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Resumen Principiología Laboral de La Nueva Corte Suprema

Principios aplicables a la relación laboral desde la óptica de los derechos humanos, según la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina.

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Principios aplicables a la relación laboral desde la óptica de los derechos humanos, según la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina.

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PRINCIPIOLOGÍA LABORAL DE LA NUEVA CORTE SUPREMA.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha manifestado un octeto de principios jurídicos a


modo de complejo de directivas que, en algunos casos, rescatan algunos viejos principios de la
Corte, pero que, en otros, dan una vuelta de campana a varios criterios del alto tribunal. En
este trabajo se analizan esos principios de acuerdo a su manifestación en las últimas
sentencias.

I. Fallos que hacen historia

La doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el fallo "Madorrán, Marta Cristina


c/Administración Nacional de Aduanas" [1], continuada en "Ruiz, Emilio D. c/Dirección General
Impositiva" (15-5-2007) [2], operó a cielo abierto en el corazón del sistema de relaciones
laborales, la institución de la estabilidad laboral y retomó y profundizó la revisión de la
doctrina laboral nacional en un aspecto esencial: los principios jurídicos de interpretación y
aplicación dentro del ámbito del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social.

Con este precedente, con los casos "Vizzoti", "Castillo", "Aquino" [3] y "Milone" de 2004, en
que se declararon las inconstitucionalidades de los artículos 245 de la Ley de Contrato de
Trabajo y 46, 39 y 15 de la Ley de Riesgos de Trabajo, y con los fallos previsionales "Itzcovich,
Mabel c/ANSeS", "Sánchez, María del Carmen c/ANSeS" de 2005, y "Badaro, Adolfo Valentín
c/ANSeS" de 2006 [4], el máximo cuerpo ha manifestado un octeto de principios jurídicos a
modo de complejo de directivas que, en algunos casos, rescatan algunos viejos principios de la
CSJN, pero que, en otros, dan una vuelta de campana a varios criterios del alto tribunal.

Aparecen en esos decisorios, con mayor o menor desarrollo, los siguientes principios: a)
protectorio; b) estabilidad o continuidad; c) justicia social; d) progresividad; e) pro homine; f)
favorabilidad; g) reparación integral, y h) supremacía constitucional en la negociación
colectiva.

II. Principios enunciados

1. Protectorio

La CSJN realizó en "Aquino" una referencia específica a la positividad del principio más duro y
orientador del Derecho del Trabajo, otorgándole el de premisa de los restantes enunciados del
artículo 14 bis.

El fallo "Madorrán", con remisiones a "Milone" y "Aquino", efectúa [6] una referencia especial
acerca del constitucionalismo social que se construyó en el artículo 14 bis de 1957. En esas
sentencias se insertan varias reglas interpretativas del principio.

a) La inviolabilidad del principio

La primera es la inviolabilidad o, puede decirse, la imposibilidad de infringir, transgredir,


contravenir o alterar los imperativos constitucionales incorporados en el artículo 14 bis,
primera parte, de la Constitución Nacional. Es decir que toda norma que reglamente los
derechos individuales y colectivos normados en ese sector de derechos y garantías
constitucionales debe instrumentarse con tal alcance. Esa consistencia e inmutabilidad de los
derechos constitucionales no puede menos que relacionarse con el principio de
irrenunciabilidad o de indisponibilidad que precisamente impide la privación de los derechos
de orden público laboral.

b) Alcances del protectorio.

Aunque sea una verdad de Perogrullo, es pertinente recordar que la cualidad del principio
inserta en el apartado anterior baña las garantías específicas incluidas en el artículo 14 bis de
"condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados;
retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea".

c) Alcance ecuménico laboral del principio.

La referencia es inclusiva e interpreta que la garantía de "estabilidad del empleado público" no


está aislada en su tratamiento dentro del artículo 14 bis, sino rodeada del principio protectorio
liminar y de otros resguardos laborales.

