzo de 2017. Claramente, la
imagen pública de los sindicatos está asociada a la corrupción y a la mafia, y desde allí sus
integrantes son definidos como ladrones, traidores y oportunistas. Tal como es posible
observar, no hay valores positivos que rescaten el rol social de los sindicatos, por el
contrario la valoración es netamente negativa. La acción sindical, en medio de un conflicto
tan sensible como el educativo, no despierta empatías ni apoyos de parte del conjunto de la
población.

6
Resultados de la encuesta de opinión pública de Giacobe y asociados. 2000 casos a nivel país | 8
AL 9 DE MARZO DE 2017 | ENCUESTAS A DISPOSITIVOS MÓVILES.
Desde que comenzó la gestión de Cambiemos, cuatro importantes sindicalistas fueron
investigados y encarcelados por delitos relacionados a la corrupción: Marcelo Balcedo
(Sindicato de Obreros y Empleados de Minoridad y Educación), Omar "Caballo" Suárez
(Sindicato de Obreros Marítimos Unidos), Juan Pablo "Pata" Medina (UOCRA La Plata) y
Humberto Monteros (UOCRA Bahía Blanca). El tratamiento que los medios hegemónicos
hicieron de estos casos se caracterizó por la espectacularización de las detenciones y
allanamientos, sin ningún miramiento hacia la presunción de inocencia. De hecho, forman
parte del archivo de casos comodín que se reflotan periódicamente para armar las “cortina
de humo” que tapan los problemas que se le presentan al gobierno. Y, junto a la
persecución al narcotráfico, justifican y sostienen la presunción de transparencia en que
pretende aún instalarse el gobierno actual.

Como afirma Daniel Rosso (2017) la construcción mediática hegemónica de los opositores
responde a una “retórica de la hipertrofia”. En el despliegue enunciativo de las noticias “lo
oculto – lo ilegal y lo corrupto- es visibilizado para que aparezca como excesivo: bajo la
forma cuantitativa de imágenes estridentes que, como se suele decir, valen más que mil
palabras”. Respecto de los dirigentes “éstos han sido capturados por una serie de
condensaciones icónicas que los segrega y los margina de la trama democrática”.
Ante tal sustrato de la opinión pública, los conflictos con el sector sindical, lejos de
desgastar al Gobierno, lo han ido fortaleciendo. Con este marco de fondo, el sindicalismo
se encuentra en la tesitura de tener que revisar sus estrategias. En un contexto económico
difícil para la gran mayoría de los trabajadores, y de cara a las negociaciones paritarias
indispensables para sostener el salario real frente a la inflación, aparecer ante la opinión
pública como defensores de los privilegios de un puñado de dirigentes no parece ser el
mejor camino para recuperar la legitimidad extraviada.

Los medios y el discurso oficial

En El Poder de la Agenda, Natalia Aruguete indica que “Los medios describen desde
determinadas perspectivas y condicionan la experiencia que la gente tiene de su entorno”.
¿Desde qué perspectivas eligen los medios describir al sindicalismo? En su función
mediadora con la realidad, ¿qué mecanismos, operaciones y estrategias ponen en marcha
para construir el imaginario sindical al que accede la opinión pública?

Varios autores coinciden en afirmar que, a partir del ciclo político y social que se originó en
2001/2003 se produjo un proceso creciente de revitalización de las disputas laborales
recuperando centralidad en la conflictividad social, las reivindicaciones sindicales. La
disminución del desempleo, la reapertura de paritarias y la modificación ciertas
regulaciones laborales, contribuyeron a la nueva gravitación del actor sindical en las pujas
por la distribución del excedente y dieron cuenta de cierto desplazamiento de los espacios y
sujetos de manifestación de la conflictividad social. Actualmente, asistimos a la
inauguración de un nuevo ciclo liberal en América Latina y la rapidez con que se esparce
parece encontrar a ciertos sectores del sindicalismo no alineado con el gobierno, sin
demasiadas herramientas para detener este proceso.

El 22 de noviembre de 2015 se abrió un proceso inédito en nuestro país. Por primera vez
acceden al poder, vía el voto popular, los representantes de la oligarquía y el empresariado
nacional enriquecido a través de la corrupción en la obra pública estatal. Un sector
históricamente anti-sindical, anti-obrero y sobre todo, neoliberal en su manera de concebir
la relación entre el trabajo y el capital.
Desde entonces, el sindicalismo como movimiento, sus principales referentes y los
trabajadores - especialmente los “ñoquis” del Estado y los “negros planeros” ligados a la
economía popular y los movimientos sociales- han sido sistemáticamente atacados,
estigmatizados, reprimidos y deslegitimados en tanto espacios del conflicto por el conflicto
mismo. El sector sindical además, ha sido señalado como uno de los responsables directos,
junto a la oposición política, de impedir el crecimiento económico del país. El discurso
oficial, en boca de funcionarios y en connivencia con los grandes medios de comunicación
hegemónica, ha venido construyendo y replicando este discurso que casi podría decirse que
está naturalizado.

