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Unidad 3 Evaluación

El documento describe los objetivos y contenidos de una unidad de una carrera de psicología sobre la observación y la entrevista. Explica los requisitos, condiciones y tipos de conductas que se pueden observar, así como las diferentes fases, partes, procesos y técnicas de una entrevista psicológica efectiva.

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El documento describe los objetivos y contenidos de una unidad de una carrera de psicología sobre la observación y la entrevista. Explica los requisitos, condiciones y tipos de conductas que se pueden observar, así como las diferentes fases, partes, procesos y técnicas de una entrevista psicológica efectiva.

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1

Universidad Técnica de Manabí

Facultad de ciencias humanística y sociales

Carrera de psicología

Octubre 2023 – Enero 2024

Carrera en línea

Resultado aprendizaje

- Identificar el objeto, problemas y métodos de la evaluación psicológica.

- Argumentar los resultados de la aplicación de técnicas de evaluación psicológica.

Índice

Unidad 3

3. La observación y la entrevista

3.3.1. Observación psicológica.

3.3.2. Requisitos

3.3.3. Condiciones esenciales de una buena observación

3.3.4. Registro de los resultados

3.3.5. Conductas no verbales

3.3.6. Conductas espaciales

3.3.7. Conductas extralingüísticas.

3.3.8. Conducta lingüística

3.3.9. Interpretación de los resultados


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4. La entrevista

4.3.1. Entrevista como proceso.

4.3.2. Fases de la entrevista y su curso.

4.3.3. Fase inicial: objetivos, medios y duración

4.3.4. Fases posteriores caso

4.3.5. Duración de la fase inicial

4.3.6. Fase final

4.4 Partes de la entrevista psicológica.

4.4.1Estructura De La Entrevista.

4.4.2. Artes De La Entrevista Psicológica

4.4.3. El Proceso De La Entrevista

4.4.4. Entrevista Psicológica

4.4.5. ¿cómo realizar la primera sesión?

4.4.6. Condiciones y actitudes en la primera entrevista psicológica

4.4.7. Contenidos de la primera entrevista psicológica

4.5.1. La autobiografía

4.5.2. Flexibilidad

4.5.3. Clima.

4.6.1 recogida de datos y su análisis contenido


3

4.6.1. Interpretación de los resultados

4.6.2. Recogida, análisis de datos

Entrevista como proceso

Una entrevista es un proceso comunicativo que se lleva a cabo entre dos o más personas.

Como en todo proceso, en las entrevistas se pueden distinguir distintas fases que han de seguirse

de manera secuenciada. Cada fase tiene unas características diferenciadas con objetivos y

duraciones diferentes que tendrán que irse cumpliendo si queremos lograr el objetivo principal

de la entrevista: obtener la cantidad justa de información, que ésta sea válida y fiable y llevarla a

cabo en el menor tiempo posible. Aunque la división en diferentes fases resulta algo artificial, el

conocimiento de ellas y la habilidad del entrevistado para conducir de manera consciente la

entrevista a través de estas fases constituyen puntos clave para la consecución de una entrevista

eficaz (Shea, 2002). Para entender la entrevista desde el punto de vista de un proceso, se puede

presentar un símil entre ésta y una narración. En la narración se distinguen tres fases: el

planteamiento, en el que se presenta la información necesaria para hacerse una idea de la

historia, el nudo, en el que se desarrolla la trama de la historia, y el desenlace, en el que se

resuelve el problema. De la misma manera, en la entrevista se comienza con una presentación de

la situación, se continúa con el cuerpo principal de la entrevista y se termina con un cierre y

despedida.

Fases de la entrevista y su curso

Desde el momento en que la entrevista implica una relación entre al menos dos personas

un entrevistador y una persona que es entrevistada, ésta pasa a ser un proceso dinámico en

continuo cambio y evolución (Shea, 2002). Nunca habrá dos entrevistas exactamente iguales a
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pesar del empeño en definir fases, como más adelante se hará, estableciendo incluso unos

tiempos aproximados para cada una de ellas.

Realizar una entrevista no es tarea sencilla, requiere ciertas habilidades que con la práctica

mejoran (Sommers Flanagan, 2009). Una de las habilidades que ha de tener el entrevistador antes

de comenzar cualquier entrevista es la capacidad de ser flexible para amoldarse a las

circunstancias concretas de cada persona y del contexto. Por otra parte, el entrevistador deberá

tener en cuenta las variables con las que se encuentre a la hora de planificar la entrevista. Así, el

entrevistador se deberá plantear las siguientes preguntas Finalidad (por qué/para qué): ¿cuál es la

finalidad de la entrevista?, ¿qué información quiero obtener a través de ella?

• Mensaje (el qué): ¿qué voy a comunicar?, ¿qué información tengo que dar durante la

entrevista?

• Receptor (a quién): ¿a quién voy a entrevistar?, ¿qué características tiene el

entrevistado?

• Medio (cómo): ¿cómo voy a transmitir el mensaje?, ¿cómo he de hacerlo para que sea

entendido por el entrevistador?

Independientemente de los elementos de la entrevista, el entrevistador siempre tendrá la

responsabilidad de guiar al entrevistado a lo largo de todo el proceso, a través de cada fase, de

manera sutil, llevándole a los puntos que desea tratar en los momentos oportunos. Tan negativo

resulta una entrevista en la que el entrevistador «agobia» a la persona para avanzar en las

diferentes fases como aquella en la que no ejerce ningún control y deja cuestiones por averiguar

(Poole y Higgo, 2006).


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Son muchos los autores que han descrito las diferentes fases de la entrevista psicológica.

Silva (1988) identifica cuatro fases principales en la entrevista: preparación, comienzo, cuerpo y

terminación. En general se suele señalar la preparación de la entrevista como una fase importante

en la que se define qué se va a evaluar, se establecen unos criterios adecuados para explorar y se

fijan unos objetivos. Otros autores, en cambio, describen cinco fases de la entrevista (Shea, 2002;

Sommers Flanagan, 2009): presentación, apertura, cuerpo, cierre y finalización, y dividen las

fases inicial y final en dos partes diferenciadas. En este caso no se tiene en cuenta una fase de

preparación previa al contacto con la persona, sino que se diferencia entre una primera y breve

presentación entre entrevistador y entrevistado y una apertura antes de comenzar con el cuerpo

de la entrevista. Por lo que respecta al final de la entrevista, diferencian entre el cierre, en el que

se dirige de manera sutil al paciente hacia la conclusión de la sesión resumiendo lo tratado, y la

finalización, en la que se lleva a cabo la despedida propiamente dicha.

