FRATELLI TUTTI: LA
DIMENSIÓN ECUMÉNICA
E INTERRELIGIOSA DE LA
ENCÍCLICA
Juan Pablo García Maestro
La nueva encíclica Fratelli tutti (FT) 1del papa Francisco ha de ser releída a par-
tir de un tema que identifica los casi ocho años de su pontificado: el mundo
de los pobres, de los que sufren la cultura del descarte, de aquellos que son
invisibles a este mundo2. Desde aquí, es acertado decir que con Francisco es-
tamos viviendo la tercera recepción del Concilio Vaticano II. Sabemos que Juan
XXIII propuso tres grandes temas en diferentes alocuciones previas al inicio
de sus trabajos: la apertura al mundo moderno, la unidad de los cristia-
nos y la Iglesia de los pobres3.
1 PAPA FRANCISCO, Carta encíclica Fratelli tutti. Sobre la fraternidad y la amistad social,
Ed. Verbo Divino, Estella (Navarra) 2020.
2 He tratado este tema de forma más amplia en mi artículo: ¿Qué “Caritas” queremos
para el futuro? Visibilizar el rostro de los que sufren la cultura del descarte, en “Sinite” 182
(septiembre-diciembre 2019), 511-528. En su exhortación Evangelii gaudium afirma el
papa Francisco: “Sin la opción preferencial por los pobres, el anuncio del Evangelio,
aun siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse
en el mar de palabras al que la actual sociedad de la comunicación nos somete” (EG
199).
3 G. ALBERIGO-J.P. JOSSUA, La recepción del Vaticano II, Cristiandad, Madrid 1987,
217-218.
550 Fratelli Tutti: la dimensión ecuménica e interreligiosa de la encíclica
Sin embargo, el tema de los pobres no prosperó en la Iglesia europea (Jon
Sobrino). Fue la II Asamblea de los obispos latinoamericanos, celebrada en
Medellín (Colombia) en 1968, quien adaptó el Concilio Vaticano II a aquel
Continente, a partir de la opción no exclusiva pero sí preferencial por los
pobres. En este sentido Jorge Bergoglio ha asumido lo que debería haber sido
lo más importante del Vaticano II y lo central de Medellín. Desde la opción
por los pobres se entiende mejor y dan más de sí el diálogo con el mundo y
el ecumenismo.
Sin embargo, dentro de estos tres objetivos hay otro elemento que destacó el
papa san Pablo VI en el discurso de clausura del Vaticano II: la historia antigua
y siempre nueva del Buen Samaritano. Desde esta espiritualidad de la compasión,
es desde donde hay que leer los 16 documentos del Vaticano II y también la
nueva encíclica de Francisco “Fratelli tutti”. El fundamento bíblico de la en-
cíclica está en el segundo capítulo que es una lectura creyente de la realidad
a partir de una parábola dicha por Jesús hace dos mil años. Porque, si bien
esta carta está dirigida a todas las personas de buena voluntad, más allá de sus
convicciones religiosas, la parábola se expresa de tal manera que cualquiera de
nosotros puede dejarse interpelar por ella (FT 56).
Jesús cuenta que había un hombre herido, tirado en el camino, que había sido
asaltado. Pasaron varios a su lado, pero huyeron, no se detuvieron. Eran per-
sonas con funciones importantes en la sociedad, que no tenían en el corazón
el amor por el bien común. No fueron capaces de perder unos minutos para
atender al herido o al menos para buscar ayuda. Uno se detuvo, le regaló cer-
canía, lo curó con sus propias manos, puso dinero también de su bolsillo y se
ocupó de él. Sobre todo, le dio algo que en este mundo ansioso retaceamos
tanto: le dio su tiempo. Seguramente él tenía sus planes para aprovechar
aquel día según sus necesidades, compromisos o deseos. Pero fue capaz de
dejar todo a un lado ante el herido, y sin conocerlo lo consideró digno de
dedicarle tiempo (FT 63).
“¿Con quién te identificas? Esta pregunta es cruda, directa y determinan-
te. ¿A cuál de ellos te pereces? No hace falta reconocer la tentación que nos
circunda de desentendernos de los demás; especialmente de los más débiles.
Digámoslo, hemos crecido en muchos aspectos, aunque somos analfabetos
Juan Pablo García Maestro 551
en acompañar, cuidar y sostener a los más frágiles y débiles de nuestras
sociedades desarrolladas” (FT 64).
