Revista Sexología y Sociedad.
2019; 25(2) 105-119
ISSN 1682-0045
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Artículo de investigación
El apego en un grupo de parejas que inician la parentalidad
Attachment in a group of couples that initiate parenting
Susell Francisca Álvarez Castañeda,* Eniuska Hernández Cedeño,** Adis Aymee López
Bauta***
* Licenciada en Psicología, Universidad de La Habana (2016).
** Licenciada en Psicología, Universidad de La Habana (2002). Máster en Psicología Clínica
y Máster en Género, Educación de la Sexualidad y Salud Reproductiva. Profesora auxiliar.
Profesora principal de las asignaturas «Psicología del desarrollo de las edades tempranas y
preescolares» y «La sexualidad de los y las jóvenes y su educación» (optativa).
Departamento de Formación Básica, Facultad de Psicología, Universidad de La Habana.
*** Licenciada en Psicología, Universidad de La Habana (2015). Maestrante en Género y
Educación de la Sexualidad. Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Ciencias
Pedagógicas Enrique José Varona (febrero 2017-actualidad). Diplomado en Adolescencia y
Juventud. Centro de Estudios sobre Juventud (julio 2016). Profesora instructora.
Departamento de Formación Básica, Facultad de Psicología, Universidad de La Habana.
RESUMEN
Introducción. La investigación se fundamenta en la Teoría del Apego, iniciada por John
Bowlby, y los estudios realizados desde este enfoque por Hazan y Shaver. Objetivo.
Determinar la relación existente entre el estilo de apego desarrollado con el cuidador/la
cuidadora principal de la infancia y el apego con el/la cónyuge en un grupo de parejas que
inician la parentalidad. Metodología. Se utilizó una metodología cuantitativa de tipo
descriptivo-correlacional. La información obtenida fue procesada mediante el Statistical
Packet for Social Sciencies (SPSS). La muestra estudiada fue de 86 sujetos que conforman
pareja heterosexual, embarazadas de su primer bebé, y que residen en el municipio
capitalino de Plaza de la Revolución, Cuba. Resultados. La distribución porcentual del
apego de la infancia quedó representada por los estilos preocupado y evitativo, luego por el
estilo seguro y por último el temeroso. La distribución del apego conyugal quedó
representada por el estilo seguro, luego el temeroso y finalmente los estilos evitativo y
preocupado. Se encontraron diferencias significativas de género respecto a los estilos de
apego. Los estilos de apego conyugales correlacionaron significativamente con cuatro de las
variables que miden la calidad de las relaciones íntimas: Grado de Satisfacción, Grado de
Intimidad, Grado de Estabilidad y Comunicar información personal. Conclusiones. Los
resultados obtenidos revelan que no existe una correlación estadísticamente significativa
entre el apego desarrollado en la infancia y el apego con la pareja actual.
Palabras claves: apego infantil, apego conyugal, parentalidad.
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ABSTRACT
Introduction. The research presented was based on the Theory of Attachment initiated by
John Bowlby, and the studies conducted from this approach by Hazan and Shaver.
Objective. To determine the relationship between the attachment style developed with the
primary caregiver of childhood and the attachment with the spouse in a group of couples
that initiate parenting. Methodology. A quantitative methodology of descriptive-
correlational type was used, and the information obtained was processed through the
Statistical Packet for Social Sciences (SPSS). The sample studied was of 86 subjects who
make heterosexual couples, pregnant with their first baby and residing in the municipality of
Plaza de la Revolución, Havana, Cuba. Results. The percentage distribution of childhood
attachment was represented by the worried and avoidant styles, then by the safe style and
finally by the fearful. The distribution of conjugal attachment was represented by the safe
style, then the fearful, and finally the avoidant and worried styles. Significant gender
differences were found regarding attachment styles. Conjugal attachment styles correlated
significantly with four of the variables that measure the quality of intimate relationships:
Degree of Satisfaction, Degree of Privacy, Degree of Stability, and Communicate personal
information. Conclusions. The results obtained reveal that there is no statistically
significant correlation between the attachment developed in childhood and the attachment
to the current partner.
Key words: childhood attachment, conjugal attachment, parenting.
Introducción
La vivencia y el desempeño de la paternidad y la maternidad guardan una estrecha relación
con otras facetas de la realidad vital en la adultez, entre las que sin duda destaca la
dinámica de sus relaciones de pareja (1). Ambos roles (el conyugal y el parental) funcionan
de forma interdependiente y, en general, el significado social de cada uno se encuentra
influido decisivamente por el contexto sociocultural e histórico en el que están inmersos.
Para cumplir adecuadamente las demandas que plantea el inicio de la parentalidad y
desempeñar de forma apropiada las funciones parentales, madres y padres han de poseer
habilidades como figura de apego. Esto implica en gran medida que el padre y la madre
desde el nacimiento de su hijo/hija manifiesten la capacidad para mostrar sensibilidad,
disponibilidad y accesibilidad a cada una de las señales que este/esta manifieste en la
relación parental-filial (2).
Según la Teoría del Apego, iniciada por John Bowlby, el apego es un vínculo humano
afectivo estrecho que se desarrolla a lo largo de toda la vida. Entre alrededor de los seis y
los ocho meses, en el/la infante del primer año de vida se evidencia claramente esta
formación en manifestaciones comportamentales que expresan intensas reacciones de
ansiedad o angustia cuando se le separa de su cuidador/cuidadora principal. Estas
conductas del/la infante evidencian la configuración de determinada representación mental
de su figura de apego y las características de su sistema conductual para establecer y
mantener la proximidad con su cuidador/cuidadora cuando le necesita.