"Siempre hay algunos que no quieren que salgamos adelante y, en la política y en otros
poderes, nos meten palos en la rueda", dijo el presidente Mauricio Macri, quien agregó que:
"Tenemos que apretar, cerrar los puños y seguir para adelante, no dejarnos intimidar ni
complicar por aquellos que nos quieren detener, que arman todos los días un tipo de lío
para ver cómo la Argentina no sale adelante", sostuvo en la visita a los trabajos de
construcción del Metrobus en el municipio de Tres de Febrero en agosto de 20167.

La estrategia del gobierno ha sido, hasta ahora, mantenerse en un frente de ataque y la del
sindicalismo responder a la agenda marcada de manera puntual y sectorial. Es decir, salvo
intentos aislados de movilización conjunta, el movimiento de los trabajadores no ha logrado
poner en marcha una estrategia unificada que apunte a redefinir los modelos organizativos,
de liderazgo y fundamentalmente comunicativos a fin de producir modificaciones en su
identidad e imagen pública. Al igual que muchas organizaciones tradicionales que están
movilizadas por las fuerzas instituyentes de una época distinta, las organizaciones
sindicales tienden a reducir la comunicación a la presencia en las redes. La experiencia de
adaptarse a un nuevo ecosistema mediático, multiplicando los medios para alcanzar una
audiencia que ya no está cautiva, es necesaria e imprescindible pero, tener redes sociales no
alcanza para instalar o protagonizar el debate público. Los nuevos canales están saturados
de información que se produce en tiempo real y frente a la cual hay que planificar

7
Tiempo Argentino, 10 de agosto de 2016 www.tiempoar.com.ar/nota/macri-nos-meten-palos-
en-la-rueda
estrategias de visibilidad. En este sentido -y muy en contra del alejamiento de las bases y
los territorios en que han incurrido las organizaciones sindicales- la escucha de los sectores
de interés se ha vuelto determinante para responder a demandas y necesidades, pero
también para contar con una base de seguidores cuya potencial actuación se ha vuelto
fundamental en un contexto que algunos comunicadores del mundo digital llaman de
hipertransparencia y empoderamiento personal (Pino Zas, Ivan).
Por otra parte, el movimiento sindical tampoco ha sido capaz de liderar un debate sobre los
significados de “ser trabajador” en este mercado global y mucho menos escuchar los
intereses de los sectores que debería arrastrar a sus bases para producir mecanismos de
interpelación: “la movilidad laboral actual es, muchas veces, un proceso ilegible y tiende a
oponerse a las negociaciones entre sindicatos y empresas” (Sennet: 78).
Por el momento, los sindicatos responden a un modelo organizacional vertical, sostenido en
liderazgos fuertes y personalistas y, además, con un discurso político bastante reducido a la
problemática salarial. Es decir, se inscriben en el panorama institucional del momento
como organización desfasada y de escasa credibilidad. Sin embargo, los momentos de crisis
suelen ser un campo de posibilidades para salir del monólogo e instalar la conversación,
reinventar el campo de la política laboral y producir dispositivos de escucha que orienten la
identidad de un nuevo movimiento de trabajadores.

Estrategias comunicacionales del sindicalismo

Frente a este escenario ¿qué estrategias discursivas y comunicacionales despliega el


sindicalismo para poder dialogar con la imagen que difunden los medios? ¿Cómo es posible
poner de manifiesto las operaciones discursivas que ponen en escena los medios,
desarmarlas y trabajar con ellas a favor de reconstruir la legitimidad en la imagen pública?

Varias de estas preguntas guían la búsqueda y el análisis de campañas, mensajes y


entrevistas que, conscientes del diagnóstico esbozado, ponen en escena frescura,
creatividad e intentos de “ablandar” el discurso sindical muchas veces caracterizado como
repetitivo, encorsetado y aburrido.

En el presente trabajo vamos a hablar del caso de la Asociación Gremial de Trabajadores


del Subte y el Premetro que resulta muy interesante de analizar.
Con relación a los paros y medidas de fuerza que se sucedieron a principios del año pasado,
parte del discurso estigmatizante que empezó a circular empezó a denominarlos “vagos”,
haciendo hincapié en el hecho de que no querían trabajar y que además, con sus medidas,
complicaban la vida cotidiana de buena parte de la población de la ciudad de Buenos Aires.

Los metrodelegados, lejos de responder con un discurso reactivo, se hicieron cargo del
apelativo y grabaron un video que se llamó “Metrodelevagos”
(www.youtube.com/watch?v=eoetUWzEnd4) en el que se ve a trabajadores del subte de
todos los sectores (limpieza, mantenimiento, boletería, manejo de unidades) mirando a
cámara y relatando las condiciones laborales, muchas veces ignoradas por la mayoría de la
población, con las que conviven.

