Cuecueyos, los "chakras" toltecas - 2018
Cuecueyos, los “chakras” toltecas
FRANK DÍAZ
Cuecueyos, los “chakras” toltecas © 2018 Frank Díaz
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CONTENIDO
Los centros de percepció n
El diseñ o de los centros
Funciones de los centros
Grados de actividad
El programa de la evolució n bioló gica
La activació n de los centros
Otros centros perceptuales
Los centros de percepción
firma la enseñ anza tolteca que los seres vivos tenemos siete centros energéticos
A principales, donde se concentra la energía vital (por este concepto, me refiero al
producto del metabolismo). Estos centros no son ó rganos físicos o metafísicos,
sino funciones bioló gicas y psicoló gicas encargadas de distribuir la energía vital por el
organismo, decantar y enfocar la percepció n, y organizar la evolució n de las especies.
Muchas culturas de la Tierra los conocen desde la antigü edad; la Biblia les llama “las
siete llamas”, “los siete espíritus atentos”, “las siete iglesias” y, en su asociació n con el
mundo material, “la casa de los siete demonios”. En la actualidad, se conocen má s con
el nombre sá nscrito de Chakras, ruedas.
Los chakras en el arte europeo e hindú.
Los antiguos mexicanos conocieron estos centros; los pueblos de habla nahuatl les
llamaron Tsitsimitl, punto de encaje, un término compuesto por Tsitsika, encajar, y
Mitl, flecha, punta, porque en ellos “encajan” las vibraciones del exterior, permitiendo
el milagro de la percepció n. Los simbolizaban mediante el Chikomostok, cerro de
las siete cuevas, cuyo nombre alude a las aberturas de la cabeza, que son los canales
principales de los sentidos. Debido a que los videntes los perciben como espirales de
luz, les apodaron Kuekueyo’, espirales resplandecientes, tal como afirma el Có dice
Matritense:
“Con nuestros cuecueyos alumbramos a todas partes. En el sitio donde están nuestras
luminarias, allí tenemos luz.”
El jeroglífico de los cuecueyos era una araña con ocho o más patas. Este diseño
se debe a que las patas de la araña evocan la radiación figurada de los centros, y a
que estos se vinculan a plexos nerviosos con una forma aproximadamente radial. El
mito nahua afirmaba que Teskatlipoka, humo del espejo, el dios o personificación
de la percepción, envió estas arañas al principio del tiempo para que tejieran la
creación. Con esto, querían decir que es la percepción la que le da forma al caos,
construyendo el mundo.
Representación del Tsitsimil, códices Magliabechi y Fejervary.
El diseño de los centros
os cuecueyos quedaron representados en las piedras y códices de Anahuac. La
L descripción más completa de ellos aparece en las láminas 33 a 46 del Códice
Borgia. En la lámina 34, vemos un edificio con varios niveles de sótano,
espacio habitacional y tejado. El techo plano y las mujeres diosas que ahí se
encuentran, indican que este edificio es el polo creador femenino, relativo a la
energía. En lecturas cosmogónica y biológica, representa al Universo y el cuerpo
humano, respectivamente.
La Casa Femenina del Cosmos. Lámina 34, Códice Borgia.
En el ápice del techo hay un Tekpatl, cuchillo de pedernal, teñido en sangre, con
rostro humano y nariguera de Sol; estos emblemas indican que dicho centro tiene
una función generadora. Para entenderlo mejor, tengamos en cuenta que, para los
antiguos mexicanos, el cuchillo representaba lo mismo que la flecha: el contacto
entre lo externo y lo interno a través de los órganos de percepción. Por eso, lo
asociaban con la cabeza, ya fuera al representar en la coronilla el corte del cuchillo,
al substituir la cabeza por el cuchillo, o al humanizar el cuchillo, añadiéndole ojos y
demás atributos sensoriales, incluso piernas y manos.
Asociación entre el cuchillo de pedernal y los órganos de percepción. Piezas mexica,
olmeca y totonaca, dibujos de los códices Laúd, Borgia y Borbónico.