LA EXCLUSIÓN DE LA SALVACIÓN A LOS OTROS
Desde el diálogo con las otras confesiones y religiones no siempre ha existido
el espíritu de fraternidad. El axioma “fuera de la Iglesia no hay salvación” (extra
ecclesiam nulla salus) ha predominado durante muchos siglos. Este axioma de
san Cipriano de Cartago ha recibido diversas aplicaciones dependiendo de
circunstancias y de distintas concepciones de la propia Iglesia. Así tenemos
que los teólogos Ignacio de Antioquía, Cipriano, Ireneo de Lyon y Orígenes
aplicaron este axioma a los propios cristianos que se habían separado de la
Iglesia, suponiendo su culpabilidad personal.
San Ignacio de Antioquía fue el primero que aplica este axioma en dicho sen-
tido. Él subraya la exigencia de la unidad dentro de la Iglesia y de la unión con
el obispo, como requisito para la unión con Cristo4.
San Ireneo de Lyon supone una culpabilidad por parte de los que están priva-
dos de la salvación por haberse separado de la Iglesia5.
San Ciprino de Cartago habla de exclusión de la salvación a los herejes y cis-
máticos, por haberse desvinculado de la Iglesia. Incluso ni siquiera el mártir
puede purificar la culpa del cisma.
Una cuestión importante que debemos plantearnos es la siguiente: ¿Se puede
decir que Cipriano emitió un juicio negativo también sobre los paganos que
estaban fuera de la Iglesia? ¿Eran considerados también culpables y, por tanto,
excluidos de la salvación?
A estos interrogantes respondemos con esta tesis del teólogo Francis Sullivan:
“No hay ejemplos en sus escritos en los que explícitamente aplique
su sentencia “fuera de la Iglesia no hay salvación” a la mayoría del
4 IGNACIO DE ANTIOQUÍA, A los filadelfios 3,3.
5 IRENEO, Contra los herejes, IV, 33, 7.
552 Fratelli Tutti: la dimensión ecuménica e interreligiosa de la encíclica
pueblo que era aún pagano en su tiempo. Sabemos que juzgaba a
los cristianos herejes y cismáticos culpables de su separación de la
Iglesia. ¿Juzgaba también a los paganos culpables de no aceptar el
evangelio cristiano y no entrar en la Iglesia? No lo sabemos”6.
¿Por qué el planteamiento cambió una vez que el cristianismo se hubo con-
vertido en la religión oficial del imperio romano y la mayoría del pueblo hubo
aceptado la fe cristiana?
Porque daban por hecho que el Evangelio había sido proclamado en todo
el mundo, y por lo tanto a quien no estaba dentro de la Iglesia lo conside-
raban culpable.
A partir del siglo V, con san Fulgencio de Ruspe (467-532) se aplicó también a
los que pertenecían a otras religiones. Decía así Fulgencio de Ruspe a la hora
de hablar de la salvación de los herejes, cismáticos, paganos y judíos: “Mantén
con fe solidísima y no dudes en modo alguno que no solo todos los paganos,
sino también los judíos y todos los herejes y los cismáticos que mueran fuera
de la Iglesia católica irán al fuego eterno preparado para el diablo y a sus án-
geles” (Mt 25, 41)7.
Ante este planteamiento, lo que parecía más llamativo de este texto de Ful-
gencio de Ruspe a un teólogo como Hans Urs von Balthasar no es el carácter
extremo de tal aseveración, sino que el conocimiento del resultado condena-
torio del juicio elevado a la categoría de “verdad de fe”.
En cuanto a la enseñanza magisterial destacamos de manera especial el decre-
to de los jacobitas o coptos de Egipto del concilio de Florencia (1442). Este es
el primer documento oficial en el que, además de los herejes y los cismáticos,
son mencionados los judíos y los paganos en relación con el axioma “fuera de
la Iglesia no hay salvación”. Este decreto, que en realidad es una bula prepara-
6 F. SULLIVAN, ¿Hay salvación fuera de la Iglesia? Rastreando la historia de la respuesta
católica, Desclée de Brouwer, Bilbao 1999, 32-33. Ver también el libro de B. SESBOÜÉ,
Fuera de la Iglesia no hay salvación. Historia de una fórmula y problemas de interpretación,
Mensajero, Bilbao 2006, especialmente 40-50.
7 FULGENCIO DE RUSPE, De fide seu de regula fidei ad Petrum 38, 81.
Juan Pablo García Maestro 553
da por Eugenio IV, ofrece un resumen de la fe cristiana, en el que se expresa
en una fórmula rígida la doctrina de la necesidad de la Iglesia para la salvación
casi tomada literalmente del Tratado sobre la fe de Fulgencio de Ruspe. El
texto dice así:
“La sacrosanta Iglesia romana firmemente cree, profesa y predica que
nadie que no esté dentro de la Iglesia católica, no solo paganos, sino
también judíos y herejes y cismáticos, puede hacerse partícipe de la
vida eterna, sino que irá al fuego eterno “que está aparejado para el
diablo y sus ángeles” (Mt 25, 41)8.