Mary Ainsworth (1978), colaboradora de Bowlby, identificó en sus estudios las formas o
estilos básicos de apego que pueden adquirir esas vinculaciones afectivas: seguras e
inseguras, que clasificó como ansiosa-ambivalente y evitativa. Posteriormente Main y
Solomón (1986) y Main et al. (1985) (citados por 2,3) identificaron un nuevo estilo, el
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desorganizado/desorientado, a partir de resultados que encontraron en sus investigaciones,
en los cuales hubo un grupo de niños/niñas que no pudieron incluir en los estilos inseguros
denominados por Ainsworth.
Acorde a diferentes investigaciones (3-8), los vínculos de apego seguro ofrecen mayores
ventajas al desarrollo humano que los inseguros. Las personas que desarrollan apego
seguro poseen un modelo mental en el que prima la confianza en los demás, la seguridad
en sí mismo/misma como persona capaz de conseguir y captar la atención y cuidados que
necesita y, por lo tanto, digna de amor. Estos seres humanos alcanzan mayor desarrollo
socioemocional, cognitivo y personológico en comparación con los inseguros, ya que pueden
reconocer sus estados de necesidad, regular sus emociones sin señales de hostilidad, son
socialmente más activos, intiman con comodidad, realizan búsquedas activas de la
información, poseen estructuras cognitivas más flexibles, son más extrovertidos y poseen
más alta autoestima, entre otras posibilidades.
El estilo de apego desarrollado en la infancia posee una connotación especial para el curso
de las relaciones interpersonales futuras, sobre todo las más íntimas (2). En el curso del
desarrollo de la teoría del apego se ha polemizado acerca de la estabilidad y el cambio de
los estilos de apego. Múltiples investigaciones (4,7) aportan evidencias acerca de la
estabilidad del estilo de apego desarrollado en la infancia en el ciclo vital humano, y en
otros estudios (2) se identifican las condiciones bajo las cuales podrían cambiar, ya que les
consideran permanentemente abiertas y susceptibles a la influencia de las nuevas
experiencias relacionales del individuo.
A pesar de su relevancia, esta temática se ha estudiado poco en el contexto cubano, y los
registros teóricos encontrados son escasos (9,10). Estas siguen un corte cualitativo y no
intentan correlacionar el apego desarrollado en dos momentos diferentes y distantes del
ciclo humano: la infancia y la adultez.
La presente investigación aborda una de las problemáticas más sensibles y controvertidas
dentro de la teoría del apego: la estabilidad y el cambio en el estilo de apego desarrollado
en la infancia. Para ello se plantea el objetivo general de determinar la relación existente
entre el estilo de apego desarrollado en la infancia y el apego conyugal en un grupo de
parejas que inician la parentalidad. Adicionalmente, se busca identificar las diferencias de
género en cuanto al tipo de apego que los miembros de las parejas establecen entre sí y
con el cuidador/la cuidadora principal de su infancia.
A partir de estos elementos, se considera que el estudio:
• en primer lugar, ofrece un acercamiento a las representaciones que se configuraron,
en los hombres y mujeres del estudio, sobre sus cuidadores primarios/cuidadoras
primarias, lo que posibilitaría hacer predicciones respecto a sus futuros
comportamientos como madres y padres en la relación afectiva con sus hijos/hijas,
ya que, como se conoce, las representaciones negativas de este vínculo afectivo
podrían constituirse en factores de riesgo para la promoción de una vinculación
segura con el hijo o la hija, como efecto de la transmisión intergeneracional del
apego;
• en segundo lugar, contribuye al conocimiento de las representaciones que poseen
personas adultas sobre sí mismas y de su pareja como figuras de apego, e identifica
las parejas que se manifiestan más satisfechas en el vínculo y si guarda relación o no
con el estilo de apego que desarrollan sus miembros.
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Métodos
Tipo de investigación e hipótesis
La investigación es de tipo descriptivo-correlacional y siguió una metodología cuantitativa,
mediante la aplicación de cuestionarios y el análisis estadístico. Este enfoque resultó
pertinente, pues posibilitó encontrar evidencias empíricas de los resultados avalados por la
teoría del apego en nuestro contexto, específicamente la relación entre los estilos de apego
desarrollados en la infancia y el apego en las relaciones amorosas, así como su carácter
predictivo. También se sometieron a prueba las hipótesis basadas en la medición numérica.
Las hipótesis planteadas fueron:
a) Hipótesis 1 (correlacional)
• Hi-1. Si existe un apego seguro con el cuidador/la cuidadora principal de la infancia,
entonces se manifestarán menores niveles de inseguridad en la relación de pareja.
b) Hipótesis 2 (descriptiva)
• Hi-2.1. En la relación parental-filial, el patrón de apego inseguro evitativo es más
frecuente en los hombres que en las mujeres.
• Hi-2.2. En la relación conyugal, el patrón de apego inseguro evitativo es más
frecuente en los hombres que en las mujeres.
• Hi-2.3. En la relación parental-filial, el patrón de apego inseguro preocupado es más
frecuente en las mujeres que en los hombres.
• Hi-2.4. En la relación conyugal, el patrón de apego inseguro preocupado es más
frecuente en las mujeres que en los hombres.
