APTOS PARA SERVIR
PASAJE CLAVE: 1 Pedro 4.10, 11
LECTURAS DE APOYO: Salmo 92.12-15 | Marcos 10.45 | Hechos 2.4-8 | Romanos 12.4-8 | 1
Corintios 12.1-11 | Efesios 4.11, 12 | Colosenses 3.22-24
INTRODUCCIÓN
La vida es como un largo viaje que cada persona transita de manera diferente.
Algunas personas tienen un destino claro que desean alcanzar y, para llegar a él, consultan un
mapa o un GPS que les indique la trayectoria. Otros viven de manera espontánea solo yendo a
donde los lleve el camino. ¿Con cuál tipo de persona se identifica usted? ¿Va a la deriva por la
vida sin preocuparse por el futuro, o se ha establecido metas y está siguiendo un plan para
alcanzarlas? Si es así, ¿de quién es el plan que está siguiendo, suyo o de Dios? El Señor tiene
metas específicas para usted y le ha dado talentos, habilidades y dones espirituales para
ayudarle a alcanzarlas.
DESARROLLO DEL SERMÓN
Existe una diferencia entre talentos y dones espirituales.
Talentos y destrezas son habilidades naturales con las que hemos nacido. A medida que
crecemos, se desarrollan y determinan nuestros intereses y vocación. Sin embargo, un don
espiritual es un regalo divino que nos ayuda a servir al Señor. Estos han sido escogidos por Dios
para nosotros y entregados en el momento de la salvación.
Dones ministeriales. Efesios 4.11, 12 menciona una lista de dones espirituales que dotan
al creyente para cumplir con la labor de servicio y edificación del cuerpo de Cristo:
apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros.
Dones personales. Primera a los Corintios 12.4-11 describe dones otorgados para el bien
común de la iglesia: sabiduría, conocimiento, fe, sanidades, milagros, profecías,
discernimiento de espíritu, lenguas e interpretación.
Dones motivacionales. Romanos 12.4-8 habla de dones que determinan cómo
expresarnos y servimos a otros: profecía, servicio, enseñanza, exhortación, repartición,
liderazgo y misericordia.
Cada creyente tiene al menos un don espiritual.
Una manera simple de descubrirlo es examinando la manera en que reaccionamos ante las
situaciones. Por ejemplo, a aquellos con exhortación les gusta ayudar y animar a otros. Los
líderes tienden a hacerse cargo de las situaciones, mientras que las personas con misericordia
sienten compasión por el lastimado. Conocer nuestros dones espirituales no solo nos ayuda a
determinar cómo servir en la Iglesia, puede también hacer que nuestro empleo sea más
agradable y productivo. Además, la comprensión de los diferentes dones nos ayuda a entender,
aceptar y valorarnos mejor.
Los dones espirituales son dados para el bien común de la Iglesia.
No son para nosotros sino para los demás. Dios nos ha hecho parte del Cuerpo de Cristo (Ro
12.4, 5). Cuando trabajamos juntos cada uno conforme a su don, la Iglesia se beneficia (1 Co
12.7). Por eso Pedro dice que debemos emplearlos para servir a otros (1 P 4.10). Al usar nuestro
don espiritual para ayudar, ganamos sentido de propósito y satisfacción pues hacemos aquello
para lo que el Señor nos creó y disfrutamos del éxito en el poder del Espíritu.
Dios lleva a cabo su obra por medio de su Iglesia según empleamos nuestros dones.
Después de que Cristo ascendió a sentarse a la diestra del Padre, envió al Espíritu Santo para
realizar la obra de Dios por medio de nosotros. Él se mueve en nuestros corazones revelando
necesidades y permitiéndonos actuar acorde a nuestro don espiritual.
La obra es del Señor, y se nos ha confiado el ser administradores de nuestro don espiritual.
Ser un buen administrador requiere algo más que sentarse en una banca cada domingo. No
importa cuán poco pensamos que tenemos para ofrecer, Dios quiere que le sirvamos. En lugar
de utilizar nuestras deficiencias o fracasos del pasado como excusa, debemos esforzarnos y
confiar en que el Señor obrará en nosotros. No importa lo que hagamos o para quien
trabajemos, todo lo hacemos para el Señor (Col 3.23).
Una de las razones por la que Dios nos da dones espirituales es para convertirnos en las personas
que Él quiere que seamos. Nunca nos daremos cuenta de nuestro verdadero potencial a menos
que pongamos nuestros dones en acción.
Por lo tanto, no debemos subestimar lo que Dios puede hacer en nosotros. Él puede abrir
puertas y proporcionar los recursos que necesitamos para tener éxito.
Hemos de servirnos unos a otros en el poder del Espíritu Santo.
No podemos desarrollar ni usar nuestros dones espirituales por nuestras propias fuerzas o para
nuestros propósitos egoístas. Si los discípulos no pudieron cumplir la obra que Cristo les asignó
sin el poder del Espíritu, nosotros tampoco podremos.
¿Por qué hay creyentes que no sirven a Dios y debilitan el testimonio de la Iglesia?
Desconocimiento de la Palabra de Dios. Algunos cristianos no usan sus dones espirituales
porque no conocen lo que la Palabra de Dios dice acerca de ellos.
Sentimiento de incompetencia. Cuando las personas se enfocan en sus propias
debilidades y no en el poder del Señor, no se sienten capaces de realizar su obra.
Sentimiento de culpa. Un sentido de indignidad debido a los pecados pasados puede ser
la causa de que creyentes crean que han sido descalificados para servir al Señor.
Temor al fracaso. Algunos cristianos permiten que este temor les obstaculice servir en
lugar de ver los fallos como oportunidades de aprender y mejorar.
Falta de disposición. Aquellos que quieren evitar trabajar no ayudarán de manera
voluntaria.
Falta de voluntad a comprometerse. El uso de los dones espirituales es una
responsabilidad que algunos creyentes se niegan a aceptar.
Falta de amor por otros. Si las personas no están preocupadas por los demás es poco
probable que estén dispuestos a servirles.
Egoísmo con su tiempo. Aquellos que quieren proteger su tiempo para utilizarlo en sus
propios intereses, con frecuencia dicen que están demasiado ocupados para ayudar.
Comparaciones con otros. Las personas algunas veces rechazan las oportunidades de
servicio porque piensan que otro podría hacerlo mejor.
Vivir en pecado. Creyentes que estén viviendo en pecado no sentirán ningún deseo de
servir al Señor.
REFLEXIÓN
¿Le ha preguntado al Señor qué quiere que haga? ¿Cómo llevaría a cabo la obra de Dios?
¿Sabe usted cuál es su don espiritual? Si es así, ¿cómo influye su don a la hora de
reaccionar ante las situaciones y las personas? Si usted no está seguro de cuál es su don
espiritual, ¿ve alguna conexión entre la manera en que actúa y los dones mencionados en
la Biblia?
¿Algo obstaculiza su servicio al Señor? ¿Qué puede hacer para superar tales obstáculos y
vivir según el plan de Dios para su vida?