Sin embargo, sin atender a las subdivisiones que hacen algunos autores, en este capítulo

expondremos tres fases básicas que todas las entrevistas compartirán, independientemente del

ámbito: inicial, intermedia y final. Estas fases y sus objetivos se observan en todas las entrevistas

aunque la finalidad sea distinta: evaluadora, motivacional, de selección de personal o de

orientación vocacional en los cuadros se hace un resumen de los aspectos más relevantes y los

elementos básicos en la entrevista como proceso. Un aspecto a tener en cuenta es que el hecho de

identificar fases que deben seguir un orden determinado no significa que en momentos de

transición entre ellas éstas puedan solaparse entre sí. También, en el caso de ser necesario,

podremos retomar alguna de las tareas de una fase anterior, aunque esto no será una buena señal.

A continuación definiremos las características principales de cada fase, con los objetivos de cada

una y los medios para lograrlos, así como su duración aproximada.


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Fase inicial: objetivos, medios y duración.

La mayoría de autores coinciden en señalar la importancia de esta fase, sobre todo en la

primera entrevista. De cómo se resuelva esta fase dependerá el posterior desarrollo de la relación

entre el entrevistador y el entrevistado. A lo largo de la fase inicial se toma contacto con la

persona, se establece el rapport y se prepara al entrevistado para las fases posteriores. En los

momentos iniciales es cuando la persona crea una primera impresión sobre el entrevistador y

sobre lo que va a ocurrir en la entrevista, y el entrevistador ha de intentar que esta impresión sea

lo más acertada y positiva posible, pues de ella depende el desarrollo de la entrevista y podría

también influir en un futuro tratamiento, si es el caso (Shea, 2002).

Objetivos de la fase inicial

Establecer la base del rapport. Este aspecto es el central de esta fase. Durante los

primeros minutos de la entrevista se debe crear un clima cálido en el que la persona se sienta

cómoda y con con fianza. La relevancia de conseguir este objetivo es tal, que en función de esto

la entrevista puede ser un éxito o poner en peligro los resultados. Hay que ser consciente de que

a lo largo de la siguiente fase se le pedirá a la persona que cuente cuestiones personales, por lo

que si no se siente cómoda no se logrará obtener la información necesaria para conseguir el

objetivo de nuestra entrevista.

Reducir la incertidumbre. A menudo las personas no saben a lo que se enfrentan, y más si

es la primera vez que acuden a una entrevista, ya sea de selección de personal o clínica. No es

extraño que el entrevistado tenga ideas preconcebidas sobre el papel del psicólogo y las

entrevistas psicológicas, del tipo «el psicólogo va a pensar que estoy loco», o «el psicólogo lee

mi mente, sabe lo que estoy pensando en cada momento». Por ello es importante definir la
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situación, explicar claramente cuál es el objetivo y cómo se desarrollará la entrevista. De esta

manera se logrará reducir resistencias que la persona tiene antes de comenzar la entrevista.

Sondear y establecer expectativas. Silva (1988) señala la nivelación de las expectativas como

punto clave para poder construir una relación exitosa. Para ello será necesario saber qué espera la

persona de la entrevista y explicarle claramente lo que el entrevistador se establece como

objetivo. Quizá la persona piense que se le dará una baja médica al finalizar la entrevista, o se le

dirá si ha sido seleccionada para el puesto de trabajo, etc., por lo que una de las tareas del

entrevistador será establecer una expectativa realista para evitar malentendidos.

Medios para lograr los objetivos de la fase inicial:

Ibáñez (2010) describe tres tipos de recursos principales para lograr superar esta primera

fase de la entrevista con éxito:

1) Aquellos que se orientan a crear una buena relación con el entrevistado

2) Aquellos que facilitan la expresión fluida del entrevistado

3) La escucha y la observación atentas.

A continuación describiremos algunas de las estrategias específicas que sirven para lograr

los objetivos propuestos en la fase inicial. Respecto al primer objetivo, una buena manera de

establecer un primer contacto con el paciente es haciendo preguntas triviales que ayudan a

«romper el hielo» establecer el comienzo del rapport, como por ejemplo hacer comentarios

sobre el clima o si le ha costado mucho encontrar la consulta. De esta forma se consigue que la

persona comience a hablar de cosas que no le suponen ningún problema y se reduzca la tensión

inicial. Para continuar, también se puede recoger los datos sociodemográficos, como el nombre
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completo, edad, profesión, dirección y teléfono. Un elemento que puede favorecer o dificultar el

rapport es cómo llamemos a la persona. Al comenzar la entrevista se preguntará a la persona

cómo prefiere que la llamemos. Es importante saber si se le puede tutear, si prefiere que

utilicemos su nombre completo o por el contrario usemos un modo abreviado de su nombre.

Aunque pueda parecer un detalle insignificante, hay que tener en cuenta que algunas personas se

sienten más cómodas si se les llama por su nombre de pila o, por el contrario, pueden sentirse

incómodas si usamos un nombre que sólo su círculo más cercano utiliza. Ésta es, además, una

estrategia para aligerar la tensión y ayuda a establecer el rapport. Según Shea (2002), de esta

manera conseguimos lo siguiente:

• Transmitir respeto a la persona.

• Otorgarle control sobre algo importante.

• Aportar información al entrevistador en función de la alternativa que escoja, más


formal y distante o más personal y cercana.

En esta fase será conveniente que el entrevistador explique al entrevistado cuestiones

sobre la confidencialidad de los asuntos tratados durante la entrevista, firmando un

consentimiento informado en caso de ser necesario (Sommers-Flanagan, 2009). Otro aspecto

importante en el primer contacto con el entrevistado es la explicación de cuál es el principal

objetivo de manera general en la entrevista y cómo se conseguirá, así como la especificación de

su duración. Esto es, responder a algunas de las dudas que tiene la persona en el comienzo, pues

solventándolas se contribuye a hacer que se sienta lo más cómoda posible. Es interesante decirle

a la persona que en la siguiente hora se recogerá información sobre lo que nos interesa

(dependerá del contexto), para lo cual se le irán haciendo algunas preguntas, más o menos
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específicas, sobre diferentes aspectos relacionados con el tema, ya sea información sobre

síntomas o acerca de sus intereses vocacionales. Además, se comentará la finalidad de la

entrevista en función del ámbito en el que se enmarque. Por ejemplo, en el caso de entrevistas

clínicas, diremos que esta información será necesaria para hacernos una idea de cuál es su

problema y así poder encontrar la mejor manera de ayudarle. A esta técnica se la llama

“encuadre”. Con ella se logra reducir la incertidumbre y la ansiedad de la persona y a la vez se

establecen unas expectativas realistas que pueden coincidir, o no, con las que ésta contaba

previamente. Además, permite que el entrevistador se haga una idea inicial de la persona a la que

entrevista. Silva (1988) señala la importancia de elaborar una especie de “contrato” con el

entrevistado acerca de lo que sucederá en la entrevista, asegurando así un mayor compromiso.

