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Guía para miembros nuevos

Libro del Alumno


LO QUE CREEMOS ACERCA DE LA IGLESIA
I. LA IGLESIA UNIVERSAL ES EL CUERPO ENTERO DE CRISTO
A. Colosenses 1:18
B. Colosenses 1:24

II. QUINEN COMPONEN LA IGLESIA

A. TODO CREYENTE VERDADERO ( Mateo 7:21-23 )


1. Que ha abandonado el pecado
2. Que ha aceptado a Cristo como Señor y Salvador
3. Se somete a la voluntad de Dios
4. Le obedece
5. Le adora
6. Le Sirve

De todas las denominaciones Cristianas

B. HAY DOS GRUPOS DENTRO DE ESTA IGLESIA


MIENTRAS ESTE EN LA TIERRA
1. El trigo y la cizaña
Mateo 13:24-30
2. Camino Ancho y Camino angosto
Mateo 7: 13-14
3. Pescados buenos y malos
Mateo 13: 47-50
4. Ovejas y cabritos
Mateo 25: 31-46

III. LA IGLESIA ES TAMBIEN UNA CONGREGACION


LOCAL DE CREYESTES ( Romanos 16: 3-5 )

A. Que se organizan para avanzar en el desarrollo del Reino


De Dios

B. Muchas toman su nombre de la ciudad donde estàn


( Apocalipsis 2 y 3 )

C. Otras toman su nombre de algunos pasajes bíblicos


( Mateo 2:23 ; Hechos 24:5 )
MEMBRESIA
IGLESIA DEL NAZARENO

INTRODUCCION

A. Reseña Històrica de la Iglesia


1. Naciò en Los Angeles, California en 1895
2. Fundador: Phineas P. Bresse

II. REQUISITOS PARA LA MEMBRESIA

1. Ser salvo
2. Ser santficado o estarla buscando
3. Ser bautizado en agua
4. Aceptar los artìculos bíblicos de fe de la iglesia
5. Sostener la iglesia y servir con sus dones
6. Ser aprobado por la autoridad de la iglesia

III LAS CUATRO FUNCIONES PRINCIPALES DE LA IGLESIA

A. LA ADORACION
1. Salmos 95: 1-7
2. Salmos 100
3. Mateo 21:13

B. LA COMUNION
1. Hechos 2:42
2. Hechos 2: 46-47

C. LA NUTRICION
1. II Timoteo 3:16-17
2. II Timoteo 4: 1-4
3. Juan 21: 15-17

D. LA EVANGELIZACION
1. Marcos 16: 15-16
2. Mateo 28: 19
IV. RESPONSABILIDAD DEL MIEMBRO

A. ASISTIR A LA IGLESIA
1. Salmos 122:1
2. Salmos 27:4

B. ORAR
1. El pastor ora por la iglesia
( Filipenses 1: 3-11 ; Colosenses 1:9)
2. La iglesia por el pastor
( Filipenses 1:19 ; Colosenses 4:3)
3. Los hermanos unos por los otros
( Santiago 5:16 )