¿Hay una expulsión más radical que haber excluido de la salvación a los que
morían fuera de la Iglesia?
Para superar estos exclusivismos, es necesario tomar conciencia que Jesús
puso como ejemplo de verdaderos creyentes a personas que no pertenecían
al pueblo elegido. Estoy pensando en el Buen Samaritano (Lc 10, 25-37), la
mujer sirofenicia (Mc 7, 24-30), o la mujer cananea que pide a Jesús curar a su
hija (Mt 15, 21-28) quien hace comprender a Jesús que, sea como sea, él debe
anticipar este amor de Dios a los otros y abrir sus puertas a todos. El juicio
final que nos narra Mateo 25, 31-46, es ante todo un juicio universal a creyen-
tes y a no creyentes desde un cuestionamiento radicalmente humano y ético.
Y el máximo del encuentro con el diferente lo encontramos el encuentro de
Jesús con el centurión romano. De él dijo Jesús: “Os digo que ni en Israel he
encontrado una fe tan grande” (Lc 7, 1-9). Por eso Jesús añade: “Y os digo
que vendrán muchos de oriente y occidente a ponerse a la mesa de Abraham,
Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán
echados a las tinieblas de fuera” (Mt 8, 11-12).
En este sentido, el papa Francisco afirma en FT que “Dios no mira con los
ojos, Dios mira con el corazón. Y el amor de Dios es el mismo para cada per-
sona sea de la religión que sea. Y si es ateo es el mismo amor. Cuando llegue
el último día y exista la luz suficiente sobre la tierra para poder ver las cosas
como son, ¡nos vamos a llevar cada sorpresa!” (FT 281).
8 DH 1351. Envío a la interpretación de este texto en J. DUPUIS, Hacia una teología
cristiana del pluralismo religioso, Sal Terrae, Santander 1999, 146ss.
554 Fratelli Tutti: la dimensión ecuménica e interreligiosa de la encíclica
EL VATICANO II Y LAS OTRAS RELIGIONES
La declaración Nostra aetate (NE)9 del Vaticano II sobre las relaciones de la
Iglesia con las otras religiones no cristianas marca una nueva mentalidad, que
el papa Francisco recoge en la nueva encíclica cuando cita el n. 2 de NE: “La
Iglesia valora la acción de Dios en las demás religiones y no rechaza nada de
lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Y no pocas veces reflejan
un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres” (FT 277).
De la declaración NE es importante también el número que está en relación
con la fraternidad que debemos a los demás que creen diferente: “No podemos
invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con
algunos hombres, creados a imagen de Dios. La relación del hombre para con Dios y con
los demás hombres, sus hermanos, están de tal forma unidas que, como dice la Escritura:
“el que no ama no ha conocido a Dios” (Jn 4, 8). La Iglesia, por consiguiente, reprueba,
como ajena al espíritu de Cristo, cualquier discriminación o vejación realizada por motivos
de raza o color, de condición o religión. Ruega ardientemente a los fieles cristianos que, ob-
servando en medio de las naciones una conducta ejemplar, tengan paz con todos los
hombres, para que sean verdaderamente hijos del Padre que está en los cielos” (NE 5).
En esta línea, el papa Francisco sostiene que la violencia y el terrorismo no
encuentra fundamento en las convicciones religiosas fundamentales sino en
sus deformaciones (FT 282). El terrorismo execrable que amenaza la segu-
ridad de las personas no es causa de la religión sino de las interpretaciones
equivocadas de los textos religiosos. Tal terrorismo debe ser condenado en
todas sus formas y manifestaciones (FT 283). Cada uno está llamado a ser un
artesano de la paz, uniendo y no dividiendo, abriendo las sendas del diálogo y
no levantando nuevos muros.
El papa Francisco recuerda el encuentro en Abu Dabi con el Gran Imán Ah-
mad Al-Tayyeb (4 de febrero de 2019)10, donde declararon que las religiones
9 Esta declaración fue aprobada por Pablo VI el 28 de octubre de 1965 y, que es el
documento más breve de todos los documentos del Concilio Vaticano II.
10 El Documento sobre la Fraternidad Humana” firmado en Abu Dhabi en
2019 por el papa Francisco y el Gran Imán de al-Azhar, Ahmad al-Tayyeb, es la
culminación de la experiencia de diálogo entre el islam y el cristianismo. No es el
Juan Pablo García Maestro 555
no incitan nunca a la guerra. Porque Dios no necesita ser defendido por
nadie y no desea que su nombre sea usado para aterrorizar a la gente” (FT
285). Porque quien mata a una persona es como se hubiese matado a toda la
humanidad y quien salva a una persona es como si hubiese salvado a la huma-
nidad entera (FT 285).
