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80 Días Que Conmocionaron A España

Este documento resume los acontecimientos en Cataluña desde el 1 de octubre hasta las elecciones del 21 de diciembre, incluyendo la declaración de independencia de Cataluña, las protestas masivas en las calles y la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española por parte del gobierno central para intervenir la autonomía de Cataluña.
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80 Días Que Conmocionaron A España

Este documento resume los acontecimientos en Cataluña desde el 1 de octubre hasta las elecciones del 21 de diciembre, incluyendo la declaración de independencia de Cataluña, las protestas masivas en las calles y la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española por parte del gobierno central para intervenir la autonomía de Cataluña.
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80 días que conmocionaron a España.

Cataluña. Del golpe de octubre a las elecciones del


21 de diciembre.
GONZALO SAN ROMÁN.

1
Miércoles, 4 de octubre.

Ayer habló el Rey. Se lo veía contenido. Aunque los gestos de las manos parecían estudiados
para mostrar firmeza y decisión. Obviamente, no ha conseguido que su discurso reciba algo
semejante a la unanimidad, ni siquiera por asomo. Las últimas elecciones dejaron un
parlamento imposible para hacerle frente con unidad a esta situación. Las elecciones a la
secretaria general del PSOE, ganadas por Pedro Sánchez hace unos meses, fueron todavía
peor. Los complejos del gobierno central, son peor. Así que estamos, como dicen los cursis, en
medio de la tormenta perfecta.

En realidad, nos levantamos estos días como si fuéramos sonámbulos. Los acontecimientos se
suceden tan aprisa que opiniones, comentarios o reflexiones de hace una semana parecen
pertenecer con propiedad a las hemerotecas. Algunos creyeron que con un puñetazo en la
mesa, aunque resultara tardío, las cosas volverían a su cauce. Pero esa esperanza se ha
mostrado muy alejada de la realidad. Desde hace años, el nacionalismo, desechada la máscara
y convertido unánimemente en independentismo por unas cuantas razones publicables e
impublicables, ha utilizado todos sus medios para llevar a Cataluña a un estado de excepción.
En él imperan el odio, la xenofobia, el victimismo, la propaganda más somera y la mentira más
burda.

Triste ver la salida de los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado expulsados de los
hoteles. A algunos, acostumbrados al respeto de la gente, se los veía excitados, con la emoción
a flor de piel. Se pusieron a replicar los gritos de los que los insultaban al otro lado de la calle.
Están dando vueltas por las naves, en los barcos anclados en el puerto de Barcelona, los
cuarteles que todavía conserva el Ejército en la región, en fin, donde se puede. El Estado
parece haber sido tomado con la guardia baja por la actuación del gobierno autonómico
catalán.

Con una especie de estupor se ha ido descubriendo día a día el embate que hoy nos golpea.
Varios editoriales piden la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que permitiría
legalmente, y tras la mayoría absoluta del Senado, intervenir toda o parte de la Autonomía.
Supongo que las dudas de su aplicación vienen porque es escribir sobre una hoja en blanco y
por la respuesta que esa medida tendría en los mandos de la policía autonómica. 17000
agentes armados bajo las órdenes de los comisarios políticos más fanáticos de la llamada
“nueva república”. Si no acataran la orden y se sublevaran, el monumental laberinto en el que
nos hallamos se volvería todavía más enrevesado. Pero nadie está ya muy seguro de nada.
Estamos ante una suerte de probeta en la que se halla introducida la nueva fórmula de un
golpe de estado. Éste posee sus fuerzas callejeras (con las tácticas de guerrilla urbana propias
de los movimientos antisistema), sólo que organizadas por una administración autonómica
que ha repartido los papeles y es la dueña más o menos absoluta de la representación. Los
ayuntamientos, los funcionarios, los colectivos afines, el gobierno catalán, los medios de
propaganda a su servicio, son los restantes órganos con los que cuenta esta sublevación que a
veces parece un juego de rol y ha sido organizada durante años.

La campaña sostenida tras los incidentes del domingo ha dado sus frutos. En la sociedad de la
información, donde dar noticias más rápido que la competencia es lo importante, muchos
cayeron en la trampa de los selfies falsos y un número de heridos de muchos centenares. A la

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mañana siguiente de tanta crueldad quedaban cuatro de los últimos en los hospitales, eso
según la propia Generalitat. Algunas de las fotos más reiteradas eran de años atrás y
protagonizadas por otras policías, incluida la suya. Es cierto, sin embargo, que un hombre está
herido de gravedad por una pelota de goma y que hubo contusionados. Era igual, la Consejería
de Cultura de la Generalitat los instituyó ayer como patrimonio del “nuevo país” y pidió que
nadie los borrara. Así todos pueden sentirse protagonistas de la Historia, ese rayo incesante
que habitualmente te achicharra. Y no nos engañemos, esas fotos son el tonto anatema con la
que crecen los jóvenes de la actualidad. Sirven para retratarse uno a todas horas, pero
también para imponer un discurso sin la menor compensación de raciocinio.

Un conductor ruso, ayer, atrapado en una carretera cortada por los manifestantes. Se apeó del
BMW y se puso a darle patadas a los neumáticos en llamas para poder pasar. A unos metros lo
observaban los guardias de la policía autonómica. El ruso se encaró con los manifestantes y les
dijo que no tenían ni puta idea de lo que estaban haciendo. “¡Aquí vamos a terminar como en
Rusia, gilipollas! ¡Aquí va a haber armas!”, dijo señalando el suelo que pisaba. Los
manifestantes le protestaron un poco, se rieron de la advertencia, pero le permitieron circular.
No están acostumbrados a semejantes muestras de coraje. La “guerra”, de momento, es de
mentira y él les hablaba de una o de varias de verdad. El policía autonómico despidió sus
recriminaciones con un desplante. Al fin y al cabo, retirar los neumáticos lo debía haber hecho
él.

Hay un montón de críos en las manifestaciones. Han dado los días libres a las clases y, si la cosa
se alarga, esperan que haya aprobado general. Muchos son imberbes y llevan las banderas a
modo de capa. Se sienten crecidos porque las calles son, en efecto, suyas. Protegidos por la
policía autonómica, sienten no tener nada que perder y se creen a ratos héroes de comic.
Otros de más edad se hallan envalentonados y si descubren a algún policía nacional o a un
guardia civil lo rodean, le escupen y lo insultan. Se hallan en su pueblo y se conocen todos los
atajos. Así que al guardia le cuesta encontrar una salida a la encerrona. Los manifestantes
tienen el aspecto de siempre de la turba. Podrían despedazar a los policías porque su número
es mucho mayor, pero esperan a que se retiren para darle patadas al coche en el que huyen.
Eso es más seguro porque saben que ya no habrá reacción. Pero, ¿y el día en que den un paso
más allá?, ¿y el día en que esos milímetros se desvanezcan y nos enfrenten a todos con un
muerto de verdad?

La declaración de independencia se espera para los próximos días. Se declarará en base a algo
que nadie sabe. En realidad, porque sí. El referéndum fue tan abochornante que nadie va a
creer que en base a semejante mascarada, con votos repetidos y “urnas preñadas”, se puede
establecer algo con cierta legitimidad. Los mismos dirigentes autonómicos saben estar
incumpliendo no sólo la Constitución o el Estatuto de Autonomía, sino sus propias leyes y
reglamentos creados ad hoc. Al fin y al cabo, se trata de una revolución y no hay que reparar
mucho en esas cosas, se dirán algunos. Los independentistas están en el acervo de que Dios
proveerá. Se sienten libres de cualquier otra exigencia que no sea llevar al país a la
independencia y las consecuencias de la misma parecen un lejano horizonte con el que nunca
deberán enfrentarse.

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Con la Autonomía quebrada, regalan jornadas de huelga a los trabajadores y prometen que las
pagarán como si trabajaran. Son espléndidos con el dinero de otros.

El gobierno español, por supuesto, esperaba encontrar una fisura entre los elementos
heterogéneos que forman esta extraña coalición. El problema es que para cuando eso surja la
situación habrá dado tales vuelcos que nada será como parece. Estos acontecimientos
queman etapas y personajes con una velocidad hipnotizadora. El gobierno de hoy habrá sido
olvidado y habremos pasado por muchas jornadas “históricas” como la de ayer. Tengas
acontecimientos y los disfrutes. Estamos en octubre, a un siglo de la revolución bolchevique.
En el octubre de la declaración de la República Catalana por Lluís Companys, 6/10/1934. Como
en los estertores de la Rusia zarista y en la España republicana, vamos a ver a personajes
imitando a otros.

Puigdemont ya tiene elegido papel.

En el párrafo sexto de la Resolución 1514 de la Asamblea General de la ONU se establece lo


siguiente: "Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la
integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de las Naciones
Unidas". A pesar de lo dicho, los dirigentes “indepes” dicen tener a la ONU a su favor. El Papa
se niega a reconocer el derecho de autodeterminación si no se aplica a países que sufren de
colonialismo. Los curas “indepes” les cuentan, sin embargo, a sus feligreses que el Vaticano
están con ellos, ¿cómo podía ser de otra forma? En la Unión Europea resultan taxativos sobre
la incorporación inmediata de la nueva nación a su estructura. No importa, los defensores del
“procés” dicen conocer de buena tinta que en privado dicen lo contrario.

Miércoles, 4 de octubre—Tarde.

Las cosas siguen su curso. El lunes, al parecer, habrá independencia. Puigdemont, antes del de
Companys, toma el papel del rey, y dará un discurso hoy, a la misma hora que el coronado.

La consigna es evidenciar que no hay monarquías que nos amparen y que él es ya de facto
presidente republicano.

Acá, en Madrid, mucha gente cree que el domingo 1, con la intervención policial en las
votaciones, se les otorgó un regalo a los independentistas. Me parece que todo este escenario
está previsto de antemano, hace mucho tiempo. Cuando detuvieron por orden judicial a
funcionarios en la Consejería de Economía, el aparato judicial no pudo salir en 24 horas del
edificio. Rodeado por una turba que asoló varias coches patrullas ante le mirada impertérrita
de los llamados Mozos de Escuadra. También aquella fue una batalla que hemos olvidado.

El gobierno central pareció tomado por sorpresa la tarde antes, fue un juez de instrucción
barcelonés el que la decidió. Pero si uno renuncia a todas las actuaciones que puedan tomarse
como provocación se limitará al fin a no hacer nada. Es una forma de ir tirando hacia el
desastre. Eso no indica que la actuación del domingo fuera lo más inteligente. Los recursos no
son ilimitados y una vez que la policía autonómica dejó hacer, los efectivos de la Policía
Nacional y la Guardia Civil se vieron en una encerrona. Grupos organizados por la llamada
Asamblea Nacional Catalana, ÓMNIUM (Todos, como suena) y la CUP los esperaban en los
colegios, donde había metidos ancianos y niños. Los vídeos y las fotos esperan un nuevo

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Potemkin. Acaso tan falso como el original. Hay algunas viejas que exhiben sin pudor sus
heridas de guerra. Y aquí todo el mundo tiene una abuela vejada.

Los llamados “Jordis” son los dos dirigentes de las asociaciones citadas previamente. Ya
podemos imaginar los excesos que semejantes líderes se disponen a realizar, porque a pesar
del apellido Cuixart de uno de ellos, se trata de los típicos “charnegos” prestos a borrar a
cualquier precio la afrenta mayúscula que les supone su origen. Han sido citados a declarar por
sedición, por los sucesos acaecidos el 20 de septiembre. También lo ha sido el Mayor de los
Mozos, J.L. Trapero, una especie de edecán que nada en la ambigüedad calculada. Hay una
historia que corre sobre él por ahí y de la que tengo que comprobar la certeza. Al parecer,
procede de una familia de guardias civiles. El padre llegó a sargento del Cuerpo y el hermano
fue uno de los últimos guardias asesinados por ETA. Y de este hombre pendía el otro día que
las resoluciones judiciales fueran cumplidas. Ahí tenemos el sentido dramático que se
introduce en la Historia.

La sensación de los cronistas de los pueblos es desalentadora. Varios individuos se suben al


edificio consistorial, arrancan con furia la bandera española y la arrojan al patio, donde se la
puede pisotear. Las masas chillan, sonríen y aplauden. Como es posible imaginar, la vida de los
servidores del Estado en esas poblaciones se ha convertido en un infierno. El nacionalismo
nunca deja de sorprender: en algunas poblaciones, los menores de edad, hijos de guardias
civiles destinados en la localidad, son señalados en público y se les recrimina la actuación de
los padres. Son los mismos profesores los que inician el aquelarre en plena clase, acaso con la
no muy secreta esperanza de que los infantes la continúen en el patio. Si uno piensa en ello, se
da perfecta cuenta de que estamos perdidos. ¿En qué momento la turba dejará de lado a los
guardias y se volverá contra sus vecinos? Es otra pregunta envenenada a contestar. ¿Y puede
esperar un Estado ser defendido sobre un terreno hostil por unos cuantos héroes que lo
pierdan todo por una paga de medio pelo? Otra pregunta con no menos veneno.

La vuelta atrás para revertir la situación debería ser tan pronunciada que nadie es capaz de
imaginar el tiempo, los esfuerzos, la inteligencia y la política de largo alcance que supondría
una opción de esa clase. Habría que alterar la delicadeza con un puño de hierro para
desarticular todos los errores que el Estado español ha cometido en cuarenta años en este
lugar. Al menos, la verdad es que nadie queda a salvo, así que se pueden ahorrar las
recriminaciones de turno. Los dos partidos mayoritarios han pasado tarde o temprano por esa
ventanilla a la que inclinaba una ley electoral beneficiosa para los nacionalistas. A ello hay que
sumarle la incapacidad para ponerse de acuerdo en los asuntos en los que desde hace años
nos lo jugamos todo. Uno y otro han cedido con la coletilla de que siempre era lo mejor y de
que con ese remedio se integraba a los nacionalistas de uno y otro lado en la gobernabilidad.
Por supuesto, uno y otro criticaban al contrario cuando lo hacía. El Título VIII de la Constitución
se halla abierto en canal.

Los diversos populismos surgidos de la crisis económica son la otra pata de la pinza que tiene
atenazado al Estado. Éstos están en su salsa, así que pretenden enfrentar la situación con una
serie de iniciativas de corte estrafalario, pero siempre con la peor intención. Dan por incapaces
las cámaras representativas y se dedican a crear otras que llenan tan sólo de sus aliados y
partidarios. Esto debe venirles de Lenin, quien, de quedarse en minoría, se trasladaba a una

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sala vecina con los suyos, le ponía el mismo nombre que la previa a un rótulo de la puerta, y la
declaraba la legítima.

Es difícil saber cuáles son las pretensiones de su líder, don Pablo Iglesias, quien por deseos de
sus señores padres se llama igual que el fundador del PSOE. Lo mismo da voces a favor de
España que de la Cataluña “lliure i sobirana”. Si entiendo algo entre la confusión, su idea es
borrar el torvo invento del que surgió la Constitución de 1978 y retrotraernos a la legitimad
republicana de 1931/1936/1939. Los diversos pueblos de España serían libres de declararse
independientes y, una vez realizado el experimento, es previsible que todos convergiéramos
de nuevo al comprender que no nos debemos ya al padre estricto que nos maltrataba. Es una
política concebida como amor, a la que no le deben poner límites las normas de ninguna clase.
Ya se cambiarán éstos cuando haga falta.

Jueves, 5 de octubre.

Ayer habló Puigdemont I. Va a tener tales atribuciones en la nueva república que dejan muy
atrás las del Rey de España. Ya que esto es así, y nadie se atreve a negarlo, se puso a darle al
monarca —al que por cierto trató de tú— lecciones de constitucionalismo.

En una entrevista concedida a la BBC alegó horas antes que separarse de España era mera
cuestión de días. Un formulario administrativo que seca las florestas de 500 años de
matrimonio común. Según él, cada paso que el gobierno central, cabe decir el Estado y,
también por lo tanto el Rey, dan en este asunto supone un error que fortalece su posición.
Esto es un trágala: si haces algo, seguimos adelante acusándote de provocarnos. Si no haces
nada, seguimos adelante y te seguimos acusando de violentar la voluntad popular.

Ahora la trampa, en la que participan como muñidores de buena voluntad los miembros de
Podemos, consiste en una negociación. Por supuesto, de tú a tú, sin condiciones previas, sin
una vuelta a la ley y con una mediación que podría ser Pablo Iglesias con algún obispo de
acompañante. La imagen bien vale una primera plana. Esto viene después de que la Unión
Europea declaré que éste esperpento dramático es un asunto interno de España.

La verdad es que no entiendo por qué en este país aparece siempre el clero en circunstancias
de esta especie. Se supone que por la neutralidad, que luego no existe. Y encima lo traen de la
mano unos tipos que se declaran a todas horas agnósticos, cuando no francamente ateos.

Es una nueva tendencia sudamericana, porque esto va en el fondo de ponernos a imitar a la


Argentina, o, mejor aún, a Venezuela. Entre los miembros del clero hay tanta división como en
el resto de la sociedad. Hay curas a favor de la unidad de España y otros que en Tarragona
celebraban misa mientras los fieles contaban votos del referéndum ilegal cerca de la sacristía.
Esto va por la foto, claro, podían haberlo hecho con tranquilidad en cualquier otro sitio, por
ejemplo en un bar. Pero así damos muestra de que estamos sometidos y sólo nos protege el
crucifijo, con el que no se atreven esos bárbaros con uniforme que nos manda “Madrit”.

Una empresa farmacéutica cambió ayer su sede social de Barcelona a Madrid y el mismo día su
cotización subió un 30% en la Bolsa. No es la primera, pero desde luego no va a ser la última.
Dos bancos y un montón de grandes empresas tienen preparado el “au revoir” en cuanto
Puigdemont I declaré la independencia, es decir, en cuanto comprueben que la cosa empeora

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todavía más. La Generalitat dice que la fuga está patrocinada por el gobierno español, al que
pretenden representar como se hacía con el del Duque de Alba en tiempos del Imperio.
Cualquier cosa acaecida en este pobre mundo tiene un culpable a reseñar y en el que los
demás no veíamos hasta ahora mucho más que a un señor de Pontevedra con ganas de que las
cosas no se compliquen y dejar que se solucionen por sí mismas. Pues bien, los “indepes” han
encontrado en este señor a una de las más aberrantes versiones del demonio.

Por supuesto, “los mártires del 1 de octubre” —el President los convirtió ayer en el discurso
institucional en víctimas de “acontecimientos que han helado la sangre de medio mundo”— no
dicen nada sobre el asunto. Tampoco les preguntan. Supongo que Puigdemont pensará, acaso
con razón, que a su gobierno no lo votan para eso. A quién le van a importar la seguridad de
los depósitos, la liquidez de sus bancos, sus empleos, sus pensiones, si puede darse el gusto de
llamarle “fill de puta” a una guardia civil que no responde.

En el fondo, nos encontramos ante unos revolucionarios de comarca. Se instruyen en el


telediario que TV3 les dedica a los infantes y piensan que las consecuencias de esto no son más
que el prurito de demostrar que uno ya no obedece más que a lo que le da la gana. Para sus
depósitos ya está ahí el principado de Andorra, donde escondía parte del dinero la banda de
los Pujol, antiguo presidente de la Generalitat. Los demás van a acoquinar. Por cierto,
Puigdemont I dijo ayer en su discurso que Catalunya seguirá ayudando al desarrollo económico
de “Espanya” tras la independencia. Hay que ver las lecciones de maldad que han aprendido
estos tipos en unos días. Los acontecimientos dramáticos enseñan más que miles de horas de
clase y miles de libros. Es otra forma de decir: “Son pobres, antes nos robaban impunemente,
ahora ya no podrán, pero somos tan generosos que los ayudaremos a no ser tan miserables…”

Lo de la economía ya se aclarará. Seguro que es una ruina para todos, pero ya veremos de qué
lado se pone el dinero… Ésa es la letra pequeña que nadie ha leído en este despropósito. Si la
quinta economía del mundo es incapaz hasta la fecha de encontrarle una articulación
razonable al llamado Brexit, a la Premier Theresa May se le caían ayer durante su discurso
hasta los rótulos que tenía a su espalda, imaginen cuál va a ser la formulación de la nueva
república popular catalana. Ya hay planes para que las brigadas de choque se posesionen de
puertos y aeropuertos. Y algo habrá qué idear contra las traidoras entidades bancarias que se
disponen a cambiar la sede social. No digamos ya lo de las grandes empresas. Habrá que
hacerles algún escrache. Según la CUP, se va a nacionalizar la banca para convertir a un banco
público en el mecenas de la revolución. Supongo que será con billetes del Monopoly. Ya ha
dicho Junqueras, al que sus partidarios le llamaban “guapo” en las gloriosas jornadas del día
veinte de septiembre, que en Europa, la ONU, y demás organismos internacionales los esperan
con los brazos abiertos.

El que se lo piensa es el gobierno español. Claro que siempre es más fácil criticar que actuar.
Pero algo hay que hacer. Hay algunos que todavía piensan que el artículo 155 es la pócima de
Fierabrás. Pero es evidente que su aplicación no será sencilla. Obviamente, hoy lo dice esa
señorita de instituto que han puesto a presidir nada menos que el Parlament, Carmen
Forcadell, su aplicación será recibida con la debida respuesta de la calle. La calle la maneja ella,
así que habrá que tener la advertencia en cuenta.

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Ésta es la misma señora que en los plenos del Parlament del seis y siete de septiembre, en los
que se atropellaron los derechos de la minoría de la Cámara, el reglamento, el Estatuto de
Autonomía, la Constitución y las propias normas aprobadas ad hoc por los golpistas, llevaba
unas cartulinas escritas por otros para responder a las diversas cuestiones planteadas.

La imprevisión es quizá el mayor riesgo al que el gobierno español debe hacer frente. Parece
que está jugando un nuevo juego con unos tipos que tienen memorizadas todas las reglas y las
posibles salidas. Llevan muchos años de ventaja. Lo del domingo y la huelga general del martes
ya fueron una advertencia del poder de las calles. Imponer el orden constitucional con una
parte de la policía sometida a las órdenes de los facinerosos es una locura. También se vio el
domingo, y no digamos el martes. Así que ése es el primer as que hay que arrebatarles de las
manos a estos personajes. El problema es que hay que tener previsto cómo. El Estado debe ser
firme, pero también efectivo. No pueden darse más improvisaciones. Debe haber un plan
perfectamente claro sobre cuáles son los pasos a seguir, extendidos a todos los factores que se
hallan inmersos en esta envenenada situación. Hay miles de personas comprometidas con esta
rebelión, centenares de ayuntamientos, organizaciones expertas en agitación callejera que
cuentan con millones de euros de presupuesto, con miles de individuos que actúan
organizadamente y con unos fines establecidos… Hay una red que se extiende a los colegios y
los institutos… Y una cadena de televisión propagandística que expande el odio contra España
a los cuatro rincones de Cataluña. Casi nada, pero esos son sus poderes…

Decenas de personas se han concentrado en los hoteles en los que se ha asediado a la Policía
Nacional y la Guardia Civil durante los últimos días. Deseaban mostrar su solidaridad con los
agentes. Ha habido enfrentamientos nocturnos entre manifestantes “indepes” y guardias
civiles en Calella. También ciudadanos que se sienten heridos e indignados por el chantaje y
por el trato al que se ha sometido a unos funcionarios que consideran el último eslabón que
los une a la patria que no desean abandonar. Ofrecen sus casas, sus vehículos, su comida...

Viernes, 6 de octubre.

Nueva imagen para la inminente república catalana. Las empresas se bajan del barco. Huyen
despavoridas ante la llegada de la utopía independentista. Bancos, textiles, aseguradoras,
farmacéuticas, constructoras…, han emprendido la marcha desde lo que, según los profetas
del independentismo, iba a resultar el paraíso recreado sobre la tierra: una Dinamarca
mediterránea en la que todos serían ricos y, por amistad con los argentinos, “tirarían manteca
al techo”.

Lo de la negociación, diálogo, claudicación, se ha convertido en el tópico de estos días. Hay


abades, curas, postcomunistas, cantautores, abogados, personajes internacionales de diverso
pelaje y ahora se les ha unido el Fútbol Club Barcelona. Es decir, continuamos con el
esperpento. Pero si uno lo mira bien, comprenderá que es normal que el fútbol aparezca en
escena, porque ese club deportivo es la seña de identidad de la independencia. En el fondo, no
hay otra. Y no hay que negar que los sucesos habituales cometidos en las gradas de los campos
sean los que se han trasladado ahora las algaradas callejeras. “¡Sin un Barça campeón, no
habría revolución!”.

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Un experto jurídico comunitario, Jean Claude Piris, exdirector jurídico del Consejo Europeo
durante 22 años, dice que de una república catalana independiente de facto en la Unión
Europea, nada: “Un país que viola el Estado de Derecho (y por ende el derecho internacional)
no puede ni ser candidato”. “Nadie reconocerá una declaración unilateral de independencia”.
No hay derecho de autodeterminación aplicable en el caso de Cataluña porque no se trata de
una colonia, ni hay una minoría oprimida, ni se violan allá los derechos humanos. Así que el
supuesto nuevo Estado quedaría en un limbo difícil de definir. Si la comunidad internacional
reconociera la independencia (se supone que después de un acuerdo con el Estado español),
entonces, debería iniciar el procedimiento de adhesión a la Unión Europea desde cero. Y, al fin,
contar con el voto por unanimidad de todos los miembros, que la verdad es que tampoco se
hallan con deseos de fomentar esos casos. Sentaría un precedente endemoniado.

A muchos independentistas esto les suena a realidad virtual, porque su Consejero de


Economía, el amable Junqueras, dice que no, que “todo esto es normal”, “lo que pasa en todas
partes”. Así que el referéndum de marras fue no se sabe qué, sobre no se sabe cómo, sobre no
se sabe cuándo… Un acto de fe.

El problema vendrá en los próximos días por ese camino. Dueño de las calles, el Govern y su
president no van a saber ahora hacia dónde dirigir a sus alterados manifestantes. Ocupar los
juzgados, los puertos y los aeropuertos puede convertirte de facto en la República de Camboya
a la imagen de esos mismos reporteros foráneos que ahora sienten por ti tanta simpatía.
Declarar la república independiente de Cataluña con el referéndum del otro día es un
sarcasmo. Los que todavía tiene un poco de cabeza lo saben. Pero a ver quién es el guapo que
se asoma al balcón a decirle a las masas que vamos a iniciar un período constituyente tras que
el que se volverá a convocar unas elecciones, esta vez perfectamente vinculantes, para ser de
veras, esta vez independientes… Es por eso que buscan cualquier mediación. Necesitan que el
despreciado Estado español les dé el primer aldabonazo porque comienzan a colegir que no
van a encontrar otro.

Ése es el juego de Pablo Iglesias y las diversas “confluencias” que forman su partido. De ese
modo no sólo reparten las culpas en apariencia, establecen al responsable del fracaso de las
mismas y se disponen a cortarle la cabeza. De lograrlo, habrían arrastrado por el fango la
dignidad de la nación al hacer negociar a un gobierno democrático con un golpista en términos
de igualdad algo que ni siquiera está en las atribuciones del gobierno discutir. El PSOE está tan
acomplejado que trata de guardar una suerte de equidistancia que lo convierte en muñeco de
cartón. El gobierno español está desbordado, acaso esperando que sea el otro lado el que
cometa ahora el error. Esperemos…

Después del discurso del Rey ha habido una especie de reacción. La gente, todos, pasamos de
estados de ánimo cambiantes, que suelen ser tan engañosos como en el arte. Obviamente, el
lado económico no va a detener una declaración de independencia el próximo lunes o martes.
Tampoco las manifestaciones del sábado y del domingo. La primera en Madrid y la segunda en
Barcelona. Ambas son a favor de la unidad nacional. Pero en ellas puede visualizarse de pleno
la mentira nacionalista en torno a esa construcción fantasiosa de “un solo pueblo”.

En Barcelona, hablará, entre otros, Mario Vargas Llosa. El hombre que nunca se cansa de
pelear. Ha visto tantas de éstas en América Latina que le parece una pesadilla ahora

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emergente en Europa y, para más inri, en el país que podía servir de faro a las democracias
siempre inestables del continente hermano.

Ya hemos empezado a ver ese cambio de caras y nombres que preceden todas las catástrofes
de esta categoría. Desaparecerán nombres, aparecerán otros nuevos; desaparecerán partidos,
y se fundarán otros nuevos. Personajes que nadie conoce, enredan tras las bambalinas. Un tal
Jaume Roures, por ejemplo, productor de televisión que sirve de enlace entre los
comprometidos de acá y de allá. Según él, es trotskista. También es millonario y cuando debió
cerrar un periódico con pérdidas que era de su propiedad despidió a los trabajadores
utilizando las leyes gubernamentales que sus editoriales nunca se habían cansado de
condenar. En fin, un tipo coherente. Otro es Oriol Soler, especie de estratega que se halla
detrás de la edición de varios periódicos “indepes” que han surgido a la luz hace pocos años.
Sus medios están fuertemente sufragados por la Generalitat. Este hombre aparece en los
corrillos y en todos los lugares donde se toman las decisiones relevantes con respecto al
“procés”.

Y, luego, está esa oscura apariencia del revolucionario en la calle. El hombre que cree que
ahora todo le pertenece. Hay muchos de sus gestos que se asemejan a los del fútbol. Porque,
creo haberlo dicho, es el deporte rey y su equipo representativo en el nuevo país el que aúna
la nación. Hay manifestantes que el otro día oponían resistencia al paso de vehículos de los
antidisturbios como lo hace el jugador que pretende que el equipo contrario no saque una
falta cuando el suyo está en inferioridad. Los policías los quitaban de en medio a empujones y
ellos volvían otra vez. Otros se tiraban al pavimento para impedir el paso. Una especie de
penalti que alguien tendrá que pitar. Supongo que ya se ha estudiado el caso de lo que
podíamos llamar, cometiendo barbarismo, la “futbolización” de la política. Una nueva forma
de entender el cambiante flujo de la realidad social. Una vuelta de tuerca sobre esa teoría de
que las pasiones del campo de fútbol impiden que las llevemos a otros ámbitos de la vida

Ayer contemplé un programa especial de FRANCE 24 emitido desde la Plaza de Cataluña. Era
domingo por la noche, día del referéndum, y habían puesto un altillo frente a una pantalla
gigante donde debían anunciarse los resultados. Pasaban por allí diversos invitados. El primero
era un cantante que no había visto en mi vida. Un tipo que peina canas y tenía el aspecto del
“progre” de siempre llegado a cierta vejez. Le pusieron el micrófono en la boca y dio sus
razones. Lo malo es que no son las “suyas”, sino las que el independentismo ha ido
imponiendo como verdad incuestionable a lo largo de los años.

Por supuesto, el hombre se declaraba uno de esos millones que pelearon contra el franquismo.
Según él, la Constitución que respaldaron en su día el 90´5% de los votantes catalanes fue
aceptada sólo por el miedo a los militares. Los jueces que impedían hoy los actos secesionistas
eran los mismos jueces del franquismo (¡39 años después!). España no era una democracia y
pisoteaba los derechos de un pueblo pacífico que solo deseaba votar en paz y libertad (han
votado más de 35 veces desde 1978). En 2006, el politizado Tribunal Constitucional derrumbó
el Estatuto salido del Parlament (que está en vigor) y ese hecho justificaba y explicaba todo lo
que había sucedido desde entonces y la votación modélica, ejercida bajo el terror policial, de
ese domingo. Sin embargo, el día que se votó ese imprescindible estatuto era soleado y una
gran parte de los votantes decidió marcharse a la playa.

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El problema de ese tipo de personajes no son ellos, el problema es que responden a un lavado
de cerebro en el que no cabe la más mínima intromisión de la duda sobre lo que afirman. Los
medios de información y propaganda son el único sustento de sus cabezas, y, en mayor
medida que todos, no pueden soportar que ninguna cosa se oponga a su realidad. Les provoca,
no sé si a él, pero sí a muchos como él, una furia ciega la contradicción porque ésta pone en
solfa un universo sin el que ya no pueden sentirse cómodos.

Si ese caso particular es el de millones de convencidos, la cosa no tiene en la práctica remedio.


Y el peligro reside en que no sólo será el Gobierno, los jueces, la Policía Nacional, o la Guardia
Civil la que impide sus propósitos; sino los vecinos que muestren rasgos de desafección. Esto
es tan viejo que debería enseñarse en todos los colegios y los institutos y, sin embargo, ahora
nos lo devuelven como una pesadilla vuelta otra vez. Maldita ella y maldita todos los que la
propagan para lograr sus propósitos.

Sábado, 7 de octubre.

Grandes manifestaciones en toda España. Las hay pidiendo la unidad nacional y también
diálogo. Las primeras marchan con los colores de la bandera nacional, las últimas de un blanco
que pretende ser virginal. Las primeras pretenden la restauración de la ley. Las segundas, un
diálogo de tú a tú entre dos polos que comparten las culpas. Como es obvio, ya ha salido el
dibujante mañoso que ha esbozado el beso en la boca de Brezhnev con Erich Honecker que
decorara el Muro de Berlín. Sólo que las caras son las de Mariano Rajoy y Carles Puigdemont.
En las manifestaciones de hace días vimos el típico beso de la manifestante con el policía que,
se diría, antecede a todas las guerras. En Ucrania, antes de las matanzas de la Plaza Maidan, se
produjo también otro. Pero bueno, aquí lo que importa es salir bien en las fotos.

Desde Cataluña siguen fugándose las sedes sociales de las empresas más significativas y miles
de ciudadanos se acercan a los límites de la nueva nación por declarar para depositar allá sus
ahorros. Una especie de protesta con el dinero por si encima esta bronca acaba en un
corralito. Castellón, el territorio aragonés limítrofe con Cataluña, están recibiendo ciudadanos,
alguno incluso “indepe”, que no piensa dejar que le rapten los ahorros de toda la vida. Una
cosa son los sueños y otra el dinero, sobre todo, “mi dinero”.

El lunes la sesión del Parlament está suspendida por el Tribunal Constitucional de manera
cautelar, cosa que sorprende a la señora Forcadell, presidenta del mismo, porque la
convocatoria no ha sido realizada. Supongo que la brillante independentista no conoce el
significado de la palabra “cautelar”. Además, a ella lo del Parlament no le inspira el mismo
ánimo ni el mismo respeto que los escenarios montados en la calle para presionar a los jueces
que investigan las ilegalidades en las que ellas y los suyos han caído. En las últimas, frente a la
sede del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, habían levantado una tribuna desde la que
esta dama del pueblo arengó a sus seguidores, señaló a los magistrados y los advirtió sobre las
consecuencias de sus conductas.

El gobierno central está desaparecido. No tiene un plan. Es evidente que las consecuencias de
lo pasado en los últimos días lo han tomado por sorpresa. La desaparición del Estado en
Cataluña era, y es, tal, que no había adónde alojar a los agentes que debían parar el golpe.
Cuando encontraron acomodo, las brigadas de choque de los independentistas tenían

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preparados los escraches. Las coacciones a los dueños de los hoteles fue la siguiente misión de
los ayuntamientos, que obligaron a desalojar a muchos bajo la amenaza de cierre
administrativo, “por cinco años”. A las puertas de los establecimientos llevaban a los niños
para que les llamaran “fill de puta” a la cara y les escupieran. Los padres reían a su lado. Otra
foto para la eternidad.

El cocinero de un hotel será despedido por ser demasiado amable con los agentes.

Hay casos anecdóticos que en realidad no significan poca cosa en unas circunstancias de esta
clase. Los gitanos que en un pueblo deprimido de Gerona le hicieron el trabajo a la Guardia
Civil y arramblaron con las urnas de plástico para tirarlas por encima de una tapia. “Si no hay
ley, no se puede vivir”, estableció el patriarca, dándole la vuelta a la realidad lorquiana. “Esta
gente no es del pueblo, vienen a montar bronca y nosotros no tenemos problemas con la
Guardia Civil, las cosas han cambiado mucho”, afirmó refiriéndose a la actitud de los
soberanistas.

La del vecino de Barcelona que pone a todo volumen a Manolo Escobar para contrarrestar las
caceroladas de los llamados “indepes”. Los “¡olés!” salían de las terrazas. Así la gente se relaja
después de unos días que no pueden contener más tensión. Y mañana la sociedad civil que se
siente española está convocada a una manifestación que debe, tiene, que ser multitudinaria.
Basta ya de silencios acobardados. Nos lo piensan quitar todo, lo primero la dignidad, si no
levantas la voz.

Debates en la cadena de televisión francesa FRANCE 24. El programa especial del domingo
pasado tuvo audiencia y ahora se deciden por un formato con varios invitados alrededor de
una mesa. Esta vez lo filman en los estudios de París. Los “indepes” han ganado porque, al
margen de la torpeza del gobierno español, siempre es más interesante escuchar la voz de un
pueblo sometido, aunque sea “casi”, que no las explicaciones de una plúmbea fuente
gubernamental. En esos debates siempre aparece un portavoz en Francia del llamado
“procés”, en este caso una mujer de unos cincuenta años. Y un portavoz de la parte contraria.
Los periodistas foráneos le suelen tener más simpatía al que crea la noticia que al que la niega,
así que por ahí van los tiros. La dama suelta uno de los soniquetes más escuchados durante
estos días. “Tenemos un problema con el Estado español, no con los españoles”. A eso suele
seguirle la enumeración de unos ancestros repartidos a lo largo del país. Como nadie lo solicita
y siempre se repite, es obvio que se debe a una consigna que debe eliminar de la cabeza de los
oyentes la idea de que este follón lo guía cualquier clase de xenofobia. Pero, al fin y al cabo, el
Estado español es la organización política que se han dado libremente y por aplastante
mayoría los españoles, catalanes incluidos.

Otro de ellos es el mantra de “somos gente pacífica”. Éste consiste en convencer a los foráneos
que no saben nada del asunto de que son las víctimas de las indiscriminadas cargas policiales
del 1 de octubre. La coacción, amenaza, violencia de baja intensidad y los reclamos de odio de
los medios de propaganda, pasan inadvertidos para unos corresponsales que desembarcan en
España con estupor. ¿No nos habían dicho que éste era un país civilizado y pacifico?

Otro de los motivos recurrentes radica en cumplir alguno de los tres criterios que las
autoridades internacionales consideran como válido para exigir la autodeterminación. Hay que

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ser una minoría oprimida (“y ya lo somos, lo han visto ustedes en las cargas policiales”),
componer una colonia, o ser víctimas de tratos catalogados como lesivos contra los derechos
humanos. La alternativa, si los demás no se creen al fin la representación, es haber llegado a
un acuerdo por el que, respetando el ordenamiento constitucional del Estado opresor, éste
acepté ese referéndum. Casi nada.

Un corresponsal francés en Bruselas habla de la inquietud que esto hechos ha suscitado entre
los aliados continentales de España. Desde luego aquí, como siempre y como es lógico, cada
uno va a defender sus intereses. Nadie quiere oír hablar de una nueva Bosnia, ni siquiera de
una nueva Eslovenia o de cualquier cosa que ni remotamente se les parezca. Hay que defender
con uñas y dientes los progresos económicos realizados en los últimos años y ahuyentar el
espantajo de la crisis. Los socios saben a qué le estarían abriendo la puerta en el caso de
aceptar lo sucedido en Cataluña. No consiste más que meter en Europa la misma clase de
nación identitaria y supremacista, prima hermana de las que supusieron por dos veces la
destrucción. Una vez conseguida la independencia, los soberanistas empezarían a reclamar
posesionarse de los territorios aledaños donde se habla su misma lengua, así que otra vez a la
casilla de salida. “Son nuestros hermanos y hablan igual que nosotros, así que hay que
ayudarlos a liberarse”. Después, otros les seguirían con las mismas aspiraciones, porque,
¿quién en este anciano continente no ha tenido una historia gloriosa, oprimida, o a la que se le
pueda hacer un lifting? Puigdemont I ya dijo el otro día en su discurso “real” que “otros
pueblos nos precedieron y otros nos seguirán”. El hombre providencial ya no se contenta con
guiar a los suyos a la tierra prometida, pretende indicarles el camino a los demás. En la
Comisión Europea deben estar dando palmas de emoción. En lugar de la inmanejable Europa
de los 27, la Europa de los 54 o 55 estaditos pequeñitos, cada uno con sus manías y
aspiraciones comarcales. Pero cuidado con las consecuencias económicas de semejante cosa,
porque alguno puede sentirse obligado a pactar lo que sea si la cosa se complica y la economía
se inclina por el despeñadero.

Ése era el objetivo final del referéndum del 1 de octubre. Imágenes que dieran la vuelta al
mundo para convencer a los descreídos que el mantra del Estado autoritario español no era
una invención de los nacionalistas, como se creía. Sino una vuelta natural a un alma inmortal
que a muchos los aterra y, a la vez, al parecer, los fascina. Para eso, qué mejor que las viejas y
los niños encerrados en los colegios, la desaparición de los Mozos de Escuadra, las cargas, la
brutalidad, las urnas, las papeletas contadas por los voluntarios en las sacristías, las
exageraciones que recuerdan al período ominoso que desembocó en la Guerra Civil. Como
todo esto es una calamidad instituida, ya han empezado a aparecer los consabidos papeles
estelares con derivaciones en el pasado. Puigdemont es Companys, pero, ¿qué personajes les
restan a los demás? No todos pueden subir al balcón a proclamar la nueva república.

En el ayuntamiento de Barcelona hay varios candidatos para ese envidiado rol. Empezando por
la “princesa del pueblo”, la alcaldesa Inmaculada Colau, que como es profundamente
arreligiosa responde por el nombre de Ada. También está su teniente de alcalde, Pisarello, un
tucumano quien, como otros compatriotas, nos ha traído las nuevas viejas elucubraciones
revolucionarias salidas del paraíso de los Kirchner. Hay otra tucumana relevante dentro del
“procés”, la hermana Lucía Caram, que representa algo así como el clero radical del
movimiento. Es cercana al Papa, según dicen ella, pero no entiendo por qué es

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independentista. Será el Evangelio el que diga que los ricos no deben pagar por los pobres, que
ni uno de nuestros euros debe salir del “païs”, que los pobres nos roban… No tengo ni idea.
Pero me parece que es lo típico en estas circunstancias. Ya dije el otro día que, como esto se
alargue, empezaremos a ver figuras incandescentes reemplazadas por otras y luego por otras.

Los líderes callejeros que llegan hasta aquí son los llamados “Jordis”, pero vendrán más. Éstos
últimos son los que andan en la Audiencia Nacional acusados de sedición junto al policía
Trapero. En los actos del veinte de septiembre se subieron a los coches destrozados de la
Guardia Civil y les dieron instrucciones a los presentes. El tal Jordi Sánchez le ofreció a uno de
los oficiales del Instituto Armado abrir un pasillo para que sus hombres pudieran pasar.
Llevaban diez o doce horas secuestrados por la turba. Él dice ahora que realizó un papel de
mediador para evitar la violencia. El problema es que los demás lo seguían como si estuviera
dando órdenes y ellos recibiéndolas. Su rostro lo decía todo mientras parlamentaba con la
Guardia Civil, es decir, con las fuerzas de ocupación. Era el día que este hombre había
esperado a lo largo de toda su vida.

Domingo, 8 de octubre.

Enorme manifestación en Barcelona. Según la televisión propagandística del nuevo régimen,


TV3, convocada entre otros por Falange. Falange no ha convocado nada, y, si lo hiciera, le sería
difícil encontrar a 1000 militantes en todo el país. Pero así podemos decir que el millón de
personas que llenaron las calles hoy son todos unos “fachas”. A pesar de la pelea de números,
la manifestación parece tan numerosa como las últimas de los separatistas. O más. Organizada
en una semana. Les faltaba cierta coordinación en los cánticos (al fin, uno es libre de cantar lo
que le dé la gana y en el orden que desee), pero debe ser de las primeras veces en mi vida que
me emociona escuchar a Manolo Escobar. La bandera, que nunca he portado, me parece
hermosa hoy porque refleja un anhelo, un deseo de libertad, una pauta de raciocinio entre
tanta locura. Mario Vargas Llosa, recordando los tiempos de todas las luchas del querido Perú,
enarboló una y la ondeó al viento. Vargas Llosa fue desprovisto de su nacionalidad peruana
durante el gobierno del ingeniero Alberto Fujimori y fue España la que le dio otra y lo salvó de
ser un apátrida. Este hombre es uno de los mejores novelistas vivos. Josep Borrell, socialista y
antiguo presidente del Consejo de Europa, tuvo un discurso demoledor, ¡qué pena que en este
país tan necesitado de mentes claras y convicciones profundas y acertadas no se den más
políticos como él! ¿Cómo es posible que podamos prescindir de mentes que nos abran la vista
sobre los caminos de la libertad y los macabros designios que la destruyeron, con los que hoy
de nuevo nos enfrentamos? ¿Y cómo es posible que ese espíritu borreguil, funcionarial, gris, se
haya apoderado de los cuadros dirigentes de los dos partidos tradicionales hasta vaciarlos de
toda brillantez?

En las cancillerías deben estar tomando nota. Y esa suerte de argucia que representan los
medios de prensa extranjeros estar haciéndose un lío. Aquí, ¿quién demonios es una minoría?,
¿quién explota a quién?, ¿quién coacciona? Ni puñetera idea. Uno de los periodistas más
brillantes que he leído en los últimos años, Arcadi Espada, decía esta mañana que la prensa era
una “mierda”. Qué es eso de desplazarse a un lugar del que no se conoce nada y convertirse
en altavoz de unos tipos que montan una performance para que tú la transmitas sin dudarlo al
mundo, sin conocer nada del problema, de los antecedentes, de los hechos, de la historia ni de

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las causas… Para mejorar todo esto sólo faltaba el egocentrismo de las redes sociales. Éstas
empeoran todavía más el relato de los acontecimientos, así que a lo mejor son esas maravillas
de la tecnología las que al fin destruyen la democracia liberal para los restos.

El problema es que la gente cree que una imagen, así sin más, le muestra en tiempo record
una realidad y una verdad, y no comprende que esa realidad y esa verdad pueden estar
manipuladas para conseguir un propósito. Encima lo hacen sentirse a sí mismo reportero. Con
lo cual puede multiplicar cualquier cosa sin ningún tipo de responsabilidad. Fotos,
comentarios, afirmaciones que después no resisten la más mínima revisión. Después de ayudar
a enconar las disputas, de dejarse engañar por el que proporciona más noticias, cuando éstas
ya cansan o, peor, la situación se vuelve peligrosa, los medios de comunicación te abandonan
para largarse a otro lugar en el que hacer la misma jugarreta. En eso ha quedado la profesión
que Arcadi Espada y muchos como él han, o hemos, amado a lo largo de los años.

La manifestación ha demostrado que esa Cataluña expulsada de la visibilidad por los diversos
gobiernos nacionalistas sigue existiendo. Ha perdido el miedo, debe ser tenida en cuenta. Pero
debe comprender que su desmovilización puede provocar que la dejen sin voz, ya de forma
irreversible. Debe votar, conducirse por sus intereses legítimos, no rendirse, exigir un trato
igual y que la ley se cumpla en todas sus sentencias. Demasiado tiempo bailándole el agua a un
movimiento xenófobo como si no lo fuera. Demasiado tiempo corroborando acuerdos por el
precio de la libertad y la dignidad.

De todos modos, y si nada lo impide, el president Puigdemont declarará la independencia el


martes. La idea es provocar la respuesta del Estado, enconar los ánimos lo que se pueda y
demostrar que la fuerza está ahora de su parte. La rabieta al ver las calles que se llenaron hoy
de personas que pedían guardar, y hacer guardar, la Constitución no influirá menos en su
decisión. Si hay que negociar debe ser desde una posición de fuerza. La calle será la que lleve
la voz. Aunque muchos de los periodistas amigos están tratando de bajar un cambio: nadie va
a reconocer a la nueva república. El famoso referéndum no tiene ninguna acreditación para ser
tomado como una consulta con garantías. Es posible que ni siquiera hubiera en verdad un
recuento. Nadie ajeno ha podido hasta hoy acceder a él. La declaración de independencia
pretendería establecer una serie de limbo desde el que dar los próximos pasos. La idea de
apoderarse de los aeropuertos, puertos, fronteras, los juzgados, le debe parecer a las
empresas de la región una suerte de locura endemoniada. La seguridad jurídica, fiscal,
personal, la libertad de movimientos de bienes y personas quedaría reducida a polvo. Los
cachorros de la CUP fabricarían una suerte de la Albania de Enver Hoxa y la expondrían al
mundo como ejemplo a seguir. O una Cuba con esos comités en los barrios que espían la
adhesión de los vecinos.

Alguno ha salido ya en la televisión diciendo que está dispuesto a tragarse la mayor de las
pobrezas con tal de conseguir la independencia. A la burguesía ahora revolucionaria, pero ya
veremos mañana, esas palabras deben sonarle a ficción.

Lunes, 9 de octubre.

Enorme manifestación. Enorme pulsión. Ayer, al ver las imágenes, recordé la frase de Borges al
asistir a la manifestación bonaerense que recibió la victoria de los aliados en II Guerra Mundial:

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“Comprendí que las aglomeraciones humanas pueden no ser indignas”. La muchedumbre se
contemplaba llenando las calles y alcanzaba el mar. Un golpe de realidad para los que dicen
representar al 90% de los catalanes. La de ayer no parecía menos multitudinaria que las de las
últimas diadas. Un mar de banderas españolas, señeras, y europeas (“ésta es nuestra
estelada”, dijo Borrell) tomaba todas las calles.

Esa mañana, unos cientos de los que viajaron a Barcelona para la manifestación se
encontraron a Pablo Iglesias en la estación de Sants y le silbaron y gritaron entre otras cosas
“¡quédate!” o “¡traidor!”. El defensor de los escraches no lleva muy bien dosis de su misma
medicina, así que su rostro era un poema. Eso sí, ya en el tren, comprendió que venía bien
cambiar la imagen de lo sucedido —que iban a emitir sí o sí en los telediarios— y tuiteó que la
libertad de expresión era bien recibida, incluso si las críticas caían sobre él, y que —mientras
no hubiera violencia— no había problema. Modélico.

Una encuesta de periódico de la mañana habla de desplome del partido Podemos. Creo que
sería una gran noticia para la estabilidad y el futuro de este país. El problema no son las
protestas legítimas, ni la indignación justificada por la corrupción o por la falta de respuesta a
las personas que fueron asoladas por la crisis, perdieron el empleo, las viviendas que
compraron bajo cláusulas abusivas, la posibilidad de dejarles a sus hijos una situación mejor...
El problema es que el carácter “regeneracionista” ha venido de lo peor de la política española.
Un movimiento populista cuyos miembros miraban, y miran, como modelo el populismo
venezolano y cualquiera de sus secuelas. Un radicalismo que ha flirteado con cualquier opción
que buscara destruir la democracia, como por ejemplo los terroristas de ETA, ahora los
golpistas catalanes, y que no posee ni un solo miembro que sea capaz de decir en público que
la Constitución vigente es también la suya y aspira a cambiarla desde la lealtad. Y creo que el
desinflamiento de este tipo de movimientos viene precisamente de ese carácter puesto ahora
al descubierto. Muchos de lo que en su día lo votaron lo hicieron por indignación de lo que
presenciaban, pero no con el fin de dinamitar el ordenamiento constitucional, y, con él, la
unidad del país. Sin la fuerza que poseen en el Parlamento, sin la presión que ejercen a diario
sobre el PSOE y el PP, sin los ayuntamientos en los que gobiernan, el coup d´État en Cataluña
hubiera encontrado más dificultades de las que tuvo. La unidad de los llamados
constitucionalistas hubiera sido más fácil. Y ahora esa trampa del diálogo, de igual a igual y sin
condiciones, no tendría sus escanciadores. En fin, suponen una enmienda a la totalidad de
todo lo que de bueno este país ha logrado en los últimos cuarenta años.

A última hora del día se conocen más datos sobre la investigación que afecta al mayor de los
Mozos de Escuadra, Trapero, y a las organizaciones independentistas ANC y ÓMNIUN. Era
obvio, pero en los documentos incautados al Viceconceller de Economía de la Generalitat,
Josep María Jové, número dos del señor Junqueras, se hallan los planes, la repartición de
papeles, los escenarios a crear, la movilización de la calle, los tiempos para conseguir los
objetivos…; en fin, un plan de desestabilización del país organizado desde la propia
administración autonómica y con ramificaciones que alcanzan a miles de personas, decenas de
organizaciones… La policía autonómica, por órdenes de sus jefes, son una parte más del
entramado. Los números que faltaban para conseguir una mayoría holgada que justificaría la
independencia los han suplido los medios de una administración pública que hace años no se
dedica a otra cosa. Tienen la Administración quebrada, con un rating de bono basura para

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financiarse en los mercados, “pero eso también puede ser utilizado en nuestra favor. Les
echamos la culpa a ellos y ya está”. Supongo que habrá que estudiar precedentes sobre esta
perversión que hemos fomentado de manera tan ciega. Porque si el político posee el poder,
los presupuestos, los funcionarios a sus órdenes, pero es por entero irresponsable, habremos
llegado a una entelequia como la que ahora vemos desarrollarse ante nuestros ojos. La otra
idea fuerza de esta idiotez reside en que cualquier intervención de la Administración catalana
será retransmitida como un atentado contra derechos inquebrantables y que la lluvia de
competencias, pueden ir, pero nunca volver.

Martes, 10 de octubre.

Otro detalle sobre los heridos de las cargas del 1 de octubre. No hay distinción entre heridos y
atendidos. Y dentro de los casi novecientos casos anunciados los hay de la especie: crisis de
ansiedad frente al televisor que a determinadas personas les causaron las imágenes. Aplicando
una regla de proporción, imagínense el recuento de votos que ha hecho la Generalitat. Muchos
días después ni siquiera han sido capaces de cuadrar el resultado al 100%. La Guardia Civil
duda mucho de que ni siquiera se realizara recuento alguno. Urnas preñadas, gente votando
todas las veces que quiso, pueblos que gracias al “censo universal” tuvieron el doble de votos
que de censados o de habitantes. A pesar de todos los incidentes, la Generalitat dio los
resultados a la misma hora que los comicios habituales, y ese cínico portavoz que posee el
Govern, Jordi Turull, le añadió unas décimas al resultado para que fuera un poco más creíble.
En base a ello, el President, el “molt honorable”, va a fundamentar hoy una declaración de
independencia. “La independencia porque sí”, podía llamarse esto. A la espera de que la
tensión que ésta cree desemboque al fin en una situación de facto que algunos no tengan más
remedio que reconocer. “La revolución de las sonrisas”, como la llaman sus partidarios, va a
perder bien pronto su máscara.

La otra pinza de la tenaza, el Partido Podemos, ha presentado en el Parlamento una solicitud


para que se vote el apoyo al artículo 155 que más tarde o temprano tendrá que aplicar el
gobierno español. Pretenden que Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, se pronuncie.
Podemos son los equidistantes. Pretenden que el Estado se deje avasallar sin responder,
resultan mucho más magnánimos con el que incumple las leyes que con el que tiene que
hacerlas cumplir, y de hecho pretenden que el último no tenga ningún mecanismo de defensa.

La tensión crece según se va acercando la hora de las seis de la tarde. Hora fijada por el
President para proclamar la independencia, aunque formalmente es una aparición ante el
Parlament para dar cuenta de la situación política. Los contrarios se muestran hoy pesimistas.
Los favorables, esperanzados. Las organizaciones aledañas al poder en Cataluña, las
encargadas de manejar las calles y darles un objetivo a las manifestaciones, ya han dado la
señal de que esta tarde hay que reunirse en torno a la Ciudadela. Los Mozos de Escuadra la
han tomado. Aunque nadie sabe muy bien si es para proteger el Parlament, para proteger al
President tras declarar la independencia, o para protegerlo si no la declara.

Se van conociendo más detalles. La propia policía parece implicada en el blindaje de las
comunicaciones con las que el Govern dio su golpe. Es una lucha contra profesionales que
saben lo que se hacen, con prácticas propias del crimen organizado, empleados por un
gobierno y su policía. Quizá la imagen más inquietante de todo esto: la legalidad al servicio de

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una voluntad de delinquir, con los medios a su alcance que le habría puesto entre las manos
un Estado ciego, sordo y mudo durante mucho tiempo.

Otra cosa inquietante es la naturaleza del Estado que se proponen crear. Sólo en el nombre
sería una república democrática, pero tras escarbar un poco en la pintura se encuentran
aberraciones jurídicas. De hecho, este golpe destruye de por sí cualquier ficción de legalidad,
incluso la de los golpistas, que van cambiando sus normas según les interesa. No en la
vulneración de la Constitución, del Estatuto, o del reglamento de la Cámara. Sus propias leyes
de desconexión incurren en unos plazos y unos supuestos que se alternan o incumplen cada
día. Por eso se trata de un proceso revolucionario. Sólo importa el fin, los medios pueden
mutarse cuando a ellos les convenga.

Después del traslado de las sedes sociales de los bancos, ahora vienen las fiscales. El afán
recaudatorio vendrá a las primeras de cambio. En una situación en la que nadie sabe a qué
atenerse habrá que pagar a dos fiscos. Uno de ellos con la previsible discriminación entre
amigos y enemigos, sin normas fijas, sin prestaciones que puedan llamarse como tales,
dispuesto a incurrir en lo que se le ocurra para continuar con su ficción todo el tiempo que se
pueda. La calificación de “traidor” a la causa te convertirá en un apestado que no podrá contar
con nadie ni con nada. Una suerte de muerte civil decretada por un poder que sólo quiere
afectos. Se harán negocios a la sombra del poder, como los que solía hacer Convergencia toda
la vida. Si la República vence al fin, la tentación de cargar contra los opositores y premiar a los
leales va a ser muy fuerte.

La situación es tan absurda que la gente más sensata se considera fuera de esta geografía o de
este tiempo. Y como en los procesos revolucionarios vuelven a la orden el día efectos hace
mucho tiempo dejados atrás. Por ejemplo, se habla del franquismo como si hubiera finalizado
en la tarde de ayer. Cuarenta años se han esfumado y nos vemos de nuevo ante la tesitura de
romper con un régimen del que no queda nada en pie. Eso se refuerza con la idea de que a
algunos les gustaría su vuelta, porque entonces se encontrarían protagonizando en las
jornadas actuales una revuelta que entonces no se produjo. Heroicidad a toro pasado que
alguien compre en el extranjero. Porque aquí parece que no va a ser.

En las comunicaciones interceptadas por la Guardia Civil sobre algunos de los detenidos el día
20 por un mandato judicial aparece la patita xenófoba y racista que el independentismo
catalán se esfuerza tanto en ocultar a los medios y políticos extranjeros. Los encausados
hablan del recibimiento que les dieron el president y los consejeros del Govern cuando fueron
puestos en libertad. Todos en pie, aplaudiéndoles, como se hace con los héroes. Después
hablan del lío que debe montarse el día 1 de octubre, el día del referéndum, y de los guardias
civiles, “putos españoles”, que tienen la osadía de desconocer el catalán. Y en ese mismo
hecho radica la convicción de que los ciudadanos que no siguen sus actuaciones pueden ser
desechados y dejados de lado.

Le llaman “la Selva” a la Guardia Civil.

Las pírricas cifras que el independentismo ha conseguido para iniciar su embate contra la
Constitución asombran a los medios extranjeros. Poco acostumbrados a que en Europa uno se
lance a un enjuague de esta clase con un apoyo semejante. Pero ellos no cuentan con la

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realidad que se esconde debajo de las apariencias. De que sólo ellos, los “indepes”, se
consideran verdaderos catalanes. El hecho de que se pueda secuestrar al menos a la mitad de
la población y atropellar sus derechos son una muestra más del desprecio que sienten por los
que consideran ajenos a ese pueblo en marcha que invocan. Y lo cierto es que las
manifestaciones de estos últimos años tienen un aspecto uniforme que de por sí es ajeno a
una democracia. Dinamarca del Mediterráneo salpicada con desfiles a la norcoreana.

Miércoles, 11 de octubre.

Todavía se discute sobre la intervención de Carles Puigdemont ayer. Nadie sabe bien si declaró
o no la República. Los más exacto sería quizá decir que la suspendió sin haberla declarado.
Según él, para darle tiempo a una mediación y una negociación de cuyo objeto y sujetos nadie
tiene noticia. La presentación en el Parlament se demoró una hora porque la coalición que se
halla al frente de Cataluña no se ponía de acuerdo sobre el siguiente paso a tomar. Así que el
President leyó una cosa en la tribuna y firmó otra, sin membrete oficial, en uno de los pasillos
de la cámara representativa que, por otra parte, lleva cerrada varias semanas. Cuando los 72
diputados de la coalición firmaron, algunos con cara de funeral y los más con deseos de
significar que seguían adelante, se cantó “Els Segadors”, cuya letra los independentistas deben
haber borrado a estas alturas. La entonan a tantas horas que deben estar dejando en nada las
jornadas revolucionarias de las que surgió la República francesa y su Marsellesa. República
esta que, por cierto, es de todas las europeas la menos predispuesta a reconocer este
esperpento. De suceder en Bretaña, la República hubiera sacado hace mucho tiempo al
ejército a las calles. “Los demás que digan o piensen lo que quieran, pero aquí mandamos
nosotros y nadie va a liquidar la soberanía nacional”, se dirían sin muchos complejos nuestros
vecinos. De los ingleses es mejor ni hablar, porque es conocido que es a ellos a los que menos
les importa lo que piensen los demás sobre su país.