Duración de la fase inicial

La duración de esta fase es muy breve, apenas serán necesarios ocho o diez minutos para

alcanzar los objetivos, aunque variará algo en función del ámbito de la entrevista, como se verá

en capítulos posteriores. Así, en entrevistas de selección hará falta menos tiempo, y más en

entrevistas de evaluación psicológica. Sin embargo, en todos los casos, si no se pasa a la

siguiente fase con un buen rapport y con unas expectativas realistas de lo que pasará a

continuación, no se podrá proseguir con la siguiente fase y la entrevista fracasará o habrá que

volver a retomar algún aspecto de la primera fase posteriormente. Por tanto, lo principal es ser

flexible y amoldarse a los tiempos que necesita cada persona. En algunos casos, con cinco

minutos será suficiente, pero otras personas necesitarán más de diez minutos para que se pueda

pasar al cuerpo de la entrevista.

Fase intermedia: objetivos, medios y duración


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Es importante que el paso de la anterior fase a ésta sea lo menos brusco posible. Para ello

es ideal comenzar con una pregunta abierta con la que la persona se sienta libre de contar lo que

quiera. En esta fase es el entrevistado el que pasará la mayor parte del tiempo hablando en

respuesta a las preguntas del entrevistador, de una manera más o menos dirigida. Además, la

fluidez en la conversación debe ser la nota dominante a lo largo de esta fase. Por esto, es

importante saber realizar las transiciones entre temas para evitar cambios bruscos en la

conversación. Otro aspecto que se debería observar es que a lo largo de esta fase lo normal es

percibir a través del lenguaje verbal, y sobre todo por el lenguaje no verbal, cómo la persona

cada vez va sintiéndose más cómoda y relajada. Así, por ejemplo, sus respuestas tenderán a ser

más largas conforme avance la entrevista. Sin embargo, en algunas entrevistas puede darse el

caso de que la comunicación y la interacción entre entrevistador y entrevistado no fluyan como

sería esperable. Es importante saber detectar estos casos para poder actuar en consecuencia. Rojí

y Cabestrero (2008) recomiendan explorar tres categorías que pueden aplicarse a cualquier tipo

de entrevista:

a) detectar si el deterioro se ha desarrollado de manera insidiosa o existe un punto de

inflexión a partir del cual se ha bloqueado la entrevista

b) podría ser que el entrevistado se sintiera desanimado respecto a los resultados de la

entrevista. La tarea del entrevistador será determinar qué factores han podido contribuir a ello.

c) estudiar hasta qué punto el deterioro está asociado a la conducta del entrevistador

hacia ese paciente. Podría ser que algunas reacciones o actitudes del entrevistador, por ejemplo

desagrado o falta de interés, estén en el origen del problema.

Objetivos de la fase intermedia


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• Obtener información relevante y precisa. Éste, además, constituye el principal

objetivo de la entrevista. El reto de esta fase será lograr que la persona transmita la cantidad

justa de información que necesitamos, ni más ni menos.

• Identificar el problema. En el caso de las entrevistas clínicas, será importante

identificar el problema y definirlo de la manera más exacta posible.

• Elaborar hipótesis. Mientras la persona está dando información, es importante que

a la vez se vayan elaborando hipótesis que guíen a la hora de seguir preguntando en un

sentido u otro. Por ejemplo, si estamos ante una persona de la que sospechamos que podría

tener un problema psicológico, haremos preguntas que nos aporten información específica

sobre si cumple o no criterios diagnósticos.

Medios para lograr los objetivos de la fase intermedia

En función del ámbito en el que nos encontremos, la información con la que trataremos

será muy diferente, pero las técnicas que debemos emplear no serán muy distintas. Una variable

que se debe tener en cuenta es el tiempo del que se dispone, ya que no es lo mismo contar con un

número ilimitado de sesiones para realizar un diagnóstico clínico que tener sólo 20 minutos para

decidir sobre la idoneidad de un candidato a un puesto de trabajo.

En esta fase, las habilidades más importantes y con las que se logrará conseguir los objetivos son

dos: saber escuchar y saber preguntar.

Saber escuchar

Saber escuchar es una condición sine qua non a la hora de llevar a cabo una entrevista

con un orden lógico y natural. Sólo si se presta atención a lo que dice la persona a nivel verbal, y

también no verbal, el entrevistador será capaz de plantear preguntas adecuadas y que estén
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relacionadas con el tema que estamos tratando siguiendo un hilo coherente en la conversación.

De esta manera se logra evitar que el entrevistado se sienta confundido y se facilita su expresión

de la información. Sin embargo, esto no significa que el entrevistador deba dejarse llevar por lo

que está contando la persona: es necesario tener la habilidad para, sin realizar cambios bruscos

de tema, dirigir la entrevista allí don- de interese. A esto se le llama “escucha activa”, técnica que

ha sido comentada en el capítulo 3 sobre comunicación. Algunos de los problemas que se pueden

encontrar a la hora de realizar una escucha activa son los siguientes (Cormier y Cormier, 1979):

• Juzgar y evaluar los mensajes del entrevistado.

• Distraerse por factores externos (ruido, la hora, el tema de la en- trevista, etc.).

• Responder haciendo preguntas precipitadas.

• Proponerse a uno mismo como fuente de solución de problemas.

• Estar preocupado por la propia competencia profesional.

Saber preguntar

Dado que el objetivo de la entrevista es recopilar información, de la habilidad del

entrevistador para realizar las preguntas oportunas y en el momento idóneo dependerá el éxito o

el fracaso. En palabras de Shea (2002), “la aparente magia con la que el entrevistador habilidoso

consigue realizar la tarea en realidad no es magia, es habilidad. La habilidad que se basa en el

conocimiento de qué preguntas hay que hacer y cuándo hay que hacerlas durante el cuerpo de la

entrevista». Aunque parezca algo ob- vio, es muy importante saber cómo se deben plantear las

preguntas para lograr la información exacta que buscamos. En función de las preguntas que se

hagan y de cómo se hagan, se obtendrá un tipo y una cantidad de información diferente. Así,

aspectos como qué preguntar, cuándo preguntarlo o cómo serán relevantes para el buen
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desarrollo de la entrevista. Todas las preguntas deberán tener un sentido e ir encaminadas a

lograr la finalidad última de la entrevista. Por otra parte, si no se escogen cuidadosamente las

preguntas o se formulan adecuadamente, se corre el riesgo de bloquear a un paciente o hacer que

un futuro candidato a un trabajo divague en aspectos irrelevantes que no vienen al caso. A

continuación se exponen algunas técnicas que ayudan a la hora de saber cómo preguntar.

Agrupar las preguntas por áreas temáticas; cuando se abre un tema, es conveniente

profundizar en él. Si el entrevistador cambia de tema rápidamente, es probable que más adelante

se deba volver a retomar o deje alguna información por recoger (Shea, 2002). Además, agrupar

las preguntas por áreas ayuda a que la persona se sitúe, lo que le facilitará obtener la respuesta

oportuna.