Del pedernal se proyecta una cuerda torcida llamada en el lenguaje teológico
Shiu’mekatl, cuerda preciosa. Esta simboliza al aliento que nos mantiene vivos,
pero nos ata con su necesidad, así como a Tlasolteotl, divina inmundicia, y
Mayawel, embriagadora, diosas del parto y la embriaguez de los sentidos,
respectivamente. Un texto maya la describe así:
“El sexto misterio que se imparte (al aprendiz), es pedirle que traiga la rama
espinada de la ceiba (la columna vertebral), en torno a la cual hay un bejuco vivo
torcido como una cuerda de tres hebras. Tal es el habla de la iniciación.” (Chilam
Balam de Chumayel)
La cuerda, emblema de Mayawel y Tlasolteotl, Códice Borbónico.
La cuerda desciende en espiral (representada como zig-zag), cuyos pliegues
alojan tsitsimimes con narigueras de media luna, emblemas de la generación
biológica. El sistema tiene un diseño polar: los que se ubican en la mitad derecha
de la cuerda (la izquierda para nosotros), se representan en rojo, emblema de la
sangre, la vida y el Tonal o aspecto positivo de la energía; los que se ubican en su
mitad izquierda (derecha para nosotros), son amarillos, color de la enfermedad, la
muerte y el Nahual o aspecto negativo de la energía.
Entre ambas mitades hay una banda neutra simbolizada abajo por un tsitsimitl
con mezcla de amarillo y rojo, y, arriba, por un tsitsimitl azul. En lugar de
nariguera, el de abajo tiene una lengua bífida que lo transforma en cabeza de
serpiente - pues la cuerda es simbólicamente una serpiente. El color azul del de
arriba representa la purificación; esta conjunción de símbolos significa que, lo que
comienza como polaridad, termina generando propiedades en un orden superior.
La Casa Masculina del Cosmos. Lámina 33, Códice Borgia.
La lá mina 33 complementa a la anterior. Su edificio con techo en punta y habitado
por hombres, indica que se trata del polo masculino del Universo y el cuerpo humano,
relativo a las formas. En el á pice del techo hay un tsitsimitl con lengua bífida, del que
se proyecta una cuerda que desciende en ondulaciones. En lugar de representar a las
arañ as, el artista escribió sus nombre con los glifos de la escritura compartida por
mixtecas y nahuas; estos son, de abajo arriba: Kolotl, escorpión, I’witl, plumón o nido,
Pantli, bandera, Shochitl Witstli, flor espina, Topilli, cetro, Chalchiwitl, gema, y
Tekpatl, cuchillo de pedernal.
La cuerda forma tres bucles en torno al tsitsimitl superior, a cuya derecha e
izquierda (inverso para el espectador) aparecen el Sol y la Luna, acompañados de
sus animales nahuales. Estos glifos son representaciones abstractas de las
polaridades creadoras y se traducen Tonatiu Masatl, venado solar, y Metstli
Tochtli, conejo lunar.
Comparación entre el diagrama y los glifos de los cuecueyos, Códices Borgia y Laúd.
Las láminas 9 a 16 del Códice Laúd añaden detalles al sistema. Por ejemplo, los
centros son genéricamente representados mediante flores, lo que indica que,
además de cuecueyos, les apodaban Shochime’, flores; Escorpión es substituido por
dos animales con atributos similares: la serpiente y el Sipaktli, dragón, aludido por
su cabeza o mandíbula; Plumón se representa alguna vez como un Malinalli, mazo
de hierba torcida; Bandera se complementa con un escudo, conformando el glifo
Yaoyotl, guerra; Flor-Espina es substituido por el glifo Yollotl, corazón, y en una
ocasión, por el glifo Papalotl, mariposa; Cetro, por dos símbolos equivalentes:
Akatl, caña, flecha, y Atlatl, lanzadardos; y, Gema, por el glifo Ishtli, ojo.
Asociación orgánica de los cuecueyos, Códice Laúd.