C. HABLAR A OTROS Y TRAERLOS


1. Lucas 14:16-24

D. DIEZMAR
1. Victoria sobre el enemigo ( Gènesis 14:18-20)
2. Gratitud ( Gènesis 28:20-22)
3. Confianza. Dios proveerá ( I Reyes 17:10-16)
4. Destrucciòn del devorador ( Malaquìas 3:10-11 )
5. Demostraciòn de amor ( Lucas 21:1-4)
PREÁMBULO
A fin de que mantengamos nuestra herencia dada por Dios, la fe
una vez dada a los santos, especialmente la doctrina y experiencia de
la entera santificación como segunda obra de gracia, y también para
que cooperemos eficazmente con otras ramas de la iglesia de Jesucristo
en expandir el reino de Dios, nosotros, los ministros y los miembros
laicos de la Iglesia del Nazareno en conformidad con los principios
de la legislación constitucional establecida entre nosotros, por la
presente ordenamos, adoptamos y publicamos como la ley fundamental
o Constitución de la Iglesia del Nazareno, los Artículos de
Fe, El Pacto de Conducta Cristiana y los Artículos de Organización
y Gobierno que aquí siguen, a saber:
ARTÍCULOS DE FE 2
Las citas bíblicas apoyan los Artículos de Fe y se insertan aquí
por decisión de la Asamblea General de 1976, pero no se consideran
parte del texto de la Constitución.
I. El Dios trino
1. Creemos en un solo Dios eternamente existente e infinito,
Creador y Sustentador, Soberano del universo; que sólo Él es Dios,
santo en naturaleza, atributos y propósito. El Dios, quien es amor
santo y luz es trino en su ser esencial, revelado como Padre, Hijo y
Espíritu Santo.
(Génesis 1; Levítico 19:2; Deuteronomio 6:4-5; Isaías 5:16; 6:1-7; 40:18-31;
Mateo 3:16-17; 28:19-20; Juan 14:6-27; 1 Corintios 8:6; 2 Corintios 13:14;
Gálatas
4:4-6; Efesios 2:13-18, 1 Juan 1:5; 4:8)
II. Jesucristo
2. Creemos en Jesucristo, la Segunda Persona de la Divina Trinidad;
que Él es eternalmente es uno con el Padre; que se encarnó
por obra del Espíritu Santo y que nació de la virgen María, de manera
que dos naturalezas enteras y perfectas, es decir, la deidad y la
humanidad, fueron unidas en una persona, verdadero Dios y verdadero
hombre, el Dios-hombre.
Creemos que Jesucristo murió por nuestros pecados, y que ciertamente
se levantó de entre los muertos y tomó otra vez su cuerpo,
junto con todo lo perteneciente a la perfección de la naturaleza
2 Referencias bíblicas son de apoyo de los Artículos de Fe y fueron
colocadas aquí
por la acción de la Asamblea General de 1976, pero no deben ser
consideradas parte del texto constitucional.
humana, con el cual ascendió al cielo y está allí intercediendo por
nosotros.
(Mateo 1:20-25; 16:15-16; Lucas 1:26-35; Juan 1:1-18; Hechos 2:22-36;
Romanos
8:3, 32-34; Gálatas 4:4-5; Filipenses 2:5-11; Colosenses 1:12-22; 1 Timoteo
6:14-16; Hebreos 1:1-5; 7:22-28; 9:24-28; 1 Juan 1:1-3; 4:2-3, 15)
III. El Espíritu Santo
3. Creemos en el Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Divina
Trinidad, que está siempre presente y eficazmente activo en la Iglesia
de Cristo y juntamente con ella, convenciendo al mundo de pecado,
regenerando a los que se arrepienten y creen, santificando a los creyentes
y guiando a toda verdad la cual está en Jesucristo.
(Juan 7:39; 14:15-18, 26; 16:7-15; Hechos 2:33; 15:8-9; Romanos 8:1-27;
Gálatas
3:1-14; 4:6; Efesios 3:14-21; 1 Tesalonicenses 4:7-8; 2 Tesalonicenses 2:13;
1 Pedro 1:2; 1 Juan 3:24; 4:13)
IV. Las Sagradas Escrituras
4. Creemos en la inspiración plenaria de las Sagradas Escrituras,
por las cuales aceptamos los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamentos
dados por inspiración divina, revelando infaliblemente la
voluntad de Dios respecto a nosotros en todo lo necesario para nuestra
salvación, de manera que no se debe imponer como Artículo de
Fe ninguna enseñanza que no esté en ellas.
(Lucas 24:44-47; Juan 10:35; 1 Corintios 15:3-4; 2 Timoteo 3:15-17;
1 Pedro 1:10-12; 2 Pedro 1:20-21)
V. El pecado, original y personal
5. Creemos que el pecado entró en el mundo por la desobediencia
de nuestros primeros padres, y la muerte por el pecado. Creemos
que el pecado es de dos clases: pecado original o depravación y pecado
actual o personal.
5.1. Creemos que el pecado original, o depravación, es aquella
corrupción de la naturaleza de toda la descendencia de Adán, razón
por la cual todo ser humano está muy apartado de la justicia original
o estado de pureza de nuestros primeros padres al tiempo de su creación,
es adverso a Dios, no tiene vida espiritual, está inclinado al mal
y esto de continuo. Además, creemos que el pecado original continúa
existiendo en la nueva vida del regenerado hasta que el corazón es
totalmente limpiado por el bautismo con el Espíritu Santo.
5.2. Creemos que el pecado original difiere del pecado actual,
por cuanto constituye una propensión heredada al pecado actual de
la que nadie es responsable, sino hasta que el remedio divinamente
provisto haya sido menospreciado o rechazado.
5.3. Creemos que el pecado actual o personal es la violación voluntaria
de una ley conocida de Dios cometida por una persona moralmente
responsable. Por tanto, no debe ser confundido con fallas
involuntarias o inevitables, debilidades, faltas, errores, fracasos u
otras desviaciones de una norma de conducta perfecta, los cuales son
residuos de la caída. Sin embargo, tales efectos inocentes no incluyen
actitudes o respuestas contrarias al Espíritu de Cristo, las que pueden
llamarse propiamente pecados del espíritu. Creemos que el pecado
personal es primordial y esencialmente una violación de la ley del
amor y que, en relación con Cristo, el pecado puede definirse como
incredulidad.
(Pecado original: Génesis 3; 6:5; Job 15:14; Salmos 51:5; Jeremías 17:9-10;
Marcos 7:21-23; Romanos 1:18-25; 5:12-14; 7:1—8:9; 1 Corintios 3:1-4;
Gálatas 5:16-25; 1 Juan 1:7-8 Pecado personal: Mateo 22:36-40 [con 1 Juan
3:4]; Juan 8:34-36; 16:8-9; Romanos 3:23; 6:15-23; 8:18-24; 14:23; 1 Juan
1:9—2:4; 3:7-10)
VI. La expiación
6. Creemos que Jesucristo por sus sufrimientos, por el derramamiento
de su preciosa sangre y por su muerte en la cruz hizo una
expiación plena por todo el pecado de la humanidad, y que esta expiación
es la única base de la salvación y que es suficiente para todo
individuo de la raza de Adán. La expiación es misericordiosamente
eficaz para la salvación de aquellos incapaces de responsabilidad moral
y para los niños en su inocencia, pero para los que llegan a la edad
de responsabilidad es eficaz para su salvación solamente cuando se
arrepienten y creen.
(Isaías 53:5-6, 11; Marcos 10:45; Lucas 24:46-48; Juan 1:29; 3:14-17;
Hechos 4:10-12; Romanos 3:21-26; 4:17-25; 5:6-21; 1 Corintios 6:20; 2
Corintios 5:14- 21; Gálatas 1:3-4; 3:13-14; Colosenses 1:19-23; 1 Timoteo
2:3-6; Tito 2:11-14;
Hebreos 2:9; 9:11-14; 13:12; 1 Pedro 1:18-21; 2:19-25; 1 Juan 2:1-2)
VII. La gracia preveniente
7. Creemos que la creación de la raza humana a la imagen de
Dios incluyó la capacidad de decidir entre el bien y el mal y que, por
tanto, los seres humanos fueron hechos moralmente responsables;
que a través de la caída de Adán ellos se tornaron depravados, de tal
modo que ahora no pueden, por sí mismos y por sus capacidades y
obras, volver a la fe e invocar a Dios. Pero también creemos que la
gracia de Dios, por medio de Jesucristo, se concede gratuitamente a
todas las personas, capacitando a todos los que quieran, para volverse
del pecado a la justicia, para creer en Jesucristo y recibir perdón y
limpieza del pecado, y para seguir las buenas obras agradables y aceptables
ante Él. Creemos que todas las personas, aunque posean la
experiencia de la regeneración y de la entera santificación, pueden
caer de la gracia y apostatar y, a menos que se arrepientan de sus
pecados, se perderán eternalmente y sin esperanza.
(Semejanza divina y responsabilidad moral: Génesis 1:26-27; 2:16-17;
Deuteronomio 28:1-2; 30:19; Josué 24:15; Salmos 8:3-5; Isaías 1:8-10;
Jeremías 31:29-30; Ezequiel 18:1-4; Miqueas 6:8; Romanos 1:19-20; 2:1-16;
14:7-12; Gálatas 6:7-8
Incapacidad natural: Job 14:4; 15:14; Salmos 14:1-4; 51:5; Juan 3:6a;
Romanos 3:10-12; 5:12-14, 20a; 7:14-25
Don de gracia y obras de fe: Ezequiel 18:25-26; Juan 1:12-13; 3:6b; Hechos
5:31; Romanos 5:6-8, 18; 6:15-16, 23; 10:6-8; 11:22; 1 Corintios 2:9-14;
10:112; 2 Corintios 5:18-19; Gálatas 5:6; Efesios 2:8-10; Filipenses 2:12-13;
Colosenses 1:21-23; 2 Timoteo 4:10a; Tito 2:11-14; Hebreos 2:1-3; 3:12-15;
6:4-6; 10:26-31; Santiago 2:18-22; 2 Pedro 1:10-11; 2:20-22)
VIII. El arrepentimiento
8. Creemos que el arrepentimiento, que es un cambio sincero y
completo de la mente respecto al pecado, con el reconocimiento de
culpa personal y la separación voluntaria del pecado, se exige de todos
los que por acción o propósito han llegado a ser pecadores contra
Dios. El Espíritu de Dios da a todos los que quieran arrepentirse la