El diálogo entre las personas de distintas religiones no se hace meramente
por diplomacia, amabilidad o tolerancia. Citando a los obispos de la India,
el papa Francisco afirma: “El objetivo es establecer amistad, paz, armonía y
compartir valores y experiencias morales y espirituales en un espíritu de ver-
dad y amor (FT 271).
En la declaración NE es muy importante el diálogo entre judíos y cristianos
(cf NE 4). Esta declaración, acusada de herejía por contradecir algunos pos-
tulados antisemitas que había mantenido la Iglesia católica, ha supuesto un
revolucionario cambio de paradigma, iniciando un camino de entendimiento
que se materializó con la respuesta agradecida de un importante grupo de
rabinos judíos en el documento Dabrú Emet del año 2000.
San Juan XXIII afirma “Soy José vuestro hermano” y la declaración Dignitatis
Humanae sobre la libertad religiosa pide excluir de la nueva teología los conte-
nidos ofensivos y recuperar la dignidad personal, anterior a cualquier religión.
La consigna es profundizar en el conocimiento mutuo, generador de respeto
y comprensión. Sin triunfalismos espirituales que reivindiquen la posesión de
una verdad única, ni reclamaciones basadas en injusticias pasadas, judaísmo
y cristianismo intentan desde hace medio siglo, un acercamiento a través del
diálogo y la concesión del perdón. Los dones y la llamada de Dios son irrevo-
cables y la Nueva Alianza no elimina las antiguas prebendas de amor.
primer documento que firman líderes de ambas religiones, pero sin duda, es el pacto
más completo y más desarrollado. Este documento se refiere a todos los campos
de la vida (social, cultural, económico, político) y señala directamente los problemas
que tiene la humanidad en la actualidad. Es un acuerdo que llama a las cosas por su
nombre y no pretende ser “políticamente correcto”, se nota que quienes firman son
dos personas comprometidas con la justicia y la dignidad humana. Además de señalar
los problemas, ofrece soluciones desde las dos religiones y llama a un compromiso
global en todos los niveles para salvar nuestro planeta.
556 Fratelli Tutti: la dimensión ecuménica e interreligiosa de la encíclica
El cristianismo considera al judaísmo como su raíz sagrada (cf. Rom 11, 16-
18). La alianza de Dios con el Pueblo nunca fue abolida. Por eso, el diálogo y
la amistad con los hijos de Israel forma parte de la vida de los discípulos de
Jesús. El papa Francisco en Evangelii gaudium da incluso un paso más adelante.
Francisco no solo toma en consideración el origen común, sino que mira
al judaísmo posbíblico. Dios sigue habitando y actuando en el Pueblo de la
antigua alianza. De ese modo, ha surgido allí el tesoro de sabiduría que brota
del encuentro con la Palabra de Dios y es para la Iglesia un enriquecimiento.
Existe una rica complementariedad que nos permite leer en común los textos
de la Biblia hebrea y ayudarnos mutuamente a desentrañar las riquezas de la
Palabra de Dios y compartir muchas convicciones éticas y la preocupación
común de la justicia y el desarrollo de los pueblos (cf EG 247-249). En esto
hay que destacar el Documento de la Pontificia Comisión Bíblica, El pueblo
judío y sus Escrituras Sagradas de 2001.
Al papa Francisco le unen estrechos lazos de amistad con el rabino Abraham
Skorka11, a quien define como “hermano y amigo”. Jorge Bergoglio propuso
a la Universidad Católica que otorgara al rabino Skorka un doctorado honoris
causa. Este gesto de darle el doctorado honoris causa a este rabino implicaba
reconocer que en un maestro judío hay sabiduría, hay una riqueza de conoci-
miento y doctrina de la cual también los católicos nos beneficiamos. Este acto
colmó la paciencia de los sectores ultraconservadores, que se ensañaron con
Bergoglio por semejante ocurrencia.
En cuanto al diálogo con las otras religiones, diremos que, a diferencia del
diálogo ecuménico y el diálogo con el judaísmo, el diálogo con las otras re-
ligiones no se puede construir sobre textos sagrados comunes. El punto de
encuentro con las otras religiones es la conciencia. Porque, si ellas oyen en su
conciencia la voz de Dios y la siguen (Rom 2, 14s), siguen la ley fundamental
del amor y, con la Regla de Oro, cumplen lo que la ley y los profetas exigen
(Mt 7, 2; 22, 40). Porque todos los seres humanos son creados a imagen de
Dios, que es amor (Gn 1, 27); todo ha sido creado por Cristo y en Él; Cristo
ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jn 1, 8) y por el Espíritu actúa
en los corazones de todos los seres humanos, en todas las culturas y religio-
11 Con él publicó un libro en 2010 con el título Sobre el cielo y la tierra, Ed. Random
House Mondadori, Barcelona 2013.