Lo más revelador de estas láminas, es que todas representan a dioses que
practican penitencia. De las bases de sus columnas vertebrales brotan chorros de
vitalidad, representada como fuego, humo, nubes, cielo nocturno, sangre, la cola
florida del reptil primordial y la espigada flor del maguey. Estas corrientes
ascienden por las espaldas de los meditantes y se proyectan sobre sus cabezas,
sirviendo de soporte a los cuecueyos. Tal característica, aunada al simbolismo
intrínseco de los glifos, permite asociarlos con ciertas funciones y partes del
cuerpo:
El mito relaciona a Escorpión con la sexualidad; por ello, los diseños lo ubican
en la zona sexual.
Plumón representa el nido, la reproducción y el útero. No es casual que se
ubique en el vientre.
Bandera, vinculado a los guerreros y líderes, es representado a la altura del
ombligo. Por algo, el acto de capturar un enemigo o imponer el ego, se decía en
nahuatl Shiktia, ombliguear.
Flor se asocia con los sentimientos. El hecho de que también se represente
mediante un corazón, indica con qué zona fisiológica lo asociaban.
Cetro - atributo del dirigente, el que toma las decisiones - se asocia a la zona de
la garganta.
La representación del centro Gema como un Ojo lo ubica en el entrecejo.
Representa las facultades mentales.
Como hemos mencionado, Cuchillo se asocia iconográficamente con la
coronilla. Representa la percepción en abstracto.
Los tsitsimimes alineados en la columna vertebral, vaso maya. Resonadores fisiológicos de los
cuecueyos.
Funciones de los centros
a asociación de los cuecueyos con determinados órganos, partes y funciones
L del cuerpo no es sólo una inferencia simbólica e iconográfica, quedó descrita
en las fuentes, como vemos en estos ejemplos:
“Serpiente (rige) en el miembro viril del hombre... Malinalli (hierba), sobre los
intestinos… Rosa (Flor), en las tetillas.” (Códice Vaticano 3738)
“El cuecueyo del disco umbilical se encuentra por debajo del ombligo.” (Códice
Matritense)
Cada cuecueyo involucra diversos ó rganos y plexos para cumplir funciones
específicas, que producen un tipo de conciencia y una vocació n u orientació n
existencial.
Escorpió n, el centro sexual, es la sede de los instintos de conservació n y
reproducció n física. Si propó sito es producir hijos. Su actividad genera la conciencia
del medio y el compromiso que siente todo ser vivo con su cuerpo y demá s vehículos
de expresió n (la energía vital y las funciones emocionales y mentales).
Centro sexual y umbilical. Esculturas totonacas y mexica.
Plumó n, el centro ventral, es la sede del metabolismo físico, el amor filial y los
impulsos de comunicació n y socializació n. Su propó sito es proteger a la prole. Se
manifiesta como conciencia grupal o sentidos de pertenencia, fidelidad al grupo, amor
por la familia y la patria, y solidaridad social.
Bandera, el centro umbilical, es la sede de la voluntad, el ego, la curiosidad y los
impulsos de liderazgo, competencia, representació n, superació n y bú squeda de la
verdad. Su propó sito es organizar al grupo para aumentar las posibilidades de
supervivencia. Se manifiesta como conciencia individual o capacidad de distinció n
social, y sentidos de deber y responsabilidad.
El centro umbilical. Esculturas de Tula y mexica.
Flor, el centro cordial, es la sede del amor, el altruismo, la moralidad, la
sensibilidad espiritual y estética, la creatividad y la bú squeda de realizació n. Su
propó sito es sostener el medio para aumentar las posibilidades del grupo. Se
manifiesta como autoconciencia o capacidad de autorrepresentació n, y sentidos de
empatía y fraternidad con toda forma de vida.
Centros cordial y laríngeo. Esculturas totonacas, maya y mexica.
Cetro, el centro glotal, es la sede del impulso de activació n de los centros
superiores. Su propó sito es refinar la percepció n. Se manifiesta como conciencia del
nahual o visió n objetiva, y capacidad para cambiar, determinar y tomar decisiones.