ayuda benigna de la contrición de corazón y la esperanza de misericordia
para que puedan creer a fin de recibir perdón y vida espiritual.
(2 Crónicas 7:14; Salmos 32:5-6; 51:1-17; Isaías 55:6-7; Jeremías 3:12-14;
Ezequiel18:30-32; 33:14-16; Marcos 1:14-15; Lucas 3:1-14; 13:1-5; 18:9-
14; Hechos2:38; 3:19; 5:31; 17:30-31; 26:16-18; Romanos 2:4; 2 Corintios
7:8-11; 1 Tesalonicenses 1:9; 2 Pedro 3:9)
IX. La justificación, la regeneración y la adopción
9. Creemos que la justificación es aquel acto benigno y judicial
de Dios, por el cual Él concede pleno perdón de toda culpa, la remisión
completa de la pena por los pecados cometidos y la aceptación
como justos de los que creen en Jesucristo y lo reciben como Salvador
y Señor.
9.1. Creemos que la regeneración, o nuevo nacimiento, es aquella
obra de gracia de Dios, por la cual la naturaleza moral del creyente
arrepentido es vivificada espiritualmente y recibe una vida distintivamente
espiritual, capaz de experimentar fe, amor y obediencia.
9.2. Creemos que la adopción es aquel acto benigno de Dios, por
el cual el creyente justificado y regenerado se constituye en hijo de
Dios.
9.3 Creemos que la justificación, la regeneración y la adopción
son simultáneas en la experiencia de los que buscan a Dios y se
obtienen por el requisito de la fe, precedida por el arrepentimiento y
que el Espíritu Santo da testimonio de esta obra y estado de gracia.
(Lucas 18:14; Juan 1:12-13; 3:3-8; 5:24; Hechos 13:39; Romanos 1:17;
3:2126, 28; 4:5-9, 17-25; 5:1, 16-19; 6:4; 7:6; 8:1, 15-17; 1 Corintios 1:30;
6:11; 2 Corintios 5:17-21; Gálatas 2:16-21; 3:1-14, 26; 4:4-7; Efesios 1:6-7;
2:1, 4-5; Filipenses 3:3-9; Colosenses 2:13; Tito 3:4-7; 1 Pedro 1:23; 1 Juan
1:9; 3:1-2, 9; 4:7; 5:1, 9-13, 18)
X. La santidad cristiana y la entera santificación
10. Creemos que la santificación es la obra de Dios por medio de
la cual transforma a los creyentes a la semejanza de Cristo. Ésta es
efectuada mediante la gracia de Dios por el Espíritu Santo en la santificación
inicial, o regeneración (simultánea a la justificación), la
entera santificación y la obra continua de perfeccionamiento del
creyente por el Espíritu Santo, culminando en la glorificación, en la
cual somos completamente conformados a la imagen del Hijo.
Creemos que la entera santificación es el acto de Dios, subsecuente
a la regeneración, por el cual los creyentes son hechos libres
del pecado original o depravación, y son llevados a un estado de entera
devoción a Dios y a la santa obediencia de amor hecho perfecto.
Es efectuada por la llenura o el bautismo con el Espíritu Santo; y
en una sola experiencia incluye la limpieza de pecado del corazón y la
morada permanente y continua del Espíritu Santo, capacitando al
creyente para la vida y el servicio.
La entera santificación es provista por la sangre de Jesús, efectuada
instantáneamente por la gracia mediante la fe y precedida por la
entera consagración. El Espíritu Santo da testimonio de esta obra y
estado de gracia.
Esta experiencia se conoce también con varios nombres que representan
sus diferentes fases, tales como “la perfección cristiana”, “el
amor perfecto”, “la pureza de corazón”, “la llenura o el bautismo con
el Espíritu Santo”, “la plenitud de la bendición” y “la santidad
cristiana”.
10.1. Creemos que hay una clara distinción entre el corazón puro
y el carácter maduro. El primero se obtiene instantáneamente
como resultado de la entera santificación; el segundo es resultado del
crecimiento en la gracia.
Creemos que la gracia de la entera santificación incluye el impulso
divino para crecer en gracia como discípulo semejante a Cristo.
Sin embargo, este impulso se debe cultivar conscientemente, y se
debe dar atención cuidadosa a los requisitos y procesos del desarrollo
espiritual y mejoramiento de carácter y personalidad en semejanza a
Cristo. Sin ese esfuerzo con tal propósito, el testimonio de uno puede
debilitarse, y la gracia puede entorpecerse y finalmente perderse.
Al participar en los medios de gracia, especialmente en la comunión
cristiana, en las disciplinas espirituales y en los sacramentos de
la iglesia, los creyentes crecen en gracia y en amor sincero para con
Dios y con el prójimo.
(Jeremías 31:31-34; Ezequiel 36:25-27; Malaquías 3:2-3; Mateo 3:11-12;
Lucas 3:16-17; Juan 7:37-39; 14:15-23; 17:6-20; Hechos 1:5; 2:1-4; 15:8-9;
Romanos 6:11-13, 19; 8:1-4, 8-14; 12:1-2; 2 Corintios 6:14—7:1; Gálatas
2:20; 5:16-25; Efesios 3:14-21; 5:17-18, 25-27; Filipenses 3:10-15;
Colosenses 3:1-17; 1 Tesalonicenses 5:23-24; Hebreos 4:9-11; 10:10-17;
12:1-2; 13:12; 1 Juan 1:7, 9) (“Perfección cristiana”, “amor perfecto”:
Deuteronomio 30:6; Mateo 5:43-48; 22:37-40; Romanos 12:9-21; 13:8-10; 1
Corintios 13; Filipenses 3:10-15; Hebreos 6:1; 1 Juan 4:17-18
“Pureza de corazón”: Mateo 5:8; Hechos 15:8-9; 1 Pedro 1:22; 1 Juan 3:3
“La llenura o el bautismo con el Espíritu Santo”: Jeremías 31:31-34;
Ezequiel
36:25-27; Malaquías 3:2-3; Mateo 3:11-12; Lucas 3:16-17; Hechos 1:5; 2:1-
4;15:8-9 “Plenitud de la bendición”: Romanos 15:29
“Santidad cristiana”: Mateo 5:1—7:29; Juan 15:1-11; Romanos 12:1—15:3;
2 Corintios 7:1; Efesios 4:17—5:20; Filipenses 1:9-11; 3:12-15; Colosenses
2:20—3:17; 1 Tesalonicenses 3:13; 4:7-8; 5:23; 2 Timoteo 2:19-22; Hebreos
10:19-25; 12:14; 13:20-21; 1 Pedro 1:15-16; 2 Pedro 1:1-11; 3:18; Judas 20-
21)
XI. La Iglesia
11. Creemos en la Iglesia, la comunidad que confiesa a Jesucristo
como Señor, el pueblo del pacto de Dios renovado en Cristo, el
Cuerpo de Cristo llamado a ser uno por el Espíritu Santo mediante
la Palabra.
Dios llama a la Iglesia a expresar su vida en la unidad y la comunión
del Espíritu; en adoración por medio de la predicación de la
Palabra de Dios, en la observancia de los sacramentos y el ministerio
en su nombre; en la obediencia a Cristo, la vida santa y la mutua
rendición de cuentas.
La misión de la Iglesia en el mundo es compartir la obra redentora
y el ministerio reconciliador de Cristo en el poder del Espíritu, La
Iglesia cumple su misión haciendo discípulos mediante el evangelismo,
la educación, mostrando compasión, trabajando por la justicia y
dando testimonio al reino de Dios.
La Iglesia es una realidad histórica que se organiza en formas culturalmente
adaptadas; existe tanto como congregaciones locales y
como cuerpo universal; aparta a personas llamadas por Dios para
ministerios específicos. Dios llama a la iglesia a vivir bajo su gobierno
en anticipación de la consumación en la venida de nuestro Señor
Jesucristo.
(Éxodo 19:3; Jeremías 31:33; Mateo 8:11; 10:7; 16:13-19, 24; 18:15-20;
28:1920; Juan 17:14-26; 20:21-23; Hechos 1:7-8; 2:32-47; 6:1-2; 13:1;
14:23;
Romanos 2:28-29; 4:16; 10:9-15; 11:13-32; 12:1-8; 15:1-3; 1 Corintios 3:5-
9; 7:17; 11:1, 17-33; 12:3, 12-31; 14:26-40; 2 Corintios 5:11—6:1; Gálatas
5:6, 13-14; 6:1-5, 15; Efesios 4:1-17; 5:25-27; Filipenses 2:1-16; 1
Tesalonicenses 4:1-12; 1 Timoteo 4:13; Hebreos 10:19-25; 1 Pedro 1:1-2,
13; 2:4-12, 21; 4:1-2, 10-11; 1 Juan 4:17; Judas 24; Apocalipsis 5:9-10)
XII. El bautismo
12. Creemos que el bautismo cristiano, ordenado por nuestro
Señor, es un sacramento que significa la aceptación de los beneficios
de la expiación de Jesucristo, que debe administrarse a los creyentes,
y que declara su fe en Jesucristo como su Salvador y su pleno propósito
de obediencia en santidad y justicia. Como el bautismo es un
símbolo del nuevo pacto, se puede bautizar a niños pequeños, a petición
de sus padres o tutores, quienes prometerán la enseñanza cristiana
necesaria.
El bautismo puede ser administrado por aspersión, afusión o inmersión,
según la preferencia del candidato.
(Mateo 3:1-7; 28:16-20; Hechos 2:37-41; 8:35-39; 10:44-48; 16:29-34;
19:16;
Romanos 6:3-4; Gálatas 3:26-28; Colosenses 2:12; 1 Pedro 3:18-22)
XIII. La santa cena
13. Creemos que la cena conmemorativa y de comunión instituida
por nuestro Señor y Salvador Jesucristo es esencialmente un
sacramento del Nuevo Testamento, que declara su muerte expiatoria,
por cuyos méritos los creyentes tienen vida y salvación, y la promesa
de todas las bendiciones espirituales en Cristo. Es distintivamente
para aquellos que están preparados para apreciar con
reverencia su significado y por ella anuncian la muerte del Señor
hasta que Él venga otra vez. Siendo la fiesta de comunión, sólo aquellos
que tienen fe en Cristo y amor para los santos deben ser llamados
a participar en ella.
(Éxodo 12:1-14; Mateo 26:26-29; Marcos 14:22-25; Lucas 22:17-20; Juan
6:28-58; 1 Corintios 10:14-21; 11:23-32)
XIV. La sanidad divina3
14. Creemos en la doctrina bíblica de la sanidad divina e instamos
a nuestro pueblo a ofrecer la oportunidad de hacer la oración de
3 La Asamblea General 2013 adoptó cambios al párrafo 14 en inglés que no
afecta