En palabras del voto mayoritario del fallo se enfatiza que "esto último es así pues, si bien es
cierto que el artículo 14 bis comprende al trabajo 'en sus diversas formas', lo cual entraña
tanto al que se desarrolla dentro del campo de la actividad privada como de la pública, no lo es
menos que los dos períodos normativos antes destacados encuentran su explicación
precisamente en distinguir entre los mentados ámbitos, para los cuales se prevé un diferente
grado de estabilidad en el empleo". El principio y la garantía es la misma; la diferencia la hace
la intensidad que implantó el legislador constitucional.

2. Estabilidad o continuidad.

a) Denominaciones connotativas

El principio de continuidad o estabilidad laboral aparece ligado a diversidad de instituciones,


pero básicamente a la restricción de la suspensión, interrupción y extinción del contrato
individual de trabajo.

La posibilidad de que el empleador opere más o menos libremente la conclusión del vínculo
constituye el sistema energético y de relación de vectores de fuerzas. Una protección
reforzada, estabilizada del contrato de trabajo constituye un obvio refuerzo del conjunto de
instituciones protectorias que aseguran la permanencia, la continuidad o la prolongación del
contrato. De no contar con el resguardo de la estabilidad, sino con la labilidad contractual, el
sistema de protección del trabajo dependiente se desgrana fácilmente.

Cualquiera sea su denominación, se lo encuentra incluido en la garantía de "condiciones dignas


y equitativas de labor" y, específicamente, en la "protección contra el despido arbitrario" y la
"estabilidad del empleado público" (art. 14 bis, primer párrafo).
b) El sentido de la estabilidad laboral estatal.

"Madorrán" recuerda el debate parlamentario del artículo 14 bis para su interpretación


histórica, destacando que la estabilidad de los empleados públicos significaba una garantía
destinada a evitar que los vaivenes institucionales impusieran la práctica de las cesantías en
masa y que "ningún partido político que conquiste el Gobierno [pueda] disponer de los
puestos administrativos como botín de guerra" (en palabras del convencional Peña). Cierra el
razonamiento con su propia doctrina: "Se trataba de la existencia, según lo observó esta Corte,
'de un claro interés público en la proscripción de la arbitrariedad jerárquica o de la política
partidaria en la organización burocrática estatal' (Fallos: 261:361, 366, considerando 11)".

d) Estabilidad e idoneidad.

La inamovilidad del empleado público se establece en defensa del propio Estado, aparte del
trabajador.

En este aspecto, la CSJN liga el resguardo de la estabilidad con la necesidad de que el ingreso a
la administración pública se cumpla mediante el parámetro objetivo de idoneidad. Ello parece
sugerir la necesidad de la selección democrática, por antecedentes, títulos y oposición como
procedimientos destinados a medir aquella capacidad o competencia del trabajador,
dejándose de lado el acostumbrado "dedazo" del administrador de turno como criterio de
ingreso al Estado.

e) Estabilidades.

De otro lado, "Madorrán" vino a incursionar en la frontera divisoria de intensidades


protectorias entre dependientes públicos y privados. Se memoró en la postura mayoritaria el
punto de vista del debate constituyente de 1957 al remarcar que "en el campo de las
relaciones del Derecho Privado, la situación es distinta". "El poder discrecional -se transcribió
en el pronunciamiento-, que constituye la excepción en la administración pública, representa
en este campo la regla. Resulta muy difícil obligar a un empleador a readmitir en el local de su
empresa, para reincorporarlo al empleo, al trabajador cuyos servicios desea no utilizar más",
para concluir que en "el distingo, por lo demás, también fue puesto de manifiesto en cuanto se
entendió que la cláusula 'protección contra el despido arbitrario' resultaba el principio que
había informado la sanción de la ley 11.729, relativa a los trabajadores del sector privado, por
lo que se agregaba, mediante el proyecto de reformas, la estabilidad del empleado público".

No parece que la CSJN haya variado la naturaleza del despido en el régimen básico del artículo
245 de la LCT. Esto es, que se trata de un acto fundamentalmente espontáneo, en el sentido
de desprocesalizado o condicionado ritualmente; libre, en cuanto depende de la voluntad
unilateral del empleador, y forfatario o tarifado, ya que solamente se debe oblar el indicativo
del propio artículo según doctrina de la CSJN en lo atinente al tope (caso "Vizzoti").