La gente acá está harta de tanta tensión y tantos momentos históricos. Espero que en Cataluña
comience a pasar lo mismo. El teatro de ayer no resuelve nada. Porque nada puede haber si no
se vuelve a la ley, pero consigue que la tensión de estos últimos días se alargue aún más y le
desquicie los nervios a unos cuantos. Obviamente, y de no estar completamente loco, el
Estado no puede aceptar una negociación de igual a igual y reconocer de algún modo que
todas las tropelías realizadas desde hace meses son válidas en algún modo. Sería un suicidio
televisado a todo el mundo.

La gente que esperaba en el Parque de la Ciudadela la proclamación se extasió cuando creyó


estar ante ella y se decepcionó cuando comprendió que la República había sido aplazada sine
die después de una vida de ocho segundos de reloj. No hubo muchas protestas. Algún que otro
grito de “traidor” fue silenciado. Se volvieron a casa como se vuelve del fútbol después de un
partido empatado por el Barça.

La editorial Planeta se cansó de esperar y al terminar su discurso el President anunció que


trasladaba su sede a Madrid. Hoy la han seguido unas cuentas alimentarias, que, como la
mayoría, encima tienen su negocio en toda España, un mercado cinco veces más grande que
Cataluña. Los pequeños empresarios que no tienen esas medidas a su alcance van a la ruina.
No es que haya un boicot organizado, es que la antipatía que han conseguido sembrar sobre
toda la región sus gobernantes hace que sus empresarios de éxito paguen las consecuencias.

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Para los miembros del Govern esto no es un problema. Para ellos todo consiste en la
independencia y será ella la que traiga la riqueza y los hará a todos dignos y valerosos. Estamos
ante una cosa digna del siglo XIX que hubiera divertido a Flaubert.

El periodista catalán José García Domínguez dice en su crónica de hoy que no es la burguesía
catalana la que dirige el “procés”, sino una suerte de payeses que pretenden blindar la
frontera e impedir que ningún foráneo la cruce. Que éstos pertenezcan a partidos con
diversas siglas es lo de menos. Lo que en realidad importa es esa sublimación del agro que ha
tenido lugar en los últimos años y cómo ésta ha contagiado a los jóvenes urbanos por medio
de una propaganda machacona. Cada uno pretende hacer su revolución, sin darse cuenta de
que ésta puede ser adversa a la del resto.

La señora Forcadell, presidenta del Parlament, lucía una amplía chaqueta de color rojo, con
botones dorados. Parece que ella sí pensaba que el día de la proclamación era ayer.

El gobierno español se ha mostrado contrario a cualquier nueva representación. Teme que la


ingobernabilidad y el caos den al traste incluso con la recuperación económica en el resto del
país. La inseguridad va a detener las inversiones extranjeras y veremos con los bancos y con la
retirada de depósitos las acciones defensivas de los que temen un “corralito”. Sobre esto el
Govern no opina, pero sus medios de propaganda han encontrado al culpable que ya todos
ustedes imaginan. De hecho, esta historia es contada en versión de dibujos animados en las
meritorias escuelas de toda la comunidad autónoma y en nada se distinguen los cuentos de los
niños de lo que nos cuentan los políticos, que podrían ser, o de hecho resultan ser, sus padres.
Han hecho de la Historia una historieta que le produce alteraciones a cualquier especialista de
prestigio. Pero como aquí no se trata de comprender los entresijos complejos que se
sucedieron en el pasado, sino de imponer una serie de mentirijillas heroicas para
demostrarnos a nosotros mismos que somos superiores, con esto se puede ir tirando. Han
convertido a los niños en una faceta más de la lucha, en un frente en el que pelear con los
mismos mandobles que en el resto. Los Pioneros de Stalin o las Juventudes Hitlerianas se
hallan a la vuelta de la esquina en versión parroquial. Los infantes, como es lógico, se han
tomado cierta justicia redentora y le hacen el vacío o han apaleado en el patio al hijo de algún
guardia civil. “La revolución de las sonrisas”, interpretada por el sindicato de maestros por la
independencia, no deja lugar a dudas.

Esto recuerda al kitsch que suelen imponer las dictaduras de todos los colores, según la versión
indeleble de Milan Kundera en “La insoportable levedad del ser”. No es que el kitsch no se dé
en las democracias, pero es que en éstas luchan entre sí tantas inclinaciones culturales,
pseudoculturales o meramente comerciales que uno puede comprender si lo desea que se
halla frente a una mentira propagandística o publicitaria. Para la dictadura, sin embargo, la
felicidad, el éxtasis de la unión colectiva sobre la individualidad, es comprendida como una
verdad que debe llegar a realizarse o se ha realizado ya. Una sociedad sin conflictos, sin
intereses contrapuestos, es la propia de los nazis y de los bolcheviques. Su imagen es la de las
multitudes que desfilan juntas bajo un orden militar. Cantan lo mismo y a la vez. Ése es su fin y
su medio. Cualquier pensamiento crítico es tomado como traición. Pero en ellas esas peleas
existían como en cualquier otro lugar, sólo que las consecuencias personales de hacerlas
públicas eran tan férreas que uno se jugaba su propia eliminación.

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Hay una vuelta a la retórica guerra-civilista que quizá debía espantarnos. El partido Podemos
ansía alejar al PSOE del gobierno y de Ciudadanos y construir un Frente Popular como el que ya
se viera por entonces. Su fin es el mismo. Establecer un régimen en el que los conservadores,
tachados previamente de “fascistas”, fueran expulsados. Sus aliados de hoy son los
separatistas catalanes, pero antes lo fueron los vascos (hay un programa de televisión por ahí
en el que Pablo Iglesias dice desde una herriko-taberna que el único movimiento que en la
Transición había comprendido la cárcel de los pueblos que suponía para todos el nuevo
régimen constitucional era ETA). Lo serán de cualquiera que los ayudara a lograr su objetivo.
Lógicamente, ese Estado lleva en su germen el virus de la dictadura y la guerra civil. Ambas son
medios necesarios e indispensables si uno debe alcanzar ese paraíso sobre la tierra que, a
modo de cielo, también ellos nos prometen. Algo que en Europa sería una suerte de distrofia
incomprensible y a poner de inmediato en cuarentena, pero que en la Venezuela de Chávez y
la Argentina de los Kirchner se hizo, o casi en el segundo de los casos, realidad. Así que eso es
lo que nos jugamos con estos simpáticos esclarecidos que acuden cada día al Congreso a
darnos lecciones de moralidad pública y privada.

El confuso discurso del President que proclamó o no proclamó la República independiente


tenía claramente dos sujetos: la comunidad internacional, a la que se ruega que medie, y la
tenaza de Podemos, que constituye una suerte de karateka en Madrid. Sin una cierta
confusión, con una declaración a las claras, los miembros de Podemos no podrían seguir
culpando al gobierno de todo lo sucedido. Hasta sus votantes más convencidos deberían
reconocer que forman parte de una cosa que no entienden.

Digo karateka por todas las llaves que sus miembros le hacen al Estado, y que, de tener éxito,
provocarían que éste no pudiera defenderse de ninguna forma.

Jueves, 12 de octubre.

Día de la Hispanidad. Un “Eurofighter” se estrelló al volver del desfile militar que tuvo lugar en
Madrid. El piloto, el capitán Borja Aybar, ha muerto. Ya ha habido algún capullo de Twitter que
ha celebrado el acontecimiento. Uno es un asesor de la Esquerra en un pueblo catalán. El tipo
ha retirado el tuit y después se ha enredado en retorcidas explicaciones para justificar su
comentario. Esquerra lo ha suspendido de militancia. ¿A ver cuánto dura?

En Barcelona, donde se celebraba una concentración para celebrar el día nacional, unos
extremistas se lanzaban sillas por el aire. Están relacionados con el fútbol, ese gran invento de
la concordia y que algunos ingenuos pensaron hace años resolvería —gracias a los éxitos de la
selección nacional— todos nuestros problemas de convivencia. Dios los acoja en su seno.

El gobierno ha remitido un escrito, requerimiento a Puigdemont para que aclare si proclamó o


no proclamó la independencia la tarde—noche de día 10. Es un apercibimiento que pone en
marcha el procedimiento del artículo 155. Tiene hasta el lunes para responder y hasta el jueves
para rectificar, como plazo. En un tuit Puigdemont se muestra indignado: “Uno ofrece diálogo
y negociación y se encuentra con esto”, viene a decir. Como en la tribuna dijo una cosa y en el
pasillo de la Cámara firmó otra, muchos no lo tienen muy claro. ¿Qué es lo que realmente hizo
el Sr. Puigdemont? Nominalmente dar por enterado a los parlamentarios de la votación del 1
de octubre, abrir el procedimiento de su aplicación según la suspendida Ley de Transitoriedad,

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y dejarla en suspenso para iniciar una negociación en la que el Estado le dé parabienes por la
misma, aunque todo lo relacionado con ella está suspendido por el Tribunal Constitucional.
Pablo Iglesias alaba su sensatez y su inclinación por el acuerdo. Los partidos constitucionalistas
parecen entender que no se pueden dejar llevar a este esperpento por más tiempo.

En el Congreso, cariacontecido, aunque este hombre siempre lo está debido al papel que cree
le está destinado jugar, Pablo Iglesias acusa a Rajoy de “romper España”. Otra llave de
karateka para inmovilizar al gobierno a costa de los efectos del artículo 155, que
probablemente el gobierno va a aplicar. Pedro Sánchez ha hecho unión con el gobierno y
Ciudadanos. A cambio, Rajoy se ha comprometido a una reforma constitucional a comenzar en
un período de seis meses. Para Podemos y los separatistas catalanes esto suena a traición.
Aunque nadie sabe por qué. La España de 2017 no es la de 1936 y dejarse llevar al huerto de
un Frente Popular sería tal disparate que acabaría de facto con la carrera política de Pedro
Sánchez, acusado de traición por una buena parte de los que son o pudieran ser sus votantes.
Ha comprendido que debe dar la imagen de hombre de Estado y que los otros posibles
compañeros de viaje de este atribulado crucero son poco recomendables. Al fin, por una de
esas paradojas en las que se precia la Historia, el candidato socialista antigubernamental se va
a ver obligado a firmar los mismos acuerdos que hubieran hecho los que él denunciaba dentro
del partido como derechistas. Él mismo lo ha expresado hoy y ha llamado la atención sobre
algo de lo que no es el menos sorprendido.

En los corrillos que se producen en el Palacio Real tras la celebración del Día de la Hispanidad
se ha respirado cierto optimismo con respecto a la cuestión catalana. Es obvio que Puigdemont
empieza a flaquear. EL 10 de octubre, tras la extraña representación que al parecer tuvo como
objeto la proclamación de la República, aunque también puede que no, los señores de la CUP
se mostraron indignados. Están acostumbrados a imponer su criterio desde hace años gracias
a sus diez diputados y la cosa se torció en el último minuto. Pensaban en una jornada gloriosa
y hay un hazmerreír generalizado en Internet por el gatillazo, con caras de alegría suprema y
decepción no menos suprema después de ocho segundos de república. La ANC también
requiere al Govern para que active la independencia, puesto que no hay respuesta positiva por
parte del Estado español. Rull, uno de los consejeros del Govern, habla de mediaciones
inminentes, de peticiones por parte de dirigentes internacionales que han aconsejado actuar
con cautela… En fin, que no tienen nada… Ni a nadie.

Mientras tanto, hoy, en Barcelona, se han reunido en torno a 65.000 personas para celebrar la
Fiesta Nacional. Incluso con los números parcos de la Policía Local, deben ser trece veces más
que la última vez. ¿Estrella indiscutible?, Inés Arrimadas, una jerezana que aspira a presidir la
Generalitat como candidata de Ciudadanos. Los chistosos la ponen como contramedida de las
teorías raciales del amable Junqueras. Según él (catalán de pura cepa), guapo como los
franceses (como Alain Delon, por ejemplo) y no moreno y engrudito como los españoles, los
portugueses (y feo, por lo tanto, como Inés Arrimadas).

Viernes, 13 de octubre.

Espera tensa. Aunque el culmen de estas semanas ha dado desde el martes una suerte de
respiro. Acaso ilusorio. Las presiones se han trasladado al president Puigdemont, que debe dar
una respuesta concreta si no desea ver la autonomía intervenida. Los miembros de la CUP y

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sectores de ERC e incluso de su propio partido le piden una respuesta clara y consecuente: la
independencia fue declarada. El expresidente del Govern, Artur Mas, su mentor, piensa lo
contrario: la independencia no fue declarada. Como Puigdemont le hizo caso a él y no a ellos
en el último envite, algunos quieren ser optimistas. Pero cualquier instinto inclina a ser
prudente. Lo cierto es que no hay mediaciones ni se las espera y la vía eslovena, un “fait
accompli” que por medio de una tragedia vierta en un charco de sangre sobre la mesa la
necesidad de negociar, es la única que se les ocurre a los más radicalizados. Cualquier otra
cosa significaría una retractación y es mejor negociar desde una posición de fuerza que desde
la debilidad que supondría haberse echado atrás.

El problema de la declaración unilateral es que nadie va a reconocer a Cataluña como Estado. Y


además que el estiloso delirio de forjar una Dinamarca del Mediterráneo se empiece a parecer
de veras a la crisis yugoslava que precisamente la independencia eslovena inició. Una vez fuera
de control, la situación será endiabladamente difícil de restaurar. La economía catalana
sometida a una fuga de empresas y bancos se hundiría en un completo descrédito. La toma
por la acción callejera de aeropuertos, puertos, juzgados, daría la vuelta al mundo como
ejemplo de una barbarie que nadie en su sano juicio estaría dispuesto a respaldar, y, ¿qué
sería de los organizadores y ejecutores políticos de una anarquía semejante? Cataluña
terminaría más pronto que tarde gobernada por líderes revolucionarios que más bien suenan a
otra geografía. ¿Qué quedaría de los valores europeos en todo esto?, absolutamente nada.
Sería necesario esperar que los revolucionarios se despedazaran entre sí para poder volver a
tomar el timón. La gente, mientras tanto, se hubiera visto arruinada, en mitad de una
inseguridad jurídica que puede volverse en busca de neutrales, tibios y “quintacolumnistas”
en cuanto la arcadia demuestre no llegar en breve o probablemente nunca. Esa pesadilla es la
que nos amenaza hoy.

Sábado, 14 de octubre.

En un artículo de hoy el profesor Jorge de Estaban descifra la estrategia independentista en


Cataluña. Los “indepes” necesitaban un referéndum de autodeterminación cuya legitimidad
nadie reconoce. Ellos, obviamente, lo sabían de sobra, así que se han dado en idear una
representación en base a lo que han visto en otros países que podían servirles de modelo. El
resultado del referéndum era, por supuesto, lo de menos. Por eso, el señor Puigdemont y
compañía hicieron una entelequia. El único de los requisitos que cumplieron al convocar el
mismo era el de una pregunta sencilla. Los demás: la neutralidad de la institución que lo
convoca, la libertad de voto, la pertinencia en cuanto a su legalidad y la limpieza de los
resultados y del recuento eran lo de menos. Joan Manuel Tresserras, de ERC, uno de los
estrategas del “procés”, dijo, según grabaciones en poder de la Guardia Civil, que “habría que
inflar los resultados” para que se llegase por lo menos a los tres millones de votantes.

“(…) la realidad es que aparecieron las urnas chinas, algunas embarazadas, porque llegaban ya
llenas a los colegios electorales, como ocurre en las elecciones de Camerún. Además, se creó
sobre la marcha el Colegio único para que quienes quisieran pudieran votar varias veces en
diferentes colegios. Y, por supuesto, el recuento se hizo sin interventores de la oposición. El
portavoz del Govern, con un gran sentido del humor, dio una cifra, incluso con decimales, del

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resultado de las votaciones. Pero, como he dicho, la exactitud numérica en los resultados es un
requisito sin el cual no vale ningún referéndum”.

La victoria no se hallaba en el número de votos, ni el de síes, sino en encerrar a viajes y niños


en los colegios para obtener imágenes desgarradoras cuando apareciera la policía con la orden
judicial de cerrarlos. Son esas escenas, que después se exagerarían hasta convertirlas en un
atropello inaudito, las que legitiman una opción política que no cuenta con una mayoría
aplastante entre la población, ni le guarda el más mínimo respeto a la legalidad constitucional
ni estatutaria. No sólo a la española ni la catalana, sino a ninguna que pueda encontrarse en
los países de nuestro entorno.

Todo este teatro en torno a la libertad y los derechos humanos conculcados se produce a la
vez que el mundo sufre una de las mayores calamidades humanitarias tras la explosión política
sufrida por los países de Oriente Medio. Con millones de desplazados, con centenares de miles
de muertos en guerras salvajes donde se han utilizado armas químicas y donde la tortura de
verdad, la esclavitud de verdad, la pobreza de verdad, la muerte de verdad, se cierne a diario
sobre pobre gente que no puede escapar. Entre esa gente hay niños, mujeres y hombres que
verían esta enorme performance como una suerte de sarcasmo mayúsculo.

Domingo, 15 de octubre.

Siguen las presiones sobre Puigdemont I. Muchos lo incitan en público a declarar de una vez la
República, es decir, la independencia. Otros, en privado, le piden cautela. Curiosamente, nadie
parece haber reparado en que la llamada Ley del Referéndum, que los “indepes” consideran
norma suprema por el momento, hasta que no la cambien por otra, atribuye en su artículo 4.4
al Parlament y no al President la facultad de declarar la secesión. Un especialista dice que el
Govern ha incumplido en estos días 26 de los 34 artículos que la componen. Eso sin
despeinarse ni dar explicaciones a nadie. Esto es una muestra más, entre otras, de lo
respetuosos que van a ser estos caballeros si consiguen sus propósitos.

El Parlament de Cataluña ha puesto en práctica una comisión destinada a controlar, supervisar,


la labor de los jueces en relación con cualquier actuación sucedida durante la jornada del 1 de
octubre. Se trata, al parecer, de crear una administración judicial paralela. Una administración
en la que las salvaguardas por las que estamos protegidos en la verdadera carezcan por
completo de sentido. Como en todo el proceso de independencia, los tres poderes se mezclan
unos con otros, eso cuando no aparecen unos señores particulares que se suman a los órganos
ejecutivos o legislativos y les ordenan o les insinúan lo que deben hacer. Todo ello en
reuniones secretas que ningún órgano puede fiscalizar.

Puigdemont sigue esperando que un rayo lo ilumine. Esperemos que no sea que lo fulmine.
Trató de dar una imagen de moderación en la sorpresiva declaración el día 10. Pero ésta no ha
sido entendida por casi nadie. Entre sus partidarios los hay decepcionados, asombrados y
algunos, los que están más cerca del President, comprometidos con su actuación y con su
causa. Pretenden explicar el gatillazo por un sacrificio majestuoso en aras de la paz mundial.
Estos tipos nunca cometen nada que no sea perfectamente ético.

Lunes, 16 de octubre.

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No hay novedades. Eso sí, se está quemando Galicia. Una sequía espantosa y ahora unos
cuantos pirómanos haciendo el agosto en octubre. Quizá deberíamos dedicarnos a esto, pero…

El gobierno no espera una respuesta clara al requerimiento enviado a Puigdemont. Se ven ya


aplicando el famoso aunque ignorado artículo 155. Según un periódico, hay 50.000 “indepes”
preparados y organizados para la lucha callejera. Son el ejército de choque que componen los
tres cuerpos de la Generalitat: ANC, ÓMNIUM y la CUP. Se supone que los militantes actuarán
en puntos críticos, poniendo en cuestión el orden público en toda la Comunidad Autónoma. La
intervención de los Mozos de Escuadra por parte del Estado deberá ser el primer paso del
gobierno. Impensable continuar con la tragicomedia de los Mozos mirando a otro lado o
poniéndose al servicio de los sediciosos, si es que no comandando el golpe.

Pero, de salir al fin la cosa bien, este golpe sólo se desarticulara de veras si la oposición gana
las próximas elecciones y airea el entramado en el que se ha convertido la administración
catalana bajo sus gobernantes. Habrá que ponerle una lupa a las subvenciones, los
presupuestos, las partidas opacas que han creado estos señores para conseguir sus propósitos.
Desarticular la maquinaria propagandística del odio en la televisión autonómica catalana y en
su radio, será otro punto clave. Empezar a ventilar el espacio cerrado y atosigante de los
colegios dedicados al adoctrinamiento de alumnos, el siguiente. En fin, que, como sucede
siempre en casos semejantes, van a tener que hacer en semanas lo que no se ha hecho en
años. La única ventaja que cabe sacar de la situación con respecto a la del referéndum ilegal
del día 1 es que ahora se tratará de enfrentarse a algaradas callejeras. Algo a lo que se ven
enfrentados todos los gobiernos en algún momento. Lo de los 50.000 militantes es una cifra
máxima. Habrá que ver al fin en qué queda la cosa.

En los días pasados la gente se tomó un respiro que se va a terminar en breve. Los
nacionalistas continúan con su “historieta”, porque la utilización de la Historia, una historia a
gusto de cada cual, es otro frente de batalla no menos importante que los restantes. Así que
Companys en 1934 o en 1939 (muchos “patriotas” confunden una fecha con otra: el
encarcelamiento primero por sublevarse contra la República con el fusilamiento segundo
decretado por los tribunales franquistas tras la guerra), 1714, 1640, el franquismo anti-catalán
y demás, se venden en pócimas en las que uno descubre unas apreciaciones e interpretaciones
delirantes. Ya dije que las lecciones en los colegios hablan de polis buenos y malos y la historia
acaba con la muerte del rey tirano que ha esclavizado por medio de él y sus predecesores a un
pueblo virginal, sin defectos ni contradicciones, y que aspira a la merecida felicidad. Es lo
mismo que creen los políticos con canas, así que...

Lunes, 16 de octubre-Tarde.

Puigdemont respondió con otra maniobra para la confusión. Quiere un trato de igual a igual,
mediación y acuerdo en dos meses y dicta lo que debe suceder con las actuaciones judiciales
en marcha y la salida de las Fuerzas de Seguridad del Estado de Cataluña. Para este hombre la
separación de poderes debe ser una broma y así se dispone él a aplicarla en su territorio. La
negociación trataría de la independencia, aunque sigue sin responder si la declaró o no.
Quebec, Dinamarca, Eslovenia, Kosovo, el Ulster, por ese orden, se han convertido en los
modelos para el “procés”. La estrategia al fin consiste en vencer por desistimiento. Esperando
que el follón en las calles, las instituciones y las leyes llenen de convencidos las filas de los

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independentistas. Puede haber dos parlamentos y elecciones boicoteadas por la otra parte,
que sólo consideraría como válido el referéndum del 1 de octubre, ese modelo de elecciones
democráticas. Así que se nos presenta un futuro halagüeño y prometedor, cuya deriva sólo
veremos después de años. Pasarán personajes y gobiernos, se esfumará la recuperación
económica y seguiremos con la matraca. Pero también puede suceder justo lo contrario de lo
que esperan los independentistas y que la gente común empiece a abandonar el barco, lo
mismo que han hecho las empresas con sus sedes sociales, las fiscales y después, a buen
seguro, sus sedes operativas. La región se empobrecerá a ojos vista, porque no hay nada que
espante más al dinero que la ausencia de seguridad y el no saber a qué atenerse. Y, ¿cuántos
“citoyens” van a arruinar su esperanza de vida por una quimera que en todo caso deberán
heredar sus hijos, si es que les queda algo por heredar?

La barretina va camino de convertirse en el gorro frigio y la independencia ya tiene en la


animadora del corazón Carmele Marchante su libertad desnuda guiando a las masas. Por
supuesto, no la va a pintar Delacroix, sino que será el fotomatón —con el Photoshop como
herramienta piadosa— la que deba adecentar en lo posible a la investigadora de affaires. De
risa, pero así está la cosa.

La Unión Europea mira con alarma las elecciones austriacas. Un partido que posee como
referencia a Hitler ha obtenido el 25% de los sufragios. Casi nada. Es probable que entre en el
gobierno federal como socio prioritario. Las elecciones las ha ganado el partido conservador,
dirigido por un político de 31 años. Nada menos. Éste vislumbró por dónde venían los tiros e
hizo una campaña bajo los mismos auspicios de la extrema derecha que le iba a disputar los
votos agitando la xenofobia. Y es que la ola de populismo y oportunismo creciente no sólo nos
ha tocado a nosotros. Los dirigentes de la Generalitat lo que han hecho ha sido redirigirla
contra el odiado, vago, ladrón, español, que cumple en este caso el papel que en Austria
desempeña el odiado, vago y ladrón emigrante de Oriente Medio. En el Reino Unido los
emigrantes se repartían las culpas con los burócratas de la Unión Europea y en los EEUU con
las pérfidas élites de Washington. Todas las alternativas aireaban la solución de los problemas
en cuanto desapareciera el chivo expiatorio y todo ha quedado o va a quedar en nada. Es una
lección histórica para todos aquellos que se asoman a la Europa de entreguerras y no pueden
ver más allá de un manicomio.

Junqueras, el exseminarista y actual vicepresidente de la Generalitat de Cataluña, ya les soltó a


los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado que ellos (los “indepes”) eran “gente
honrada”, al contrario de los que los enviaban. Pocos días después, cuando la fuga de las
empresas y las sedes sociales de los bancos, también dijo que éstos no huían de Cataluña, sino
que se trasladaban “a los Països Catalans”. Antes había dicho que la independencia no
supondría ningún coste ni sacrificio: la ONU, la OSCE, la UE y hasta la OTAN los esperaban con
los brazos abiertos. “Es lo normal”. El PIB crecería el 8% cada año y vivirían entre ríos de leche
y miel. “Es lo normal”. Este estadista es el líder del partido con más apoyo en la Comunidad
Autónoma. O, al menos, eso dicen las encuestas.

También hay repúblicas exsoviéticas que han declarado la independencia y por ahí andan. No
las reconoce nadie, excepto Rusia, en todo caso, y son el paraíso no de los nacionalistas sino de
las mafias de armas y el tráfico de personas que han encontrado en esos lugares el mejor

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espacio para medrar. Como no poseen tratados de comercio que los reconozcan como socios,
se dedican al contrabando. Los gobiernos son una rama más de la red mafiosa. Viven en una
suerte de limbo después de años. Claro que a nadie se le ha ocurrido ponerlos como ejemplo
de lo que queremos ser. Porque, ¿quién sabe dónde se encuentra Abjasia o el enclave de
Nagorno Karabaj? Eso sí, son bastante más independientes de lo que aspiran a serlo las
autoridades catalanas. Éstas pretenden forma parte de la UE, lo que supone de por sí una
contradicción. Alguien le ha dicho a esta panda que el principio de solidaridad forma parte
esencial de la Unión Europea y que lo que se piensan ahorrar como fondos de solidaridad con
el resto del Estado lo pagarían en Europa a los países con menos renta per cápita. Si es que la
idea no es en empobrecerse y ser receptor de fondos cuando llegue el ansiado día de entrar en
el UE.

Martes, 17 de octubre.

Los llamados “Jordis”, dirigentes de la ANC y ÓMNIUM, han dormido esta noche en prisión.
Están acusados de sedición. Al mayor Trapero y la Intendente de los Mozos de Escuadra les
han caído encima medidas cautelares, como la retirada del pasaporte y la presentación en el
juzgado cada quince días. El independentismo habla de “presos políticos” y el diputado Gabriel
Rufián, de Esquerra Republicana de Cataluña, dice que ya hemos llegado a Turquía. Es curioso,
pero la búsqueda de símiles estrambóticos parece una epidemia en estos momentos. Unos
saltan del franquismo a 1714, con la victoria de Felipe V en la Guerra de Sucesión (que según
ellos fue de “secesión”), y a diversos escenarios actuales de los que saben, por cierto, tan poco
como de los pasados. Eso demuestra que el pensamiento contemporáneo reflejado en estos
personajes reside en hacerse con una imagen y plantar una analogía. El prolijo mundo de
Internet, en el que se encuentra como en casa. García Domínguez habla de Jordi Cuixart,
presidente de ÓMNIUM, que a pesar del apellido es el típico charnego con un odio visceral por
la lengua que hablaban sus padres. De escarbar en algunas biografías resulta que los más
fanáticos son personajes de este calado.

Hoy habrá caceroladas a las doce para protestar por los encarcelamientos de ayer, también
concentraciones. A pesar de todo, el independentismo se niega a dar el último paso adelante.
Proclamar la independencia con el referéndum del 1 de octubre como respaldo no serviría de
nada. O al menos eso les empieza a parecer a los tertulianos de las televisiones y radios
autonómicas. No saben exactamente si han avanzado mucho o poco, pero el apoyo
internacional es nulo entre los gobiernos y la declaración de independencia “porque sí” la
haría caer en la insignificancia. Por otra parte, es obvio que todo esto va a centrarse al fin en
un problema de poder, nucleado en torno al asunto del orden público. ¿Cuál será la respuesta
de los Mozos de Escuadra cuando el gobierno intervenga la policía autonómica y la ponga a las
órdenes del Ministerio del Interior? Ésa es la clave.

Otro problema con el que se enfrentan es el del tiempo. Sus victorias las han ganado en las
cadenas de televisión internacionales, pero todo el mundo conoce de qué pie cojean éstas.
Llegará un momento en que las jornadas gloriosas del 1 de octubre; del 3, con el “paro de
país”, según el vocabulario del Govern, empezarán a aburrir a los foráneos. Tampoco va a
ayudar a mantener viva esa llama una compleja red de justificaciones que los ajenos
simplemente no comprenden. Es el día de gloria, seguido del olvido, al que todos los

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movimientos de esta especie aspiran en la CNN. Pero, ¿basta con eso para lograr la
independencia?

Otro aspecto de ese mismo problema radica en que los líderes del independentismo llevan
años vendiendo el coste nulo de su opción. Los no fanatizados del movimiento han empezado
a comprender que esa propaganda está averiada. Cuando los costes se multipliquen, cuando
las calles ardan y los negocios y los empleos se resientan, ¿cuántos de ellos no estarán ya
cansados de una voluntad que no va a ninguna parte? Un enfrentamiento sin fecha, sin
objetivos claros, sin pensar en los costes, sólo lo van a defender los más convencidos.

Ayer, en France 24, otro debate a costa de Cataluña. Una joven corresponsal del periódico Ara
y un portavoz del PSOE en Francia. Como todo esto es una performance, se trata de venderle a
los de fuera una mercancía que de tratarse de su país jamás comprarían. Para conseguirlo, se
pretende darle el aspecto más angelical posible. Para ello se presenta la vulneración de la
Constitución, el Estatuto de Autonomía, el reglamento de la Cámara, el atropello de los
derechos de la oposición y de las propias normas decretadas exprofeso por el Govern como
asuntos menores. Lo fundamental es el referéndum, cuyo recuento las almas cándidas suelen
tomar como aproximadamente exacto. A partir de esos mimbres se evidencia la inclinación a
negociar del president Puigdemont, quien de hecho no piensa en una negociación sino en la
mera imposición de sus tesis. Todo ello con un apoyo de la población que no llega al 50% y que
en cada jornada electoral verificable en términos normales no hace más que perder respaldo.
Se niegan de paso las competencias y las atribuciones que la Comunidad Autónoma posee
desde hace años, sin parangón en el resto de Europa. Y se denuncia que están sometidos a un
estado de excepción que no los deja expresarse, cuando no hacen otra cosa a lo largo del día.

Y, de hecho, las campañas de tergiversación que ha lanzado la Generalitat y sus allegados son
unas de las más agresivas de que se han visto recientemente. Los líderes de la independencia
poseen un problema con la verdad y, debido a ello, todos sus argumentos están trufados de
mentiras que no resisten el más mínimo análisis. Han bombardeado las delegaciones europeas
y mundiales con patrañas, ha lanzado campañas publicitarias y se han explayado en
narraciones en las que a menudo no subsiste nada que se parezca a la verdad. Esa
tergiversación es tan absoluta que sólo ella sirve para desmontar la supuesta buena fe de los
convocantes. Éstos disfrazan todo con tal de imponer su argumentario. Lo mismo les da las
cifras que las condiciones…

En la hoja de ruta intervenida en la casa del número dos de Junqueras está la respuesta: los
ofrecimientos de diálogo y negociación son meros ardides, lo fundamental es convencer a
algún socio europeo de que España vive bajo una dictadura y de que es necesaria su
intermediación para evitar una sangría. En un vídeo de ÓMNIUM de hoy se llega a decir que la
represión policial del 1 de octubre no tenía parangón desde el fin de la Segunda Guerra
Mundial. Los periódicos constitucionalistas dedican páginas a desmontar semejante
barrabasada. Quizá lo más increíble de toda esta historia es que esta muestra de fanatismo, de
cinismo, no se ha improvisado en un día, sino que lleva años en una marcha disparatada con la
que ahora nos tenemos que enfrentar de repente, como si hubiera surgido la tarde de ayer.

Martes, 17 de octubre-Noche.

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Ha habido manifestaciones por el encarcelamiento de los “Jordis”. Pero no frente a las
delegaciones del gobierno. No ha habido algaradas, pero sí velas y eslóganes lacrimógenos, y
eso que uno de los argumentos de la defensa de los líderes separatistas ante la jueza fue que
el auto de prisión dificultaría la convivencia. La impresión es que arderían las calles, pero el
independentismo está sufriendo los golpes de la realidad. La fuga de empresas, la
manifestación por la unidad nacional celebrada el 8 de octubre, el nulo reconocimiento
internacional, la falta de diálogo y negociación, y la ambigua declaración de independencia de
Puigdemont que ni sus socios no se tomaron como tal, son muestras de que han llegado a un
callejón sin salida. La victoria “indepe” reside en la propaganda. Más allá de ella se abre el
vacío. Pero ya hemos dicho que la propaganda respira acuciada por el tiempo. Lo pintoresco
del asunto les ha hecho gracia a los medios de prensa internacional, pero, ¿podrán estos tipos
seguir surtiendo imágenes rompedoras antes de pasar a un segundo plano, luego a un tercero
y después al olvido? ¿Quién lee una noticia hoy sobre el conflicto de Ucrania? Y éste continúa
produciéndose igual que cuando tanto nos impactaba…

Las escenas del 1 de octubre, y el asedio a los policías nacionales y guardias civiles los días
posteriores, han resultado el trago más amargo que, de momento, la gente que cree en la
unidad del país se ha debido tragar. Es previsible que vengan otros. Las manifestaciones de
ayer parecen numerosas, pero infladas convenientemente por la policía. El sábado hay otra
por los mismos motivos, y se anuncia una movilización permanente. Esta gente parece creer
que la masa no se aburre de cantar Els Segadors un montón de veces al día.

Puigdemont I se sovietiza, haciéndose guardar 24 horas al día por los “GEOS” de la policía
autonómica. Se va a parecer a uno de esos presidentes de repúblicas que nadie sabe señalar
en un mapa. Rodeado de fieles y yendo de un lugar a otro mientras queda en solfa su
legitimidad y, de tenerla, el poder de ejercerla. Cuando le apliquen el artículo 155 le habrán
dado unas cuantas tajadas al poder que esgrime. De todos modos, él seguirá representando.
Lo de la mediación internacional ha quedado en humo. Pero llorosos manifestantes piden
ayuda para Cataluña a través de carteles en inglés. La revuelta ucraniana, de la Plaza Maidan,
año 2013/2014, ha encontrado un montón de recitadores. Éstos piden a su vez salvar a Europa
del monstruo que los amenaza.

Miércoles, 18 de octubre.

Grandes manifestaciones pacíficas exigiendo la libertad de los “Jordis”. Lo que sucede es que
no son tan grandes. Hay una suerte de impasse hasta mañana. Fecha límite para que
Puigdemont dé marcha atrás. Cosa, por lo demás, improbable. ¿Cuál será la reacción a la
intervención de la autonomía para salvarla de los mismos que la dirigen? Ya lo veremos. Pero
es evidente que el Estado no puede permitir el caos que la independencia pretende. Se iría al
traste la seguridad jurídica, que ya se ha ido; la fiscal, que está por irse; la monetaria, ídem; y la
ciudadana, que ya veremos.

La señora Forcadell, la presidenta del Parlament, lo mantiene cerrado por interés de la


mayoría. En eso han llegado a una suerte de maniobra que se empleaba en los años
veinte/treinta para los episodios más incendiarios de los turbulentos regímenes de entonces.
Se empleó en Alemania, antes en la Rusia zarista asaltada por la revolución… El gobierno le
echaba el cerrojo a la cámara representativa y se disponía a actuar con poderes

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extraordinarios. En este caso no los concede el Jefe del Estado, puesto que el golpe se dirige
contra él, sino una mayoría en rebelión permanente contra las leyes y cualquier cosa que ose
llevarle la contraria.

Algunos paralelismos con los años de plomo vividos en el País Vasco durante la matonería
etarra aparecen en estos momentos. También entonces, ante cualquier actuación defensiva
del Estado, se anunciaban los fuegos del infierno. Como cuando el preboste Arnaldo Otegui
terminó en prisión. También sucedió lo mismo con el encarcelamiento de la Mesa Nacional de
Herri Batasuna. El Estado, después de muchas jornadas amargas, supo al fin vencer. Ya
veremos lo que sucede ahora. Parece que los independentistas catalanes han aprendido de la
experiencia, porque uno de los mantras reiterados de los portavoces es el de ser gente
pacífica. Eso no incluye las coacciones “de baja intensidad” que sufren a menudo los que no
comparten sus manías. Ni la barra libre que los “indepes” tienen en las escuelas y sus medios
de comunicación.

Una diputada “indepe” ayer, mientras el actor y diputado Toni Cantó denunciaba en la tribuna
del Congreso el adoctrinamiento de escolares en Cataluña y el que los diputados “indepes” se
presentarán en la Cámara sólo a cobrar, le hizo un corte de mangas desde el escaño. La señora,
requerida por los periodistas a la salida, dijo que se lo había pensado bien y que decidió que se
lo merecía: “por la falta de respeto”. Y es una escena significativa porque los independentistas
tienen tal complejo de superioridad, aleado con el consabido barniz de victimismo, que les
hace creer sin enrojecer que el respeto siempre se lo deben los demás a ellos pero no al revés.

En las gloriosas jornadas del seis y siete de septiembre en el Parlament fue una parlamentaria
de Podemos la que tiró una bandera española al piso, llamándola trapo. Y el himno español
merece el mayor de los improperios. No digamos el rey español. Es normal, porque suponen
de veras que los demás no constituimos un pueblo, como sí lo son ellos. Es ese sentimiento
instintivo, primario, donde prevalecen el rencor y el odio por encima de cualquier raciocinio, el
que lo hace terminar siempre a bombazos con el otro y persiguiendo al traidor que permanece
en el interior. El ideal de nacionalista es un instante en el que la muchedumbre fiel entona una
y otra vez Els Segadors. Articular otra cosa es ya caer en el campo de las contradicciones
irresolubles. Ajar la uniformidad y el sentimiento de pertenencia a la tribu.

Los aliados de Podemos continúan haciendo mientras tanto su labor de zapa de Madrid. Hace
unos días acusaban al gobierno de “romper España”, ayer les inquirían a volver “a la
legalidad”. Después del esperpento de la declaración de independencia firmada en un pasillo,
el señor Iglesias alabó de inmediato “la sensatez” del President de la Generalitat. Iglesias juega
a ser el Lenin español, tras el fiasco que semejante paralelismo supuso en los años previos a la
Guerra Civil en la persona del socialista Francisco Largo Caballero. Todas sus esperanzas
consisten en la muerte de un régimen que, de no fenecer, significará políticamente la suya. El
papel que él mismo se ha asignado sólo puede entenderse en el todo o nada. Ese papel es el
de traidor que mediante argucias pretende presentarse como lo contrario. Los traidores son
los demás, pero no a la España actual ni a la de los últimos años, sino a una nueva que se
parece al galimatías que significó la Segunda República. En ese sistema creado ex nihilo todos
tendrían cabida según las condiciones preferidas por cada cual, excepto esa metáfora del
partido que represente al conservadurismo. Éstos serán catalogados de herederos de la

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dictadura, sin derecho por lo tanto a existir. El Frente Popular ejercería sus funciones sin
descontar ninguna humillación, así hasta la guerra, esta vez victoriosa que permitiría el ajuste
de cuentas que se ha retardado por unas u otras causas cuarenta (u ochenta) años. En fin, una
pretensión delirante que destruiría esta nación y la convertiría en cenizas. Esperemos que el
señor Iglesias no se vea acompañado por la fortuna.

Jueves, 19 de octubre.

Otra jornada de tensión a la espera del cumplimiento de los plazos. Un tira y afloja que cansa y
a muchos les altera los nervios. Algunos deben estar esperando que suceda algo que posea los
visos de lo definitivo. Aunque no hay que engañarse, este fiasco va a durar bastante tiempo.

En un artículo de periódico del catedrático de Filosofía José Luis Villacañas se realiza una visión
inteligente de las fuerzas en vigor. Para él, el problema actual procede de la incapacidad de los
nacionalistas para conseguir una mayoría incuestionable para la realización de su sueño
identitario. Los reacios a caer en los cantos de sirena son tan resilientes que los “indepes” no
han tenido más remedio que tirar por la calle de en medio. Su proyecto es excluyente, como el
de la Constitución de 1978 era inclusivo. El primero busca la uniformidad, el segundo cree que
su fuerza se halla en una pluralidad enriquecedora. Los primeros necesitan que los reacios a
los sentimientos que convocan a todas horas se mantengan al margen y acepten su destino sin
rechistar. Se trata del poder de una minoría movilizada que, con el respaldo y la dirección de la
propia administración catalana, le imponga a la otra parte un Estado según sus inclinaciones.
Sus victorias se basan en aprovechar la reacción del contrario. Un contrario que, al fin y al
cabo, no pude dejar de intervenir si pretende continuar siendo respetado por alguien.

Supongo que esto no soslaya el asunto del orden público, que se halla en el corazón de todo
este maremágnum. Las jornadas del 20 de septiembre, del 1 de octubre y la del 3 de ese
mismo mes se produjeron como lo hicieron porque el Estado había entregado en manos de
potenciales sediciosos los instrumentos que una sociedad tiene legítimamente para aplicar la
fuerza en su defensa. La actitud condescendiente de la policía catalana no sólo permitió
hechos delictivos, también expandió por el ambiente la idea de que era permisible cualquier
acto contra la ley mientras uno estuviera en el bando adecuado. Hoy han detenido a un
pacífico ciudadano que ese día le pegó una patada a un policía aprovechando que se hallaba
en el piso. El joven es aspirante a Mozo de Escuadra.

Puigdemont ha contestado poco ante de las diez de la mañana. Apurando los tiempos y
amenazando con la activación de la declaración unilateral de independencia si el Estado activa
el artículo 155. Según se desprende de ella, no ha declarado aún la independencia, porque en
su día no la votó el pleno. O al menos eso desprende de la carta de este hombre. Pudo decirlo
el lunes de manera clara, pero eso no va con el pulso que mantiene. Ahora se trataba de volver
a la legalidad. Lo mejor que podría pasar es que hiciera esto último aunque sea con unos días
de retraso. Al margen de ello, habla de la falta de diálogo y de la represión emprendida contra
los dirigentes de dos organizaciones de gran civismo, democráticas y reconocidas como
pacíficas por todo el mundo, ANC y ÓMNIUM (a la que algunos, por cierto, llaman ODIUM).

Ayer apareció una carta hilarante en la que un avezado espectador trasladaba los sucesos del
día 20 de septiembre en torno a la Consejería de Economía catalana a los Estados Unidos de

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América. Sólo hay que asediar a la comisión judicial que ha entrado en tu casa, dirigir una
turba que los tenga encerrados por quince horas, vandalizar los vehículos oficiales hasta
dejarlos inservibles, arengar a la turba desde el techo de los mismos, ordenar que nadie se
mueva del lugar y pagar las bebidas y la comida de los que andan por allí. Esos dos personajes
son los presos políticos de los que habla Puigdemont y constituyen un ejemplo al mundo de la
falta de libertad de expresión en España. En Estados Unidos es probable que hubieran sido
abatidos por los disparos de los agentes asediados o de otros aparecidos en su auxilio. El
entrenador Guardiola les ha dedicado la victoria de un partido de fútbol. Su señora hermana es
embajadora de la República Independiente en el Reino de Dinamarca. En su día el entrenador
afirmó que Qatar y los Emiratos Árabes Unidos eran democracias, no como el Reino de
España…

El Govern y sus aliados pretenden volver a activar la calle. Esto es como el mantra que se halla
detrás de todos los escenarios imaginados por los sediciosos en sus planes. Volver a ocupar las
páginas de los medios internacionales y ganar unos minutos de gloria. Se pretende que sean
pacíficos pero que no lleven velitas, cuya cera sobre el pavimento ha causado diversos
accidentes en la ciudad de Barcelona. Pueden cantar “Let it be” o el “Imagine”. Por supuesto,
“Els Segadors” y después “La Estaca”, ésta última de Llach, un tipo que en su día fue cantante.
Pero necesitan un crescendo no tan fácil de lograr una vez que uno ha mostrado sus cartas. Si
la cosa es pacífica, ¿a quién le importa que se reúnan? y, si no, ¿cómo evitar que el Estado
haga su trabajo? Otra opción que barajan es la huelga general ininterrumpida, la toma de
edificios estatales, el encierro en el Parlament clausurado hace semanas por la señora
Forcadell… Se declara la independencia de verdad, no como el otro día, y los diputados se
concentran en la Cámara. A la calle acuden las multitudes que los saludan y les piden que
resistan… La señora Forcadell sale al balcón y saluda emotivamente a los congregados. Los
demás esperan las noticias de adhesión que su gesto desesperado ha despertado en el mundo.

El presidente de la República Bolivariana de Venezuela es el actor más seguro para reconocer


al nuevo Estado. Y, de hecho, ha asumido como propias las acusaciones de Pablo Iglesias sobre
la existencia de presos políticos en España. En su día hasta se retrató, junto a unos
parlamentarios “indepes” de vacaciones por el Caribe, portando una estelada. Por cierto, el
señor Iglesias siempre ha negado que existan presos políticos en Venezuela. Así que somos
nosotros los que vamos perdiendo en el espinoso asunto de los derechos humanos en
comparación con la República hermana.

Rusia puede ser la otra baza de los independentistas. Al fin y al cabo, la estrategia de Vladimir
Putin es descomponer la UE desde dentro. Acaso se piensa tomar cumplida venganza por la
independencia de Kosovo o llegar a una negociación que legitimara en algún modo la
conquista de Crimea. Esa península sobre el Mar Negro que los rusos primero le regalaron y
luego le arrebataron a Ucrania. Y son las redes de tergiversación rusas las que ayudaron a
extender la performance del día 1 de octubre. Mezclaban fotos de las cargas de ese día frente
a los colegios con otras de no sé dónde y no sé cuándo, y muchos se tragaron la
representación como si no estuviera trucada. En fin, unos linces. De hecho, alguno de los
periódicos ingleses ya han empezado a explicarle a los lectores que acaso metieron la pata el
día de autos y que hay que tener cuidado por lo que pueda venir.

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Viernes, 20 de octubre.

Los “indepes” convocan a sus partidarios a una extracción de depósitos para hoy. No se sabe si
pretenden crear un corralito en la Comunidad Autónoma u otra cosa difícil de discernir.
Aunque lo probable es que deseen demostrar que ellos no le temen a nada y que pueden
pagarle a las entidades financieras “traidoras” con la misma moneda. “Ellas trasladan sus sedes
y nosotros boicoteamos el cash flow”, parecen decir. Ante esto hay poco que añadir, pero
quizá indica que los que piensan que esto es en el fondo una cuestión de dinero, como hace el
exministro alemán de Asuntos Exteriores, Jocabk Fischer, en una columna de periódico de hoy,
quizá hablan de un escenario propio de un pasado lejano. Josep López de Lerma, antiguo
diputado convergente, dice que de este follón sólo se puede salir si interviene el Estado
español y que los “camaradas” de la CUP pretenden hacer la revolución desde el coche oficial.
Este hombre es un nacionalista catalán de toda la vida que se pregunta cómo y hasta dónde
llegará esta locura. Él estaba habituado a las negociaciones de apoyos por competencias. Cosa
que no pocos ven como el verdadero origen del problema. Hoy afirma que desde que comenzó
este sarao las competencias han dejado de llegar. Le tiene un rencor supino a Artur Mas,
antiguo presidente de la Comunidad y valedor de Puigdemont. López de Lerma es un tipo
capaz de escribir un artículo de periódico (ya hasta un libro) en el que se entiende de principio
a fin lo que quiere decir. Cosa que puede parecer magra, pero no lo es en los tiempos que
corren. Acaso por ello ha sonado en los mentideros de Madrid como uno de los nombres en
los que el gobierno pudiera confiar para dirigir la autonomía catalana bajo la sombra del 155.
De ser así, se ganaría el odio visceral de los “indepes” durante el resto de su vida.

A la hora de las cacerolas, los constitucionalistas responden con pasodobles a todo trapo.
García Domínguez dice en una tertulia que él pone los bafles, baja las persianas para que no le
rompan las cristales, y que la vecina lo amenaza con llamar a Trapero, el mayor de los Mozos,
que sigue en su cargo a pesar de estar acusado por la Audiencia Nacional por delito de
sedición. El esperpento sigue, así que Junqueras se reúne con las multinacionales que todavía
no se han marchado, no se sabe si a rogar o a ordenar que se queden. Antes de la reunión
comenta que “ya se ve preso”. Casi como los famosos “Jordis”, que siguen a estas alturas en
Soto del Real.

Otro que sueña con la cárcel es Puigdemont I, resguardado 24 horas al día por la misma policía
autonómica que deja sin cobertura alguna a más de la mitad de los catalanes. El mayor
Trapero anda de ovación en ovación, pero imaginen quiénes son los que le aclaman y, sobre
todo, por qué. Su estrategia defensiva es la misma que ya apareció en los días previos al
referéndum ilegal. Mientras se fingía obedecer las órdenes judiciales, y se transmitían las
mismas a los diversos departamentos, las órdenes prácticas quedaban en nada y se les
concedía vacaciones a buena parte de los antidisturbios. Los restantes hacían ejercicio físico en
el cuartel, mientras se mandaba a dos agentes comunes a parlamentar con los que se habían
encerrado en el colegio. Alguna algarada muestra un intento de despejar una puerta en la que
un mando de los Mozos aparta a un antidisturbio que se está tomando la cosa con demasiado
brío. Y el oficial se cuadra después y hace un saludo militar dirigido a los mismos que
supuestamente debe desalojar. Estos últimos tumbados en el suelo. Hay otros casos en los
cuales los Mozos confraternizan con los que ocupan los colegios. Otros que trasladan ellos
mismos en el coche policial las urnas. Y, por último, otros que se enfrentan a la Policía Nacional

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y a la Guardia Civil para obstaculizar su actuación. El mayor ha tratado de cubrirse las espaldas
de lo que iba a venir, así que ahora le toca a la Guardia Civil y a la Fiscalía probar lo que todo el
mundo pudo comprobar en el día de autos. Por cierto, Trapero procede de un barrio marginal
de Santa Coloma de Gramanet. Lleno de emigrantes del resto de España, una zona deprimida
de Cataluña desde donde el policía inició una carrera ascendente para olvidar sus orígenes y
convertirse en esa especie de charnego “fascinat” que aparece a menudo en esta historia. Sus
viejos vecinos no le tienen demasiado aprecio, primero por “madero”, después por trepa, y
más tarde por nacionalista catalán.

En el fondo estamos asistiendo a un golpe de estado dado en los parámetros del siglo XXI. Las
aglomeraciones callejeras, la movilización espontánea dirigida por organizaciones expertas en
manejar multitudes a través de wasap, las “fake news”, las redes sociales para extender el
mensaje de la violencia estatal frente a la pacífica actuación de los manifestantes, la
reivindicación de la democracia para instaurar una dictadura y el ocultamiento de la verdadera
ideología en nombre de una evanescente libertad que nadie puede concretar... No todos los
medios son nuevos, algunos son hasta muy antiguos, pero de esto es de lo que se trata. Si
triunfan, en breve veremos una plaga de intentos de la misma índole. Una Europa de las
regiones, no sólo es imposible, también es contradictoria con los fines de integración y de
superación de las fronteras que le diera nacimiento. Y hasta el poco leído sabe que una vez se
inicie la redefinición de los límites comarcales, regionales o nacionales no habrá quién pare
una espiral que por su misma naturaleza sólo puede terminar en conflicto bélico. El ejemplo de
la URSS y las guerras que provocó el nuevo alineamiento entre territorios vecinos, redefinidos
por claves como la religión, la etnia, la lengua, nos llevarían a una pesadilla inadmisible. Si las
constituciones se pueden derribar con farsas como el referéndum del 1 de octubre habríamos
entrado en un terreno en el que la convivencia y la resolución de problemas por medios
legítimos, pacíficos y al amparo de la ley resultarían arrinconadas y sustituidas por la fuerza.

El señor Junqueras suspende o le suspenden la reunión con las multinacionales en Cataluña.


Unos piensan que es porque era secreta y una vez conocida no merecía la pena y otros porque
las multinacionales prefieren no aparecer en compañía del Consejero de Economía en este
momento. El señor Junqueras aprovecha para decir que la república independiente podrá
pagar las nóminas con normalidad. Y es que la “normalidad” es el mantra de este hombre. Lo
único que no parece normal para él es su ingreso en prisión, con el que él mismo especulaba
esta mañana.

El boicot a los bancos tampoco parece haber tenido mucho éxito. Es un movimiento que no se
entiende. Parece diseñado por los enemigos o por amigos de los que más vale guardarse.
Como, por ejemplo, el antaño cantante Lluís Llach, que hacía comentarios jocosos esta mañana
y animaba a la medida. Este hombre sabe tanto de la materia como el Consejero de Economía,
Junqueras, así que le son ajenos los peligros de casi todo y juega con el corralito como con otra
gracia de TV3. Un día le pegan fuego a la Constitución y otra a los bancos.

Sábado, 21 de octubre.

Hoy reunión del Consejo de ministros para activar el artículo 155.

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En los periódicos aparece retratada la presión a la que se hallan sometidos los funcionarios
estatales en Cataluña. Se encuentran aislados. El Estado ha desaparecido en cualquier faceta
que no sea la testimonial y les ha regalado a los secesionistas una mayoría callejera que resulta
difícil contrarrestar. El asunto del orden público va a ser el punto clave para solventar la
ruptura de la convivencia que ha provocado la quiebra de la ley. La respuesta de los Mozos de
Escuadra al ser puestos al servicio del Ministerio del Interior es el nudo gordiano de la cuestión
y puede resultar en una sublevación de una parte de los agentes y de sus mandos. Las rencillas
internas demuestran que hay una división creciente en el cuerpo, pero, ¿de qué lado caerá la
moneda a la hora de la verdad? Según los policías no independentistas, hay listas negras.
Algunos compañeros han llegado a las manos dentro de las comisarías y otros se pasan las
horas de servicio sin dirigirse la palabra. Entre la policía autonómica sólo hay un tema, como
en el resto de la región, el “procés”.

En la entrega de los premios Príncipe de Asturias de ayer tres pesos pesados de la Unión
Europea dieron el respaldo al cumplimiento de la ley y de la Constitución. Antonio Tajani, Jean-
Claude Juncker y Donald Tusk. El discurso del Rey hizo también referencia a los sucesos de
estas semanas, aseguró que la ley y la Constitución prevalecerán utilizando los medios legales
que un Estado de derecho posee para ello. Tajani estuvo apasionado y arranco los vítores del
público cada vez que defendía como innegociable la aplicación de las sentencias de los
tribunales. “¡Y punto!”, llegó a enfatizar.

El otrora cantautor Lluís Llach ha llamado “cerdos” a los tres dirigentes europeos citados con
anterioridad. Este hombre se ha vuelto loco. Es un histrión de esos que sólo dan las tablas y los
platós de cine. Las actrices lloran falsamente cuando les dan un premio o hacen una revelación
comprometida y el antaño cantante se cree convertido en antorcha de la revolución que le
escamotearon durante la juventud. Aunque entonces cantó y compuso incluso brillantemente.
Pero, ¿pretende la Generalitat entrar en la Unión Europea haciendo que sus diputados llamen
“cerdos” a los dirigentes de la misma, o es un exceso del personaje?

El problema del artículo 155 es su aplicación desde la efectividad. Obviamente, los dirigentes
de la Generalitat no lo reconocerán y se seguirán declarando en rebeldía. Con lo cual, es de
dudar que la cosa no vaya a más en las próximas jornadas. Se supone que los consejeros de la
Generalitat y su propio presidente se harán fuertes en los edificios oficiales defendidos por las
masas partidarias, que no dejarán pasar a nadie a su interior. El independentismo, llegados a
este punto, no posee un plan B. Necesitan que el Estado español se avenga a una negociación
de tú a tú. La única vía admisible es que el Estado se vea presionado a ello por sus socios. Para
que eso se produzca debe haber un clímax de acción-reacción que escandalice a los
potenciales mediadores. Las escenas de las cargas policiales frente a los colegios son la victoria
propagandística del “procés” y sus incitadores van a tratar de repetirla cuándo y cómo se
pueda. La posibilidad de convocar unas elecciones autonómicas de inmediato puede ser un
arma de doble filo. En la actualidad nadie sabe qué cámara autonómica saldría de algo
semejante. También hay partidarios de no provocar, como por ejemplo con la prisión
incondicional de esos Morancos de la independencia que constituyen los “Jordis”. Aunque
aquéllos me parecen olvidar que uno no puede dejar ser avasallado de todas las formas
posibles y después reivindicar de repente un respeto que no le tienen.

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Hay pasquines, por no llamarlos hojas de periódico, ese objeto del siglo XIX o del XX, en el que
se hacen la lista de los desafectos, convertidos directamente en traidores. Intelectuales,
escritores, profesores de universidad, cantantes y demás que son corresponsables de todo lo
que la imaginación del editorialista es capaz de rebuznar. Como en las guerras, aquí ya no hay
términos medios. La defensa de un referéndum acordado con el Estado, por ejemplo, se
considera una traición no menor que negarse a ese referéndum de cualquier modo. Las cargas
del 1 de octubre, “violencia policial sin antecedentes en Europa desde el fin de la Segunda
Guerra Mundial”, según algunos de sus denunciadores, marca la línea que no se puede
traspasar. Si no eres independentista, eres un represor, facha, y oprimes por tu cuenta y riesgo
al “poble lliure”. No se permiten los matices en esta democracia modélica.

Esto demuestra que el hombre no está nunca a salvo de nada. Señalar, marcar, vilipendiar,
listar, parecen los primeros signos de la gran kermesse que espera a la nueva república. El
estado naciente será una réplica de lo que pretenden crear los nacionalistas polacos y
húngaros. Al basurero de la historia la separación de poderes. El nacionalismo triunfante
laminará como traidor inadmisible a cualquiera que pretenda ejercer cualquier discrepancia.
Se impondrá el credo nacionalista e imaginen quiénes serán los premiados cuando éste se
convierta, como ya se ha convertido en un montón de facetas diarias, en el factor clave para
aspirar a cualquier puesto. Los jueces, los fiscales, el fisco, la policía y la prensa subvencionada
y adicta, al margen de los vecinos y esos comités de barrio que la CUP ha creado a imagen de
los cubanos, se encargarán de demostrarle al disidente que aquél no es su lugar. Si antes
defendía tus derechos un Estado en buena parte ausente, ahora has quedado en territorio
aislado donde sólo la uniformidad nacional es aceptable. En fin, que de triunfar esta
democracia de plenos poderes al servicio de la causa ya pueden buscar otro lugar adonde ir.

El senador de Podemos, señor Espinar, acusa al PSOE de pactar con un gobierno comparable al
que ha “fusilado a progresistas”. Se refiere al fin de la Guerra Civil, claro (¿a qué otra cosa si
no?), y a Lluís Companys y a Julián Zuzagagoitia (presidente de la Generalitat y miembro del
PSOE durante la II República, respectivamente). Entre los progresistas a fusilar en la actualidad
se incluye él, gran referente de la causa, y que debe ser de los primeros dentro de esa lista
negra. Este senador es el hijo de un padre investigado por corrupción. Él mismo especuló con
una vivienda de protección oficial que vendió sin habitar, sacándole beneficio en unos meses,
después de denunciar a bombo y platillo la especulación inmobiliaria. También es el mismo
que durante un boicot decretado contra la Coca Cola por su propio partido se zampó dos al
mediodía en el comedor del Senado. Como lo grabaron con los móviles, pidió perdón por el
error. Por el último, los dos primeros los toma como una conspiración contra su persona.

Sábado, 21 de octubre-Tarde.

El gobierno ha activado el artículo 155 de la Constitución, no ha sido blando, ni duro. Ha sido


hoy, después del Consejo de Ministros establecido a las diez de la mañana y finalizado a la una
del mediodía. Pretende cesar a todos los Consejeros de la Generalitat, limitar las atribuciones
de su Parlament, convocar elecciones en seis meses, no acabar con el autogobierno puesto en
peligro por las personas que han pretendido dinamitarlo, sino restaurarlo según la
Constitución y el Estatuto de Autonomía vigente.