Gema, el centro frontal, es la sede de la imaginació n, la intuició n y el
procesamiento de la informació n. Su propó sito es activar facultades superiores de
conciencia. Se manifiesta como Ver (la capacidad de atestiguar el mundo en silencio
mental).
El centro frontal en piezas olmecas, teotihuacana, mayas, preclásicas y relieve totonaca.
Cuchillo de pedernal, el centro coronario, es la sede de los impulsos de creació n y
libertad. Su propó sito es conectarnos con planos superiores de existencia. Se
manifiesta como teú rgia (un sentido de participació n en la creació n del Universo).
Centros frontal y coronario. Esculturas mexicas, olmecas y de Cotzumalguapa.
Por su polaridad, los centros se organizan en tres grupos:
Plumó n y Flor son pasivos o negativos, de naturaleza conservadora y nutricia.
Bandera y Cetro son activos o positivos, de naturaleza volitiva o propositiva.
Escorpió n, Gema y Pedernal son neutros o equilibrados.
Polaridades y funciones de los cuecueyos.
Grados de actividad
os centros perceptuales funcionan con tres grados de intensidad, segú n la
L cantidad de energía vital que dispongan: intermitente, sostenido y pleno. Estos
grados producen los tres estados bá sicos de conciencia que nos son accesibles en
la experiencia cotidiana: sueñ o, vigilia y éxtasis.
Si un centro funciona de modo intermitente, su capacidad de concentrar la energía
decae, y las impresiones resultantes de su actividad son demasiado tenues para
almacenarse en su base de memoria. En otras palabras: no nos damos cuenta de su
funció n. Si, por agotamiento, falta de alimento, enfermedad o manipulació n
deliberada, todos los centros funcionan de modo intermitente, el individuo duerme, su
memoria individual se interrumpe y su atenció n se disgrega.
Si un centro funciona de modo sostenido, genera vivencias suficientemente
nítidas para que se transformen en parte de nuestra historia personal. En tal caso,
el individuo siente que despierta, alinea su memoria, concentra su atención y activa
el juicio crítico - la capacidad de comparar experiencias. Mientras más centros
funcionan en modo sostenido, más clara es la sensación de estar despiertos, y
mayor el interés por la realidad.
Si un centro funciona en grado pleno, sus impulsos se funden en la vivencia del
Nahual y el individuo entra en un estado de éxtasis, caracterizado por intensa
sensació n de despertar, gozo, dilució n de la individualidad, fusió n con la totalidad y
libertad.
Hay siete grados éxtasis, según el centro involucrado; el más común es el
orgasmo - el funcionamiento pleno del centro sexual -, pero es posible entrar en
grados superiores. En la experiencia cotidiana, están a nuestro alcance los niveles
de éxtasis provocados por el funcionamiento pleno de los centros ventral, umbilical
y cordial. Un cultivo apropiado de los centros perceptuales superiores, permite
vivir el éxtasis de la experiencia chamánica. Cada grado involucra y sublima las
propiedades extáticas de los inferiores.
El programa de la evolución biológica
a alineació n de los cuecueyos a lo largo de la columna vertebral no es accidental,
L pues estos centros representan logros evolutivos, y el eje de simetría del cuerpo
es la evidencia de la evolució n, tanto en los vertebrados como en los
invertebrados (por “evolució n” no me refiero a simples cambios morfoló gicos, sino a
cambios que implican ganancia perceptual, es decir, incremento en la capacidad de
captar y procesar la informació n).
Los cuecueyos son el programa de la evolució n de la vida. La evolució n consiste en
su progresiva activació n. Cada orden de ganancia se traduce en su correspondiente
plexo nervioso. Ellos nos construyen como individuos, especies y
ecosistemas, organizan nuestras funciones bá sicas, procesan las impresiones que
producen dichas funciones, y almacenan la experiencia resultante como memoria. La
memoria, aunque codificada por el cerebro, tiene su sede en los centros que la
procesan.