Población, tipo de muestreo y tamaño de la muestra
Conformaron la población las mujeres embarazadas primíparas y sus parejas, residentes en
el municipio de Plaza de la Revolución. La muestra fue de tipo no probabilística (dirigida),
pues la elección de los elementos de la población no dependió de la probabilidad sino de los
siguientes criterios: primer hijo/hija de la pareja; dos años como mínimo de relación, antes
de iniciarse el embarazo; mujer entre 20 y 34 años; conviven en el mismo hogar; hijo
deseado/hija deseada; disposición a colaborar con el estudio. Se solicitó el consentimiento
informado de las parejas para participar en la investigación y usar sus datos con fines
académicos.
Categorías, dimensiones e indicadores
Apego infantil. Vínculo afectivo intenso, duradero y de carácter singular, que desarrolla el
niño/la niña con su cuidador/cuidadora principal o figura de quien depende su seguridad,
protección y, por ende, su vida. Se caracteriza por una necesidad de proximidad física y
emocional, especialmente en situaciones percibidas como estresantes (3,4,8).
Estilos de apego infantil. Patrones estables de comportamiento que indican el modo en que,
de manera predominante, las figuras de apego satisfacen o no las necesidades de
seguridad, afecto, atención y cuidados del/la bebé. En la etapa adulta se determinan a
partir de la reconstrucción del recuerdo que poseen los sujetos sobre la relación con el
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cuidador/la cuidadora principal de la infancia y los comportamientos característicos de
esta/s figura/s de apego/s (8).
Estilos de apego conyugal. «Patrón que permite regular los sentimientos de seguridad en las
relaciones que requieren intimidad emocional y se caracteriza por una forma relativamente
estable de relacionarse, sentir y pensar en la relación de pareja» (8).
Técnicas e instrumentos
Se aplicó un cuestionario de autorreporte en el que se incluyeron los siguientes
instrumentos.
Cuestionario de datos sociodemográficos e informaciones sobre el vínculo parental-filial y
conyugal. Contiene preguntas demográficas sobre los participantes encuestados: sexo,
edad, raza, estado civil, nivel de escolaridad, ocupación, religión. Incluye ítems que
exploran el vínculo parental: el proyecto hijo/hija (planificación y deseabilidad/aceptación
del embarazo) y proyección como padres/madres, expectativas de su desempeño,
posibilidades y limitaciones de sus conductas en la relación e interacción con su hijo/hija,
así como preguntas relacionadas con el funcionamiento de la pareja, considerados por
Monteoliva en su investigación: tiempo de relación, de convivencia, grado de satisfacción,
intimidad, estabilidad e importancia de la relación (4).
Cuestionario de Apego Parental (P.B.I. - Parental Bonding Instrument) (Parker, Tupling y
Brown, 1979). Consta de veinticinco ítems conducentes a evaluar el apego en la infancia a
través de la relación establecida con las figuras de apego en sus dos apariencias: relación
cálida-distante, autonomía-control (7). Es un instrumento que apela al recuerdo que tiene la
persona adulta sobre la relación establecida y mantenida con su cuidador/cuidadora
principal en los primeros dieciséis años de vida. Bajo este esquema, se asume que un
vínculo seguro será el resultante de pautas de actuación parental que utilizan el afecto alto
y el control bajo o moderado en la crianza de los hijos. Por el contrario, la inseguridad
afectiva se asocia a la sobreprotección (no fomento de la autonomía) y al escaso afecto y
cuidado (3).
Cuestionario de la evaluación del apego en las relaciones de pareja (Experience in Close
Relationships Scale – ECR) (Brennan, Clark y Shaver, 1998). Evalúa el estilo de apego de
los individuos, en un continuo en base a dos dimensiones: la ansiedad asociada al apego, es
decir, el grado en que la persona se siente segura o insegura respecto de la disponibilidad
de la propia pareja, y la evitación asociada al apego, que evalúa el grado en que la persona
se siente cómoda y confortable siendo cercana o dependiendo de otros. También permite
ubicar a las personas en una de cuatro categorías de estilos de apego: un estilo seguro,
asociado a bajos niveles de ansiedad y/o evitación, y tres estilos inseguros: preocupado
(alta ansiedad, baja evitación), evitativo (baja ansiedad, alta evitación) y temeroso (alta
ansiedad y alta evitación). En el caso de este estudio se solicitó evaluar el apego referente a
la relación de pareja.
Pilotaje
Se realizó un pilotaje con una muestra de 15 parejas, para evaluar el grado de comprensión
de los instrumentos y obtener sugerencias para su adecuación. Las parejas del pilotaje
cumplían con las siguientes características: dos o más años de relación, sus miembros
tuvieran entre 20 y 34 años, residieran en el municipio de Plaza de la Revolución y en el
mismo hogar.
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A partir del análisis de los resultados obtenidos, se determinó adaptar el Cuestionario de
Apego Parental por ser el que resultó menos comprensible para los sujetos. La modificación
consistió en eliminar los adverbios de frecuencia de los ítems 12 y 18, y la conversión en
positivo de los ítems redactados en negativo 2, 8, 18 y 24. Luego se realizó un segundo
pilotaje a las mismas parejas para validar las adaptaciones hechas en el primer cuestionario
y se les solicitó nuevamente sugerencias con respecto a la comprensión de las preguntas.
Los sujetos no ofrecieron más recomendaciones y expresaron opiniones positivas de la
técnica.
Mediante la prueba de los rangos con signo, de Wilcoxon, se analizó la existencia o no de
diferencias significativas entre las medias de las puntuaciones.