esta edición. Estos cambios estaban en proceso de ratificación por las
asambleas de
distrito al tiempo de la publicación.
fe para la sanidad de los enfermos. Creemos también que Dios sana a
través de la ciencia médica.
(2 Reyes 5:1-19; Salmos 103:1-5; Mateo 4:23-24; 9:18-35; Juan 4:46-54;
Hechos 5:12-16; 9:32-42; 14:8-15; 1 Corintios 12:4-11; 2 Corintios 12:7-10;
Santiago 5:13-16)
XV. La segunda venida de Cristo
15. Creemos que el Señor Jesucristo vendrá otra vez; que los que
vivamos en el momento de su venida no precederemos a los que
durmieron en Cristo Jesús; mas si hemos permanecido en Él, seremos
arrebatados con los santos resucitados para reunirnos con el
Señor en el aire, y estaremos siempre con Él.
(Mateo 25:31-46; Juan 14:1-3; Hechos 1:9-11; Filipenses 3:20-21; 1
Tesalonicenses 4:13-18; Tito 2:11-14; Hebreos 9:26-28; 2 Pedro 3:3-15;
Apocalipsis 1:7- 8; 22:7-20)
XVI. La resurrección, el juicio y el destino
16. Creemos en la resurrección de los muertos, que los cuerpos
tanto de los justos como de los injustos serán resucitados y unidos
con sus espíritus —“los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección
de vida mas los que hicieron lo malo, a resurrección de
condenación”.
16.1. Creemos en el juicio futuro en el cual toda persona comparecerá
ante Dios para ser juzgada según sus hechos en esta vida.
16.2. Creemos que a los que son salvos por creer en Jesucristo
nuestro Señor y le siguen en obediencia se les asegura la vida gloriosa
y eterna; y que los que permanezcan impenitentes hasta el fin, sufrirán
eternamente en el infierno.
(Génesis 18:25; 1 Samuel 2:10; Salmos 50:6; Isaías 26:19; Daniel 12:2-3;
Mateo 25:31-46; Marcos 9:43-48; Lucas 16:19-31; 20:27-38; Juan 3:16-18;
5:25-29; 11:21-27; Hechos 17:30-31; Romanos 2:1-16; 14:7-12; 1 Corintios
15:12-58; 2 Corintios 5:10; 2 Tesalonicenses 1:5-10; Apocalipsis 20:11-15;
22:1-15)
LA IGLESIA
I. La Iglesia general
17. La iglesia de Dios se compone de todas las personas espiritualmente
regeneradas, cuyos nombres están escritos en el cielo.
II. Las iglesias particulares
18. Las iglesias particulares han de componerse de tales personas
regeneradas que, por autorización providencial y por la dirección del
Espíritu Santo, se asocian para tener comunión y ministerios santos.
III. La Iglesia del Nazareno
19. La Iglesia del Nazareno se compone de aquellas personas que
voluntariamente se han asociado de acuerdo con las doctrinas y gobierno
de dicha iglesia, y que buscan la santa comunión cristiana, la
conversión de los pecadores, la entera santificación de los creyentes,
su edificación en la santidad y la simplicidad y poder espiritual manifestados
en la iglesia primitiva del Nuevo Testamento, junto con la
predicación del evangelio a toda criatura.
IV. Declaración convenida de fe
20. Reconociendo que el derecho y el privilegio de las personas a
la membresía de la iglesia se basan en que sean regeneradas, sólo requerimos
las declaraciones de fe que son esenciales en la experiencia
cristiana. Por lo tanto, consideramos que es suficiente creer en las
siguientes declaraciones breves. Creemos:
20.1. En un solo Dios —el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
20.2. Que las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamentos, dadas
por inspiración plenaria, contienen toda la verdad necesaria para
la fe y la vida cristiana.
20.3. Que el ser humano nace con una naturaleza caída y, por
tanto, está inclinados al mal y esto de continuo.
20.4. Que los que permanecen impenitentes hasta el fin, están
perdidos eternalmente y sin esperanza.
20.5. Que la expiación por medio de Jesucristo es para toda la
raza humana; y que todo aquel que se arrepiente y cree en el Señor
Jesucristo es justificado, regenerado y salvado del dominio del
pecado.
20.6. Que los creyentes deberán ser enteramente santificados,
subsecuentemente a la regeneración, mediante la fe en el Señor
Jesucristo.
20.7. Que el Espíritu Santo da testimonio del nuevo nacimiento
y también de la entera santificación de los creyentes.
20.8. Que nuestro Señor volverá, que los muertos resucitarán y
que se llevará a cabo el juicio final.
V. El pacto de carácter cristiano
21. Identificarse con la iglesia visible es el privilegio bendito y
deber sagrado de todos los que son salvos de sus pecados y buscan la
perfección en Cristo Jesús. Se requiere de todos los que quieran unirse
a la Iglesia del Nazareno y así andar en comunión con nosotros,
que muestren evidencia de salvación de sus pecados mediante una
conducta santa y una piedad vital; y que sean limpios del pecado
innato o que sinceramente deseen serlo. Ellos deben dar evidencia de
su entrega a Dios:
21.1. PRIMERO. Haciendo lo que se ordena en la Palabra de
Dios, la cual es la regla de fe y práctica de la iglesia, incluyendo:
(1) Amar a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerzas, y al
prójimo como a sí mismo (Éxodo 20:3-6; Levítico 19:1718; Deuteronomio
5:7-10; 6:4-5; Marcos 12:28-31; Romanos 13:8-10).
(2) Llamar la atención de los inconversos a las demandas del
evangelio, invitarlos a la casa del Señor y procurar que reciban salvación
(Mateo 28:19-20; Hechos 1:8; Romanos 1:14-16; 2 Corintios
5:18-20).
(3) Ser corteses con todas las personas (Efesios 4:32; Tito 3:2; 1
Pedro 2:17; 1 Juan 3:18).4
(4) Ser de ayuda a los que también son hermanos en la fe, soportándose
los unos a los otros en amor (Romanos 12:13; Gálatas 6:2,
10; Colosenses 3:12-14).
(5) Ayudar integralmente a las personas; dando de comer al
hambriento, vistiendo al desnudo, visitando a los enfermos y presos,
y ministrando a los necesitados, cuando se presente la oportunidad y
se tenga la capacidad para hacerlo. (Mateo 25:35-36; 2 Corintios
9:8-10; Gálatas 2:10; Santiago 2:15-16; 1 Juan 3:17-18).
(6) Contribuir al sostenimiento del ministerio, la iglesia y su obra
con diezmos y ofrendas (Malaquías 3:10; Lucas 6:38; 1 Corintios
9:14; 16:2; 2 Corintios 9:6-10; Filipenses 4:15-19).
(7) Asistir fielmente a todas las ordenanzas de Dios y los medios
de gracia, incluyendo el culto público a Dios (Hebreos 10:25), la
ministración de la Palabra (Hechos 2:42), el sacramento de la Santa
Cena (1 Corintios 11:23-30), el escudriñar y meditar en las Escrituras
(Hechos 17:11; 2 Timoteo 2:15; 3:1416), las devociones familiares
y privadas (Deuteronomio 6:6-7; Mateo 6:6).
21.2. SEGUNDO. Evitando toda clase de mal, lo que incluye:
(1) Tomar el nombre de Dios en vano (Éxodo 20:7; Levítico
19:12; Santiago 5:12).
(2) Profanar el Día del Señor al participar en actividades seculares
innecesarias, dedicándose, por lo tanto, a prácticas que nieguen
su santidad (Éxodo 20:8-11; Isaías 58:13-14; Marcos 2:27-28; Hechos
20:7; Apocalipsis 1:10).
(3) Inmoralidad sexual, como relaciones premaritales o extramaritales,
relaciones sexuales entre personas del mismo género, perversión
en cualquier forma, libertinaje sexual, y conducta impropia
4La Asamblea General 2013 adoptó cambios a los párrafos 21.1. (3) y (5) en
Inglés que no afecta esta edición. Estos cambios estaban en proceso de
ratificación por las asambleas de distrito al tiempo de la publicación.
(Génesis 19:4-11; Éxodo 20:14; Levítico 18:22; 20:13; Mateo 5:27-
32; Romanos 1:26-27; 1 Corintios 6:9-11; Gálatas 5:19; 1 Tesalonicenses
4:3-7; 1 Timoteo 1:10).5
(4) Hábitos o prácticas que se sabe son nocivos al bienestar físico
y mental. Los cristianos deben considerarse templos del Espíritu
Santo (Proverbios 20:1; 23:1-3; 1 Corintios 6:17-20; 2 Corintios
7:1; Efesios 5:18).
(5) Reñir, devolver mal por mal, chismear, calumniar, diseminar
conjeturas injuriosas al buen nombre de otros (2 Corintios 12:20;
Gálatas 5:15; Efesios 4:30-32; Santiago 3:5-18; 1 Pedro 3:9-10).
(6) Defraudar, tomar ventaja al comprar y vender, dar falso testimonio,
y semejantes obras de las tinieblas (Levítico 19:10-11;
Romanos 12:17; 1 Corintios 6:7-10).
(7) Dejarse dominar por el orgullo en el vestir o en la conducta.
Nuestra feligresía debe vestirse con la sencillez y modestia cristianas
que convienen a la santidad (Proverbios 29:23; 1 Timoteo 2:8-10;
Santiago 4:6; 1 Pedro 3:3-4; 1 Juan 2:15-17).
(8) Música, literatura y diversiones que deshonran a Dios (1 Corintios
10:31; 2 Corintios 6:14-17; Santiago 4:4).
21.3. TERCERO. Permaneciendo en comunión sincera con la
iglesia, no hablando mal de ella, sino estando totalmente comprometidos
con sus doctrinas y costumbres, e involucrados activamente en
el testimonio y expansión continuos (Efesios 2:18-22; 4:1-3, 11-16;
Filipenses 2:1-8; 1 Pedro 2:9-10).
*******
El Pacto de Conducta Cristiana
LA VIDA CRISTIANA
MATRIMONIO Y DIVORCIO Y/O
DISOLUCIÓN DEL MATRIMONIO
LO SAGRADO DE LA VIDA HUMANA
LA SEXUALIDAD HUMANA
LA MAYORDOMÍA CRISTIANA
OFICIALES DE LA IGLESIA
REGLAS DE ORDEN
ENMIENDAS DEL PACTO DE CONDUCTA CRISTIANA