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Por supuesto, como no podía ser de otro modo, el anuncio ha sido recibido con la
performance de turno. En la hoja de ruta intervenida sobre el “procés” a Josep María Jové se
prevé la aplicación de ese artículo y la respuesta que deben dar los secesionistas al mismo,
pero los secesionistas se rasgan ahora las vestiduras por semejante usurpación que no ha sido
oída en toda la historia. Resulta que reclaman que se ha liquidado el autogobierno, cosa que
hicieron ellos durante los días seis y siete de septiembre. Días en que, según los mismos, pasó
a mejor vida no sólo éste, la Constitución, el reglamento de la Cámara y lo que les pongan por
delante. Los señores de Podemos ayudan a la causa declarando “estar en “shock”. Según ellos,
el gobierno, o según otros el bloque monárquico (sic), han dado un golpe de estado y ha
terminado con la democracia en España. Vamos a ver a muchos de estos individuos
proclamando que se ha liquidado la libertad de expresión en medio de un montón de
periodistas convocados, y en los plenos del Congreso y del Senado de una dictadura tan
extraña que les cedé el espacio institucional para que se expresen. Estos mismos sometidos
dan ruedas de prensa, participan en tertulias de la televisión, se manifiestan en la calle para
defender sus ideas, acuden a los tribunales si lo consideran oportuno, en fin, lo que se llama
una verdadera dictadura.

En la manifestación para liberar a los “Jordis” hay mucha gente. Las viejas estrellas del
antifranquismo han rejuvenecido unos años. Cantan canciones de entonces y algún asistente
entra en trance. Ahora los franquistas son los de Madrid, los del PP, los de Ciudadanos, los de
PSOE, los jueces que metieron en chirona a los presos, los policías, los medios de comunicación
no afectos a la causa y esa gente que “no se entera de lo que pasa aquí”, como reitera ante un
micrófono cualquier afecto a la causa. Es uno de los mantras más escuchados en los últimos
días, tanto frente a la Guardia Civil, como frente a los medios de prensa y en las llamadas
telefónicas. Los “indepes” están tan adelantados a su tiempo que sólo ellos comprenden lo
que pasa en Cataluña. En Madrid no tienen ni idea. ¿Y en Europa?, parece que tampoco. Pero
personalmente me parece que “eso” que pasa allí, no es muy diferente de lo que pasa en
cualquier lugar donde una ideología como la suya toma el poder y pretende imponer sus
criterios por los medios que considera oportunos. La quiebra de la ley conduce inevitable a la
de la convivencia pacífica. Porque, sin el imperio de la ley, las disputas que puedan surgir entre
individuos o instituciones sólo pueden resolverse en el uso de la fuerza. Esto que es una
perogrullada, lo vamos a vivir, lo hemos vivido y lo estamos viviendo como algo que no son
sólo palabras y discursos, sino acontecimientos dramáticos. Todas las demás reivindicaciones
de singularidad se estrellan frente a ese muro que nos separa de la violencia. O uno respeta el
ordenamiento jurídico, la Constitución y el Estado de derecho de una democracia, o pretende
vulnerarlas por medio de vías que dejen en el desamparo a los ciudadanos que tienen en la ley
su base y su defensa como sujetos inscritos en una colectividad. Lo demás son argucias de
medio pelo.

Domingo, 22 de octubre.

Puigdemont no dijo gran cosa en la tarde-noche de ayer. Fue a la manifestación de los “Jordis”,
constató que una multitud se echó a la calle y, al regresar, dijo frente a una cámara de
televisión que pretendía que se convocara una sesión del Parlament para dar respuesta a la
aplicación del artículo 155 por parte del gobierno español. Algunos suponen que esa sesión
declararía la independencia, o levantaría la suspensión de la misma que tuvo lugar el día 8.

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También dijo Puigdemont que el autogobierno de Cataluña ha sufrido un golpe inédito desde
el de Franco. Para quien no lo sepa, Franco dio un golpe de estado no contra la República, sino
contra Cataluña en particular. Los demás, entonces como ahora, somos franquistas. Y así nos
quedaremos para siempre. Así se escribe la historia. Si no, que le pregunten al diputado de ERC
Gabriel Rufián.

Hay para todos los gustos. Se puede desear ser optimista, o se puede ser muy, pero que muy
pesimista. El expresidente Artur Mas dijo, en un apartado de la marcha, que “en Madrid no
han entendido que aquí hay gente dispuesta a defender las instituciones catalanas”. Puso el
énfasis en el “aquí”. Parece que esperaban la aplicación del artículo, que jugaban a provocarla,
pero no con la extensión que al fin éste va a tener. Los escépticos, esperemos que no los más
realistas, albergan dudas sobre la capacidad de gestionar desde Madrid una comunidad
autónoma con miles y miles de funcionarios que —al margen de sus jefes secesionistas—
poseen muchos cargos intermedios elegidos bajo el criterio de amor a la causa. Decir de nuevo
que la clave de un montón de cosas lo establecerá la reacción del cuerpo de Mozos de
Escuadra es ya una obviedad. Hasta hoy se han comportado como una policía a las órdenes de
sus jefes, pero tratando de mantener de cara al exterior la idea de que guardaban la
neutralidad establecida por su carácter. Por ello, su jefe, Trapero, se ha presentado ante la juez
de la Audiencia Nacional que lo investiga, y se ha salvado por los pelos del insigne destino de
los dirigentes de ANC y de ÓMNIUN. Pero, ¿qué sucederá si la rebeldía y la sedición se
convierten en sublevación y resistencia armada?

Otra idea que surgía en algunos periódicos era que el President convocara elecciones por su
propia cuenta, antes de que lo haga el gobierno español. Su portavoz, un tipo mal encarado
que responde al apellido de Turull, lo descarta. Al parecer, lo que piensan es en proclamar la
independencia armados con el argumento de que el Estado ha liquidado el autogobierno.
También añade que el gobierno español “se ha situado fuera de la ley” al aplicar dicho artículo.
Claro, para este señor las leyes, sean cuales fueren, obligan al otro, pero no a uno, que puede
saltárselas, vulnerarlas o cambiarlas cuándo y cómo quiera. De hecho, presentan recursos al
Tribunal Constitucional cuando se tercia. La señora Forcadell, siempre neutralmente
concernida por su cargo de presidenta del Parlament, dice que el Gobierno va a ejecutar “un
golpe de estado de facto”. Sea lo que sea lo que signifique esto. Debe ser algo así como lo que
decidió hacer ella durante los días seis y siete de septiembre. Esta señora es un peligro público.
Uno nunca sabe el conocimiento exacto sobre lo que afirma y es como una cerilla al lado de la
dinamita. Era dirigente de la ANC y por servicios prestados se convirtió en presidenta del
Parlament. En él se ha pasado este tiempo demostrando que no iba ni a fingir que su cargo
institucional requiere de cierta neutralidad. Le da lo mismo. Y lo cierto es que hace años ya
avanzó la idea de que los que no eran catalanes debían abandonar la región.

El escritor Javier Marías advierte sobre la tergiversación de términos a los que estamos
asistiendo en una escalada, eso lo digo yo, que recuerda a las bélicas. Le parece una farsa el
denunciar hechos que no se corresponden con la verdad y que son indignos porque banalizan
la situación de las personas que en todo el mundo sufren las condiciones que los “indepes”
denuncian sobre sí mismos como mera propaganda. El escritor pone de relieve el que estamos
ante una campaña de la mentira poco menos que institucionalizada, desde el apoyo que los
secesionistas obtuvieron en las últimas elecciones autonómicas (47 o 48% de los electores),

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convertido por ellos en una mayoría absoluta incuestionable; al sometimiento que sufren por
parte de un Estado que les ha concedido unos instrumentos de autogobierno desconocidos en
el resto del mundo; a las torturas de mentira, los presos políticos de mentira, un referéndum
de mentira, una dictadura de mentira, y así ad infinitum… Que les pregunten a los
venezolanos, a los cubanos, o a los sirios lo que es una dictadura de verdad. Lo que es la
violencia estatal de verdad…

También pueden preguntarles a los emigrantes que se ahogan en el Mediterráneo huyendo de


las guerras de Oriente Medio. Porque la revolución de los ricos catalanes se ha solapado con la
auténtica debacle que sufren los refugiados de esa castigada región.

El señor Errejón, purgado líder de Podemos, escribe hoy un tuit sobre la posible intervención
del Estado de la televisión o de la cadena propagandística de Cataluña. Lo hace comparándola
con el intervencionismo que del canal estatal que hace el gobierno español por su cuenta.
Evidentemente, el uso de las televisiones públicas por los diversos gobiernos es un problema
no resuelto por parte de la democracia española y de otras tampoco. A) esperemos que algún
día sea posible que ese asunto se sustancie en algo con futuro y para todos los gobiernos de
todos los partidos, no sólo para uno. B) la televisión catalana está al servicio del Govern de un
modo mucho más acusado de lo que lo hace la estatal con el gobierno central: su discurso es
monocorde, hace mofa con el resto de los españoles, se decanta por utilizar en sus programas
la desafección sobre las instituciones del Estado, como su Jefatura, incluso se ha llegado a
quemar una constitución en uno de sus programas o se ha pedido a los oyentes que
informarán en antena de los movimientos de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Uno de sus
periodistas se subió a uno de los coches de la Guardia Civil vandalizados el día 20 de
septiembre y se puso a saltar sobre él. Eso por sólo quedarnos con unos pocos episodios que
llevan produciéndose desde hace años. C) ¿Tiene algo que decir el señor Errejón sobre la
utilización propagandística de esa cadena pública o sólo le parece reprobable lo que afecte a la
cadena estatal? D) ¿La utilización de cadenas de televisión públicas con una total falta de
respeto por el discrepante como la iraní, la cubana o la venezolana le parecen también
denunciatorias, o sólo lo es, a pesar de que es incomparablemente más imparcial, la del Estado
español? E) ¿Tiene en cuenta el señor Errejón que en alguno de los países citados previamente
no existen medios de televisión privados? F) ¿Puede asegurar el señor Errejón que de llegar
alguna vez al gobierno de la nación va a respetar los cauces de expresión liberal o se va a
decidir por imponer los usos y costumbres de los regímenes que los han financiado y a los que
los une su ideología?

Estos personajes populistas son siempre lo mismo. Siempre toman el detalle por lo general,
cuando les conviene; lo general por el detalle cuando les conviene y así por siempre jamás…
Este señor procede de la escuela kirchnerista, no de la chavista. Es curioso, porque los
dirigentes de la formación se fueron a Sudamérica a aprender política en lugar de irse a
Londres, a Alemania, a Suecia o a los Estados Unidos… ¡Qué perversión! Encima lo hicieron,
quién sabe por qué, a las repúblicas financiadas e inspiradas por el populismo venezolano.
Otra perversión. ¿No hubiera sido mejor probar, por ejemplo, con Costa Rica? Por cierto, el
Secretario de Organización de Podemos, el rosarino (de Rosario, Argentina) Pablo Echenique,
dice que “Rajoy ha suspendido la democracia en Cataluña y en España”.

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La “llorona por la independencia” patrocinada por ÓMNIUM puede haber sido un gol en propia
meta. El vídeo se titula “Help Catalonia. Save Europe”. Un internauta norteamericano, que
confiesa no tener ni idea de lo que sucede en Cataluña, se pregunta por qué esta mujer, que
por cierto es una actriz que imita un vídeo (I´m an Ukranian) que pudo verse cuando la
revuelta de la Plaza Maidan, utiliza en su actuación argumentos falsos que cualquiera puede
descubrir de tomarse la molestia de investigar un minuto. Si tienes razones para afirmar lo que
dices, ¿por qué utilizas entonces las mentiras para hacerlo? Y, ¿por qué de un modo tan
reiterado que prácticamente no hay una sola verdad en todo ello? Buena pregunta.

En la Ucrania de aquellos días hubo 79 muertos civiles y trece policías. Para algunos “indepes”,
un modelo a seguir.

Lunes, 23 de octubre.

Otro día de espera. Repleto de noticias, de ausencias, de anhelos, de esperanzas y de temores.


A media mañana se anuncia que Puigdemont se dispone a acudir al Senado para presentar las
alegaciones contra la aplicación del artículo 155. Así lo dispone el procedimiento legal. Así que
es lo mejor. Ya se sabe que cuando nos alejamos de las leyes caemos de pleno en la selva que
estamos vislumbrando con estupor durante semanas y meses. Ojalá no se hubiera salido nunca
del marco, pero es evidente que ese mismo jueves a la tarde el President acudirá la sesión del
Parlament de Cataluña para un monográfico sobre el artículo 155 y su aplicación. Y es probable
que ese día se vuelva a cometer otra ilegalidad de las muchas que ya hemos visto. En otra
muestra de neutralidad de su presidenta, el Parlament se abre y cierra dependiendo de los
intereses de la mayoría. Es un modo de evitar que la oposición pueda fiscalizar al Govern, que
en realidad se comporta como un poder conspirador en la sombra. La señora Forcadell no
encuentra nada reprobable en esto.

Los diversos portavoces de la Generalitat hablan de resistencia contra las medidas y el no


reconocimiento de las que adopte el Consejo de Ministros. Una parte de los Mozos de
Escuadra puede no reconocer el nombramiento del nuevo responsable del cuerpo. Los
funcionarios se resistirán, anuncia Raül Romeva, Ministro de Asuntos Exteriores in pectore de
la nueva república. Este hombre anuncio el otro día que llegaba el fascismo y después se fue a
participar en un concurso de natación. Por meses ha estado persiguiendo a los cónsules
foráneos para convencerlos de la causa y ha gastado cientos de miles de euros en lobbies. Tras
los atentados del 17 de agosto se reunió en una sala del aeropuerto del Prat con dos ministros
de Exteriores de la UE que acudían al sepelio y de inmediato corrieron las fotos por la Web.
Uno de sus asistentes tuiteó: “Y eso que decían que no nos recibía nadie”. Esa fue la primera
andanada, con los cadáveres todavía en la morgue, de lo que vendría en la manifestación de
Barcelona el día 27 de agosto. En lugar de a un duelo, los militantes de la CUP, ANC y ÓMNIUM
fueron a abroncar al Rey y al gobierno español, y a culparlos de los asesinatos que sólo
indirectamente habían realizado los islamistas. Fue una tarde tremenda, antesala de lo que ha
venido después. Los “indepes” iban con sus banderas como quien acude a otra diada. El
Ayuntamiento les había encargado la organización, así que se otorgaron a sí mismos los
mejores lugares para actuar y que pareciera que todos los que acudieron al evento pensaban
lo mismo.

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Se supone que la victoria se obtendrá después de un pulso que sea tan doloroso para España,
primero para Cataluña, que algún día, un gobierno, sea el que sea, acepte que la
independencia de la región es la única solución para la gangrena que ésta supone. Por
supuesto, de llegar a esa situación, no sólo ellos, todos nos habremos dejado un montón de
cosas por el camino. No sólo la riqueza relativa de la que hemos disfrutado, la libertad, el
prestigio de una democracia que había sido capaz de superar una guerra entre hermanos. Otra
de las lecciones que olvidamos es que un país, una Constitución, no se puede hacer en contra
de la mitad de los españoles o en contra de la mitad de los catalanes. Que esa pretensión llevó
a conflictos sin fin en el siglo XIX y fue una de las razones del dramático desenlace de esa II
República que algunos personajes pretenden recuperar hoy en lo peor de todo lo que tuvo.

Frente a eso han surgido un montón de batallitas en las que uno le cuelga el sambenito al
contrario y llora a continuación interpretando el papel de víctima. Una de las primeras heridas,
o muertas, de todo este embrollo es la honestidad intelectual. Se utiliza la historia como si
fuera castillito de mendacidades que uno puede usar en su provecho cuántas veces le venga
en gana. Los hombres de siglos atrás se hallan peleando en efigie causas que les hubieran sido
extrañas, si es que no repugnantes. Y otros, no tan lejanos, cuyas ideas son tergiversadas sin el
menor pudor, aparecen como espantajos para tratar de ocultar la indigencia cultural de quien
los usa. Los capitostes de Convergencia han convertido en modelo a Tarradellas sólo porque el
difunto ya no puede expresar lo que piensa sobre ellos. Jordi Pujol es poco reivindicable. Por
cierto, el hijo de este prócer, en la cárcel por corrupción, ha sido castigado porque les
compraba los tickets de llamadas a otros presos. Práctica prohibida en la institución
penitenciaria. Los usaba no para hablar con su abogado, sino para llamar a una pitonisa que lo
aconseja sobre la conjunción de los astros. Según él, lo que está sucediendo ahora en Cataluña
llevaba él anunciándolo un montón de años. Pero, claro, tenía ayuda del “más allá”. Al margen
de que su señor padre puso todo de su parte para que éste finiquito sucediera en el momento
más adecuado.

Así que en estas estamos. Entre los partidarios de la Constitución hay esperanza y temores
compartidos. Obviamente, la aplicación del artículo 155 resultará problemática en cualquier
caso. Lo discutible es a qué grado llegará la resistencia que se oponga a la toma de control por
parte del Estado, que a muchos en la Comunidad Autónoma les suena como a un ente lejano
que no posee medios para enfrentarse a un empeño de tal envergadura. Después de él, lo
mismo es necesario recurrir al estado de excepción…

Martes, 24 de octubre.

Todavía siguen las dudas sobre la actuación de Puigdemont. ¿Acudirá o no al Senado?


¿Declarará o no la independencia? ¿Convocará elecciones? ¿Reclamará la resistencia y le
ordenará a los funcionarios que incumpla su juramento de la Constitución con lo que ello lleva
aparejado?... ¿Quién sabe lo que puede hacer este hombre? Las presiones a las que está
sometido son tremendas. Él mismo se ha metido en un callejón sin salida. La coalición que
supuestamente lidera está llena de partes heterogéneas. Necesita a la CUP (un movimiento
antisistema, antieuropeo, antieuro) que al final está llevando la batuta por el ejercicio de
poder callejero. A la vez se le están fugando empresas y capitales que constituyen buena parte
del tejido productivo y financiero de la región. Es uno de esos personajes que aparecen en los

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momentos críticos de la historia. Parece encadenado a una situación que lo supera, porque
superaría a cualquiera. Y este hombre ha sido durante años alcalde de Gerona. Ése es el bagaje
de agitación local que comparte con la señora Forcadell. Lo demás, todo lo demás, todo lo que
cae fuera de la independencia al precio que sea, cae fuera de su cometido y de su
comprensión. De hecho se ha rodeado de personas que poseen idéntico perfil al suyo. Así no le
pueden llevar la contraria.

En las semanas previas al desastre el señor Puigdemont estuvo purgando a los moderados por
temor a las disidencias cuando comenzara el jaleo (la rauxa). Cualquier cambio de dirección lo
enfrenta a estas alturas al papelón de traidor a la causa. Artur Mas lo ha dejado en una
situación imposible, a la que él probablemente no se hubiera atrevido a llegar. Le ha concedido
galones envenenados y el hombre se ha creído la pieza crítica de una aventurada
reivindicación creada ex profeso para fanáticos. Probablemente, ni siquiera tenga una ruta
alternativa que no sea la de inmolarse. Supongo que pensará en la cárcel, y en que de terminar
allá habrá negociaciones para que lo indulten. Todo esto presidiendo una comunidad
autónoma con 28.000 euros de renta per cápita, con bellos lugares para vivir, y dirigiendo una
administración autonómica con 36.000 millones de presupuesto. Presupuesto que no sirve de
nada porque “todo nos lo roban los españoles”.

El señor Iglesias teme una fuga de apoyos por su posición en Cataluña y ha escrito una carta a
sus partidarios. Alguno de los dirigentes de Podemos pensaban enmendar un poco la dirección
que el movimiento ha tomado sobre el problema del independentismo catalán, pero este
señor es tan soberbio que en la misiva extrema, si cabe todavía más, lo que ha afirmado estas
últimas semanas. Habla del bloque monárquico, donde mete al PSOE, al PP y a Ciudadanos, y
le recrimina a Pedro Sánchez el que no haga honor a las esperanzas que los militantes de su
propio partido y de Podemos pusieron en él al vencer al aparato “felipista” en las “primarias”.
La carta termina con una típica bullanga bolivariana: el movimiento 15-M debe convertirse en
la Constituyente de un nuevo Estado. Esto de crear simulaciones representativas cuando no se
tiene en las legítimas la mayoría es un invento de Lenin al que no le hace ascos ningún golpista
del mundo, por ejemplo el señor Maduro. El señor Iglesias lo ha probado ya varias veces desde
hace semanas y la cosa siempre acaba en un fiasco… Acuden al invento sólo los suyos, y ni
siquiera todos…

Parece que los bisoños socialistas de Pedro Sánchez lo han visto claro. Después de ganadas las
“primarias” del Partido Socialista con el empaque del izquierdismo, la situación se ha vuelto
tan envenenada que el único papel que te puede salvar del naufragio es el de hombre de
Estado. A saber en qué va a quedar esa coalición que iba a llevarlos con Podemos al gobierno si
el señor Iglesias pierde una tercera parte de su representación parlamentaria, si es que no
más. A esa hipotética coalición encima habría que sumarles a los independentistas… En fin, un
caballo ganador donde los haya.

El PSOE no respaldaría la aplicación del artículo 155 si el señor Puigdemont convoca elecciones
autonómicas. Aunque parezca mentira, esta posibilidad no se puede descartar del todo. La
CUP se muestra por completo en contra. Se entiende, porque se parecería a un gatillazo
inadmisible. “Nos tratan como a una colonia”. Hay algunos, como los periodistas Arcadi Espada
y García Domínguez, que creen que el pánico se ha instaurado en el Govern al temer que la

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Guardia Civil, los jueces y los inspectores de Hacienda escudriñen el chiringuito que estos
señores llevan gestionando desde hace años. Porque la organización autonómica no gobierna,
conspira para crear estructura de Estado con el fin de vencer y expulsar al fin al enemigo. Así
que no sólo tienen embajadas. El juez (sic) Santiago Vidal, que en la jornada del 1 de octubre
tuvo papel de revolucionario alertando con móvil a los concentrados para que montaran
barricadas según se acercaba la Guardia Civil, ya dijo que tenían fichados (ilegalmente) a todos
los contribuyentes y que el Govern había dispuesto de 400 millones de euros para la
instauración de la nueva república. Lo más delirante de aquella intervención es el final, donde
el otrora juez detalla como los funcionarios que se pasaran a la administración ya
independiente, los que no hubieran sido expulsados a España por uno u otro medio, jurarían
un mandato de amor a la causa, pero claro, antes serían investigados por un comité “aún por
establecer”.

Miércoles, 25 de octubre.

Nadie sabe gran cosa de lo que va a venir. Hoy los medios de prensa son más bien un mar de
conjeturas. Hay esperanzas, deseos, temores e informaciones que se contradicen unas a otras.
La previsibilidad, ese lujo de los seres libres, se ha convertido en un imposible. Diversos
sectores tratan de influir sobre Puigdemont para que haga lo que cada uno desea. El arco va
desde la convocatoria de unas elecciones autonómicas hasta la declaración de independencia
y, ¡alucinante!, el exilio del Govern en el extranjero. Algo así como el que fuera el gobierno
republicano en el exilio. O el de Tarradellas en Francia, sólo que con otro empaque.

Ya he dicho antes que muchos de los personajes de esta trama no se ponen de acuerdo porque
no sólo viven en espacios distintos, sino también en tiempos distintos. Aquí cada uno ha
escogido la época y la épica a la que le gustaría volver. Unos prefieren 1975, la muerte de
Franco acaba de suceder. Otros prefieren el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936.
Otros, la asonada de Companys en octubre de 1934. Otros, el Pacto de San Sebastián y la
declaración de la República en abril de 1931… Los de más allá, la toma de Barcelona por las
tropas borbónicas en 1714 y los “estupendos”, que diría el Max Estella de Valle-Inclán, la
rebelión de los catalanes en 1640. Esto es como la serie de televisión, en la que algunos
personajes viajan en el tiempo para enmendar no sé qué tribulaciones de la historia. O mucho
mejor, Pasternak, que describe en su inolvidable novela-poema sobre la revolución la
necesidad de disfraz que todos los implicados imploran para continuar hundiéndose en la
zozobra.

En varios institutos de Cataluña los claustros piden permiso a los padres para que los alumnos
menores de edad hagan huelga y vayan a manifestarse “contra la represión franquista”, el 25-
26 de octubre de 2017. Los trabajos manuales de los párvulos se fundan en hacer pancartas
contra el Estado español. En los recreos se juega poco porque hay que cantar “Els Segadors”.

El señor Pablo Iglesias ha destituido a Carolina Bescansa de la Comisión Constitucional del


Congreso, al parecer por sus discrepancias con la dirección del partido en su política con
respecto a Cataluña. Ha nombrado en su lugar a Irene Lozano, que con 28 años acumula un
montón de responsabilidades, y al que algún columnista llama con malicia Irene Krupskaia, por
la esposa de Lenin. Ya veremos quién acaba como Inessa Armand, único amor de Lenin al
margen de la revolución.

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Carolina Bescansa es la diputada que en la anterior legislatura hizo su aparición con su hijo y le
dio de mamar en el escaño. Antes era cercana a Iglesias, pero ya no. Sucede con ella lo mismo
que con Errejón, Tania Sánchez y otros, que fueron abandonando los escaños cercanos al Líder
Supremo y acabaron en el gallinero. Esta mañana la diputada ha dicho que Podemos no tiene
un discurso sobre España y sólo hace seguimiento de los separatistas catalanes. Es lo mismo
que muchos dicen en privado. Pero no se dan cuenta de que se hallan encadenados a un Lenin
español, segunda versión de Largo Caballero, y que este tipo de hombre sólo se deja llevar por
su instinto. Si una vez funcionó, entonces es que funcionará siempre.

Lo que pretende el señor Iglesias es una mezcla entre la II República y las repúblicas
bolivarianas. Habla del “bloque monárquico” porque pretende que Felipe VI es su bisabuelo,
Alfonso XIII. La Constitución de 1978 es pariente de la monarquía que respaldó el golpe de
Primo de Rivera. Ellos son los republicanos; los otros, los monárquicos reaccionarios. Pretende
reeditar el Pacto de San Sebastián para traer la República, una república que dejaría al margen
a la derecha monárquica del PP (CEDA), los centristas vendidos de Ciudadanos (lerrouxistas) y
atraiga hacia sí a los socialistas del PSOE. Los nacionalistas son bienvenidos, no por
nacionalistas, sino por enemigos de una monarquía que “es una cárcel de los pueblos”. Si los
señores del PP (CEDA) ganan unas elecciones dentro de la República instaurada, se impedirá
por la presión de las calles que accedan al poder, puesto que la República sólo pueden
gobernarla los republicanos. Si en cualquier caso gobiernan, se respaldarán todas las
intentonas posibles para desalojarlos por la fuerza. Los pasos siguientes son fáciles de
adivinar…

El gobierno y el PSOE tienen discrepancias sobre cuál es la respuesta a dar si el señor


Puigdemont decide convocar elecciones autonómicas (que él subrayará de inmediato como
constituyentes), pero no declara la independencia, eso si es que no la declaró el otro día.
También puede que levante la suspensión, de estar la independencia declarada, hasta que se
celebren las elecciones que, según los resultados, la volverán a activar. Un follón. El que el
actual Govern organice unas elecciones autonómicas en estas condiciones es un hecho como
para tener en cuenta. Es posible, y hasta probable, que traten de montar un referéndum
semejante al del 1 de octubre. Con esa decisión pretenderían evitar simplemente la aplicación
del artículo 155. Esperaba que lo aplicarán, pero no con tanta amplitud, y hay un montón de
gente por ahí viviendo a cuerpo de rey gracias al presupuesto de la Generalitat. Algún
consejero pide que lo cesen para poder cobrar el paro. Otros dimiten en cascada porque
prefieren no pisar la cárcel.

Miércoles, 25 de octubre-tarde.

Según el periódico La Vanguardia, el Govern se decide por declarar la independencia. Ésta


puede verse acompañada de la convocatoria de unas elecciones constituyentes o acaso
tampoco, depende. Lo de elecciones autonómicas, y lo de la vuelta a la legalidad, nada.
Resistencia en todos los ámbitos contra la aplicación del artículo 155. La aparición del
Puigdemont en el Senado, si se produce, será para declamar la consabida eternidad de
agravios. Un gesto publicitario más. Si viene a Madrid después de proclamar la independencia,
puede que lo detengan y no pueda exiliarse junto a su Govern. Pero es probable que venga,
suelte el monólogo de costumbre, y después vuelva a Barcelona a ejecutar el fin del drama.

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Si esto se confirma, lo de la huida de depósitos y empresas de esta semana se va a quedar en
nada en comparación con lo que vendrá. Dicen por ahí que las caceroladas están bajando de
intensidad estos días. Los más fanáticos llevan la voz cantante, pero a los que les queda un
poco de cordura no pueden dejar de ver los síntomas de un desastre cada vez más acuciante.
No sabe dónde se están metiendo, pero está claro que los guías de este viaje no tenían ni idea
de cuáles iban a ser los efectos de este embrollo en cuanto se pusiera en marcha. Y mucho
menos si la situación se extendía por meses o años.

Societat Civil Catalana ha presentado un vídeo que sea una especie de contramedida frente a
“la llorona por la independencia” de “Help Catalonia. Save Europe”, de ÓMNIUM. La actriz,
porque aquí siempre se trata de una representación, toma el papel de una independentista,
pero en lugar de soltar las falsedades habituales, lo que hace es reclutar los hechos que los
“indepes” ocultan o tergiversan. Es una vuelta de tuerca con el victimismo como parangón.

El Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña, el Sindicato de Médicos de Cataluña, y no


digamos de enseñantes, están contra la aplicación del artículo 155. Se declaran defensores de
las instituciones catalanas, pero éstas vagan desde el seis y siete de septiembre en la nada. Su
sostén era el ordenamiento constitucional y el Estatuto de Autonomía. Una vez enterrados, no
puede haber autogobierno, sino gobierno de un Estado independiente. Éste no nace, entre
otras causas, porque se funda en una serie de hechos ilegales. A su vez, porque el Estado del
que pretenden seccionarse lo impide. A su vez, porque nadie, o casi nadie, reconoce que las
bases de las que se han servido los independentistas para instaurarlo sean legítimas, y por lo
tanto tampoco lo es el Estado en cuestión. Y, a su vez, porque sus mismos perpetradores no
aclaran si declararon la independencia o no el pasado día diez.

El referéndum fue una farsa, no sólo porque ninguna de las condiciones previas se cumplieron,
y ni siquiera por la falta de censo, de colegio, de recuento admisible, de neutralidad
administrativa del poder que lo convocaba; sino porque las consecuencias sobre una decisión
de esa clase se habían ninguneado por personajes de la Generalitat como el señor Junqueras.
La elección que pretendían era una suerte del “like” en las redes sociales.

Un enviado de Osetia del Sur ha aparecido estos días por Cataluña. Parece que piensan abrir
una embajada. Este hecho, junto con las declaraciones de Vladimir Putin, comparando
Cataluña con Kosovo, muestra el papel que el “procés” está jugando en el tablero
internacional. A eso hay que añadirle la intervención de los hackers rusos que coadyuvaron al
Brexit, a la victoria de Trump en las presidenciales de EEUU. Putin puede desear la
independencia de Cataluña o la gangrena que ésta provoca como una cuña desde la que
descomponer la Unión Europea. Al fin, someterla a la misma clase de explosión que sufrió la
URSS con el desplome del sistema comunista parece la estrategia por parte del Kremlin. Los
rusos irán pulsando los ánimos en los diversos escenarios. Para ellos sería mucho más fácil
dominar el continente con estaditos pequeñitos, unos peleados con los otros, y con una Unión
Europea inutilizada por su propia estructura imposible.

Eso lo pensarán los de fuera, el consejero de Salud de la Generalitat, Toni Comín, adujo ayer en
un debate de la Cámara catalana que deben ser independientes para ser “como Finlandia”.
Esta gente cambia de modelo cada día.

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El gobierno central no tiene muy claro cuál va a ser la efectividad del artículo 155. No son
gente muy ducha en estas cuestiones. De hecho, hay una profunda extrañeza por la
imprevisión, la falta de información veraz y fehaciente o la falta de interpretación adecuada de
la misma que el gobierno ha sufrido durante años. Parecieron desembarcar en el mes de
septiembre sin saber a qué enormidad se enfrentaban. Venían de unas largas vacaciones.
Miles de individuos, decenas de organizaciones y los responsables de la administración pública
catalana en pleno se hallaban tras el golpe, pero nadie pensó que esto fuera más allá de una
butifarrada. La política de explicación con los medios extranjeros ha sido inexistente. Los
“indepes” han ganado por goleada en ese campo. El que mejor se les ha dado. Tampoco el
Centro Nacional de Inteligencia pudo descubrir el lugar de las urnas chinas que la Generalitat
compró en algún saldo…

Y este escenario de gente sin carisma da la impresión de que no hay nadie a quién recurrir.
Están muy lejos los primeros tiempos de los gobiernos de Felipe González, donde brillantes
prohombres de muchos sectores compusieron un gobierno de notables. Lo de después ha sido
una catarata de humildes funcionaros que pretenden molestar lo menos posible a quien los
nombra. Mal aspecto para hacerle frente a una rebelión de esta clase.

Jueves, 26 de octubre.

Otra jornada para la historia. Aunque no sabemos si para la gloria. El señor Puigdemont no
viene al Senado. Según su declaración, no debemos perder el tiempo con gente que ya ha
decidido arrasar el autogobierno. Pocos dudan sobre que se declarará la República o se
levantará el suspenso sobre la misma. Pero, ¿será hoy a la tarde o mañana? Tras dos semanas
de la primera intentona, se supone que fallida, los Mozos de Escuadra vuelven a vallar los
aledaños del Parlament. Las asociaciones “indepes” piensan o saben que es mañana y no hoy
cuando se declara la independencia. De hecho, participan en las reuniones del Govern como
un miembro más. Por cierto, ¿quién fiscaliza las acciones de este gobierno que no es un
gobierno, con miembros adjuntos que nadie ha votado, sin nombramientos en un boletín
oficial, sin actas, y con una cámara parlamentaria cerrada después de semanas? En esas
reuniones participa también la presidenta de la cámara legislativa, que pasa cuando ella
quiere al poder ejecutivo…

Los Comités de Defensa de la República (CDR), dirigidos por la CUP, se concentraron ayer
frente a la presidencia de la Generalitat. Se supone que para presionar. Los estudiantes de la
Universidad hicieron huelga, por las buenas o por las malas, porque en diversas facultades no
se dejó entrar a los que deseaban estudiar. Se hicieron barricadas en las puertas con el
mobiliario escolar. Algunos piquetes, con peinado y atuendo batasuno, se hicieron fuertes y no
dejaron pasar a “naide”, como dicen los gitanos. En el vestíbulo colgaron un monigote. Efigie
del destino que esperaba a los que se estuvieran contra el “peuple”. Desde hace tiempo ya no
hay términos medios. El cantautor Joan Manuel Serrat ha sido declarado “botifler”. Lo mismo
le ha sucedido a Juan Marsé y a muchos otros que se supone deberían ser los símbolos
culturales de la región. En una imagencita de la calaña de este sentimiento que todo lo
arrambla se han destruido libros del novelista de “Últimas Tardes con Teresa” en las
bibliotecas públicas. Esperemos el día en que a algún iluminado se le ocurra la idea de
quemarlos en la pira. En su lugar han surgido a la palestra las mediocridades que utilizan estos

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hechos para incendiar el escalafón. Como, por ejemplo, ese profesor de Filosofía que al
introducir a un cantante africano en Barcelona pide al púbico que cante “Els Segadors”. La
gente lo abucheó y el pobre tímido tuvo que dar marcha atrás. Pero, ¿cuántos de estos
individuos piensan tomarse cumplida venganza de su postergación ahora que es la pertenencia
a la causa lo único que cuenta?

El señor Puigdemont puede atrincherarse en su despacho una vez que lo cesen. Sus consejeros
pueden hacer lo mismo. Los grupos de choque se pondrán frente al edificio e impedirán que
nadie entre en el edificio. Buscan una mediación con Israel. Otra opción es convertirse en un
satélite ruso, como ya lo fuera la España republicana durante una parte de la contienda civil.
Otra más es un empate con el Estado. No podemos vencer, pero ellos tampoco. Así que a ver
quién aguanta más.

Prestigiosos historiadores especializados en España hablan hoy en varios medios de


comunicación. En realidad, cuentan lo evidente. Lo que estaba a la vista de todos y nadie se
atrevió a remediar. J. H. Elliot, Stanley Payne. Hace no muchos meses murió el gran Hugh
Thomas. Para Elliot, la Generalitat lleva adoctrinando a los niños en sus escuelas desde la
época de Jordi Pujol, inventando una historia sectaria que muy a menudo no se corresponde
con la verdad. Payne dice que debíamos haber sido más firmes a la hora de cerrar la sangría de
competencias y haber definido de una vez el papel del Estado en el territorio nacional. Los
cambios acaecidos en este país en estos cuarenta años, provocados por la necesidad de
superar los desastres de una guerra civil, se pueden ir por la borda ahora.

No sé los cambios, pero el prestigio desde luego. Los “indepes” están enamorados de “la
leyenda negra”, porque es ella, y no el progreso realizado en España bajo la democracia, la que
justifica su actitud golpista y xenófoba. Y es a eso a lo que se dedican sus portavoces en los
cinco continentes. Éstos son como loros que repiten una y otra vez la lista de escarnios. Todas
las concesiones realizadas hasta hoy, que les otorgan una autonomía desconocida en cualquier
otra región de Europa, son nada. Los acompañan diversos medios anglosajones, que no le han
perdido el gusto a nuestra extravagancia. En este caso porque así no tienen que contemplar la
suya. Y también porque hay muchos reporteros con pretensiones que han leído a Hemingway.
El mal escritor siempre tiende a escribir una novela que ya está escrita.

El señor Trapero le ha visto las orejas al lobo y ha empezado una investigación interna sobre la
actuación de los Mozos de Escuadra el 1 de octubre. Los policías más independentistas del
cuerpo están indignados. Creen que pretenden convertirlos en cabezas de turco. Como no
había instrucciones prácticas para detener aquello, y era evidente que los mandos coincidían
con el Govern rebelde, algún ingenuo se dejó fotografiar cargando urnas, abrazando a los
sedicentes, recibiendo flores, y hasta abroncando a los policías nacionales y a los guardias
civiles. Parece que no tuvieron en cuenta que éstos respondían al obedecimiento de las
resoluciones judiciales que también les afectaban a ellos. Hubo claveles y ahora expedientes.
En su día, juraron la Constitución, pero también debió hacerlo Puigdemont I, que es, según
ella: “representante ordinario del Estado en la Comunidad Autónoma”.

En una comisaría, el 3 de octubre, una multitud canta, ¿el qué?, “Els Segadors”. Los Mozos en
la puerta se cuadran, se llevan la mano a la visera y cantan con los manifestantes.

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Jueves, 26 de octubre-Mediodía.

Ahora han cambiado las tornas. Después de horas y más horas de reuniones, parece que las
alegaciones del señor Puigdemont han llegado al Senado, aunque fuera de plazo por un
problema de “atasco del papel” en el burofax. Tres minutos en el que el funcionario de turno
sudo tinta frente a la máquina porque el President pretende demostrar que a él no le acucia
nadie. Las alegaciones del President de la Generalitat parecen indicar que el procedimiento del
155 no permite que lo cesen sino que le den instrucciones, y parece que eso es lo que pide
ahora. Trata de evitar en última instancia la intervención de la Autonomía por parte del Estado.
Parece que, a su vez, se inclina por evitar la declaración de independencia y convocar unas
elecciones autonómicas. Al parecer, para diciembre. Aparentemente está tratando de abrir
hueco en las divisiones entre el gobierno y el PSOE si este caso se producía. Se comprobaron
ayer en el Congreso y en ese resquicio ha encontrado la salida al desaguisado. Esto consiste,
por ambas partes, en pasar la pelota al otro lado del campo para que sea el adversario el que
tenga que pensar en cómo devolverla.

En la Bolsa se han dado un subidón con las últimas noticias. Pero estos señores piensan
venirnos otra vez en diciembre con la misma matraca y el perjuicio que causan se va a quedar
como si tal cosa. Según lo dice hoy Xavier Vidal Folch “han arrasado las instituciones”, dando
una imagen impropia de la sociedad europea que dicen ellos solos representar. Han expulsado
a las empresas, los bancos, los depósitos, han provocado la ansiedad en miles y miles de
personas, han quebrado una sociedad y la concordia dentro de las familias… Y ahora
pretenden adelantar las elecciones para evadir los casos de inhabilitación que tanto teme el
señor Junqueras. Los de la CUP claman por la traición. Si esta gente no fuera lo que es, se
verían desacreditados ante sus propios votantes, pero no es de extrañar que en dos meses se
presenten a las elecciones con programa idéntico al actual. Como diría el inefable Junqueras:
“es lo normal”. Y que alcancen los mismos votos de ahora. Los medios de la Administración de
los que se han servido seguirán este tiempo en sus manos, así que es de temer lo peor…

Se retrasa otra hora la aparición de Carles Puigdemont para anunciar que convoca elecciones
autonómicas y renuncia a la declaración unilateral de independencia. Quién sabe si en este
rato no cambiará otra vez de opinión. Dirigentes de su partido anuncian que se dan de baja a
través de las redes sociales. Los estudiantes en huelga se concentran alrededor del Palacio de
la Generalitat. El diputado Rufián hace un chiste, tan malo como de costumbre, sobre la
traición de Judas y cambia el número de monedas de 30 por 155, el número del artículo. Este
hombre no ha leído en su corta vida maldita cosa que no salga de Twitter. La CUP pide
movilizarse frente a las sedes de los traidores, que son, según ellos, el PDeCAT y ERC. Pero me
parece que los de ERC ya han decidido quién va a ser la cabeza de turco de toda esta historia.
Esta aventura, y este final, tienen una cosa segura, la antigua Convergencia, ahora PDeCAT, y
mañana no sabemos bien qué, va a desaparecer del mapa. Ya veremos quién toma su lugar, si
es que alguien lo hace, cuando se barajen otra vez las cartas.

Jueves, 26 de octubre-Tarde.

El señor Puigdemont se vuelve a retractar. No hay, pues, elecciones. Le pasa la responsabilidad


de declarar, proclamar, o lo que sea, al Parlament. El Consejero de Empresa, Santi Vila, se
dispone a dimitir. El President dice en su alocución que el Estado no le da garantías. Parece

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que pretende, no sólo la no aplicación del artículo 155, sino la libertad de los “Jordis”, que el
gobierno le ponga freno a las investigaciones de la Fiscalía, la retirada de las Fuerzas de
Seguridad del Estado de Cataluña y, supongo, que alguna seguridad personal para él. Aunque
esto último no ha trascendido. Esto sí que sería un golpe de estado, pues, ¿tiene éste o
cualquier otro gobierno de nuestro entorno atribuciones para conceder cosas semejantes?

Al señor Puigdemont parecen haberle influido la masa de estudiantes de vacaciones que se


había congregado en torno al edificio y que empezaba a llamarlo traidor. Los ponderados
señores de ECR empezaban a expandir lo mismo a través de las redes. Y no digamos la CUP,
que se declaraba única defensora de la “orden del pueblo”, surgida el día 1 de octubre en el
célebre referéndum, y pretendía hacerle escraches a sus aliados a las puertas de sus sedes.
Salga lo que salga de esto, la cosa irá de escrache en escrache.

La rebelión es un delito penado con 25 0 30 años de prisión, así que el señor president prefiere
que sea una colectividad la que lo cometa y no un individuo en solitario. Prefiere estar
acompañado en estas circunstancias, por lo menos con vistas al futuro indulto. También
setenta exdiputados encarcelados presionan más que un expresidente en solitario. Al parecer,
le ha comentado a alguien que no sabe si está “interesado” en pasar unos años en la cárcel.

Viernes, 27 de octubre.

Los diputados independentistas del Parlament buscan una salida. Se supone que hoy tomarán
alguna clase de decisión. Algunos hablan de votar en secreto. Para que sea más difícil después
perseguirlos. Pero si la oposición se retira de la Cámara y sólo quedan ellos, ¿entonces qué?

Ignacio Camacho constata hoy la condición de Puigdemont. Este hombre es un pelele que ya
no manda ni ordena a nadie. Son la CUP y las entidades callejeras las que han terminado
imponiendo sus deseos. El mero epíteto de “traidor” bastó para que el finado se viera ayer
inclinado a retractarse. El pobre hombre se halla entre la espada y la pared. En semanas ha
pasado de darle lecciones de constitucionalismo al Rey de España a una sombra que vaga por
las galerías de la Presidencia de la Generalitat. Ahora trata de escabullir una querella de la
fiscalía por rebelión. 25 o 30 años de pena. Al parecer, ayer le dijo al listo Junqueras que si era
él el problema que se retiraba y que el amable Oriol se pusiera en su lugar. El amable Oriol dijo
que no. Pero que su partido se retiraba del Govern si se convocaban elecciones autonómicas.
Junqueras o alguno de sus hombres han extendido una versión contraria. Es decir, que Oriol se
ofreció a tomar la presidencia para declarar la independencia por las bravas y que fue
Puigdemont quien se negó. Aunque viendo la expresión del último todo el día de ayer parece
que estaba deseando que alguien apartara de él ese cáliz. ¡Qué maquiavélico es este Oriol!

Si esto continúa por este camino, al fin van a ser buena parte de los “indepes” pijos los que
pidan que sea el Estado quien intervenga. La “manifa” de ayer, con los universitarios de
vacaciones, apenas fue capaz de llenar la plaza ante el edificio, en la que caben 8000 personas.
Pero la resistencia camboyana de la CUP promete arrasar los restos de productividad,
seguridad jurídica, personal, que subsistan en la región. Los que deben ganarse la vida sin
subvenciones o sueldos en la administración catalana van a tener que sufrir las consecuencias.
Al cargo de la guerrilla hay unas cuantas dirigentes cuya ideología es un batiburrillo.
Anarquismo procedente de la CNT terminal, trufado de maoísmo, marxismo leninismo, y

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cercanas a las tesis que en su día defendió la organización terrorista Terra Lliure. Su
universidad han sido las colectividades hippies que quedan por los Países Catalanes. Modelo a
seguir en las próximas semanas: la “kale borroka” de Batasuna en el País Vasco.

Estas señoras son las primeras disfrazadas de la revolución y les disputan el look a los señores
de Podemos. Indescriptible camisa del senador de Podemos que desde la tribuna del Senado
habló ayer de la “castración del Parlament” que suponía la aplicación del artículo 155. Según
artículo de David Gistau, Pablo Iglesias se presentó hace una semana en el Congreso con una
ropa que parecía haber dormido sobre el Líder Supremo en un calabozo de la Dirección
General de Seguridad. Calabozo con el que sueñan todos los antifranquistas para emular a sus
señores padres, quienes, como sabemos, corrieron todos delante de “los grises” y sufrieron
torturas indecibles en el corazón de ese arcano edificio.

Junts pel Si y la CUP ya han presentado propuesta que votar esta tarde. En ella instan "al
Govern a dictar todas las resoluciones necesarias para el desarrollo de la ley de transitoriedad
jurídica y fundacional de la república”. Suspendida por el TC. En la resolución se plantea
"asumir el mandato del pueblo expresado en referéndum" y "declarar Cataluña como Estado
independiente en forma de república”. Lo hacen mientras el presidente del gobierno español
interviene en el Senado, pidiendo el apoyo para la actuación del Estado bajo el amparo del
155. Se trata de restablecer la legalidad y perseverar el autogobierno, según dice.

Nadie sabe lo que saldrá de esta situación, pero desde hace semanas el gobierno, remiso a una
acción que pudiera caldear los ánimos, contemporizando para que se diera una solución
negociada, pactando con un PSOE que no deseaba dar el paso de la aplicación del artículo,
sabe que no tiene otra opción que actuar. Han sido timoratos y los ha terminado cogiendo
desprevenidos la crisis política más grave que ha atravesado este país en los últimos treinta y
nueve años, pero así están las cosas.

Los 17 puntos de los “indepes” hablan en su mayoría de unas negociaciones con el Estado que
se niega a negociar su desmembramiento. Tras ellos se ve la mano del señor Junqueras, que
habla del proceso de separación como si se hubiera dado un acuerdo más o menos amistoso
entre las partes. Este señor tiene esas cosas, nunca deja de sorprendernos. La doble
nacionalidad de los catalanes, por ejemplo, con la que se pretende dictarle al Estado español
su voluntad y dar la apariencia de tranquilidad a los que sientan el abismo de quedarse de un
plumazo sin una nacionalidad europea. Se subrogarán los derechos, los funcionarios, los
servicios, tras la negociación correspondiente. O, en su defecto, sin ella. Punto importante es
la ejecución de un documento nacional propio. Estos graciosos quieren la DUI (Declaración
Unilateral de Independencia) para tener un DNI (Documento Nacional de Identidad) en la
cartera. Otro punto a tratar son los acuerdos comerciales, que seguirán así como así, porque lo
dicen ellos, con cualquiera de las partes. La creación de un banco catalán, no se sabe si con la
potestad de emitir billetes, es otro más… Todo esto es un brindis al sol, así que se sabe que ese
papel en particular lo va a soportar todo. Como el Govern va a ser cesado en breve, lo que
quede será la resistencia y, después de armar la bulla correspondiente, buscar un
intermediario internacional para que el Estado español se avenga a negociar algo, lo que sea.

A etas alturas todavía no se sabe si habrá o no habrá votación. La Mesa de la Cámara,


advertida por los letrados de la misma sobre la ilegalidad de la propuesta y cualquier otra de la

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misma índole, la ha admitido —sin embargo— a trámite. La Fiscalía extenderá la querella por
rebelión/sedición contra ella, pero para eso está la señora Forcadell de cancerbera de la
revolución. Ésta señora no entiende de leyes, tampoco le importan, porque cree que lo suyo y
lo de los demás es la interpretación romántico-decimonónica de un pueblo sometido. La
conexión con un alma colectiva que todo lo puede. Lo demás, le trae al pairo Es obvio a estas
alturas que tiene más testosterona que el pobre Puigdemont, que aparece acompañado en el
salón de plenos por su mujer. No se sabe si por temor de que flaquee o porque pretende
llevárselo a casa en cuanto acabe la sesión y no dejarlo salir de allá en semanas o meses. El
hombre sonríe, pero no con la expresión del contento, sino con la del que está “shockeado”
por algo y parece enfrentado a un espejo del que no es capaz de librarse. Lo mira el espejo de
la Historia, pero también el de los locos.

Mientras tanto, los ediles “indepes” se han congregado por la Cámara y con sus bastones en
alto gritan “independencia” muchas veces. La ANC y ÓMNIUM, las organizaciones de los
“presos políticos” o, más bien, “políticos presos”, llamados “Jordis”, requieren de sus
militantes y simpatizantes que rodeen el Parlament. Se trata de celebrar la república y
suponemos que recodarle a los que flaqueen lo que les espera de dar un paso atrás. También
amedrentar en lo posible a la oposición. Ayer ya hubo un aviso a navegantes.

Esta Cámara lleva años dedicada a casi todo, menos a lo que debería. En un ejercicio legislativo
de hace no mucho tiempo se aprobó, en total, una ley. El resto del tiempo los señores del
Govern y sus diputados se dedican a conspirar, a llamar a elecciones por si esta vez el número
nos vale, y a atropellar los derechos de la minoría. Los gastos del Govern son un secreto en
muchas partidas. En consecuencia, las agencias de rating califican los títulos de la Generalitat
como bono basura. En un bar gallego que hay al otro lado de la plaza el dueño dice que no los
gobierna nadie. “Nosotros pagamos los impuestos y ellos nos insultan en su tele todo el día”.

Los senadores “indepes” en Madrid prometen una resistencia numantina, vietnamita,


camboyana, y lo que haga falta. Dicen que el presidente del gobierno español ha hecho un
“discurso de guerra”, quizá queriendo decir que ha hecho una “declaración de guerra”. Se
critica que los senadores de su partido le aplaudan en un momento como éste. Los “indepes”
piensan que sólo ellos tienen derecho a la alegría. El representante del gobierno catalán en
Madrid comenta que en breve deberá volver a la capital del Reino para crear una embajada.
Parece que es uno de los pocos lugares en los que todavía no habían abierto una y se
consolaban con una delegación. Por dinero, no será. Y encima uno clava una daga moral en el
corazón del enemigo. Este es un personaje que hace años pertenecía al PSC, pero hay muchos
otros como él. En estos cinco años ha habido una oleada hacia los partidos de la
independencia, formada por gente que en principio no era independentista. No sólo
aseguraban ser el caballo ganador, también disponían del presupuesto de la Generalitat para
comprar lealtades.

Lo que no se sabe es si los diputados “indepes” van a votar la independencia, no van a votar
nada o algo que lo parezca y después resulte que no lo sea. Se permiten las conjeturas. Da
igual, porque se supone que mañana van a estar todos en las barricadas. Una señora, portavoz
de la CUP, con un pañuelo malva alrededor de cabeza, como una pitonisa del Retiro, ya dijo en
los últimos días que “el pueblo ordena y el gobierno obedece”. Lo curioso es que no son

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Puigdemont ni Junqueras los que defienden la instauración de la república desde la tribuna.
Parece que ambos miran ya a los artículos aplicables del Código Penal y no al 155 de la
Constitución y mucho menos a la república adánica recién nacida. Les piden a sus partidarios a
cada rato que sean pacíficos. Es por lo del artículo número 544 del Código Penal: “los que se
alcen pública y tumultuariamente para impedir, por la fuerza o fuera de las vías legales, la
aplicación de las Leyes”, o para “impedir a cualquier autoridad, corporación oficial o
funcionario público, el legítimo ejercicio de sus funciones o el cumplimiento de sus acuerdos, o
de las resoluciones administrativas o judiciales”. O acaso por el artículo 472 y siguientes. Éste
castiga con un máximo de 30 años de prisión a quienes se levanten “violenta y públicamente”
para “derogar, suspender o modificar total o parcialmente la Constitución” o “declarar la
independencia de una parte del territorio nacional”. Lo de “público” pretenden escabullirlo
con el voto secreto. Lo de “violentamente”, convertidos en sendos ghandis con algunos kilos
de más.

Viernes, 27 de octubre. Tarde—noche.

Esta tarde, al fin, después de muchas idas y vueltas, el parlamento catalán votó y se declaró la
república. 70 votos a favor, 10 en contra y 2 en blanco. Estos dos pertenecen al parecer a dos
miembros de Podem (rama de Podemos en Cataluña), que pactaron con los diputados
“indepes” para que no puedan perseguir a los demás después por el sentido de su voto. En fin,
una hombría. La oposición en bloque se marchó del salón de plenos antes de la votación. La
señora Forcadell, presidenta del Parlament, dio el espectáculo al que nos tiene
acostumbrados. Se equivocó al contar y hubo que reiterar el recuento. Ella es, a decir la
verdad, la que menos ha flaqueado en todos estos días tremendos. Los diputados se pusieron
en pie y cantaron “Els Segadors”. Lo de siempre. No hubo mucha heroicidad, votaron en
secreto para evitar que los fiscales y jueces del Estado desaparecido los persigan y les carguen
el delito de rebelión, que está penado con hasta treinta años de cárcel. La cosa se pareció algo
a eso de tirar la piedra, esconder la mano y pedirles a la gente de la calle y a los funcionarios
que se enfrenten a cara descubierta por nuestra república, porque nosotros de aquí no
pasamos.

Puigdemont había dado tantas espantadas durante el día previo que parecía que lo habían
metido a presión en el traje que no se desabotona y que lleva a menudo como una especie de
uniforme. Junqueras estaba en su papel. Los dos se giraron en dirección a las cámaras para
inmortalizar el momento. No se sentían grandes alegrías, más bien algunos abrazos y algunos
besos impostados. Por ejemplo, los de la señora Rovira, que fue de un escaño a otro haciendo
las presentaciones, como en una fiesta de solteros. Parecía como si esto no fuera el inicio de
algo, sino más bien el fin. En la calle, fuera de los aledaños de los edificios implicados, la vida
continuaba igual. Atascos, gente que sale de las oficinas y se va a su casa. Los encandilados
“indepes” lloraron con cara de no poder creer lo que veían. Hubo cava. Por la noche, los que
aguantaron, hicieron una especie de botellón.

A las ocho y cuarto el presidente del gobierno anunció las medidas del Estado con respecto a
los acontecimientos sucedidos en el parlamento catalán. Tras el plácet concedido por el
Senado, no sólo cesó al presidente, al vicepresidente, a todos los consejeros. También a los dos
más altos cargos de la policía autonómica. Se extinguen las “embajadas” en todos los países en

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los que funcionan. El chiringuito de Diplocat, dirigido por Raül Romeva, se ha quedado en
nada. Al margen de ello, se disuelve el Parlament y se convocan elecciones autonómicas para
el 21 de diciembre. Es un golpe, éste último, que nadie esperaba. Unos la piensan una jugada
maestra y otros no tanto. En fin, como casi todo. Hay también más de cien consejeros de
confianza cesados.

Sábado, 28 de octubre.

El mayor Trapero ha sido cesado esta mañana y ocupa su cargo el segundo. A pesar de que los
exmiembros del Govern pretenden aparentar lo contrario, han perdido las bases de su poder.
Son independientes, pero están como muchos años atrás, en la preautonomía. Alguno incluso
valoraba esta mañana participar en las elecciones autonómicas por venir. Ésas que
Puigdemont pensó convocar el jueves y no se atrevió. Sería una cosa tan absurda que no
pueden dejarlo ver por el momento. Los de la CUP pretenden hacer el día de esas elecciones
“una paella insumisa”. Otros creen que se deben convocar elecciones que deberían realizarse
para someter al pueblo una “constitución”. Pero como no hay tiempo ni acaso fuerzas para
ello, en este caso sería para boicotear las autonómicas que ha convocado el Estado.

Los Mozos de Escuadra le han retirado la escolta a todos los exconsejeros. También las fotos
de las comisarías. Cosa que en algún modo demuestra que ya no lo son. Puigdemont, como
expresidente, tiene el privilegio de seguir con la suya, con la escolta, no con la foto. También
está localizado para cuando lo vayan a arrestar.

Ayer se emitieron las imágenes de la retirada de las banderas españolas de los mástiles de
algunos ayuntamientos. Es el símbolo que buscaba TV3 y la razón de que hubiéramos visto
esas banderas tan a menudo durante estos últimos días. Las reservaban para eso en un
angulito de la pantalla. Dependiendo de los casos, un variado número de personas vitoreaban
desde la calle. Gritaban: ¡fora, fora, fora! Esta vez no se las tiraron al populacho, como sucedió
en algunos ayuntamientos tras el día 1. Las arriaban y se supone que las llevaban al almacén.
Algún funcionario se estaba tentando la ropa. Éstos seguro que vuelven.

Otros pretendieron el aquelarre en sus casas, cortando en trozos el DNI o quemando en una
sartén el pasaporte español. Luego, claro, lo expandieron por las redes. La Policía Nacional se
ha puesto graciosa y ha lanzado un tuit con esas imágenes y cuantificando el precio que
deberán pagar los “indepes” concernidos para no quedar indocumentados. 11 euros el carnet
y 26 euros el pasaporte. Alguno hasta ha hecho los cálculos de lo que se embolsaría el Estado
si todos se deciden por imitar ese gesto. Es una pasta, así que no se priven. Hay que recordar
que una de las obsesiones de los “indepes” es desde siempre tener DNI propio. Un hecho
administrativo que muchos entendemos como un engorro, lo toman ellos como una muestra
de libertad suprema. Alguien entenderá por qué.

Esta mañana había una especie de calma. Yo creo que la gente estaba deseando que pasara
algo con visos de definitivo de una vez. Alguno dice que estaba harto de vivir cada día jornadas
históricas desde hace cinco años. La policía autonómica estaba acatando las destituciones.
Pero Puigdemont, de vinos por Gerona, se ha sacado de la manga la intervención grabada en la
que al parecer no acata su cese y dice que al presidente sólo lo puede poner y quitar el
Parlament. Hace un llamamiento al dialogo. A la convivencia pacífica. Más o menos lo mismo

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que pidió Junqueras desde la escalera del Parlament ayer, después de haber violentado todas
las leyes y las resoluciones de los tribunales, la Constitución, el Estatuto, el reglamento de la
Cámara, pero esta vez con destino a los constitucionalistas que viven en la región. Gente que
podía estar muy tranquila, según este vate. Alrededor suyo había una suerte de gente con un
palo en la mano, que agitaban con mucha determinación arriba y abajo, y que son los alcaldes
“indepes” con sus varas. La propuesta de civilidad, en esas circunstancias, debe sonarles a
algunos como sospechosa. Gritaban con furia: ¡In-inda-independencia!