No puede menos que convenirse que existe una franja importante de relaciones jurídicas en
donde el despido ha dejado de poseer la naturaleza indicada para inclinarse hacia un sistema
procesalizado y causalizado, cuya alteración puede llevar a su nulidad, con la consiguiente
reinstalación del trabajador.

En definitiva, según "Madorrán" la naturaleza inamovible o estable de los empleos públicos


opera en defensa de su condición de empleo pero del propio Estado, el que, a su vez, debe
admitirlos bajo condición de idoneidad. La protección del empleo privado se mantiene en la
zona discrecional del empleador, es decir, la estabilidad relativa tarifada o forfataria, aunque
haya quedado insinuada la causalización del despido y una extensión de la estabilidad a
sectores privados.

3. Justicia social.

a) Un principio de difícil enunciación.

El principio de justicia social, es más entendido como una expresión del Derecho natural o de
los valores sociales de cada tiempo, cuya plasmación positiva no contribuye a encontrar una
orientación certera. El viejo Preámbulo constitucional ya la invocó al fijar los propósitos de
afianzamiento de la justicia y promoción del bienestar general. La LCT le otorgó rango de
principio de interpretación (art. 11). Parecería, en este caso, una clara inserción de valores que
mucho tiene que ver con la época en que este plexo fue puesto en vigencia (1974).

Se trata de hacer ingresar a los intereses de la comunidad en el plano de las relaciones


privadas laborales a los fines de lograr la paz y la armonía social.

b) Concepto de la CSJN.

En "Aquino" y "Madorrán" la Corte recuerda el caso "Berçaitz", de 1974: "Tiene categoría


constitucional el siguiente principio de hermenéutica jurídica: in dubio pro justitia socialis. Las
leyes, pues, deben ser interpretadas a favor de quienes al serles aplicadas con este sentido
consiguen o tienden a alcanzar el 'bienestar', esto es, las condiciones de vida mediante las
cuales es posible a la persona humana desarrollarse conforme a su excelsa dignidad.

En el caso "Berçaitz", el máximo tribunal avanzó en una definición de ese principio, aclarando
que lo hacía según su sentido actual: "Consiste en ordenar la actividad intersubjetiva de los
miembros de la comunidad y los recursos con que ésta cuenta con vistas a lograr que todos y
cada uno de sus miembros participen de los bienes materiales y espirituales de la civilización".

c) Aplicación procesal.

Es interesante agregar que para el antecedente de 1974, que inspira el fallo de 2007, el
principio es "aplicable a la interpretación de las leyes procesales". Ello se debe "inferir de lo
que tiene resuelto esta Corte", con los siguiente términos: como la "justicia es una virtud al
servicio de la verdad sustancial, ésta debe siempre prevaler sobre los excesos rituales (Fallos:
280:228)" .

Agrega el fallo "Berçaitz": "Principio que con referencia a los sectores sociales más necesitados
tempranamente aplicó el tribunal -cuando integraban los conspicuos constituyentes del '53-
con este enunciado admirable en su sencillez: 'tratándose de personas desvalidas, es de
equidad y aun de justicia apartarse del rigor del Derecho para reparar los efectos de la
ignorancia de las leyes o del descuido de su defensor' (Fallos: 5:459)".

4. Progresividad.

El principio de progresividad se ha venido instalando en el Derecho interno desde hace


algunos años a esta parte, y la CSJN le otorgó el carácter de "arquitectónico" del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos (DIDH).

"Aquino" avanzó hasta definir conceptualmente este principio. Señala el fallo: "Ahora bien,
este retroceso legislativo en el marco de protección, puesto que así cuadra evaluar a la LRT
según lo que ha venido siendo expresado, pone a ésta en grave conflicto con un principio
arquitectónico del Derecho Internacional de los Derechos Humanos en general, y del PIDESC
en particular. En efecto, este último está plenamente informado por el principio de
progresividad, según el cual, todo Estado Parte se «compromete a adoptar medidas [...] para
lograr progresivamente [...] la plena efectividad de los derechos aquí reconocidos» (art. 2.1). La
norma, por lo pronto, «debe interpretarse a la luz del objetivo general, en realidad la razón de
ser, del Pacto, que es establecer claras obligaciones para los Estados Partes con respecto a la
plena efectividad de los derechos de que se trata»".