42 EL PACTO DE CONDUCTA CRISTIANA


A. La vida cristiana
28. La iglesia proclama gozosamente las buenas nuevas de que
podemos ser hechos libres de todo pecado para tener una nueva vida
en Cristo. Por la gracia de Dios, los cristianos debemos despojarnos
“del viejo hombre” —de las antiguas normas de conducta así como
de la antigua mente carnal— y vestirnos “del nuevo hombre” —de
una nueva y santa manera de vivir así como de la mente de Cristo.
(Efesios 4:17-24)
28.1. La Iglesia del Nazareno se propone relacionar los principios
bíblicos imperecederos con la sociedad contemporánea, de tal modo
que las doctrinas y pactos de la iglesia sean conocidos y comprendidos
en muchos países y en una variedad de culturas. Sostenemos que
los Diez Mandamientos, como fueron reafirmados en el Nuevo Testamento,
constituyen la ética cristiana básica y deben ser obedecidos en todo.
28.2. Reconocemos, además, que tiene validez el concepto de la
conciencia cristiana colectiva, iluminada y dirigida por el Espíritu
Santo. La Iglesia del Nazareno, como expresión internacional del
Cuerpo de Cristo, está consciente de su responsabilidad de buscar
maneras de particularizar la vida cristiana a fin de conducir a la ética
de santidad. Las normas éticas históricas de la iglesia son expresadas,
en parte, en los siguientes asuntos. Éstas deben seguirse cuidadosa y
conscientemente como guías y ayudas para la vida santa. Quienes
violan la conciencia de la iglesia, lo hacen para su propia perdición y
con ello manchan el testimonio de la iglesia. Las adaptaciones debido
a condiciones culturales deberán ser referidas a la Junta de Superintendentes
Generales y aprobadas por ella.
28.3 La Iglesia del Nazareno cree que la vida cristiana, la nueva y
santa manera de vivir, incluye actos de amor redentor que deben
llevarse a cabo para el bien de las personas, su alma, mente y cuerpo,
y además apartarse de prácticas nocivas. Un ejemplo de amor redentor
que Jesús tuvo con los pobres del mundo, y que ordenó practicar
a sus discípulos, es lo que la iglesia debe hacer primero guardándose
sencilla y libre del énfasis en la riqueza y ostentación; y en segundo
lugar, entregándose a sí misma al cuidado, alimentación, vestido y
refugio de los pobres y marginados. En la Biblia, en la vida y el
ejemplo de Jesús, Dios se identifica con los pobres, los oprimidos y
aquellos de la sociedad que no pueden hablar por ellos mismos y los
ayuda. Nosotros igualmente somos llamados a identificarnos con los
pobres y a ser solidarios con ellos. Declaramos que el ministerio de
compasión a los pobres incluye actos de caridad, así como el esfuerzo
de ofrecer oportunidades, igualdad y justicia. También afirmamos
que la responsabilidad cristiana para con los pobres es un aspecto
esencial de la vida de cada creyente que anhela una fe que obra mediante
el amor. Además creemos que la santidad cristiana es inseparable
del ministerio a los pobres puesto que conduce al cristiano a
algo más que su perfección individual a la transformación de una
sociedad y un mundo más justo y equitativo. La santidad, lejos de
distanciar a los creyentes de las desesperadas necesidades económicas
de las personas en este mundo, nos motiva para poner al servicio
nuestros recursos para aliviar la necesidad y ajustar nuestros deseos
según las necesidades de los demás.
(Éxodo 23:11, Deuteronomio 15:7; Salmos 41:1, 82:3, Proverbios 19:17,
21:13,
22:9; Jeremías 22:16; Mateo 19:21; Lucas 12:33, Hechos 20: 35, 2 Corintios
9:6, Gálatas 2:10)”
28.4. Al enumerar las prácticas que deben evitarse, reconocemos
que ninguna lista, por muy extensa que sea, podría incluir todas las
formas de maldad en todo el mundo. Por lo tanto, es imperativo que
nuestra feligresía busque fervientemente la ayuda del Espíritu para
cultivar sensibilidad hacia el mal que trasciende la mera letra de la
ley; recordemos la advertencia: “Examinadlo todo y retened lo
bueno. Absteneos de toda especie de mal”.
(1 Tesalonicenses 5:21-22)
28.5. Se espera que nuestros dirigentes y pastores, en nuestras
publicaciones periódicas y desde nuestros púlpitos, enseñen y recalquen
las verdades bíblicas fundamentales que desarrollan la facultad
de discernimiento entre lo malo y lo bueno.
28.6. La educación es de importancia capital para el bienestar social
y espiritual de la sociedad. Las escuelas públicas tienen la responsabilidad
de educar a todos. Sin embargo, están limitadas en su tarea;
de hecho, en algunos casos la ley les prohíbe enseñar los principios
básicos del cristianismo. Se espera que las organizaciones e instituciones
educativas nazarenas como escuelas dominicales, escuelas
(desde recién nacidos hasta secundaria), centros para el cuidado de
niños, centros para el cuidado de adultos, universidades y seminarios,
enseñen a niños, jóvenes y adultos los principios bíblicos y
normas éticas en tal forma que nuestras doctrinas sean conocidas.
Esta práctica puede tomar el lugar de las escuelas públicas o ser una
adición a ellas, las que con frecuencia enseñan un humanismo secular,
y no enseñan los principios de la vida santa. La educación en
instituciones públicas debe complementarse con la enseñanza de
santidad en el hogar. Además, los creyentes deben ser estimulados a
trabajar en instituciones públicas y con ellas, a fin de dar testimonio
a estas instituciones e influir sobre ellas en favor del reino de Dios.
(Mateo 5:13-14)
29. Sostenemos específicamente que deben evitarse las siguientes
prácticas:
29.1. Diversiones que se opongan a la ética cristiana. Nuestra
feligresía, tanto en forma individual como en unidades familiares,
debe regirse por tres principios. El primero es la mayordomía cristiana
del tiempo libre. El segundo principio es el reconocimiento de la
obligación cristiana de aplicar las más altas normas morales de la vida
cristiana. Puesto que vivimos en días de gran confusión moral, en los
que nos enfrentamos a la posible intrusión de los males modernos en
el seno sagrado de nuestros hogares por diferentes medios, tales como
literatura actual, radio, televisión, computadoras personales y la
Internet, es esencial proceder con las más rígidas precauciones para
evitar que nuestros hogares sean secularizados y mundanalizados. Sin
embargo, sostenemos que se debe apoyar y fomentar entretenimientos
que respalden y promuevan la vida santa, afirmen los valores
bíblicos, y que respalden la santidad del voto conyugal y la exclusividad
del pacto matrimonial. Especialmente animamos a nuestros jóvenes
a usar sus talentos en los medios de comunicación y en las artes
para influir positivamente en esta parte dominante de la cultura. El
tercer principio es la obligación de testificar contra lo que trivialice a
Dios o blasfeme contra Él, y también contra males sociales tales como
la violencia, la sensualidad, la pornografía, el lenguaje blasfemo y
el ocultismo, como son presentados por la industria comercial del
entretenimiento en sus diversas formas, así como tratar de bloquear
la acción de empresas dedicadas a proveer esta clase de entretenimiento.
Esto incluirá evitar toda clase de entretenimientos y producciones
de los medios de comunicación que producen, promueven o
enfocan lo violento, lo sensual, lo pornográfico, lo profano o el ocultismo,
o que presentan o idealizan la filosofía de secularismo, sensualismo
y materialismo del mundo y menoscaban la norma divina de
santidad de corazón y vida.
Esto amerita la enseñanza y la predicación de estas normas morales
de vida cristiana, y que a nuestra feligresía se le enseñe a usar el
discernimiento en oración, eligiendo continuamente la norma alta de
la vida de santidad. Por tanto, hacemos un llamado a nuestros líderes
y pastores a hacer un fuerte énfasis en nuestras publicaciones periódicas
y desde nuestros púlpitos sobre tales verdades fundamentales,
de modo que se desarrolle el principio de discernimiento entre lo
malo y lo bueno que se encuentra en esos medios de comunicación.
Sugerimos que la siguiente norma dada a Juan Wesley por su
madre constituya la base de esta enseñanza de discernimiento: “Todo
lo que nuble tu razón, adormezca tu conciencia, oscurezca tu sentido
de Dios, o elimine el sentir de las cosas espirituales, todo lo que inEL
cremente la autoridad de tu cuerpo sobre tu mente, todo ello para ti