Las preguntas abiertas permiten y motivan que la persona responda libremente y dan pie

a que hable durante más tiempo. Este tipo de preguntas es muy positivo, sobre todo al comienzo

de la sesión y cuando se aborda un tema nuevo y se desea obtener información general. Estas

preguntas suelen empezar por ¿qué?, ¿cómo?, ¿por qué? En el caso de la entrevista clínica, las

preguntas abiertas de tipo “cuénteme los problemas que le han traído hasta aquí” tienen dos

ventajas según Morrison (2008): la primera es que se proporciona a la persona información sobre

el tipo de contenido que se quiere conseguir. Y la segunda es que son preguntas que han de

contestarse con un relato, invitando al paciente a hablar.

Realizar preguntas cerradas ayuda a obtener información concreta y específica. Además,

ofrecen la posibilidad de detener a una persona que divaga excesivamente y no es capaz de

centrarse en lo que se le intenta preguntar. Este tipo de preguntas se agruparán al final de la

sesión. Suelen comenzar por ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cuánto?, ¿con qué?, etc., o ser preguntas
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disyuntivas. Técnica del embudo: empezar bloques temáticos con preguntas abiertas para ir

especificando con preguntas cerradas hacia el final. Además, esta direccionalidad, de preguntas

más abiertas a preguntas más directas y cerradas, debe darse en general a lo largo de todo el

curso de esta fase (Silva, 1988).

Como norma general se comenzará la sesión con preguntas sobre temas menos íntimos

para avanzar a lo largo de la entrevista hacia lo más íntimo, cuando la persona se sienta más

cómoda y preparada para contestarlas.

El tono en el que se hagan las preguntas deberá ser agradable. Un tono amable será

recibido de manera más positiva y favorecerá que la persona responda de una manera más

honesta y abierta. En cambio, si el tono es más impositivo o la persona siente que se la está

interrogando, se mostrará más reacia a contestar. Antes de hacer una pregunta se debe valorar si

la persona va a ser capaz de contestar con los conocimientos que tiene.

Cuando se formule cualquier pregunta, deben evitarse términos muy técnicos o que no se

adecuan al nivel cultural del entrevistado. En el caso de que la persona, emplee tecnicismos, se

ha de pedir que especifique a qué se refiere con ese término. Tampoco se debe tratar de “imitar”

su forma de hablar, ya que sonará forzado, pero sí adecuar el lenguaje a sus características para

que sea capaz de comprender (edad, nivel cultural, etc.) (Morrison, 2008).

Es conveniente personalizar la pregunta para que el entrevistado se sienta más implicado.

No realizar varias preguntas a la vez, pues esta actitud puede provocar sensación de

“bombardeo” o “interrogatorio” en el entrevistado.


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Evitar preguntas que no estén justificadas de cara al objetivo de la entrevista.

No evitar los silencios. Algunos entrevistadores tratan de “lenar” los silencios. Sin embargo,

éstos son útiles para que la persona ponga en orden sus pensamientos y brindan al entrevistado la

oportunidad de hablar con libertad.

Las preguntas no deben nunca sugerir una respuesta. Mejor evitar, en la medida de lo

posible, preguntas disyuntivas. Rojí y Cabestrero (2008) señalan la importancia de la

autoobservación en el proceso de la entrevista, es decir, de tratar de controlar las reacciones no

verbales a lo que cuenta el entrevistado. Es fundamental mantener una actitud de objetividad

para evitar conductas o actitudes de aprobación o desaprobación que el entrevistado puede

percibir, especialmente en el caso de las muestras de desaprobación. Además, la objetividad dará

libertad a la hora de realizar una correcta evaluación.

Duración de la fase intermedia

Esta fase será la más extensa de las tres, con una duración aproximada de 45 minutos. Por

ello, es importante no alargar la primera fase y controlar el tiempo en esta segunda para no

realizar un final de la entrevista precipitado. Es importante que el entrevistador vaya haciendo

una valoración del ritmo de la entrevista teniendo en cuenta la cantidad de información que

queda por recabar y el tiempo del que se dispone. Esto requiere un esfuerzo por parte del

entrevistador, pero será esencial para evitar que en los últimos minutos se tenga que

“bombardear” a la persona con una cantidad desproporcionada de preguntas o queden asuntos

importantes por tratar. Es importante recordar que el ritmo y el control de la entrevista los

marcará el psicólogo, nunca el entrevistador. No hay que dejarse llevar por un entrevistado

verborreico o la entrevista llegará a su fin sin conseguir la información necesaria. Para lograr el
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control de la entrevista Sommers-Flanagan (2009) proponen, además de las técnicas verbales

más o menos explícitas hacer un comentario directo al entrevistado sobre la necesidad de

cambiar de tema o formular preguntas abiertas o cerradas en función de la necesidad), la utilidad

de tres tipos de conductas no verbales o gestos para controlar las entrevistas:

1. Gestos que animan a la persona a hablar, como mostrar una actitud relajada con una

postura “abierta”.

2. Gestos que indican que el entrevistador está atento a lo que el entrevistado cuenta, lo que

se puede lograr manteniendo el contacto visual y dejando de tomar notas.

3. Gestos que señalan que el entrevistador debe terminar de hablar o cambiar de tema, por

ejemplo recolocándose en la silla, apartando la mirada y cogiendo el block de notas. Estas

técnicas no verbales se utilizan habitualmente en las interacciones sociales, aunque lo

difícil es emplearlas de manera consciente en un ámbito profesional.

Fase final: objetivos, medios y duración

Aunque en este punto ya se debe contar con toda la información necesaria, esto no

implica que la fase final no deba ser tenida en cuenta.

Según Ibáñez (2010), el final de la entrevista se producirá cuando el tiempo haya

concluido, pero también si se han cubierto ya los objetivos, si el entrevistador o entrevistado se

encuentren cansados o si existan dificultades que impidan continuar la sesión. En todas las

entrevistas el cierre será importante, pero especialmente relevante será en el caso de las

entrevistas clínicas. Hay que con- seguir que la entrevista finalice en un momento positivo a

nivel anímico de la persona; nunca se debe permitir que un paciente salga de la consulta con un

estado de ánimo negativo o peor del que mostraba cuando empezó la entrevista.
17

Objetivos de la fase final

Resumir lo que se ha visto en la entrevista. El resumen ofrece la oportunidad de

recapitular todo lo que se ha tratado en la fase anterior para obtener una visión global. Además,

permite aclarar informaciones erróneas o malentendidos que se hayan producido a lo largo de la

sesión.

Planificar posibles citas, acciones o tareas futuras. En este punto se pautarán posibles

tareas que sean interesantes de cara a la siguiente cita. Se explicará cómo y cuándo tiene que

llevarlas a cabo. Además, en caso de ser necesario, se pactará la siguiente visita con la persona.