Este principio debe entenderse esencialmente como un indicador sobre el camino a transitar
por el legislador.

5. Pro homine.

La sentencia del caso "Madorrán" sumó al principio de progresividad el principio "pro homine",
pro persona o a favor del hombre con fuente en el DIDH.

Ambos principios, según la CSJN, "determinan que el intérprete deba escoger dentro de lo que
la norma posibilita, el resultado que proteja en mayor medida a la persona humana".

El principio pro homine impone que, en lugar de asumirse la interpretación restrictiva e


impedir el derecho a la efectiva tutela jurisdiccional, se opte por aquella que posibilite a los
recurrentes el ejercicio de dicho derecho.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha señalado que el principio pro homine
implica la interpretación extensiva de los derechos humanos y la interpretación restrictiva de
sus limitaciones. Explica que los derechos laborales son aquellos reconocidos por el sistema
jurídico nacional e internacional, y, dada la pluralidad de normas nacionales e internacionales
en esta materia, su interpretación debe hacerse aplicando el principio pro homine; es decir,
aplicando la norma que mejor proteja a la persona humana, incluso en su condición de
trabajador.

6. Favorabilidad.

En "Madorrán" se recepta en forma conjunta con el principio anterior, y con igual invocación
del precedente "Berçaitz" de 1974, el "principio de favorabilidad".
El principio de favorabilidad, en Derecho del Trabajo, se podría decir que aparece generalizado
en el principio de interpretación del Derecho como favor operario, según el cual las normas
deben interpretarse, en caso de duda, en protección del trabajador, sujeto más débil dentro
de la relación de empleo dependiente, y el principio de norma más favorable, que trastoca el
conjunto del ordenamiento lógico normativo al otorgar preponderancia a la regla que indica
ventajas hacia el trabajador dependiente.

7. Reparación integral.

A partir de "Aquino" se planteó el principio general de la reparación del daño: "El artículo 19
de la Constitución Nacional establece el 'principio general' que 'prohíbe a los «hombres»
perjudicar los derechos de un tercero': alterum non lædere, que se encuentra
'entrañablemente vinculado a la idea de reparación'.

Se agrega un plus de refuerzo a la institución en emergencia, la carrera del empleado público,


con una reparación de carácter integral, conforme la regla del alterum non lædere del artículo
19 de la Constitución Nacional. Se trata, pues, de una fuerte intervención de la CSJN en
amparo de una estabilidad que resultó relativizada por sucesivas leyes de emergencia durante
el proceso militar y luego en la década de los '90. En otras palabras, parece cerrar un ciclo de
inestabilidad de los empleados estatales fundada en reiterados procesos de reorganización del
sector público.

Este principio apareció convalidado además cuando la CSJN admitió la acumulación de doble
vía reparatoria (sistemática y extrasistemática) en materia de siniestros labores, conforme la
doctrina del caso "Llosco, Raúl c/Irmi SA", del 12 de junio de 2007.

8. Supremacía constitucional en la negociación colectiva.

El debate dado en la CSJN acerca de la vigencia de las CCT podría dividirse en tres etapas.

a) Inconstitucionalidad de la estabilidad absoluta establecida en CCT.

Fue declarada sucesivamente en los siguientes grupos de sentencias. En general, el


fundamento fue la preponderancia del artículo 17 de la Constitución Nacional por sobre la
instrumentación de reglas limitativas de las facultades empresarias de despido. La síntesis de
fundamentos es la siguiente: a) el carácter exorbitante y lesivo de la estabilidad absoluta
privada; b) la imposición de una carga de excesiva onerosidad; c) lesión al derecho de
propiedad; d) el pago de salarios que constituyen exacción; e) la imposibilidad del ejercicio del
derecho de organización y dirección en el trabajo.

b) Condicionamientos y derogación de CCT.