Algunos se deben estar palpando la ropa en la nueva república. A ver si ha cambiado algo. Se
daban muestras de alegría sincera, y otras como impostadas. Esta gente es como niños, se
deben haber creído que en cuanto viniera la República todos serían bellos, jóvenes y
magnánimos. La verdad es que si no fuera por lo que es habría que guardarles cierta piedad.
Unos viejecitos se abrazaban como en el mejor día que experimentaban. Otro, cuando le
recordaban que el malvado Rajoy ya había suspendido al Govern desde Madrid, se consolaba
diciendo que al menos había sido libre “cinco horas en toda su vida”. Que querrá expresar esta
gente al decir que son libres es una cosa que se le escapa incluso al estudioso. ¿No pagarán
impuestos, no se pelearán más con la mujer?... Los niños se unen a los ancianos en ser los más
convencidos de la secesión. En las manifestaciones hay jubilados y estudiantes. Y en cierto
modo es normal que los pensionistas tomaran un papel predominante en las jornadas
gloriosas del 1 de octubre.

Como era previsible, nadie reconoce la independencia, pero Osetia del Sur (cuya
independencia de Georgia reconocieron en su día 4 países, una de ellos Nereu, que la verdad
no sé dónde está) se halla estudiando dicha posibilidad. La república oseta hermana tiene unos
53.000habitantes. Es un satélite de Rusia en una región que se le escapó de las manos tras la
desaparición de la URSS y las guerras que la siguieron. Se querían tanto entre sí los pueblos de
esa región que los georgianos decían que Stalin era oseto, y los osetos que era georgiano.

Assange, propietario de WikiLeaks, un tipo que anda encerrado en la embajada de Ecuador en


Londres por temor a que lo extraditen a Suecia, donde lo acusan de violación; y Edward
Snowden, el analista que huyó de los EEUU a Moscú tras haberse convertido en un espía,
andan muy preocupados con la cuestión catalana. Es decir, multiplicando calumnias e
infundios por la Red. Desde luego, al servicio de su señor en el Kremlin. ¿Qué entienda esta
gente de lo que sucede en Cataluña es un misterio?

Hay unas grabaciones intervenidas al número dos de Junqueras en el que éste reconoce que la
república es inviable, pero que más vale que no se entere Puigdemont, porque si no le va echar
la culpa al “jefe” (Junqueras). “No hay manera de cobrar los impuestos, así que mala cosa. Hay
que hacerse con las infraestructuras y con las fronteras, pero no sé cómo, la verdad. Bueno, en
todo caso, Dios proveerá…”

El órgano de propaganda de TV3 sigue llamando a Puigdemont presidente. Esto son los más
acérrimos defensores de la causa y van a dar mucho que hablar. Se ha considerado poco
oportuna su intervención por el que dirán, y porque los comisarios políticos que inundan la
cadena iban a poner la voz en grito de ver recortada su “libertad de expresión”. Ésa de debates
trufados de cinco contra uno, quemar la Constitución en antena, y llamar al odio contra el

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español en cualquiera de sus afecciones. A los niños les dedican telediarios con las noticias que
se tragan sus señores padres.

Domingo, 29 de octubre.

Enorme manifestación a favor de la unidad nacional en Barcelona. La gente ya ha aprendido a


salir a la calle y no se lo piensa. Lo Mozos de Escuadra retiran de las comisarías las fotos de los
consejeros cesados y del presidente Puigdemont. Éste, por su parte, se ha ido a pasar el
“weekend” a su pueblo. Ayer llamó a una resistencia desde un vídeo grabado por ahí. Pero
nadie entendió a qué resistencia se refería y, menos, a cómo ejecutarla. Ya dijo Tarradellas que
en política se puede hacer de todo menos el ridículo. Sus descendientes lo han desaprendido
todo de él. Así que en esas estamos.

Para dar la nota, resulta que no sólo PDeCAT, sino que también ERC y la CUP están a pocos
segundos de anunciar que se presentan a las elecciones autonómicas convocadas por el
gobierno central al amparo del infame artículo 155. El amable Junqueras lo dejaba caer esta
mañana desde una columna de periódico. Decía que iban a hacer cosas que no se entenderían.
No lo entendería nadie, pero los suyos, quién sabe. Después firmaba como vicepresidente del
Govern. Aunque puede que mañana no lo dejen ni entrar en el despacho o, en todo caso, lo
dejen para que recoja sus cosas.

Y ya lo último es que la pitonisa de la CUP de la que hablamos hace días tampoco descarta la
idea de presentarse ellos también a las elecciones autonómicas convocadas por el gobierno de
un estado extranjero. Pero entonces, ¿qué república independiente han declarado el otro día
estos tipos? Eso después de haber deslocalizado con su actitud empresas por cerca de la mitad
del PIB de la región. Ayer, otra de estas dirigentes anunciaba, sin embargo, que ese día harían
una paella solidaria. Alguno protestó porque la paella no es un plato catalán, sino valenciano.
Ya me imagino diciendo a Junqueras que eso caía dentro de los Países Catalanes, así que paella
para todos. Pero como las subvenciones las dan por estar en el Parlamento autonómico, he ahí
el problema. Yo creo que defendiendo el bastión de la República va a quedar sólo la Forcadell.
A ésta sí que van a tener que sacarla del Parlamento catalán con el Somatén.

Jordi Sánchez, el presidente de la ANC, encarcelado en la prisión de Soto del Real, se ha


quedado sin compañero de celda, un preso de confianza. El último ya no aguantaba la matraca
que el tal Jordi le daba a todas horas. Por lo visto, de este Jordi se puede decir lo que un
camarada decía de Lenin, que en su vida había encontrado a alguien que se pudiera pasar las
veinticuatro horas del día hablando de la revolución. En el caso de Sánchez, de la
independencia. El preso dice que estar con este tipo encerrado en una celda es una segunda
condena. Lo creemos. Wiston Churchill recordaba que los fanáticos no pueden cambiar de
opinión, pero tampoco pueden cambiar de tema.

Hoy es domingo y hay fútbol. El señor Puigdemont, de fin de semana familiar por la zona, no
ha asistido al partido entre el Gerona y el Real Madrid, pero tras la victoria del equipo local ha
enviado un tuit lanzando el paralelismo con el desafío que él protagonizaba. David contra
Goliat y encima en medio de las fiestas de San Narcís, patrón de la localidad. Esto del
independentismo va mucho más de fútbol que de cultura general o particular. Bueno, no
somos independientes, pero le hemos ganado al Madrid, algo es algo.

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Luego hay un tipo de Podemos en Cataluña con el versallesco nombre de Albano Dante Fachín.
Es un diputado izquierdista que probablemente llegara a un acuerdo con los aguerridos
diputados de la mayoría para votar en blanco, contra las instrucciones de su propio partido. Así
no hay forma de saber qué votó cada uno de los representantes “indepes” y no los puede
encausar por sedición/rebelión la justicia española. Previamente a esta jugada, Dante Fachín
dio un discurso más independentista que los susodichos y éstos le aplaudieron a rabiar. Desde
Madrid, el señor Pablo Iglesias debía estar descompuesto. Él también traga saliva al pronunciar
la palabra España, pero si la cosa sigue así va camino de emular los resultados no mejores de
Santiago Carrillo al mando del PCE. Otra diputada de su grupo, probablemente el otro voto en
blanco, la que en su día tiró las banderas españolas al piso tras otra cacicada de la señora
Forcadell, es la única que sigue pensado que, con Boletín Oficial o sin él, Puigdemont es su
presidente.

En el extranjero, el señor Puigdemont ha recibido la oferta de asilo político por un secretario


de Estado belga. El presidente del gobierno del país la ha retirado. Son flamencos y sienten una
enorme camaradería con los “indepes” catalanes, pero nadie acierta a saber por qué. Acaso
por los Tercios de Flandes. Ya he dicho, acaso demasiadas veces, que en las revoluciones uno
yo no es hijo de su tiempo y puede escoger a su gusto el que prefiera. El señor Puigdemont
parece en estos momentos uno de esos héroes de cómic que le gustaban en la juventud. Es el
mismo hombre que le diera lecciones de constitucionalismo al Rey, pero parece uno de esos
magos de Harry Potter. Esperemos el próximo truco por arribar.

Lunes, 30 octubre.

La nueva república ha empezado con los exconsejeros que acuden a sus despachos a recoger
sus cosas. El señor Puigdemont juega a ser Wally. No se sabe si está dentro del palacio de la
presidencia, en el patio, o en su casa de Gerona, aunque es desde el patio desde el que se ha
hecho una foto y dice que continúa adelante. Pero la foto, ¿es de ahora, es de antes, la ha
tomado mientras recoge sus pertenencias o va a protagonizar de veras la resistencia que
anuncia? Parece que pretende seguir dándoles cancha a los de TV3. La señora Forcadell, que
es miembro de la Diputación Permanente del Parlament, lo tiene más fácil. Se sienta en el
despacho que le corresponde mientras no haya otra cámara legislativa y sigue a lo suyo. Que
ahora no se sabe muy bien lo que es. Por lo menos demuestra que está allá. Y parece ella en
verdad la que menos se arruga. Parece que los consejeros cesados van a realizar la resistencia
colgando unos tuits. Todo para que la cosa no les parezca a sus partidarios demasiado ridícula.

Los partidos “indepes” le han visto las orejas al lobo y parece claro que se van a presentar a las
elecciones autonómicas. Incluso la CUP no parece encontrar contradicción en su postura. Si te
quedas fuera del Parlament, te quedas sin voz oficial y encima sin subvención. En el extranjero
deben estar ordenando a sus corresponsales que vuelvan a casa. No va a pasar nada y a esto
ya no hay quién lo entienda. Un reportero mexicano dice que lo enviaron por tres días, lleva
nueve, y que ha tenido que comprarse varias mudas de ropa interior. Lo del boicot a las
elecciones sólo se lo toman en serio a estas alturas los “Jordis”, que pueden haber perdido en
la cárcel contacto con la realidad.

En las últimas concentraciones son unas señoras de cierta edad, “indepes”, y vestidas para la
misa del domingo, las que reparten una suerte de escapularios con las fotos de los dos héroes

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carlistas, o independentistas, según se mire. En ellas, los “Jordis” parecen abrazados, como dos
alumnos de San Juan Bosco a los que les ha ocurrido alguna desgracia durante una excursión.
Los feligreses esperan su vuelta. Los “Jordis” llevan camisetas reivindicativas y sonríen. Les
falta el aura.

El señor Pablo Iglesias ha tenido que emplear su propio “artículo 155” en contra de algunos
dirigentes catalanes de su formación. Éstos son el diputado Albano Dante Fachín y la diputada
Àngels Martínez. Son los dos versos sueltos que cambiaron el sentido de su voto para que los
diputados secesionistas no pudieran ser procesados por su acción. Previo acuerdo secreto con
los mismos, claro. Después, estos dos diputados afirman con convicción que ellos no participan
en las “elecciones del 155”. Eso, a la vez que los diputados “indepes”, incluida la CUP, ya han
asumido que lo harán. Al final, va a resultar que la resistencia la van a protagonizar los dos
diputados de un partido que está, según sus dirigentes, contra la independencia.

Mientras trataba de poner orden en Cataluña, al señor Iglesias se le rebela la corriente


anticapitalista de Podemos, que reconoce por su cuenta y riesgo la nueva república catalana.
Republica en la que ya no creen, dos días, después, ni los que la declararon. Sus razones son
confusas, pero parecen esperar que la ola se extienda a todo aquel territorio que lo desee.
Comunidad autónoma, ayuntamiento, comarca, en fin, lo que sea. Sin que nadie lo perciba,
ésta es la última hornada del en su día célebre anarquismo español. Lo que pasa es que como
no han leído gran cosa, y lo han hecho con poco provecho, se creen los hijos de Chávez.

Resistencia heroica del exconsejero Josep Rull: entra en su despacho acompañado de dos
Mozos de Escuadra, recoge sus objetos personales, se siente un momento, hace una selfie
como si trabajara, y después es acompañado a la salida por los mismos Mozos que le
permitieron la entrada. Antes le aclararon que si no salía en breve levantarían un atestado y
podía ser acusado por usurpación de funciones. Un Hércules, el tipo. Éste es el mismo que les
dijo a sus asistentes el pasado viernes que el lunes volvía, pero de ministro.

Continúa el esperpento. La señora Forcadell, la más aguerrida de los “indepes”, acata el 155 y
asume la disolución de la Cámara. El señor Puigdemont ha colgado de Twitter la foto del patio
del Palau, pero no ha aparecido por allá, que se sepa. Así que se decanta por una resistencia en
las redes sociales. Es en ellas mayormente donde se declara presidente, como un boy scout. La
ERC, del señor Junqueras, anuncia que se presenta a las elecciones autonómicas. Les seguirán
en breve lo que reste del PDeCAT y la CUP. Los que se resisten son el diputado de Podem,
Albano Dante Fachín, y su compañera, Àngels Martínez…

El fiscal ya ha presentado la querella por rebelión contra el Govern, la Mesa de la Cámara. Seis
millones de fianza. Los partidarios se van a tener que rascar el bolsillo. Porque estos van a
empezar de inmediato a llorar por la pérdida de sus patrimonios. Puede que busquen el
martirologio en la cárcel, para hacer la campaña de amnistía desde allá, como con aquel
despropósito del golpe de estado por los rabasaires. Companys 1934. Entonces dieron un
golpe de estado por la inconstitucionalidad de una ley de viñedos y ahora por la modificación
por el Tribunal Constitucional de un Estatuto que a nadie le importaba nada. Pero ya veremos.
No creo que haya muchos que sepan que lo que rectificó, al fin, en su día el TC. Hacía un buen
día cuando hubo que votar ese Estatuto y la mayoría prefirió largarse a la playa. La región las
tiene muy bellas.

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El que va tener que tomar las medidas más expeditivas en este sainete es el señor Iglesias,
pero contra el diputado díscolo que anda por ahí diciendo y haciendo barbaridades. Dante
Fachín es otro de los elementos que ha dado el salto desde la Argentina kirchnerista a España.
El día de autos, el día de la declaración de la independencia, fue el elemento más arrebatado
de los secesionistas. Éstos aplaudieron a rabiar un discurso que no se atrevían a hacer sus
propios portavoces, pero la paradoja está en que Fachín y su grupo debían estar en el bando
opuesto. El hombre se encendió y se vio haciendo la revolución guevarista en Bahía Blanca,
que es de donde procede. La señora Àngels Martínez es la mayor defensora de Puigdemont,
incluso ignorando dónde se encuentra. Estos son dos submarinos que los “indepes” se han
encontrado en el bando contrario. Y encima, sin pagar. Es probable que ambos votaran en
blanco porque de ese modo era imposible saber qué habían votado los setenta indepes que
cometieron la heroicidad de no enseñar la papeleta en público.

La señora “embajadora” de Catalonia en Alemania se ha presentado esta mañana a trabajar.


Pero ya no hay trabajo, así que… Se supone que estos centros de información y propaganda
van a ser regidos o cerrados por el cuerpo diplomático español. La señora Guardiola ya no es
“embajadora” de Cataluña en Dinamarca. Un disgusto para su señor hermano.

Martes, 31 de octubre.

El señor Puigdemont y cinco de sus antaño consejeros han huido a Bélgica. Se aprestan a
solicitar asilo político. Han contratado para evitar la extradición a un abogado que en su día
trabajó con el mismo fin para algunos etarras. Esto es una carlistada del XIX trasladada por
estos personajes increíbles al siglo XXI. Hasta las alianzas cuadran. Dicen sus allegados que hoy
hará una declaración pública explicando el “trabajo” que realiza en el país belga. Es decir, que
va a fingir que se anda reuniendo con autoridades europeas que se desviven por una
interlocución y esperan a su puerta. Esto es para la parroquia de TV3. No vayan a pensar que
Puigdemont I ha huido de la justicia española después de pedirles a los funcionarios que
opusieran resistencia.

Otro dúo que tal baila son los diputados “indepes” en Madrid, Joan Tardá y Gabriel Rufián.
Como han declarado la República, algunos entendieron que se retirarían del parlamento del
Estado opresor, pero ya extranjero. Pues no. El señor Tardá, que es un tipo atrabiliario y
exaltado y visceral, dijo ayer que después de conseguir la independencia de Cataluña ahora
hay que lograr la del resto de los Países Catalanes. Es decir que la pareja piensa seguir
cobrando las dietas y las pagas del presupuesto español ad infinitum. El otro elemento del
tándem, Rufián, llama fascistas a todos los que se manifestaron el domingo en Barcelona. Éste
es el diputado que se llama a sí mismo “charnego” y que le dijo a Rajoy que “quitara sus sucias
manos de Cataluña” cuando un juez envío una comisión judicial a varias consejerías implicadas
en el golpe. La expresión se la había copiado al dirigente batasuno Jon Idígoras. Dime a quién
imitas y te diré quién eres.

La resistencia al artículo 155 no ha aparecido por ninguna parte. Al menos de momento. Los
diputados “indepes” en Madrid advertían que iba a arder Troya. Pero ha sido algo semejante a
lo que sucedió con el encarcelamiento de los otros carlistas, los de Herri Batasuna, y de su jefe,
Arnaldo Otegui. En las jornadas de marras, en la vísperas del golpe, mes de septiembre, Otegui
fue recibido por los “indepes” catalanes como un héroe. Se hicieron selfies con él. El tal

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Arnaldo dijo que el atentado de ETA en Barcelona, con 21 muertos, entre ellos niños, no debía
haber sucedido. Vamos que fue una suerte de accidente.

Colegiados del Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña protestan por la utilización que de
la organización han hecho sus dirigentes. Poniéndose de parte del Govern y olvidando que es
un consejo o asociación profesional y que representa a los médicos como tales pero no
políticamente. Los médicos tienen opiniones diversas sobre lo sucedido, igual que la sociedad.
Los médicos “indepes” se emplean como los demás “indepes”. Ellos expresan el sentimiento
del “poble”, que, claro, es único y dentro del que no hay discrepancias posibles. Con los
enseñantes sucede otro tanto, y con otras profesiones más de lo mismo. Sobre todo porque las
apabullantes campañas de propaganda instilan dentro del que las comparte un sentimiento
que le hace no sólo despreciar al que no es parte de la tribu, sino ignorar incluso que éste
existe. La politización de cada rincón de la convivencia pretende ahogar cualquier discrepancia
y calificar de inmediato al dudoso o al reacio de traidor (botifler). Una sociedad con esos
paradigmas está enferma. La pertenencia a la tribu te permite no tener que pensar por ti
mismo y, además, te vacuna contra la crítica sobre los brujos que pueden provocar o haber
provocado una catástrofe. Estos últimos necesitan imperiosamente del chivo expiatorio con el
que convulsionar a las masas de adeptos. Sin un enemigo, el nacionalismo se queda sin
sentido. Es una botella vacía. Junqueras anda por su televisión tratando de nuevo de llenarla.

A las doce y treinta se anuncia la comparecencia del señor Puigdemont en Bruselas. Le va a


crear un problema al gobierno del país, una extraña coalición, y de paso un problema
diplomático a Bélgica y a España. Pero esto es hablar demasiado porque nadie sabe si se
dispone a pedir el asilo político o no. Al parecer, incluso los miembros de su partido ignoraban
el viaje del expresidente a la tierra de Tintín. Ninguno sabe decir lo que hace allá. El
vicepresidente belga ha dejado caer que si uno declara la independencia, lo normal es que se
quede con su pueblo. Pero ya veremos en qué termina el episodio.

Este Puigdemont hace días que ya está al nivel del cómic. Como en estas representaciones uno
empieza con un papel pero puede acabar con otro, Puigdemont ha mutado de Companys en
Dencás, aquel promotor de los Escamots que en octubre de 1934 huyó por las alcantarillas del
Palau en cuanto apareció el general Batet con dos cañones con los que sofocar el golpe.
Después de años de preparación, el viernes 27 Puigdemont no se atrevió a salir al balcón para
proclamar como merecía la independencia. Por cierto, la bandera española sigue colgada en el
edificio desde entonces. No se sabe si es que no se atreven a arriarla o se les ha olvidado con la
emoción del momento.

La aplicación el artículo 155 ha pasado por los “indepes” como una apisonadora. Sus
portavoces balbucean excusas para presentarse a las elecciones autonómicas. Alguno de los
mismos dice que piensan defender en ellas la independencia declarada. En fin, un sinsentido.
Las elecciones las convoca el gobierno español, es decir, un gobierno extranjero y la dignidad y
la coherencia pedirían ignorarlas. El partido al que pertenece o pertenecía Puigdemont se
declara ahora de nacionalismo moderado, el catalanismo de toda la vida. La CUP pretende
boicotear la jornada, pero no dice cómo. En ERC necesitan tiempo para asimilar y hacer
asimilar a los suyos lo que sucedió estos días. Menos mal que nos queda TV3, deben pensar…

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La jugada de aplicar una intervención de la autonomía durante 55 días, convocar elecciones
autonómicas para que el pueblo decida, ha dejado sin discurso a los que vociferaban sobre la
España franquista y dictatorial. La actuación cómica de Puigdemont tampoco va a ayudar
mucho. Los medios foráneos empiezan a ver esto como un estrambote pintoresco. Todos los
millones gastados en campañas de propaganda tras años de proceso se han ido al vertedero.
De hecho, puede que la propaganda agresiva y sin el menor respeto por la verdad haya servido
para vacunar a muchos. El prestigio de la Comunidad Autónoma está por los suelos en España
y fuera de ella. Lo más curioso es que, al margen de las tonterías del fútbol, los catalanes no
tenían mala acogida en el resto del país. Por lo menos hasta que el nacionalismo ha
conseguido dársela. Tarradellas pensaba convertirla en un modelo de imitación fraternal para
los demás pueblos de España. Éstos la han transformado en una parroquia sectaria que ha
fraguado en la cerrazón su propia ruina.

Al fin, aparece Puigdemont en Bruselas. Al margen del victimismo de costumbre, asegura que
no piensa pedir asilo político. Habla de que ha decidido fugarse con objeto de detener la
violencia que podía haber provocado la actuación del Estado Español. Tenía informaciones
fiables de que de estar él allá se hubiera desatado una violencia con pocos precedentes. Poco
menos que pretende que la aplicación el artículo 155 ha sido una balsa de aceite gracias a su
generosidad. Este Estado español es un peligro para Europa y para el mundo. Acepta las
elecciones del 21 de diciembre. Al parecer la jugada es volver a convertirlas en un plebiscito. Al
mismo tiempo dice que su gobierno, que en realidad no existe a ningún efecto práctico, va a
seguir trabajando. Pide a las instituciones europeas que intervengan (“que hagan algo”). Habla
de investigación judicial política de la que él y su gobierno son víctimas. El acallamiento de un
pueblo sometido… No está huyendo de la Justicia, pero no piensan volver si no le dan garantías
de la separación de poderes y de que tendrán un juicio justo. Esto es una contradicción en los
términos. Porque si no huye de la justicia, pero no piensa volver cuando ésta lo cite en espera
de unas garantías que los órganos jurisdiccionales ya tienen o que no pueden dar de ninguna
manera, entonces es que no piensa volver si no le dan la garantía de que lo proclamen
inocente… En fin, un galimatías. Se declara legítimo presidente de la Generalitat de Cataluña.
Pero también parece que acepta su cese. Lo quieren meter treinta años en la cárcel por
cumplir con su programa electoral, según dice.

Ésta es la expresión de la idea de que tú te presentas con un programa electoral, ganas por un
escaño, entonces ya puedes hacer lo que te dé la gana. El otro día votaron la independencia 70
diputados, cuando son 90 los necesarios para nombrar al director de TV3, por ejemplo. Pero es
que también son necesarios 90 para modificar el Estatuto de Autonomía. Esto de las mayorías
cualificadas a las que someter determinados asuntos reglados, puesto que tienen una
naturaleza que no puede cambiar una y otra vez cuando un grupo gana las elecciones por unos
pocos escaños, es un argumento imposible de meterles en la mollera a estos individuos. Es
como hablar con una pared, porque ellos piensan que si ganan las elecciones ya no están
obligados por ninguna ley. Son la mayoría. Pero, eso sí, si hay otra mayoría que impone sus
criterios con su ejemplo, entonces es una dictadura. Puesto que es una mayoría, pero no es la
mayoría moral que ellos como nacionalistas representan. Pero, ¿si ésa que es ahora la mayoría
por un escaño dice que da marcha atrás a la independencia que tú declaraste por un escaño?,
entonces estarás integrándote o independizándote cada legislatura. ¿O es que sólo cuando tú
tienes la ventaja del escaño se pueden tomar decisiones que ya nadie puede volver atrás?

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Miércoles, 1 de noviembre.

El señor Puigdemont no piensa presentarse en la Audiencia Nacional para declarar por los
delitos que se le imputan. No pide asilo político en Bélgica, porque debe haber entendido que
no se lo van a dar. Según el abogado que en su día defendió a algunos miembros de ETA y
ahora lo defiende a él, esto se va a discernir en el tema de la extradición en cuanto las
autoridades españolas la pidan. Ahí está la batalla legal que nos aprestamos a desvelar.
Algunos de los exconsejeros y los miembros de la Mesa del Parlament, empezando por la
señora Forcadell, están dispuestos a acudir al requerimiento judicial. Al menos, eso parece.

Esto se ha desinflado como un soufflé. La verdad es que la resistencia de los “indepes” ha sido
nula: alguna butifarrada por los “Jordis” y poco más. Algunos piden que no se lean los “medios
de prensa española” hasta el día 21 de diciembre, fecha de las elecciones autonómicas. Buena
forma de evitar que cunda el desánimo. Sin embargo, la encuesta del servicio catalán de esos
estudios que salió ayer, sospechosamente a la misma hora en que el señor Puigdemont hacía
su aparición en Bruselas, anuncia que todo seguirá más o menos igual. Mayoría de escaños
para los “indepes”, pero no de votos. Habrá que esperar.

Lo que es cierto es que los partidos como ERC no tienen seguidores, simpatizantes, no
votantes, tienen creyentes. A cualquier político del mundo, este sainete, que antes del ridículo
de los últimos días ha expulsado de la región más rica de España a empresas que representan
cerca de la mitad de su Producto Interior Bruto, le hubiera costado la ignominia y la ruina.
Encima para nada. Una escucha de la Guardia Civil a uno de los hombres de confianza del
amable Junqueras evidencia que sabían de antemano que esto no iba a ninguna parte. “El que
tenga dos dedos de frente sabe que la independencia es imposible”, dice el gachó en la
audición.

Por la Plaza de Sant Jaume quedan ahora unos cuantos friquis con sus banderas. Unos la
ondean frente a los otros en paz y casi armonía. Un cantante con barretina interpreta a la
guitarra (española) las canciones de ese loco por la independencia que es Lluís Llach. Otro le
hace frente con los temas de un Manolo Escobar que el “procés” ha traído a lo más alto de los
“hits parades”. Encima como cantante protesta. Una cosa que ni en sueños hubiéramos podido
imaginar. Mucha gente ha descubierto gracias a Puigdemont y los suyos que le gustan los
pasodobles. Pero la calle es como una fiera dormida, ¿qué será lo que la haga de nuevo
despertar?

Luego queda la pelea en Internet. En la selva, digamos, que por cierto es como llaman los
señoritos del “procés” a la Guardia Civil que les da un disgusto más o menos por día. Los de la
“selva”, los del tricornio maldito, no paran y están acumulando pruebas bastantes para
enchironarlos a todos por una buena temporada. Por su parte, en la “selva” que supone
Internet hay de todo. Resumen de imágenes que pretenden ridiculizar el proceso por el que
protestan los partidarios del mismo, pidiendo que se haga el trabajo también en el lado
opuesto. Esto sería una muestra de justicia que también pueden hacer ellos. “Sólo hay que
trabajar un poco”, responde el autor. Y un vídeo que se titula “Help Jaén. Save Europe” en el
que se hace otro parodia de la llamada “llorona por la independencia”. Ahora es una Jaén
abandonada la que reclama de la Unión Europea la ayuda para que no la sometan. Hay otra

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actriz que llora frente a la cámara mientras se mezclan imágenes diversas. Eso todo enfrente
de unos olivos, que hay que vender los productos de la región.

Entre las imágenes inolvidables que nos regaló el “procés” también está la de un pensionista
que se arrodilla heroicamente frente a las fuerzas del orden el 1 de octubre. Una Tiananmén
que se quedó en nada porque los policías primero miran al abuelo extrañados, después lo
ignoran y -por último- pasan de largo.

Hasta el día 21 de diciembre no vamos a ver la desembocadura de este simulacro. Los


constitucionalistas lo tendrán difícil para arrebatarle el gobierno a los nacionalistas, y éstos lo
tendrán difícil para plantear la independencia en los términos actuales, saltándose todas las
leyes imaginables en nombre de un solo pueblo. El PDeCAT, antigua Convergencia (partido
mayoritario del nacionalismo desde la Transición), está destinado a una catarsis. O se pliega a
una alianza con ERC, o le hace frente en solitario a unas urnas que pueden arrasarla. Santi Vila,
el consejero que dimitió el 27 de octubre al comprender que el Parlament se disponía a
realizar una declaración de independencia, se ofrece como candidato. Pero desde un
catalanismo más o menos moderado. “Esto ya no da más de sí”, según dice. La alianza les
favorece electoralmente, así que es probable que los nacionalistas vuelvan a concurrir juntos.
Pero tienen que decidirse antes del día 7 de noviembre. Quedan seis días. Seguimos sin
noticias de la CUP. Están como desaparecidos. No se sabe si piensan cederle la opción de
presentarse a sus bases y luego puede que se produzca aquel milagroso empate a 1515 sobre
la investidura de Artur Mas. Año 2016. En cualquier otro lugar, un tongo flagrante; aquí, unas
afortunadas tablas que consiguió que la CUP siguiera de la mano con los “indepes” bien.

El que lo tiene más complicado es Pablo Iglesias. Dante Fachín se niega a plegarse a los deseos
de la dirección de Podemos en Madrid y desea formar parte de la coalición con los “indepes”,
si es que éstos por fin la forman. Dante Fachín es un alter ego de Iglesias, pero en argentino.
Ha sacado a pasear ahora que Iglesias es un Rajoy que pretende aplicarle a él un artículo 155 a
su manera. Haciendo equilibrismo entre posturas enfrentadas, y que conducen directas al
suicidio, el señor Iglesias aboga hoy por una coalición gubernamental con ERC y el Partido
Socialista de Cataluña. Vamos, que le pretende pasar la patata caliente a un Pedro Sánchez
que, me parece, no se ha puesto el traje de hombre de estado para ir a abandonarlo ahora en
una coalición que no se sabe si es posible, si es querida, si es factible, por ninguno de sus
miembros.

Podemos se está quedando en los huesos. Hay por ahí un estudioso francés que le dedicó un
ensayo, encima tomándolo como la semilla que podía traer una nueva Europa, que ve cómo se
volatiliza en nada este invento de unos cuantos profes universitarios viajados a Latinoamérica.
A mi juicio, el problema de Podemos puede parecer circunstancial, pero es más bien un
problema de fondo que el vodevil de la independencia catalana no ha hecho más que sacar a la
luz. El movimiento supo canalizar y articular la indignación de la población que más sufría la
crisis económica. Pero tiene unos objetivos que muchos partidarios sólo han comprendido
gracias al asunto catalán. Tú puedes renegar de la Constitución española de 1978, pero es
obvio que ésta instaura un sistema político semejante al que poseen los países de tu entorno.
Puedes reformarla para crear una alternativa que sea distinta de ella en poco más del nombre.
O puedes ensayar una aventura que te proyecta al pasado o a las repúblicas bolivarianas.

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Entrar en ese terreno no sólo supondría, como se ha visto en Cataluña, quebrar la unidad
nacional; sino poner en jaque la construcción europea como tal, cuyos estados miembros
deberían abrazar las ocurrencias de Chávez, Morales y Maduro y olvidar el constitucionalismo
liberal de sus fundadores. Lo de Podemos es una quimera nacional, que encima necesita de la
destrucción del espíritu y la letra de la Unión en general. Los indignados que con legitimidad
pretendían denunciar el estado de caos que provocó la crisis exigían una mejora de las
condiciones de vida que sufrían muchas personas; pero, ¿de verdad querían arramblar con el
sistema que le había dado a España más de treinta años de mayor progreso económico, social
de su historia reciente? El vodevil catalán ha destruido al movimiento de Iglesias,
aparentemente para los restos. Por eso los más perspicaces de sus miembros están a punto de
abrazar la bandera de una Constitución que ya no encuentran tan infame.

El señor Puigdemont ha perdido toda capacidad de enmienda. Hasta los suyos lo dan por
defenestrado. Lo que haga este hombre desde el día de ayer, la caótica comparecencia de
prensa en Bruselas, donde volvió a contradecirse en varias afirmaciones, es una cosa que sólo
pertenece al sainete. Es obvio que la espantada a Bruselas se dio para perjudicar el prestigio de
España, protagonizando unas aseveraciones tremendas que sólo pueden creer sus partidarios.
Ayer hubo lleno en la sala por la novedad, pero en los próximos días Puigdemont se va a
convertir en otro de esos friquis que campan por Bruselas sin que nadie les preste atención.

Es curioso, porque el fracaso actual del independentismo se haya en la base de su propio


carácter. Dependen tanto de la propaganda que la han convertido en su única forma de
argumentar. En TV3 está bien, pero, ¿y fuera? Tras el éxito rutilante de la jornada del día 1 de
octubre ha resultado incapaz de cambiar el relato. Cuando Rajoy salió con una aplicación del
artículo 155 que no esperaban, se encontraron de bruces con la inutilidad de las proclamas y
las acciones que habían preparado de antemano. Pueden pastorear a los suyos, pero el neutral
no ve más que contradicciones, exageraciones, falsedades sin cuento y comprende que esto es
un despropósito. Incluso las simpatías que han recibido de los medios de prensa
internacionales se van a evaporar. Se nota además que los dirigentes “indepes” no están
entrenados para debates en igualdad de condiciones. Ellos van a sus medios, sueltan la
soflama, y nadie les lleva la contraria. En el Parlament, más de lo mismo, porque para eso
pisotean los derechos de la oposición cuando les viene en gana… El encontrarse frente a la
realidad plural provoca en estos tipos una suerte de perplejidad. Sólo se hallan habituados a
periodistas que los jaleen o, por lo menos, resulten cómplices con la causa. Lo demás es una
suerte de tierra incógnita por la que más vale no perderse. Su mantra de siempre es el
victimismo. Pero a la vez no tienen piedad de nadie cuando poseen cualquier tipo de
oportunidad de imponerle sus deseos. Es simpático, o no tanto, ver a estos personajes, cuya
república inventada le concedía todos los poderes a un solo hombre, clamar por la judicatura
politizada en España. Ahora pueden resultar tragicómicos, pero si hubieran triunfado en su
intento a muchos no les hubiera quedado otro remedio que emigrar.

Pero no hay que engañarse con todo esto. Quedan 51 días para las elecciones del 21 de
diciembre y los “indepes” tratarán de volver a movilizar a sus partidarios. Esta vez con el
cuento de que las elecciones autonómicas son para cuajar la república independiente
declarada. Junqueras, el amable, ya lo dejaba caer hoy en un artículo publicado por el New

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York Times, nada menos. La guía del progresismo mundial que, al parecer, ignora a estas
alturas que Junqueras ha sido cesado y lo declara vicepresidente del Govern.

Jueves, 2 de noviembre.

Hoy declaran ante la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo los miembros de la Mesa del
Parlament y los del antiguo Govern que no han huido a Bélgica. Ayer hubo banderas de diverso
signo en las estaciones y aeropuertos desde donde salían y adonde llegaban los susodichos.
Imagen futbolística que, como todo lo que se refiere a ese juego fuera de su terreno, no aporta
nada bueno al asunto.

Puigdemont no va a acudir a la Audiencia Nacional a declarar. Nadie le ha dado las garantías


que pide, sean cuales fueran éstas, y su abogado se ha sacado a última hora de la manga una
declaración a distancia que la Audiencia rechaza. El procedimiento para hacerlo volver se
iniciará en breve. Presumiblemente, el expresidente de la Generalitat se negará y empezará el
de extradición, para el que el antaño abogado de etarras que defiende a Puigdemont ya tiene
preparada la estrategia.

A las puertas de la Audiencia Nacional se encuentra de apoyo Artur Mas, quien dice que con
tribunales y violencia sólo se echa más gasolina al fuego. No quiere decir que se aplican las dos
cosas, sino que la una es la misma que la otra. Lo mismo dirá si los investigados salen libres,
libres con cargos, que si van a prisión. El Estado español es una dictadura sí, o sí, o sí…

Las encuestas no dan un cambio significativo el día 21 de diciembre. Tras días de perplejidad,
los “indepes” comenzarán a recomponer el relato, e incluso piensan que los procedimientos
judiciales en curso pueden beneficiar el victimismo que conocen de memoria. Algunos
periodistas acusan al gobierno español de imprevisión, al no tener en cuenta que la campaña
se iba a solapar con las declaraciones, las medidas cautelares y la espantada de Puigdemont. La
verdad es que a estas alturas han caído por este asunto tantas torres que quién sabe lo que
puede pasar y cuáles pueden ser las consecuencias de unas medidas o de otras. Habrá que
esperar, porque nadie tiene la clave de todo esto y menos los que aparentan hacerlo. Algunos
interpretan con convicción, eso sí. Por ejemplo, el amable Junqueras, que ayer, en la columna
que le prestó esa biblia de progresistas que constituye el NYT, decía que la independencia
llegará de una forma u otra. No dijo si el futuro sería cercano, lejano, el de los nietos, o quién
sabe. También corroboró la impresión de los extraños sobre la actitud de los parlamentarios la
tarde en que se declaró la independencia. Aquello parecía un funeral. París era una fiesta,
pero, ¿y Barcelona? Junqueras lo toma como un paso intermedio hacia el triunfo. Es una
batalla dentro de la guerra. Los camaradas del NYT han rectificado el cargo de Junqueras
después de una carta del embajador español. Ahora es “vicepresidente depuesto”.

Parece que los que en uno y otro lado pretenden tener la clave de los acontecimientos olvidan
lo que han estudiado en libros de Historia: hay elementos que no se hallan en las manos de los
políticos y que pueden tener un peso no menor de los que éstos manejan. Tampoco los
tiempos son los que uno pretende imponer. De momento, la situación parece enquistada. Pero
incluso venciendo por la mínima el día 21 de diciembre, el independentismo se ha
desacreditado con esta aventura. Si la situación económica de la región se ha deteriorado ya,
¿qué será cuándo el resultado de las urnas pueda mostrar que la matraca va para largo? Y,

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¿cuánto estarán dispuestos a resistir los partidarios del invento? En el exterior, la espantada de
Puigdemont y todo el circo subsiguiente va a vacunar a muchos sobre este asunto. Los
“indepes” pueden convertirse en una suerte de friquis cuya existencia no le hace más que un
daño mayúsculo a su región, sin conseguir ninguno de sus propósitos. El que ni un solo país del
mundo haya reconocido la independencia, por ejemplo, hace evidente que proclamarla otra
vez sería un ridículo más espantoso que el anterior. Van a tener que convocar otro referéndum
con niños y viejas en las escuelas, a ver si el Estado otra vez pica, para ganar unas portadas.

La posibilidad de una rememoración del Frente Popular para las elecciones de febrero de 1936
ya ha salido a la palestra. Algunos “indepes” piden la victoria para la amnistía. Se les han
sumado a la idea o la han patrocinado por ellos mismos los señores de Podemos. Como, por
ejemplo, Albano Dante Fachín, que parece querer disputarle al señor Pablo Iglesias el liderazgo
del movimiento. El argentino se resiste a “morir” y se ha presentado esta mañana a las puertas
de la Audiencia Nacional con deseos de que a él también lo investiguen. El quilombo, que
dicen. En esto se demuestra la terrible dictadura que es España, porque no veo a Dante Fachín
presentándose a las puertas de los jueces de Galtieri o de Videla para provocar.

Los miembros de la Mesa del Parlament también han sufrido un trato discriminatorio, les han
citado el día 9 de noviembre para darles la oportunidad de preparar la defensa con sus
abogados. Tintín Puigdemont no viene. Cuatro de los exconsejeros tampoco. La alcaldesa de
Barcelona, también perteneciente a una de las muchas familias de Podemos, interrumpe el
pleno del ayuntamiento para solidarizarse con los investigados. Esta señora tiene un curioso
modo de entender los acontecimientos y más de asimilarlos. En la manifestación del 27 de
agosto por los atentados que en su ciudad costaron la vida a 15 personas, aparece sonriendo.
En la de noviembre, por la libertad de los “Jordis”, llorando.

El señor Pablo Iglesias mantuvo los últimos días un acto con niños recitando poemas, cantando
canciones. Es decir, que la cosa está fatal para el Lenin español. Este hombre tiene un curioso
comportamiento. Pretende posicionarse en un lugar menos comprometido del que ha
guardado hasta hoy, hace un gesto en esa dirección, pero en cuanto le dan un micrófono lo
echa todo por la borda y se lanza a los extremos que lo están abrasando. En ese instante se le
calienta la cabeza y carga contra el gobierno, el Rey, el padre del Rey, la hermana del Rey,
Pedro Sánchez, la Constitución de 1978… Luego pretende recriminarle a Fachín una actitud
que el argentino le ha copiado y le parece la coherente. Y que Pablo Iglesias sigue también si se
halla arengando al público.

El fiscal pide prisión incondicional para todos los exconsejeros, excepto Santi Vila, al que le cae
una fianza de 50.000 euros. Vila ha llegado solo, apartado del resto, tiene otro abogado y ya
está siendo tachado de “botifler” por unos cuantos miembros de su partido. Me parece que la
opción Vila como líder del catalanismo moderado se ha esfumado en horas, como tantas
cosas. Puede que hasta regrese Artur Mas, que fue quien designó a Puigdemont para
presidente tras que él mismo fuera defenestrado por la CUP. Hace días, Mas confesó que
prefería hacer trabajo de pedagogía, es decir, trabajar por el “procés”, en el extranjero. O sea,
que quiere que lo nombren embajador. Por falta de embajadas no será, lo malo es que las han
cerrado.

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Tintín Puigdemont estaba esta mañana en una cafetería de Bruselas, “no de Bélgica”, como le
gusta decir a él. Hay un exconsejero que vino, o que estuvo por aquí desde el principio, pero
que ahora se ha fugado. Los mal pensados deben estar pensando que éstos se hallan
provocando a la jueza que lleva el caso para que meta a los que se han quedado en prisión y
después montar el número por ello.

Los de la CUP no hacen declaraciones, pero ensayan técnicas de resistencia que se parece a los
primeros auxilios, sólo que al revés. Se tiran al suelo en fraternidad revolucionaria, se toman
de los brazos, ponen cara de impasibles, mirando al horizonte, y aguardan en silencio la
llegada de la policía. Lo que no tengo claro es contra quién o dónde las van a utilizar.

Las concentraciones convocadas en solidaridad con los investigados parecen estar teniendo en
Cataluña un seguimiento menor. Los “indepes” llevan tantos años de manifestaciones que
parece que han terminado por agotar a sus partidarios. No es vano recordar que el día 27,
viernes, a la tarde, cuando se proclamó la República, lo celebraron en Barcelona unas 15.000
personas. En las ciudades más pequeñas se concentran unos centenares bajo el edificio de los
ayuntamientos para vitorear cuando se arrió la bandera española. Pero, ¿dónde estaban los
millones de fieles que anhelaban esos hechos desde que tenían uso de razón? Nadie lo sabe y
nadie puede explicarlo. Mira que si ellos empiezan también a dar la espantada…

Un pueblo tan míticamente productivo como el catalán, ¿se va a inmolar en efigie por algo que
ya se sabe que es una quimera? ¿Van a conseguir estos personajes convencerlo de que nada
importa si —en algún momento que nadie puede discernir— se llega a Ítaca? Estos personajes
corren también el riesgo de convertirse en unos “brasas” a los que no aguanten ni siquiera los
suyos.

Viernes, 3 de noviembre.

Otra vuelta de tuerca al “procés”. La prisión incondicional de Oriol Junqueras y siete


exconsejeros vuelve a insuflarles ánimos a los independentistas. Ayer, manifestación frente al
Parlament. Algún orador dijo que se ha terminado la “revolución de las sonrisas”. Fachín está
desatado y propone “hacer temblar los cimientos de un Estado antidemocrático”. La alcaldesa
de Barcelona, Ada Colau, habla de “venganza de la jueza”, de esta jueza en particular, “contra
el Govern de Puigdemont”. Se dibuja en el horizonte la posibilidad de una candidatura unitaria
de “indepes” y Podemos con un único punto en el programa: “Amnistía”. El señor Iglesias
habla de vergüenza de país en el que se encarcela a los opositores y pide la libertad para los
presos políticos.

Con esto estamos de vuelta en el maravilloso año de 1934, año de la Revolución de Asturias y
del golpe independentista de Companys, que fue en realidad un movimiento insurreccional de
varios partidos, incluido el PSOE de la época, en todo el país, y contra el gobierno de Alejandro
Lerroux. Éste último contaba con el apoyo parlamentario de la CEDA, para entendernos, una
suerte de PP ilegitimado por su ADN para gobernar. Tras al fracaso de la insurrección, los
implicados se congregaron en listas unitarias para las elecciones con el principal punto de…
“Amnistía”. Ganaron en febrero de 1936 por un margen ajustado, pero, según ellos, con el
mandato del pueblo de sacar a los presos de la cárcel e instaurar un ajuste de cuentas contra

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todo aquél y todo aquello que hubiera formado parte del “bienio negro”. Hubo pucherazos en
lugares donde el Frente Popular no ganó. En fin, un amor…

Ayer había unas veinte mil personas (o eso dice la guardia urbana, que no es muy de fiar) en
torno al parque de la Ciudadela en protesta por los encarcelamientos. Se convoca
manifestación para el día once.

Se nota cierta turbación entre los constitucionalistas. Llevamos semanas enteras con este agrio
flujo y reflujo. Empezó el día 20 de septiembre con el registro de las Consejerías por orden
judicial y seguimos con la misma impresión más de un mes después. Aquí no tenemos una
semana de tregua. Supongo que la mayoría de la gente pretende vivir tranquilamente, pero
nos han embarcado en un viaje alucinatorio del que no va a ser fácil apearse. La historia que
algunos están deseando protagonizar como héroes tiene estas cosas. A menudo se convierte
en un potro de tortura. Aunque para otros que no son ellos. La independencia de marras, de
sonrisas, sin riesgos, sin daños ni fracturas, era una quimera, como bien sabían los que la
impulsaban. La única forma de vencer era quebrar el espíritu conciliatorio que más o menos
había regido en la Transición y pagarnos un viaje al “parque jurásico” del siglo XX. Ya estamos
en él, a ver lo que nos cuesta volver otra vez al tiempo que nos corresponde.

Una veintena de periódicos digitales y de papel, se entiende que todos catalanes, firman una
petición conjunta exigiendo que se detengan los procedimientos judiciales y asegurando que
sólo reconocen como legítima a la república y a su gobierno. Son en su mayoría los que venden
unos pocos ejemplares, pero reciben una generosa subvención por parte del Govern. Esta
gente suele tener corresponsales por ahí, poco menos que como el New York Times. Y esto,
¿quién lo paga?, que diría Pla. Pues el generoso contribuyente. Éstos son los mismos que
aparecen en las tertulias televisivas internacionales. Por supuesto, defendiendo siempre el
“procés”, porque no ignoran quién sufraga la corresponsalía y a nadie le viene mal un trabajito
bien pagado en París o Berlín.

Es como si el chasco del 27 de octubre, día de la independencia, y de los días subsiguientes se


viera ahora remozado por las resoluciones judiciales de ayer. Al parecer, los abogados de los
investigados ni siquiera pidieron tiempo en el que preparar su defensa, como sí hicieron los
miembros de la Mesa del Parlament. Algún cronista dice que se mostraron desganados y
asumiendo de antemano la decisión que pendía sobre las cabezas de sus defendidos. Es
posible que después de la espantada de Puigdemont, del ridículo que amenazaba toda la
estructura, los “indepes” comprendieran que sólo podía salvarlos de la debacle un hecho
significativo. Así que, como dice Junqueras: “en pie y hasta la victoria final”.

En realidad, la prisión, inducida deliberadamente o no, incide en la estrategia de los


independentistas desde que comenzó este purgatorio. Su fin obvio es conseguir que los aliados
de España empiecen a presionar al gobierno sobre la necesidad de aceptar un arbitraje
protagonizado por un elemento exterior. El día 1 de octubre fue la jornada en la que los
“indepes” estuvieron más cerca de alcanzar sus propósitos, gracia a las cargas policiales y el
uso que hicieron de ellas. Después de esas primeras fechas esa ocasión se empezó a evaporar
y cayó en la ópera bufa el domingo con la huida de Puigdemont. Con los encarcelamientos de
ayer volverán a la carga. No será fácil que la campaña electoral se centre en la autonomía, ni
siquiera en el desastre que el gobierno independentista y el “proceso” emprendido por éste

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han provocado. Las encarcelaciones serán el manto que debe ocultar el despropósito que toda
esta escenografía ha creado en Cataluña y la fractura entre sus habitantes.

Viernes, 3 de noviembre-Tarde.

El exconsejero Santi Vila sale de prisión tras pagar la fianza de 50000 euros que le impuso la
juez Lamela.

Ha habido cortes de carreteras, de algunas calles y de líneas férreas a lo largo del día de hoy.
Han participado centenares de estudiantes. El entrenador Guardiola dice que parece mentira
que se haya retrocedido tanto y de que pueden detener a cualquier por dar una opinión. El
señor Puigdemont dice desde Bélgica que los exconsejeros han sido maltratados al ser llevados
a prisión. Santi Vila dice, al salir, que están serenos. No habla de ningún maltrato.

El Ministerio del Interior investiga a tres policías por un comentario pronunciado a la salida de
la furgoneta de la Guardia Civil que llevaba a Oriol Junqueras a la prisión de Estremera.

Obviamente, estamos asistiendo y vamos a asistir a una campaña de falsedades, exageraciones


y tergiversaciones en los próximos días. En estos casos, los hechos son lo de menos si a uno le
está permitido seguir haciendo propaganda. Como dice hoy un artículo de prensa, el gobierno
de Puigdemont ha protagonizado hechos muy graves frente a la televisión, no se han
abstenido de su comportamiento, sino que lo han reiterado cada vez que les advertían sobre el
mismo. Sólo un convencimiento de no temer nada puede haber convencido a esta gente de
que todo cuanto hacían no tendría respuesta; ésta, de producirse, sería menor; o a la postre
cabría alguna negociación que al fin los proclamara intocables. Otra opción es que los
independentistas hayan pretendido ascender un escalón más en su pulso contra el Estado y
para ello hayan decidido convertir su ingreso en prisión en una campaña de cara a las
elecciones. Muchos están seguros de ganar, de arrasar, y creen que eso le dará una nueva
vuelta de tuerca al que llaman “conflicto”. Quizá en eso radica el que se negaran a contestar al
fiscal.

La señora Forcadell lloró hoy al recibir los aplausos del personal de la Cámara de la que sigue
siendo presidenta. Pero, ¿qué pensaba estar haciendo esta mujer al negarse a atender
cualquier advertencia de los letrados de la Institución de que lo que llevaba a cabo era ilegal?
¿Qué pensaba sobre la indefensión que debían sentir muchos de los ciudadanos cuyos
derechos debía defender al verla atropellar cualquier norma establecida para imponer sus
propósitos? ¿Creía que son sus creencias las únicas que merecían respeto? ¿O que uno pude
cometer los delitos que disponga cuando su fe en un credo, tan político como los del resto, te
contagia el alma? Quién sabe.

En estas semanas y meses ha estallado un asunto que llevaba mucho tiempo gangrenado. Lo
peor de todo ha sido ver convertirse los sentimientos de cada cual en un guía de conducta, por
no entender que los demás también tenían los suyos y se sentían lesionados si se los atacaba.
Pero con los sentimientos en política sólo se puede mentir y llegar a la barbarie. Esa lección,
aprendida y olvidada muchas veces, es la que ha surgido a la palestra después de treinta años.
Ya he dicho que estamos jugándonos el futuro en unas controversias que no tienen su fiel en la
actualidad, sino en lo que sucedió en una España que poco tiene que ver con ésta. Lo único

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contemporáneo de todo este exordio son los populismos voluntaristas que han surgido en
países que creíamos vacunados contra el mismo, el Reino Unido y los Estados Unidos, y la
aparición del arma tecnológica como medio de multiplicar los arrebatos, las falsedades, las
mentiras… Lo demás es una fantasmagoría penosa que ignoramos a dónde nos lleva. Cada
frasecita sin pensar, cada afirmación falaz, cada comentario inicuo, es un peldaño más que
descendemos y nos aleja de una solución.

Sábado, 4 de noviembre.

La juez Lamela ha dictado una euroorden sobre Puigdemont. Éste apareció ayer en una cadena
de televisión belga, ofreciéndose como candidato para las elecciones del 21 de diciembre.
Según él, su desarrollo no está garantizado en un estándar de legalidad, porque más de medio
gobierno (exgobierno) se halla en prisión y el resto en Bélgica. Mejor no preguntar qué clase
de garantías respaldaba él al organizar el referéndum del 1 de octubre, que debía dejar sin
derechos a la población de Cataluña que no compartía sus propósitos. Lo demás fue lo de
siempre, el franquismo español vuelto a la realidad porque nunca se había marchado.

El martes, el señor Iglesias piensa ajustar cuantas con Albano Dante Fachín. El señor Iglesias
piensa entregarle la rama catalana de su movimiento a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau,
que entre algún mohín y llanto piensa encarnarse ahora como enseña de Cataluña. Sobre todo
cuando los competidores más directos se hallan en prisión. Dante Fachín se resiste a
desaparecer. Ayer reiteró ese dicho de Bretch sobre los judíos en la Alemania nazi: primero
vinieron por alguien y yo no hice nada…, etc. Un gran humanista este Bretch, al que le parecían
justificados los juicios falsos y las declaraciones obtenidas bajo tortura si los que las aplicaban
eran los estalinistas. Fachín piensa que ahora es él el que se halla en peligro y pueden
encarcelar a cualquiera. Sólo que parece que Iglesias piensa destituirlo antes de que se
convierta en héroe. En esta larga historia ya hay demasiados. Y encima, el Líder Supremo no
aguanta que le disputen el papel providencial. Así que Fachín tiene pinta de acabar en breve
como el resto de díscolos de ese partido. ¿En prisión?, no creo. ¿En el gallinero?, seguro.

El gobierno hubiera deseado otras medidas cautelares y no prisión para los exconsejeros, pero
bueno, una vez que el asunto está en manos de los jueces, no hay mucho que hacer. La
politizada justicia española ha estado metiendo en prisión a altos dirigentes del partido en el
gobierno, como varios presidentes de comunidades autónomas (Madrid, Valencia). Por cierto,
este último es el mismo cargo que ostentaba el señor Puigdemont hasta que lo destituyeron.
Incluso vicepresidentes del gobierno español penan a estas alturas sus comportamientos
ilegales en prisión. Uno puede presionar, como en el resto del mundo. Lo que sucede es que
después no le hacen caso. Por cierto, la encuesta anual de “The Economist”, titulada
Democracy Index, sobre derechos reglados y respetados por las democracias, deja a España en
el puesto número 16. Podía estar mejor, pero también peor. El Reino Unido se halla uno por
encima. Los Estados Unidos por debajo y Francia también, cosa que asombra hasta la palidez a
uno de los corresponsales que desde el país vecino viene dispuesto a hacer el papel de
Malroux. Freedom House y el Banco Mundial poseen estudios semejantes que, por cierto,
coinciden con las aseveraciones del semanario británico. Esto no importa porque el señor
Puigdemont anuncia a quién quiere escucharlo que seguimos en la dictadura franquista.

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García Domínguez dice en un artículo publicado hoy que, a pesar de lo que parezca, el
independentismo va a perder mil simpatizantes por cada día que Junqueras pase en la cárcel.
Esta gente tenía tal sentimiento de impunidad y vivía tan alejada de la realidad que les parece
poco menos que imposible que un Estado invisible pueda defender su legalidad sin ningún tipo
de complejo. No había nada preparado tras cinco años de preparativos para cuando la
República fuera declarada. No había acuerdo con país alguno que fuera a reconocer la
independencia, resultaba imposible llevar ésta a la práctica, y todo quedó en manos de los
deseos y las esperanzas de que la cosa se arreglara de por suyo. Supongo que también
pensaron que el Estado opresor se comportaría con los complejos de costumbre y que -de salir
todo mal- los dejarían volver al redil para intentarlo otra vez en breve. La aparente inoperancia
callejera de la CUP tras la aplicación del artículo 155, la destitución del Govern y el ingreso en
prisión de los exconsejeros, puede demostrar a su vez que los “indepes” le han cogido respeto
a la ley española que, por cierto, y hasta otra ocasión, también es la suya.

La CUP, un grupo de extrema izquierda anti-europeísta, se ha borrado del escenario una vez
que ha conseguido que Puigdemont se dejara arrastrar por su influencia. Fueron miembros de
la organización los que con el grito de “botifler” evitaron que el presidente del Govern
convocara elecciones autonómicas el jueves 26, como pretendía, y lo precipitaron al vacío de
la declaración unilateral de independencia. El pobre hombre pensó tenerles más miedo a ellos
que al Estado y en esto ha acabado la cosa. Por último, dice García Domínguez que el que
quiera especular sobre lo que el trato exquisito produce sobre estos personajes sólo tiene que
contemplar al jefe del invento, Artur Mas, la otra mañana apoyando a los encausados después
de haberse librado con sólo una multa por su responsabilidad en el referéndum ilegal del 9 de
noviembre.

El presidente de la República bolivariana de Venezuela, don Nicolás Maduro, le exige a España


que ponga en libertad a “los presos políticos”. En fin, que el prócer venezolano ha creído lo
que dice Pablo Iglesias. En un momento se pensó que Venezuela reconocería a Cataluña como
nación independiente, pero esto debió asustar al Govern. Si el único Estado del mundo que te
reconoce es Venezuela, entonces es mejor que no te reconozca nadie. Lo tenían fácil, pero no
lo quisieron. Para Pablo Iglesias tampoco ese gesto era un regalo. Está ya demasiado
comprometido con los independentistas como para que ahora parezca que ha sido él el que ha
movido a sus contactos en Caracas para “internacionalizar el conflicto” en la única dirección en
la que a éstos no les conviene.

Parece que ERC pretende crear un frente común más amplio que el de “Juntos por el Sí” de las
últimas elecciones autonómicas. Era esa coalición la que formaba el gobierno que puso en
marcha el “procés”. Estaría sustentada por ERC, PDeCAT, la CUP y PODEM (la marca de
Podemos en la región). Esto último va a depender de la señora Colau. A Pablo Iglesias se le
presenta otro problema: ¿gana algo su partido a nivel nacional coaligándose con los “indepes”
en Cataluña? Otra pregunta, ¿gana algo en Cataluña su partido de seguir una estrategia
semejante? Por otro lado, de salir victoriosa esa confluencia que pretende por todos los
medios no perder la mayoría en un momento como éste, ¿a qué cosas se vería obligado el
partido del señor Iglesias una vez en el Govern?

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La campaña va a ser ácida, complicada. Obviamente, las encarcelaciones han sacado a los
“indepes” del letargo. Ahora ya no deben dar explicaciones por el desastre que supuesto el
“procés”, sino convertir las elecciones en un plebiscito para sacar a los presos de la cárcel.
Aunque no tengan atribuciones para ello. Ya se ha dicho muchas veces, pero acaso no tantas
como se debería, que los independentistas, e incluso los nacionalistas catalanes, se encuentran
en su salsa en el victimismo. Cualquier otra faceta les provoca problemas con la realidad. De
ahí viene la cara de los diputados que declararon el viernes 27 la República. Ninguno de ellos
tiene más experiencia que la de “luchar” contra el Estado opresor. Por supuesto, bajo unas
condiciones regladas y que te beneficien. El frente común es otra forma más de hacer
victimismo. Es una forma de ocultar los intereses contradictorios que tiene cualquier sociedad,
vendiéndole a los ingenuos que hay unos señores muy malos que no permiten que seamos
felices.

La portavoz de ERC durante la sesión del Parlament en la que se declaró la independencia tuvo
la impagable idea de acusar a España de no sé qué problema con la factura de la luz, como si el
Govern fuera a darla gratis con sólo que lo dejaran. Según ella, la factura de la luz justificaba la
independencia. Esta gente es así, y no hay quién la cambie. También podía haberles explicado
a los ciudadanos qué camino irreversible y de consecuencias ignoradas era por el que se
adentraban. Porque si subvencionan la luz pero pierdes buena parte de tus recursos y de tus
medios de vida actuales, a lo mejor tampoco les compensa.

La campaña de esta gente ha sido algo muy semejante a la que tuvo como fin la salida del
Reino Unido de las instituciones europeas. Es un signo de los tiempos: unos políticos
demagogos que les venden a los ciudadanos que cualquier cosa tiene una solución fácil, con
que sólo los voten a ellos, y los crean cuando señalan al culpable que les conviene. Lo de
Trump fue otra de esas extrañas regurgitaciones de un populismo que, de estar en su mano,
destruiría el mundo que conocemos. Otra de las facetas peculiares de este mundo es la
llamada sociedad de la información. Esto es paradójico, pero uno se siente bien informado
mientras no vengan a informar sobre lo que conoces de cerca, porque entonces te das cuenta
de que estás frente a un fraude colosal. Todo consiste en convencer a la gente de que en el
mundo interconectado, por fuerza más cerca del otro que nunca antes, te puedes ahorrar ese
bodrio de los conocedores antiguos, con horas y horas de lecturas variadas, porque Internet, el
periodismo global y el de las redes hacen ese trabajo sin que tú te veas obligado a perder el
tiempo. En fin…

Domingo, 5 de noviembre.