Aclarar dudas o comentarios. Es muy importante, antes de la despedida, asegurarse de que la

persona no se queda con ninguna pregunta o duda por formular. Para eso se le preguntará

directamente a la persona si quiere aclarar algo o hacer algún comentario y, si es así, se dedicará

el tiempo necesario.

Cierre o despedida. En función de si está pactado un próximo encuentro con la persona o

no, en la despedida se hará referencia ello o simplemente se le despedirá deseándole que todo le

vaya bien. Este objetivo cobrará mayor importancia en el caso de que entrevistador y el

entrevistado se vuelvan a ver en el futuro (Shea, 2002).

Medios para lograr los objetivos de la fase final

Esta fase se puede iniciar con un resumen de lo tratado durante la entrevista. Esto,

además, sirve para que el entrevistado confirme que no ha habido ningún error en la información

que se ha recabado, y, en caso de que lo haya, poder comentarlo y aclararlo Una vez se haya

completado el objetivo de resumir lo tratado en la entrevista, es momento de pasar a comentar


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tareas o actividades futuras pautadas por el entrevistador que se deban llevar a cabo antes de la

siguiente sesión. También se establecerá una cita próxima, o, en caso de ser necesario, se

derivará al cliente a otro profesional. En el caso de entrevistas clínicas, Morganstern (1976),

además de las tareas y citas futuras concretas, recomienda que se oriente a la persona hacia su

futuro, por ejemplo abordando las expectativas de éxito con un tono positivo y esperanzador.

Para lograr el tercer objetivo, aclarar dudas o comentarios, bastará con preguntar directamente a

la persona si tiene alguna duda sobre lo que se haya tratado en la entrevista, o sobre las tareas

pautadas, o si desea hacer algún comentario antes de despedirse. Morrison (2008) recomienda

que la pregunta sea formulada asumiendo que la persona tiene algo que decir: “¿qué preguntas

tienes sobre lo que hemos hablado hasta ahora?” en lugar de “¿tiene alguna pregunta que le

gustaría hacerme?”. De la primera forma se anima a que la persona con reticencias plantee sus

preguntas. A la hora de despedirse, es aconsejable terminar con frases positivas de cierre tales

como “que vaya bien la semana”. Si se va a volver a ver a la persona, la despedida puede ser

hasta la próxima cita, y, en el caso de que hayamos derivado su caso a otro profesional, le

desearemos que le vaya bien con él. Es importante tener estas frases preparadas para evitar

momentos incómodos en la despedida en los que no se sabe qué decir.

Duración de la fase final

Como en las fases anteriores, la duración debe ser flexible dependiendo de las necesidades del

paciente. Unas personas necesitarán más tiempo que otras para que resolvamos las dudas que les

hayan quedado, y podemos tardar más o menos tiempo explicando tareas que deberán realizar

antes de la próxima sesión. Entre 10 y 12 minutos deberían bastar para lograr los tres objetivos

que se plantean en esta fase.

Se expone un ejemplo de una fase final de la entrevista.


19

Se expone una serie de errores frecuentes en el proceso de la entrevista, así como posibles

soluciones

Partes de la entrevista psicológica

Estructura de la entrevista

Apoyándose en la teoría de la praxis la entrevista clínica inicial se compone de las siguientes

partes:

1. Recepción y saludo. Duración de 5 a 20 segundos

2. Datos básicos y establecimiento de empatía o rapport. Duración de 2 a 3 minutos

3. Psicograma: ¿Con cuántas personas vive? De cada una tomar los siguientes datos:

•Nombre propio (sin apellidos)

•Parentesco

•Edad

•Ocupación

•Escolaridad

•Carácter o manera de ser en dos o tres palabras. Duración de 2 a 4 minutos.

4. Motivo de la consulta: ¿Qué es lo que le decidió a venir con un psicólogo? Duración

menos de 3 minutos.
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5. Exploración del cuadro clínico síntomas o preocupaciones: inicio, intensidad, precisión

semántica o cualitativa, duración, frecuencia, asociación con acontecimientos o situaciones.

Duración entre 3 y 10 minutos.

6. Historia directa de la dinámica del cuadro clínico antecedentes, evolución de las

relaciones en conflicto desde su origen, búsqueda de las dinámicas que provocaron directamente

el cuadro clínico anterior. Duración entre 5 y 15 minutos.

7. Historia general o contexto de vida.

a) Exploración de etapas generales de la vida buscando elementos relacionados con el

cuadro clínico: primera infancia 0 a 6años; segunda infancia 6 a 12 años; adolescencia 12 hasta

independencia económica si la hay; adultez joven hasta los 40 años; adultez madura 40 a 65-70

años; senectud más de 70 años. Duración entre 10 y 20 minutos.

b) Exploración del significado dinámico-casual de etapas especiales: cambios de casa,

matrimonio, primer hijo, cambios de trabajo, pérdidas o ganancias emocionales importantes, etc.

Duración entre 10 y 20 minutos.

c) Exploración muy general de la historia de los padres o sus equivalentes. Duración

entre 5 minutos.

8. Explicación de conclusiones al paciente:

a) Cuáles son las causas evidentes de su problemática.

b) Cuáles son factores hipotéticos que intervienen en la problemática.


21

c) Cuáles son los elementos favorables desarrollados por el paciente que compensan los

factores negativos.

d) Qué elementos de la dinámica de vida del paciente han sido o pueden ser positivos

para la salud mental del paciente.

e) Retroalimentaciones del paciente y aclaraciones de sus dudas–Duración 5 a 15

minutos.

9. Explicación de pronósticos probable a partir dela dinámica de vida actual

a) Sin ayuda profesional terapéutica.

b) Con ayuda profesional terapéutica.

c) Retroalimentaciones y aclaraciones de dudas del paciente. Duración entre 5 y 10

minutos.

10. Generación de 2 a 6 propósitos inmediatos por escrito. Duración entre 2 y 5 minutos.

11. Despedida y cobro de honorarios 1 o 2minutos. Total de duración mínima: 54

minutos. Total de duración máxima: 110 minutos 1 hora, 50 minutos. Duración promedio: 1 hora

22 minutos. Las duraciones son indicativas y no prescriptivas, por lo que pueden variar en cada

caso.

Características de un buen entrevistador clínico

1. Su voz es serena, audible y segura.

2. Su posición corporal refleja seguridad, profesionalismo y serenidad.


22

3. Sus movimientos son seguros, profesionales y serenos.

4. Establece rapport o empatía con naturalidad y agilidad en forma oportuna.

5. Mantiene contacto visual con el paciente más del80% del tiempo, sobre todo al

principio de la entrevista.

6. Toma los datos básicos completos, con precisión y agilidad.

7. Recaba con precisión y agilidad, en forma horizontal, el psicograma.

8. Pregunta con naturalidad y precisión qué es lo que hizo que el paciente decidiera

acudir a consulta psicológica.

