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2023 - Cima - El-Infierno (1) - Compressed

El documento describe la existencia del infierno según las escrituras y las enseñanzas de Jesús, incluyendo parábolas como la cizaña y el trigo. Explica que el infierno es un castigo eterno para aquellos que rechazan a Dios y eligen vivir en pecado, con penas de daño y sentido.

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El documento describe la existencia del infierno según las escrituras y las enseñanzas de Jesús, incluyendo parábolas como la cizaña y el trigo. Explica que el infierno es un castigo eterno para aquellos que rechazan a Dios y eligen vivir en pecado, con penas de daño y sentido.

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Ejercicios Espirituales por Internet 1

El Infierno

EL INFIERNO [65]

Ponerse en la presencia de Dios


Oración preparatoria:
[46] La oración preparatoria es pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones,
acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.
Y también para el bien de nuestra alma.
Composición de lugar:
Ver con la vista de la imaginación la largura, anchura y profundidad del infierno, donde van a
parar las almas de los pobres condenados.
Petición:
Será aquí pedir interno sentimiento de la pena que padecen los condenados, para que si del
amor del Señor eterno me olvidare por mis faltas, a lo menos el temor de las penas me ayude para
no ofender a Dios.
Lo que nos tiene mover es el amor a Dios, ese es el motor. Pero muchas veces nos mueve más
el temor que el amor, como le movió en cierta ocasión a s. Bernardo: leyendo en el libro del
Eclesiástico «nadie sabe si es digno de amor o de odio» se volvió más generoso y se mantuvo lejos
del pecado.
Es decir, que si el amor no me mueve en alguna ocasión, porque estoy un poco tibio o soy un
poco negligente, al menos a las penas del infierno me muevan a no ofender a Dios.

1- EL INFIERNO
Dos, y sólo dos, son los destinos eternos posibles para el alma una vez que deja esta tierra: cielo o
infierno (y de ninguno de ellos se sale una vez que se entra en él).
Hay quienes argumentan ¿cómo puede Dios, que es todo perdón, todo Misericordia, que un alma
se condene en el infierno? Decía S. Agustín «los que se quieran salvar del infierno, no pierdan el
tiempo argumentando contra Dios sino cumpliendo Sus santos mandamientos» Es inútil entonces
perder el tiempo argumentando contra la existencia del infierno (o de condenados en él) apelándose
a la misericordia infinita de Dios, cuando es Dios mismo el que nos lo ha enseñado.
Además, nadie va al infierno contra sus elecciones libres: quien allí se halla es porque tomó
decisiones e hizo elecciones libres contra el querer de Dios, apartó a Dios de su vida (y Dios le respeta
esa decisión libre a la persona que no quiere tener parte con Él, «apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno».
(Mt. 25,31-46) ).
Lo que sí que iría contra la Justicia Divina sería que buenos y malos, sin arrepentirse, recibiesen el
mismo premio. Como si los que se sacrificaron, hicieron renuncias y se esforzaron recibiesen lo
mismo que los que rechazaron a Dios.