Otra anécdota del “procés” que ha tenido un gran seguimiento es la idea de la ANC de cortarle
el paso en su recorrido por Moncada al autobús de línea nº 155. Número del maldito artículo
constitucional con el que el gobierno español podía deponer, y al fin depuso, al Govern
sedicioso. El conductor, tras el cristal, parece asombrado ante semejante espectáculo.

Algunos exministros y ministros belgas reprochan al presidente del gobierno español su


franquismo. Causa del mismo: la prisión de Junqueras y de sus compañeros (que el gobierno
deseaba que no se produjera y que ha dictaminado una jueza) y el no haber entablado una
negociación con los golpistas para otorgarles a éstos más o menos lo que deseaban.

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En una columna de periódico de ayer Josep María Colomer habla de unos cuantos personajes
que titula historietistas. “Investigadores” cuya principal dedicación ha consistido en reivindicar
la natalidad catalana de unos cuantos personajes históricos: Miguel de Cervantes, Cristóbal
Colón, Hernán Cortés, Santa Teresa de Ávila, Erasmo de Rotterdam, William Shakespeare e
incluso Leonardo Da Vinci aparecen en esa lista. Y, ya puestos, ésta cuenta a su vez con
epopeyas que cambiaron el mundo, como el descubrimiento de América. Sólo la conspiración
secular de España en contra del aterido país había conseguido esconder semejantes
atribuciones. Los historietistas, como no podía ser de otro modo, recibieron en su momento
los parabienes del president de la Generalitat, Jordi Pujol, que los animó a seguir en esa
dirección y al que le parecieron muy convincentes sus teorías. Éstos hombres conocen tiradas
multitudinarias de sus peculiares libros, conferencias en ayuntamientos, y aparecen
habitualmente en los medios de comunicación públicos de la Comunidad Autónoma. Medios
en los que el entrevistador parece ajeno a la posibilidad de la carcajada y donde el público
pone cara de estar cayéndose de un burro, descubriendo una verdad enterrada maléficamente
durante siglos. Cuando algún periodista desnortado le preguntó a uno de ellos, el historietista
Pep Mayolas, dónde se hallaban los documentos que respaldaban sus aseveraciones, éste
contestó que “no los tenía, pero que había aprendido a leer entre líneas, a dejarse guiar por el
instinto”.

Lunes, 6 de noviembre.

Puigdemont y los cuatro exconsejeros fugados se presentaron ayer ante una juez belga.
Pretendían evitar que los arrestaran, y lo consiguieron. Han salido del juzgado con medidas
cautelares. Según el expresidente de la Generalitat, eso demuestra que la justicia española
está al servicio del gobierno, pero claro es que se ha escapado de acá y no de allá. También es
necesario obviar que precisamente el gobierno hubiera preferido que los exconsejeros, con
Junqueras a la cabeza, no hubieran entrado en prisión. Puigdemont también ha publicado un
artículo en “The Guardian”, rotativo británico que, según Arcadi Espada, es muy expeditivo
contra la “posverdad”, pero un tragadero para las mentiras. Así que Puigdemont continúa en él
con esa campaña propagandística que se ha convertido en la enseña más distinguible del
“procés”. La intención es dañar el prestigio de España en el exterior, y, para conseguirlo, vale
en la práctica todo.

El señor Junqueras escribe hoy desde la cárcel que a la gente se le pega de no gritar “¡Viva
España!”. No sabemos muy bien a qué se refiere, porque sus partidarios no hacen otra cosa
que manifestarse todo el día y nadie los conmina o, al menos, lo hacen con tan poca presión
que gritan, pero contra el Estado opresor. Esto se parece a lo del diputado de su partido en
Madrid, Gabriel Rufián, que descubre en todos los que no comparten el independentismo la
mancha indeleble del franquismo. Rufián utiliza Twitter, pero es que Rufián es un político
propio de Twitter, para echarle la bronca a Miquel Iceta, el secretario del PSC, y afearle su
conducta. Es un franquista quien se junta con franquistas, parece decir Rufián en su tuit. A
Rufián suelen retratarlo los caricaturistas con un ron-cola en la mano. No porque le gusté la
bebida, sino por el carácter patibulario de sus actuaciones en el Congreso de Diputados.

Otro problema para Podemos: el señor Fachín, díscolo representante del partido de Iglesias en
Cataluña, ha dimitido antes de que lo cesara el Líder Supremo. Cosa que iba a suceder a todas

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luces mañana. Fachín denuncia la actitud de su exjefe y decide formar un partido para
integrarse en la coalición de los “indepes”, si es que ésta se produce, cosa que no está
demasiado clara. O, en el peor de los casos, en ERC. O, si no, en la CUP.

El partido de Iglesias está hecho un quilombo, como dicen en la Argentina. Hay una serie de
dirigentes del partido, los que siguen a Iglesias, que les hacen competencia a los
independentistas catalanes en sus denuncias sobre la dictadura bajo la que vivimos en España.
Una encuesta salida hoy en un diario prevé que, de convocarse elecciones legislativas,
Podemos pasaría de 71 escaños a 45. Del 21% del voto al 15%. Y la vía de agua no tiene pinta
de cerrarse, más bien al contrario. Algunos creen que el señor Iglesias va a quedar como una
suerte de delegado de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en Madrid. Es decir, una especie
de representante del Podemos catalán como los que tenía el Govern depuesto por ahí. Otros
piensan que, una vez perdido el momento, movimientos como Podemos no pueden dejar de
desplomarse. Son una ilusión, o, más bien, algo ilusorio. Entrar a formar parte de las
instituciones vejadas y desacreditadas por ellos mismos los paragonan con sus adversarios. De
ahí en adelante, todo es cuesta abajo…

El día 8 de noviembre hay anunciada una huelga general en Cataluña, convocada por un
sindicato a cuyo frente está un asesino, Carles Sastre, un antiguo terrorista perteneciente a
Terra Lliure que en su día asesinó al empresario José María Bultó adosándole una bomba al
pecho. Este personaje execrable aparece por la radiotelevisión autonómica para participar en
debates y entrevistas sin que nadie mencione lo que es. La CUP, desaparecida desde hace
tiempo, dice que participará en la huelga general. Otros parece que no.

En el día de hoy se han producido cortes de calles y carreteras en Barcelona, provocando el


atasco de costumbre. Unos centenares de estudiantes, dirigidos por algunos profes “indepes”,
portan una pancarta pidiendo libertad para los “presos políticos”. Se plantan en la calle y
cortan la circulación por cinco minutos o más, depende.

Lo del asesino convocando una huelga general deja a las claras algo que a mucha gente se le
anda escapando. Y es que este país lleva treinta y tantos años luchando con un cáncer que
pretende destruirlo. Primero fue la patria excluyente de ETA la que nos asoló con más de 800
muertes y, en cuanto aquello terminó, han tomado el relevo los excluyentes de la patria
catalana. Así que no era tan extraña la acogida que le dieron en Barcelona al dirigente etarra
Arnaldo Otegui en una de las diversas jornadas gloriosas con las que amenizaron parte del
verano. Mientras abroncaban al Rey en el duelo por las víctimas de los atentados islamistas en
Barcelona y Cambrils, Otegui recibía parabienes de sus primos ideológicos. Él, por su parte,
aprendía de la vía catalana para la independencia, con lo que no es descartable el que en
cuanto salgamos más o menos de esto sean los carlistas —versión guipuzcoana— los que
comiencen a darnos de nuevo la matraca.

Martes, 7 de noviembre.

Leyendo a Puigdemont parece que hay miles de independentistas en las cárceles españolas.
Hay diez. Que han sido encarcelados por sus ideas. Lo han sido por acciones reflejadas en el
Código Penal. Que en España no se respeta la democracia, cuando la ha asaltado él... No
parece que la euroorden vaya a ejecutarse antes de las elecciones, así que el señor

73
Puigdemont va a seguir haciendo campaña hasta la misma. Incluso desde programas como el
que le dedica en exclusiva esta mañana esa emisora de la imparcialidad que es Cataluña Radio.

PDeCAT pide insistentemente una lista conjunta con ERC. Si tienen que ir a las elecciones en
solitario, se va a comprobar los grandes réditos electorales que ha causado la estrategia de
Artur Mas y de Puigdemont. Eran el partido mayoritario, pero ahora, ¿qué somos? La
respuesta vendrá el día 21 de diciembre. Lo que sucede es que Esquerra piensa haber
vampirizado al antiguo contrincante y el amable Oriol no está dispuesto a ser vicepresidente
una vez que su partido es el mayoritario dentro de las filas independentistas. De todos modos,
hay algunos que empiezan a vislumbrar que la estrategia de Junqueras, quedarse en España
para convertirse en el mártir de los “indepes”, puede no ser tan resultona como parecía.

De la CUP no se sabe gran cosa. Como los demás, se ha dado en crear “marcas blancas” para
las elecciones, más o menos como hacía Herri Batasuna en el País Vasco para eludir la acción
de la justicia. Ellos lo hacen para formar posibles coaliciones después de que se agoten los
plazos legales. Un plazo que, por cierto, termina hoy. Y eso es lo más curioso, que unos
cuantos burgueses han decidido introducir a la región rica a la que tanto dicen amar en un
escenario semejante al que se produjo durante los años de plomo del terrorismo etarra y sus
adláteres. Carles Sastre, el sindicalista, asesino de Terra Lliure, es un exponente de esa deriva.

Otra deriva atañe a los sindicatos de enseñantes independentistas, que resultan de los más
extremistas del “procés”. Tener a estos individuos “educando” a los niños es un crimen contra
la infancia. Dedican las clases al adoctrinamiento más burdo. Pretenden inspirar el odio contra
sus adversarios y lo hacen desde una cátedra que deja inofensivos a los alumnos en su poder.
A los pobres les cuentan una historieta merecedora de sus mayores. Hay buenos y malos. Un
pueblo inocente e ingenuo, centenariamente sometido, que busca en paz la emancipación de
un poder colonial que envía a unos cuantos señores uniformados de color verde para pegarles
y matarlos. Ese poder foráneo no trabaja, sino que vive espuriamente de los sacrificados
trabajadores que forman el pueblo esclavizado… Y, sin embargo, los esclavizados son la región
más rica del poder colonial y disfrutan de unos privilegios que los demás no tienen.

Puigdemont tendrá que sobreactuar para borrar la imagen que dio durante su huida. Tendrá
que recomponer el aspecto épico que quedó en rastrojos después de esa mañana de vinos en
Gerona que acabó en fuga. También las espantadas del día 26 de octubre, cuando estuvo
tentado a convocar elecciones autonómicas por miedo al arresto y le tuvo más miedo a la CUP.
Los suyos lo defienden y cerca de 200 alcaldes viajaron hoy a Bruselas para arropar a un
expresidente que iba a dar una rueda de prensa en el Parlamento Europeo en el que al fin le
han prohibido la entrada. No sabemos si viajaron provistos con las varas amenazantes que
usaron el día de la independencia dentro del Parlament de Cataluña. Entonces se posesionaron
de todas las estancias del edificio y empezaron a berrear mientras sacudían la vara adelante y
atrás. Una cosa inaudita en un parlamento del siglo XXI… Lo que es seguro es que en algún
momento, dónde sea, dónde los dejen, romperán a cantar “Els Segadors”.

Martes, 7 de noviembre. Tarde—noche.

Al fin, 200 alcaldes catalanes con sus varas se presentaron en Bruselas para arropar al
expresidente Puigdemont. Éste va a disponer de días para continuar con la gruesa propaganda

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que parece su dedicación principal, así que acusa al gobierno español de fascista y se pregunta
si la Unión Europea no va a hacer nada con respecto al golpe de estado que, según él, ese
gobierno ha dado en España. Como profetizamos, los alcaldes cantaron “Els Segadors” y
agitaron las varas en la forma acostumbrada. Pidieron libertad, democracia… Como decía
Popper, ¿dime que escondes detrás de esos términos para ver si coincide con los significantes
que yo tengo de ellos?

Puigdemont piensa que si los independentistas ganan las elecciones autonómicas, aunque sea
con una minoría de votos emitidos y una mayoría escasa de escaños, eso supone que la
independencia está validada para siempre jamás. Este hombre es un crápula de la razón. Sólo
conoce una y todos los abrevaderos de su pensamiento van a parar a la misma. Pide a su vez
una lista unitaria que los dirigentes de Esquerra se niegan a permitir. Saben que van ganando
por goleada y Puigdemont y Artur Mas les sirven ya para muy poco. Esta Esquerra es la misma
que provocó tantas trifulcas y desaguisados durante la venerada Segunda República, según
cuenta en sus crónicas ese catalán genial que fue Josep Pla. El que ese mismo partido se haya
convertido en estos años en el referente principal de la región muestra el fracaso al que está
abocado la misma. Que haya llegado a él no puede extrañarle a los que conozca un poco la
historia de Esquerra.

Por otra parte, está claro que de poco sirven, han servido y van a servir los apaciguamientos
destinados a estos personajes salidos de una tribu que nos tiene poco menos que
enloquecidos. Uno puede cometer errores, ser lento en sus reacciones, incapaz de entender
que algunos problemas no se resuelven dejando pasar simplemente el tiempo, como ha
sucedido con el gobierno de Rajoy; pero, ¿en qué plano de la realidad se haya un movimiento
cuyas todas sus razones se hallan trufadas de mentiras, de campañas basadas en las mismas,
de tergiversaciones donde a menudo no cabe una verdad, y de un adoctrinamiento palmario
que busca en sí y por sí el enfrentamiento civil? Esto hace pensar que una reconciliación en
breve es imposible. Los personajes implicados no dejan lugar a ninguna esperanza. Deberá
desatascarse esta situación de un modo que no podemos prever para que se haga un poco de
luz. Y, desde luego, no puede ser con personajes como Puigdemont o Junqueras a la cabeza
como esa luz se haga.

Arrebatado, Puigdemont se ha quedado sin argumentos sin que se haya iniciado siquiera la
campaña. Después de “fascistas” es difícil encontrar un epíteto más grueso que emplear. Y el
hombre no parece muy versado en otra historia que no sea la del cómic, así que veremos qué
inventa para mañana. El cebo que ha elegido está en que algunos ultraderechistas se
manifiestan a veces con los partidarios de la unidad nacional y es este 0,000000001 por ciento
de los manifestantes, que los convocantes rechazan, los que sirven para catalogar a los demás.
¿Puede decirse lo mismo de ese dirigente sindical, condenado a treinta años por asesinato
terrorista, de todos tus partidarios, querido expresidente?, ¿o sólo se le puede aplicar ese
razonamiento a los adversarios?

Miércoles, 8 de noviembre.

Ha empezado la huelga general convocada por el sindicato que dirige Carles Sastre. Hay cortes
de carretera y de vías férreas. Algunos incidentes al tratar de cortar los piquetes la línea del
AVE en Gerona. Es una huelga a lo Batasuna. Los sindicatos mayoritarios no la apoyan, pero

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sirve para hacer ruido, provocar incidentes y ganar algunas portadas en los medios de prensa.
A los inversores esas imágenes bastan para espantarlos. Pero a los convocantes no les mueve
precisamente una preocupación por los trabajadores, sino provocar el mayor mal posible
creyendo que al fin las consecuencias se volverán de su parte. Es una huelga política
convocada, para eludir la prohibición de la justicia, bajo el título de la protesta por “el
empeoramiento de las condiciones laborales”. Precisamente lo que el sindicato convocante
pretende causar.

Ayer leí unas cuantas notas de las crónicas que Josep Pla escribió como corresponsal del
periódico “La Veu de Catalunya” en Madrid. Tiempo: la Segunda República. Mata el que este
hombre describa la situación con una clarividencia que también es válida para hoy. Su sensatez
lo hizo conservarse en la legalidad democrática incluso en los momentos en los que ésta se
hallaba más desprestigiada. Por eso define con justeza los errores de la República y explica que
una constitución sectaria no apunta a la resolución de los problemas, sino a hundirnos en las
guerras civiles que protagonizaron buena parte del siglo XIX. Que hayamos vuelto a una
situación pareja, si no en España, sí en la Cataluña de hoy, es un despropósito difícil de
comprender. Unos pocos hombres como él, los que escribieron en los momentos dramáticos
sufridos por España durante el siglo XX y no se dejaron arrastrar por la tormenta de una
ideología totalizadora, son los maestros que deberían volver a la escuela y a las universidades,
en lugar de los fanáticos que en la actualidad instilan su odio desde ellas.

El hecho de que ERC se haya comido a los convergentes demuestra que estamos en una
situación comprometida. Una situación que no se va a resolver en breve. No es que los
convergentes fueran ni mucho menos leales a la Constitución, que no sean xenófobos con el
resto de los españoles, que Pujol y Mas (convergentes ambos) no hayan sido los inspiradores
de lo que sufrimos ahora; pero hemos perdido a unos interlocutores que al menos suponían
representar a una clase que debía pensar en sus negocios y los hemos sustituido por un
partido en el que sólo cabe una idea: la independencia, y un método: el causar todo el mal
posible para justificarla. Puigdemont es un peón atribulado que ERC ha usado como ha querido
y que ahora se dispone a tirar a la basura. Ni siquiera le van a facilitar el que disfrace tras una
coalición la práctica desaparición de su partido.

La huelga de hoy no será el paro del día 3 de octubre, pero generará los conflictos que se
pueda. Se trata de hacerle el mayor mal posible a la economía catalana con la excusa de liberar
a unos presos. Libertad que los convocantes saben de sobra no está en su poder lograr. La
huida de las sedes sociales de las empresas se cifra ya en más de 2200. En estas semanas se
han parado en seco las inversiones, la creación de empleo, el crecimiento económico y la
llegada de turistas. Y es ése el escenario con el que cuentan ERC, la CUP, y compañía para
gangrenar la situación lo que se pueda. Saben de sobra que la crisis económica de 2006 ha
surtido de secesionistas sus filas y que la estabilidad, la riqueza y las oportunidades restan
revolucionarios a la causa. Así que, ¡a la huelga general!

La “vigilante de la playa” Pamela Anderson se ha declarado partidaria del derecho a decidir de


los catalanes. La lista ocupa también a Yoko Ono, Cher, Julian Assange, Morrisay… Muchos
piensan que estos grandes humanistas no son capaces de situar Cataluña, España, y puede que
ni Europa, en un mapa, pero bueno…

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Los alcaldes de la vara se presentaron ayer en Bruselas en auxilio de Puigdemont. Alguno se
preguntó quién pagaba aquello, y la respuesta es que lo han cargado a las arcas municipales.
Algunos son regidores de ayuntamientos con menos de diez mil habitantes. Pero, bueno, para
eso está el déficit, ¿no?

Lo bueno es que Puigdemont ha entrado en campaña como un elefante en una cacharrería:


tiene que borrar la imagen de la espantada de los días de la declaración, retractación,
declaración secreta, declaración colectiva y demás. Así que ayer habló de fascismo, como
siempre, e hizo un paralelismo entre Felipe V y Felipe VI. Todos han pisoteado el autogobierno,
así, sin matices, estos últimos trescientos años. Los de la vara iban calientes, así que se
lanzaron a criticar a las instituciones europeas, según ellos: cómplices de los fascistas
españoles y, por lo tanto, fascistas también. Tajani, Juncker, Dusk y demás, han caído en ese
saco. Ahora, imaginen la “Europa de los Pueblos” que exigen estos tipos y contesten a la
pregunta de si una cosa semejante es viable antes de convertirse en un manicomio. Los únicos
que los han recibido con los brazos abiertos son los independentistas flamencos, una
formación ultraderechista y xenófoba que forma parte de un curioso gobierno de coalición. A
uno de esos partidos perteneció en su día León Degrelle, el discípulo favorito de un tal Adolf
Hitler.

Ya hemos dicho que los días que quedan para las elecciones se van a pasar entre los eslóganes
que Puigdemont I pueda hacer llover sobre la campaña. Sus amigos de ERC le han dado la
espalda, así que el valiente carlista de Gerona va a tener que encabezar una lista en solitario.
Otra cosa que le conviene es dosificar los ataques, porque puede quedarse sin argumentos al
paso que va. Y resulta algo aburrido contemplar a un tipo que le llama cincuenta días seguidos
fascistas a otros.

La vía del AVE en Gerona continúa cortada. Hay centenares de personas sobre las vías. Los
cortes en la carretera de la Comunidad Autónoma se han extendido por tiempo diverso,
provocando atascos. Las universidades han sido cerradas. El seguimiento fuera de los puntos
citados parece insignificante. Como la huelga la convoca un sindicato minoritario, éste ha
pretendido desde el principio cortar las redes de comunicación esenciales con el objeto de
evitar que los que lo deseen puedan llegar a su lugar de trabajo. En fin, otra invitación para
que las empresas que lo duden un poco abandonen Cataluña. Carles Sastre, el asesino convicto
de Josep María Bultó, es el dirigente del sindicato convocante de la huelga general.

Las acciones de la huelga son dirigidas por los llamados CDR (Comités de Defensa de la
República) que son una imitación de los CDR (Comités de Defensa Revolucionaria) cubanos.
Éstos son comisariados políticos de vecinos que espían y denuncian a los refractarios a la
causa. En fin, que estamos copiando lo mejor de cada casa. Bolivia, Venezuela, Argentina y
Cuba están entre los modelos a importar. Cosa graciosa, porque los felices beneficiados de
tales utopías no saben qué hacer con tal de escapar a ellas.

Un sindicato de estudiantes pedía ayer que no se tomaran en cuenta los parciales próximos. Al
fin y al cabo, los educandos se habían visto obligados a “sacrificar sus estudios” para
convertirse en “la primera línea de defensa de la nueva república”. Ya, ya…

Jueves, 9 de noviembre.

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Hoy declaran frente a la Sala Segunda del Tribunal Supremo Carmen Forcadell y los miembros
de la Mesa del Parlament. La investigada ha cambiado de estrategia con respecto a los
exconsejeros que declararon hace días en la Audiencia Nacional y está contestando las
preguntas del magistrado y de los fiscales. Es obvio que esta gente ha tenido desde el principio
una asesoría legal. Ellos mismos habían trazado la línea que no debían pasar. Se supone que
pensaron que con los acontecimientos que hemos visto el gobierno español no podría hace
otra cosa que pactar.

En la cabeza de estos lumbreras estaba desde luego el referéndum escocés de hace unos años.
Era un despropósito que les convenía. No había requerimientos en cuanto a la participación
con objeto de validar el resultado, en caso de victoria del “sí” bastaba con un solo voto para
aplicar la independencia. A David Cameron, el premier británico del momento, le salió bien la
jugada a la primera. Pero una vez abierta la puerta, convocó otro sobre la permanencia o la
salida del Reino Unido de la Unión Europea con el fin de desembarazarse de los euroescépticos
de su propio partido. Ése salió mal, claro. Así que Cameron se fue a su casa y dejó a su país en
un atolladero del que pretende todavía salir, sin saber muy bien cómo.

Exceptuando unos pocos casos, ningún país reconoce el derecho a la autodeterminación que
pretenden los “indepes” catalanes a todas horas, ausencia que -según ellos- demuestra de
modo palmario la dictadura que existe en España y, por consecuencia, en el resto del mundo.
Sin ser muy sabio, es obvio que este derecho constituye una forma de suicidio apenas
escondido. De hecho, se parece a la propuesta sobre si uno quiere o no quiere pagar
impuestos. O de si todos queremos ser guapos o todos ricos o todos jóvenes…

Puigdemont continúa en Bruselas. Ayer hubo una votación en el Parlamento de Flandes sobre
la oportunidad de reconocer o no la independencia de Cataluña. 6 diputados votaron sí. 99
votaron no. Así que otro éxito imponderable del independentismo en la Unión Europea. De
hecho, ya hay algunos “indepes”, incluso de fuera de la CUP, que se cuestionan que
semejantes instituciones merezcan contar en su seno con un pueblo inmaculado y pacífico
como el catalán.

La huelga de ayer afectó a mucha gente. No porque no quisiera trabajar, sino porque los
piquetes utilizaron la resistencia del gobierno a regalar imágenes de cargas policiales para
interrumpir el tráfico rodado en carreteras y estaciones de tren. Lo lograron con unos pocos
centenares de activistas. En fin, que se respetaron los derechos de todos… El resto del día fue
igual que otros. Parece que incluso los partidarios de la independencia no tienen el amor por el
sacrificio en aras de la causa que dicen tener los allegados de Puigdemont y Junqueras. La
gente de a pie debe tener en la retina la fuga de empresas y de depósitos que negaban con
determinación los dirigentes partidarios de la secesión. Entre ellos, Artur Mas, del que corre un
vídeo por las redes afirmando que muchos bancos se pelearían por instalarse en Cataluña una
vez que se declarara la independencia. La independencia que les han estado vendiendo era
una en la que no había sacrificios para nadie, no una en la que uno tuviera que inmolar sus
condiciones de vida desde el primer día y perder generaciones en alcanzar lo que previamente
se tuvo.

El Financial Times afirma que Barcelona ha perdido la posibilidad de convertirse en la sede de


la Agencia del Medicamento Europea que dejará en breve Londres debido al Brexit. Barcelona

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era la mejor situada, la favorita, antes de que el “procés” y sus efectos se hicieran públicos
para el resto del mundo. Milán, Ámsterdam y Bratislava han recibido la noticia con gran
encanto. Lógicamente, uno no se va de Londres debido al Brexit y se mete en Barcelona
esperando el Catalexit.

Al fin, la señora Forcadell, la libertad dirigiendo al pueblo de Delacroix, sólo que vestida con
una levita roja de botones dorados, hace unas declaraciones sorprendentes frente al juez
Llarena, de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, quien instruye su causa. Acata el artículo
155, dice que la declaración de independencia del 27 de octubre sólo fue simbólica, y consigue
que le pongan una fianza de 150.000 euros en lugar de prisión incondicional. En fin, que la
torre más alta de la resistencia contra el Estado se ha convertido en una pobre columna que
pide que la dejen dormir en casa. Algunos rumores que circulan por ahí extienden que
argumenta sobre su libertad diciendo que es abuela. El ridículo del que es capaz esta gente no
tiene límites. Eso después de haberle causado perjuicios que costará años reparar a la región
que tanto dicen amar y que nunca se les cae de la boca.

El señor Puigdemont, mientras tanto, continúa su campaña de agitación desde Bruselas. Lo


que concierne a este hombre es ya poco más que un sainete. Su mujer, de nacionalidad
rumana, no consiguió llevárselo a su debido tiempo a casa de sus suegros, así que ahora trata
de borrar las imágenes esperpénticas de los días de autos: las espantadas, los vinos en Gerona
durante las fiestas patronales, y la huida de Tintín con destino a Bélgica. Según los que lo
conocen, en sus días de regidor salía fuera de España para ir a Madrid para poder usar el
pasaporte. Así que esto de los viajes rocambolescos le vienen al personaje de tiempo atrás.
Otros dicen que le indicaba al chofer que siempre pasara por la ventanilla rotulada en catalán y
no en castellano cuando se encontraba en un peaje. Cómo llegó a ser Puigdemont presidente
de la Generalitat es un misterio que sólo puede explicar, si es que lo desea, y si es que puede,
el señor Artur Mas.

También algunos de los exconsejeros encarcelados están cambiando de criterio de defensa


después de unos días en la trena. Están mutando de abogado, así que tras la valiente renuncia
de la insurrecta Forcadell es posible, y hasta probable, que veamos en días a algunos de estos
personajes desdecirse de lo dicho y acatar el artículo 155, la Constitución y lo que haga falta. El
que parece resistir es el amable Junqueras, que piensa que la jueza que instruye su caso le ha
hecho un favor con su ingreso en prisión. Pretende haberse convertido en mártir. Y, además,
no tiene que dar explicaciones por el fiasco y el caos de los asuntos que se supone debía
controlar y haber afianzado para poner la república en marcha. No sé si ya he dicho que este
hombre, con estudios juveniles para seminarista, parece haber aprendido en la Italia de su
juventud mucho más de Maquiavelo que de la doctrina cristiana. Así que es el más peligroso
de la conspiración. Al fin, la Forcadell nos ha decepcionado. Y Puigdemont va a quedar como
friqui inigualable en toda esta historia.

Al gobierno español le caen críticas por la actuación policial en el día de la huelga general del 8
de noviembre. Preferían no darle carnaza a los “indepes” y la policía se dedicó a contemplar
como unos centenares de miembros de los piquetes se las apañaba para tomar como rehenes
a 150.000 viajeros que pretendían acudir a trabajar. Hubo bronca y peleas entre retenidos y
manifestantes. Niños de pecho utilizados como escudos humanos para cortar carreteras. Con

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la policía autonómica y la nacional como espectadores. Supongo que también pesó la idea de
permitir que se viera lo que sería la república de triunfar. Y que esa imagen disuada a los que
no estén por completo fanatizados y el 21 de diciembre se lo piensen un poco antes de ir a
votar. También evitar que esa nueva faceta de la “leyenda negra”, a la que le tienen tanto
amor los anglosajones, se reprodujera en escenas que pudiera recordar las acaecidas el 1 de
octubre. Somos presos de nuestro pasado, pero tanto más del concepto que los demás tienen
de él.

El Mobile World Congress también se lo piensa, así que puede marcharse a otra ciudad que no
sea Barcelona en 2019 si la seguridad pública de la Comunidad sigue por este camino. Ayer,
con las noticias de la Agencia del Medicamento y este encuentro mundial de la empresa de la
telefonía, fue un día económicamente redondo. Lo bueno es que a los “indepes” de pura cepa
esto no les importa gran cosa e incluso puede que piensen que todo marcha a su favor. El
hecho de que un partido como Esquerra Republicana se convierta en la fuerza predominante
dentro del nacionalismo catalán da para muchos lamentos, porque excepto en la época de
Tarradellas este partido ha sido un desastre para Cataluña y -por extensión- para el resto de
España.

Viernes, 10 de noviembre.

La señora Forcadell y los miembros de la Mesa hicieron ayer unas curiosas afirmaciones, según
las cuales: o desean abandonar la práctica de la política o ejercerla dentro del marco
constitucional. Al mediodía de hoy la presidenta del Parlament ha abandonado la prisión tras
abonar la fianza impuesta por el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena. Es curioso, porque
hace apenas dos semanas esta misma señora conminaba a los partidarios de la independencia
a no dar “ni un paso atrás”, mientras ella corrió ayer varios kilómetros en esa dirección. Se
supone que era ella la más fanática defensora de la república proclamada, así que no sé en qué
quedará este asunto en cuanto a la épica se refiere. Entre ella y Puigdemont se lo están
poniendo de veras difícil a los “indepes”.

Es una cuestión extraña, cuyas íntimas motivaciones y estrategias no conocemos todavía.


Entre tanta gente es probable que alguno se creyera la historieta de la República proclamada,
mientras los más informados la tomaban simplemente como una performance de tantas,
esperando que el Estado se aviniera a cooperar en su propia destrucción. Era un pulso para
demostrar que a ellos no los achantaba nadie, pero en cuanto han aparecido los jueces de la
Audiencia y los del Tribunal Supremo resulta que todo es una especie de broma sin
consecuencias ulteriores. También puede ser que jugaran a dos barajas: si la cosa no sale,
decimos que es un movimiento participativo; si es que sí, vamos hasta el final.

Lo cierto es que las jornadas de la independencia se han saldado ahora en una especie de
sainete que hunde incluso a las figuras más emblemáticas del proceso. La señora Forcadell
parecía ayer frente al juez una niña acomplejada tras una trastada en el colegio. Sus
retractaciones pueden ser, es probable que sean, perfectamente mendaces, pero el aura de
Juana de Arco se ha mutado en humo. También el prestigio de los catalanes y su
cosmopolitismo se ha quebrado y han dado en pensar en gente no sólo pesada, sino xenófoba.

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En otro orden de cosas, Cataluña parece poseer dos almas que se pelean una contra la otra.
Está la del prestigioso pueblo emprendedor, con casa en todo el Mediterráneo, abierto a las
ideas del exterior; y esa otra vuelta sobre sí misma y siempre obnubilada con la idea de crear
una nación que no fue siempre por culpa de otros y nunca de sí misma. Por años, muchos
catalanes han dedicado y seguramente dedicarán sus energías a la inútil causa del pecado
original y a la de la recreación de una arcadia que exige todas las inmolaciones de que haya
menester. Es esta última Cataluña, siempre al borde de triunfar y siempre a un instante del
fracaso más ridículo, la que representan como nadie sus dirigentes de los últimos tiempos.
Éstos que ahora acuden ante un juez para murmurar explicaciones y los que huyen a un exilio
que es entendido por otros como una muestra de irrealidad.

Sábado, 11 de noviembre.

Nueva manifestación nacionalista. Esta vez para pedir la libertad de los presos, se entiende
que políticos. Miles de personas, todavía sin cuantificar, siguen a los familiares de esos santos
varones y de esas santas hembras. Que, por cierto, después de una semana en prisión, parecen
estar pensando en un cambio de estrategia que los saque de la trena. Lo mismo que consiguió
con aire contrito la aguerrida Forcadell en su comparecencia ante el Tribunal Supremo.

El amable Junqueras se niega a que su partido le sirva de ropaje a la antigua Convergencia,


ahora PDeCAT y, el 21 de diciembre, ya veremos. Puigdemont tampoco está muy convencido
de encabezar una lista que le va a dar al partido los peores resultados de su historia. Cuando
salgan de las urnas habrán sido devorados por el amable Oriol, que encima fue el personaje
que le impidió a Puigdemont convocar elecciones autonómicas el día 26, como éste pretendía.
Supongo que no será fácil encontrar un ejemplo de suicidio político más clamoroso de lo que
antaño se consideró, sin mucho fundamento a decir verdad, el catalanismo moderado. El clan
de los Pujol, Artur Mas y, a posteriori, Tintín Puigdemont, se las ha apañado para enterrar en
unos pocos años al movimiento político mayoritario en Cataluña. El futuro que dejan
semejantes lumbreras parece un erial. Lo suyo recuerda, con más apoyos, porque el PNV
nunca cruzó el Rubicón, lo de Batasuna en el País Vasco. Eso en una sociedad cosmopolita que
ahora presenta resabios de aldea tribal. Otra cosa no, pero los peinados no engañan, y las
dirigentes de la CUP se hacen el mismo que las del movimiento etarra. Lo de los tractores por
la independencia bloqueando las carreteras, los colegios y las calles de Barcelona tampoco
tiene precio. Algunos le llaman a este país imaginario e idílico, pero repleto de payeses
furibundos, “Tractoria”.

El señor Iglesias e Irene Lozano se han ido a Bolivia a celebrar las exequias de la Revolución de
Octubre. Iglesias ha convertido a Bolivia en un modelo a aplicar en España: Bolivia, un país
plurinacional, “como el que nosotros siempre hemos defendido”, ha venido a decir. Ya hemos
hablado antes de esa curiosa contracorriente que convierte lo sucedido en el hemisferio
sudamericano durante la infausta influencia chavista en modelo a seguir por la madre patria.
No es cuestión de considerarse superior, pero que España se ponga a imitar el sistema
constitucional de Bolivia, que por cierto su anfitrión ya ha pervertido para poder presidir el
país todo el tiempo que quiera, pueda sonar a una especie de delirio, porque lo es. Lo del
aniversario bolchevique a celebrar en tierras de Morales, tampoco se entiende muy bien. Las
declaraciones de Iglesias sobre aquel acontecimiento son confusas. Es obvio que admira a

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Lenin, su modelo, porque, según afirma: “convirtió lo imposible en real”. Esto es una especie
de argumentación que casa con todo, porque también Hitler “convirtió lo imposible en real”.
Pero que esos personajes convirtieran en real sus maquinaciones por medio de su poderosa
voluntad no significa que sus maquinaciones merecieran pasar al acto. Tras manifestación tan
profunda, el líder de Podemos, el Lenin español, afirmó que el problema de la crisis de
Cataluña se resumía básicamente en la disputa entre dos facciones: “independentistas
catalanes y monárquicos uninacionales". Iglesias concluyó diciendo que él considera que
“España es plurinacional y que la solución metodológica (sic) podía ser un referéndum”.

Lo del referéndum pactado que defienden los señores de Podemos, entre otros, es algo que
merecería cierta explicación. Lo oímos muchas veces, de muchas bocas. Se supone que ese
referéndum se debe celebrar, ¿antes de una reforma constitucional, después, que se debe
incumplir la Constitución porque alguien lo decida, y que ese alguien traspase la soberanía
nacional de una entidad, el pueblo español, a una parte del mismo, el pueblo catalán?… En fin,
todas preguntas sin responder. Obviamente, a los defensores de ese referéndum les conviene
esbozar una propuesta vaga, pero no entrar en detalles sobre la misma y sobre lo que implica.
Otra idea más bien peregrina es ésa de que la ley puede no cumplirse en determinados
ámbitos en los que sólo debe prevalecer la política. Y esto lo dicen los señores que defienden a
rajatabla la igualdad de derechos, que quedarían así al arbitrio de unos políticos que prefieren
saltarse los cauces de la modificación legal o constitucional como método para imponer una
agenda que los demás rechazan o para la que no pueden acumular los apoyos necesarios.

La Guardia urbana da 750.000 manifestantes hoy. Aunque la guardia urbana siempre barre
para casa y la alcaldesa de Barcelona, que al fin y al cabo es la “jefa”, acude a este tipo de
eventos y no a los otros.

Puigdemont ha pedido en un vídeo grabado desde Bruselas más activismo. Cosa que no es fácil
interpretar. Activismo, sí, bien, pero, ¿en qué dirección? Se han leído mensajes de los
exconsejeros encarcelados. La señora Forcadell no ha hecho acto de presencia. Su abogado le
ha aconsejado que no vaya. En fin, que el paso por el Tribunal Supremo le ha quitado las ganas
de reincidir. Curiosamente, su actitud no es comprendida entre sus partidarios como una
muestra de cobardía, sino como una especie de taimada inteligencia que la ha hecho engañar
al juez español…

Domingo, 12 de noviembre.

Al fin, la desaparecida CUP se presenta a las elecciones del 21 de diciembre. Votos a favor 91%.
Votos en contra 9%. Los dirigentes del movimiento izquierdista dicen que son elecciones
ilegítimas, pero que bueno…, que sus bases han decidido presentarse

El señor Puigdemont también se presenta. Esta vez, ocultando el nombre, para ver si alguien
se deja engañar, como agrupación de electores. Parece que él será el número uno de la lista de
ese partido fantasma que a estas alturas nadie sabe muy bien quién dirige. Aunque Artur Mas
aparece en sus reuniones de modo periódico. Han cambiado de nombre seis veces en tres
años. En las listas hay cocineros famosos, periodistas, una entrenadora de natación
sincronizada (antigua seleccionadora nacional… española). Lo que se puede decir es que, por
los apellidos, todos son muy, muy catalanes.

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Una de las consejeras huidas dice hoy en una entrevista desde Bruselas que no tenían nada
preparado para cuando se declaró la independencia. El “pueblo de Cataluña” puso en sus
manos la voluntad el día 1 de octubre, pero ellos no fueron capaces de aprovecharla. También
dice que el españolismo los ha asombrado por sus dosis de violencia. Los tipos se han
defendido y todo, parece descubrir extrañada. Es una especie de autocrítica, según entienden
estos personajes la autocrítica. Es decir: ellos no son responsables nunca de nada y la culpa la
tienen los españoles.

Ya hemos dicho que el nacionalismo convertido en independentismo se siente mucho más a


gusto en el papel de la víctima eterna que en el sujeto histórico que lleva a cabo sus
aspiraciones. Exceptuando a la inefable CUP, los demás protagonistas de la declaración del día
27 de octubre parecían más bien asistir a un funeral que a una fiesta. ¿Por qué?, porque no
tenían nada preparado. ¿Y por qué no tenían nada preparado?, porque los paraliza la idea de
romper con el escenario en el que llevan toda la vida habitando. Ese día en que las
contradicciones inmersas en su utopía salgan a la luz y se demuestre que son como los demás.
Es decir, que aquí hay irresponsables, demagogos, corruptos, inútiles y aprovechados, como en
todo el mundo. Y que esas categorías no son exclusivas de los odiados españoles. Y que aquí
hay intereses contrapuestos y egoístas que rompen desde el inicio la quimera del pueblo
uniforme, unido y con un destino universal…

Ahora, medio Govern está en Bruselas, el otro en la cárcel, la señora Forcadell ha acatado la
Constitución y el artículo 155 de la misma y la CUP está en la calle, celebrando la participación
en unas elecciones ilegítimas… Fueron éstos últimos, sin embargo, los que pilotaron el proceso
en los tiempos más dramáticos del mismo. Directos al precipicio. Tenían diez votos necesarios
para evidenciar la mayoría y los utilizaron para imponer la hoja de ruta que a ellos no les
costaba nada. Puigdemont les tuvo más miedo a sus socios circunstanciales que a los jueces de
la Audiencia y del Tribunal Supremo… Y ahora es la CUP, junto al amable Junqueras, la que le
da la espalda a la agrupación de electores que le permita salvar la cara.

Ha habido hackers rusos y venezolanos interviniendo en el asunto catalán, cosa que por otra
parte todo el mundo conocía, por lo menos en relación con Rusia. Pero, ¿qué decir de la pista
venezolana?

Lunes, 13 de noviembre.

El movimiento que dirige la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha roto el pacto de gobierno
municipal que mantenía con el PSC. Al parecer, el Podemos catalán está preparando ya un
gobierno de izquierdas con la ERC del encarcelado Junqueras.

El Podemos del señor Iglesias, no sabemos si todavía de gira en Bolivia aclamando la


revolución bolchevique, aparece en las encuestas publicadas hoy con un voto del 14%. Obtuvo
en las últimas elecciones generales más del 21%. Ciudadanos parece el más beneficiado por su
estrategia en Cataluña, 22% frente al 13% que obtuvo entonces. Aparenta poder disputarle la
segunda plaza al PSOE e incluso la primera al PP. El partido del gobierno no acierta a explotar
la aplicación del artículo 155, que desde varios ángulos puede considerarse un éxito.

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El señor Dante Fachín ha creado un nuevo movimiento llamado “Som Alternativa”. No se sabe
lo que pretende hacer con él, pero será algo parecido a lo que ya ha hecho la señora Ada (o,
según algún articulista, Nada) Colau. Es decir, lanzarse en brazos de Esquerra o de la CUP con
objeto de forjar una mayoría de izquierdas independentista tras el veredicto de las urnas el 21
de diciembre. Esto es contradictorio, porque el señor Fachín salió de Podemos, bajo la
amenaza de cese, debido a una actitud que ahora respaldan los que se quedan. En fin, un
follón.

Poco más de 2000 personas votaron romper en Barcelona el acuerdo municipal con el PSC. La
dirección del partido no se posicionó. Estaba por romper, porque la alcaldesa de Barcelona
(“emperatriz de la ambigüedad”, la llama Josep Borrell) es independentista, cosa que no son la
mayoría de sus votantes, y por ello prefiere ocultarlo. Ésta es la democracia asamblearia que
debe arrojar “al basurero de la historia” a la representativa. Se trata de manejar los
instrumentos al servicio del aparato del partido para que participen las bases favorables a una
decisión pretendida por éste, mientras se desmoviliza a las que pudieran no estarlo. De ese
modo, se toma la decisión que uno desea, pero se hace bajo el aspecto de la democracia y del
de la responsabilidad compartida. La pregunta misma es ya un llamado del sentido en el que
hay que votar.

El señor Puigdemont hizo ayer unas extrañas declaraciones en el cotidiano belga Le Soir. Al
parecer, se abre ahora a una solución que no pase por la independencia. Según dice, lleva
muchos años trabajando por esa solución y fue desde los gobiernos de José María Aznar que el
independentismo ha tomado en su mente la forma de única solución. Sin embargo, hay que
recordar que fue durante la primera legislatura de Aznar cuando los nacionalistas consiguieron
la competencia sobre la policía integral catalana, entre muchas otras, hecho que puso a su
servicio una policía de todos para convertirla en un instrumento al servicio de los “indepes”. Lo
que se llamó en su día el “Pacto del Majestic”.

El señor Puigdemont es el hombre de las mil caras, porque lo único claro que teníamos de él es
que siempre había sido independentista, cosa que ahora niega. También puede ser que haya
empezado a vislumbrar el maravilloso resultado electoral que le espera y trate de retener
algunos votos que puedan fugarse a otra parte. Los “indepes” de pata negra van a votar a ERC
o a la CUP, claro. Los constitucionalistas tampoco le van a votar a él, claro. Así que se trata de
pescar a algún despistado que todavía se crea eso del nacionalismo moderado de
Convergencia.

La señora Forcadell se reincorpora al Parlament después de su periplo por el Tribunal Supremo


y la noche pasada en la cárcel. Les pide a los empleados de la institución que mantengan la
dignidad. Si esto no fuera un esperpento, lo normal es que alguien le hubiera preguntado:
Carme, ¿pero dónde has dejado tú la tuya?

“Si lo que pasa en Cataluña uno pretende entenderlo a través del prisma de los nacionalismos
del siglo XX, no entenderá nada. No reivindicamos la creación de un Estado identitario, como
los que actualmente existen en Europa: esto se lo dejamos a España y a los otros grandes
países del siglo XXI. Nosotros queremos construir un Estado moderno en el que la libertad de
lenguas sea posible. Si esto hubiera sido posible con el Estado español, no habría habido
ninguna reivindicación del Estado catalán”. Lo anterior es una parte de la entrevista que el

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señor Puigdemont ha concedido a Le Soir. Quién entienda algo que lo diga. Porque yo, desde
luego, no tengo ni la menor idea de a qué refiere este hombre. Porque, que se sepa, son los
padres que pretenden educar a sus hijos en castellano los que no son capaces de que éstos
reciban más de dos horas lectivas semanales. De pedirlo con insistencia, se convierten además
en apestados de los pueblos y hay algunos que incluso se ven obligados a abandonarlos.

El editor “indepe” Oriol Soler es la conexión del Govern con la maquinaria rusa de mentiras por
Internet. Ésta pasa, entre otros, por Julian Assange, el enclaustrado en la embajada londinense
de Ecuador y fundador de WikiLeaks. Soler estuvo visitándolo el día 9 de noviembre y platicó
durante cuatro horas. Según él, fue a hablar y llevó una botella de vino de regalo. Catalán, por
supuesto. Russia Today y Sputnik son las bases de la que partió la campaña, que tuvo además
su réplica en Venezuela. Es probable que esa misma maquinaria vuelva a funcionar en las
elecciones catalanas del 21 de diciembre. Robots con apariencia de usuarios humanos
actuaron en las jornadas alrededor del 1 de octubre. Expandieron noticias a grueso modo.
Objetivo: desprestigiar la democracia española y convencer de las bondades democráticas de
las autoridades golpistas de Cataluña. Medio: la multiplicación de mentiras o de imágenes
verdaderas, falsas, fuera de contexto… Félix de Azúa habla hoy de la conexión de los “indepes”
de postín con las mafias rusas establecidas en Pedralbes. Hecho que mucha gente conoce,
menos el CNI, el Centro Nacional de Inteligencia.

Martes, 14 de noviembre.

La monja Lucía Caram es otra argentina llegada del país hermano para darnos lecciones
revolucionarias. Es independentista catalana, a pesar de haber nacido en el Tucumán, y
encuentra cristiano eso de que los burgueses catalanes no paguen impuestos que después
reviertan en los pobres de Extremadura y Andalucía. Son varios los peronistas-kirchneristas
que aparecen aquí y allá en este embolado. Está Pablo Echenique (el segundo de Iglesias en
Podemos), Albano Dante Fachín, Gerardo Pisarello (el segundo de Colau en el ayuntamiento de
Barcelona), la monja Caram…

Hay otros que sin ser argentinos han pasado por la escuela de los Kirchner para estudiar, como
es el caso del pipiolo Errejón, ahora purgado por Iglesias. Y una monja benedictina, llamada
Teresa Forcades, esta vez catalana, que parece querer regalarnos los sentidos con alguna
ramificación pija de la extinta “teología de la liberación”. La hermana Forcades se ofrece para
acudir en las listas de candidatos al Parlament. También es “indepe” y pretende asaltar las
mazmorras de Antiguo Régimen con el escapulario en la mano. Muchos de estos individuos
piensan vivir en un campo de concentración y así lo expresan a menudo. Alguno es tan
fanático que hasta se lo cree. Sobre todos ellos destaca el aura por excelencia de la actualidad,
el papel de víctima de lo que sea.

Los ideólogos del “procés” estudiaron la posibilidad de formar un ejército nacional catalán
para defender la independencia. No lo dijeron en público, porque creyeron que no iba a ser
una medida muy popular, pero las levas serían obligatorias y se pensaba contar con unos
22.000 efectivos. Éstos formarían una suerte de milicias como las que en su día puso en
marcha Esquerra Republicana de Cataluña durante la II República. El Estát Catalán de Maciá y
el Somatén parecen los modelos. Dencàs, el jefe del invento, tendría su réplica en ya no
sabremos quién. Modelo de referencia internacional: Ucrania… Otra alternativa era contratar

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con un Estado extranjero la defensa del territorio, se supone que del ataque español. Es una
pena que los creadores del informe no sugieran el nombre de ese Estado europeo que se iba a
erigir en defensor de una Cataluña independiente y enfrentado para ello a un socio, además
aliado. Esta gente, cuando no divaga, levita.

El adoctrinamiento en las escuelas no es exclusivo de Cataluña. Valencia y Baleares sufren


también una fiebre de esa clase. Los instigadores son los partidos alternativos que han surgido
en todas partes después de la crisis económica. Éstos son las ramificaciones de Podemos en
todo el país. Han llegado a los gobiernos regionales tras diversos pactos de izquierda y se han
apoderado de la escuela para perpetuar sus propósitos. Sus instrumentos son las editoriales
que publican los libros de texto, y los maestros, suerte de fanáticos prestos a castigar en clase
o en el recreo a cualquier alumno al que se le ocurra expresarse en castellano. Las lecciones de
Historia son las que ya hemos comentado. Verdaderos inquisidores, estos fanáticos pretenden
extender una nueva forma de oscurantismo creyendo que combaten el que para ellos resulta
el único posible. Han aprovechado el despropósito de conceder competencias de Educación a
diestro y siniestro para imponer sus agendas.

Las clases que imparten estos tipos son una suerte de mítines políticos. Encima, el que no
congenie con la causa se expone a suspender. Otros pretenden erradicar el castellano de las
aulas y hasta de la comunicación con los padres de los alumnos, que se ven obligados a
expresarse mediante señas. Otros le retiran el saludo a los que no pertenecen a la causa. Y
otros más se erigen en partidarios desmelenados de los “historietistas” de los que hablamos
en estas páginas hace pocos días. Por supuesto, y como no podía ser de otra forma, la defensa
de la cultura autóctona es la causa que justifica el aquelarre. Según esa peregrina idea, usted
sólo valorará los empeños de los artistas nacidos en su comarca, sus manifestaciones
culturales, con las cuales lo une una relación que es imposible establecer con otros que se
hallan fuera de la provincia. El lenguaje le preocupa enormemente a esta gente, no porque se
dispongan a escribir los sonetos de Shakespeare o Don Quijote de la Mancha, sino porque es el
único medio que les resta para discriminar a los partidarios de su falacia del resto.

Miércoles, 15 de noviembre.

Hoy, sesión de control al gobierno. Éste viene arrastrando casos de corrupción desde hace
mucho tiempo, así que como la trifulca por Cataluña ha llegado hasta aquí la oposición de
izquierdas ha vuelto al terreno más seguro de la corrupción. Rufián, el diputado de ERC, que
después de la independencia sigue en el Congreso, ha llevado hoy a la Cámara unas esposas.
En su día llevó una impresora, y amenaza con convertir la Carrera de San Jerónimo en un
mercadillo. Para este hombre, todo es bronco. Le ha deseado a Rajoy que algún día las lleve
puestas. Se ha despedido del hemiciclo con un saludo militar dirigido a la presidenta de la
Cámara, que se pasa las sesiones llamándole la atención.

Pablo Iglesias acusa al presidente del gobierno de delincuente. Éste le contesta con la
financiación de Podemos, procedente al parecer de las sendas y libérrimas repúblicas de
Venezuela e Irán. El Congreso es el lugar más tranquilo para Iglesias desde hace semanas. Le
permite atacar al gobierno y no tener que revelar lo que pretende hacer con las vías de agua
abiertas en su partido. También puede aplicar a gusto ese término, “parasitar las
instituciones”, que el señor Iglesias y la señora Montero no se cansan de repetirle al gobierno.

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Lo han reiterado tanto que un periodista que no es de su causa lo deslizaba ayer en un artículo
de periódico con otro propósito. Es palabra propia de nazis y bolcheviques. “Parasitar” es
convertir al adversario en un insecto al que se puede destruir tras haberlo despojado del
atributo de humanidad. ¡Qué vieja resulta toda esta modernidad!

El cambio en Cataluña es un poco asombroso. Puigdemont ha cambiado hasta de peinado. Se


ha despojado de la corbata y ha dejado el traje que parecía un uniforme. Ahora va de sport.
Incluso se permite los colores. Ayer lo visitó la número dos de ERC, la señora Marta Rovira, y se
había hecho el flequillo a la derecha. Los “indepes” se han moderado, como si todo este lío
hubiera sido una fiebre pasajera. Nadie habla con mucha pasión de la independencia, de la
República pasada a mejor vida. Se supone que es una estrategia de cara a los comicios
catalanes. Incluso los más convencidos piensan que alguna locura se apoderó de sus dirigentes
en estos años. Hay 2.400 empresas que han cambiado la sede social, pero más de 1.000 lo han
hecho con la sede fiscal. Así que la recaudación se ha resentido. De todas las vendettas
habidas, ahora resulta que los exconsejeros encarcelados piensan hacer también ellos un
“forcadell”, hecho que consiste en retractarse, acatar el artículo 155, la Constitución, y
asegurar que no van a delinquir en lo sucesivo. Alguno, como uno de los “Jordis”, el apellidado
Cuixart, se ha borrado hasta de las listas electorales en las que pretendían incluirlo. Nadie sabe
si esto es una estrategia, una broma, una jugada para seguir en breve con la matraca o, lo más
improbable, una monumental caída del caballo. El policía Trapero también está en las quinielas
de candidatos “indepes” al nuevo parlament, pero al parecer ha dicho que ni lo llamen.

Los policías alojados en el barco conocido como Piolín, por el dibujo de Warner grabado en el
casco, van a alojarse ahora en unos hoteles convencionales. Al parecer, lo de los escraches ha
pasado a mejor vida y lo del barco se había convertido en una pesadilla. Había poco espacio, la
comida era penosa, se hallaban aislados en medio del puerto de Barcelona. Hay que recordar
que, debido al dibujo, unos profetas del PSC dijeron antes de aplicarse el artículo 155 que este
iba a ser como “dejar a Piolín en Vietnam”. Sin embargo, los “indepes”, es decir, el Vietcom, no
han aparecido. Incluso la CUP se ha borrado de la resistencia camboyana que nos anunciaron.

Si pretende su supervivencia, al Estado no le conviene ser magnánimo con estos individuos. El


llamado “procés” fue un golpe de estado en todo el sentido de la palabra. Le faltó sólo
ascender el último peldaño, el de la sublevación militar por parte de la policía autonómica. El
próximo que lo intente —que lo habrá— debe saber a lo que se expone y, más importante
aún, deben saberlo los elementos clave de la estructura que pretenda ponerlo en marcha.
Cualquier otra cosa, como el apaño a base de indultos que se formulará a buen seguro en los
próximos tiempos, es un suicido cantado.

Jueves, 16 de noviembre.

Últimos esfuerzos para traer la Agencia del Medicamento a Barcelona. Es un empeño casi
imposible después de estos meses, pero bueno. Como es obvio, a los “indepes” esto no les
importa. Es cuestión del Rey y del gobierno español conseguirlo. A ellos lo único que les
importa es la independencia. Tampoco el ayuntamiento de la ciudad estaba muy interesado en
esta aventura elitista “que no los representa”. Los partidarios de la alcaldesa Ada Colau creen
que las farmacéuticas se forran a costa de los pacientes y que es preferible acudir a los
herbolarios. Una sede europea de esa índole sólo sirve para que se forren los directivos.

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El señor Puigdemont, o Tintín Puigdemont según se prefiera, concede hoy una entrevista a una
televisión rusa. Afirma en ella que al final vencerán. Los rusos son al fin y al cabo los aliados de
los “indepes”. No porque les interese gran cosa su manía, sino porque piensan debilitar a la
Unión Europea gracias a ella. Puigdemont hace últimamente declaraciones contradictorias.
Parece que se inclina por la moderación y un instante después trata de seguir con la bulla todo
lo que pueda. Artur Mas se hace a la idea de perder alguna de sus casas por el embargo que
sufre. La ANC sigue pagando fianzas, pero ese cajón debe tener un fondo y no está claro que su
monedero provenga de militantes desprendidos. La policía ya lo investiga. La señora Forcadell
se convierte en la candidata número 4 de ERC por Barcelona. El señor Jordi Sánchez, o
Sànchez, es, sin embargo, el número dos de la lista de la extinta PDeCAT. Lista que encabeza el
propio Puigdemont después de varias reflexiones. El PDeCAT ha vuelto a cambiar de nombre,
ahora su candidatura se llama “Juntos por Cataluña”. Suena a famosa rumba, pero es porque
estos señores deben cambiar de nombre más de una vez al año y las opciones se agotan. La
CUP se lanza a la carrera en solitario. El señor Dante Fachín no encuentra acomodo en ninguna
parte y no se presenta. La señora Colau sigue con sus piruetas. Es y no es independentista.
Pretende explotar el vacío de poder dejado por los encarcelados y denunciar que lo hayan
sido. Un día declaró que estaba confusa y que no sabía si había o no República.

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, ha diferenciado las comunidades autónomas


de España en cuatro categorías. Clasificación que las divide entre "naciones", "sentimientos
populares" que no llegan a tener una reclamación mayoritaria de nación, “regiones históricas"
y las demás. Esto ha sido durante la presentación de un libro titulado “Repensar la España
plurinacional”. El Líder Supremo habla de conseguir la manera de articular "en términos de
técnica de Estado la convivencia de toda esa diversidad que vive abigarrada en España”. Con
esa sintaxis, imaginen el espectáculo de volver a concertar la integridad territorial. Al contrario
de lo que pueda parecer, el señor Iglesias ya tiene catalogadas a las diversas comunidades
autónomas según su clasificación. Así que una de las “técnicas de Estado” de las que habla
pasaría por convencer a una de que tiene “sentimientos populares”, a otra de que es una
“nación” y a otra de que no es nada. No se sabe si el libro aclara la posibilidad de que una
“región histórica” pasé a ser considerada un “sentimiento popular” o directamente una
“nación”. Incluso si una “nación” puede quedar convertida en “nada”. Éste es el señor que
clama por enterrar el sistema político surgido de la Constitución de 1978 y cambiarlo por otro
que él tiene en su privilegiada cabeza.

Las autoridades rusas afirman que las denuncias sobre la intromisión de ese país en el llamado
“procés” catalán no van a facilitar las relaciones con España. Putin fue en su día un avezado
espía del célebre KGB. Un espía que ha descubierto las posibilidades que suponen las redes
sociales para influir en los acontecimientos y dictar la agenda sobre los mismos. Al menos en
tres ocasiones: la victoria de Trump en las presidenciales de EEUU, la votación sobre el Brexit y
la pretendida independencia de Cataluña, los medios del Kremlin han conseguido diversos
éxitos. Fracasaron, sin embargo, en las campañas electorales de Francia y Alemania. Aunque
también lo intentaron. Algunos avisan que puede haber “hackeo” de los resultados en las
decisivas elecciones del 21 de diciembre. Puede parecer una locura, pero yo no arrojaría esa
advertencia en saco roto. Hemos visto muchas locuras últimamente y ahora sólo falta que un
Assange cualquiera le otorgue a Puigdemont o a la CUP una victoria a la checoeslovaca.

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Según las últimas noticias, la señora Forcadell no renunció al unilateralismo en su
comparecencia ante el juez del Tribunal Supremo que instruye la causa contra la Mesa del
Parlament. Se limitó a acatar la legalidad. Esto puede parecer contradictorio. Fuera de la vista
del juez la señora Forcadell ha vuelto a recuperar cierto arrojo. La noche en prisión no le ha
hecho bien a su conciencia revolucionaria. Pero la vuelta a la “terra” puede que sí.

Viernes, 17 de noviembre.

La candidata de ERC a la presidencia de la Generalitat, señora Marta Rovira, ha hecho hoy unas
declaraciones impactantes. Según ella, el gobierno consiguió paralizar la independencia no con
la aplicación del artículo 155, como creímos, sino con amenazas subrepticias que implicaban la
sangre y los muertos en la calle. Otra cosa no, pero esta señora ha empezado la precampaña
con fuerza. El gobierno, por medio de diversos portavoces, ha contestado que esa afirmación
es una completa falsedad. El problema con los “indepes” es que se han dejado llevar de tal
modo por las famosas “fake news” que ya no hay modo de saber si dicen algo, alguna vez, en
algún sitio, que sea verdad…

Esto también nos lleva a la idea de que estamos asistiendo a una tregua falsa y que el drama
puede estallar de nuevo, en cuanto cualquier hecho logre incendiar la situación. Pueden ser las
elecciones del 21 de diciembre, los rusos con sus campañas conspirativas a través de Internet,
los pactos envenenados que se susciten a partir de la fecha electoral, e incluso que a la vuelta
del 22 nos encontremos con un gobierno catalán presidido por la señora Rovira, nada menos.