9. Evitar hacer preguntas sugeridas.

10. Evitar repetir preguntas que ya han sido respondidas.

11. Razona sus preguntas pero no titubea o genera silencios prolongados.

12. Se expresa con precisión y lenguaje accesible para el paciente.

13. Promueve que el paciente se explaye suficientemente en sus respuestas.

14. Se muestra comprensivo de los sentimientos, pensamientos y acciones del paciente.

15. Evita refutar agresivamente u ofender al paciente.

16. Evita con habilidad y prudencia que el paciente se extienda innecesariamente.

17. Mantiene el control y ritmo de la entrevista evita que el paciente sea el que determine

unilateralmente los puntos a tocar, que salte de uno a otro, o se extienda demasiado.
23

18. Aprovecha el tiempo recabando información sin perder serenidad y naturalidad.

19. Después de preguntar el motivo de la consulta, sus preguntas son lógicas para

explorar factores hipotéticos que podrían intervenir directa o indirectamente en el cuadro

sintomático, considerando también los Criterios de Salud Mental.

20. Hace preguntas sistemáticas procurando abordar en forma concreta (pide corregir los

discursos abstractos o generales) las experiencias del paciente en una etapa/aspecto de su vida.

21. Muestra sistematicidad para abordar las áreas y etapas de la vida del paciente según el

grado de cercanía o pertinencia al cuadro sintomatológico.

22. Explora sistemáticamente la presencia de factores físico-biológicos que puedan estar

participando en el cuadro de síntomas.

23. No preguntar aspectos de la vida íntima de los pacientes que no sean realmente

necesarios para la comprensión del caso.

24. Retroalimenta o consolida las expresiones verbales espontáneas del paciente que

significan ideas o propósitos activos para superar la dinámica que mantiene el cuadro clínico.

25. No adelanta recomendaciones, consejos o propuestas que no se basen en una

exploración clínica suficiente.

26. Explica claramente al paciente las conclusiones a que ha llegado al final de la

entrevista.

27. Explica la perspectiva que el caso tendría sin el apoyo psicoterapéutico.


24

28. Explica la perspectiva el caso puede tener con apoyo psicoterapéutico, en qué

consistirá, y cuánto puede durar aproximadamente.

29. Orienta al paciente sobre posibilidades físicas, médicas, legales, educativas,

tecnológicas, sociales y económicas que puedan ser de ayuda en su caso.

30. Evita dar consejos voluntariosos o moralistas “cornejismo”.

31. Evita hacer sentir culpable, tonto o irresponsable al paciente.

32. Propone al paciente una lista escrita de 2 a 6 propósitos accesibles a realizar en el

plazo inmediato para iniciar el cambio en la dinámica de vida del paciente que presuntamente

está generando el cuadro sintomatológico.

33. En común acuerdo con el paciente establece la fecha y hora de la siguiente cita.

34. Realiza una despedida al mismo tiempo cálida, motivadora y profesional.

35. Artes de la entrevista psicológica.

36. El proceso de la entrevista.

37. la autobiografía.

Una entrevista es una forma de diálogo que tiene sus propias reglas, la más importante de

las cuales es: yo pregunto, tú respondes y el silencio también es una respuesta. Juan Mayorga.
25

La pregunta y la escucha son quizá las herramientas de trabajo más potentes para el

mediador.

Si queremos comprender a una persona que se encuentra en una situación de conflicto,

será necesario conocer muchos aspectos sobre ella: su punto de vista, motivaciones, deseos,

necesidades, propuestas, historia, circunstancias actuales, relación pasada y presente con la(s)

otra(s) parte(s), etc.

Buscar estas respuestas puede conducirnos a "encontrar" a las personas que participan en

la mediación. Éste es uno de los principales objetivos (tanto en la fase inicial, como a lo largo de

todo el proceso) para poder contribuir a gestionar adecuadamente sus conflictos.

La entrevista inicial es la primera oportunidad, y una de las mejores, para aproximarnos a

las partes. Sin embargo, no es ésta la fase del proceso de mediación que tradicionalmente ha

recibido una mayor atención.

Generalmente, la fase posterior, que frecuentemente es considerada como la "auténtica

negociación", en la que el mediador emplea técnicas aparentemente más complejas, directivas, o

novedosas, suele ser objeto de un mayor interés, análisis y práctica.


26

Llevar a cabo una entrevista inicial, puede parecer común y sencillo, pero plantear este

diálogo adecuadamente será fundamental, no sólo para orientar favorablemente la comunicación

entre las partes y establecer con ellos un necesario vínculo de confianza, sino que, también,

facilitará que las personas que participan en la mediación puedan expresarse libremente y

reflexionen, poniendo de manifiesto y "ordenando" algunos de sus pensamientos, recuerdos y

emociones. Es decir, en cierta medida, pueden conocerse un poco mejor a través de sus propias

palabras.

De esta forma, la persona que comunica, construye una narrativa con la que el mediador

podrá seguir trabajando.

Precisamente, la obra de teatro, "El arte de la entrevista" (2014) del dramaturgo Juan

Mayorga (Madrid, 1965) nos permite reflexionar, entre otras cosas, sobre el contexto que se crea

cuando se está dispuesto a preguntar y, sobre todo, preparado para escuchar lo que esa persona

quiera decir.

En la obra, una "sencilla" entrevista de una joven a su abuela, planteada casi como una

rutinaria tarea escolar, provoca que emerjan conflictos no resueltos y quizá convenientemente

"olvidados" en forma de deseos, dudas, secretos, frustraciones y reproches. Todo ello, se produce

a partir de preguntas, en ocasiones directas y difíciles, otras muy abiertas, pero que favorecen

que los personajes tengan la oportunidad de expresarse y que no siempre quiere ser escuchado.

• Te pones ahí y me preguntas cosas. Sirve para recordar

• ¿Qué cosas quieres que te pregunte?

• Cosas difíciles.

• ¿Cuál es tu color preferido?


27

• Cosas más difíciles. De usted, se pregunta de usted. (…)

• Su marido, ¿cómo era?

• Tiene que preguntarme cosas que pueda responder. (…)

• ¿Quiere igual a las dos (hijas)?

• Eso es, ese tipo de preguntas (…)

Finalmente, asistimos a cómo estos diálogos generan una nueva narrativa sobre la historia

familiar, que redefine sus relaciones y provoca importantes cambios.

En esta entrevista, realizada a través de distintos "cortes" pero casi de manera continua y

en la que, finalmente, participan nieta, madre y abuela y el cuidador de ésta, los personajes

reivindican su propia identidad, su punto de vista y también su derecho a mantener sus

recuerdos, sus olvidos y su propia versión de ambos, ya que, como plantea el autor, en no pocas

ocasiones, a través de la entrevista, descubrimos que "el pasado está tan abierto como el futuro".