Juan Pablo García Maestro 557
nes. Así, también los no cristianos, en la escucha de su conciencia, se unen al
misterio pascual, se ven implicados en el camino de Dios con los hombres y
pueden encontrar salvación. No pertenecen al cuerpo institucional exterior
de la Iglesia, pero sí al corazón de la misma (EG 254). En esto sigue el papa
Francisco LG 16; GS 22; y Juan Pablo II Redemptoris Missio 28 y 55ss.
Mártires- verdaderos mártires, no terroristas suicidas- hay en todas las confe-
siones y religiones. Hay santos paganos. De ellos se puede decir: dichosos los
que trabajan por la paz. El ecumenismo de la sangre nos une por encima y
más allá de las fronteras confesionales y religiosas.
EL PAPA FRANCISCO: EL HOMBRE DE TODAS LAS RELIGIONES
Afirma la escritora Evangelina Himitian que el papa Francisco es el hombre
de todas las religiones12. Jorge Bergoglio suele decir que, para ser un buen
católico, antes hay que ser un buen judío. Sin miramientos, una vez dijo que
le gustaría que muchos cristianos tuvieran el compromiso y la integridad de
un amigo suyo ateo. Todas las semanas se reunía una hora con el jardinero del
Arzobispado, que era pentecostal. No hace mucho, nos pedía a los católicos
que se reconciliaran con los musulmanes. ¿Quién es el papa Francisco? Cier-
tamente, “un hombre de todas las religiones”13.
Pero el papa Francisco rechaza un “sincretismo conciliador”. En su exhorta-
ción Evangelii gaudium afirma:
“En este diálogo, siempre amable y cordial, nunca se debe descuidar el
vínculo esencial entre diálogo y anuncio, que lleva a la Iglesia a man-
tener y a intensificar las relaciones con los no cristianos. Un sincretismo
conciliador sería en el fondo un totalitarismo de quienes pretenden con-
ciliar prescindiendo de valores que los trascienden y de los cuales no son
dueños. La verdadera apertura implica mantenerse firme en las propias
convicciones más hondas, con una identidad clara y gozosa, pero abierto
a comprender las del otro y sabiendo que el diálogo realmente puede
12 E. HIMITIAN, Francisco. El Papa de la gente, Prisa, Madrid 2013, especialmente
227-246.
13 Ib., 227.
558 Fratelli Tutti: la dimensión ecuménica e interreligiosa de la encíclica
enriquecer a cada uno. No nos sirve una apertura diplomática, que dice
que sí a todo para evitar problemas, porque sería un modo de engañar al
otro y de negarle el bien que uno ha recibido como un don para compar-
tir generosamente. La evangelización y el diálogo interreligioso, lejos de
oponerse, se sostienen y se alimentan recíprocamente” (EG 251).
En esta línea, el papa Francisco en la nueva encíclica apela a la identidad
cristiana porque “los cristianos no podemos esconder que, si la música
del Evangelio deja de vibrar en nuestras entrañas, habremos perdido la
alegría que brota de la compasión, la ternura que nace de la confianza, la
capacidad de reconciliación que encuentra su fuente en sabernos siempre
perdonados-enviados. Si la música del Evangelio deja de sonar en nuestras
casas, en nuestras plazas, trabajos, en la política y en la economía, habremos
apagado la melodía que nos desafiaba a luchar por la dignidad de todo hom-
bre y mujer” (FT 277).
Sin embargo, Francisco respeta y acepta que otros beben de otras fuentes.
Para nosotros, ese manantial de dignidad humana y de fraternidad está en el
Evangelio de Jesucristo. De él surge para el pensamiento cristiano y para la
acción de la Iglesia el primado de la relación, al encuentro sagrado del otro,
a la comunión universal con la humanidad entera como vocación de todos
(FT 277).
También exige nuestro Pontífice la libertad religiosa para los creyentes de
todas las religiones. Esta libertad es el camino de la fraternidad y de la paz.
Esa libertad proclama que podemos encontrar un buen acuerdo entre cultu-
ras y religiones diferentes; y atestiguar que tenemos en común tantas cosas,
que es posible encontrar un modo de convivencia serena y pacífica, acogiendo
las diferencias y con la alegría de ser hermanos en cuanto hijos de un único
Dios (FT 279).