es pecado”. (33.2- 4; 903.12-14)
(Romanos 14:7-13; 1 Corintios 10:31-33; Efesios 5:1-18; Filipenses 4:8-9; 1
Pedro 1:13-17; 2 Pedro 1:3-11)
29.2. Las loterías y otros juegos de azar, ya sean legales o ilegales.
La iglesia sostiene que el resultado final de estas prácticas es nocivo
tanto para el individuo como para la sociedad.
(Mateo 6:24-34; 2 Tesalonicenses 3:6-13; 1 Timoteo 6:6-11; Hebreos 13:5-
6; 1 Juan 2:15-17)
29.3. La membresía en órdenes o sociedades secretas sujetas a
juramento que incluye, pero no se limita a tales como la masonería.
La naturaleza pseudo-religiosa de tales organizaciones diluye el compromiso
del cristiano. El carácter secreto de éstas se contrapone al
testimonio público del cristiano. Este asunto se trata conjuntamente
con el párrafo 112.1 que se refiere a la membresía de la iglesia
(1 Corintios 1:26-31; 2 Corintios 6:14—7:1; Efesios 5:11-16; Santiago 4:4;
1 Juan 2:15-17)
29.4. Todas las formas de baile que desvían del crecimiento espiritual
y destruyen las inhibiciones morales y la reserva apropiadas.
(Mateo 22:36-39; Romanos 12:1-2; 1 Corintios 10:31-33; Filipenses 1:9-11;
Colosenses 3:1-17)
29.5. El uso de licores embriagantes como bebida o negociar
con ellos; influir o votar para licenciar lugares para la venta de los
mismos; el uso de drogas ilícitas o traficar con ellas; el uso de tabaco
en cualquier forma o negociar con él.
Tomando en cuenta las Sagradas Escrituras y la experiencia humana
en lo concerniente a las consecuencias destructivas del uso de
alcohol como bebida, y considerando los hallazgos de la ciencia médica
respecto al efecto dañino del alcohol y el tabaco para el cuerpo y
la mente, como una comunidad de fe comprometida a llevar una
vida santa, nuestra posición y práctica es la abstinencia en vez de la
moderación. La Sagrada Escritura enseña que nuestro cuerpo es el
templo del Espíritu Santo. Con amor y el deseo de cuidar de nosotros
mismos y los demás, instamos a nuestra feligresía a abstenerse de
toda bebida embriagante.
Además, nuestra responsabilidad social cristiana nos llama a utilizar
todo medio legítimo y legal para minimizar la disponibilidad de
bebidas alcohólicas y tabaco para otras personas. La extensa incidencia
de alcoholismo en nuestro mundo demanda que sostengamos
una posición que sirva como testimonio para los demás. (903.12-14)
(Proverbios 20:1; 23:29—24:2; Oseas 4:10-11; Habacuc 2:5; Romanos
13:8; 14:15-21; 15:1-2; 1 Corintios 3:16-17; 6:9-12, 19-20; 10:31-33;
Gálatas 5:13-14, 21; Efesios 5:18)
(Sólo jugo de uva sin fermentar deberá usarse en el sacramento de la Santa
Cena.) (514.9, 530.7, 531.2, 532.1, 802) 29.6. El uso no prescrito de drogas
alucinógenas, estimulantes y tranquilizantes, y el uso indebido y abuso de
medicinas obtenidas bajo prescripción facultativa. Tales drogas deben usarse
sólo por instrucción y bajo la supervisión médica competente.
(Mateo 22:37-39; 27:34; Romanos 12:1-2; 1 Corintios 6:19-20; 9:24-27)
B. Matrimonio, divorcio y/o disolución del matrimonio
1
30. La familia cristiana, unida en lazo común por medio de Jesucristo
es un círculo de amor, compañerismo y adoración que debe ser
cultivado encarecidamente en esta sociedad en la que los lazos familiares
fácilmente se disuelven. Encargamos a los ministros y a las
congregaciones de nuestra iglesia las enseñanzas y prácticas que fortalezcan
y desarrollen los lazos familiares. En particular, exhortamos a
los ministros respecto a la importancia de enseñar y predicar claramente
el plan bíblico de la permanencia del matrimonio.
La institución del matrimonio fue ordenada por Dios cuando el
hombre era inocente, y es, según la autoridad apostólica, “honroso...
en todos”; es la unión mutua de un varón y una mujer para compañerismo,
ayuda mutua y propagación de la raza. Nuestra feligresía
debe apreciar este estado sagrado como conviene a los cristianos y
debe contraerlo sólo después de ferviente oración pidiendo la dirección
divina y cuando estén seguros de que tal unión está de acuerdo
con los requisitos bíblicos.
Los desposados deben buscar con vehemencia las bendiciones
que Dios ha ordenado respecto al estado marital, es decir, el compañerismo
santo, la paternidad y el amor mutuo —elementos con que
se edifica el hogar. El pacto matrimonial es moralmente obligatorio
mientras ambos cónyuges vivan y romperlo es una violación del plan
divino de la perpetuidad del matrimonio.
(Génesis 1:26-28, 31; 2:21-24; Malaquías 2:13-16; Mateo 19:39;
Juan 2:1-11;
Efesios 5:21—6:4; 1 Tesalonicenses 4:3-8; Hebreos 13:4)
30.1. En la enseñanza bíblica, el matrimonio es el compromiso
mutuo de por vida entre un hombre y una mujer, y refleja el amor
sacrificial de Cristo por la iglesia. Como tal, el propósito es que el
matrimonio sea permanente y el divorcio es una infracción a la clara
1 El significado de divorcio en esta regla deberá incluir la “disolución del
matrimonio” cuando se use como sustituto legal para el divorcio.
enseñanza de Cristo. Tal infracción, sin embargo, no está fuera del
alcance del perdón por la gracia de Dios, cuando ésta se busca en
arrepentimiento, fe y humildad. Se reconoce que a algunos se les
impone el divorcio contra su voluntad o son compelidos a recurrir a
él por razones de protección legal o física.
(Génesis 2:21-24; Marcos 10:2-12; Lucas 7:36-50; 16:18; Juan 7:53—8:11;
1 Corintios 6:9-11; 7:10-16; Efesios 5:25-33)
30.2. Se instruye a los ministros de la Iglesia del Nazareno que
traten con la seriedad debida los asuntos relacionados con la celebración
de matrimonios. Deben tratar, en toda manera posible, de comunicar
a sus congregaciones el carácter sagrado del matrimonio
cristiano. Antes de realizar el casamiento, proveerán consejería en
todos los casos en que sea posible, incluyendo orientación espiritual
apropiada para quienes hayan pasado por la experiencia del divorcio.
Solamente solemnizarán el matrimonio de personas que tengan las
bases bíblicas para el mismo.
El matrimonio, según la Biblia, solo existe para una relación entre
un hombre y una mujer. (30-30.1, 32, 514.10, 536.16)
30.3. Los miembros de la Iglesia del Nazareno que se encuentren
involucrados en una situación de infelicidad conyugal deben buscar,
en oración, un curso redentor de acción, en plena armonía con sus
votos y con las claras enseñanzas de las Escrituras, con el propósito
de salvar su hogar y salvaguardar el buen nombre de Cristo y de su
iglesia. Las parejas que estén experimentando problemas matrimoniales
serios deben buscar el consejo y la guía de su pastor y/o cualquier
otro líder espiritual apropiado. El no cumplir con estos pasos
de buena fe y con el deseo sincero de buscar una solución cristiana, y
obtener subsecuentemente el divorcio y contraer nuevas nupcias,
podría resultar en que uno o ambos cónyuges queden sujetos a la
disciplina prescrita en los párrafos 504-504.2 y 605-605.12.
30.4. Debido a la ignorancia, el pecado y las flaquezas humanas,
muchas personas en nuestra sociedad no cumplen a cabalidad con el
plan divino. Creemos que Cristo puede redimir a estas personas, tal
como lo hizo con la mujer junto al pozo de Samaria, y que pecar
contra el plan de Dios para el matrimonio, no sitúa a la persona fuera
del alcance de la gracia perdonadora del evangelio. Cuando el
matrimonio se haya disuelto y se hayan contraído nuevas nupcias, se
exhorta a los cónyuges a que busquen la gracia de Dios y su ayuda
redentora en la relación marital. Tales personas pueden ser recibidas
en la membresía de la iglesia cuando hayan dado evidencia de regeneración
y de que han entendido la santidad del matrimonio cristiano.
(27; 107.1)
C. Lo sagrado de la vida humana
31. La Iglesia del Nazareno cree que la vida humana es sagrada y
se esfuerza por protegerla contra el aborto, la investigación de las
células madre del embrión humano, la eutanasia y la negación de
cuidado médico razonable a los incapacitados o a los ancianos.
31.1. El aborto inducido. La Iglesia del Nazareno afirma lo sagrado
de la vida humana como lo ha establecido Dios el Creador y
cree que se extiende al niño que aún no nació. La vida es un regalo
de Dios. Toda vida humana, incluyendo el desarrollo de la vida en la
matriz, es creada por Dios a Su imagen y, por lo tanto, debe ser nutrida,
sostenida y protegida. Desde el momento de la concepción, un