Por cierto, su hasta ahora jefe, Oriol Junqueras, apuesta desde prisión por un pacto entre ERC,
la CUP y la rama de Podemos. Pacto que está en el ambiente desde que el amable Oriol se
entrevistó con Pablo Iglesias en la casa del empresario “indepe” Jaume Roures. Por cierto,
aquella noche fue la que siguió a la manifestación como repulsa por los atentados islamistas de
Barcelona y Cambrils. Manifestación que sirvió de todo menos de duelo. Los “indepes”
abroncaron al rey como asesino moral, Junqueras e Iglesias establecieron su alianza para
destruir la España constitucional…

Puigdemont aparece hoy en una cena, casa de un diputado belga. Como ya he dicho, ha
cambiado de peinado. Se halla junto a los exconsejeros huidos. Pilar Rahola, que en su día fue
diputada de Esquerra en Madrid, y ahora es articulista de La Vanguardia, subraya la jugada
maestra que Puigdemont ha puesto en práctica al elaborar lo que ellos llaman una “lista de
país”. Eso se supone que es porque uno de los “Jordis”, el tal Sánchez, se presenta a las
elecciones como número dos en esa agrupación que se llama “Juntos por Cataluña”. Hay otros
candidatos que poseen dos categorías necesarias: tiene apellidos catalanes y no son políticos
profesionales. Hay cocineros, una entrenadora de natación sincronizada… Puigdemont le pone
el apellido de “país” a las asonadas, las huelgas, las listas… Se supone que la jugada maestra
dependerá del resultado. Pero Pilar Rahola considera a Puigdemont “un planeta por sí mismo”.
Poco menos que como Luis XIV.

Mientras tanto, se ha sabido que el fiscal belga ha pedido que se entregue a Puigdemont a la
justicia española. Lo hace por cuatro de los cargos que se le imputan. Todos excepto el de
prevaricación. Así que yo no estaría muy satisfecho. Pero bueno, tampoco yo soy Puigdemont.
Ya veremos qué es lo que decide el juez en los próximos días.

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Las autoridades judiciales belgas pretenden conocer cuáles son las características de la prisión
que acogería a Puigdemont de ser entregado a España. Al parecer, requieren metros
cuadrados de las celdas, comidas, baños, encuentros personales con la bella esposa rumana
que trató de llevárselo a casa de los suegros antes de que fuera demasiado tarde, en fin, de
todo… Algunos ven en estas preguntas un indicio de que la entrega de Puigdemont va a seguir
el mismo camino que la de algunos etarras hace años.

Los rusos, precisamente el jefe de su servicio de inteligencia en el exterior, ha hecho unas


declaraciones en un simposio de Moscú. Aquí todo el mundo opina, así que los responsables
del despliegue, conquista a sangre y fuego, de Chechenia y aliados imprescindibles de Bassar el
Assad en la guerra civil siria, se llevan las manos a la cabeza por las cargas policiales del 1 de
octubre en la Comunidad Autónoma catalana. Esas guerras, las de Chechenia y la de Siria, no la
de Cataluña, se han convertido en una suerte de agujero negro. Ni un alma sabe los muertos,
desplazados, torturados, gaseados…, que los rusos o sus aliados han provocado para mantener
el dominio sobre esos pueblos sometidos, pero aquí lo importante es la carga policial que se
produjo el día del referéndum ilegal. Fue retransmitida a todo el mundo, cosa que a los rusos,
claro, no se les ocurre permitir en sus diversos enjuagues. En fin, que estamos en el mundo al
revés. Y me temo que esto no ha terminado aquí…

El amable Junqueras dice hoy en una carta publicada por el Times de Londres que, como
creyente que es, utiliza la prisión para reflexionar y rezar. En fin, que es un santo seglar este
hombre. Aunque Arcadi Espada afirma que la utiliza para mentir y rezar. Por ese orden.

Sábado, 18 de noviembre.

El presidente de la República Bolivariana de Venezuela saluda la huida del antiguo alcalde de


Caracas, el opositor Antonio Ledezma, pidiendo al Estado Español que no lo devuelvan y
afirmando que el “vampiro” se ha ido a disfrutar “la vida padre en la Gran Vía”. El alcalde
estaba bajo arresto domiciliario. El mandatario venezolano no sabe aún que vivimos en una
dictadura terrible. Que hay presos políticos en condiciones mucho peores que las de Venezuela
y que aquí nadie se da la “vida padre” excepto, puede, que Puigdemont en su exilio en Bélgica.

Si la campaña electoral va a seguir las líneas marcadas ayer por la señora Marta Rovira, los
electores serán llamados a votar en el plano sentimental, porque puede que no exista otro.
Obviamente, la intención de esta señora, catapultada por el monje Junqueras a la cúspide de
ERC, es convencer a sus votantes de la veracidad de varias afirmaciones que pudieran estar
reñidas con esa pesada losa que supone la realidad. Viene a decir que el fracaso del “procés”
no se debió a la chapuza y al pánico que todos comprobaron en los días de autos, sino a la
caridad cristiana y a la piedad de los “indepes”, que prefirieron hacer el ridículo antes de
perjudicar a sus seguidores en lo más preciado que poseen éstos, sus vidas. Que ellos son un
movimiento humanista que respeta la vida, la libertad, la solidaridad; en contra del poder
totalitario del gobierno central, siempre sediento de sangre. Primero nos roban y después
amenazan con matarnos, dice la señora Rovira. Ella es también de lágrima fácil, como su
encarcelado jefe, así que no es de dudar que nos llore por algún motivo en el curso de la
campaña.

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Hay una reunión de las dos alcaldesas de las dos ciudades más grandes de España: Madrid y
Barcelona. Estas señoras, Manuela Carmena y Ada Colau, se quieren, se sienten hermanadas,
pretenden crear ciudades feministas (sic) y se asombran, no del golpe de estado perpetrado
por los dirigentes de la Generalitat de Cataluña, sino del renacer de la extrema derecha…
Ambas son de Podemos, o de alguna de sus confluencias, así que esa intersección de
pensamientos no es demasiado extraña. La amenaza de la extrema derecha a la que se
refieren las regidoras de Madrid y de Barcelona puede incluir a todo hijo de vecino. Si usted ha
colgado una bandera constitucional del balcón de su casa, entonces, es probable que sendas
damas consideren que usted pertenece también a la extrema derecha… Lo que ninguna dice es
que los extremismos suelen triunfar al menos en una de su facetas por el simple hecho de que
provocan el de otros. Si uno se salta la ley, provoca la discordia, quiebra con ella la convivencia
pacífica, es natural que otros de signo contrario se sientan alentados a hacer lo mismo para
defender lo suyo… Ya que no hay ley que valga, que venga la barbarie para todos, no sólo para
unos pocos… Es una cosa tan vieja que debería ser conocida por todo el mundo, pero bueno.

Vinculada a esta noticia, hay un chat de guardias municipales madrileños investigados por
incitación al odio contra la alcaldesa de Madrid.

La CUP avala la versión de los cadáveres que el Estado español iba a provocar en Cataluña.
Ellos no hablan de las advertencias que le hicieron a esta señora de Vic que responde por
Marta Rovira, sino que conocen, de buenas fuentes, que el Estado iba a camuflar elementos
provocadores en las filas “indepes” para echarle la culpa a la CUP de las algaradas
consiguientes. Como se verá, aquí no hay más que héroes, genios de la estrategia política y, si
no, mártires dispuestos a inmolarse para que no sufra el pueblo. También valerosos
representantes del gentío oprimido que no aparecen en las barricadas, no por miedo, sino por
resguardar la vida de los inocentes. Y, por cierto, ¿de dónde ha sacado la CUP esos contactos
entre lo más granado del odiado Estado español? Y, por cierto, ¿no son ellos defensores de la
violencia revolucionaria?

Domingo, 19 de noviembre.

Ha muerto en Argentina el Fiscal General del Estado, José Manuel Maza. Debido a una
insuficiencia renal grave. Maza es el hombre que puso la querella por rebelión a los miembros
del Govern, hoy destituido, y a los de la Mesa del Parlament, hoy desaparecidos. Había
recibido algunas críticas (era inevitable), pero su actuación ha sido demoledora dentro del
respeto a la ley y la Constitución y algunos golpistas deben tenerlo presente en sus peores
pesadillas. En realidad, los miembros de la carrera judicial y fiscal se han convertido en la más
grande amenaza y el más grande obstáculo de los “indepes”. Los deben ver en sueños como
poco menos que a la Santa Compaña. Un dirigente de Podem (el Podemos catalán) brindaba
hoy por su muerte. Ha borrado el tuit después. Pero no tan rápido como debiera. Lo van a
expulsar del Partido. Esto de Twitter es el arma más peligrosa para los tontos. Dante Fachín le
ha dado ánimos a este sujeto a través de las redes.

En la ciudad de Vic, que es donde vive la señora Marta Rovira, ÓMNIUM y la ANC han instalado
en la plaza unas rejas para que el que lo desee pase encerrado en ellas un par de horas. Es una
forma de solidarizarse con Junqueras y los suyos. Hay que resistir las inclemencias del tiempo,
de las que, por supuesto, Junqueras está a salvo en su celda, y se puede dejar una colecta por

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la que te dan un recibo. No sabemos cuántos días han alquilado estas millonarias
organizaciones las rejas citadas.

Jean-Claude Juncker hace hoy unas declaraciones al periódico El País. En ellas no les deja
muchas esperanzas a los “indepes”. No le gusta el nacionalismo y lo ve incompatible con el
espíritu y la letra de la Unión Europea. Lo de la modificación de fronteras no le suena mucho
mejor. Con el paso de las semanas los titubeos tras las cargas policiales del 1 de octubre han
desaparecido. Muchos en el seno de la Unión creían que se trataba de dinero, pero ha corrido
ya la idea de que esto es un embrollo con esa clase de patrañas imposibles de llevar a cabo
como no sea en medio de un baño de sangre. Después de conseguir la independencia, estos
personajes se dispondrían a perderla otra vez, en esta ocasión a manos de la UE. ¿Qué sentido
tiene todo esto? ¿Por qué motivo iban a estar encantados de ser solidarios con los búlgaros
sino quieren serlo un poquito con los extremeños?

La verdad es que los “indepes” parecen contar hoy con la única ayuda de la Rusia de Putin.
Aunque es una ayuda escondida, para que los demás piensen que los rusos no están detrás, a
pesar de la campaña de “fake news” (noticias falsas) que todos les achacan. En Russia Today,
una televisión con fama de ser poco más que un altavoz del Kremlin, le han concedido un
programa de entrevistas al político independentista escocés Alex Salmond. Éste ha empezado
su participación haciéndole una entrevista a Puigdemont. Puigdemont se ha convertido en
azote de los dirigentes europeos como Juncker y Tajani, a los que acusa de traición al espíritu
de la Unión Europea, y no se le ocurre otra cosa que plegarse a la estrategia que pretende
destruirla. Por mandato de Rusia, además, que es vista en todo el continente, pero más aún en
el Este del mismo, como un peligro siempre dispuesto a recuperar la hegemonía que le deparó
la Segunda Gran Guerra. En fin, que Tintín Puigdemont está logrando en su exilio que la
independencia catalana se vea como la cuña de Putin para destruir Europa. Este hombre fue
alcalde por accidente de Gerona, también presidente por accidente de la Generalitat, así que
no debe entender gran cosa de geopolítica.

Hay diversos reportajes para entender esto de la independencia. Estamos en un laboratorio,


así que unos y otros pretenden explicar cómo los miembros de la sociedad burguesa se han
dejado meter en un embrollo semejante. Y, lo que es peor, están dispuestos en buena medida
a seguir en él. Por supuesto, hay explicaciones racionales para ello, factores que pueden haber
tenido su peso en el nacimiento de esta situación; pero en realidad parecen poco comparados
con la manipulación constante, el odio, la xenofobia, el victimismo mezclado con el
supremacismo que otros nacionalismos virulentos han empleado a lo largo de la historia. La
saña con la que los “indepes” han urdido sus mentiras en la época de la globalización y de las
redes sociales merece un estudio de veras. No las han inventado ellos, claro, pero muestra a
las claras las amenazas a las que se hallan sometidas las democracias representativas a manos
de ingenieros a los que mueve una sed de poder, dinero y llegar más allá que los
competidores. El humanismo, la libertad, como mera propaganda, que se utiliza para venderle
toda la intimidad de los incautos al mejor postor, resultan parte de esta dudosa tramoya. Todo
ello aderezado con la idea de que se hace por amor al progreso y a la comunicación humana.

Por otra parte, se nota que los dirigentes independentistas proceden en su mayor parte de los
pueblos. No entienden gran cosa de los efectos internacionales que podía provocar su

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conflicto y tampoco les importan. Puigdemont, Junqueras, Forcadell, Marta Rovira y demás,
son representantes trogloditas de una sola causa: el odio al español y a lo español. No aman
Europa como tal, sobre todo después de que ésta haya admitido en su seno a una cosa
semejante a España. Yo creo que no pocos de sus partidarios creyeron que la entrada gloriosa
de Cataluña en la escena de la Unión Europea se vería reafirmada por la expulsión de España
de la misma. Eso es lo que escondían las banderitas europeas en los mítines previos al
referéndum ilegal del 1 de octubre. La gente las enarbolaba y decía “¡Hola Europa!” con cara
de corderitos, porque según ellos pertenecían por la fuerza a un país africano que no debía
estar allá. Esto de ser africano no tiene nada de malo, pero resulta obvia la incapacidad de los
“indepes” para ver la realidad sin las anteojeras que les han puesto sus líderes. O sus líderes no
son más que representantes con las mismas anteojeras que sus representados. ¿Quién sabe?

Por cierto, Arcadi Espada rompe en una columna de periódico de hoy el tabú de que los
votantes “indepes” tengan la mejor intención y hayan sido engañados por sus dirigentes, como
sostienen algunos articulistas. Según él, han sido en realidad los segundos los engañados por
los primeros, quienes se evaporaron del escenario en cuanto comprendieron que podían tener
alguna cosa que perder. Encima, la declaración de independencia coincidió con un fin de
semana y la gente no está para perder festivos. Esta aclaración sirve para corroborar por otros
medios las encuestas que conocemos. La multitud “indepe” no le va a pedir responsabilidades
a sus líderes, dejándolos en la estacada el día de la cita electoral, sino que piensa votarlos de
nuevo para tratar de gangrenar la situación todo lo que se pueda. Los mismos votaran otra vez
a los mismos. Y unos, no menos que otros, tenían en mente la línea que no había que
traspasar. Sólo la “hiperventilación” obligó a los políticos a llegar adonde no querían.

Lunes, 20 noviembre.

El señor Puigdemont ha borrado de una foto del viejo Govern al díscolo Santi Vila. Esta es una
técnica a la soviética, de cuando Stalin, sólo que ahora en lugar de Trotski o Yezhov la sufre el
“botifler” que fue consejero de Empresa hasta la noche del 26 de octubre. El encargado de la
purga no era un experto en Photoshop, tampoco siquiera un usuario dotado en los retoques,
así que se le ha olvidado borrar las piernas de Vila, que aparecen entre las de sus mentores y
ahora enemigos. En fin, una chapuza de tantas. Algunos ya especulan sobre quién es el
verdadero “piernas” en todo este asunto. Las redes sociales aparecen con pantalones
vaqueros por tender, enhiestos, que no portan a nadie en su interior y que se declaran a su vez
Govern legítimo.

La señora Marta Rovira ha dado el pistoletazo de salida a la campaña. Esta señora, con una
inclinación natural al llanto, que comparte con Junqueras y Forcadell, entre otros, ha
empezado a hacerle el trabajo a los hackers rusos. Esto viene por los muertos con los que el
Estado la amenazó, no se sabe si en persona o por entidad interpuesta. “Amenazaron con
emplear balas de verdad en lugar de pelotas de goma”, según dice la aspirante de ERC a la
presidencia de la Generalitat. Lo de hacer del gobierno del señor Rajoy una suerte de
movimiento fascista siempre presto a desatar una violencia indiscriminada es para poner a
prueba la fe de los más partidarios del independentismo. A todos nos parecía que el señor
Rajoy representaba esa forma de gobernar que consiste en que el tiempo fuera solucionando
los problemas. De hecho, los ministros se marcharon de vacaciones en verano, a pesar de

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tener el golpe ya encima. La señora Rovira pretende lo contrario. Al parecer, uno de sus
abuelos era falangista de pro, al margen de alcalde de su pueblo, y la señora pretende pasarle
esas atribuciones al presidente del gobierno.

Para no quedarse atrás, una portavoz de la CUP afirma hoy que a ellos los amenazaron todavía
más. En este caso, el asunto consistía en perpetrar un atentado y echarle la culpa a los
“cuperos”. Quedan muchos días para la campaña, así que aquí vamos a ver y escuchar de todo.

Esta última noticia pretende extender el bulo de que quizá algunos atentados del separatismo
y carlismo hermano no fueron organizados y ejecutados por los terroristas de ETA, sino por las
sombras que vagan dentro del malvadísimo Estado español. Es cierto que ETA los reivindicaba,
pero vete tú a saber si no era un agente secreto el que llamaba por teléfono.

Lunes, 20 de noviembre. Tarde—noche.

Esta tarde Barcelona ha caído en la primera ronda para ser la sede de la Agencia Europea del
Medicamento. Hace poco más de un mes era la favorita. El gobierno lo achaca al “procés”.
Puigdemont a la aplicación del artículo 155. La alcaldesa Colau a los dos, porque así sólo ella se
libra de las culpas. La ganadora es Ámsterdam. Tampoco es mal sitio, así que bueno.

García Domínguez habla del comentario de la antigua presidenta del Parlament, Núria de
Gispert i Català, recomendándole a Inés Arrimadas, candidata de Ciudadanos a presidir el
nuevo govern, que se vaya (que se vuelva) a Cádiz. Inés Arrimadas es nacida en Jerez de la
Frontera. Al parecer, por lo que dice el periodista, siempre bien informado, el riesgo de que los
“indepes” le empiecen a echar la culpa del malogro del “procés” a los “españoles” que viven
en Cataluña no está lejos de convertirse en realidad. Mientras hubo esperanzas de que la
comunidad internacional les diera pábulo lo ocultaron como pudieron, pero ya que no se saca
nada con el intento empiezan a pasear la xenofobia. Varios artículos de periódico redundan en
la idea. Un prócer del independentismo especula sobre exámenes para probar el conocimiento
del catalán de la población. Se entiende que los suspendidos perderían la nacionalidad de
poder implantarse la República tan anhelada. Después, es de suponer, los suspensos serían
conducidos a la frontera y expulsados. Otros hacen gracia sobre Cornellá, llena de charnegos
que se divierten y encima hablan “como los españoles”. En fin, que esta tropa sigue a lo suyo…
Hay que recordar que bajo el gobierno del clan Pujol el jefe pasaba días enrevesados todos las
veces en que se montaban las carpas del Rocío en la Ciudad Condal. Que, no en vano, era la
fiesta que más gente convocaba en todo el año.

El problema es que la frustración por no poder llevar a cabo sus propósitos tienen dos
representantes clave. El Estado español y el “botifler” que no desea participar en la mascarada.
Contra el primero hay poco que hacer, pero el segundo está aquí, entre nosotros…

Lo de la moderación mostrada por los “indepes” en días alternos no ha sido más que una
estrategia. El futuro depende del resultado de las elecciones. Si el independentismo sale
reforzado de las mismas, vamos a sufrir una gangrena por largo tiempo. La solución benéfica
para los que desean la unidad nacional es que los partidos constitucionalistas salgan
victoriosos, formen un gobierno y ventilen la Generalitat después de haber ganado en las

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urnas. Ésa sería la salida más limpia y rápida a esta crisis, pero hay que ganar las elecciones
para ello.

Martes, 21 de noviembre.

Queda un mes para las elecciones.

Como dijimos ayer, la Agencia Europea del Medicamento se ha marchado a Ámsterdam en


lugar de a Barcelona. Era hasta lo normal. Han perdido, o hemos perdido, 44.000
pernoctaciones anuales, un empuje para el sector biomédico, miles de puestos de trabajo… En
fin, un negocio. Los alcaldes de pueblo que estaban a los mandos del “procés” le echan la culpa
al gobierno central, aunque sea obvio que es el “procés” el que ha hecho imposible la victoria
de una ciudad que tenía la mejor candidatura. Esa ciudad cosmopolita se ha convertido como
por ensalmo en una extravagancia por la que deambulan curiosos personajes salidos de una
carlistada. Para enfrentarse al Estado español los payeses han debido primero invadir la capital
“botifler”. Lo han logrado incluso con tractores. Así que el postmodernismo va de la mano de
señores que pretenden echarle un cerrojo a la provincia e impedir que los isabelinos traspasen
sus puertas.

La señora Colau, el tucumano Pisarello, y demás “indepes sin serlo” no veían con muy buenos
ojos la instalación de esa agencia en la ciudad. Sus bases la consideraban elitista y ellos nunca
le llevan la contraria a sus bases. Eso sí, en una pirueta mendaz, la alcaldesa de Barcelona dice
que no ha ayudado ni el 155 ni la declaración unilateral de independencia. Es por mantener la
equidistancia en todo, por si cae algún voto. Ella, sin embargo, jamás se ha presentado en
Bruselas a defender la candidatura.

Las candidaturas de los “indepes” para el 21 de diciembre se hallan repletas de apellidos con
unas cuantas lisuras sobre la ortografía. Hay un Sànchez, el tal “Jordi encadenado”, del que
huyó como pudo el compañero de celda para que no le dieran la matraca con el “procés”.
Muchas “i” para vincular el primer apellido con el segundo. Al margen de los consabidos “¨”.
Todos esos disfraces pretenden ganar abolengo, porque está claro que aquí es lo único que
cuenta. Los “indepes” se han ganado la gloria de resucitar la limpieza de sangre de la España
imperial. Los menos ilustrados pretenden remontar sus ancestros catalanes a varias
generaciones, sin comprender que ese hecho delata el carácter de su manía. Los más perdidos
son los que han engendrado un odio radical por la lengua y el territorio de sus padres. Como
dijo Julio Caro Baroja acerca del País Vasco sometido a las ensoñaciones pesadillescas de los
etarras, aquí hay que mandar un tren lleno de psiquiatras.

Algunos estudiosos buscan en las candidaturas “indepes” los apellidos más comunes en
España, y en Cataluña, y apenas los encuentran.

Miércoles, 22 noviembre.

Junqueras y otros exconsejeros hacen malabarismos para salir de la cárcel. No pueden asumir
el artículo 155, tampoco la Constitución, así que pretenden conseguir que la jueza los ponga en
libertad provisional constatando que no pueden continuar con sus delitos. Así como lo
exponen, parece una causa de fuerza mayor, que no depende de ellos, que de buena gana
seguirían con lo mismo.

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Curiosamente, parece que en el mundo “indepe” la campaña estrambótica de Puigdemont no
es vista como por los demás. En principio, tras su huida desde Gerona, uno pensaría que este
hombre debía estar enterrado como político para los restos. Lo que vino después, con aquella
comparecencia belga, las contradicciones, la entrevistas con xenófobos flamencos, la
celebrada en Russia Today y las acusaciones contra los dirigentes europeos, parecen todavía
peor: pero las encuestas en Cataluña dicen justo lo contrario. Que Puigdemot recupera y que
lo hace a costa de la Esquerra de Junqueras y Marta Rovira. También debe estar robándole
votos a la CUP. Es decir, que la señora Rahola puede estar en la razón. Es una pitonisa esta
mujer. Y siendo parte ella misma del iluminismo identitario comprende algo que al resto de los
mortales se nos escapa. Los “indepes” solían repetir siempre que los demás no tenían ni idea
de lo que pasaba allá… y va a resultar verdad.

Creo que ya he dicho que en este fregado hay una completa incomprensión por las partes
implicadas. Lo que a nosotros nos parece evidente, lo creen evidente los “indepes”, sólo que al
revés. Si a nosotros nos parecen ridículas ciertas actuaciones, a ellos les parecen heroicas. Lo
que nosotros consideramos libertad para ellos es una dictadura. Lo que a nosotros nos suena a
dictadura, les suena a ellos encomiable libertad… Y así con todo. Por lo tanto, no es muy raro
que Tintín Puigdemont sea para ellos el rey de las Galos y para nosotros un friqui de cómic.

Para conseguir mayor gallardía, el expresidente de la Generalitat no ha acatado el artículo 155,


así que renuncia a recibir los 112.000 euros que tiene de paga. Pero yo creo que, después de
ver reivindicar a la Forcadell como Juana de Arco tras su paso por el Tribunal Supremo, podía
haber cobrado igual. Los suyos hubieran encontrado a buen seguro una explicación para la
bajada de pantalones. Este hombre ignora la fe de carretero de los que se le siguen.

La jueza Lamela cree que la causa debe ser llevada por el Tribunal Supremo en su conjunto y
no como partes separadas entre éste y la Audiencia. Al fin y al cabo, los señores de la
Generalitat ejercían diversos papeles dentro de una misma organización con el objeto de
lograr la independencia, quebrantando para ello todas las leyes que salieran a su paso,
Constitución incluida.

El número dos de la Hacienda catalana, Lluís Salvadó, llamó a su secretaria para que arrojara
sus papeles comprometidos al patio cuando se produjo la actuación de la Guardia Civil el 20 de
septiembre. Hay una foto suya, junto a Junqueras y Jové, con la cabeza gacha, el puño en alto,
guevarista compungido, que no tiene precio. A uno de estos prebostes se le olvidó sin
embargo borrar los mensajes que enviaba a través de la red segura Signal, hecho por el que la
Guardia Civil ha obtenido mucha información sobre la estructura establecida para dar el golpe.
Es así como actúa “la Selva”, según la llaman ellos.

Jueves, 23 de noviembre.

Hoy han declarado en los juzgados el alcalde Reus y varios concejales. Hacen frente a una
querella de la Policía Nacional por delito de odio, después de las llamadas de estos prebostes
para que la gente se concentrara en torno a los hoteles con objeto de expulsarlos de la ciudad.
Los concejales de la CUP, siempre con la imagen de Guevara en la cabeza, han acudido a los
juzgados pero se han quedado en la puerta. Había frente a ella dos manifestaciones, una que
apoyaba a los investigados y otra a la Policía Nacional. Hace tiempo que no hablamos de esto,

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pero la situación del servidor del Estado en la región es más problemática que nunca. Jueces,
fiscales, policías, guardias civiles, parecen estar pidiendo el traslado. En los colegios, los niños
de esos funcionarios deben resistir el matonismo fanático, no de los alumnos, sino de los
profesores que en más de un sesenta por ciento se declara independentista. La idea es la de
los días de octubre, conseguir que el Estado desaparecido no pueda imponer sus leyes y lograr
una independencia de facto. Ya después vendrá la otra, parecen pensar. También hay noticias
que contradicen las primeras. Las últimas dicen que, como en otras facetas, el Estado ha
resultado más fuerte de lo que se pensaba y que sus seguidores no abandonan la nave. El
patriotismo se ha reivindicado en torno al cumplimiento de la ley y la Constitución. Lógico, en
un país que ignora que un puñado de los suyos fue capaz de descubrir y conquistar un
continente y otro dio por primera vez la vuelta al mundo.

Otros “indepes” llegan hasta las casas de jueces y fiscales y hacen pintadas en las puertas. O
cortan el flujo de la calefacción o de la luz. Ya se ha dicho que Cataluña se ha convertido en
una réplica del escenario de la “kale borroka” ideada por los batasunos en el País Vasco. Por
mucho que se quiera dar la impresión de tranquilidad surgida tras la activación del artículo 155
de la Constitución, la amenaza sigue latente. Sólo hay que escuchar las declaraciones de Marta
Rovira, de la portavoz de la CUP, o del antiguo alcalde de Barcelona, Xavier Trías, culpando al
gobierno por el atentado yihadista del 16 de agosto y presentando esa proposición ante el
pleno del municipio para comprender ante lo que estamos. Este Trías es un tipo que ha salido
últimamente en los periódicos relacionado con una cuenta “offshore” que su familia disponía
en un paraíso fiscal. Según él, “parece mentira que tanto yo como la Reina de Inglaterra
estemos en esa situación”. Lo de la equiparación tiene su gracia, teniendo en cuenta que el
gachó es un probo republicano de última hora. Lo de ponerse por delante de su “graciosa
majestad” es idea suya, claro, no mía.

Lo de la “kale borroka” parece el destino más factible de esta verbena. En el fondo, era la CUP
la única organización implicada en el golpe cuyos objetivos no eran por completo reacios a la
realidad. Guardaban su coherencia desde el primer minuto y eso les ha dado todos los triunfos
frente a los aventureros de medio pelo que jugaban a interpretar la Marsellesa o “Els
Segadors” a todas horas. Lo de la separación matrimonial amistosa de España, y lo de los
brazos abiertos en la Unión Europea para recibirlos, eran tonterías propaladas por gente como
Puigemont, Junqueras o Romeva, así que la CUP ha sido la que ha impuesto sus tesis por
medio del descarte. A este último grupo no le importa nada la pertenencia a la Unión Europea,
porque su modelo siempre ha sido el País Vasco bajo la matonería etarra, y Batasuna, de la
que han copiado estructuras y procedimientos. El campo les ha quedado libre para expandir la
utopía parroquial de los carlistas vascuences. Esto es -al fin y al cabo- una revolución, y los
“moderados” suelen perder la gestión de las mismas en cuanto llegan los “profesionales”.
Hasta Puigdemont ha comprendido que debe imitarlos si quiere evitar el desastre electoral del
próximo día 21. Le arrebata más votos a la CUP que a Esquerra. Pero es que la CUP no quiere
los votos para nada. ¡Votos!, esa mistificación pequeñoburguesa. Le basta con seguir
dirigiendo el barco ebrio como hasta ahora.

Viernes, 24 de noviembre.

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Hoy Puigdemont pretende desde Bruselas tener un encuentro público, una “charla” la llama él,
con Mariano Rajoy. Sería para hablar de la independencia. ¡Qué raro! Con ello se conseguiría
una de las obsesiones de estos personajes, lograr que la Generalitat (que ya no representan
legalmente) se sentara en igualdad de condiciones con el gobierno español en torno a una
mesa. Puigdemont es, al margen de lo demás, un prófugo de la justicia, así que el encuentro,
charleta, o lo que sea, no parece que se vaya a producir. El presidente del gobierno español es
un tipo como del siglo XIX. No le hace mucho caso a estas zarandajas de las redes sociales, con
lo que a lo mejor se ha ahorrado algún disgusto. Perdió la batalla en los medios de prensa,
pero es obvio que las ganó en las cancillerías. Y, en verdad, debe pensar, ¿a quién le importa lo
que diga la prensa? El que vaya a reunirse con Puigdemont en su exilio y fuga en Bruselas en
una entelequia más del personaje. Pero ya veremos si esa derrota en los medios de prensa no
nos depara disgustos en el futuro.

Los “indepes” preparan una manifestación de los suyos en Bruselas. Han fletado decenas de
autocares y hasta varios aviones con el propósito de evidenciar que son un movimiento, que
son pacíficos, que piden la ayuda de Europa para liberar a los presos políticos y demás… El
expresident Puigdemont podrá acudir e incluso encabezar la marcha. También puede asistir su
mujer, que al margen de periodista por la independencia también echa las cartas. Lo que nadie
entiende, aunque todos sospechan, es de dónde salen los fondos sin fin que manejan las
organizaciones llamadas ÓMNIUM y ANC, convocantes del viaje. Han pagado fianzas, abogados
defensores, campañas publicitarias sin cuento, rejas en los pueblos para que se pase un rato
en comunión espiritual con los encarcelados…, y ahora viajes costosos al centro de la Unión
Europea para reivindicar sus dogmas. Envidiable, yo los hubiera puesto a dirigir el
Departamento de Economía de la Generalitat, al que tan poco caso le hacía el amable
Junqueras.

Todos esperan el día 21 de diciembre. Ya veremos lo que sale de ahí. Son difíciles las alianzas.
No menos entre los constitucionalistas que entre los “indepes”. Puede que para desgracia,
sobre todo de los primeros, sea la señora Colau y su movimiento los que tengan en sus manos
la llave de la gobernabilidad. Con lo que estamos aviados. Esta señora es como Pablo Iglesias.
Pero es quizá más lista. Comprende que su futuro depende de la ambigüedad que le permita
contar con apoyos que, de significarse en alguna cosa, se le resistirían. Cosa imposible de
practicar por su alter ego en Madrid. No le dejan las circunstancias, pero, sobre todo, tampoco
se lo permite a sí mismo.

En una comisión del Congreso el diputado Rafael Mayoral, de Podemos, niega


terminantemente la injerencia de Rusia en los hechos acaecidos en Cataluña. Pone en duda las
afirmaciones de la compareciente (una experta en el tema), también las advertencias y los
avisos de los servicios secretos de medio mundo, que han constatado que los servicios
secretos rusos han actuado en varios continentes durante las últimas fechas. Según el señor
Mayoral, estos servicios fallaron con la afirmación sobre las armas de destrucción masiva
previamente a la segunda guerra del Golfo, quiere decir mintieron, por lo tanto no hace falta
creerles nunca más. Estos señores suelen representar a menudo la imagen del mundo al revés.
Nada les complace de éste, así que todo hay que arramblarlo y construir uno nuevo. Adanismo
revolucionario que ya sabemos adónde termina.

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Lo gracioso del caso es el odio fanático y visceral que estos personajes le guardan a esta vieja
nación. No es mejor que otras, supongo que tampoco mucho peor, pero para estos tipos
salidos de quién sabe dónde no existe ninguna cosa en el universo que merezca más desprecio.
Para ellos, el independentismo de la burguesía catalana, la mafia rusa en torno al Kremlin, los
cachorros de ETA, Arnaldo Otegui, en fin, cualquier cosa merece respeto… Uno se acaba
preguntando por qué, y la respuesta es muy sencilla: lo merecen si perjudican o amenazan a la
odiada España en todo lo que puedan. Parafraseando a Churchill, aunque sé de sobras que no
es el lugar: si mañana el demonio descendiera a la tierra y amenazara con destruir hasta las
cenizas a este país, estos sujetos le propondrían de inmediato una coalición. Encima dirían que
es por nuestro bien, y porque van a fundar después otro que ellos ya tienen bien pensado en
sus cabezas.

El Tribunal Supremo acaba de tomar entre sus manos la investigación que afecta a Puigdemont
y a los exconsejeros de la Generalitat. Es probable ahora que los encarcelados empiecen a
preparar la estrategia para salir de prisión bajo una fianza. Aceptarán con remilgos el artículo
155 y dirán que la declaración tuvo una dimensión simbólica, o política, o gesticular. Poco más.
Si aquello valió con la señora Forcadell, debe valer también para ellos. Al menos, eso piensan.
De lograrlo, podrán hacer campaña electoral y se supone que hasta tomar sus actas de
parlamentarios. No es de extrañar que uno pueda hasta ser declarado presidente, o sea, que
tenemos otro mártir a la vista. Con esto nos aseguramos una larga caminata con destino en la
irracionalidad.

La señora Núria de Gispert, anciana presidenta del Parlament, que hace días le indico a Inés
Arrimadas que se marchara a Cádiz, publica hoy un tuit señalando el colegio al que acude la
hija de seis años de Albert Rivera, el dirigente de Ciudadanos. Por supuesto, el objetivo de la
deposición es señalar a la niña para que pueda ser coaccionada o insultada o perseguida por
las ideas que defiende su padre. También para ahondar en esa campaña de ponerle las cosas
imposibles a cualquiera que se atreva a discrepar sobre los exordios de la patria feliz que esta
señora pretende poner en marcha. Si no fuera por los que sufren esas humillaciones a diario,
por los que se resisten a ellas jugándoselo todo, habría que dejarla hasta intentarlo…

Sábado, 25 de noviembre.

Hay noticias de que Puigdemont podría presentarse por sorpresa en Gerona pocos días antes
de las elecciones. Es un señor de Gerona, al fin y al cabo. Como la obra de teatro de Arniches,
“Ninette y un señor de Murcia”. Ya hemos dicho que este hombre le tenía amor a los cómics
de niño y su fuga le ha permitido tomar el disfraz de los personajes que más lo inspiran. Si
viene, al fin, corre el riesgo de que lo encierren. Pero quizá piensa que puede sacar votos con
esa triquiñuela. En Bélgica sigue hablando de la independencia y ataca a Jean-Claude Juncker
por haber hecho oídos sordos al pueblo de Cataluña que representa, por supuesto, sólo él. Las
contradicciones en el mensaje del personaje no han desaparecido: según el día, la hora y el
escenario pide un acuerdo, o una declaración, o el carácter plebiscitario de unas elecciones
autonómicas. Éstas son ilegítimas, según él. Aunque él, como los demás, se presenta. También
habla de dos gobiernos solapados, el que salga al fin de las elecciones, y uno moral, el suyo.
Me parece que en todo, pero sobre todo en esto último lo lleva un poco claro. De todos
modos, las encuestas que aparecen estos días comienzan a vislumbrar a un Puigdemont

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resurgido y que puede dar la batalla como el campeón de “indepes” en el que al fin se ha
convertido. Es tan atrabiliario como la CUP.

La monja Lucía Caram había metido en el patronato de la fundación Tous, una familia de
joyeros, a las “indepes” Pilar Rahola y a Helena Rakòsnik, mujer ésta última de Artur Mas. La
monja era la presidenta de semejante invento, que con esos miembros es mejor no imaginar a
qué se dedica. Qué haga esta monja metida en berenjenales de este jaez es una pregunta que
debe contestar, si es que puede, el Vaticano. Esta monja, independentista catalana, pero
nacida en el peleador Tucumán, cuna de la independencia argentina, era desde hace años
tertuliana de la televisión. No esquiva las cadenas ni los programas de telebasura y se ha
convertido en la versión fémina del desaparecido padre Apeles, un cura que participaba en las
tertulias del corazón.

La monja es una muestra más de esa pléyade de personajes que nos trajo la crisis económica.
A ella pertenecen Ada Colau, Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Rafael Mayoral, Ramón
Espinar… La monja resultaba furibunda en esas tertulias y se llenaba la caritativa boca con
acusaciones de genocidio sobre el gobierno español. Es decir, que si hay desahucios para gente
que no puede pagar su hipoteca, con lo doloroso que pueda llegar a ser, en mitad de una crisis
económica que obliga a restricciones en los presupuestos del Estado, sea esa política acertada
o no, y aunque se halle impuesta por un club al que uno pertenece y del que a menudo se
beneficia, entonces, el gobierno que lo permite es como el de Hitler. Así, sin más distinciones.

Este tipo de cosas increíbles, aberrantes, mendaces, falaces, son las que han dado salida a la
nueva política populista. Un enredo del que desde luego no puede salir nada bueno. Sus
representantes matan moscas a cañonazos. Por ejemplo, ayer, en el consistorio barcelonés,
salió adelante la propuesta del evasor “indepe” Xavier Trías culpando al gobierno español del
atentado del 16 de agosto en la ciudad. Según dijo, y hasta nueva oportunidad, “por omisión”.
Se abstuvieron los Comunes de Colau y hasta el PSC. Se olvidaron de culpar a los asesinos
probados. Pero bueno, ¿eso a quién le importa?

Por cierto, la señora Colau declara hoy que en su juventud estuvo a punto de ser violada dos
veces. La primera la impidió un señor que pasaba por allí. La segunda lo impidieron unos
policías que también pasaban por allí, pero éstos hicieron después unos comentarios sobre la
ropa que llevaba la víctima que denotaban, siempre según ella misma, ramalazos machistas.
Esta señora es el muerto en el entierro, la novia en la boda, el niño en el bautizo… Y hay algo
de psicológicamente peculiar en la forma en que siempre se empeña en ser la única sin mácula
en cada fotografía. Por algún misterio de esos que a uno siempre se le escapan, era
considerada en su día la favorita del “poble”. Y hasta puede que siga siéndolo.

Ya hay sustituto para Juan Manuel Maza en la Fiscalía General del Estado. El nuevo fiscal se
llama Julián Sánchez Melgar. Como ya he dicho, la causa de la que en principio trataba la
Audiencia Nacional va a pasar al Tribunal Supremo. El juez Llarena fue el que puso en libertad
bajo fianza a la Juana de Arco del “procés”, a los miembros de la Mesa del Parlament, y ahora
la tocará decidir sobre el destino de los exconsejeros. El recatado Oriol Junqueras parece haber
comprendido que en este extraño mundo independentista del que él forma parte nada es lo
que parece. En principio, era su actitud digna, cristiana, pacífica, y mártir, la que le iba a dar
miles y miles de votos. Y ahora resulta que Puigdemont está remontando a su costa en todas

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las encuestas. Conclusión: en el mundo “indepe” más vale estar haciendo y diciendo
insensateces en Bruselas que penando en Estremera. Debido a esa evidencia es probable que
Junqueras cambie de estrategia y pretenda salir de prisión antes de las elecciones. Lo que no
está claro es que le vayan a creer. Al margen de que el amable Oriol parece pensar que los
católicos como él tienen unas ventajas procesales que no aparecen en ningún código de
Derecho.

Dentro de ERC cunde cierto desánimo. Marta Rovira no parece una gran candidata. Llora mejor
que habla. No ha salido muy bien del asunto de los muertos que como amenaza el gobierno
español utilizó para parar el golpe, según ella. En principio, parecía que la había llamado en
persona un general de la Brigada Acorazada Brunete ya situada a las puertas de Cataluña, y
ahora resulta que el comentario procedía del antaño cantautor Lluís Llach. Un “indepe” de
toda la vida. Éste es el mismo hombre que pretendió provocar un corralito sacando dinero de
los bancos a una misma hora. Eso fue hace acaso no mucho más de un mes, pero han pasado
tantas cosas desde entonces que cualquiera diría que fueron años. Lluís Llach no se presenta
como candidato al Parlament en esta ocasión. Algo vamos ganando.

Domingo, 26 de noviembre.

En la noche del 26 de octubre, cuando Puigdemont dudaba entre convocar elecciones o


declarar la independencia, fue el llanto de la señora Rovira dentro del sanedrín nacionalista
que había sustituido al Govern el que inclinó la balanza por la declaración. Esta señora cuando
llora deja siempre a su paso un montón de problemas con los que después los demás tienen
que pechar. Al final de la reunión, el consejero de Seguridad, a cargo de los Mozos de
Escuadra, un halcón de los “indepes” según todas las murmuraciones, pidió que se abrazaran.
Llevaban horas temiendo que la Guardia Civil se presentara a detenerlos.

Marta Rovira es candidata a la presidencia de la Generalitat por ERC, en sustitución del amable
Junqueras… No sabemos si ganará, pero cierto es que el sentimentalismo cotiza al alza. Por
cierto, esta es la misma señora que en la jornada del día 27, declaración de independencia de
Cataluña, la justificó por problemas con el recibo de la luz, que el Gobierno español deseaba
cobrarles con sadismo a los pobres paganos catalanes y que ellos deseaban más o menos
regalar. Eso sí, sin financiación posible y con el bono de la Comunidad en la calificación de
basura.

Dos encuestas de diarios nacionales dicen hoy que los partidos constitucionalistas superarán o
igualarán en votos a los independentistas. La llave la va a tener, como ya temíamos ayer, el
Podemos catalán. Este es el partido de la señora Colau. Señora experta en hacer equilibrios
para no quedar mal con nadie. El señor Pablo Iglesias es su socio en Madrid. Él no puede pactar
con los constitucionalistas, porque los odia; pero tampoco puede hacerlo alegremente con los
“indepes”, porque no lo entenderán sus posibles votantes en el resto de España. Lo más
normal es que, de convertirse en llave del “Govern”, Podemos preste apoyo a un gobierno de
“indepes” para aplicar unas medidas sociales que no digan gran cosa de una independencia.

El señor Puigdemont le concedió en la tarde de ayer una entrevista a un medio de


comunicación israelí, Canal 1 Kan. Al margen de las aseveraciones de costumbre, parece
partidario de someter a los catalanes a otro referéndum, esta vez para certificar la necesidad o

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no de estar en la Unión Europea. Se entiende que esto será después de aplicar una
independencia de España que parece cada vez más en el limbo. Así que ya tenemos campaña
para los próximos años: primero dejamos España y después dejamos Europa. Este hombre
pretende convertir Cataluña en una suerte de Corea del Norte. Para él Europa es un “club de
países decadentes y obsolescentes”, que se ha desacreditado por completo al tratar del modo
en que lo hizo el problema catalán. Se acerca a la CUP, la única que se atreve a pedir
claramente una salida de la Unión Europea para implantar otra Albania en el Mediterráneo. Y
cae en el mismo saco que los eurófobos, que en verdad son los únicos que le han apoyado en
su aventura. Se supone que de regresar a España antes del 21 de diciembre sería detenido,
cosa que según sus asesores podría darle algunos votos. Pero, ¿qué hará Puigdemont después?
Si su partido queda tercero o cuarto, las estrambóticas entrevistas en Bruselas no le van a
importar a nadie. Y después de dos semanas en el talego, ya se sabe lo que pasa. Si no que le
pregunte al amable Junqueras.

Un rato después el mismo Puigdemont ha hablado en Twitter de votar contra "la combinación
de macartismo y supremacismo español". Ya dijimos hace días que este señor iba a tener
problemas con la búsqueda de calificativos con los que desacreditar a sus adversarios. Lo de
“fascista” ya lo había agotado a más de treinta días de las elecciones. Ya veremos cuáles son
los próximos paralelismos que idea. Debe sonarle de algo lo del senador McCarthy, que para
los pobres de espíritu y los ignaros es una suerte de bestia negra que sirve de manera natural
para blanquear los sepulcros del Kremlin. Era malo el tipo, ¡pero comparado con Stalin!... Lo de
supremacismo lo dice porque es de eso de lo que lo acusan a él y a su gobierno. Hace unos días
le daba la vuelta a la enseñanza en castellano en la escuela: los demás habíamos oído que los
padres resultaban incapaces de conseguir que sus hijos dieran de clase más de dos horas por
semana en esa lengua que hablan 500 millones de personas. El expresidente dijo que era al
revés y que por ese motivo era un convencido de la creación de un Estado catalán.

Puigdemont no es más que otro espécimen de la pléyade de políticos demagogos que han
asaltado los cielos desde la crisis. Los hay como Boris Johnson, “un sabio que hace que no lo es
para que lo quiera la plebe”. Como Trump, un millonario relacionado con el pérfido ladrillo y la
peor televisión, que ha explotado el resentimiento del americano blanco —caído en el
escalafón social— contra las élites y los emigrantes. Y como Puigdemont, un señor de Gerona
que ha descubierto que uno puede utilizar las maravillas de la tecnología para imponer la
visión de los hechos que a él le place.

Por cierto, el profe de Iglesias, Errejón, Monedero y compañía va en el último puesto en la lista
de ERC. Su nombre es Ramón Cotarelo García. Cosa que ya escama por falta de abolengo
catalán en una lista cuya principal característica la establece precisamente la limpieza de
sangre en el apellido. Este hombre es de Madrid, vive en Madrid, no va a salir de Madrid. Y ha
hecho suyo de un modo extemporáneo el grito de una activista anónima de la CUP: “¡En la
miseria, pero independientes!”. No le importa arruinarse, pero es que él no se va a arruinar.
Antes lucía un aspecto de sabihondo recalcitrante, capaz de defender lo indefendible con
pasión contenida y gafas de carey. Ahora, a la vejez, se ha dejado coleta. Lo mismo que su
mejor discípulo. Aunque parece que no traga mucho a éste.

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El señor Cotarelo tuvo un papel destacado hace años. Fue uno de los defensores a ultranza del
gobierno de Felipe González cuando estalló el caso de los GAL. En fin, que es un tipo que sale a
la palestra sólo en los momentos dramáticos. De este hombre, y de Jorge Verstrynge, antiguo
secretario general del PP, que empezó su carrera como neonazi y la ha terminado como
filocomunista, han aprendido los fieles de Iglesias e Iglesias mismo la política que saben. Las
otras influencias hay que buscarlas allende el Atlántico.

Durante el golpe que culminó el 1 de octubre diversos mandos de la Generalitat puentearon a


sus superiores para conseguir sus propósitos. Normalmente, los mandos pertenecían al
PDeCAT, los subalternos poco leales a ERC. Esta suerte de trama constituyó una de las
especialidades del gobierno “indepe”: estructuras en la sombra que, fuera de la fiscalización de
la Cámara Catalana y demás instituciones creadas para ello, pudiera dar un golpe de estado.
Cuando empezó a cundir el pánico, los más altos responsables de las Consejerías implicadas en
la realización del referéndum ilegal dieron pasos atrás. Justo lo contrario de lo que hicieron los
hombres de Junqueras. Los dieron hacia delante y se saltaron el escalafón.

Lunes, 27 de noviembre.

Puigdemont ha vuelto a aparecer. Después de pedir un referéndum para la salida de Cataluña


de la Unión Europea hoy toca responsabilizar al Estado español por los muertos en los
atentados del 16/17 de agosto en Barcelona y Cambrils. Denuncia la falta de lealtad del Centro
Nacional de Inteligencia (CNI) y que tuvieran hace años contactos con el imán que murió en la
casa ocupada donde se preparaba un atentado con explosivos. Este imán se dedicaba por
entonces al tráfico de estupefacientes. Después, fue contactado, como lo son casi todos, por
los servicios de inteligencia, en busca de información sobre prosélitos que se hallaran en
proceso de radicalización. Al parecer, el tipo logró zafarse de la vigilancia actuando con
moderación frente a los fieles y dejando sus llamadas a la yihad para los fanáticos que al fin
formaron la célula. Lo de mañana será acusar al gobierno español de haber permitido el
atentado para cargarlo contra la independencia. Lo de pasado, que en realidad lo organizó el
Estado mismo para desacreditar a la policía autonómica y, con ello, el nuevo Estado que estaba
por construirse… Esto es tremendo, pero no muy nuevo. Lo mismo decían ya los “indepes” que
fueron a la manifestación en Barcelona contra el gobierno y el Rey, en lugar de a respetar el
luto, día 26 de agosto.

El referéndum sobre la pertenencia de Cataluña a Europa es una fórmula nueva de entender


esta cuestión. Para no quedar por debajo de nadie, el político de Gerona pretende pagarles a
los burócratas europeos con la misma moneda que éstos han usado con él. Ellos no nos dejan
entrar, y ahora somos nosotros los que presentamos un referéndum por si queremos irnos.
Este hombre no entiende que Europa puede vivir sin Cataluña, pero, ¿puede vivir Cataluña sin
Europa?

Parece que la campaña desde Bruselas de Puigdemont está dando cierto resultado. No
pretende convencer a los reacios, pero sí arrebatarle votos a los dos partidos que son sus
competidores naturales. A Esquerra le ha ganado la mano presentando una “lista de país” y
aprovechando que el monje Junqueras se halla dando vueltas por el patio de la prisión de
Estremera. A la CUP, por la profunda deslealtad que ha mostrado con él y por su carácter
profundamente gaseoso. Por ejemplo, esta formación debe renovar los cargos al Parlament

103
tras cada legislatura, con lo que pierde las caras conocidas y encima la experiencia del trabajo
diario en la institución. Esto es por dárselas de más “demócratas” que nadie y por hacer ver
que en su movimiento puede mandar el último mono como el primero, da igual. Puigdemont
se ha puesto a disputarle los votos en su terreno, anti-europeísta, independentista como
nadie, demagógico… Además, puede reivindicar con razón que mientras él se atrevía a declarar
la república, ¿qué hacían los cuperos? Pues borrarse del mapa.

Ha muerto el Fiscal Jefe de Cataluña, José María Romero de Tejada. Poco más de una semana
después de que lo hiciera José Manuel Maza, Fiscal General del Estado. Descansen ambos en
paz.

Martes, 28 de noviembre.

El lunes que viene se verán en los tribunales los recursos presentados por los exconsejeros
encarcelados. Tiene por objeto salir de prisión por medio de la mutación de las medidas
cautelares que les conciernen. Creen tener claro que el cambio de juez instructor les puede
facilitar la salida. Para conseguirlo rechazan actuar fuera de la ley y se disponen a tomar parte
en la campaña electoral. Acatan el artículo 155 de la Constitución, que ha sido sin duda el
artículo del año. No pocos sospechan que el trato magnánimo con ellos no nos va a traer nada
bueno en el futuro. Otros piensan que la aplicación limpia y sin traumatismos del 155 le da al
Estado margen de maniobra. Es mejor que la campaña sea los más equitativa posible y en el
fondo saben que en el futuro serán juzgados como todo hijo de vecino. Al margen de eso,
pueden volver a prisión si cambian las condiciones que permitieron su excarcelación. Por otra
parte, el Estado español ha roto un tabú. Si es necesario aplicar el 155 por motivos semejantes
ya nadie dirá que no sabemos adónde nos dirigimos y para algunos puede ser hasta una
medida profiláctica. Si todo va mal, cada vez que la caldera se caliente en exceso, se recurrirá a
echarle agua fría con ese artículo.

La señora Rahola protesta por haber sido alejada del patronato de la Fundación Tous en el que
sin que lo supiéramos se hallaba integrada. En él hacía sus migas con la esposa del
expresidente de la Generalitat, Artur Mas, y, sobre todo, con la monja guevarista Lucía Caram.
Como es normal, ésta última salió en defensa de sus dos amigas. La defenestración de ambas
damas se debe, ¿cómo no?, al fascismo. El problema de esta gente es, entre otros muchos, que
no entienden que la economía catalana está inextricablemente unida a la española. Ese ha
sido uno de los más desastrosos frentes que han tenido que descubrir los “indepes” a lo largo
de su desventurada aventura. Que cuando uno le vende su producción a unos tipos que se
hallan en el Bajo Aragón y no en Dinamarca o en Suecia, insultarlos a ellos o lo que aprecian
puede deparar serios disgustos. Tous vende sus joyas, sobre todo, en el resto de España. Si no
quieren hundirse en la miseria no pueden, no hubieran debido tampoco, poner al frente de su
fundación a este trío. No es una cuestión de boicot, es una cuestión de caridad cristiana. Y
también es una cuestión de sentido común. Los políticos pueden no tenerlo, pero los
empresarios no pueden abjurar de él.

Su propio partido ha hecho rectificar al señor Puigdemont sobre la idea de realizar un


referéndum para sacar a Cataluña de la Unión Europea. Han venido a decir que pueden ser
críticos con la actual Unión, con sus dirigentes, pero pretenden seguir en ella para cambiarla “y

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servirle de ejemplo”, no para imitar a Marine Le Pen ni a Nigel Farage. Esto de servir de
ejemplo es una cosa propia de los historietistas.

El rosarino Echenique pretende a su vez darle la voz al pueblo sobre la reforma constitucional.
No le gusta la partición de diputados y senadores que hay en ambas cámaras. Tiene demasiado
peso el PP. Hay una falta de proporcionalidad, según él, porque la ley electoral perjudica a
unos partidos y beneficia a otros. No parece que su idea sea convocar unas elecciones previas,
en las que al parecer Podemos, su partido, tendría menos representación que en la actualidad.
Con lo cual es probable que ambas Cámaras le gustaran todavía menos. Otra de las ideas
cumbre apuntadas en su entrevista es la de que el cambio constitucional se realizaría para
terminar con la corrupción. Corrupción siempre la hay, el asunto está en hacerla lo más difícil
posible y convencer a los que se tienten con un poder de investigación y penas
ejemplificadoras. Tomándolo en frío, y teniendo en cuenta los altos cargos del partido del
gobierno procesados en los últimos años por este asunto, tampoco puede decirse que esos
delitos quedan impunes. Pero, ¿todo esto tiene que articularse en una Constitución?

De esto y de otros comentarios que corren por ahí se deduce que el cambio constitucional está
en mantillas y que abrir ese debate, sin que ni siquiera haya una idea de lo que se pretende
hacer y para qué, es una irresponsabilidad. No hay consenso para establecer una reforma del
título Octavo y cada uno querrá hacer con él lo que crea que le conviene. Unos clamarán para
que se reconozca el derecho a la autodeterminación. Otros a una España federal. Otros, a
mantener sus privilegios como hasta hoy, pero fortaleciéndolos si se puede…

A veces los miembros de Podemos tienden a imitar a Julio Anguita, antiguo líder de Izquierda
Unida y alcalde de Córdoba, que además parece que en su momento fue uno de sus
inspiradores. En sus tiempos de diputado, y cada vez que subía a la tribuna del Congreso,
Anguita denunciaba al gobierno de turno por no cumplir con la Constitución. Por ejemplo, si no
todo el mundo tiene trabajo, y en la Constitución se afirma que todos los españoles tienen
derecho a un trabajo, entonces es que estamos ante un gobierno inconstitucional. Lo mismo
sucede con la vivienda, si la Constitución dice que todos los españoles tienen el derecho de
poseer una vivienda digna, como es obvio que muchos españoles no la tienen o no la tienen al
precio que ellos creen justo, pues entonces la Constitución no se cumple y se puede dar por
finiquitada. También el gobierno es inconstitucional. Así podíamos seguir con todo…

La Guardia Civil rescató este verano a dos independentistas que querían colgar una estelada en
un pico de Huesca. Les salvaron la vida y dicen que ellos no miran la ideología de nadie. Los
montañeros “indepes” se cubrieron con la célebre estelada mientras esperaban el rescate.

Miércoles, 29 de noviembre.

200 mozos de escuadra están siendo investigados por los Asuntos Internos del Cuerpo. A estos
últimos les llaman los “hombres de negro” (DAI) y se espera que demuestren la inactividad
cuando no la confluencia de determinados policías con los organizadores y perpetradores del
referéndum. Los investigados dicen que fueron de uniforme, en pareja, sin autos para llevarse
las urnas, sin balizas para clausurar los colegios y sin acompañamiento de ningún anti-
disturbio. Cuando llegaban a los centros, había en ellos centenares de personas y los mandos
no les enviaron refuerzos en todo el día. Los sindicatos del Cuerpo piensan que los mandos

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están tratando de pringar a los números para salvarse ellos de las responsabilidades que les
atañen. Trapero, el famoso Mayor, ha sido destinado a encargos burocráticos. Permanece en
ellos desde hace unas semanas. Su causa no parece que vaya a parar al Tribunal Supremo y
sigue en la Audiencia Nacional.

Una columna de periódico trataba ayer de poner en claro el ejercicio de algunos señores con
ese oficio impagable del “abajo firmante”. Estaba firmada por varios catedráticos de Derecho
Constitucional, algunos de ellos catalanes, como respuesta a una carta abierta dirigida a los
dirigentes de la Unión Europea por intelectuales y políticos europeos. Los catedráticos ponen
en evidencia esa vieja aspiración de los llamados abajo firmantes que diera tan grandes frutos
durante la Guerra Fría. Comúnmente, profesores, políticos, intelectuales y demás que se
prestan a firmar escritos con aseveraciones aventuradas y sobre temas que conocen poco más
que de oídas. Éstos son los nuevos y viejos compañeros de viaje de causas que no
comprenden. Son una suerte más de esos ingenuos a los que van destinados las performances
de los que piensan en manipularlos. Y a fe que no es muy difícil.

El señor Juan Carlos Monedero no va a ser invitado como miembro del Consejo Asesor para la
organización de los actos conmemorativos del 40 aniversario de la Constitución española. Es
una decisión de la presidenta el Congreso que no ha gustado nada en el partido de Monedero
e Iglesias, es decir a Podemos, o, como dice algún cronista, Posemos. Este señor tiene varios
libros publicados de los que se muestra muy orgulloso. Hay uno que se titula “La Transición
explicada a nuestros padres”, en el que explica lo tontos que eran nuestros padres al tragarse
como hecho salvífico una cosa tan lamentable como la llamada Transición. El libro peca del
adanismo propio del partido y uno termina por agradecer a los pobres padres de Monedero
que lo concibieran para salvarnos de la ignorancia. La opinión de Monedero puede tomarse
como la de cualquiera, pero como se trata de conmemorar, no de dinamitar la Constitución
surgida de aquella Transición, supongo que debía ser él el primero en rechazar la propuesta de
su inclusión en un evento tan imponderable. Este señor es uno de los sujetos surgidos de la
Facultad de genios en la que ha parado la escuela de Verstrynge y Cotarelo. Esta Facultad se
llama de “Ciencias Políticas”, nada menos. Pero de sus cursos ha salido una gente extrañísima
que poco tiene que ver con una ciencia y práctica más bien una alquimia.

El señor Monedero dice haber estudiado en Alemania, ha hablado dos veces en la ONU, tiene
el mejor expediente, y, sin embargo, “el PP dice que no valgo”. Es una injusticia…

El Tribunal Supremo ha citado a declarar el próximo viernes al ex vicepresidente de la


Generalitat Oriol Junqueras y a los exconsejeros que se encuentran en prisión preventiva por
un presunto delito de rebelión. También acudirán los dos “Jordis”, de los que hace tiempo no
sabíamos nada. Es probable que ese mismo día estén en la calle. La verdad que la trena ha
tenido efectos balsámicos para esta gente. Digamos que obviamente fingen para que los
suelten, pero bueno… Lo que es cierto es que Junqueras se ha dado cuenta de que su
estrategia de mártir se ha mostrado equivocada. Es Puigdemont el que lleva la voz cantante
desde Bruselas. En un sitio normal a Puigdemont los verían como a uno de esos locos que se
disfraza de Napoleón, pero en Cataluña hay muchos que lo ven como a un héroe.