Procesamiento de los datos
En todas las variables se realizaron análisis descriptivos relativos a su distribución en la
muestra evaluada. Para observar diferencias entre porcentajes de dos o más categorías, se
ha utilizado la prueba chi-cuadrado y tablas de contingencia. Para evaluar posibles
correlaciones entre variables independientes, se utilizaron correlaciones bivariadas (análisis
de Pearson).
Para el procesamiento, se empleó el Statistical Packet for Social Sciencies (SPSS, versión
20).
Resultados
Descripción general de la muestra
La presencia mayoritaria en la muestra es de sujetos que tienen entre 20 y 34 años de edad
(n = 71), de raza blanca (n = 47), universitarios (n = 33), que trabajan actualmente en el
sector cuentapropista (n = 34), que no poseen creencias religiosas (n = 50) y viven en
unión consensual (n = 47).
Informaciones generales sobre la parentalidad
Al evaluar, de manera general, elementos relacionados con la parentalidad en los sujetos de
la muestra, se obtuvo que asocian vivencias y comportamientos positivos a la llegada de su
hijo/hija. Las palabras que emplearon con mayor frecuencia en la asociación libre, fueron:
felicidad (n = 28), alegría (n = 16), amor (n = 11) y responsabilidad (n = 10).
La mayoría de los sujetos perciben que podrían manifestar un desempeño parental eficaz (n
= 84); es decir, consideran que podrían ser buenos padres/buenas madres, lo que pudiera
estar influyendo en la creencia que tienen de ser capaces de manifestar fácilmente muchas
de las complejas características que favorecen la relación parental-filial. De estas, las más
mencionadas fueron: confianza (n = 80), disponibilidad (n = 77), cuidados (n = 77) y
afecto (n = 76).
Informaciones generales sobre la conyugalidad
Al evaluar, de manera general, elementos de la conyugalidad en los sujetos de la muestra,
se obtuvo que estos reportan altos niveles de satisfacción con su pareja y su relación (M =
4.60). Además, muestran varios aspectos positivos de una relación de apego, pues pasan
mucho tiempo juntos diariamente (M = 14.24 horas/día), comparten actividades siempre
que les es posible (M = 4.45), y con frecuencia se comunican cuestiones íntimas,
reveladoras y expresan verbalmente sus emociones (M = 4.31). Le atribuyen mucha
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importancia a su relación y manifiestan absoluta confianza de que forman parte de una
relación estable (M = 4.71) y de que van a casarse con su pareja aquellos que no lo están
(M = 3.52).
En este grupo, el promedio del tiempo para establecer la convivencia luego de conformar la
relación amorosa, fue de 1.35 años.
En los datos llama la atención que los promedios de los ítems sobre la relación con la pareja
actual son en su mayoría muy altos y con desviaciones típicas pequeñas. Esto significa que
es una muestra bastante homogénea en cuanto a los factores de la conyugalidad. Se
confirma tal suposición a través de los mínimos utilizados por los participantes: en algunas
escalas respondieron solamente con 3.4 y 5. Esto puede deberse a que las parejas de la
muestra transitan por una etapa de crisis en su desarrollo personal y conyugal (etapa del
embarazo) que está siendo valorada o percibida de manera favorable, lo que podría suscitar
expectativas y emociones positivas respecto al vínculo conyugal y a los mismos cambios.
Pero también es posible que el uso de cuestionarios de autorreporte en condiciones de
estudio no controladas haya sesgado las respuestas de estos y evitado que escribieran
respuestas que pudieran dañar a su pareja.
Estilos de apego de la infancia
La evaluación del vínculo de apego desarrollado con el cuidador/la cuidadora principal de la
infancia se realizó con la escala de Apego Parental (P.B.I. - Parental Bonding Instrument)
(Parker, Tupling y Brown, 1979). Para poder identificar las vinculaciones de apego,
primeramente se analizan los niveles de las dos dimensiones: afecto/cuidado y
sobreprotección/control.
La asignación de los niveles alto y bajo se basa en los puntajes de corte ofrecidos por
Vallejo, Villada y Zambrano, quienes consideran un puntaje de afecto de 30.6 y un puntaje
de control de 12.5 para padres, y un puntaje de afecto de 25.6 y un puntaje de control de
11.9 para madres (12). En esta investigación se tomaron como madres los datos referentes
a las cuidadoras, y como padres los referentes a cuidadores, pues no siempre coincidió en
los sujetos de la muestra que la persona encargada de la crianza fueran los progenitores.
También fueron mencionados por los sujetos: abuela, abuelo, tía, aunque con menor
frecuencia. La madre fue la figura de apego más mencionada (81.4 %) y el padre solo fue
mencionado por un sujeto (1.2 %), por lo que no se hace alusión a él de manera específica
en las tablas e interpretaciones generales, pero sí se consideraron sus puntajes en los
análisis estadísticos. Además, se eliminaron de la base de datos aquellos sujetos de los que
no se disponía información sobre el parentesco con el cuidador/la cuidadora principal de la
infancia.
Los resultados de los recuerdos de la dinámica de interacción con la figura de apego han
señalado una mayor proporción de sujetos con un estilo de apego inseguro con el
cuidador/la cuidadora de la infancia (75.6 %). Dentro de ellos, el evitativo y el preocupado
son los de mayor frecuencia (29.1 %) y menos representado aparece el estilo temeroso
(17.4 %). Los sujetos seguros representan 19.8 % de la muestra.