P. Daniel Cima, IVE


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El Infierno

«Sin el infierno, sin su Eternidad y sin la Eternidad de sus penas la vida se convertiría en un picnic».
(P. Cornelio Fabro)
La existencia del infierno y de almas condenadas en él está ampliamente revelada en las Sagradas
Escrituras (y Dios ni nos engaña ni se engaña a sí mismo).
Usar para la meditación de nuestros cinco sentidos corporales (vista, oído, olfato, gusto y tacto)
para representarnos vivamente la realidad del infierno.
Ver, con la vista de la imaginación, los grandes fuegos y las almas como en cuerpos incandescentes.
Oír con los oídos llantos, alaridos, voces, blasfemias, contra Cristo nuestro Señor y contra todos sus
santos.
Oler con el olfato humano, azufre quemado, posos fétidos y cosas podridas.
Gustar con el gusto cosas amargas, como lágrimas, tristeza y el gusano de la conciencia.
Tocar con el tacto, es a saber, cómo los fuegos tocan y abrasan las almas. [66-70]
El infierno en el Antiguo Testamento: (Dan 12, 2) «Unos se despertarán para la Vida Eterna, otros para
la ignominia, para el horror eterno» /(Jdt 16,17) «Ay de las naciones que se alzan contra mi pueblo! El Señor
Omnipotente les dará el castigo en el día del juicio. Entregará sus cuerpos al fuego y a los gusanos, y gemirán de dolor
eternamente»/ (Is 66, 24) «Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su
gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo hombre».
El infierno es más explícito aún en el Nuevo Testamento: (Mt. 5, 29-30) / (Mt. 10, 28) «No tengáis
miedo a quienes pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede destruir el
cuerpo y el alma en el infierno» / (Mt. 8, 12) «mas los hijos del reino -muchos que estaban destinados para el Cielo-
serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes» / (Mt. 5, 22) Ahí nos habla el Señor
de los que no saben moderar la ira, de los que ofenden al prójimo, -yendo contra el 5º mandamiento-
no conservar el rencor, no ser resentidos. / (II Tes 1, 9) «los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos
de la presencia del Señor y de la gloria de su poder».
También Jesús en sus Parábolas expresa la realidad del infierno:
• Parábola del trigo y la cizaña, parábola de la pesca donde los peces malos son enviados al
horno ardiente (Mt. 13,24-52) «Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo
diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero».
• Parábola de las vírgenes (las necias quedan fuera del convite eterno, y rechazadas por el
Esposo). (Mt. 25, 1-12) O sea los que vivieron castos, buscando estar en gracia de Dios serán
admitidos al Convite eterno.
• Parábola de los talentos (el perezoso es arrojado al fuego eterno). (Mt.25,14-30)
• Parábola de las ovejas y las cabras (estas últimas, rebeldes, son apartadas y castigadas). (Mt
25,31-46)
• Parábola del servidor no misericordioso que es castigado. (Mt. 18,21-35)
• Parábola del que va al banquete mal vestido – manchado de pecado, no con el alma limpia- y
es arrojado a las tinieblas donde está el llanto y rechinar de dientes. (Mt. 22,1-14)
• El juicio final: apartaos de mí, malditos, al fuego eterno. (Mt. 25, 41)

P. Daniel Cima, IVE


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El Infierno

San Pablo nos dice que Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de
la Verdad. Parece que Dios no quiere que nos condenemos, porque Dios no ha permitido que
muramos en pecado mortal, nos da aún ocasión para que nos convirtamos. Dios nos da la gracia para
no caer en pecado.
Hacer muy bien esta meditación, acordándonos que: la persona que vive mal, normalmente muere
mal; y la persona que vive bien, normalmente vive bien. Por eso, ¡decidirnos a vivir bien! A
convertirnos, a dejar las cosas que nos están legando al mundo. Qué hace que tantas veces ofenda a
Dios, revisar un poco nuestras últimas confesiones, y decirme ‘no quiero pecar nunca más’, no quiero
acabar en ese fuego inextinguible.

