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(La letra A/ significa “Animador” (el que dirigela celebración).

T/ significa
“Todos”. L/ significa “Lector”. R/. Respuesta. N. es para decir el nombre
del difunto).

Canto 13 (caminaré en presencia del Señor)

Hermana: Feliciana Marca De la Cruz

A/. Bendigamos al Señor que, por la resurrección de su Hijo, nos ha hecho


nacer para una esperanza viva, por Cristo nuestro Señor.

A/. Aunque el dolor por la pérdida de un ser querido llena de pena nuestros
corazones, avivemos en nosotros la llama de la fe, para que la esperanza que
Cristo ha hecho nacer en nosotros dirija ahora nuestra oración para
encomendar a nuestro(a) hermano(a) N. en las manos del Señor, Padre
misericordioso y Dios de todo consuelo.

Señor, escucha en tu bondad nuestras súplicas ahora que imploramos tu


misericordia por tu siervo(a) N., a quien has llamado de este mundo: dígnate
llevarlo(a) al lugar de la luz y de la paz, para que tenga parte en la asamblea de
tus santos. Por Jesucristo nuestro Señor.

L/. Lectura del libro de la Sabiduría (3, 1-6.9)

“La vida de los justos está en manos de Dios y no los tocará el tormento. La
gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una
desgracia y su partida de entre nosotros como una destrucción; pero ellos
están en paz. La gente pensaba que cumplían una pena, pero ellos tenían total
esperanza en la inmortalidad; sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes
favores, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí; los probó como
el oro en el crisol, los recibió como sacrificio de ofrenda. Los que confían en Él
comprenderán la verdad, los fieles a su amor seguirán a su lado; porque Dios
ama a sus devotos, se apiada de ellos y mira por sus elegidos”. Palabra de
Dios.

(Se canta o se recita el salmo 129 con la respuesta que se propone).

R/. : Mi alma espera en el señor, espera en su palabra.

Desde lo hondo a ti grito,


Señor; Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,


¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R.

Mi alma espera en el Señor,


espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora. R.

Aguarde Israel al Señor,


como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa. R.

Y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R.

L/. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos (14, 7-9. 10c-
12) Hermanos: “Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere
para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el
Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó
Cristo: para ser Señor de vivos y muertos. Todos compareceremos ante el
tribunal de Dios, porque está escrito: “Por mi vida, dice el Señor, ante mí se
doblará toda rodilla, a mí me alabará toda lengua”. Por eso, cada uno dará
cuenta a Dios de sí mismo”. Palabra de Dios.

L/. Lectura del Santo Evangelio según san Juan (11, 17-27)

“En aquel tiempo, cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días
enterrado. Betania está como a tres kilómetros de Jerusalén; y muchos judíos
habían venido a ver a Marta y a María para darles el pésame por la muerte de
su hermano. Cuando Marta supo que Jesús venía en camino, salió a su
encuentro mientras que María permaneció en casa. Y Marta dijo a Jesús:
“Señor, si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que
todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá”. Jesús le dijo: “Tu hermano
resucitará”. Marta respondió: “Yo sé que resucitará en la resurrección de los
muertos en el último día”. Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que
cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no
morirá para siempre. ¿Crees esto? Ella le contestó: “Sí, Señor, yo creo que tú
eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.

(Si quien preside el responso es un ministro ordenado se puede dirigir a los


presentes una breve homilía. De lo contrario se guardará un momento de
silencio. Luego todos hacen la Profesión de fe).

A/. Con la esperanza puesta en la resurrección y en la vida eterna que en


Cristo nos ha sido prometida, profesemos ahora nuestra fe, luz de nuestra vida
cristiana.

T/. Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en
Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia
del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de
Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al
tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la
derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y
muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los
santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.

A/. Oremos, hermanos, a Cristo el Señor, esperanza de los que vivimos aún en
este mundo, vida y resurrección de los que han muerto; llenos de confianza
digámosle:

R/ Tu que eres la resurrección y la vida, escúchanos.

1.- Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas, y no te


acuerdes de los pecados de nuestro(a) hermano(a) N., roguemos al Señor.

2.- Señor, por el honor de tu nombre, perdónale todas sus culpas y haz que
viva eternamente feliz en tu presencia, roguemos al Señor.

3.- No rechaces a tu siervo(a) N., ni lo(la) olvides en el reino de la muerte, sino


concédele gozar de tu dicha en el país de la vida.

4.- Acuérdate, Señor, de los familiares y amigos a quienes entristece esta


muerte y auméntales la fe para que encuentren consuelo y paz, roguemos al
Señor.

5.- Acoge en tu Reino de vida a todos nuestros seres queridos que han muerto
con la esperanza de la resurrección, roguemos al Señor.

6.- Señor, sé tú el apoyo y la salvación de los que acudimos a ti: sálvanos y


bendícenos porque somos tu pueblo, roguemos al Señor.

A/. El mismo señor, que lloró junto al sepulcro de Lázaro y que, en su propia
agonía acudió conmovido al Padre, nos ayude a decir la oración que Él nos
enseñó:

T/. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy
nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y
líbranos del mal.

A/. Escucha, Señor, nuestras súplicas y ten misericordia de su siervo(a) N.


para que no sufra castigo por sus pecados, pues deseó cumplir tu voluntad; y
ya que la verdadera fe lo (la) unió aquí en la tierra al pueblo fiel, que tu bondad
divina lo (la) una al coro de los ángeles y elegidos. Por Jesucristo nuestro
Señor.

T/. Dale Señor el descanso eterno. Y brille para él (ella) la luz perpetua.

A/. Su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios,
descansen en paz.

Se puede terminar con un canto. Canto 144 (salve, salve cantaba María)
(La anterior celebración ha sido tomada del “Ritual de Exequias” de la Comisión
Episcopal Española de Liturgia -2ª edición 1989-).

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