Pide que los creyentes de todas las religiones encontrar espacios para conver-
sar y para actuar juntos por el bien común y la promoción de los más pobres.
No se trata de que todos seamos más light o de que escondamos las conviccio-
nes propias que nos apasionan para poder encontrarnos con otros que pien-
san distinto. Porque mientras más profunda, sólida y rica es una identidad,
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más tendrá para enriquecer a los otros con su aporte específico. Los creyentes
nos vemos desafiados a volver a nuestras fuentes para concentrarnos en lo
esencial: la adoración a Dios y el amor al prójimo, de manera que algunos as-
pectos de nuestras doctrinas, fuera de su contexto, no terminen alimentando
formas de desprecio, odio, xenofobia, negación del otro. La verdad es que la
violencia no encuentra fundamento en las convicciones religiosas fundamen-
tales sino en sus deformaciones (FT 282).
A veces la violencia fundamentalista, en algunos grupos de cualquier re-
ligión, es desatada por la imprudencia de sus líderes. Sin embargo, los
líderes religiosos están llamados a ser auténticos dialogantes, a trabajar en
la construcción de la paz no como intermediarios, sino como auténticos
mediadores. “Cada uno está llamado a ser un artesano de la paz, uniendo
y no dividiendo, abriendo las sendas del diálogo y no levantando nuevos
muros” (FT 284).
En el nombre de Dios y de todo esto asumimos la cultura del diálogo como
camino; la colaboración común como conducta; el conocimiento recíproco
como método y criterio (FT 285).
CON LOS ÚLTIMOS LLEGAMOS A SER HERMANOS DE TODOS
En estos últimos años ha habido dos grandes teólogos que han arrojado luz
en el diálogo con las otras religiones, afirmando que “fuera del mundo no hay
salvación” (Edward Schillebeeckx)14 y “fuera de los pobres no hay salvación” (Jon
Sobrino)15. Estas dos perspectivas nos ayudan a relativizar toda pretensión
exclusiva de la verdad y salvación por parte de la religión cristiana, así como
del resto de las religiones. Si existe un peligro de relativismo en estas dos
fórmulas, es necesario reclamar un relativismo positivo que debe practicar
de manera especial la Iglesia. Con Pedro Casaldaliga estamos de acuerdo que
todo es relativo menos Dios y el hambre.
14 E. SCHILLEBEECKX, Los hombres relatos de Dios, Sígueme, Salamanca 1994,
especialmente 29-42.
15 J. SOBRINO, Fuera de los pobres no hay salvación. Pequeños ensayos utópicos -proféticos,
Trotta, Madrid 2007.
560 Fratelli Tutti: la dimensión ecuménica e interreligiosa de la encíclica
La tesis que sostenemos es que la nueva encíclica Fratelli tutti se mueve en esta
línea. Si se lee con detalle el capítulo último, el capítulo VIII que lleva como
título “Las religiones al servicio de la fraternidad en el mundo”, especialmente los
números 286 y 287, el papa Francisco afirma el motivo del por qué ha escrito
sobre la fraternidad universal:
“Me sentí motivado por san Francisco de Asís, y también por otros her-
manos que no son católicos: Martín Luther King, Desmond Tutu, el Ma-
hatma Gandhi y muchos más. Pero quiero terminar recordando a otra
persona de profunda fe, quien, desde su intensa experiencia de Dios, hizo
un camino de transformación hasta sentirse hermano de todos. Se trata
del beato Carlos de Foucauld (FT 286). Y a continuación afirma Fran-
cisco: “Él, Carlos de Foucauld fue orientando su sueño de una entrega
total a Dios hacia una identificación con los últimos, abandonado en lo
profundo del desierto africano. En ese contexto expresaba sus deseos
de sentir a cualquier ser humano como un hermano, y pedía a un amigo:
“Ruega a Dios para que yo sea realmente el hermano de todos. Quería
ser, en definitiva, “el hermano universal. Pero sólo identificándose con
los últimos llegó a ser hermano de todos. Que Dios inspire ese sueño
en cada uno de nosotros” (FT 287).
LA DIMENSIÓN ECUMÉNICA DE FRATELLI TUTTI
El papa Francisco en su exhortación Evangelii gaudium afirma que “la unidad
es superior al conflicto” (EG 226-230). Este principio es básico para los dos
aspectos fundamentales de su programa de evangelización: el diálogo ecumé-
nico y el diálogo interreligioso.
Recorrer el común camino de la evangelización es también el camino ecumé-
nico. Nuestras divisiones es un escándalo para el mundo, así como un per-
juicio para la Sagrada causa de la proclamación del Evangelio (UR 1; AG 6).