La distribución de los estilos de apego en esta investigación no se corresponde
completamente con los resultados alcanzados por Melero (3) y Sánchez (7). Una de las
diferencias estriba en que estos investigadores obtuvieron las mayores puntuaciones para el
estilo de apego seguro o vínculo óptimo, y en la presente investigación este fue el segundo
estilo de apego menos representado. Sin embargo, los resultados coinciden con los de
Melero (3) en que el inseguro temeroso o vínculo ausente alcanzó la frecuencia mínima.
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Respecto de esta categoría, resulta interesante añadir que la media de su nivel de afecto no
es el más bajo, como pudiera pensarse por estar asociado a las figuras de apego más
contradictorias. En este caso, el estilo de apego inseguro evitativo o control frío obtuvo la
media más baja en el nivel que evalúa el recuerdo de afecto/cuidado proporcionado por el
cuidador/la cuidadora principal de la infancia.
La diferencia con los resultados de investigaciones antecedentes puede deberse al contexto
de aplicación del cuestionario y a las medias empleadas para categorizar a los sujetos. En el
estudio de Melero (3), se trabajó con una muestra española y se habían utilizado como
puntos de cortes las puntuaciones de otra investigación española antecedente a él, realizada
por Ortiz, Gómez y Apodaca (12). Para la presente investigación fue necesario auxiliarse de
los puntajes de corte ofrecidos por un estudio de Vallejo, Villada y Zambrano (11) realizado
en Colombia, pues en el contexto cubano no fue posible hallar o acceder a referentes
cuantitativos en el tema del apego. Por lo tanto, los puntos de cortes empleados en este
estudio fueron más bajos que los de Melero (3).
Al analizar la correspondencia entre el estilo de apego infantil, propio y el del cónyuge, se
obtuvo que la combinación de estilos de apego más frecuente en estas parejas es en la que
ambos miembros tienen un estilo de apego inseguro con el cuidador/la cuidadora de la
infancia (n = 24), luego aparecen las combinaciones en las que al menos un miembro tiene
un apego inseguro (n = 11) y, por último, en las que ambos tienen un apego seguro infantil
(n = 4).e (N=43)
Dentro de las parejas en las que ambos miembros son inseguros, las combinaciones más
frecuentes son: hombre evitativo-mujer preocupada (n = 6), mujer y hombre evitativos (n
= 5) y mujer y hombre temerosos (n = 5).
Al considerar los resultados encontrados por diferentes autores sobre la transmisión
intergeneracional del apego (4), podría plantearse que 19.8 % de los sujetos de la muestra
podrían estar en mejores condiciones de promover vinculaciones seguras para con su hijo o
hija, ya que cuentan con recuerdos de experiencias muy positivas respecto a este vínculo y
a su cuidador/cuidadora de la infancia. Además, esta ventaja podría ser mayor en solo 2
parejas cuyos integrantes coinciden en que desarrollaron y vivenciaron este estilo ya en la
infancia. Por otra parte, los miembros de estas parejas podrían coincidir más en las
interacciones que manifiesten y promuevan cada uno/una con su bebé, ya que comparten
similares estilos parentales y, por consiguiente, favorecer la coherencia en sus prácticas
parentales.
También puede apreciarse que, a pesar de que 80.2 % de los sujetos poseen recuerdos de
una relación de apego insegura con su cuidador/cuidadora principal, se muestran seguros y
confiados en sus posibilidades como padre/madre. Este resultado puede dar la idea de que
la representación mental que tienen de su figura de apego de la infancia pareciera que no
influye significativamente en la representación mental global actual de sí mismo/misma
como futuro padre/futura madre. También puede ser el resultado del desarrollo de apegos
de mejor calidad con otras figuras en su historia de relaciones o incluso ser una
manifestación del carácter idealizado que tienden a tener los primeros momentos de
formación del vínculo parental-filial.
Estilos de apego conyugal
La variable apego conyugal se evaluó a partir del Cuestionario de la Evaluación del Apego
en las Relaciones de Pareja (Experience in Close Relationships Scale – ECR) (Brennan, Clark
y Shaver, 1998).
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Los resultados mostraron un mayor porcentaje de sujetos con un estilo de apego seguro
(34.9 %) frente a los distintos tipos de inseguridad afectiva. Entre los estilos inseguros, el
mayor porcentaje corresponde al inseguro temeroso (32.6 %), seguido de los estilos
inseguro preocupado y evitativo, que coinciden en el valor del porcentaje (16.3 %).
Al comparar esta distribución con la obtenida por Melero (3) y Monteoliva (4), se pueden
distinguir semejanzas en cuanto al estilo de apego seguro, pues coinciden en que es el
estilo de mayor porcentaje. Cabe señalar también que esta distribución coincide con Melero
(3) en que, dentro de los estilos inseguros, el temeroso es el más representado.
Al analizar la correspondencia entre el estilo de apego conyugal propio y el de la pareja, se
obtuvo que la combinación más frecuente es la de parejas en las que ambos miembros son
inseguros (n = 23). Luego aparecen con la misma cantidad de parejas (n = 10) las
combinaciones en las que ambos miembros son seguros o uno de ellos es inseguro.
La combinación diádica insegura más frecuente es la de hombre temeroso y mujer con un
estilo de apego temeroso también (n = 9), lo que significa que en estas parejas tanto los
niveles de ansiedad como los de evitación son elevados; sus miembros son personas que,
aunque reconocen su necesidad por la pareja, la falta de confianza en ella/él les provoca
que eviten sobremanera la cercanía emocional. También sobresalen como las segundas más
frecuentes (n = 6) parejas integradas por el estilo temeroso y evitativo, que es dentro del
grupo de combinaciones inseguras las que tienden a ser más estables pero también las más
insatisfechas, ya que poseen expectativas de la pareja que se confirman con los estilos de
apego de cada uno/una; además, los evitativos/las evitativas suelen soslayar los conflictos
interpersonales.