La escala evolutiva, estela de Santa Lucía.
Los seres vivos má s antiguos só lo tenían activo el centro sexual, pues era
imprescindible para reproducirse. Pronto descubrieron que, al socializar, aumentaban
sus posibilidades de supervivencia, y activaron el centro ventral. La socializació n
desarrolló estructuras que le daban solidez, lo que activó el impulso de liderazgo y el
centro umbilical. Estos tres centros son nuestra herencia animal, ellos bastan para
mantener la vida natural con toda su complejidad.
Sin embargo, el surgimiento de estructuras sociales condujo con el tiempo a la
autoconciencia o capacidad de autorrepresentación, que se sublimó como un
sentimiento de solidaridad con todo ser vivo. De ese modo, se activó el centro
cordial, cuyo producto es la cultura. Ese centro no es exclusivo de nuestra especie,
pero es lo que define la condición humana.
En nuestro planeta, hasta donde sabemos, la Naturaleza no ha pasado del cuarto
nivel evolutivo. Los tres centros superiores (glotal, entrecejo y coronilla) son un
proyecto futuro. Su aná lisis, a través de la experiencia de los chamanes, indica que son
reflejos potenciados de los centros inferiores. El centro glotal refleja al umbilical,
transformando la voluntad en intento (comando silencioso); el frontal refleja al
ventral, transformando el metabolismo físico en metabolismo mental; el centro
coronario refleja al sexual, transformando el impulso reproductivo en impulso
creador.
Conexión funcional entre los centros inferiores y superiores.
La activación de los centros
omo individuos, podemos activar con relativa facilidad nuestros centros
C superiores. Basta con proponérselo con firmeza y tener la disciplina necesaria
para practicar ejercicios de conciencia. Aclaremos que esta no es una cuestió n
moral, sino bioló gica; no hemos de interpretarla como un deber social, y, menos, como
un dictado divino, sino como una excitante posibilidad que nos permite entrar en
mundos nuevos de percepció n, vivencia y realizació n.
Un centro se activa cuando la atención sostenida del individuo y la especie
concentra en él excedentes de energía vital, sea por un estímulo ambiental o por
determinado interés. Ese excedente crea un canal sináptico que le permite al centro
expresar más plenamente sus impulsos.
La atención puede ser estimulada o inhibida por las características de la especie
o la presión del grupo social. Por ejemplo, una sociedad maniatada por la
superstición, puede encontrar innecesario o peligroso el cultivo de los centros
superiores; tal es el caso de ciertas sectas cristianas que interpretan la meditación y
demás ejercicios de autoentrenamiento como asunto del Diablo. Por el contrario,
una sociedad orientada a la meditación y la experiencia propia, como las de la
India, China y la antigua América, proporcionará estímulo y guía al individuo.
La activación del centro sexual es un logro prebiótico; pertenece a la química
compleja (cierto tipo de química orgánica anterior al surgimiento de los
organismos, capaz de adquirir información, recombinarla y dividirse) y fue
heredado por la vida. En consecuencia, todos los seres vivos tienen activo ese
centro desde su concepción, pues es la base sobre la cual, la energía vital construye
los vehículos de expresión (el cuerpo físico y los campos energético, emocional y
mental).
La activació n del centro ventral es el primer logro de la vida. Ocurre de forma
natural en numerosas especies, tanto de vertebrados como de insectos; incluso,
algunos microorganismos han aprendido a socializar. Este centro se activa en el
momento de nacer y produce ascendencia - la capacidad de percibir a los demá s e
influir sobre ellos.
La activació n del centro umbilical es un logro reciente de la Naturaleza; hasta
donde sabemos, solo aparece en los vertebrados superiores. Produce liderazgo - la
capacidad de poner un ejemplo y de sacrificarse en beneficio del grupo. Ese centro se
puede estimular, asumiendo retos y responsabilidades.
Aunque presente en el mundo animal, la activació n del centro cordial - la capacidad
de ponerse en los zapatos del otro - es el logro que nos define como seres humanos.