“La última reforma del Reglamento del Parlamento de Cataluña, que posibilitó la aprobación
de leyes por vía urgente, no contraviene la Carta Magna. El Tribunal Constitucional ha dictado

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esta sentencia como respuesta al recurso de la Abogacía del Estado en representación del
Gobierno central. Los doce magistrados que componen el Pleno sostienen por unanimidad
que, aunque la nueva redacción guarda silencio en relación al trámite de enmiendas; no
supone que se prescinda de él. Corresponde ahora a la Cámara autonómica la regulación de
esa fase en el procedimiento de lectura única porque es imprescindible con arreglo al derecho
de participación política”. Esto es un varapalo legal para los constitucionalistas. Pero, bueno,
ahí está el politizado Tribunal Constitucional dándole la razón a los “indepes”. La señora
Forcadell se reivindica en un tuit.

Jueves, 30 de noviembre-Tarde.

La fábrica SEAT de Martorell se machará de Cataluña de triunfar la idea de un referéndum


sobre la pertenencia de Cataluña a la Unión Europea. Los empresarios se echan las manos a la
cabeza de sólo oír al señor de Gerona que anda por Bélgica diciendo insensateces. Otra idea
del sujeto es posibilitar dos gobiernos, una moral, el suyo en el exilio; y otro real, el que salga
de las elecciones del 21 de diciembre. No sabemos cómo se come esto, pero tampoco es
probable que nadie en el mundo acepte una cosa de esa clase después de ganar unas
elecciones. Son las cosas de Puigdemont. También a él le nombró Artur Mas como marioneta y
ya se le ha rebelado. Así que yo no me fiaría mucho del testaferro a nombrar ahora por
Puigdemont mismo.

Puigdemont asiste en Gante a la ópera “El Duque de Alba”. Gante es la bella ciudad borgoñona
donde nació Carlos, el que sería el primer rey Habsburgo de España. El señor Puigdemont
encuentra paralelismos entre las guerras en Flandes y la Cataluña actual. Los españoles eran
los malos de entonces y, por supuesto, también de ahora. Pero este señor suele encontrar
paralelismos en todo lo que a él le conviene. En fin…

Incluso hay un historietista, uno de esos personajes de los que hablamos hace unos días, que
asegura que el emperador Carlos fue a retirarse tras dejarle la corona a su hijo a Cataluña y no
a Yuste. Patraña, esta aseveración, que todos los historiadores de renombre se han tragado
hasta la llegada de estos sabios nacidos en el seno del pueblo. El argumento de este sujeto
para situar el retiro de Carlos V en Cataluña radica en decir que “a Carlos no se le había
perdido nada en el lugar en el que Cristo perdió la alpargata”.

Corren por la red espacios repletos de la masa de sonámbulos que ha asolado Cataluña en
estos años. Toda una serie de charlatanes, curanderos morales y estupefacientes que han
llenado las parrillas. En programas de televisión supuestamente serios se ha pretendido
venderle el puerto de Barcelona a los chinos para conseguir la independencia de España. Se
han visto señores con un ataque de histeria por oír nombrar como ser humano y no como
santo seglar a un presidente de la Generalitat como Lluís Companys. Lo de “España nos roba”
es una frase hecha, reiterada hasta la náusea, aunque sin necesidad de explicaciones. Es
simplemente una fórmula para expresar la xenofobia y que parezca que uno tiene un
argumento pasable. No todos los “indepes” presentan las alucinaciones clínicas de estos
personajes, pero el hecho de que estos últimos se hayan multiplicado y, sobre todo, hayan
encontrado tanto espacio para expresar sus exabruptos demuestra que la cosa estaba caliente
desde hace tiempo. El gobierno español miraba hacia otro lado, pero la invasión de estos locos
debía haber dado la voz de alarma.

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ERC hará un recuento paralelo el 21 de diciembre para evitar que el gobierno español ejecute
un pucherazo. Quizá teman que el gobierno haga el recuento que hicieron ellos en el
referéndum del 1 de octubre, ¿quién sabe? Ya dijimos que los exconsejeros y Junqueras
saldrán de la cárcel el viernes con el objeto de hacer campaña. Las genuflexiones ante el juez
no son más que un artificio para conseguir ese propósito. ERC, la recién callada CUP, el partido
de Puigdemont, continúan extendiendo la idea de que el Estado español es una dictadura, y lo
seguirán haciendo sea cual fuere el resultado del 21 de diciembre. No hay que descartar
tampoco que una victoria, incluso por la mínima, de los “indepes” accionara otra vez el
“procés”, aunque no sabemos de qué modo y con qué alcance.

El PSC está tratando de captar el antiguo voto catalanista por medio de propuestas que
incluyen una Hacienda propia. Es necesario preguntarse por el efecto que esa atribución, como
otras, poseen en un gobierno con una deslealtad como el de la Generalitat ha demostrado.
Cualquier concesión no ha servido para otra cosa más que para convencer a esta gente de que
el día que dieran su golpe contra el sistema constitucional el Estado no podría defenderse. Por
otro lado, las competencias en Educación terminan simplemente en el adoctrinamiento del
odio a España, la de los medios de comunicación públicos en una red clientelar de propaganda
que insulta cada día a la mitad de la población. ¿Qué harán estos señores ahora o cuando
gobiernen con una Hacienda y una Inspección de la misma en sus manos? ¿No será perseguir a
los contrarios y beneficiar a los propios?, como por ejemplo al clan de los Pujol. El señor Iceta
también propone condonar toda o una parte de la deuda de Cataluña con el Estado. En fin,
que todo esto parece una invitación a que otros hagan lo mismo y encima reciban un premio.

El señor Pablo Iglesias anuncia hoy la presentación de un artículo de inconstitucionalidad


contra la aplicación del artículo 155. Ayer ya los “indepes” ganaron una batalla en el
“politizado” Tribunal y ahora son sus aliados los que prueban suerte. Las dudas vienen,
vinieron y vendrán sobre los límites de ese artículo. El mismo está copiado casi literalmente de
la Constitución alemana. Los “indepes” creyeron en los días de autos que el gobierno estaba
facultado para darle instrucciones al Gobierno de la Generalitat, pero no para destituirlo en su
conjunto, disolver el Parlament y convocar elecciones. Obviamente, en países con una
descentralización como la de España, es necesario un aparato legal para hacer volver al redil a
gobiernos como el de Puigdemont. Pero algunos juristas disienten sobre el alcance que
permite ese artículo. El brillante Jorge de Estaban expresa hoy que el artículo 155 de la
Constitución española permite un uso coercitivo de raíz política y no sólo de índole
administrativa, como es el caso del de la Ley Fundamental de Bonn. Esto se debe a una coletilla
que los “indepes” han pasado por alto y que nos ha salvado a todos: "o cuándo una comunidad
autónoma actuare de forma que atente gravemente al interés general de España".

Lo que pretende Iglesias con esta medida es paralizar al Estado y que éste no posea defensa
frente a los ataques sobre su propia Constitución. Para él, ya lo dijo muchas veces, esto
debería resolverse mediante una negociación entre el poder sublevado y el legítimo. Una cosa
que los “indepes” llevan buscando desde el principio de su aventura. Si eso se extendiera, ¿y
por qué no lo iba a hacer?, en unos meses estaríamos hablando de unos cuantos estaditos
fundados por ensalmo. Pero, bueno, entonces enviáremos por ahí al señor Iglesias para
convencerlos de que bajo la fraterna república recién proclamada ya podían volver junto a sus
hermanos. Por cierto, en la I República, venerada por los que instauraron la II, como los que

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pretenden instaurar la III veneran la II, Cartagena le declaró la guerra a Murcia, según el
escritor Francisco Umbral. Fue la llamada “guerra de los cantones”. Un historiador británico,
Heny Kamen, especialista en España, con un libro algo desmitificador sobre la historia de la
Inquisición, se preguntaba recién sobre esos políticos que reivindican la república como forma
de Estado dando a entender que las dos declaradas en el país fueron un éxito, cuando fueron
un desastre. O como si esa forma de gobierno supusiera de inmediato la llegada a Utopía.

Viernes, 1 diciembre.

Hasta el lunes no habrá una respuesta del juez sobre los recursos de los exconsejeros en
prisión. Muchos esperan que salgan todos a la calle. Otros esperan o abiertamente desean que
no. Los fiscales del Supremo no lo ven nada claro. Los retorcimientos de los encausados para
fingir que dicen lo que no dicen no ocultan sus intenciones. Por otra parte, se supone que la
campaña será más igualitaria si los candidatos encarcelados pueden protagonizar sus mítines.

La reforma constitucional se halla cada vez más nublada. Es una prenda que Pedro Sánchez, el
secretario general del PSOE, le arrancó a Rajoy para apoyar la aplicación del artículo 155. Pero
en este erial de ideas y en este mar de ocurrencias habría que estar loco para abrir un debate
de esa clase. Ya hemos dicho que lecturas muy diversas se avienen de mala manera sobre la
modificación de la Carta Magna. Algunos la ven una especie de pócima de Fierabrás, capaz de
sanear la democracia española como un nuevo detergente. Dentro de esa Constitución se
verían reforzados unos derechos sociales que tiene que ver con la riqueza, el presupuesto, el
déficit y la coyuntura económica. Otro desean la reforma para profundizar en los errores que
nos han traído hasta acá. Podemos hace guisa de conformar esas dos aspiraciones, con lo que
este país podía estar bien seguro de no sobrevivir. La España federal es la propuesta del PSOE.
Un federalismo que los nacionalistas catalanes y vascos no aceptan desde hace años. El
presidente del gobierno, por naturaleza poco sospechoso de amar los cambios, percibe que
esta situación es un lío del que no puede salir nada, y menos bueno. Lo cierto es que el
consenso es imposible y resulta obvio que una modificación de esa clase sería vista por
muchos como una decepción, un engaño… Por otros, como derribar un muro cuando no se lo
puede cambiar por otro. Los únicos contentos serían los amantes de la bulla. Los que creen
que del caos surgen oportunidades creativas que ellos se disponen a aprovechar.

Sábado, 2 de diciembre.

Hasta el lunes no habrá noticias sobre la excarcelación o no de los exconsejeros de la


Generalitat.

Hoy han aparecido colgados de un puente de Barcelona, cabeza abajo, unos muñecos que se
pretenden efigies de los partidos constitucionalistas. Esto se hace también en las calles de Iraq
y de Siria. O en México, por parte de los cárteles de la droga. A una familia de Balsareny casi le
queman la vivienda con ellos dentro por haber colgado, esta vez de su balcón, una bandera
española. Según dicen: “nos quieren echar”. En cualquier caso, los “indepes” se dicen las
víctimas de un Estado represor y fascista. También hay un estudio sobre el proceso que ha
convencido a una parte de la ciudadanía catalana de que España es un enemigo, no un rival, no
un adversario, sino un enemigo al que hay que destruir si pretenden ser libres. Han pasado del
“España no nos entiende, no nos quiere”, al “España nos roba” y de éste exabrupto al “España

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nos agrede y nos oprime”. Han cambiado la realidad por una suerte de fantasmagoría de niños
en el que se pueden ubicar las culpas sobre un objeto o un sujeto que resulta el responsable
de todo. Las leyendas sobre ese tipo de funambulismo no se hallan muy lejanas en el tiempo y
debían advertir a cualquiera. La pureza inmarchitable de estos señores promete alargarnos
este serial, porque no les va a resultar nada fácil inventarse o buscarse otro papel.

Como en todas las degeneraciones, no sólo los historiadores serios se han visto asaltados por
historietistas. Los cómicos profesionales se han visto desplazados por churumbeles que
suponen que la gracia consiste en hacer chistes xenófobos en contra de los españoles. Uno de
ellos nos llamaba hace cierto tiempo “sarnosos” y como premio le han otorgado en la cadena
pública de la Generalitat, TV3, los bolos de las campanadas de la Noche Vieja. El tipo se va
forrar con el dinero que “los sarnosos” no tenemos más remedio que dedicar al sostenimiento
de esta televisión. Aunque él sostiene, por descontado, que le robamos. Hay otra cómica que
ejecutó en directo el hilarante sketch de la quema de una Constitución. Otra cómica que fingió
un orgasmo para reírse de un político del PSC. Otro cómico que se dedica a imitar al rey y, por
no quedarse atrás, se introduce en la faceta de los historietistas, con unas peculiares
interpretaciones históricas que dejan estupefactos a los profesionales. Pero es que ya sabemos
que las revoluciones son un baile de máscaras.

Domingo, 3 de diciembre.

Pocas noticias nuevas sobre la situación en Cataluña. Todos esperan al lunes, unos porque se
decide la excarcelación o no de los exconsejeros en prisión y otros porque el lunes es el día el
comienzo de la campaña electoral. Puigdemont pretende hacer ésta desde una televisión por
plasma. Desde la pantalla arenga a sus seguidores a continuar adelante. Los seguidores lo
escuchan en pie o sentados en el suelo. Las directrices del jefe son confusas, entre otras cosas
porque él mismo ha ido cambiado de discurso según se iban sucediendo los días. Empezó
bajando el tono, mostrándose favorable a un acuerdo, y ha terminado arruinando la campaña
de la CUP y tomado por sus antiguos compañeros convergentes como un juguete sin control.

Como hemos dicho otras veces, las encuestas parecen cambiar de dirección. Puigdemont
puede estar convirtiéndose en el favorito de los “indepes” por delante de una Esquerra
desdibujada, que con Marta Rovira a la cabeza no parece encontrar su sitio. Esto es para
delirio de la señora Rahola, “intelectuala” del “procés” y fanática sustentadora de la virtudes
del expresidente. Puigdemont le ha tomado el discurso a la CUP, que parece remolonear en
torno a sus bases y a la república proclamada, y le ha quitado todos los complejos a ese
catalanismo que era independentista desde siempre pero lo tomaba como una aspiración
ensoñada. Les propone la resistencia que él mismo se abstuvo de practicar después de la
declaración y sus seguidores sienten que están ante un personaje histórico y no uno de
folletín, como creemos el resto. El problema a cualquier salida del embrollo es que las palabras
coinciden pero los determinantes no, así que…

Antón Costas, empresario y antiguo presidente de la patronal catalana, esboza entre otras
razones el descontento que ha ido creciendo en Cataluña en los últimos años y del que dice
haber advertido en su tiempo al gobierno en Madrid. Se le muestra incómodo en la entrevista
y está a punto de levantarse dos veces para marcharse. El apasionamiento ha crecido de tal
modo que no se puede hablar con nadie ni desde la moderación. O al menos eso piensa

110
Costas. Para él, la deriva en torno al Estatuto aprobado en el Parlament, rectificado en el
Congreso y después rectificado de nuevo por el Tribunal Constitucional debido el recurso del
PP, resulta una de las causas de este embrollo. Dice que esa rectificación por el Tribunal
Constitucional de un texto que ha pasado por dos cámaras legislativas y ha sido aprobada por
las mismas es una cosa que no sucede en ninguna parte del mundo. Hay una parte de la
sociedad catalana que es completamente opuesta a lo que significa el Partido Popular, el
partido que se halla en el gobierno, sea lo que se lo que signifique éste. La crisis económica ha
multiplicado el número de “indepes”, entre otras razones porque los dignatarios de la
Generalitat comprendieron que era un buen, y acaso único, recurso de quitarse de encima las
responsabilidades. La ceguera del gobierno de Madrid les fue facilitando las cosas.

Esto ya se ha discutido en numerosas ocasiones y es una de las razones más críticas sobre el
marco autonomista surgido de la reforma política que dio lugar a la Transición. Los
nacionalistas la han entendido siempre como una especie de chantaje. A cambio de los votos
en el Congreso de Madrid se les dejaban las manos libres en su terreno. Si las cosas se tuercen
nunca es culpa de los de nuestra tribu, sino de los de fuera. En el fondo, el “procés” es poco
más que la respuesta que Mas, encharcado en las comisiones del 3% protagonizadas por su
partido, le copió al maestro Pujol cuando surgió el asunto de Banca Catalana. Atacarlos a ellos
suponía atacar a Cataluña, entonces y ahora. La primera vez les bastó con amagar. La segunda
vez se han creído obligados a llegar más lejos al comprobar que su poder se deterioraba a
manos de la Esquerra y de la CUP.

Cataluña se ha convertido en la sociedad extraña y perfecta, en el que los mismos sujetos son
el sistema y los antisistema a la vez. De hallarse en su querida república, hubieran debido
defenderse de los revolucionarios que ponían en peligro las mansiones de fin de semana en el
Pirineo, pero como para eso está el gobierno de Madrid, ellos mismos se han pasado al partido
bolchevique. Lo que no entiendo es la aseveración de que el Tribunal Constitucional no pueda
enmendar una ley salida de un parlamento, sea el nacional o el autonómico, entre otras cosas
porque los “indepes” de entonces ya hicieron un estatuto inconstitucional a propósito.

Aquí parece haber dos matices: uno orteguiano, que pretende la “conllevanza” (ese término es
propio de los filósofos alemanes de la época), porque no nos queda otra. Y otro azañista, que
pretende conceder un Estatuto —que por otra parte nunca resulta suficiente— para acabar de
una vez por todas con la cansina cuestión catalana. El primero es escéptico, el segundo
optimista. De momento, parece que Ortega va ganando. También es verdad que Azaña acabó
renegando no poco de los nacionalistas cuando estalló la guerra.

Lunes, 4 de diciembre.

El señor Junqueras, el señor Forn, y ambos “Jordis” se han quedado en prisión. Los
exconsejeros restantes han salido de la misma. El juez no se ha creído los argumentos de
Junqueras o acaso le otorga mucho peso a lo acaecido en la Consejería de Economía en los días
que van del 20 al 21 de septiembre de este año. Todos los que permanecen en prisión
tuvieron, por acción u omisión, un papel destacado en el secuestro por la turba de la comisión
judicial producida durante esas horas.

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Los restantes, ya en la calle, van a hacer campaña. Una campaña lo más envenenada que se
pueda. Han estudiado idiomas y respondido la correspondencia durante su tiempo en prisión.
El hacer ejercicio lo han dejado para Josep Rull, exconsejero de Territorio y Sostenibilidad,
amante de las partidas de ping-pong con un vietnamita también encarcelado. Rull, como
corresponde, se convirtió en el azote pingponiano del módulo en el que residía. Habla de la
comida flatulenta, de las hamburguesas quemadas, del trato recibido por los funcionarios:
bueno en la mayoría de los casos, excepto en uno. Según él, el Estado ha pretendido
humillarlos. Ahora son recibidos como héroes en las filas de sus partidos. Turull incluso piensa
participar en el debate televisivo de inicio de la campaña. Lo hará en nombre de Puigdemont.

Muchos creen que Esquerra ha perdido la fe en la señora Rovira, que se puede echar a llorar
en cualquier momento, de paso estropeándolo todo. Así que a esta señora le han buscado un
recambio para el debate televisado en un candidato de su partido por Gerona, Roger Torrent.
La excusa es que ella se ha marchado a Bruselas para participar en la manifestación anunciada
para los próximos días.

Marta Rovira fue señalada por el dedo de Junqueras como lideresa: “República tiene nombre
de mujer”, afirmó románticamente el vate para defender su propósito. Pero la actuación de la
señalada parece haber espantado no menos a los propios que a los extraños. En un debate
televisivo con Inés Arrimadas, candidata de Ciudadanos, el baño fue tal que los cronistas dicen
que el adversario de Arrimadas fue en realidad el moderador. Un tal Évole, que anda por la
televisión dando muestras de ese talante que se le aduce normalmente a la alcaldesa de
Barcelona. Es equidistante con todo y con todos. Pero de su programa, en principio nefasto
para el entrevistado, suele resurgir éste a los pocos meses como una especie de Ave Fénix.
Évole ha resucitado a Pedro Sánchez, a Arnaldo Otegui, a Puigdemont y, ¿por qué no ahora
también a Marta Rovira?

Martes, 5 de diciembre.

El juez Pablo Llarena ha retirado la euroorden que afectaba a Puigdemont y a los cuatro
exconsejeros huidos a Bélgica. Al parecer, era previsible que la justicia de ese país concediera
la extradición, pero limitara las causas por las que el expresidente y los cuatro consejeros
fugados pudieran ser juzgados en España. En Bélgica no hay delito de rebelión, ni de sedición,
así que es probable que sólo aceptaran las causas de malversación y de desobediencia, cosa
que sería un agravio comparativo con respecto a los exconsejeros que no huyeron al
extranjero. Este hecho hace que el expresidente y los encausados que lo acompañan pueden
moverse libremente mientras no crucen la frontera española. Pero la euroorden puede volver
a activarse en cualquier momento. Así que al señor Puigdemont le conviene no salir de Bélgica
por una buena temporada o por lo que le resta de vida, ¿quién sabe? Lo de venirse a Perpiñán
con el fin de regir un Govern en el exilio puede ser de alto riesgo para él. Otros piensan que
con esta retirada se pone de nuevo en evidencia la falta de cooperación entre los Estados
miembros de la Unión. Otros piensan que fue una completa chapuza permitir que Puigdemont
se fugara y dejarlo ahora en un limbo en el que puede interpretar, hasta que se canse él o, más
probable, los demás, el papel de presidente en el exilio.

Esto recuerda la deferencia que Bélgica tuvo con los huidos etarras hace años. Fue un calvario
que los jueces belgas extraditaran a los miembros de ETA. También el que más o menos los

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mismos editorialistas anglosajones de la actualidad se refirieran siempre a la organización
criminal como “organización separatista vasca”. El novelista Antonio Muñoz Molina ya tituló
“En Francoland” un artículo que tuvo mucha repercusión hace semanas. En él se refería a los
profesores e intelectuales universitarios norteamericanos que veían a los “indepes” catalanes
cargados de razones porque se enfrentaban al franquismo tardío que estos últimos decían
tener enfrente. La leyenda es lo que cuenta, así que los “indepes” han tenido un éxito en la
campaña de propaganda difícil de evaluar. Ya veremos qué disgustos nos provocan estas
campañas en el inmediato futuro. Incluso a lo lejos parecen una carga de profundidad que
estallará en el peor de los momentos.

Miércoles, 6 de diciembre.

Efemérides de la Constitución, que cumple 39 años de vida. Acto de celebración en el


Congreso de Diputados. No acuden los políticos nacionalistas, que consideran esta
Constitución, gracias a la que han logrado unas competencias que no poseerían en casi ningún
lugar del mundo, un insulto. Los temas de conversación preferentes son la reforma
constitucional y las elecciones del 21 de diciembre en Cataluña. Nadie lo tiene muy claro, ni
una cosa ni la otra. Ya hemos dicho en los días previos que la reforma constitucional se podría
hacer de forma útil sólo con los tres partidos constitucionalistas, con lo cual los demás
pondrían el grito en el cielo. Mientras no perdamos ese complejo y deseemos seguir sometidos
al chantaje de costumbre, vamos a seguir en las mismas manos u otras peores. Pero algo habrá
que hacer con ese Título VIII que tantos problemas nos ha causado. Según algunos expertos, es
el peor de todos los que contiene la Carta Magna y atesora en su regazo la destrucción cuyos
vestigios hemos visto con crudeza los últimos meses. Las competencias del Estado quedan de
tal modo indefinidas en ese título que los nacionalistas han vaciado a éste de contenido y
pretenden convertir a aquél en un poder extranjero.

El señor Puigdemont denigra hoy a España por la retirada de la euroorden. Según él, España se
atreve con casi todos, pero no con una justicia como la belga. Una justicia de verdad. Esto es
como el patio del recreo, cuando al abusón de la clase le para los pies a uno de los cursos
superiores. El señor Comín, exconsejero de Sanidad también fugado, se enreda en unas
explicaciones abracadabrantes sobre la necesaria división entre justicia penal y constitucional.
Según él, si eres político y ejerces tus funciones como tal, nadie puede juzgarte. Es curioso,
porque las teorías de estos personajes nos llevarían, de poder aplicarse en algún lugar, a un
laberinto de imprevisibles consecuencias. Nadie podría regir una república sobre las bases que
ellos mismos demandan. El enredo viene de profesar la certidumbre de que, de regirse por
ellos mismos, ningún juez se atrevería a llevarles la contraria, con lo cual estos embrollos no se
producirían jamás.

Jueves, 7 de diciembre.

La manifestación de los independistas catalanes en Bruselas fue un éxito. Como siempre. Hay
guerra de cifras, también como siempre. Y hasta imágenes de algunos coches policiales belgas
empapelados con la estelada. Los policías del “aliado” de España no parecían muy concernidos
por ese hecho. Y, al parecer, en segundos cambiaron el recuento de manifestantes de 10.000
a 45.000. Hubo bomberos catalanes, con sus uniformes, como en el día del referéndum ilegal,
el de la “huelga de país” y hasta el de la proclamación de la República. Dejaron algunos

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parques sin números con los que combatir el fuego, pero a quién le importa semejante cosa de
poder intervenir en el “procés”. Además, estos bomberos “indepes” se han convertido en una
suerte de héroes anónimos de las jornadas gloriosas. Formaban la primera línea de
manifestantes presta a enfrentarse con la policía. Y una empresa de juguetes ha montado para
la celebración de Reyes una manifestación donde la presencia de sus muñecos se ha
convertido en icono. Los niños deben jugar a “indepes” y fachas como antes se jugaba a indios
y vaqueros.

Puigdemont y los que le acompañan volvieron a acusar a España de fascista. No mucha mejor
suerte corrieron los dirigentes europeos. Esto se ha convertido en una especie de tópico. La
capacidad de movilización de los independentistas sigue sin merma. Muchos se desplazaron en
coche, autobús, avión... ¿Qué pueda hacer esta gente cuando no haya varias “manifas” al mes
es una suerte de misterio propio de la más exigente sociología? Estuvo por allá la señora Marta
Rovira y el señor Gabriel Rufián. Estos dos dirigentes parecen haber caído en cierta desgracia
dentro de su partido. Ni la señora Rovira parece tener el menor vínculo con Demóstenes, ni el
señor Rufián puede convencer a los suyos de que sus espectáculos en el Congreso —
cumplimentados gracias a cachivaches de diversa índole— no sean un bochorno que acaba
contagiando a toda la formación con un aire atrabiliario que no le conviene. Cuando eres
demasiado excéntrico para Esquerra es que lo eres para todo. En Esquerra empiezan a
escarmentar con respecto a Puigdemont y su campaña “de país”, su lista “de país”, y su
gobierno “de país”, de los que Esquerra parece la primera víctima. La “manifa” bruselense ha
sido un aldabonazo para la candidatura de Puigdemont. Esquerra ha estado de palafrenera.

El Tintín de la Generalitat parece haber encontrado un hueco y se postula como presidente no


sólo legal, sino también moral, sea cual sea el resultado. Dice que espera volver en breve si los
resultados son los que él pretende. Esos resultados podrían conseguir, según su opinión, y la
de algunos otros, “implementar” la república que se declaró en el funeral del 27 de octubre. Es
lo que pide la CUP, que anda acusando a Esquerra de escaquearse de la república cuyos
efectos los cuperos son los únicos que no han debido sentir. Así que andan dándoles lecciones
a los demás. Lecciones que los encarcelados de la Esquerra no deben tomarse demasiado bien.

Los partidos “indepes” van a hacer una campaña a rebato. Hay fisuras entre ellos, pero
pretenderán dejarlas enterradas hasta el día de las elecciones. No conviene que la parroquia
que ya ha sufrido varias decepciones compruebe ahora que los que representan su bando se
hallan encima en una pelea por quién ocupa los cargos. En realidad, no creo que la masa de
votantes confíe en que el experimento de la independencia pueda ser llevado a cabo en breve,
ni siquiera bajo otra fórmula. El suyo es un voto de rechazo por el artículo 155, por el gobierno
y el Estado español y por aquellos catalanes que les impiden ser el “poble” uniforme que
acude a las diadas y a otros saraos. Es un voto defensivo, a la contra, contra el mudar de
pareceres y las dudas que puedan surgir tras el fracaso de un experimento que no da más de sí
si no es por la ruina con la que amenaza. Es por ello que Puigdemont ha encontrado un relato
que puede beneficiarle. Nadie cree que este hombre vaya a convocar otro referéndum, esta
vez sobre la permanencia de Cataluña en la Unión Europea, cuando ni siquiera pueda traspasar
la frontera; pero votándolo apoya uno esa deriva del sentimentalismo que puede descubrirse
en ellos tanto o más que en otros rincones de la península. No he visto una cosa igual, excepto
en la República Argentina.

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Viernes, 8 de diciembre.

Continúan los comentarios sobre la manifestación en Bruselas. Puigdemont se ha dado un


baño de multitudes gracias a ella. En Esquerra empiezan a comprender que este momento
también puede no ser el suyo. Cada día que pasa, según las encuestas, ellos pierden votos y los
gana Puigdemont. Algunos de los exconsejeros excarcelados pretenden contrastar la actitud
de Junqueras, haciendo frente a sus responsabilidades, con Puigdemont en su errática fuga.
No pueden decirlo muy claro, pero están hartos del “presidente legítimo”. Si pudieran, lo
“apuñalaban”. Pero ellos mismos han caído en la trampa y no pueden enfrentarse a la idea de
ser llamados “botifler”. Ésta, junto con la de “facha” (que aproximadamente ya somos todos)
es la palabra de moda dentro del independentismo catalán. Permitirse cualquier licencia,
cualquier espíritu crítico, cualquier actitud que denote la mínima duda, la hace volcar encima
de uno. Es por miedo a ella que el independentismo se está mostrando como una roca. Otra
causa de esa fe granítica es que el “indepe” tiene interiorizado desde la cuna el papel. No tiene
otro, no pude vivir sin él, piensa que el suyo es objeto de evocación y admiración por todo el
mundo y es imposible sacarlo de ese escenario mental.

Hay unos “Vicents” que son los suplentes de los “Jordis”. “Indepes” como los originales, pero
en esta ocasión del terruño valenciano. Ambos son amados por la Generalitat. Uno reciben
miles de euros para subvencionar su periódico digital y otro es el presidente de esa cadena
televisiva ecuánime que responde por TV3. Estos personajes son los que pretenden extender
el “procés” por las diversas tierras de los “Països Catalans”. El método en Valencia, Baleares y
lo que se deje en Aragón es el mismo que el de Cataluña. Parte del sindicato de maestros, de la
política lingüística y de la llamada inmersión. La base para ello son los partidos nacionalistas
que forman gobierno regional con el PSOE. Les dejan a los socialistas las consejerías
supuestamente con más peso y se apoderaran de las que mejor puede explotarse el
adoctrinamiento. Se inventa una historia conforme a las necesidades, se explota el victimismo
y se pone uno la toga incólume del colonizado. A partir de ahí, el camino es todo derecho.
Unos cuantos raperos son los juglares de la emancipación.

Sábado, 9 de diciembre.

El señor Raül Romeva, salido hace días de la prisión, llama hoy en un mitin a terminar con el
“franquismo”, el “fascismo”, y ese largo etcétera que nos queda por aguantar hasta que la
campaña concluya. Este hombre era el ministro de Asuntos Exteriores de la Generalitat, el
responsable de Diplocat y de las embajadas abiertas por medio mundo para extender la
propaganda donde se dejara. Se nota que el paso por la cárcel les ha dado pátina de
reciedumbre a los exconsejeros: todos repiten las mismas consignas pero lo hacen
abruptamente, como el que tiene heridas abiertas que refuerzan el argumentario. El
chiringuito de Romeva ha sufrido el mayor golpe del gobierno central. Han cerrado las sedes y
la hermana del entrenador Guardiola, embajadora en Dinamarca, se halla desaparecida en
combate. Estas embajadas eran las joyas de la república en marcha. Como formen de nuevo
gobierno, la primera medida va a ser reabrirlas. Costaban millones de euros al año.

Los señores de ERC niegan mientras tanto que el señor Puigdemont vaya a ser presidente. No
puede recoger su acta antes de ser de inmediato arrestado. Lo de la manifestación en Bélgica
estuvo bien, pero muchos empiezan a entender que el acuerdo entre las diversas ramas del

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independentismo es agua pasada. Puigdemont entiende que, tras las elecciones, el “procés”
debe seguir donde su huida lo dejó. Los demás parecen escépticos con respecto a eso. El
expresidente se halla ahora más seguro del camino a seguir que cuando tenía el destino entre
las manos. En la manifestación belga llevaba una bufanda amarilla, réplica del lazo amarillo
que pretende reivindicar la libertad de los encarcelados. Junqueras, el monje; Forn, el jefe
político de los Mozos en las fechas criminosas; y ambos “Jordis” son las flores que Puigdemont
pretende rememorar. Junqueras y los suyos comienzan a pensar que esto no es más que una
pantomima por parte de un hombre que huyó de la República que declaraba en el maletero de
un coche y los dejó a ellos dando la cara.

En Barcelona, mientras tanto, hay algunas manifestaciones frente a las Consejerías. Se forman
con unas decenas de personas que pretenden demostrar que la aplicación del artículo 155
tiene algo de ese apocalipsis que habían anunciado los “indepes”. Hay mujeres de edad entre
ellas. Y no son estas damas las precisamente exentas de radicalidad. Se han formado en las
universidades que constituyen TV3 y Catalunya Radio. De esas mocedades puede aprenderse
un estudio de Historia que deja en nada a Vicens Vives, a Domínguez Ortiz, a J.H.Elliot o a Hugh
Thomas. Se han aprendido las fechas claves del “conflicto” y las arrojan como arma en cuanto
hay oportunidad. La moraleja es siempre anti—histórica, es decir, consiste en culpar a un
malvado de todas las desgracias habidas y por haber. Un malvado que nunca cambia de piel, ni
de propósitos, a pesar de los siglos transcurridos, que estas damas confunden en su senectud
con la tarde de ayer. Sucesión y secesión, por ejemplo, llevan a alguna de las mismas a ver en
Felipe V una suerte de Rajoy. Los Borbones malvados eran centralistas pero abrieron para
América el comercio catalán, podía argumentarse. El centralismo, al fin y al cabo, era una
política extendida por toda Europa con objeto de racionalizar la administración de los diversos
Estados, no un invento en exclusiva para fastidiarte a ti, pero, ¿quién las va a convencer?

La tensión entre amigos, familias, compañeros de trabajo continúa como hasta ahora. Los
partidarios de la independencia no se han rendido. Los de la unidad nacional saben que la
única salida rápida de esta situación la posee una victoria en las urnas que consiga un gobierno
constitucionalista que, sin embargo, es imposible sin el apoyo de Podemos. Es decir, que
resulta en la práctica imposible. Esos pocos escaños tendrán la llave y otorgarán el gobierno
según el lado por el que se inclinen. Hay diversas fórmulas, la más curiosa convierte al
candidato de Podemos en presidente por unos meses, y eso con 8-9-10 diputados de 135. Su
apoyo serían todos los partidos “indepes” si éstos no consiguen la mayoría absoluta. Y todo
con el objeto de convocar otras elecciones autonómicas para que no lo haga el Estado. El
objeto de semejante estrategia es vender que el movimiento de Pablo Iglesias posee la clave
de la situación, a pesar de tener una representación pírrica. Es la única fórmula que se le
ocurre al Lenin español para acallar las críticas cada vez más aceradas sobre su persona.

El señor Iglesias pretende resucitar un tripartito que tenga ahora a los suyos como factor
determinante. Los aliados serían ERC-PSC-PODEM, un acuerdo que promete dejar en nada el
desaguisado que lideró primero Pascual Maragall y, más tarde, el pobre José Montilla.
Podemos se niega a pactar con Ciudadanos y con el PP, pero —para compensar— también se
niega a pactar con el partido de Puigdemont, que según ellos representa a la derecha catalana.
Aunque esto último es una cosa cada vez más discutible. Es una fórmula que pretende evitar el
menoscabo de sus opciones en el resto de España. Ya veremos si funciona. Lo que es cierto es

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que este desaguisado ha mostrado en qué antigualla han terminado quedando las categorías
con las que nos hemos apañado hasta ahora. Izquierda-derecha es un binomio que ya no
oculta más que la desnudez intelectual y la dejadez para enfrentarse con problemas complejos
de los que no se atisba la solución.

Los nuevos partidos, que son más viejos que los que había antes, han descubierto que su única
posibilidad de supervivencia reside en mantener una equidistancia entre polos que no puedes
trastear sin achicharrarte. A Iglesias le cuesta ejecutar este tacticismo una enormidad, porque
es contrario a su carácter. Se las da de listo, se cree más listo que todos los demás, y eso lo
hace adelantar las jugadas que piensa ejecutar sobre el tablero. Esta gente ve una ingente
cantidad de series de televisión y se deja guiar por las mismas como si fueran los Evangelios.
Las alcaldesas de Madrid y de Barcelona lo hacen bastante mejor. Ellas no pretenden saberlo
todo, así que se van amoldando al cabo del día según un instinto que no debe echarse en saco
roto. Están hechas para sobrevivir y le han encontrado al tiempo esa esencia que se escapa
entre los dedos.

Domingo, 10 de diciembre.

La señora Colau declara en una entrevista en ese canal cultural llamado Telecinco su
bisexualidad. Según dice, tuvo una novia italiana que la marcó mucho. Esta señora se ha
convertido en un caso curioso de equidistancia con respecto a todos. Así que sus inclinaciones
sexuales se parecen a sus equilibrismos políticos. Uno empieza a pensar que todo lo que dice
lo dice a la busca de algún voto furtivo. Tanto ella como la señora Manuela Carmena, alcaldesa
de Madrid, se han convertido en los exponentes máximos de la “nueva política”. Jorge Bustos
lo llama políticos “de representación”, personajes a quienes no se vota por hacer algo en un
cargo de responsabilidad, sino por ser quienes son y anunciarlo todo el tiempo que los demás
se dejen. Las redes sociales son su mejor medio. Lo de ejecutar un presupuesto, por ejemplo,
es una cosa que deriva directamente en ser facha, y, ¿qué decir de esos proyectos que ambas
señoras dejan escapar de sus ciudades por no molestar a nadie? Cada una ha tomado un papel
diverso: la señora Carmena es nuestra abuela querida, y la señora Colau la prima-tía progre
que todos hubiéramos querido poseer como instrumento paralizante de la agria dictadura de
los padres.

Se suceden las encuestas sobre lo que se puede o debe esperar de las elecciones del 21 de
diciembre. Mientras tanto, un candidato de Esquerra le hace un guiño hoy a los edecanes de la
CUP. Piensa retomar la hoja de ruta periclitada si ganan las elecciones. Es decir, que piensan
llevar a cabo una vuelta al mono-tema unilateral. Las consecuencias de semejante intención
son claras hasta para los “indepes”: una gangrena política, convertida en económica, que
desangrará a Cataluña, y después a España, por muchos años. Puede que esto sea un mero
gesto para la galería, pero muestra todo lo que se halla en juego en estos momentos. Si
consiguen una mayoría, por mínima que sea, formarán un tripartito a lo Puigdemont y
pretenderán volver a la casilla de salida. En todos los casos, los que perderemos seremos
todos. Tutti quanti.

Los bienes del monasterio de Sijena, actualmente en el Museo de Lérida, que una resolución
judicial obliga a devolver a la localidad de la que salieron ya hace más de 20 años, se van a
convertir en la próxima campaña publicitaria de los “indepes”. La CUP, sus juventudes, piensan

117
esperar a la Guardia Civil a las puertas del Museo. Hablan de “tomar café”, como hace
semanas hablaban del “mambo” en alusión a las algaradas callejeras que pensaban provocar
contra las fuerzas de orden público llegado el momento de defender la virginidad de la
República. El alcalde de la localidad habla del artículo 155 como si fuera ese artículo el que
amparara el cumplimiento de una resolución judicial. No es que le importen mucho a nadie las
obras citadas, sólo se hallan expuestas una mínima parte de ellas, otra parte fue entregada por
la Generalitat en su momento; sino esa cosa de que lo mío es mío y lo tuyo también… El
nacionalismo catalán es supremacista con el resto de pueblos llamados a constituir la
entelequia de los Països, así que esperan que éstos asuman sin problemas su inferioridad. El
señor Puigdemont no desaprovecha la ocasión y culpa a Miquel Iceta de la salida de los bienes.
El señor Iceta es el candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat. No tiene gran cosa que
ver con esto, pero no se desaprovecha un ataque si el adversario puede resultar perjudicado.
La señora de guardia en la CUP habla de un “botín de guerra”. Aquí todo el mundo pretende
arrasar con el otro. La campaña está siendo la más sucia, cínica, irresponsable, cochambrosa y
adulterada que hemos visto en estos lares desde hace décadas. Al menos, yo no recuerdo otra
semejante. Las provocaciones de derechas e izquierdas resultan un juego de niños comparado
con la metralla que pretende explosionar todo lo que quede de convivencia entre catalanes y
de éstos con los restantes habitantes del país. No hay nada que permanezca al margen.

De este mismo jaez se puede levantar acta sobre la actitud del eurodiputado “indepe” señor
Tremosa, que ha convertido sus cuentas en las redes sociales en un ejemplo detallado de las
llamadas fake news (noticias falsas). Este señor se ha hecho una suerte de edecán del mundo
actual, ha tergiversado fotos, noticias, informaciones, ha retratado escenas de otros lugares
cambiándolas de continente y de época, y se retrata con individuos a los que después
entrecomilla en una muestra de apoyo que no le han dado explícitamente, ni implícitamente
tampoco. Una manifestación de la victoria de un equipo de fútbol, por ejemplo, se convierte
en manos de este mistificador en un apoyo al Govern o en repulsa por la aplicación del artículo
155. Buena parte de sus dedicaciones diarias se pasan frente al teléfono y el ordenador, que
son medios para aventar a su gusto falacias, insultos, mentiras… Otra parte de su dorado
tiempo parece dedicarla al postureo en el Parlamento Europeo, postureo que permita creer
que trabaja mucho en el mismo, o, lo que es igual, que aparece en todas las fotos imaginables.
El señor Tremosa se ha convertido en todo un “influencer”, profesión que lo mismo da para
vender chancletas que para defender el “procés” allende los mares. Según algunos de los que
le conocen de cerca, es un tipo leído, inteligente, pero se convierte en Míster Hyde si asoma
por algún lugar la palabra maldita, “España”. Entonces se transforma y nos deja ver al Tremosa
de Twitter.

La reforma constitucional de la que trataron los padres de la patria en las celebraciones del 6
de diciembre empieza a perder posibilidades. Hay tal follón en semejante tesitura que parece
imposible darle a ese empeño una articulación que pudiera llegar a alguna parte. Incluso es
probable que fuera mejor dejar el intento para una legislatura posterior, una vez se aclare si el
reparto de poder político surgido de las últimas elecciones generales tiende a solidificarse o a
evaporarse como una nube que nos nubla la vista. Parece obvio que el acuerdo debe tener
como base a los tres partidos constitucionalistas, pero, ¿qué van a decir entonces los demás,
quienes pueden ser minoritarios en el conjunto del país, pero mayoritarios en sus regiones?
¿Cómo pueden ponerse de acuerdo con respecto a una reforma partidos que pretenden revivir

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la Constitución con otros que pretenden demolerla? ¿Cómo, unos que pretenden un sistema
liberal de gobierno con otros que pretenden uno chavista? ¿Se improvisará una reforma
constitucional para otorgarle encaje a un gente que no desea tenerlo, una especie de premio a
la deslealtad que le marque el camino a los que los sigan?...

Un profesor universitario pretende hacer una crítica al libro de Podemos sobre la llamada
España plurinacional. “Repensar la España plurinacional”, lo llaman. El hombre se asombra de
que unos profesores universitarios puedan redactar semejante bodrio, del que ya hablamos
hace días, cuando Pablo Iglesias viajó a Bolivia a celebrar la Revolución de Octubre y convirtió
al país andino de Evo Morales en el modelo a seguir para cimentar una Constitución en España.
La redacción es caótica, penosa, brumosa. Las citas históricas y la interpretación de las mismas
aberrantes. Las conclusiones acabarían, de aplicarse, en un terremoto de incalculables
consecuencias. La ideíta de llamarle “régimen de 78” al régimen constitucional, por catalogarlo
como el régimen franquista, se halla a la orden del día. Otro de los mantras reiterados es el de
la “casta”. Y otro, el de que España siempre ha sido un “estado fallido”. Los prolegómenos
resaltan la idea de que en España no ha habido democracia en estos 39 años, y que seguimos
siendo un país franquista hasta la médula. País del que “la casta” se volvió a adueñar a la
muerte de Franco para, de modo lampedusiano, cambiar todo para dejarlo como estaba. Las
asociaciones internacionales de derechos humanos, diversos gobiernos de todo el mundo, las
universidades más prestigiosas, los medios de comunicación, historiadores de renombre en la
Historia de este país y otras muchas instituciones y agencias mundiales se han tragado esa
mentira a lo largo de los años. Ellos son todos tontos y estos pipiolos son la mar de listos.

Otras de las manías de Podemos es su obsesión con la república. Uno puede discrepar sobre si
la forma de Estado es preferiblemente la republicana o la monarquía constitucional, pero ello
no da para tantos embates en la actualidad. No creo que un ciudadano, por poner un ejemplo,
de la República del Sudán se considere más beneficiado que uno de la monarquía danesa. Uno
de la memorable República Democrática del Congo que uno del Reino Unido o de la
paupérrima monarquía sueca… Pero eso es debido a que para estos vates la forma de Estado
es un problema ideológico. No se trata de ser una monarquía o una república debido a que las
condiciones favorables, tradicionales o históricas puedan otorgar una forma respetada por la
mayoría y a la vez eficaz; se trata de anular los últimos ochenta años para continuar con la
misma clase de ceguera que protagonizó la Segunda República y desembocó en la Guerra Civil.
De ganarla ahora ya que no pudo ser entonces. Los señores de Podemos son ajenos a la
historiografía mínimamente respetable sobre aquel período y pretenden imponer la idea de
que la Segunda República fue el mejor período de la historia de España. Un período cortado
por un fascismo que es parte ineludible de la patria, fascismo que hay que aniquilar si no
queremos que nos aniquile a nosotros… En fin, un despropósito tras otro despropósito.

Lunes, 11 de diciembre.

Ha habido incidentes en las inmediaciones del Museo de Lérida que guardaba los tesoros de
Sijena. La policía autonómica ha protegido el camión que se ha llevado las obras a Aragón. Era
una disputa que venía de 1970, con una sentencia de 2015 que el Govern no deseaba respetar
y que se ha cumplido ahora. En su día la venta se había realizado sin cumplir con la legislación
pertinente. En cualquier caso, hemos visto las escenas que recordábamos de hace más de un

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mes. Y es que la fiera de este enfrentamiento sólo está dormida, esperando que un
acontecimiento adecuado la haga despertar. Los temores a que entremos, tras las elecciones,
en una segunda fase del “procés” no se pueden descartar. Dependiendo del resultado
electoral se halla la expectativa de una gangrena que puede establecerse por muchos años y
de la que nadie conoce su conclusión. El odio, el rencor, el señalamiento, se han convertido en
una forma de hacer política dentro de la comunidad autónoma catalana. En realidad, se ha
convertido en la única. Los presupuestos de hacer política no se fundan en las necesidades de
los ciudadanos y la resolución de sus problemas, sino en una frontera inmaterial entre dos
mundos que no pueden ponerse de acuerdo en nada. El respeto por el discrepante sólo se
mantiene hasta hoy porque el Estado ha demostrado que, tras los balbuceos, era capaz de
actuar, pero muchos están deseando que esa deriva que vimos no hace demasiado tiempo
vuelva a la carga para tomarse cumplida venganza.

Por cierto, una polémica semejante a la de los tesoros de Sijena se produjo hace años sobre los
llamados “papales de Salamanca”, que fueron devueltos a Cataluña como lo han sido hoy los
tesoros de Sijena a Aragón. Partieron de Cataluña después de la guerra civil y retornaron para
hacer cumplir una resolución judicial. También entonces hubo amenazas de bloquear la salida
de los documentos. En el caso de ahora, como en el de entonces, muchos de los que
protestaban en la puerta ni siquiera habían visitado las obras, que —en su mayor parte—
estaban guardadas en un almacén. Con un estado de conservación lamentable, según el
presidente de Aragón, Lamban. La cultura tiene muy poco que hacer en este tipo de trasiegos.
Un alto cargo de la Generalitat amenaza a los aragoneses con dejar sin servicios sanitarios a los
que viven en el límite de ambas comunidades, la llamada “franja”. El nombre de este
personaje es Josep Borrell Figuera. Un tipo que escribe columnas laudatorias a Puigdemont.
Por esos tesoros, que casi nadie había visto, claman el diputado Tardá y el expresidente
Puigdemont. Ambos cifran los hechos de hoy como un expolio. Una diputada de la CUP lo hace
como “botín de guerra”. Esto de la guerra civil es la manía paranoica de todos estos cuates.
Nunca imagino qué es lo que creen que iban a sacar de ella. Por cierto, una de las obras se ha
perdido. En el Museo de Lleida no saben decir cómo.

Ha habido un apaleamiento de tres militantes del PSC por pegar carteles de su partido en
Hospitalet de Llobregat. La diputada Andrea Levy, del PP, ha sido escrachada en una visita al
belén de San Fausto de Campcentelles. Según las imágenes que corren por internet, una
señora, acompañada de otros, enarbola el teléfono móvil con el lazo amarillo que se ha
convertido en el emblema para pedir la libertad de los llamados “presos políticos”. Como es de
noche, brilla un montón y mola un mazo, que diría un castizo. Hay silencio en este escrache,
porque es una consigna del mismo, pero —entre dientes— los escrachadores le dicen al grupo
escrachado que huelen mal y que se marchen de allá. Una de las damas que preside el
escrache se pone en primer plano para poder ser filmada, masca chicle, y es en la boca en la
que se dibuja todo el odio que siente.

Marta Rovira, la que ha llegado a ser la verdadera “llorona por la independencia”, aparece en
la agenda manuscrita del número 2 de Junqueras, Josep María Jové, como una de las
principales implicadas en la trama independentista. Documento que da cuenta de la estructura
que en la sombra, durante años, conspiró para llegar al objetivo marcado por los golpistas.
Puede ser que la señora Rovira, junto con la “cupera” Anna Gabriel, sea investigada (esto vale

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lo mismo que decir imputada) en breve. Esa estructura convivió con la legal del gobierno de la
Generalitat y es un “¿Quién es Quién?” dentro del “procés” y de su desarrollo a lo largo del
tiempo. Como ya hemos dicho en varias ocasiones, los conspiradores no se sentían limitados
por ningún poder que no fuera el suyo. Utilizaron la Generalitat como si fuera parte de su
patrimonio y obligaron a pagar a los contribuyentes sus ilegales elucubraciones. El delito de
malversación es de primero de Derecho. El de sedición, de segundo. Ya veremos en qué queda
el de rebelión, aunque ha parecido desde hace semanas que precisamente ahí pensaban los
golpistas que habían de detenerse. Los llamamientos de Puigdemont y Junqueras el día 27
pretendían mostrarles a los jueces que no podían ser acusados del mismo. Al fin y al cabo, una
vez aplicado el artículo 155, los ya exconsejeros se abstuvieron de cualquier resistencia porque
debían haber sido asesorados sobre la categoría penal que todavía creían no haber traspasado.

Según algunas declaraciones, los “indepes” han visto en la manifestación de Bruselas y en las
últimas encuestas publicadas la llegada de cierto optimismo con respecto a las elecciones del
21 de diciembre. Si hay una mayoría “indepe”, aunque sólo sea por un escaño, los partidos que
se declaran como tal se prestaran a formar un gobierno. Es obvio que habremos entrado en un
tobogán de incalculables consecuencias de darse ese caso. La independencia estará tan lejos
como de costumbre, o incluso más después de las actuaciones delirantes de Puigdemont en
Bruselas, pero nos habremos ganado una larga temporada de desaguisados que no le dejarán
energías a este país para otra cosa. Pensiones, mejora de la educación, reforma
constitucional, mejora de las condiciones del empleo, nueva fase en la construcción europea…,
se postergarán para dedicarle tiempo y energías a la matraca independista de Cataluña.

Martes, 12 de diciembre.

El señor Puigdemont promete volver si gana con contundencia las elecciones. Él dice que
asumirá el riesgo, aunque más que el riesgo lo que debe asumir es la seguridad de ser
detenido. Los “indepes”, con Puigdemont a la cabeza, han comenzado una carrera a la
desesperada por demostrar quién es el más radical en esta aventura que principió hace cinco
años el gobierno de Artur Mas. Los primeros días los dirigentes “indepes” temieron que los
afectos pudieran ausentarse tras los despropósitos que había provocado el “procés”. Hasta la
CUP pareció pensar que sus creyentes podían empezar a mostrar cierto desaliento y apostaron
por la necesidad de fingir una moderación que espantara de la mente de los suyos la idea de
que estaban por arruinarlos. Pero llegó Tintín a Bruselas, dio sus discursos contradictorios,
insultó a las instituciones europeas, se puso al servicio el Kremlin… y el creyente, desde la
inopia, despertó. Esto es inconcebible para cualquiera que no comparta la fe. El caso es que
Puigdemont ha arrastrado a Esquerra a una posición propia no de él, sino de la CUP, que la
CUP se ha quedado sin discurso y que la señora Marta Rovira anda compitiendo con el fugado
por demostrar que ella es más republicana que él. Hoy, la conocida “llorona por la
independencia” habla de restituir a Trapero como jefe de los Mozos de Escuadras (parece que
sin preguntarle la opinión al policía, que ya no quiso formar parte de la lista de Puigdemont),
reabrir las embajadas e iniciar un período constituyente que no pudo darse en octubre.

Por otra parte, las actuaciones de Puigdemont en Bruselas han enajenado de cualquier
simpatía a la Cataluña independiente que iba a lograr sin un espasmo la “revolución de las
sonrisas”. Puigdemont no sólo ha insultado a las instituciones europeas, sus dirigentes…; ha

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amenazado con destruir la Unión convocando ese tipo de referéndums que respaldan Marine
Le Pen y Nigel Farage, entre otros. Para apuntalar la estrategia no ha dudado en ponerse al
servicio de la estrategia del Kremlin, levantando todas las suspicacias posibles en el seno de los
países que han vivido cincuenta años bajo su férula. Así que ahora se puede decir sin temor
que Cataluña será independiente, lo más probable es que no, pero, de serlo, lo será fuera de la
Unión y no dentro. La Albania del Mediterráneo es otra victoria moral de una CUP que siempre
ha considerado a la Unión Europea una cosa de fachas. Al fin y al cabo, por esa cosa de las
matemáticas, son los “cuperos” los que decidieron qué iba a ser del “procés”

El triunfo de los nacionalistas corsos en la última semana es la postrera noticia de esta


epidemia. Que yo sepa, Puigdemont todavía no ha alentado a los corsos a rebelarse contra
Francia, pero ya veremos. Aunque en otra dimensión, este solo hecho sucedido en el país
vecino se pondrá también en contra de una Cataluña independiente. Cualquier reconocimiento
servirá de ánimo a las regiones europeas donde duerme este fraterno sentido ancestral que
compartieron almas benditas como la de Hitler, Stalin, Mussolini o Francisco Franco. Córcega
está poco habitada.

El actor cómico Toni Albà insulta hoy a la candidata de Ciudadanos Inés Arrimada. Aunque la
rima también puede ser tomada como significante de astuta. Antes lo había hecho con la jueza
Carmen Lamela, de la Audiencia Nacional. En este caso el significado era unívoco. Éste es el
chistoso, según él rimador, que aconsejó en un programa de la televisión autonómica
secuestrar a fiscales y jueces en Cataluña para cambiarlos por los miembros del “procés” que
pudieran ser encarcelados por los tribunales de Madrid. Obviamente, el tipo ha encontrado
una forma de vida con cargo al presupuesto. Si diciendo esas cosas no te fichan en TV3 es que
también lo hacen en Catalunya Radio. Así que posee un par de salarios seguros y abundantes
por bromas que no te pagarían en ningún otro lugar de la tierra. También hace imitaciones del
Rey. El tipo dice que a lo mejor no se presenta a los requerimientos del juzgado “porque para
eso vive en una república”. Es un argumento peculiar y propio de un estudio psiquiátrico. No
se sabe si pretende decir que piensa que en las repúblicas no se juzga a nadie o que en la suya
no pueden juzgarlo a él.

Ha vuelto a la palestra Albano Dante Fachín. Lo hace como telonero de los “indepes” de ERC y
la CUP. El señor Iglesias debe temblar con la aparición de su alter ego en Cataluña. Un hombre
que se retiró poco antes de ser cesado y que ahora pide el voto para los “indepes” pata negra.
De lo que no se sabe gran cosa es de la diputada Àngels Martín, la que lo acompañó en la
memorable jornada del 27 de octubre al declararse la república. Esta señora es la que no
consiente ver una bandera española si no la tira al suelo y la llama trapo. Fachín puede restarle
votos al partido de Iglesias. Denuesta con convicción la política de Podemos y pretende
vengarse en dónde más le duele al Líder Supremo. Éste se halla en horas bajas, criticado por
todo hijo de vecino y creyendo encontrar jugadas maestras que provienen de series televisivas
que han abundado como hongos y de las que es una especie de fanático. Dante Fachín puede
ser, al margen de un quebradero de cabeza para Iglesias, una suerte de recambio de Gabriel
Rufián en Madrid.

Eso sí, Podemos, o Posemos, pretende cambiar el día de la Fiesta Nacional, el 12 de octubre
(descubrimiento de América), por el 15 de marzo, marchas reivindicativas contra los efectos de

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la crisis económica que ellos articularon para convertirse en líderes y acceder a los palacios de
la odiada “casta”. Estos tipos no necesitan abuela. Son, como cree el experto constitucionalista
y fundador del movimiento, Juan Carlos Monedero, una aparición histórica que deja en nada,
la Atenas clásica, el nacimiento de Cristo, el Renacimiento, el Siglo de Oro, el de las Luces y por
ahí. No sé qué seríamos, pobres, sin ellos.

En Gerona, territorio insurgente de donde procede el valiente Puigdemont, han cambiado el


nombre de la plaza principal de “la Constitución” por el del “1 de Octubre”. Han votado a favor
todos los “indepes”…, y el PSC, que siempre es difícil saber a qué juega. No se sabe si Miquel
Iceta estaba al corriente o es que los miembros de su partido se hallan tan acomplejados
frente a los independentistas que a veces, o más bien a menudo, éstos los abducen.

Iceta hace un trabajo de equilibrismo, de transversalidad, que pretende restarle votos


nacionalistas a PDeCAT, ERC o la CUP. Éstos lo saben, así que lo incluyen en todo el falansterio
de descalificaciones que se les ocurren a diario. Un día, el PSC es parte del “tripartito del 155”.
Otro día, es Iceta en persona el que comete el expolio sobre los tesoros de Sijena. El siguiente,
es el PSC el apestado que hay que expulsar de todos los gobiernos municipales… Mientras
tanto, el pobre Iceta va proponiendo una serie de medidas con las que contentar a sus
antagonistas. Éstas han ido desde la creación de una Hacienda y una Inspección fiscal por
entero catalanes, al indulto de todos los encausados por el “procés”. De tal calado es la
campaña de difamación que un profe universitario, otro de esos tontos abducidos por su
cuenta en Twitter, lo ha insultado por sus inclinaciones sexuales. El profe ha debido dimitir
después de pedir disculpas. Éste es el mismo tipo que en otro tuit celebraba hace semanas la
muerte del Fiscal General José Manuel Maza.

Marta Madrenas, alcaldesa de Gerona, afirma hoy: “Las libertades están por encima de
cualquier ley, incluida la Constitución”. Curiosa afirmación. Uno da en creer que todos estos
alucinados están por hallar por sí solos una nueva forma de gobierno. Como en todas las
revoluciones, han salido a la palestra una serie de tipos estrambóticos que compiten entre sí
por llegar a decir la insensatez más espectacular. Lo de la alcaldesa es una frase a tener en
cuenta. Porque son las leyes, ¿qué si no?, las que limitan y protegen la libertad. Lo que sucede
es que ella piensa que la libertad es exclusiva de los suyos y que éstos, pero desde luego no los
otros, pueden vulnerarlas y violentarlas todas las veces que lo deseen. Que alguien que ejecuta
un cargo público se disponga a hacer esas aseveraciones muestra por sí solo adónde ha ido a
parar el concepto de legitimidad democrática en Cataluña.