2- EL CASTIGO
El infierno es castigo por el pecado. Cada pecado tiene dos aspectos: 1º Rechazo a Dios y 2º
Conversión hacia las creaturas. El infierno tiene también ese doble aspecto de castigo:
1º Pena de daño: rechazo del pecador por parte de Dios (Apártate de mí, maldito). El alma se
sabrá infinitamente rechazada por Dios para siempre.
2º Pena de sentido: las creaturas que el pecador buscó desordenadamente en vida y que lo llevaron
a rechazar a Dios, esas mismas creaturas lo castigaran en sus sentidos (Id al fuego eterno).
La pena infernal es eterna: quien es arrojado al infierno allí permanecerá por toda la eternidad; no
hay ni la mínima esperanza de salir de él, jamás.
Se puede leer y meditar con fruto la visión del infierno que la Virgen le dio a los pastorcitos; o la
visión que Jesús Misericordioso le hizo tener a Santa Faustina Kowalska del infierno. Siendo una
joven novicia en 1925, Santa Faustina fue llevada por su ángel de la guardia al purgatorio. Y a partir
de ahí no dejó de orar por las almas purgantes. Luego visitó también el infierno; ella escribe:
“Hoy he estado en los abismos del infierno, conducida por un ángel. Es un lugar de grandes tormentos,
¡qué espantosamente grande es su extensión! Los tipos de tormentos que he visto: el primer tormento
que constituye el infierno, es la pérdida de Dios; el segundo, el continuo remordimiento de conciencia;
el tercero, aquel destino no cambiará jamás; el cuarto tormento, es el fuego que penetrará al alma, pero
no la aniquilará, es un tormento terrible, es un fuego puramente espiritual, incendiado por la ira divina;
el quinto tormento, es la oscuridad permanente, un horrible, sofocante olor; y a pesar de la oscuridad
los demonios y las almas condenadas se ven mutuamente y ven todos el mal de los demás y el suyo; el
sexto tormento, es la compañía continua de Satanás; el séptimo tormento, es una desesperación
tremenda, el odio a Dios, las imprecaciones, las maldiciones, las blasfemias. Estos son los tormentos
que todos los condenados padecen juntos, pero no es el fin de los tormentos. Hay tormentos
particulares para distintas almas, que son los tormentos de los sentidos: cada alma es atormentada de
modo tremendo e indescriptible con lo que ha pecado. Hay horribles calabozos, abismos de tormentos
donde un tormento se diferencia del otro. Habría muerto a la vista de aquellas terribles torturas, si no
me hubiera sostenido la omnipotencia de Dios. Que el pecador sepa: con el sentido que peca, con ése
será atormentado por toda la eternidad. Lo escribo por orden de Dios para que ningún alma se excuse
diciendo que el infierno no existe o que nadie estuvo allí ni sabe cómo es.
Yo, Sor Faustina, por orden de Dios, estuve en los abismos del infierno para hablar a las almas y dar
testimonio de que el infierno existe. Ahora no puedo hablar de ello, tengo la orden de dejarlo por
escrito. Los demonios me tenían un gran odio, pero por orden de Dios tuvieron que obedecerme. Lo

P. Daniel Cima, IVE


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El Infierno

que he escrito es una débil sombra de las cosas que he visto. He observado una cosa: la mayor parte
de las almas que allí están son las que no creían que el infierno existe. Cuando volví en mí no pude
reponerme del espanto, qué terriblemente sufren allí las almas. Por eso ruego con más ardor todavía
por la conversión de los pecadores, invoco intensamente la misericordia de Dios para ellos. Oh Jesús
mío, prefiero agonizar en los más grandes tormentos hasta el fin del mundo, que ofenderte con el
menor pecado”.
Jesús le mostró el infierno para hacer más vívida Su misericordia.
Hagamos el propósito de cortar con las cosas que nos puedan llevar al infierno. Y cumplir con
todas aquellas buenas obras o decisiones que quizás estamos postergando. «He aquí, ahora es el tiempo
propicio; he aquí, ahora es el día de salvación». (2 Cor. 6,2)

Coloquio:
Tiene que ser un dialogo con Ntra. Stma. Madre, que es Madre de Misericordia, y con Dios
marcado por una enorme gratitud por la misericordia que Dios ha tenido impidiendo que haya ido
al infierno por mis tantos pecados. Y pedir a Jesús interno sentimiento de la pena que padecen los
dañados, para que si del amor del Señor eterno me olvidare por mis faltas, al menos el temor de
las penas me ayude para no venir nunca más en pecado, que es la causa por la cual muchas almas
van al infierno. Y quizás por muchos menos pecados de los que yo he cometido, y sin embargo, a
mí me tiene aquí con vida y con posibilidad de ir al Cielo y ser un gran santo.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...

P. Daniel Cima, IVE


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