Correlación entre los estilos de apego: de la infancia y conyugal
Para explorar si el estilo de apego desarrollado en la infancia y el estilo de apego conyugal
estaban relacionados, se realizaron correlaciones bivariadas.
Con esta prueba se obtuvo un coeficiente de r = .049, lo que indica que no existen
relaciones significativas entre ambas variables. Por lo tanto, se rechaza la hipótesis de
investigación Hi-1 (Si existe un apego seguro con el cuidador/la cuidadora principal de la
infancia, entonces se manifestarán menores niveles de inseguridad en la relación de
pareja).
Este resultado puede deberse al tamaño de la muestra, pues al ser pequeña disminuye el
poder estadístico y, por consiguiente, la probabilidad de encontrar un efecto significativo,
aunque también puede ser expresión de las posibilidades de cambio de los estilos de apego
a lo largo del ciclo vital humano, como refieren algunos autores (Huth-Bocks, Levendosky,
Bogat, Von Eye, 2004; y Schneider, Burke, 1999 (citados por 14).
En relación con la modificación de los estilos de apego, se obtuvo que 49 sujetos no
modificaron su estilo de apego de la infancia a la adultez, 7 sujetos mantuvieron su
seguridad en el estilo de apego de la infancia a la adultez; y 42 sujetos, su inseguridad.
Mientras que en 33 sujetos sí ocurrió una modificación en su estilo de apego en la adultez:
23 en el sentido de negativo a positivo y en 10 sujetos en el sentido de positivo a negativo.
El cambio que se da en sentido positivo puede deberse, al decir de Marrone (2001), citado
por Weiss (15), a la seguridad adquirida en otros vínculos. Por otro lado, el cambio en
sentido positivo a negativo del estilo de apego (es decir, de seguro infantil a inseguro
conyugal) puede estar asociado, como plantean en sus investigaciones Quezada y Pía (14),
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a diferentes factores: experiencias de maltrato, eventos traumáticos, relaciones de parejas
insatisfactorias, cambios en el contexto social, pobreza, bajo nivel socioeconómico, violencia
doméstica y la aparición de psicopatologías, entre otros.
Diferencias de género y estilos de apego
Con la finalidad de identificar las diferencias por sexo en cuanto al apego desarrollado
durante la infancia, se analizaron las frecuencias y se realizaron tablas de contingencia, en
cuanto a las variables estilo de apego infantil y estilo de apego conyugal. Los resultados
fueron los siguientes.
Acerca del estilo de apego desarrollado con el cuidador/la cuidadora de la infancia, más
hombres (20.9 %) que mujeres (18.6 %) recuerdan una dinámica de interacción con su
figura de apego basada en la seguridad emocional, el afecto, la independencia y la
autonomía. Pero la diferencia entre los sexos es muy pequeña en esta categoría, por lo que
no se considera relevante.
Entre los estilos de apego inseguros, el evitativo es más frecuente en la muestra de los
hombres (34.9 %) que en la de las mujeres (23.3 %), lo cual confirma la primera hipótesis
planteada para el sexo masculino (Hi-2.1). Asimismo sucede con la primera hipótesis
referida al sexo femenino (Hi-2.3). El estilo inseguro preocupado es más frecuente en la
muestra de mujeres (44.2 %) que en la de los hombres (14.0 %), y este a su vez es el
estilo en que más resulta evidente la diferencia entre ambos sexos. Estos resultados revelan
que en sociedades patriarcales, como la nuestra, la educación emocional sigue siendo
tradicional y sexista, ya que se establecen y estimulan formas de comportamiento y
actitudes bien diferenciadas para cada sexo, y se promueven la poca confianza en sí misma
y la dependencia (búsqueda constante de aprobación) en la mujer y el exceso de confianza
en sí mismo y la evitación del contacto cercano-emocional con el otro/la otra en el hombre.
El estilo menos frecuente en la muestra femenina es el inseguro temeroso (11.6 %),
mientras que en la muestra masculina es el inseguro preocupado (14.0 %). Este resultado
también podría ser manifestación de procesos de socialización de género, ya que pareciera
que con las niñas sus cuidadores primarios/cuidadoras primarias se permiten a sí
mismas/mismos ser más afectuosas/afectuosos y sobreprotectoras/sobreprotectores que
con los niños.
Estas diferencias entre los distintos estilos de apego desarrollados durante la infancia y el
sexo se confirman con las tablas de contingencia, pues sus resultados también muestran
diferencias estadísticamente significativas entre ellos: Chi2 (1) = 9.44, p < .05. El tamaño
de la diferencia refleja un efecto medio-alto: Cramers V = .339 (16).
En cuanto al estilo de apego conyugal, más mujeres (41.9 %) que hombres (27.9 %) de la
muestra poseen un vínculo seguro con su pareja actual.
Dentro de los estilos de apego inseguros, el evitativo es más frecuente en la muestra de los
hombres (27.9 %) que en la de las mujeres (4.7 %), lo cual confirma la segunda hipótesis
planteada para el sexo masculino (Hi-2.2). Sin embargo, esto no ocurre así con la segunda
hipótesis concebida para el sexo femenino (Hi-2.4). El estilo preocupado no resultó ser el
estilo conyugal inseguro más frecuente en las mujeres de la muestra, sino el inseguro
temeroso (37.2 %).