Esa circunstancia es especialmente observable en situaciones de conflicto; el presente

está al servicio del pasado, que se ha apoderado de todo el protagonismo en detrimento del

futuro.

Parte de la labor del mediador será contribuir a que las personas, partiendo de la

expresión de su propio punto de vista, puedan, si es posible, ampliarlo con el del otro.

Así, una vez definido, explicado y compartido, el pasado no debería proyectarse como un

bucle sin posibilidad de avance, sino dar paso a la exploración del mejor futuro posible para los

implicados en el proceso.
28

Para ello, tendremos que intentar, entre otras muchas cosas, ejercer el arte de la

entrevista, y en palabras de los personajes:

• ¿Qué cualidades debe tener, a su juicio, un buen negociador?

• Tienes que pensar rápido. Tienes que ser imaginativo y flexible.

Entrevista psicológica ¿Cómo realizar la primera sesión?

La entrevista psicológica, es el encuentro donde se conforma una relación interpersonal

entre el psicólogo y el cliente (paciente). Inician una comunicación, una relación, en la que se

pone en marcha un determinado proceso terapéutico.

Entre los sujetos interactuantes en la entrevista psicológica se produce un intercambio

comunicativo global. Este intercambio tiene como fin de entrar en el mundo interno del paciente,

reconocer sus sentimientos así como su realidad, explorando los planos psicológicos implicados

en el proceso de evolución del paciente.

El modo como la persona experimente la primera entrevista psicológica condiciona el

futuro proceso terapéutico.

La primera entrevista ha de convertirse en un instrumento relacional para reorganizar

expectativas, intencionalidades, direccionalidades y responsabilidades. Con el propòsito de

fomentar una atmósfera cálida de aceptación, confianza y empatía.

La entrevista psicológica es una relación peculiar, ya que debe tener un objetivo, un

propósito y ser más que la mera conversación. Así, en el comienzo de la misma quedan definidos

los roles, el espacio y el tiempo, así como la dimensión afectivo-emocional de la relación.


29

La relación terapéutica pretenderá ayudar en la evolución de los conflictos de la persona.

Proporcionando instrumentos para la adaptación de su ser y su relación con los otros. Por ello, la

entrevista será un medio necesario para que la persona se implique, auto explore en sus

sentimientos y muestre el ángulo subjetivo de sus vivencias.

No es infrecuente que el paciente en la primera entrevista psicológica se encuentre en una

situación de confusión, dubitación o angustia a la hora de dar a conocer su mundo interno.

Por lo anterior, el psicólogo, en su rol de terapeuta, deberá mostrar una comprensión

empática, haciendo, de esta manera, más fácil la comunicación auténtica de los sentimientos del

paciente, favoreciendo un clima de confianza y aceptación, evitando enjuiciamientos, presión o

coacción.

Condiciones y actitudes en la primera entrevista psicológica

Una de las funciones como psicólogo, en la primera entrevista psicológica, será la de

empatizar con la persona, conocer su ser, sus circunstancias y cómo las vive la persona. Por ello,

será necesario fomentar que el paciente se implique a sí mismo, haciéndose consciente de sus

vivencias, pensamientos y sentimientos.

Una de las dimensiones más importantes que ha de trasmitirse como psicólogo es la

fiabilidad (nadie puede dar lo que no tiene). En sentido de competencia y habilidad personal y

técnica para fundamentar el vínculo positivo de ayuda.

La actitud de atención, percepción y comprensión hacia la persona permitirá proporcionar

al paciente una atmósfera en la que experimente seguridad y confianza en la entrevista


30

psicológica. Favoreciendo un encuentro consigo mismo, así como la libre expresión de actitudes

y sentimientos, además de sus contradicciones y resistencias.

Del mismo modo, será necesario transmitir la importancia de la responsabilidad y

capacidad, de predisposición, motivación y colaboración del paciente en el proceso terapéutico.

Esto promoverá su sentimiento de autoeficacia y de autogestión.

La persona tiene que tener una conciencia de crisis o necesidad que le promueva al

cambio, esto es, intencionalidad; además, su actitud debe implicar el deseo de superación y de

cambio. Es decir, direccionalidad, poniendo para ello a disposición sus propios recursos, lo que

significa responsabilizarse y colaborar en el proceso terapéutico.

Cabe destacar que existen pacientes que debido a su falta de interés o pasividad (por

diferentes causas) demandan una actitud más activa o directiva por parte del psicólogo, con lo

que se delega en él la responsabilidad y la capacidad de evolución terapéutica.

Es importante señalar que la primera entrevista psicológica puede ser un momento para

clarificar los roles y las responsabilidades, reformulando la demanda y apuntalando la

intencionalidad y direccionalidad en el proceso terapéutico.

Contenidos de la primera entrevista psicológica

La primera entrevista psicológica está formada por diferentes fases o aspectos:

Anamnesis

Tras el saludo y las presentaciones pertinentes, se abordarán diversos datos personales y

biográficos, con el objetivo de ir formulando la historia clínica.


31

Pero, además de los datos personales y biográficos en la entrevista psicológica, existen

otros indicadores que nos dan información acerca del paciente.

El cuerpo comunica por sí mismo, en diferentes niveles, y uno de ellos es el canal no

verbal, el cual se encuentra bajo un menor control consciente, lo que nos debe suministrar una

información valiosa en la formulación del proceso terapéutico.

Los movimientos del cuerpo, además del rostro, pueden darnos pistas sobre las

necesidades internas, expectativas y conflictos de la persona. La postura y la configuración

espacial que adopta el paciente, puede informar su estatus o rol social.

En lo que respecta al saludo, se pueden reconocer posiciones y posturas en el acto de

aproximación. Observándose giros del cuerpo, enfrentamientos posturales, lo que nos puede

indicar tipos de relación en el pasado o expectativas de la misma hacia el futuro.

Además, las expresiones faciales son un indicador extraordinario de las emociones.

Pudiendo así tomar un contacto más profundo con los sentimientos del paciente. Esto debido a

que no es infrecuente que la persona se niegue a hablar o se sienta incapaz de hacerlo. Pero será

insólito que trasmita silencio con su rostro y su postura corporal.

Las manos, por otro lado, frecuentemente comunican y revelan información sobre la

persona, tanto en los movimientos como en el aspecto de las mismas.

Probablemente en la medida en que la persona tenga dificultad en la expresión o en la

explicación de sus circunstancias. Así como una necesidad de mayor atención, aumentará el

movimiento de sus manos. Del mismo modo, las uñas son indicadores claros de estados de salud,

pudiendo clarificar pautas de alimentación, índices de tensión o nerviosismo.


32

Otros factores biológicos

Dado que las personas también nos comunicamos a través del olfato, los diferentes olores

biológicos son un excelente sistema de señal. Como por ejemplo la transpiración, que puede ser

un indicador de higiene, tensión, temor.