Lo nuevo del diálogo ecuménico es que no parte de lo que nos separa, sino
del fondo común a todos nosotros: la común confesión de fe en Jesucristo,
en el que hemos sido bautizados con el único bautismo y por el que hemos
sido redimidos. En este punto, la mirada del papa Francisco no retrocede en
Juan Pablo García Maestro 561
primer lugar al pasado para analizar las separaciones subsistentes. Francisco
mira hacia adelante. Para él ecumenismo significa estar en camino juntos para
encontrar la paz a la vista del Dios uno. En este camino -esta su convicción-
encontraremos formas comunes de testimonio y de servicio y aprenderemos
mutuamente los unos de los otros. La meta no es una Iglesia unitaria, sino una
Iglesia en diversidad reconciliada que solo como don del Espíritu podemos
recibir16. La idea de la diversidad reconciliada la tomó Francisco del exegeta
reformador Oscar Cullmann, observador ecuménico en el Vaticano II, unido
en amistad con Pablo VI.
En la nueva encíclica FT afirma sobre el ecumenismo:
“La unidad dentro de la Iglesia, unidad que se enriquece con dife-
rencias que se reconcilian por la acción del Espíritu Santo. Porque
fuimos bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo
(1 Co 12, 13) donde cada uno hace su aporte distintivo. San Agustín
decía: “El oído ve a través del ojo, y el ojo escucha a través del oído.
Y es necesario seguir dando testimonio de un camino de encuentro
entre las distintas confesiones cristianas. El Señor en oración, pidió
que todos seamos uno” (Jn 17, 21).
Pero desde esta espiritualidad del ecumenismo que hunde sus raíces en la
oración, nos falta todavía (y lo decimos con dolor) la contribución profética y
espiritual de la unidad entre todos los cristianos.
No obstante, mientras nos encontramos aún en camino hacia la plena co-
munión, tenemos y el deber de dar testimonio común del amor de Dios a su
pueblo colaborando en nuestro servicio a la humanidad” (FT 280).
16 W. KASPER, Anunciar el evangelio de la paz (Ef 6,15). Unidad de los cristianos
y encuentro de las religiones según Evangelii gaudium, en: G. AUGUSTIN (ed.),
Anunciad el Evangelio. La misión de los cristianos, Sal Terrae, Santander 2020, 55-
63.
562 Fratelli Tutti: la dimensión ecuménica e interreligiosa de la encíclica
CONCLUSIÓN
Al final de este análisis de la nueva encíclica del papa Francisco deseamos que
no quede en letra muerta, sino que experimente una recepción en reformas
reales de la mentalidad y de la sociedad. Esta encíclica se dirige a todos, por en-
cima de toda pertenencia religiosa, con el fin de que redescubramos los valores
de la paz, de la justicia, del bien, de la belleza, de la fraternidad humana y de la
amistad social.
Con el Documento de la Fraternidad Humana firmado en Abu Dhabi y en esta
nueva encíclica, uno percibe que existe un campo en el que es posible actuar
concretamente para cambiar la mentalidad, imaginar juntos un nuevo futuro y
trabajar para construir un mundo habitable para todos en la paz y en el respeto
de las diferencias culturales, ese el de la Educación. Porque, si la fraternidad en
la diversidad es el corazón del mensaje del Documento y también de la encícli-
ca, la formación y la educación de las jóvenes generaciones son el aliento y los
pulmones que nos permitirán vivir juntos y respirar plenamente sobre la Tierra.
El rol de la familia es esencial para ofrecer la estabilidad que necesita el ser
humano y educar a las futuras generaciones. Atacar la institución familiar repre-
senta uno de los males más peligroso de nuestra época.
El papa Francisco subrayó en Bonjkok (Tailandia) el papel primordial de las
universidades, que pueden ofrecer al mundo un nuevo paradigma para la reso-
lución de conflictos. Se puede decir que la reforma de los sistemas educativos
a nivel mundial es y será el principal fruto tanto del Documento como de la
encíclica Fratelli tutti en los próximos años.
Y en el discurso del papa Francisco en la Facultad de Teología de Nápoles del
21 de junio de 2019, decía a los alumnos y profesores:
“¿Cómo pueden las religiones ser caminos de fraternidad en lugar
de muros de separación? Sueño con facultades de teología donde
convivan las diferencias, donde se practique una teología del diá-
logo y la acogida; donde se experimente el modelo del poliedro en
lugar de una esfera estática y desencarnada. Donde la investigación
Juan Pablo García Maestro 563
teológica sea capaz de promover un proceso de inculturación desa-
fiante pero convincente”17.