El estilo conyugal menos frecuente en la muestra femenina es el estilo evitativo (4.7 %),
mientras que en la muestra masculina es el estilo preocupado (16.3 %).
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Los resultados obtenidos en cuanto a los estilos inseguros que manifiestan los hombres y
las mujeres de la muestra, se ajustan a las pautas sociales que definen las características
más deseables o atractivas de cada género.
El estadístico Chi cuadrado resultó estadísticamente significativo Chi2 (1) = 8.91, p < .05,
con un efecto (Cramers V = .322) medio alto (16), por lo que se puede comprobar que
existen diferencias estadísticamente significativas entre las cuatro categorías en función del
sexo.
Resulta muy interesante que dentro de los estilos de apego conyugal exista una polarización
en la muestra femenina, pues las frecuencias más altas están representadas por los estilos
más extremos: seguro (41.9 %) y temeroso (37.2 %). Apenas está presente el estilo
inseguro evitativo (4.7 %), y el inseguro preocupado es el segundo menos frecuente (16.3
%). No sucede así en la muestra de los hombres, ya que la distribución porcentual de sus
estilos de apego conyugales es casi igualitaria (27.9 % seguro, 27.9 % evitativo, 27.9 %
temeroso y 16. 3 % preocupado). La única semejanza que puede identificarse, es que hay
la misma cantidad de mujeres y de hombres que poseen un estilo de apego conyugal
inseguro preocupado (ambos 16.3 %).
De igual manera llama la atención la variación de las frecuencias de los estilos de apego
desarrollados en la infancia y los estilos de apego conyugales.
Mientras la frecuencia del estilo seguro apenas varió en la muestra de los hombres (20.9 %
infantil, 27.9 % conyugal), en la de las mujeres aumentó más del doble (18.6 % infantil,
41.9 % conyugal). De igual modo aumentó en la muestra femenina la frecuencia del estilo
de apego temeroso (11.6 % infantil, 37.2 % conyugal). Resulta evidente también la
disminución en las frecuencias de los dos tipos de inseguros en este grupo: preocupado
(44.2 % infantil, 16.3 % conyugal) y evitativo (23.3 % infantil, 4.7 % conyugal).
En el caso de la muestra conformada por hombres, aunque son menos notables en
comparación con la muestra de las mujeres, también pueden identificarse cambios en las
frecuencias de sus estilos de apego. Por ejemplo, al comparar el apego conyugal y el apego
desarrollado en la infancia, puede observarse una disminución de la frecuencia en el estilo
inseguro evitativo (34.9 % infantil, 27.9 % conyugal) y un ligero aumento en las
frecuencias de los estilos temeroso (23.3 % infantil, 27.9 % conyugal) y preocupado (9.3 %
infantil, 16.3 % conyugal). Como se mencionaba anteriormente, la frecuencia del tipo de
apego seguro también varía (20.9 % infantil, 27.9 % conyugal).
Correlación de los estilos de apego conyugal y variables de la calidad de la relación
Para conocer la relación entre los estilos de apego conyugal y las variables de la calidad y
funcionamiento de la relación amorosa (satisfacción, intimidad, estabilidad, compromiso
percibido en la relación, entre otras), se realizaron correlaciones biseriales. De manera
general, los resultados muestran varias correlaciones significativas.
La correlación más fuerte se encuentra entre los estilos de apego conyugal y la variable
contar aspectos íntimos (r = - .428, p < .01. Esta correlación media-alta indica que las
personas de la muestra con un estilo de apego conyugal inseguro cuentan con menos
frecuencia aspectos íntimos a sus parejas. También aparece correlación media-alta entre el
estilo de apego conyugal y las variables medidas de la relación: grado de intimidad (r = -
.349), grado de satisfacción (r = - .342) y grado de estabilidad (r = - .311) (todas ps <
.01). Esto significa que las personas con un apego inseguro perciben su relación de pareja
actual como menos íntima, menos satisfactoria y menos estable.
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Por otro lado, no se encuentran correlaciones significativas entre los estilos de apego
conyugal y las siguientes variables evaluadas: importancia que tiene la relación (r = -
.080), probabilidad que la relación se acabe dentro de seis meses (r = .193), expresión de
sentimientos (r = - .006) y actividades compartidas (r = - .155), (todas ps > .05).
Probablemente no se encuentra una correlación significativa entre los estilos de apego
conyugal y la variable probabilidad de que la relación acabe dentro de seis meses, pues la
muestra seleccionada se encuentra iniciando la parentalidad y, en esta nueva situación, la
mayoría de las parejas se concentran en la llegada del nuevo miembro de la familia, en la
búsqueda de recursos para afrontar las nuevas exigencias, los nuevos cambios que esta
etapa de tránsito conlleva, y no en finalizar en un futuro cercano su relación, o también
puede estar influyendo en el incremento de la percepción positiva del vínculo y su
proyección futura la deseabilidad del hijo o hija que se espera (17).