niño es un ser humano con todas las características de la vida humana
en desarrollo y esta vida depende de la madre para su desarrollo
continuo. Por tanto, creemos que la vida humana debe ser respetada
y protegida desde el momento de la concepción. Nos oponemos al
aborto inducido por todo medio, cuando sea utilizado ya sea por
conveniencia personal o para el control de la población. Nos oponemos
a las leyes que autorizan el aborto. Considerando que se dan
raros casos pero reales de condiciones médicas en las que la madre o
el niño aún no nacido, o ambos, corren peligro de no sobrevivir al
parto, la terminación del embarazo deberá realizarse sólo después de
asesoría médica competente y consejo espiritual.
La oposición responsable al aborto demanda nuestro compromiso
de iniciar y apoyar programas designados para proveer cuidado
para madres y niños. La crisis de un embarazo no deseado requiere
que la comunidad de creyentes (representada sólo por aquellos que
deban saber de la crisis) provea un ambiente de amor, oración y consejo.
En tales casos, el apoyo puede tomar la forma de centros de
orientación, casas de asilo para madres embarazadas y la creación o
utilización de servicios de adopción cristianos.
La Iglesia del Nazareno reconoce que la consideración del aborto
como medio para terminar un embarazo no deseado con frecuencia
ocurre porque se han pasado por alto las normas cristianas de
responsabilidad
sexual. Por tanto, la iglesia hace un llamado a las personas
a practicar la ética del Nuevo Testamento en lo relacionado
con la sexualidad humana y a tratar el tema del aborto dentro del
marco más amplio de los principios bíblicos que proporcionan dirección
para tomar decisiones morales.
(Génesis 2:7; 9:6; Éxodo 20:13; 21:12-16, 22-25; Levítico 18:21; Job 31:15;
Salmos 22:9; 139:3-16; Isaías 44:2, 24; 49:5; Jeremías 1:5;
Lucas 1:15, 23-25,
36-45; Hechos 17:25; Romanos 12:1-2; 1 Corintios 6:16; 7:1ss.;
1 Tesalonicenses 4:3-6)
EL PACTO DE CONDUCTA CRISTIANA 49
La Iglesia del Nazareno también reconoce que muchos han sido
afectados por la tragedia del aborto. Se exhorta a cada congregación
local y a cada miembro personalmente a ofrecer el mensaje del perdón
de Dios para cada persona que ha experimentado un aborto.
Nuestras congregaciones locales están para ser comunidades de redención
y esperanza para todos los que sufren el dolor físico, emocional
y espiritual como resultado de la interrupción voluntaria de
un embarazo. (Romanos 3:22-24; Gálatas 6:1)
31.2. Ingeniería genética y terapia genética. La Iglesia del Nazareno
apoya el uso de la ingeniería genética para lograr una terapia
genética. Reconocemos que la terapia genética puede conducir a la
prevención y curación de enfermedades, y a la prevención y curación
de males físicos y mentales. Nos oponemos a cualquier uso de una
ingeniería genética que promueva la injusticia social, que ignore la
dignidad de la persona, o que intente lograr la superioridad racial,
intelectual o social sobre otros (eugenesia). Nos oponemos a que se
inicien estudios de ADN cuyos resultados puedan fomentar o apoyar
el uso del aborto humano en vez de permitir el término de la gestación.
En todos los casos la ingeniería y terapia genéticas deben regirse
por la humildad, el respeto por la dignidad inviolable de la vida humana,
la igualdad de las personas delante de Dios y el compromiso
de actuar con misericordia y justicia.
(Miqueas 6:8)
31.3 La investigación de la célula madre en el embrión humano
y otras intervenciones médicas/científicas que destruyen la
vida humana después de la concepción. La Iglesia del Nazareno
recomienda firmemente a la comunidad científica a continuar agresivamente
los avances en la tecnología de células madre obtenida de
fuentes tales como tejidos humanos de adultos, de la placenta, de la
sangre, del cordón umbilical, de animales y de otras fuentes embriónicas
no humanas. Esto persigue la finalidad legítima de proporcionar
salud a muchos, sin violar lo sagrado de la vida humana. Nuestra
posición acerca de la investigación de la célula madre en el embrión
humano se basa en nuestra afirmación que el embrión humano es
una persona hecha a la imagen de Dios. Por lo tanto, nos oponemos
al uso de células madre extraídas de embriones humanos para la
investigación,
las intervenciones terapéuticas o para cualquier otra finalidad.
A medida que los adelantos científicos futuros ponen a nuestra
disposición nuevas tecnologías, apoyamos firmemente este tipo de
investigación, siempre y cuando no viole lo sagrado de la vida humana
u otras leyes morales y bíblicas. Sin embargo, nos oponemos a
50 EL PACTO DE CONDUCTA CRISTIANA
la destrucción de embriones humanos para cualquier propósito y
cualquier tipo de investigación que toma la vida de un ser humano
después de la concepción. Consistente con este punto de vista, nos
oponemos al uso, para cualquier propósito, del tejido obtenido de
fetos humanos abortados.
31.4. Clonación humana. Nos oponemos a la clonación de un
ser humano. El género humano es valorado por Dios, quien nos creó
a Su imagen. La clonación de un ser humano trata a esa persona
como un objeto, denegando así la dignidad personal y el valor que
nos concedió nuestro Creador.
(Génesis 1:27)
31.5. Eutanasia (incluyendo asistencia médica para el suicidio).
Creemos que la eutanasia (terminar intencionalmente la vida
de una persona que padezca de una enfermedad fatal o de una enfermedad
debilitadora e incurable, pero que no constituya una amenaza
inmediata para la vida, con el propósito de terminar con el sufrimiento)
es incompatible con la fe cristiana. Esto se aplica a casos
en los que la persona que padezca la enfermedad fatal solicite o consienta
la eutanasia (eutanasia voluntaria) y cuando la persona que
padezca la enfermedad fatal no tenga la capacidad mental para consentir
(eutanasia involuntaria). Creemos que el rechazo histórico de
la eutanasia por la iglesia cristiana lo confirman las convicciones cristianas
que se derivan de la Biblia y que son céntricas en la confesión
de la iglesia de su fe en Cristo Jesús como Señor. La eutanasia viola la
confianza cristiana en Dios como Señor soberano de la vida, pues la
persona asume la soberanía para sí misma; viola nuestro papel como
mayordomos delante de Dios; contribuye a la erosión del valor que
la Biblia atribuye a la vida humana y a la comunidad; le atribuye
demasiada importancia a ponerle fin al sufrimiento; y refleja la arrogancia
humana ante un Dios soberano generoso. Instamos al pueblo
nazareno a oponerse a todos los esfuerzos por legalizar la eutanasia.
Permitir la muerte. Cuando la muerte humana es inminente,
creemos que se puede permitir, dentro de la práctica y fe cristiana,
retirar los sistemas de mantenimiento de vida artificial o no someter
al enfermo a ellos. Esto se aplica a casos de personas que se encuentran
en estado vegetativo persistente y de aquellas para quienes el
prolongarles la vida por la aplicación de medios extraordinarios no
les da ninguna esperanza razonable de volver a gozar de salud. Creemos
que cuando la muerte sea inminente no hay en la fe cristiana
requerimiento que obligue a posponer artificialmente el proceso de la
muerte. Como cristianos confiamos en la fidelidad de Dios y tenemos
la esperanza de la vida eterna. Esto hace posible que los cristianos
aceptemos la muerte como expresión de fe en Cristo, quien venció
la muerte por nosotros y le quitó la victoria.
D. La sexualidad humana
32. La Iglesia del Nazareno considera la sexualidad humana como
una expresión de la santidad y belleza que Dios el Creador deseó
dar a su creación. Es una de las formas en que se sella y expresa el
pacto entre el esposo y la esposa. Los cristianos deben comprender
que en el matrimonio, la sexualidad humana puede y debe ser santificada
por Dios. La sexualidad humana se realiza plenamente sólo
como una señal de amor y lealtad totales.
Los cónyuges cristianos deben considerar la sexualidad como parte
de un compromiso mucho más amplio, del uno con el otro y con
Cristo, de quien aprendemos el significado de la vida. El hogar cristiano
debe servir como el lugar para enseñar a los niños el carácter
sagrado de la sexualidad humana y para enseñarles cómo se cumple