En la nota de presentación del video en mayo de 2018 diario K afirmaba que “Los
trabajadores del subte salieron a responderle a quienes quieren estigmatizar su reclamo por
salarios y empleo dignos e hicieron un video demostrando en qué condiciones desarrollan
su labor cada día”.

El video tiene varios hallazgos comunicacionales. En primer lugar, propone un juego de


palabras al asumir el estigma “vagos” e incorporarlo a su nombre, lo que da como resultado
el ya mencionado “metrodelevagos” Esta apropiación del estigma es lo que Goffman
(1998) caracteriza como una de las técnicas que los sujetos pueden asumir para manejar
mejor la información sobre sí mismos. Dice Goffman “aquellos que están dispuestos a
admitir la posesión de un estigma pueden hacer un gran esfuerzo para que no se destaque
demasiado o, por el contrario, llegar a portarlo como una insignia, como un emblema”.

En segundo lugar, es interesante analizar la posición enunciativa que asumen los


protagonistas del video desde lo que efectivamente dicen hasta el modo de presentación de
los cuerpos y los planos en el espacio.

Dice Verón (2001) “desde el punto de vista del sujeto, la materia privilegiada del orden
indicial es el cuerpo: alto/bajo, delante/ detrás, aquí/ allá son los reenvíos indiciales. El
cuerpo significante se constituye como configuración compleja de reenvíos metonímicos,
sin olvidar que es por ese hecho mismo el operador fundamental de la apropiación del
espacio.” Es decir que no se trata sólo de mostrar cuerpos que hablan (o reivindican una
posición desde lo dicho) sino que toda su corporalidad, su gestualidad y el modo en que
ocupan el espacio comunica una posición enunciativa que se relaciona más con el decir que
con lo dicho. Continúa Verón (2001) “Cuerpo-espacio-objetos: la capa metonímica de
producción de sentido, es la más arcaica, la primera que se instala a partir del nacimiento”.
Antes de que comencemos a hablar.

Este nivel de análisis, el de la contigüidad y el contacto, permite describir algunas


operaciones discursivas que construyen diferentes tipos de escenas. Para decirlo más claro:
la mirada a cámara, por ejemplo, de los trabajadores seleccionados para el spot asume el
contacto visual, mediatizado por la posición de la cámara, e interpela directamente al
destinatario. La operación de la mirada a cámara que, como ya mencionamos, apunta a
ocultar el dispositivo para acentuar la interpelación, despliega una escena de simetría y
complicidad. Como afirma Eliseo Verón en “Está allí, lo veo, me habla” refiriéndose a la
marca estilística de los noticieros de televisión, puede replicarse aquí como la operación de
“los ojos en los ojos” (eje Y-Y). Sus ojos en los nuestros. Y en ese acto, la puesta en escena
de un enunciador cercano, honesto y frontal.

Por otro lado y la puesta en escena del eje Y-Y “siempre aparece asociado a un movimiento
de referenciación, a una operación destinada de alguna manera a desficcionalizar el
discurso”8. Esta segunda operación es muy importante en el tipo de material seleccionado
porque, para ser efectivo en la deconstrucción del estigma, es fundamental no perder el
verosímil. Es decir, los trabajadores que hacen el spot deben parecer trabajadores reales del
subte. Más allá de que efectivamente lo sean o no (y es posible que así sea) lo importante es
que de ninguna manera dejen de ser creíbles en lo que afirman y en el modo en que se
muestran. Cualquier tipo de falla en el verosímil puede resultar atroz para la comunicación
que apunta a relegitimar el lugar del trabajador, en particular y para cualquier comunicación
sindical en general.

Si a esta operación le sumamos el uso de la tercera persona con designativo (“Este


metrodelevago trabaja sábados, domingos y feriados”) estamos ante la presencia de una
escena compleja que entre lo efectivamente dicho y el acto de decir construye una zona de
cercanía e interpelación con altos niveles de eficacia en tanto apela a la emotividad y a la
8
Verón E (1983) “Está allí, lo veo, me habla” en Comunications 38, París.
idea de que cada trabajador del subte es o podría ser “uno de los nuestros” y no el enemigo
que nos hace paro y nos complica la vida.

Volviendo a la cuestión del estigma, la tarea de desarticulación y reposicionamiento obliga


a una planificación estratégica de la comunicación y de la elaboración de este tipo de
productos. No se trata sólo de mostrar un video o elaborar un cartel, sino más bien de
diseñar una campaña que tenga como objetivo central humanizar a los trabajadores, acercar
posiciones, relatar en primera persona los inconvenientes y los motivos de los actos de
protesta, en definitiva, reconstruir el espacio común que aglutina a trabajadores y
ciudadanos. Una comunicación reactiva que nos ponga a la defensiva sólo construirá
antagonismo, o dos campos enunciativos enfrentados. Hacer efectiva la visibilización de la
protesta y la lucha también es generar instancias discursivas de acercamiento y, desde el
punto de vista político, acumulación de legitimidad9.