Los resultados también muestran que no hay una correlación estadísticamente significativa
entre las variables estilos de apego conyugal e importancia de la relación, lo que significa
que la seguridad o inseguridad del estilo de apego conyugal no está influyendo en la
evaluación que hacen los sujetos de la importancia o no de su relación. Existe la
probabilidad de que otros factores, como la percepción positiva del evento (embarazo) o la
percepción de apoyo recibido por el cónyuge, estén relacionados o influyan en la evaluación
que hacen los sujetos de la importancia que tiene su relación. Tampoco hubo una variación
sistemática entre los estilos de apego conyugal y las variables expresión de sentimientos y
actividades compartidas, lo cual puede deberse a la presencia de otros factores que influyen
en las relaciones de pareja: la duración de la relación, los estilos comunicativos, la red
social y familiar, factores culturales y costumbres, entre otros.
De manera general, los resultados obtenidos corroboran parcialmente los encontrados en el
estudio de Monteoliva (4) sobre la relación del estilo de apego adulto y la calidad de las
relaciones románticas, pues solo se encontraron correlaciones de los estilos de apego
conyugales con las variables grado de satisfacción, grado de intimidad, grado de estabilidad
y comunicar información personal. Se puede confirmar con los datos obtenidos que los
adultos inseguros, en comparación con los seguros, son los que menos satisfechos se
encuentran con su relación, los que perciben menor estabilidad e intimidad, y los que
menos información personal comunican a sus parejas.
Además, estos resultados permiten analizar la calidad del funcionamiento de las parejas del
estudio en los primeros momentos de su parentalidad, en la que se ha podido identificar
que al menos 10 de las 43 que integran el grupo poseen un estilo de apego seguro y
funcionalidad de la relación que las coloca en una situación ventajosa respecto a otras —en
las que ambos miembros poseen un apego inseguro y sus niveles de satisfacción, intimidad
y compromiso conyugal son más bajos—, pues les permiten desarrollarse en este período de
su formación como padre y madre en un contexto conyugal positivo, que servirá de acogida
al bebé que esperan. Como constataron Serrano (1) y otros investigadores, existen
relaciones de interinfluencia e interdependencia entre la funcionalidad conyugal y la
parental, que se manifiestan en que madres y padres satisfechos con su relación de pareja
(y sobre todo las madres) estimulan la independencia de sus hijos, tienen expectativas de
logro y pueden disfrutar más de ellos; es decir, pueden alcanzar mejor desempeño que
aquellos que conforman parejas caracterizadas por la conflictividad e insatisfacción
conyugal.
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Conclusiones
• La mayoría de los sujetos de la muestra poseen recuerdos de un estilo de apego
inseguro desarrollado en su infancia. Entre ellos, los estilos evitativo y preocupado son
los más frecuentes, y el menos representado es el estilo temeroso. Entretanto, en los
estilos de apego conyugal, la mayor frecuencia está representada por sujetos con un
estilo seguro. Dentro de los estilos inseguros, el mayor porcentaje corresponde al
inseguro temeroso, seguido de los estilos inseguros preocupado y evitativo.
• Se rechazó la hipótesis de investigación correlacional que plantea Hi-1 (Si existe un
apego seguro con el cuidador/la cuidadora principal de la infancia, entonces se
manifestarán menores niveles de inseguridad en la relación de pareja), pues no se
encontró una relación estadísticamente significativa entre el estilo de apego desarrollado
durante la infancia y el estilo de apego conyugal de los sujetos en el grupo de parejas
estudiado.
• Se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres y los
estilos de apego. En cuanto al apego desarrollado durante la infancia, más mujeres que
hombres desarrollaron inseguridad en el vínculo con su figura de apego. En cuanto al
estilo de apego conyugal, más mujeres que hombres de la muestra poseen un vínculo
seguro con su pareja actual.
• De las cuatro hipótesis de investigación planteadas sobre las diferencias de género y los
estilos de apego, se confirmaron las dos relacionadas con el sexo masculino y se rechazó
la segunda planteada para el sexo femenino. En concreto, se confirmó que, tanto en la
relación parental-filial como en la relación conyugal, el patrón de apego inseguro
evitativo es más frecuente en los hombres que en las mujeres, y que en la relación
parental-filial, el patrón de apego inseguro preocupado es más frecuente en las mujeres
que en los hombres, no así en la relación conyugal, ya que el patrón de apego inseguro
que predomina en este grupo es el temeroso.
• Los estilos de apego conyugales correlacionaron significativamente con cuatro de las
variables que miden la calidad de las relaciones íntimas: grado de satisfacción, grado de
intimidad, grado de estabilidad y comunicar información personal. Ello significa que
sujetos con un estilo seguro en su relación de pareja se sienten más satisfechos,
perciben su relación como más estable e íntima, y comunican más informaciones
personales.
Recomendaciones
Desde el punto de vista teórico:
• realizar estudios similares que incluyan en sus análisis los factores que pueden influir
en la modificación de los estilos de apego.
Desde el punto de vista metodológico:
• realizar validaciones sistemáticas de las mediciones de apego en el contexto cubano;
• realizar futuras investigaciones que corroboren los resultados del presente estudio,
en las cuales los procedimientos de muestreo permitan la generalización de sus
conclusiones a poblaciones previamente definidas y utilicen muestras más amplias
que permitan hacer predicciones;
• complementar en próximas investigaciones el uso de cuestionarios de autorreporte
con otros métodos de evaluación: observación, uso de informantes claves,
entrevistas semiestructuradas...;
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• realizar investigaciones de tipo longitudinal que pongan a prueba las hipótesis
planteadas en este estudio y evalúen las relaciones entre las variables en diferentes
momentos y controlen sus efectos a través del tiempo.
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Fecha de recepción de original: 9 de febrero de 2018
Fecha de aprobación para su publicación: 19 de junio de 2019
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