1. "Nordensthol, Gustavo c/Subterráneos de Buenos Aires", de 1985. Sustancialmente, la Corte


Suprema exigió, además de la existencia de un estado de emergencia que convalidara las
restricciones o la pérdida de derechos convencionales como ocurría en este caso, que el medio
empleado guarde razonabilidad con el fin buscado.
El cuerpo consideró que, en ese caso, no se cumplía el requisito de la razonabilidad "ya que
esta norma no impuso una limitación de derechos, sino que, lisa y llanamente, suprimió los
que enumeraba el artículo 2°, inciso a, de la CCT cuestionada". Agregó: "El efecto producido
por dicha norma excede el ejercicio válido de los poderes de emergencia del Estado, ya que
aun en estas situaciones no se puede válidamente trasponer el límite que señala el artículo 28
de la Constitución Nacional".

2. "Soria, Silveiro F. c/Dirección Nac. de Vialidad", de 1985. En este caso se convalidó la


restricción convencional. Aquí se estableció: "Las leyes dictadas por el Gobierno militar -entre
ellas, la ley 21.418, que la recurrente impugna por ilegitimidad de origen- continúan en
vigencia mientras no sean derogadas o modificadas, mas no por reconocimiento judicial de esa
continuidad, sino porque el Congreso de la Nación ha manifestado su voluntad de que así
ocurra, al ratificarla tácitamente. Si la convención colectiva cuya aplicación pretende el
recurrente, fue celebrada con arreglo al decreto 3258/73, que autorizó la regulación del
régimen del trabajo del personal de la Dirección Nacional de Vialidad mediante convenciones
colectivas de trabajo, de acuerdo a las disposiciones de la ley 14.250, pero ese decreto fue
derogado por el artículo 1° de la ley 21.418, la convención invocada perdió su base normativa.
Dada la exclusión del personal de la Administración Pública nacional del régimen de la ley
14.250, su inclusión por un decreto posterior pudo legítimamente ser dejada sin efecto por un
cuerpo al cual se le ha reconocido fuerza de ley" (del voto en disidencia de los Dres. Fayt y
Belluscio).

3. "Soengas c/EFA", de 1990. La CSJN admitió la modificación de un convenio a través de una


ley "en situaciones de emergencia social y económica" en las que "la regulación de los
derechos personales puede ser más enérgicamente ejercida que en los períodos de sosiego y
normalidad".

4. "Cocchia c/Estado Nacional", de 1993. La Corte convalidó la derogación de un convenio


colectivo a través de una norma heterónoma y también condicionó su constitucionalidad a la
existencia de una "emergencia" declarada por ley y a que la restricción se dicte "sin violar ni
suprimir las garantías que protegen los derechos patrimoniales".

c) Inconstitucionalidad de CCT.

En "Madorrán" y "Ruiz" la CSJN declaró las inconstitucionalidades de los convenios de la


Dirección Nacional de Aduanas y de la DGI, respectivamente, que admitían el despido sin causa
e indemnizado de empleados estatales. En el primer fallo, estimó que "la estabilidad del
artículo 14 bis no es un derecho absoluto sino relativo, y siempre susceptible de
reglamentación por el legislador". La mayoría dijo que el artículo 14 bis establece la estabilidad
propia y no la relativa.

Al reglamentar un derecho constitucional, el llamado a hacerlo no pueda obrar con otra


finalidad que no sea la de dar a aquél toda la plenitud que le reconozca la Constitución
Nacional. La Constitución Nacional es ley suprema, y todo acto que se le oponga resulta
inválido cualquiera sea la fuente jurídica de la que provenga, lo cual incluye, por ende, a la
autonomía colectiva".
Finalmente, la CSJN indica: "En suma, la 'estabilidad del empleado público' preceptuada por el
artículo 14 bis de la Constitución Nacional significa, a juicio de esta Corte y dentro del contexto
en cuestión, que la actora no pudo válidamente ser segregada de su empleo sin invocación de
una causa justificada y razonable, de manera que su reclamo de reinstalación resulta
procedente.

III. Conclusiones.

Hay un neoprincipismo evidente en la tarea de la CSJN. Los principios no son estáticos. Son
mudables y opinables según los cambios de legislación, de la jurisprudencia, de la doctrina y de
las propias ideas sociales imperantes. Tanto los artículos 14 bis y 75, inciso 23, de la
Constitución Nacional como las normas supranacionales incorporadas al orden interno por el
artículo 75, inciso 22, de la Constitución Nacional y el propio artículo 11 de la LCT se abstienen,
salvo algunos pocos casos, de definir los principios del Derecho del Trabajo.

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