Desde nuestro punto de vista esta es, en gran medida, una deuda de la comunicación
sindical.

Desafíos para seguir pensando


Ante el avance deslegitimante de los medios en la construcción de la imagen pública
sindical, urge la aceleración de procesos políticos- comunicacionales si el movimiento
obrero organizado quiere tener alguna chance de disputar sentido en el campo de lo
simbólico (un campo central para la gestión macrista)

Les presentamos algunas sugerencias para poder revertir este panorama:

 entender que la comunicación no es una herramienta ni una técnica instrumental que está
al servicio de la política gremial o de los dirigentes, sino que es constitutiva de la política:
es la encargada de generar los escenarios adecuados para que los reclamos puedan leerse en
clave de derechos y demandas genuinas. Es la encargada de empoderar la figura del

9
Al respecto véase también la campaña de visibilización del conflicto “Liberación de molinetes y café con los
vecinos” www.lanacion.com.ar/2138737-viajes-gratis-jugo-y-cafe-la-nueva-estrategia-de-los-metrodelegados
trabajador, vapuleada por los discursos hegemónicos dominantes. No hay política sin
comunicación ni comunicación sin política.
 Asumir el desafío de su rol constitutivo implica profesionalizar los equipos de prensa y
comunicación de las organizaciones. No solamente en proveerlos de conocimientos y
herramientas sino capacitarlos en su rol de actor clave dentro de la organización.
 reconocer las dinámicas de la organización a la que se pertenece y establecer las redes
necesarias para potenciar los escenarios comunicacionales. Privilegiar las alianzas, las
negociaciones y las tareas en conjunto para aunar esfuerzos de organizaciones más
pequeñas.
 Tender una estrategia de comunicación activa y permanente en redes de medios
cooperativos, pymes y autogestivos. La búsqueda de la tapa o las primeras planas en los
medios hegemónicos muchas veces resulta contraproducente en tanto se juega con las
lógicas del adversario. Los medios, como afirma Daniel Rosso, operan como máquinas de
captura que visibilizan para luego estigmatizar y finalmente deglutir. Un plan de
comunicación eficiente y estratégico tiene más que ver con el trabajo en red cotidiano que
con las apariciones espontáneas en agenda mediática (que sólo funciona con la lógica del
escándalo).
 Finalmente, y sólo a modo de propuesta para pensar,es importante plantear que no alcanza
con fortalecer las posiciones de enunciador si estamos frente a procesos de destitución
enunciativa que nos desarticulan incluso antes de “abrir la boca”. Por ello es fundamental
generar instancias de legitimación previas y continuas que permitan que los discursos del
conflicto y la lucha gremial circulen en zonas visibles del campo de lo simbólico y generen
los desequilibrios enunciativos buscados. Sin dudas este es el punto más estratégico y más
difícil de planificar.

Bibliografía

Aruguete, N (2015) El poder de la agenda. Políticas, medios y público. Editorial Biblos,


Buenos Aires

Bauman, S; Dessal, G (2014) El retorno del péndulo. Sobre psicoanálisis y el futuro del
mundo líquido. Bs. As. Fondo de Cultura Económica.
Goffman, E. (1963) Estigma. La identidad deteriorada. Amorrortu Editores. Buenos Aires-
Madrid.

Gutierrez, R. Sindicatos y comunicación en tiempos de crisis en www.gutierrez-


rubi.es/2009/02/03/sindicatos-y-comunicacion-en-tiempos-de-crisis/

Pino Zas, I Los tres retos de la transformación digital de la comunicación. blogs.elconfidencial.com.


https://blogs.elconfidencial.com/espana/tribuna/2016-03-28/los-tres-retos-de-la-transformacion-digital-
de-la-comunicacion_1174769/

Rosanvallon, P (1995) La nueva cuestión social. Repensar el Estado Providencia. Bs.As.Ed.


Manantial.
Rosso, D. (2013) Máquinas de Captura. Los medios concentrados en tiempos del
kirchnerismo. Colihue. Buenos Aires
------------- (2017) La nave del Capitán Macri: estigmatizacióny expulsión a la luna en
Revista Contraeditorial Año 1, Número 5, octubre 2017.
Sennet, R (2012). La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el
nuevo capitalismo. Bs. As. Anagrama.
Verón E. (1983) “Está allí, lo veo, me habla” en Comunications Nº38, Paris.
-------- (2001) El cuerpo de las imágenes. Grupo Editorial Norma. Buenos Aires

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