En nuestra especie, este centro no se activa por sí, hay que estimularlo en forma
deliberada, meditando, estudiando, amando, sirviendo, refinando los sentidos y
cultivando las emociones. El resultado es cultura e iluminació n.
A partir de la activació n del centro cordial, el primordial instinto de
conservació n se transforma en un ardiente anhelo de libertad y trascendencia. La
evolució n de la vida y la conciencia es el intento de la Naturaleza de realizar dicho
anhelo.
La activació n del centro glotal es el logro que define al chamá n. No ocurre en forma
natural, hay que provocarla activamente mediante el ejercicio de “acecho”, que
consiste bá sicamente en atreverse a tomar decisiones y afrontar las consecuencias.
Produce despertar espiritual - la capacidad de definir la realidad por el acto de
percibir, y no por sus resultados.
El centro frontal se activa cuando callamos la mente. Produce lo que los chamanes
llaman Ver - la capacidad de percibir directamente la realidad, sin el auxilio de una
trama de significados. En sentido literal, un vidente no percibe objetos en el espacio y
el tiempo, sino intensidades en el flujo adimensional de la energía, que luego traduce
en términos comprensibles para sus semejantes. Este centro se activa mediante
ejercicios como la meditació n, el acecho y la recapitulació n o disolució n de los nudos
emocionales.
El centro coronario se activa al asumir un compromiso irrestricto con el objeto de
la libertad total - la capacidad de abstraer la atenció n de los imperativos de nuestra
herencia animal, para sintonizar otras esferas de percepció n. Los anahuacas le
llamaban a tal condició n Shoshou’ki, el reverdecer, y la representaban como una planta
que brota de la cabeza del iniciado. Este centro se activa mediante el ejercicio del
ensueñ o o control deliberado de los sueñ os.
La activación del centro coronario se representaba como una planta que crece. Relieve
olmeca.
Otros centros perceptuales
l hecho de que los anahuacas representaran al centro coronario como una
E planta que crece, y le llamaran con un término que alude al despliegue de un
árbol, es muy significativo, pues indica que los siete centros que hemos
estudiado no agotan las posibilidades de la conciencia. Teóricamente, no hay límite
para su evolución.
Los siete centros perceptuales que hemos estudiado integran el á rea media, la
porció n de la percepció n normalmente accesible a nuestra especie. Pero, en la
conformació n energética del Universo, hay muchos otros vó rtices o centros de energía
que abren aspectos de la realidad que nos son prá cticamente desconocidos. Casi
todos activan campos energéticos tan alejados de nuestras capacidades perceptivas,
que no tenemos posibilidad alguna de sintonizarlos, pero algunos pertenecen a
nuestro linaje evolutivo, de modo que está n al alcance de la prá ctica especializada.
Estos centros extrahumanos se organizan en dos á reas a nuestro alcance: baja y
alta. Los centros del á rea baja pertenecen a la energía de la Tierra y conciernen a una
etapa evolutiva que los seres vivos trascendimos hace millones de añ os. Tienen una
presencia residual en nuestro campo energético, que se manifiesta a veces como
oscuros impulsos en los sueñ os. Estos centros inferiores se integran a los del á rea
media a través del comú n centro sexual.
Los tres centros del á rea alta conciernen a una etapa futura de la evolució n de la
vida. Tienen una presencia prototípica en nuestro campo energético que se revela, a
veces, como un vago sentido de añ oranza de algo que escapa a nuestra capacidad de
descripció n y comprensió n. Se integran a los centros del á rea media a través del
comú n centro coronario. En otras palabras: Pedernal es el Escorpió n de un orden
superior, así como Escorpió n es el Pedernal de un orden inferior.
Aunque alejadas de los intereses comunes del ser humano, las área baja y alta
son campos de interés para los chamanes, pues su recorrido nos ofrece una visión
perspectiva de nuestra propia existencia como seres en evolución.
Los centros superiores. Monolito Raimondi (Perú), escultura totonaca, figurilla preclásica, estela
de Santa Lucía, escultura lacandona.