su significado en el contexto de amor, fidelidad y paciencia.
Nuestros ministros y educadores cristianos deben declarar con
claridad la comprensión cristiana de la sexualidad humana, instando
a los creyentes a celebrar su excelencia legítima y a protegerla
rigurosamente contra toda traición y distorsión de ella.
La sexualidad no cumple su propósito cuando se considera como
fin en sí misma o cuando se degrada al usar a otra persona para satisfacer
intereses sexuales pornográficos y pervertidos. Consideramos
que todas las formas de intimidad sexual practicadas fuera del pacto
del matrimonio heterosexual son distorsiones pecaminosas de la santidad
y de la belleza que Dios se propuso darle.
La homosexualidad es un medio por el que se pervierte la sexualidad
humana. Reconocemos la profundidad de la perversión que
conduce a actos homosexuales, pero afirmamos la posición bíblica de
que tales actos son pecaminosos y están sujetos a la ira de Dios.
Creemos que la gracia de Dios es suficiente para poner fin a la práctica
del homosexualismo (1 Corintios 6:9-11). Deploramos cualquier
acción o declaración que pudiera implicar que la moralidad
cristiana y la práctica de la homosexualidad son compatibles. Instamos
a predicar y enseñar claramente las normas bíblicas de la moralidad
sexual.
(Génesis 1:27; 19:1-25; Levítico 20:13; Romanos 1:26-27; 1 Corintios 6:9-
11; 1Timoteo 1:8-10)
E. La mayordomía cristiana
33. Significado de la mayordomía. Las Escrituras enseñan que
Dios es el dueño de todas las personas y de todas las cosas. Por lo
tanto, somos sus mayordomos tanto de la vida como de las posesiones.
Debemos reconocer que Dios es el dueño y que nosotros somos
los mayordomos, porque daremos cuenta personalmente a Él por el
desempeño de nuestra mayordomía. Dios, como un Dios de sistema
y de orden en todas sus relaciones, ha establecido un sistema de contribución
que lo reconoce como el dueño sobre todos los recursos y
relaciones humanas. Con este propósito, todos sus hijos deben diezmar
fielmente y dar ofrendas para el sostenimiento del evangelio.
(140) (Malaquías 3:8-12; Mateo 6:24-34; 25:31-46; Marcos 10:17-31; Lucas
12:13-24; 19:11-27; Juan 15:1-17; Romanos 12:1-13; 1 Corintios 9:7-14; 2
Corintios 8:115; 9:6-15; 1 Timoteo 6:6-19; Hebreos 7:8; Santiago 1:27;
1 Juan 3:16-18)
33.1. Diezmos en el alfolí. Traer los diezmos al alfolí es la costumbre
bíblica y práctica de diezmar fiel y regularmente en la iglesia
de la que es miembro la persona. Por tanto, el sostenimiento de la
iglesia se basará en el plan de traer los diezmos al alfolí y la Iglesia del
Nazareno local será considerada por todos sus feligreses como el alfolí.
Exhortamos a todos los que sean parte de la Iglesia del Nazareno a
contribuir fielmente una décima parte de todos sus ingresos como la
obligación financiera mínima con el Señor y, además, a que den
ofrendas voluntarias según Dios los prospere, para el sostenimiento
de toda la iglesia, local, educacional, de distrito, regional y general.
El diezmo, entregado a la Iglesia del Nazareno local, será considerado
prioridad sobre cualquier otra oportunidad de dar que Dios ponga
en los corazones de sus fieles mayordomos para el sostenimiento de
toda la iglesia.
33.2. Recaudación y distribución de fondos. Dada la enseñanza
bíblica en cuanto a la contribución de diezmos y ofrendas para el
sostenimiento del evangelio y para la construcción de los edificios de
la iglesia, ninguna congregación nazarena debe usar método alguno
para recaudar fondos que desvíen de esos principios, que estorben el
mensaje del evangelio, que manchen el nombre de la iglesia, que
discriminen a los pobres o que desvíen las energías de las personas en
la proclamación del evangelio. Respecto a los desembolsos para cubrir
las necesidades de los programas locales, de distrito, educacionales
y generales de la Iglesia del Nazareno, instamos a las iglesias locales
a adoptar y practicar el plan de aporte financiero y a pagar
mensualmente sus asignaciones generales, educacionales y de distrito.
(130; 154; 155-155.2; 515.13)
33.3. Sostenimiento del ministerio. “Así también ordenó el Señor
a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” (1 Corintios
9:14). La iglesia está obligada a sostener a sus ministros, quienes
han sido llamados por Dios y quienes, bajo la dirección de la
iglesia, se han entregado enteramente al ministerio. Por tanto, exhortamos
a los miembros de la iglesia para que se comprometan voluntariamente
a la tarea de sostener el ministerio, reuniendo el dinero
semanalmente para este santo negocio y que el salario del pastor sea
pagado con regularidad cada semana. (115.4; 131.3)
33.4. Donativos bajo herencias y donaciones planificadas y
diferidas. En el cumplimiento de la mayordomía cristiana es esencial
considerar cuidadosamente lo que se hará con los ingresos y posesiones
de las que el Señor ha hecho mayordomo al cristiano durante su
vida. Al reconocer la necesidad de una mayordomía fiel en esta vida
y la visión dada por Dios de dejar un legado para el futuro, la Iglesia
del Nazareno ha establecido la Church of the Nazarene Foundation
para ampliar la mayordomía cristiana a través de ofrendas/donativos
planificados y diferidos. Frecuentemente las leyes civiles no incluyen
estipulaciones para distribuir la herencia en forma tal que glorifique
a Dios. Cada cristiano debe preocuparse de preparar su testamento
en forma cuidadosa y legal; y recomendamos que al hacerlo, considere
a la Iglesia del Nazareno y sus diversos ministerios de misiones,
evangelismo, educación y benevolencia, en los niveles local, de distrito,
educacional y general.
33.5. Asignaciones. El gobierno de la Iglesia del Nazareno es representativo.
Cada congregación local apoya la misión global de la
iglesia como fue definido por la Asamblea General e implementado
por medio del liderazgo de la Junta de Superintendentes Generales
en la evangelización mundial, la educación, el apoyo ministerial, y
los ministerios del distrito.
La Junta de Superintendentes Generales, con la Junta General,
está autorizada y facultada para asignar el Fondo de Evangelismo
Mundial a los diversos distritos (317.12)
Supeditados al párrafo 337.1 del Manual, las juntas nacionales y
/ o los concilios consultivos regionales están autorizados y facultados
para establecer planes de ahorro para la jubilación ministerial en su
región. El reporte de dichos planes será presentado como está previsto
en el párrafo 337.2. del Manual. Las disposiciones del párrafo
33.5 no se aplicarán a la Junta de Pensiones y Beneficios de EEUU.
Las juntas nacionales y / o los concilios consultivos regionales
también están autorizados y facultados para establecer el apoyo a las
instituciones de educación superior en su región. (344, 345.3)
Cada distrito está autorizado y facultado para establecer una
asignación en el ministerio del distrito por medio del comité de finanzas
de la asamblea de distrito. (235.1)”
F. Oficiales de la Iglesia
34. Aconsejamos a nuestras iglesias locales que elijan como oficiales
a miembros activos de la iglesia local quienes profesen la experiencia
de la entera santificación y cuyas vidas den testimonio público
de la gracia de Dios que nos llama a una vida santa; que estén en
armonía con las doctrinas, el gobierno y las prácticas de la Iglesia del
Nazareno; y que respalden fielmente a la iglesia local con su asistencia,
servicio activo, y sus diezmos y ofrendas. Los oficiales de la Iglesia
deben estar completamente comprometidos en “hacer discípulos
semejantes a Cristo en las naciones.” (113.11; 127; 145-147)
G. Reglas de orden
35. Sujetos a la ley aplicable, al estatuto de la personería jurídica
y a los reglamentos de gobierno del Manual, las sesiones y los negocios
de los miembros de la Iglesia del Nazareno a nivel local, de distrito
y general, y los comités de la entidad jurídica serán regulados y
controlados de acuerdo con las Reglas de Orden de Robert (última
edición) en lo relacionado con los procedimientos parlamentarios.
(113; 203; 300.3)
H. Enmiendas del pacto de conducta cristiana
36 Las estipulaciones del pacto de conducta cristiana podrán ser
derogadas o enmendadas por el voto de las dos terceras partes de los
miembros presentes y votantes de una Asamblea

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