Pero en el diálogo existe un síndrome, que es el “síndrome de Babel”. Este
síndrome que es la confusión que se origina al no entender lo que dice el otro.
Este es solamente el primer paso. Pero el verdadero síndrome de Babel es no
escuchar lo que dice el otro y creer que sé lo que piensa la otra persona y qué es
lo que dirá el otro. ¡Esta es la peste!
Diálogo no es una forma mágica, pero ciertamente la Teología siente la ayuda,
en su proceso de renovación, cuando lo asume con seriedad, cuando es impul-
sado y favorecido entre docentes y estudiantes, también con las otras formas
de saber y con las otras religiones, en especial con el judaísmo y el islam. Los
estudiantes de Teología deberían ser educados en el diálogo con el judaísmo y
con el islam para comprender las raíces comunes y las diferencias de nuestras
identidades religiosas, y contribuir así más eficazmente a la edificación de una
sociedad que aprecia la diversidad y favorece el respeto, la fraternidad y la con-
vivencia pacífica18.
“Los creyentes pensamos que, sin una apertura al Padre de todos, no habrá
razones sólidas y estables para el llamado a la fraternidad. “Sólo esta conciencia
de hijos que no son huérfanos podemos vivir en paz entre nosotros. La razón,
por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y de establecer una
convivencia cívica entre ellos, pero no consigue fundar la hermandad” (FT 272;
Benedicto XVI, Caritas in veritate, 19).
Si no existe una verdad trascendente, con cuya obediencia el hombre conquis-
ta su plena identidad, tampoco existe ningún principio seguro que garantice
relaciones justas entre los hombres: los intereses de clase, grupos o nación, los
contraponen inevitablemente unos a otros. Si no se reconocen la verdad tras-
cendente, triunfa la fuerza del poder, y cada uno tiende a utilizar hasta el extre-
17 El discurso fue pronunciado en el congreso que llevaba como título “La
Teología después de la Veritatis gaudium en el contexto del Mediterráneo”.
Seguimos la versión que publicó la revista Ecclesia nº 3995, 13 de junio de
2019, 21-26.
18 Ibid., 22.
564 Fratelli Tutti: la dimensión ecuménica e interreligiosa de la encíclica
mo los medios que dispone para imponer su propio interés o la propia opinión,
sin respetar el derecho de los demás. La raíz del totalitarismo moderno hay que
verla en la negación de la dignidad trascendente de la persona humana, imagen
visible de Dios invisible (FT 273).
Los creyentes de las distintas religiones sabemos que hacer presente a Dios es
un bien para nuestras sociedades. Buscar a Dios con corazón sincero nos ayuda
a reconocernos compañeros de camino, verdaderamente hermanos. Cuando
en nombre de una ideología, se quiere expulsar a Dios de la sociedad, se acaba
por adorar ídolos. Se puede llegar a atrocidades cuando se priva de la libertad
de conciencia y de la libertad religiosa, y cómo esa herida deja a la humanidad
radicalmente empobrecida, privada de esperanza y de ideales (FT 274).
Como hemos recordado, el papa Francisco le ha motivado a escribir esta en-
cíclica, la persona de san Francisco de Asís, como lo fue también su anterior
encíclica Laudato Si. Y la razón está en lo que afirma en el primer capítulo:
“El mundo de hoy es en su mayoría un mundo sordo. A veces la ve-
locidad del mundo moderno, lo frenético nos impide escuchar bien
lo que dice otra persona. Y cuando está a la mitad de su diálogo, ya lo
interrumpimos y le queremos contestar cuando todavía no terminó de
decir. No hay que perder la capacidad de escuchar. San Francisco de
Asís escuchó la voz de Dios, escuchó la voz del pobre, escuchó
la voz del enfermo, escuchó la voz de la naturaleza. Y todo eso lo
transforma en un estilo de vida. Deseo que la semilla de san Francisco
crezca en tantos corazones” (FT 48).
“Con los últimos llegó a ser hermano de todos”, ese fue el sueño de Carlos
de Foucauld. Pero, ¿quién son esos últimos hoy? Esos últimos son hermanos
nuestros que en nuestra sociedad son invisibles, los descartados. Sabemos de
pobres que tienen rostro, que están en las cárceles, mueren en el mar, emigran-
tes que viajan a otros países. Pero hay otros que no sabemos ni si quiera si exis-
ten. Esta es la nueva pobreza que el papa Francisco ha puesto al descubierto.
Estos son los últimos con los que las religiones, los cristianos de las diversas
confesiones y la humanidad entera se deberán identificar, si queremos construir
la verdadera fraternidad y amistad social que el papa Francisco sueña en su
nueva encíclica.