*La regla de Oro*
Primera Parte
La Regla de Oro se encuentra en Mateo 7:12📖
Pero el contexto de estas famosas palabras de Cristo comienza en el
versículo 7. Mateo 7 habla sobre la bondad de Dios para ayudarnos
cuando lo necesitamos: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad,
y se os abrirá”. Los versículos siguientes comparan a Dios con un
amoroso padre que sabe dar buenas cosas a sus hijos cuando se lo
piden .
El versículo 12 concluye diciendo “Así que, todas las cosas que queráis
que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con
ellos; porque esto es la ley y los profetas” (énfasis añadido). Claramente,
la expresión “así que” indica que hay una relación entre la Regla de Oro
y los versículos anteriores, donde Cristo asegura que si pedimos ayuda a
Dios, la recibiremos.
Dios quiere ayudarnos
Dios siempre quiere ayudarnos; como dice Mateo 7:8: “todo aquel que
pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”.
Además, en Santiago 1:17 leemos que “Toda buena dádiva y todo don
perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay
mudanza, ni sombra de variación”.
Lo mismo sucede con juzgar a los demás. Cristo dijo muy claramente
que su juicio hacia nosotros dependerá de la forma en que nosotros
juzgamos a otros: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con
el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que
medís, os será medido” (Mateo 7:1-2). Cristo es nuestro juez, y cada vez
que juzgamos a alguien estamos estableciendo el estándar con el que
nos juzgará.
Con esto en mente, recordemos lo que nos dice Mateo 7:7: “Pedid, y se
os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”. Maravillosa
promesa, ¿no es así? Y el versículo 8 la reitera asegurando que quien
pida recibirá, quien busque hallará y a quien llame a la puerta se le
abrirá.
Sin embargo, también debemos recordar que Dios es superior en
conocimiento a todos y siempre sabe perfectamente lo que nos conviene
y lo que no.
¿Nos complace Dios siempre?
En Santiago 1:17 vimos que “Toda buena dádiva y todo don perfecto
desciende de lo alto” (énfasis añadido). Si un niño de diez años pidiera
una motocicleta para ir a la escuela, ¿se la daría un padre amoroso?
Obviamente no, sería demasiado peligroso para él. De la misma manera,
puede que Dios no nos de lo que pedimos porque es malo para nosotros,
pero a cambio nos dará algo que sí nos haga bien.
“Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”
(Santiago 4:3). La palabra griega traducida como “mal” en este pasaje
es kakos, que se refiere a una petición “inapropiada o incorrecta”
(Thayer’s Greek-English Lexicon of the New Testament [Lexicón griego-
inglés del Nuevo Testamento de Thayer]). En otras palabras, Dios no
responderá a una petición cuyo resultado nos alejará de Él.
A veces el plan que Dios tiene para nuestra vida va más allá de lo que
podemos entender en el presente. (Consulte el artículo “El plan de
Dios”.) Sí, podemos estar seguros de que su prioridad es nuestro bien y
tiene todo el deseo de darnos cosas buenas, pero es posible que no
siempre recibamos lo que esperamos. Cuando esto sucede, debemos
confiar en que Dios siempre nos dará lo que es mejor para nosotros.
Veamos por ejemplo la experiencia del apóstol Pablo al pedir la sanidad:
“tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho:
Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por
tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que
repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12:8-9).
Nuestra decisión de aplicar o no la Regla de Oro tendrá un impacto
directo en la respuesta de Dios a nuestras oraciones. Pablo decidió
seguir adelante de todas maneras, sabiendo que Dios sí estaba haciendo
su voluntad con Él.
Ahora, también puede suceder que Dios nos haga esperar por su
respuesta para que desarrollemos paciencia y carácter. Uno de los
ejemplos más inspiradores de esto es el de Abraham, quien tuvo que
esperar 25 años antes de que Dios le diera a Isaac —quien nació cuando
Abraham tenía 100 años (Génesis 21:2-5).
¿Cómo influye la Regla de Oro?
La Regla de Oro —“Todas las cosas que queráis que los hombres hagan
con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Mateo 7:12)— es
una regla general de comportamiento que está basada en tratar a los
demás como nos gustaría que nos tratasen.
Esta enseñanza de Cristo también está presente en una de las leyes del
Antiguo Testamento: “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de
tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo el Eterno”
(Levítico 19:18). Dios es el mismo tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento.
Aplicar o no la Regla de Oro tiene un impacto directo en cómo Dios
responde a nuestras peticiones.
El relato paralelo a Mateo 7 del evangelio de Lucas nos da más detalles
que lo comprueban: “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y
no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. Dad, y se os dará;
medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro
regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a
medir” (Lucas 6:37-38).
En otras palabras, Dios espera ciertas cosas en nuestro trato hacia los
demás si queremos recibir bendiciones de su parte.
Una vez más vemos que nuestro trato hacia los demás determina la
manera en que Dios nos tratará a nosotros, incluyendo su generosidad
para bendecirnos.
Dios les bendiga 🙏