Respecto al aspecto físico o forma de vestir en la primera entrevista psicológica, señalar

que explicita rasgos de la persona en función de si se trata de formas extravagantes, llamativas o

por el contrario es discreta, oscura; la forma en que se combina.

La voz y el tono refleja en gran medida el estado de ánimo, así puede denotar persuasión,

preocupación, cansancio, desinterés, etc.

Además de lo que se refiere a la comunicación no verbal, son de gran importancia las

condiciones psicosociales de la persona. Como es la organización del tiempo de trabajo y de

descanso. La planificación de los mismos nos dará información sobre su capacidad para

distribuir labor y ocio. Y de su libertad para alternarlos, de la salud y el bienestar de la persona,

además de expectativas, motivación, necesidades, preferencias y capacidades de adaptación.

El historial educativo y formativo nos posibilitará adecuar nuestra comunicación a un

nivel de comprensión por parte del paciente. Por tanto, nos permitirá ajustar el nivel de

expectativas.

El conocimiento de su recorrido sanitario y psicológico en la entrevista psicológica nos

posibilitará saber de sus tendencias e implicaciones en su proyecto vivencial.

Por todo ello, deberíamos trabajar en la interpretación del estilo gesticular, los ademanes,

el comportamiento corporal de la persona, adiestrándonos en lecciones de cinesis.


33

Demandas y expectativas en la entrevista psicológica

La persona acude a la consulta con diversas demandas y ampliamente variables, como

puede ser la de buscar una relación paternal, en la que demanda la dirección de su vida; o tal vez

una demanda confirmatoria con el objetivo de asegurarse sus propias decisiones; o sintomática,

con el fin de curar una enfermedad psicosomática evitando la exploración interna; también se

puede dar la demanda mágica en la que la persona reclama la recuperación espontánea.

Al igual que la demanda y en relación con la misma, las expectativas con las que llega el

paciente a la consulta son muy diversas. Así podemos encontrarnos con personas con

expectativas muy negativas, derivadas tanto de malas experiencias pasadas, como por verse

obligadas o empujadas en el proceso por una tercera persona; y/o encontrarnos con expectativas

no realistas en la medida en que el sujeto sobrestime nuestras capacidades como psicólogos,

delegando su responsabilidad en el proceso.

Contrato y cierre

Como es sabido, en toda relación terapéutica inicial ha de aparecer una situación de

contrato en la que se especifican las condiciones del proceso terapéutico, las respectivas

responsabilidades, la duración aproximada, así como los pasos del proceso terapéutico. Cabe

destacar que existen casos en los que debido a la personalidad del paciente o sus circunstancias,

el contrato ha de hacerse con un carácter más explícito, es decir un análisis pormenorizado del

proceso (que siempre será cambiante).

En esta última parte de la entrevista se deberá poner en juego nuestra habilidad para

clarificar el primer contacto con el paciente, ya que uno de los objetivos en la primera entrevista
34

es establecer la relación terapéutica, y así poder comenzar el proceso, con el objetivo de incidir

en el conflicto del paciente.

Conclusiones

Por todo ello, señalar que no existe un único tipo de entrevista inicial, concreta e

inamovible, sino que dada las diferentes dinámicas y cambiantes condiciones terapéuticas

presentadas en este primer contacto, es preciso poner a disposición del paciente todos los

recursos y capacidades que manejamos como terapeutas.

Así, el modo como la persona experimente la primera entrevista condiciona el futuro

proceso terapéutico.

La primera entrevista psicológica, por tanto, ha de convertirse en un instrumento

relacional en el que se reorganicen expectativas, intencionalidades, direccionalidades y

responsabilidades, además de fomentar una atmósfera calida de aceptación, confianza y empatía.

Interpretación de los resultados

Es la vinculación de los resultados de los análisis de datos con la hipótesis de

investigación, con las teorías y con conocimientos ya existentes y aceptados.

Tipos de problemas que podríamos tener con las interpretaciones de ciertos datos

específicos: Atenuación de la escala de medida. Como han de interpretarse ejecuciones que

alcanzan sistemáticamente o nunca pueden alcanzar, los limites de la escala de medida. Este

problema se puede resolver haciendo un estudio piloto, detectando estos fallos y ampliando la

escala en la nueva interpretación.


35

Efecto techo. Si siempre rozamos las puntuaciones más altas. Efecto suelo. Si siempre

rozamos las puntuaciones más bajas. Regresión a la medida. Es un fenómeno no deseado que

aparece en casi todas las investigaciones cuando se pide un juicio cuantitativo. Es la tendencia a

emitir respuestas cercanas a la media o valores centrales cuando se piden evaluaciones de alto

extremo. Nos puede llevar a conclusiones erróneas.

Los resultados deben ser interpretados en cuanto a: La magnitud del efecto obtenido y las

tendencias o regularidades observadas. Comparar estos resultados con los obtenidos por otros

investigadores en trabajos semejantes. Conclusiones claras del trabajo realizado.

Recogida, análisis de datos

Recogida de datos: A través de la observación sistemática, las encuestas y los

experimentos. En medios naturales (estudio de campo) o en medios artificiales (Situaciones

creadas por el investigador). Análisis de datos Factores a tener en cuenta al realizarlas cuatro

tareas del análisis de datos: Hay que decidir, aunque sugerimos el doble entorno: Estadística

Descriptiva. Si nos quedamos en la muestra. Estadística Inferencial. Si queremos inferir hacia la

población utilizando la probabilidad. Nivel de medida de las variables: Nivel de medida de

intervalo o de razón. Procurar medir en el nivel más alto posible, pues estos incluyen a los bajos,

pero no al revés. Problema que se ha planteado y la forma en que se han recogido los datos.

Siempre se ha de hacer un equilibrio entre lo posible y lo conveniente, para no verse inundado de

análisis distintos. Es recomendable realizar un sistemático pluralismo "analítico": La

sistematicidad implica que debe de existir un plan detallado con objetivos determinados tanto

para recoger como para analizar datos.


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Pluralismo (cualquier forma de investigar tiene sus limitaciones. Estas se pueden

minimizar optimizando los análisis, para lo cual es necesario procurar múltiples y plurales

formas de análisis. Esta pluralidad incluye los referentes a datos no empíricos y los desarrollos

puramente matemáticos o teóricos. Tareas del análisis de datos: Formas de resumir los datos.

Disponer de índices que resuman distintos aspectos de la distribución. Índices de tendencia

central. Indican el centro de una distribución.

Bibliografía:

Murueta, M. (UNAM Iztacala, Amapsi). Guía para la entrevista clínica inicial.

Recuperado de: http://amapsi.org/web/articulos/articulos21

Yecora, M., Tejero, J. (2021). Entrevista psicológica ¿Cómo realizar la primera sesión?

Universidad de Deusto. Bilbao, España. Recuperado de:

https://institutosalamanca.com/blog/entrevista-psicologica-como-realizar-la-primera-sesion/

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