En Zaragoza ha muerto un hombre por portar unos tirantes con la bandera de España. Su
nombre es Víctor Laínez. Un individuo presuntamente lo golpeó en la cabeza con una barra de
hierro. Su nombre es Rodrigo Lanza. Por supuesto, lo hizo cuando Laínez se hallaba de
espaldas. Tras derrumbarse, le dio varias patadas en la cabeza, es decir lo remató, y después
huyó. Este es el primer cadáver provocado por el “procés”. Puesto que el fallecido era un
catalán que vivía desde hace años en Aragón, pero el que presuntamente lo asesinó es otro
“catalán” que huyo de la Comunidad después de haber dejado tetrapléjico a un policía local en
una intervención sobre un inmueble “ocupado”. Rodrigo Lanza había pasado varios años en
prisión debido a aquellos hechos. Tenía relaciones largas y estrechas con los movimientos
antisistema y había sido convertido en héroe por diversas asociaciones que habían encontrado

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en la que fuera su condena una suerte de estafa judicial y policial. Según ellos, Lanza era
inocente. Los policías que lo detuvieron, culpables de torturas. Así que después de tanto
especular con los innumerables heridos de la jornada del día 1 de octubre, los deprimidos y los
aturdidos, ahora sí que tenemos un muerto de verdad. Causa de su asesinato: llevar unos
tirantes con los colores de la bandera de su país.

También hay un ataque de unos neonazis a un simpatizante de la CUP en Salt. Y también una
investigación de la Fiscalía sobre la señora Marta T. que en el día de autos del 1 de octubre
acusó a la Policía Nacional de romperle “todos los dedos de una mano” y de haberle realizado
tocamientos. Ambos a conciencia. La rotura de dedos quedó al fin en una capsulitis en uno de
los mismos. Lo de los tocamientos, no sabemos ya en qué…

Miércoles, 13 de diciembre.

El monje Junqueras escribe de nuevo desde la cárcel. Destinatario: Rajoy, presiente del
gobierno. Motivo: reclamar que acepté el resultado de las elecciones del 21 de diciembre y en
esta ocasión no emplee las porras. Según lo escribe, parece que él también fue aporreado el 1
de octubre. Al margen de eso, el vate de Esquerra pretende extender dudas sobre la limpieza
de los comicios. Es decir, que es probable que la que no acepte los resultados si éstos no son
muy benéficos con ellos es la Esquerra. Junqueras afirma también que es el momento de la
política. Es decir, de que los jueces dejen de actuar, el gobierno se siente a una mesa a
negociar la independencia y ellos dicten los términos de la misma. Denuncia que en su prisión
no hay un solo condenado por corrupción del PP, cuando son cientos (aunque esto puede ser
porque hay más cárceles que en la que él pena). También hay que recordar que Junqueras
llevaba muchos años sentado junto a los corruptos de Convergencia y esto no lo incomodaba.
Habla de los ataques de neonazis y fachas en general contra los pacíficos “indepes”, que no
molestan a nadie y se dedican a lo suyo. Se despide de Rajoy deseándole una Navidad feliz
junto a los suyos. Navidad que él no puede tener. Ahora corresponde el llanto de Marta Rovira.

Arcadi Espada se pregunta en qué país del mundo se mata a una persona por llevar unos
tirantes con los colores de la bandera nacional. El presunto asesino de Víctor Laínez es nieto de
un almirante chileno que fuera uno de los apoyos fundamentales de Pinochet. Vivía en
Barcelona hace años. Hace años se vio envuelto en el desalojo en una casa ocupada. Según la
sentencia que lo condenó, arrojó una piedra que golpeó en la cabeza a un policía local,
dejándolo tetrapléjico. Más tarde, hubo una campaña apoyada por la izquierda antisistema,
con Colau a la cabeza, que denunció aquel juicio como una estafa. Incluso se rodó una película
en la que él hoy sospechoso de asesinato era tratado como una especie de mártir. El
documental, que recibió un premio de 7000 euros de la ciudad de Barcelona, otorgados por el
alcalde offshore de la época, Javier Trías, se convirtió en un referente del movimiento okupa.
Tan es así que, después de su excarcelación, Rodrigo Lanza dio una conferencia en la
Universidad de Salamanca bajo el título de: “Procesos de fascistización y montajes policiales".

El señor Rufián ha denunciado el crimen de Zaragoza. Pero a este señor le dura poco la
moderación. O, más bien, se ve obligado por su papel a contentar a las fieras de su cuenta, que
siempre piden más. Así que ya veremos cuál es la próxima burrada.

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Como ya decíamos hace días, el señor Iglesias ha tomado las cartas de Anguita y se ha
presentado hoy en el Congreso de los Diputados acusando al gobierno de inconstitucional por
no cumplir algunos de los artículos comprendidos en la Carta Magna. Se supone que el señor
Iglesias detesta el “régimen del 78”, “régimen” nacido de esa Constitución, pero a veces
defiende pomposamente lo mismo que dice detestar. Durante el “procés” el Líder Supremo
acusó al gobierno central de cosas que estaba cometiendo, a la vista de todos, el gobierno
catalán. Era de gran impacto ver al Lenin español decirle a Rajoy que estaba rompiendo
España, llamarlo golpista, y culparlo de la secesión de Cataluña. Mezclar la secesión con unos
casos de corrupción que poco menos que la justificarían (eran exclusivas de este gobierno y de
este régimen, según él), mostrar un odio carnívoro por esa entidad sin nombre, memoria,
honor o merecedora de respeto que era una patria que a la vez decía amar, dejaban a la gente
boquiabierta y en una especie de ensueño.

El señor Puigdemont, mientras tanto, dice desde Bruselas que la independencia es un gran
negocio y que el someterse a España le cuesta a cada familia catalana 10.000 euros. Esos
cálculos los ha hecho él, pero no nos dice en base a qué. Pero tampoco importa. No dice nada
de la fuga de las sedes sociales de las empresas, que son ya más de 3000; de las fiscales; de la
caída de la economía en diversos sectores que provocó el proceso que él mismo dirigió; de la
rebaja en el número de turistas llegados a la región; o de la pérdida de la gran oportunidad que
para un sector puntero significaba la Agencia Europea del Medicamento, etc...

Ya hemos dicho antes que Puigdemont es una especie de portavoz de los imposibles. Ninguna
postura le parece inadecuada si sirve para arrimar el ascua a su sardina y no le cuesta nada
decir todo lo que se le aparece por la cabeza. De hecho, su éxito en campaña está
emparentado con ese mundo al revés en el que viven sus votantes o creyentes. Éstos piensan
que el universo es una suerte de gradación de su voluntad y ya tienen a las televisiones y
radios autonómicas para otorgar el giro mediático con el que conquistar la eternidad. Algunos
“indepes” se indignaban y extrañaban en las redes sociales por el modo en que Vargas Llosa
pronunció mal los apellidos de Puigdemont y la señora Forcadell en la manifestación
constitucionalista del 8 de octubre. Para ellos, ambos personajes suponen un hito
incontestable en la historia atribulada de la humanidad, que sin su presencia quedaría poco
menos que desnuda, y es increíble que no se los conozca. Vamos, que no sabemos la suerte
que tenemos de poder vivir en el tiempo en que los astros nos han iluminado con su intelecto
privilegiado.

Jueves, 14 de diciembre.

El PSC de Iceta vuelve por los fueros de Montilla. Pide el indulto para todos los encausados
relacionados con el “procés”. Lo del indulto es una propuesta desacreditada, puesto que los
investigados ni siquiera han pasado por un juicio que los puede declarar culpables, pero
también inocentes. También es descabellada porque nadie, Iceta tampoco, sabe cuáles van a
ser las próximas actividades de los “indepes” y de sus dirigentes, así que de indulto en indulto
podemos estar indultándolos el resto de nuestras vidas. Esa medida debe servir para “cerrar
heridas”, según Iceta, pero más bien serviría para convencer a los facinerosos de que sus
actuaciones no tienen castigo y pueden volver a ponerlas en práctica hasta que consigan sus
propósitos. Este tipo de actitud es la que ha terminado por convertir a los diversos partidos

125
nacionales (incluido el que sostiene al gobierno de Mariano Rajoy) en marginales dentro de la
política catalana. Lo hemos visto tantas veces que parece increíble que el PSC se preste otra
vez a ese juego. Sus votantes suelen tomar este tipo de elucubraciones como una traición que
los deja a ellos al pie de los caballos. Tienen razón.

Otra de las ideas de campaña del señor Iceta, que ya hemos comentado hace días, es la de
confeccionar una Hacienda catalana y una inspección con esa misma atribución. Imaginen el
uso que le iban a dar a ambos instrumentos los “indepes” de poseer semejante poder entre
sus manos. Visto a distancia parece que el señor Iceta pretende regalarle ahora a los “indepes”
los instrumentos que les faltaron para lograr sus propósitos.

La justicia belga ha archivado este jueves la causa abierta contra el expresidente de la


Generalitat , Carles Puigdemont, y los exconsejeros Antoni Comín, Lluís Puig, Meritxell Serret y
Clara Ponsatí (esta señora también se ha puesto un acento sobre el apellido y logra de ese
modo que éste suene más catalán) . Éste es el efecto de la retirada de la euroorden por parte
del juez Pablo Llarena, que instruye la causa en la Sala Segunda del Tribunal Supremo. El señor
Puigdemont y sus acólitos pueden moverse hoy libremente por territorio de la Unión. Han
ganado una batalla. Pero también es verdad que la euroorden puede volver a activarse cuando
el juez lo decida. En Francia ya asumen que, de hallarse en su territorio, y de ser cursada de
nuevo, entregarían a Puigdemont sin mucha pena y sin ningún remordimiento. Así que Tintín
debe elegir ahora entre permanecer con sus amigos los flamencos o decidirse por volver a
recoger su acta de diputado y acompañar al monje Junqueras en Estremera. El héroe promete
que, si vence en las elecciones, volverá. Algunos no lo ven, sin embargo, tan claro.

El titular del juzgado de instrucción número 13 de Barcelona, Juan Antonio Ramírez Sunyer,
permanece ingresado desde este lunes en un hospital. Éste es el juez que ordenó las
actuaciones en diversas consejerías el día 20 de septiembre. Tras la muerte de Maza y del fiscal
jefe de Cataluña parece que una plaga se cierne sobre ese estamento que ha sido el martillo
con el que el Estado ha peleado con el “procés”. Y, por cierto, lo ha machacado. El yunque lo
ha constituido la Guardia Civil, que va desvelando uno tras otro todos los instrumentos de la
trama que la Generalitat utilizó en su desvarío. “La Selva”, como la llamaban los conspiradores,
ha realizado un trabajo de investigación que ha ido dejando al desnudo los procedimientos y
los usos que los hombres de Puigdemont y Junqueras emplearon para obtener sus propósitos.
Ellos se consideraban superiores y se han despertado a una pesadilla que no tiene término.

Rodrigo Lanza fue el hombre que presuntamente asesinó a Víctor Láinez por llevar unos
tirantes con los colores de la bandera nacional. El abogado que defendió a Lanza de la
acusación de haber arrojado una piedra que dejó tetrapléjico a un policía local barcelonés fue
Gonzalo Boye, letrado hoy de los exconsejeros de la Generalidad Serret y Comín, a quienes
aconsejó que se quedasen en Bruselas tras ser citados a declarar por su participación en el
referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. El señor Boye cumplió condena por colaborar con
la banda terrorista ETA en el secuestro del industrial Emiliano Revilla en 1988. El letrado pasó
varios años en la cárcel por dicho secuestro. Fue a su vez miembro del MIR (Movimiento de
Izquierda Revolucionaria) chileno. En fin, que estamos acogiendo a los más granado del
subcontinente hermano. Menos mal que, para compensar, tenemos a Mario Vargas Llosa y a

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esos millones de personas que vinieron a este país con el fin de mejorar sus condiciones de
vida pensando que formaban una parte de él. Para mejorarlo, no para tratar de destruirlo.

La verdad es que los siete días que quedan hasta las elecciones pueden ser aprensivos. La
campaña de mentiras va a continuar después de los comicios y pone en entredicho que
podamos volver a la senda de la que nunca debimos salir. La campaña de los “indepes” ha sido
una copia de la de Trump. Ponen en duda la limpieza del sistema constitucional; pretenden
hacer un recuento paralelo por temor —según dicen— a un pucherazo; deslegitiman la
independencia judicial, al servicio siempre del gobierno; acusan de violencia a los adversarios,
pero justifican los atentados que reproducen los suyos; pretenden hablar por una enorme
mayoría que nunca han tenido; niegan la democracia española como algo comprobable… Con
todo ello uno tiene la idea de que estamos ante un asalto gigantesco contra la convivencia
pacífica, legítima, respetuosa de los procedimientos legales constituidos. Es un peligro para la
democracia porque el discurso no se basa en propuestas o soluciones a problemas dados o
incluso imaginarios, sino en una identidad que le niega al otro cualquier legitimidad y no duda
en mentir con tal de hacerse con el espacio público y arrojar al discrepante de él. Por supuesto,
lo hacen en nombre de la democracia, la libertad, la dignidad, la verdad…

El señor Carles Riera, candidato de la CUP a la presidencia de la Generalitat, define el


movimiento independentista como "pacífico". Se trata de una entrevista concedida a un medio
de comunicación. Unas líneas poco más allá describe a España como "un Estado franquista y
fascista, política y sociológicamente, hijo de una reforma del antiguo régimen y no de una
ruptura". Para rematar, el señor Riera califica a la Unión Europea de "institucionalidad
económica y política absolutamente conservadora, cada vez más escorada a la derecha y la
extrema derecha. Como proyecto democrático, es un proyecto muy fracasado". El señor Riera
añade que “la revolución de las sonrisas” también tendrá que enseñar “los dientes, las grifas y
los puños”. Grifa es una suerte de llave inglesa. Así que ya veremos en qué acaban las sonrisas.
Este señor empezó su carrera política robando una bandera de España del Parlamento catalán
y la continuó justificando los atentados de la banda terrorista ETA. En fin, un mirlo blanco.
Según su currículum, se dice terapeuta, pero ya advierte José García Domínguez que entre los
“indepes” abundan los tipos con unas dedicaciones exotéricas y los que suelen concederse a sí
mismos títulos académicos sin pasar por ninguna escuela.

Lo de la ruptura con el antiguo régimen es una idea que ha vuelto a la luz después de años. Es
una suerte del problema del pecado original que ya estudió Karl Popper sobre las instituciones
sociales. Este tipo de planteamiento hace tabla rasa de las condiciones en la que se produjo el
pecado y tiende a deslegitimar cualquier solución posterior. El asunto no es si la sociedad
española ha mejorado desde la instauración de la democracia representativa, si ésta la ha
igualado en términos reales a los países de su entorno; sino si la instauración de la misma no
fue conseguida por medio de un procedimiento que la deslegitima para siempre jamás. Otra
vertiente de este tipo de planteamiento reside en la sacralización de diversos acontecimientos
que se consideran edades de oro, arcadias felices, a las que inevitablemente hay que volver.
De poco sirven, claro, los estudios de una historiografía científica que pone en duda la
existencia de la arcadia de la que se habla. Aquí lo único que importa es la “virginidad”, pero
como esa condición es imposible de conservar u obtener en materia de esta clase promete
llevarnos a todos a la zozobra. Jamás encontraremos la arcadia, pero si seguimos las pulsiones

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maniacas de estos personajes nos veremos conducidos a una pelea por la pureza de los
orígenes de la que no saldremos jamás.

Los medios de comunicación internacionales, sobre todo los anglosajones, siguen guardándole
una gran simpatía a los “indepes”. Ya sea en el New York Times o en el Financial Times, el éxito
de los “indepes” con los corresponsales de estos medios no deja lugar a dudas. Los cuidan
mucho más de lo que lo hace el gobierno español. Obviamente, a esto también ayuda el lugar
en el que se producen los hechos. Habría que ver qué decían los mismos editorialistas si un
Estado pretendiera desgajarse de los EEUU porque sí. La guerra de secesión que los “indepes”
dicen protagonizar desde 1705 se produjo al otro lado del Atlántico entre 1860-1865. Pero no
sólo ése es el caso. Los anglosajones también pueden necesitarnos como reliquia de la
“leyenda negra” que tanto imanta a los independentistas catalanes. Si España continuara
siendo la franquista y la del rosario podría retirarse la mirada sobre la increíble elección de
Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos y la nefasta decisión sobre el Brexit.
También hay mucho “hemingway” por estos pagos. La fina observadora Cayetana Álvarez de
Toledo ya nos advertía hace semanas de que podíamos esperar poca ayuda de este frente.
Según ella, íbamos a tener que hacer el camino solos, y, cuanto más tiempo pasa, más parece
tener razón. También ha sido ella la que ha puesto en el blanco cómo la desidia, el hartazgo, el
interés particular ante las maniobras de los nacionalistas nos han traído hasta acá. Es
responsabilidad de los dos partidos que se han alternado en el gobierno el no haber
comprendido que la situación prometía explotar y que los nacionalistas no podían seguir
eternamente siendo la balanza de todo el sistema.

Viernes, 15 de diciembre.

El señor Iceta ha retirado la propuesta de indulto para todos de unos días atrás. La considera
prematura, con lo cual supongo que quiere decir que la va desempolvar a no mucho tardar. La
propuesta había concitado críticas desde todos los ángulos. Miquel Iceta parecía querer imitar
con ella a la alcaldesa de Barcelona, capaz de contentar a todos según el caso y el lugar. Pero
no ha tenido éxito porque la jugada puede hacer que sus votantes se marchen a las filas de
Ciudadanos y encima le suponga un problema a Pedro Sánchez en el resto del país. Los
“indepes”, supuestos beneficiarios de esa medida a bulto, también se han retorcido contra
ella. Al fin y al cabo, el señor Iceta parece dar por sentado que ellos son culpables, cuando son
inocentes, como cualquiera puede comprobar.

Las últimas encuestas se publican hoy, a una semana del referéndum. Se espera una
participación récord, de más del 80%. Las estimaciones pueden cambiar en días, si no en horas,
y nadie le presta demasiada fiabilidad a unas previsiones en un escenario tan complicado. Es
probable que no haya una victoria rotunda por ninguna de las partes. Los “indepes” se han
mostrado rocosos. Son señores y señoras de santoral y parroquia, que —curiosamente—
consideran protomártir a Puigdemont por delante del monje Junqueras. Pueden perder
escaños en la refriega, pero incluso así se supone que pueden rozar la mayoría absoluta. Por
otra parte, se sienten más cómodos en esta situación que en la proclamación de una república
que no saben cómo administrar. Cada uno tenía para esto una idea distinta y la verdad es que
la mayoría se conformaba con poner en aprietos a los de “Madrit”. Así que el fracaso es —
según sus impresiones— relativo.

128
La ley electoral está de parte de los “indepes”. Ninguno de los gobiernos de la Generalitat ha
llegado a cambiarla. ¿Por qué? Porque cifra en 50.000 votos un escaño en la provincia de
Barcelona, provincia de la ciudad “botifler”; mientras que en las provincias de Lérida o Gerona
bastan poco más de 20.000 para conseguirlo. Los mayoritarios en estas dos últimas regiones
son los nacionalistas, claro. Esta añagaza permite que uno tenga más votos, pero pueda perder
en el número de escaños.

Si Ciudadanos es el primer partido en sufragios, una victoria moral del partido de Rivera y de
Arrimadas se habrá producido. Es difícil que Inés Arrimadas pueda ser proclamada presidenta,
pero habrá logrado romper la imagen de unanimidad que los partidarios de la independencia
llevan años proclamando. El acuerdo entre “indepes”, de alcanzar estos partidos la mayoría
(68 diputados), tampoco será fácil. La CUP encabezada por el señor Carles Riera pretenderá
volver a implantar la hoja de ruta que quedó interrumpida el 27 de octubre. Incluso se habla
de tomar las instalaciones del Estado desde ese mismo día. El señor Puigdemont pretende ser
declarado presidente, o reconocido como tal, sea cual fuere el resultado. El señor Junqueras
pretende ser presidente él, incluso encarcelado. Va a darse una disparidad de intereses
personales y judiciales entre los que huyeron y los que se quedaron. Si ninguno de los dos
bandos alcanza la mayoría, la llave la tendrá el Podemos del señor Iglesias y de la señora Ada
Colau. Iglesias pretendía una alianza de izquierda entre ERC, PSC y su propio partido, pero
parece que los números no dan, así que le va a tocar darle el gobierno a uno u a otro. O, quizá,
presentar a Domenech, su candidato, como único presidenciable. Eso después de haber
obtenido 8 o 9 escaños de los 135 que forman el conjunto de la Cámara. Una victoria
constitucionalista debería superar el hándicap que prima a los “indepes” en las zonas rurales y
los castiga a ellos en las urbes. Al parecer, Arrimadas ganará claramente en la provincia y en la
ciudad de Barcelona. El partido del gobierno está a la baja en todas las encuestas. Después de
las dudas de todos, aplicó el artículo 155 y ahora se ve demonizado por hacerlo. Algunos creen
que lo hizo de modo temeroso y otros que las escenas del 1 de octubre en torno a los colegios
fue una torpeza de la que es difícil recuperarse. La presentación por parte del partido del
gobierno, entonces en la oposición, del recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto de
2006 ha sido exprimida por los “indepes” como un agravio insoslayable. Al margen de ello, el
partido del gobierno ha cambiado tantas veces de discurso en Cataluña como el PSOE, así que
ahora ambos pagan la factura frente a otro, Ciudadanos, que nació en Cataluña para denunciar
la deriva del Estado en la Comunidad Autónoma.

Parece que el señor Puigdemont ha abandonado la idea de regresar a España a votar el día 21.
Su mujer apareció ayer en un mitin de su partido y fue aclamada. PDeCAT pretende que Carles
Puigdemont sea considerado presidente sea cual fuere el resultado electoral. Digamos que
afirman tener una legitimidad moral que Junqueras piensa tener él por arrostrar la cárcel y no
salir huyendo. Parece que ambos hombres ni siquiera se hablan y que en ERC consideran lo de
la bufanda amarilla que porta Tintín una muestra de cinismo. El tener que recomponer los
acuerdos para formar otro Govern es un calvario, un cansancio y un quebradero de cabeza
para todos. Además, es inevitable que ambos partidos estén en manos de la CUP o de
Podemos para formar gobierno. Incluso puede que les toque estar en manos de los dos. Es una
situación envenenada que promete una parálisis o la vuelta en breve del 155. Ahora ya nadie
va a tomarse a los “indepes” muy serio en Bruselas y el camino a seguir es una incógnita. Hasta
en Europa se han aburrido de este sainete. La opción más racional sería la de tratar de llegar a

129
un acuerdo con Madrid, pero entonces la CUP acusará al “botifler” de turno y dejará caer al
Govern a voluntad. En fin, un laberinto. Pero pactarán para no defraudar a los votantes.
Tampoco tienen otro programa, otra opción.

Obviamente, la solución a todo este follón la tienen los electores. Sólo una mayoría
constitucionalista tendría la oportunidad de cerrar el malhadado “procés” de un portazo y
ponerse a trabajar para recuperar las energías y las iniciativas perdidas. Los amantes de las
series televisivas andan, mientras tanto, elucubrando sobre una presidencia del menos votado,
que formaría así un gobierno Frankenstein. Para qué cosa serviría ese gobierno es una
incógnita, pero bueno, así uno parece que remeda a sus héroes de ficción.

Hay una nueva “llorona por la Independencia”. Se llama Beatriz Talegón. Procede del PSOE y
ayer hizo campaña a favor de ERC. Por gustarle, le gusta hasta la retórica de Rufián, que ya es
decir… Es otra de esas fanáticas de Twitter. Las burradas que es capaz de teclear esta mujer
son increíbles. Además, si otro internauta se las afea, se considera abocada a decir otra mayor.
En eso debe gustarle también Rufián, porque parece víctima de la misma fiebre.

España "desprecia la ciencia". Es un país "monolítico y oligarca" que "asfixia el libre


pensamiento y la libertad creadora". Para someter a la sociedad bajo su yugo, ese Estado
autoritario "lleno de vicios del franquismo" reprime a cualquiera que cuestione el orden
establecido. Por eso es tan importante para la ciencia catalana que los partidos
independentistas vuelvan a ganar las elecciones, porque si no "la alternativa sería el retorno al
fascismo del PP y Ciudadanos, que no tienen escrúpulos en promover el exilio de nuestros
gobernantes y su rendición incondicional. Es el fascismo que encarcela, hiere y censura. Como
científicos, sabemos hacia dónde no tenemos que ir. Ante la ilusión de un país nuevo está la
oscuridad del Estado español y la vulneración de los derechos humanos". La anterior es una
proclama de unos señores científicos catalanes en apoyo de la causa “indepe”. Lo de la
vulneración de los derechos humanos es un mantra que, como otros, no se sustenta en nada.
¿Cuántas veces ha recibido España sentencias desfavorables desde que ratificó la Convención
Europea de Derechos Humanos (1979)? 103. ¿Cuántas ha recibido, por ejemplo, Francia
(ratificó la Convención en 1974? 728. Lo de esconderse detrás de la titulación para decir
semejantes necedades refleja la calaña de semejantes científicos.

El señor Iglesias dice que "España vive un proceso de involución democrática tremendo".
"Vemos cómo se encarcela a tuiteros o titiriteros pero no sucede lo mismo si dos civiles nos
amenazan desde un tanque del Ejército". Esto es por unos tuiteros- titiriteros que se subieron
a un tanque en una jornada de puertas abiertas del Ejército y se dedicaron a decir las tonterías
que dicen estos individuos en esos casos. Como se reían todo el tiempo, las amenazas
quedaban un poco desdibujadas. El Ejército ya ha abierto una investigación. El señor
Puigdemont ya se ha querellado contra ellos, e Iglesias también. Ninguno quiere perder la
oportunidad de demostrar que lo amenazan. Con estos personajes siempre sucede lo mismo.
Ellos llaman a la “caza del facha” y les parece justicia poética si esa caza se produce. Pero luego
tienen la piel muy fina, y cualquier cosa que les afecte les parece signo de que el apocalipsis ya
está aquí. Si soy yo, entonces no se puede tolerar. Pero, si se hace contra mis adversarios, ¿por
qué no tolerarlo, si se lo merecen a manos llenas? Éste es el tipo de sociedad democrática que
cabe esperar de personajes de esta clase.

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La señora Marta Rovira especula hoy con respecto a su afirmación sobre las amenazas del
gobierno español de poner muertos en la calle si continuaba el “procés”. Cree que esto "ha
servido para que el Gobierno de España diga que nunca lo haría". "Si hemos ganado en
acercamiento y en opciones de diálogo, perfecto". Lo anterior, aunque acaso no lo parezca, es
literal.

Sábado, 16 de diciembre.

El señor Junqueras ha estado por carta en un mitin de campaña de ERC. Según él, son la fuerza
política más limpia que pueda existir. En 86 años jamás han tenido un corrupto entre las filas.
Algunas pensaran tras escuchar esta afirmación que Esquerra lo que es, es un partido de
marcianos. Parece que la andanada va por la antigua Convergencia, ahora PDeCAT, que
convirtió el llamado “oasis catalán” en la charca del 3%. Ése era el porcentaje gracias al cual los
convergentes de Jordi Pujol y Artur Mas concedían obras públicas a las corporaciones amigas.
Lo de la corrupción tiene diversas lecturas, porque hoy proliferan las noticias sobre la
utilización de los Mozos de Escuadra por el antiguo Govern del que era parte esencial el
virginal partido de Junqueras. Este cuerpo policial era en el fondo lo que se temía. Es decir, una
policía al servicio de una causa y de los partidos que la representaban, que utilizaba sus medios
para espiar a la oposición, a los sindicalistas críticos, a compañeros no independentistas, a
abogados particulares que pudieran representarlos e incluso a autoridades de visita en la
región.

La CUP no aceptará unos resultados electorales que no sean favorables al independentismo el


21 de diciembre. El partido antisistema que ha condicionado la política catalana los últimos
dos años se plantea acciones de boicot —de “hackeo”, dijo ayer la exdiputada anticapitalista,
señora Mireia Vehí— si el Parlamento que sale elegido no posee un signo independentista.
Esto se funda en que el mandato otorgado por los que votaron el 1 de octubre es el que
realmente cuenta. Es decir, que todas las elecciones anteriores y también las posteriores no
poseen legitimidad alguna. Otro atisbo más del “pecado original” del que hablamos hace días.
Además, de votar, ese día de octubre sólo votaron los suyos, con lo cual se demuestra gran
respeto por los que no lo hicieron por considerarlo un acto ilegal.

“Los franquistas (PP, PSOE, Ciudadanos) hablan sin límite en la campaña mientras los
“indepes” están silenciados en el exilio o la cárcel. Hay que acabar con esta dictadura”, dice el
profe, señor Ramón Cotarelo. Se recordará que bajo este portento estudiaron el señor Iglesias
y el señor Iñigo Errejón. Y este hombre sigue dando clases en la insigne Facultad de Ciencias
Políticas. Lo de Ciencias no es de coña, es que es así como se llama. Lo de insigne, sí.

Opiniones del señor Suso de Toro, intelectual de cabecera del expresidente socialista José Luis
Rodríguez Zapatero, sobre la decisión judicial concerniente al llamado tesoro de Sijena: “El 155
no solo era sólo para humillar, aterrorizar y tomar rehenes, presos y exiliados, también era
para saquear. El Estado realiza en Catalunya una estrategia de guerra de ocupación literal, de
libro”.

Domingo, 17 de diciembre.

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Hoy columna de Mario Vargas Llosa sobre Cataluña. España ha hecho dejación de funciones en
la región por muchos años. Los nacionalistas han utilizado los medios de comunicación
públicos y las escuelas, institutos y universidades para adoctrinar. El vacío lo ha llenado la vieja
pulsión que nos invoca haciendo uso del llamado ancestral de la tribu. Las razones, la historia
mínimamente fidedigna, no sirven de gran cosa frente a esa calentura del cerebro. Por
ejemplo, esa aseveración que hace de Cataluña la colonia de España que nunca fue. O esa otra
que afirma que sin España Cataluña sería de inmediato una potencia semejante a Alemania.
Otra es la de los abrazos que iban a recibir en el escenario internacional en cuanto declararan
la república. La tergiversación de la historia es parte indispensable del nacionalismo. Otro
concepto maníaco es el de identidad. El gran escritor peruano dice haber conocido muchos
catalanes en su vida, pero nunca a dos que fueran iguales. Y es que los nacionalistas de
cualquier lugar se parecen entre sí mucho más que los que han nacido en el mismo terruño. Al
menos puede afirmarse sobre ellos que no pueden vivir sin enarbolar ese concepto de
identidad, y tampoco sin proponer una sociedad perfecta, libre del contagio de los elementos
exógenos o foráneos que lo pervierten.

Fernando Villaespín decía hace días en otra columna que la situación catalana ya nos ha
contagiado. En breve, si no ya, este país se preguntará de nuevo quién es. Parecíamos tenerlo
claro. Al fin y al cabo, desde las décadas de los 50-60 la integración en el Mercado Europeo
parecía la única cosa coherente que se podía realizar una vez fenecida la dictadura. Como todo
en la vida, ese logro se ha producido mediante un goteo del que muchas veces nos hemos
vuelto inconscientes. La convergencia con los países de la Unión no la han logrado más los
políticos que los empleados, los empresarios y toda la urdimbre social que constituye un país.
Lo curioso es que la crisis de la Unión, la crisis económica con ella, nos ha devuelto la
posibilidad de elucubrar genialidades. Además, ahora pueden imaginarlas miembros de una
generación que considera que las libertades políticas son algo que jamás pueden perderse.
Hasta dónde llegará esa elucubración dependerá de los medios de salida que nos permitan las
circunstancias. Lo del problema catalán como espejo y causa del problema nacional es
centenario. Aunque se retrotraiga al auge nacionalista en toda Europa durante el siglo XIX y no
a la sucesión borbónica en el trono español, como pretenden algunos mistificadores que se
hallaban a sueldo o subvención de la Generalitat. De ahí viene la mágica fecha de 1714, que en
el campo de fútbol se convierte en el minuto 17:14 y se emplea para cantar “Els Segadors”.

Lunes, 18 de diciembre.

Sigue la cuenta atrás para las elecciones del 21 de diciembre. Faltan tres días para los comicios.
Siguen surgiendo informaciones sobre la actuación del Govern para lograr realizar el
referéndum ilegal del día 1 de octubre. No hay nada que no se intuyera desde el principio, sino
más bien una corroboración de lo que todos pudimos ver frente a nuestros ojos. Estaban
haciendo exactamente lo que vimos, lo que tenían preparado, lo que habían organizado.
Alguna cosa paralizó los procedimientos en un determinado punto. Creyeron que el gobierno
español negociaría, al no hacerlo, los dejó en la disyuntiva de llegar hasta el fin, pero no se
atrevieron. Los obligaban las circunstancias en torno a ellos, pero no dieron el salto final.

El señor Junqueras pide desde la cárcel a todos que se amen. No sé si los “no indepes” también
entramos dentro de esa pleitesía. Este hombre merece un reconocimiento del papado, no

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pelearse con Puigdemont por una cosa tan secular como la presidencia de la Generalitat.
También afirma que la cárcel es dura, pero que en ella ha asentado aún más sus convicciones.
Así que lo de la púrpura va a quedar para otra ocasión. El que la cárcel puede asentar aún más
en Junqueras la obstinación de la independencia es un exceso, pero no creo que retórico. Este
hombre andaba hace cuarenta años, uniformado con el pantalón corto del colegio,
preguntándoles a los vecinos si pensaba que Cataluña debía ser independiente. Se supone que
los demás niños jugaban con la pelota a esa misma hora. Pero es él, y no los niños de la Nocilla
y el Nesquik, el que llegó a la vicepresidencia de la Generalitat. En fin, que no hay remedio.

A los señores Junqueras y Sánchez, o Sanchèz, les abre un expediente Instituciones


Penitenciarias por grabar audios sin permiso.

El señor Puigdemont votará por medio de una joven que dice haberle cedido su voto. Cosa
imposible porque la ley lo considera intransferible y la señorita tiene toda la pinta de que iba a
votar por él ya antes. El señor Puigdemont pudo votar por correo, pero no lo solicitó. Podía
haber votado en España de haber hecho frente a sus obligaciones, pero lo rehuyó. Así que
ahora se saca de la manga un cuento de Navidad con un votante que vota por primera vez.

En su comparecencia ante el juez belga que debía dictar la decisión sobre su entrega o no a la
justicia española hay un curioso salto de cuarenta años que ya hemos distinguido en otros
miembros de su gobierno o afines al mismo. La España franquista no duró 39 años, sino 78. Los
mismos que lleva la Cataluña sufrida bajo “el yugo y las flechas”. Un sometimiento que no ha
dejado de producirse ninguno de los días, ni de las horas o minutos que comprenden todos
esos años. Ésta es la declaración con la que el señor Puigdemont pretendió inutilizar la
extradición. La lengua fue perseguida, aunque muchos dicen y recuerdan que se hablaba
habitualmente. No hay muchos indicios de que el franquismo no tratara a la región con los
privilegios económicos que también aplicó al País Vasco o a las Vascongadas. Las instituciones
políticas de Cataluña debieron vivir en el exilio, como las actuales, según él. Mientras los
pérfidos castellanos disfrutaban de todos los beneplácitos del dictador. Sólo le falta aludir al
controvertido penalti del árbitro Guruceta en 1970. O al robo de Di Stefano cometido por el
Real Madrid como equipo del régimen.

Esto recuerda al señor Tremosa, eurodiputado “indepe”, que tuvo en su día la hilarante idea
de llevar al Parlamento Europeo la patada que un futbolista del Real Madrid le propinó a Messi
y denunciarla como una suerte de violación de los derechos humanos.

El señor Puigdemont y sus abogados defienden también la peregrina idea de que el golpe del
18 de julio de 1936 fue poco más que una agresión a Cataluña. Cosa que debe enseñarse en
todos los colegios e institutos de la región. Las fotos de los que aclamaron a las tropas de
Franco al entrar en la ciudad, las clases medias y las burguesas que no disfrutaron mucho del
terror comunista y anarquista al que sometió el gobierno de Companys a los habitantes
durante la guerra, han desaparecido de la peculiar historia de Puigdemont, si es que alguna vez
estuvieron en ella. Ya hemos sugerido que estos señores creen de veras que el pueblo es uno y
que piensa lo mismo sobre todo.

Martes, 19 de diciembre.

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El tema de la independencia catalana ha dejado de interesar en Europa. Incluso Puigdemont se
ha convertido en otra extravagancia más de las que habitan por Bruselas. Puigdemont celebra
desde allá las victorias de su equipo, el Gerona. Cuando se da el caso, cambia de colores la
bufanda, del amarillo por la libertad de los “Jordis”, Forn y Junqueras, al rojiblanco del equipo
de sus amores. El resto del tiempo lo dedica a las retransmisiones por plasma y al benéfico
tuit. Éste se ha convertido en el mejor instrumento con el que cuentan políticos como él o
Donald Trump. El señor Puigdemont lo utiliza para hacer comentarios de sal gruesa que nadie
puede entrecomillar ni poder en duda. Es una forma de relación directa con sus seguidores,
pero también un modo de soltar las más abusivas interpretaciones sin tener que responder
ante nadie por su verosimilitud.

Manifestación de ERC en Estremera para homenajear su líder, el amable Oriol. Ha habido un


escrache por un grupo de extrema derecha llamado Hogar Social. Esquerra ha hecho una
campaña como se ha podido. Le han salido mal diversas asunciones. La primera ha sido confiar
en Marta Rovira como cabeza de cartel. Los portavoces de Esquerra se han suplido los unos a
los otros en los debates televisivos con el objeto de no dejar a Marta al pie de los caballos. La
segunda asunción ha sido la de creer que la tocata y fuga del señor Puigdemont los iban a
dejar como único referente moral del independentismo. En este caso Junqueras mismo ha
despreciado la fe de sus partidarios. Antes de las jornadas de marras él los convenció de que la
independencia sería una fiesta, y lo creyeron. Pero no se ha dado cuenta de que Puigdemont
podía convencerlos de que era un héroe y también lo han creído. El amable Oriol dice que está
en prisión por haber hecho frente a sus obligaciones y porque no se esconde. Puigdemont dice
que él también hace frente a sus obligaciones, y que tampoco se esconde. Sólo que hace
frente a sus obligaciones y no se esconde desde Bélgica. El señor Puigdemont pretende que lo
restituyan si hay una victoria independentista. El amable Oriol no está por la labor. Pretende
que lo declaren presidente a él.

Los debates televisivos entre los diversos candidatos no han mostrado más que la polarización
en que ha quedado convertida la sociedad. Algunos deben estar respirando por el 155, porque
al menos ha permitido hablar de otra cosa que no sea el “procés”. Confiesan que han podido
charlar con sus amigos hasta de las series que tanto imantan al señor Iglesias. Lo malo es que
ahora llega el día 21 y la tregua puede acabarse como empezó.

La CUP, a la que las encuestas no le dan una muy buena respuesta en las elecciones, utilizará la
jornada de reflexión para hacer campaña en los Països Catalans. Pretenden reivindicar en ellos
la autodeterminación de Cataluña y, después, la del resto de ese conciliábulo. Valencia, Palma,
Perpiñán, son los lugares escogidos. En los libros de texto recomponen la figura de siglos idos y
la Corona de Aragón es, por gracia de un editor, la Corona Catalano-Aragonesa. Esto
demuestra la venialidad intelectual de estos tipos, porque podían decir —sin mentir— que la
economía más boyante de esa unión de reinos fue durante muchos años la de Cataluña, pero
les parece que no se nota si eso no aparece en el nombre, y por eso lo inventan.

Hay una inflación de interés histórico en Cataluña. Eso de por si no es malo. El problema está
en que es un interés por tergiversar la Historia para convertirla en un argumentario de odio y
rencor por los otros. Y es que de la Historia de verdad se sale más bien escéptico, mientras que
los “indepes” catalanes salen convencidos como el señor Junqueras. Las señoras de cierta edad

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son las peores en estas diatribas. Ya sucedió en el País Vasco con los asesinatos de ETA, cuando
algunas viejas miraban detrás de las cortinas la retirada de un cadáver y le lanzaban la primera
paletada al difunto. “Algo habrá hecho”, solían decir.

Hay diversos incidentes en las calles de Cataluña a costa de los lazos amarillos pidiendo la
libertad de los presos, se entiende que “políticos”. En uno de ellos está implicado hasta el
fundador de Terra Lliure. Si alguno pretende retirarlos, se encuentra bajo la posibilidad de que
lo amenacen e insulten sus defensores. Obviamente, una victoria de los “indepes” hará volver
más pronto o tarde la ficha a la casilla de salida. A pesar de la división que sufren, de un modo
u otro, llegarán a un acuerdo para gobernar. Lo que es difícil de imaginar es cómo podrán
comenzar de nuevo a conspirar para imponer la independencia. La actuación del gobierno
puede convertirse en un modelo para él mismo o para cualquier otro sometido a tales
tesituras. Y la bala de oro con respecto a la Unión Europea la gastaron en octubre. Aunque es
del todo cierto que estos tipos nos han asombrado no pocas veces en las semanas que ha
durado este relato. Nadie creyó que realizarían un referéndum, que declararan la
independencia, que arruinaran económicamente las perspectivas de la región, que
Puigdemont se marchara a Bélgica para montar un “govern en el exilio” y ahí están. Así que ya
veremos cómo acaba esto pasado mañana y, sobre todo, cómo se desenvuelve este follón el
día después.

El señor Albano Dante Fachín dice en un mitin de los “indepes” que Pablo Iglesias le dijo hace
unos meses que había que rezar para que no hubiera referéndum el día 1 de octubre. El Líder
Supremo lo niega: él no reza, y menos para evitar una cosa con la que siempre se ha mostrado
comprensivo.

Miércoles, 20 de diciembre.

Mañana, al fin, son las elecciones al Parlamento de Cataluña. Hay esperanzas varias, aunque
conviene ser moderado sobre las mismas. Los “indepes” piensan que volverán a ganar, incluso
por los pelos. Les favorecen las provincias con menos habitantes pero en las que los votos
cuestan menos. Por supuesto, el último empujón de la campaña lo han dado en los mismos
términos de estos dos últimos meses. Rufián dice poseer las llaves de la prisión de ganar los
comicios. Puigdemont, según él, volverá a Palacio con todos sus consejeros repuestos. ERC
volverá a aplicar la República y la CUP habla de tomar las estructuras del Estado en la
Comunidad. Son todos ellas promesas de difícil cumplimiento. Porque no parece que los
“indepes” vayan a conseguir una victoria aplastante. Porque, ni de tenerla, van a tener la
posibilidad de lograr esos supuestos. Y porque el Estado va a dudar mucho menos ante las
acechanzas. El efecto de revancha de las elecciones de 1936 parece alejado en oportunidad. Al
margen de que los “indepes” sólo han conseguido atraer a su línea a un movimiento no
nacionalista y lo han conseguido achicharrar. Ese movimiento es el Podemos del señor Iglesias.

Los constitucionalistas esperan demostrar que la movilización los alza a posibilidades poco
vistas desde 1980. Inés Arrimadas, candidata de Ciudadanos, es la presa a batir. Al fin, es este
partido el que va a concentrar en torno a sí el deseo de regeneracionismo que se había
evidenciado en las dos últimas elecciones generales. Han cometido errores, pero el partido
nació precisamente en Cataluña como rechazo al nacionalismo y es de nuevo Cataluña la que
está destinada a consagrarlo como alternativa a escala nacional. El PSC, en manos del señor

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Iceta, ha hecho una campaña esquizofrénica. El dirigente socialista ha buscado un hueco en el
que imponer su discurso de transversalidad. Lo ha logrado quizá, pero ha cometido errores de
bulto como la propuesta de una Hacienda Catalana o un indulto para los implicados en los
hechos de septiembre-octubre. El partido del gobierno lo tiene más difícil. Han sido tantas las
contradicciones del PP en Cataluña durante años que no es capaz de explotar su actuación con
la aplicación del artículo 155. La coherencia, que muchos políticos desprecian, se convierte al
fin en uno de los atributos que te puede resguardar de la intemperie. De esto no saben nada
los expertos en marketing.

El caso de Podemos, o Podem, es un caso aparte. Si para Ciudadanos el problema catalán ha


servido como espoleta de un éxito, en Podemos ha sido una verdadera ruina. Lo peor que le
puede pasar al señor iglesias es ahora que le “toque” darle el gobierno a los “indepes” si se
convierte en llave de la gobernabilidad. Encima negándosela a los partidos constitucionalistas.
Si es así, el partido del señor Iglesias será una de esas notas al pie de página de los libros de
Historia. Cosa a la que por cierto estaba destinado su modelo, Vladimir Ilich Lenin, de no
haber destruido a la Rusia imperial su participación en la I Guerra Mundial. Por otra parte, se le
ha rebelado la parte maleva del Partido, con el impagable Fachín a la cabeza. Y hoy mismo se
le subleva la rama gaélica, que pide votos en Cataluña, no para Podemos, sino para ERC y la
CUP.

El señor Espinar, senador del Reino y portavoz de Podemos en la Cámara Alta, le toma un
chiste prestado a Gabriel Rufián. Llama a no votar a Inés Arrimadas por ser “pija”. La llama
“Ibex”, por el selectivo de la Bolsa, haciendo un juego con su nombre de pila. En fin, que este
desmesurado amante de las Coca Colas, se las zampa a pares durante las comidas, es todo un
ingenio. Este señor es a su vez el que con 21 años y sin trabajo conocido se compró un piso de
protección oficial y dos plazas de garaje. Nunca los habitó, sino que especuló con ellos y dio a
los pocos meses de su adquisición lo que se viene en llamar un “pelotazo”. Enseñanza que, por
cierto, pudo aprender de su señor padre, implicado en el uso de tarjetas opacas para Hacienda
cuando era directivo de Caja Madrid. En fin, que el chico ha salido una joya. Y, ¿no será, por
cierto, de la tarjeta opaca de papá de la que este señor obtuvo el dividendo para invertir en
esa vivienda pensada para gente con pocos recursos? Como dice Danny de Vito en LA
Confidential: ¡secretitos!

Los señores de ERC han hecho una quedada frente a la prisión de Estremera, donde pena su
líder carismático, el monje Junqueras. Estaba por allá Marta Rovira. Y después lo han visitado
los exconsejeros que salieron en libertad tras el auto del juez Pablo Llarena. El señor Junqueras
se las tuvo hace días con Puigdemont, que parece utilizarlo todo para seguir con el chascarrillo
de que él es por siempre el presidente. Si ambos partidos se hallan obligados a llegar a
acuerdos tras las elecciones, las tensiones se prometen alucinantes. El señor Junqueras ha
recomendado durante su estancia en prisión: amor, república, paz…, y sólo falta el yoga. Sus
partidarios suelen ser menos seráficos. A la vez que hablan de pucherazo por parte del Estado,
por si las cosas no salen bien, les dan instrucciones a sus interventores para que presionen a
los presidentes de mesa allá donde puedan. En fin, a Dios rogando y con el mazo dando.

El PDeCAT puede tornar de iniciativa tras los comicios. Puigdemont ha hecho una “lista de
país”, pero sólo porque los antiguos convergentes no tenían a nadie para reemplazarlo. Se han

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dejado arrastrar a una aventura que tiene una fecha de caducidad. El día 22 el señor
Puigdemont seguirá adonde se halla en la actualidad. Si regresa, lo encarcelarán. Si hay un
pacto a su favor en el Parlament que surja de las urnas, tampoco será presidente porque no
puede venir a defender su candidatura. Junqueras tampoco le va a regalar la presidencia moral
a la que aspira y los belgas se han aburrido de su sainete. El señor Mas se mueve entre
bambalinas. Este último señor parece no haber asumido todavía que la marioneta Puigdemont
se le haya desbocado. Y es que en realidad el expresidente se halla sin control.

El señor Juan Carlos Monedero rectifica lo que dicen que dijo en una entrevista. “Que el 155
había que aplicarlo porque los otros se habían vuelto locos”. Para compensar, aclara en su
rectificación que los presos de hoy, Junqueras, Forn, y los “Jordis” son tan presos políticos
como Rosa Parks, la ciudadana de color que se negó a ceder el asiento a un blanco en el Estado
sudista de Alabama. Esta clase de cosas ya las habíamos comentado en un artículo del escritor
Javier Marías. Los “indepes” se apropian de Gandhi, Mandela, Rosa Parks, Cristo y quién haga
falta. Según ellos, son continuadores de la Humanidad en sus más altas cimas éticas y morales.

Para seguir con lo mismo, el señor Antoni Castellà, dirigente de Demòcrates y candidato en la
lista de ERC en las elecciones del 21-D, comparó a través de Twitter a los catalanes favorables
a la tercera vía con los judíos que votaron al nazismo en la Alemania de los años 30. Este tipo
de despropósitos son los que nos han acompañado hasta ahora y no parecen que vayan a
terminarse en breve, ni siquiera después de las elecciones. Se supone que la tercera vía la
representa Podemos, la transversalidad que dicen. Pero los “indepes” son los cristianos en el
circo romano, los judíos en el Holocausto, los negros en Sudáfrica y por ahí.

La candidata de Ciudadanos recibe insultos en una calle de Barcelona, cerca de dónde vive. La
llaman “fascista”, “cerda” y el sujeto que la increpa dice que no la quieren por allá. El barrio,
como las calles, como la nueva república periclitada, es de ellos. También la graba con el móvil.
Esto es un acto reflejo, abiertamente imbécil, que cometen todos los acosadores, los
violadores y los maltratadores de la actualidad. Nadie sabe muy bien por qué. Se supone que
en este caso el sujeto en cuestión pretende que sea una amenaza, una forma de decir “sé
quién eres y adónde vives. Encima te tengo grabado”. Pero tenían que haberlo entrevistado
para conocer qué es lo que le salía de las meninges. Lo dejaron marcharse sin la necesaria
entrevista, así que sólo podemos especular.

En Estados Unidos un tipo asaltó hace un tiempo un apartamento, lo grabó con su móvil y, en
cuanto llegó a su casa con la mercancía robada, colgó dicha grabación en las redes sociales.
Con lo que al rato se presentó la policía a detenerlo. Lo iban a meter en la trena, o en cana si
prefieren los argentinismos, pero al menos se había hecho “famoso”. Por supuesto, hoy nadie
lo recuerda. Continúa en la cárcel.

Jueves, 21 de diciembre.

Al fin llegó el esperado día de las elecciones. Se avista desde esta mañana un día esperanzado.
Al final, para una de las dos partes será triste. De momento, la jornada transcurre sin
incidentes que reseñar. Lo que es cierto es que son unas elecciones de esas en las que uno no
acude a la urna para cometer un acto de heroicidad. Algunos “indepes” echan de menos las
condiciones del referéndum del 1 de octubre. Allí todos estaban de acuerdo, no iban a votar

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los que rechazaban la consulta por ilegal, así que no había nada que discutir. Eran en verdad un
solo “poble”. Eso deja un poso melancólico en ciertas almas paganas.

Los “indepes” han temido durante estos dos meses que los suyos pudieran responsabilizarlos
por lo sucedido desde que se inició el “procés” (la fuga de empresas, el declive económico, la
república declamada y evaporizada, el apoyo internacional que nunca llegó) pero, como ya
dice algún entendido, el recurso al raciocinio es un precedente sobrevalorado desde los
griegos. La campaña “indepe” se ha desarrollado en el tono que mejor conocen los partidarios
de la secesión. La existencia de encarcelados y fugados, la aplicación del artículo 155, la
aparición del Estado tras años de ausencia, el tesoro de Sijena devuelto a Aragón, el odio por el
partido que sustenta al gobierno central, les otorgan las armas propagandísticas que mejor
manejan. En este caso se trata de votar al señor que da más pena, según Oriol Junqueras; o al
que aparenta hacerle el mayor daño al país que hay que destruir, caso del señor Puigdemont.
Parece que el segundo comenzó esa carrera con una desventaja que ha ido menguando con el
paso de los días. Cómo este político, primero alcalde y después presidente por accidente,
puede convertirse en un mito es una de esas incógnitas que presenta a menudo la humanidad.
Ni el mismo Junqueras cree lo que le dicen sus amigos desde el país. Para la CUP la votación en
sí tiene poca importancia. Es un referente burgués que casa poco con el espíritu revolucionario
en el que creen los cupaires. Se tolera hasta que se tenga la fuerza suficiente para eliminarlas
del calendario. ¿Cuándo será ese día? Qui le sait? Por cierto, según diversas encuestas, los
votantes de la CUP son los votantes con mayor nivel de ingresos de todos los que votan en
estas elecciones.

En el bando contrario, el partido del gobierno, el PP, espera un resultado poco menos que
desastroso. Hace días apareció por la campaña la vicepresidenta del gobierno y le regaló unas
cuantas balas a los “indepes”, asegurando que habían sido ellos, su partido, los que habían
descabezado el “procés”. Cosa que, de hacer alguien, han hecho los fiscales y los jueces tras los
que el Ejecutivo se ha parapetado varias veces. Esa salida de tono demuestra por sí sola que el
gobierno central, el partido que lo sostiene, espera unos resultados nefastos de las elecciones
de hoy. Cómo se puede gobernar España siendo una fuerza residual en Cataluña y en la País
Vasco es algo que tendrán que explicar. Ya se ha dicho anteriormente que las contradicciones
de los partidos constitucionalistas han sido tan enormes en estos últimos treinta años que le
han dejado el campo vacío al nacionalismo. Éste solo ha tenido que explotar la ventaja que les
otorgaba la ley electoral y le ceguera de los dos partidos que se alteraban gobernando España
para lograr sus propósitos. Todo el fetichismo de los últimos años lo dejó preparado a
conciencia el señor Jordi Pujol, que encima fue tenido por entonces como un hombre de
Estado.

La jornada continua tranquila. Hay una alta asistencia a los colegios. Pero es de prever que los
trabajadores aprovechen para salir antes del “laburo” (seguimos con los argentinismos) y
voten por la tarde. Eso podía llevar la participación por encima del 80%.

Sobre ese aumento de la participación existen un montón de especulaciones que veremos en


qué quedan. Hay algunos que piensan que va a favorecer de modo enorme a los partidarios de
la Constitución. Otros que consideran que ese voto, de los abstencionistas habituales, estará
mucho más repartido de lo que se supone. Sobre estas cábalas se ha construido un discurso

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que imagina una mayoría, llamada a menudo “silenciosa” (los catalanes que se desentienden
de las votaciones autonómicas y votan por los partidos no nacionalistas en elecciones de
ámbito nacional) que pueden darle un vuelco a los resultados. Me parece que esa idea peca de
congelar un hecho posible hace tanto tiempo que puede que éste, de haber sido alguna vez
verdad, ya no lo sea ahora. Las sociedades se mueven como las mareas. Ni la sociedad
española, ni la catalana son lo que eran hace, por ejemplo, treinta años. Ni quince.

Algunos “indepes” le echan imaginación al asunto para vestir prendas amarillas en


consideración por los presos, políticos, por supuesto. Hay lazos en las ramas y en las señales de
tráfico. Un señor vestido de banana y otro que se ha apañado para llevar todo el roperío
amarillo, incluso una carpeta. Algunos de los colegios de hoy son los mismos que los que
señalaron los incidentes más graves en la jornada del 1 de octubre, hito clave para el
desarrollo de este serial. Así que, como ya hemos dicho, los exponentes más maximalistas de
los “indepes” miran a los votantes por encima del hombro. Algunos “indepes” confiesan votar
con rabia. Es evidente que piensan que no le deben explicaciones a ningún estamento
“extranjero”, español, por cualquiera de sus actuaciones. “Aquí mandamos nosotros y nada
tienen que decir los de fuera”, parecen decir. Esto acaba con un exabrupto por los
“castellanos”, que es otra de las figuras mitológicas resucitadas para este serial.

Los partidos constitucionalistas lo tienen crudo para conseguir llevar apoderados a todos los
pueblos. Hay algunos de las provincias de Gerona y Lérida en los que no ser “indepe” es una
suerte de rareza. Es en ellos donde la machacona idea de las diadas, el ser un solo “poble”, se
ha hecho realidad. Pero como la utopía siempre se encuentra en la próxima esquina no sirven
para comprobar la suprema felicidad hasta que todos los vecinos presenten el mismo aspecto.
En los pueblos más pequeños de ambas provincias las votaciones acaban pronto. Los neo
carlistas introducen el voto en la urna y en el recuento parece uno que se halla en la
Checoeslovaquia bajo la férula soviética. Los “indepes” ganarán casi por unanimidad. Se han
repartido papeletas de los partidos constitucionalistas en los domicilios para facilitar el voto de
los insumisos. No se trata de pedirle heroicidades al ciudadano que luego se tiene que quedar
a vivir en el pueblo.

Las redes sociales echan más o menos el mismo humo de siempre. Según algún mensaje, Oriol
Junqueras se halla expedientado por haber incurrido en una comunicación con el exterior que
no se halla permitida por el reglamento de la prisión. Eso ya lo dijimos hace días. El que le
hayan abierto un expediente se convierte en esta diatriba perpetua de las redes en un
aislamiento que recuerda a las prisiones en las que algún día penara Burt Reynolds. Poco
menos que Junqueras debe estar ahora en mitad de los trabajos forzados o en el agujero
inmundo de una prisión tejana. Y encima, sin Dolly Parton esperándolo a la salida. Instituciones
Penitenciarias aclara que se le ha “abierto” el expediente. No se ha “cerrado”. Por lo que
Junqueras no ha sufrido ningún castigo. De producirse al fin éste, se atendrá al código
disciplinario que afecta a todos los reclusos.

Puigdemont lo pasa mejor en Bélgica. Ya hemos dicho que no puede votar: una niña lo hace
por él. Él, mientras la niña vota, luce la bufanda amarilla y aparece en un plasma. La niña le ha
cogido ganas al tuit y posa con un brazo en jarra junto a la urna. Me parece que tiene futuro
como influencer, porque la suya parece una postura de modelo cuando se da la vuelta y se

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marcha en dirección al backstage. El político de Gerona ha utilizado el plasma para hacerse
presente en todos los días y ratos de la campaña. No debe responder por nada. Así que no lo
hace. Si alguna cuestión espinosa se introduce en el turno de ruegos y preguntas la despacha
echándole la culpa de todo al malvadísimo Estado español. Puigdemont espera la absolución
popular que debe librarlo de los tribunales. Esto puede parecer quimérico, pero es una, o
acaso la única, propuesta de ese partido formado ad hoc por este hombre. No hay nada en su
programa que hable de las necesidades de los individuos ajenos a él. Éstos deben sacrificarse
para que el héroe pueda continuar con su cruzada. Lo de regresar con todos los exconsejeros a
la Generalitat es un dogma de fe que hoy veremos cuántos se tragan. Supongo que los más
ingenuos tienen ya preparadas hasta las banderas. Es decir, las esteladas que nunca se
guardan. Como resulta imposible preguntar algo fuera del guion, nadie puede reclamarle a
Puigdemont que concrete el medio por el que va a lograr ese propósito. Para evitar esa
posibilidad, el expresidente no concede entrevistas a medios enemigos. Éstos son todos los
españoles.

Por cierto, la extraña unanimidad con la que se han manifestado todos los medios de prensa
fuera de Cataluña con respecto a esta aventura no es comprendida por los “indepes” bajo la
posibilidad de que esa aventura sea ilegal a la par que descabellada, sino como una muestra de
que vivimos en una dictadura perfecta. Y debe serlo, una dictadura o una locura, porque ni los
más viejos del lugar recuerdan que los medios de prensa españoles se hayan puesto alguna vez
de acuerdo sobre algo. Bueno, quizá podemos excluir el golpe de estado del 23 de febrero de
1981 en el Congreso de los Diputados y el ingreso en la Comunidad Europea, poco más.

Jueves, 21 de diciembre-Tarde.

Es por la tarde donde el aumento de participación se hace más evidente. Era de prever que los
votantes salieran un par de horas antes de los trabajos y se dispusieran a votar para después
marcharse a casa. Hay indicios sobre aumento de participación en las comarcas más
soberanistas y también en las ciudades del cinturón industrial de Barcelona, donde los
constitucionalistas deberían contar con mayoría. Cuarenta años pueden quedar atrás si los
constitucionalistas desalojan a los “indepes” del poder. Pero en esos cuarenta años el
nacionalismo, convertido en independentismo con más o menos velos según la ocasión, ha
dedicado presupuestos millonarios —y esfuerzos no menos millonarios— en moldear una
sociedad que se aviniera a su ensueño.

Hay diversas crónicas que reflejan la poca estima que recibían los nacionalistas poco tiempo
después de la muerte de Franco. Barcelona era por entonces la de la Gauche Divine o, si lo
prefieren, la Sodoma de Gil de Biedma. Éste, junto a un madrileño, Juan García Hortelano,
aunque cada uno por su lado, solían perderse a señaladas horas golfas de la noche en los
barrios más lumpen de la ciudad. Vivieron por allá Vargas Llosa y García Márquez y la ciudad se
había convertido en la capital editorial del mundo en español. A Roberto Bolaño, en una de las
novelas que tiene por escenario Cataluña, unos jóvenes que venden unos poemas
nacionalistas en una jornada festiva (acaso la famosa Diada) apenas le merecen una frase. Se
olvida de ellos cuando ni siquiera ha dejado de verlos. Poco menos de cuarenta años nos
separan de aquello. Para decirlo como Josep Pla, los catalanes son unos españoles a los que les
llevan diciendo toda la vida que tienen que ser otra cosa. No es por casualidad que Pla, Vicens

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Vives, Dalí, Albert Boadella y otros se hayan visto ninguneados como referentes de la
catalanidad. Ahora se pretende un giro copernicano. Ya veremos si es posible o no. Y, sobre
todo, si es posible en tan poco tiempo. La esperanza dice que sí. El sentido común parece decir
que no.

Un político inglés, contrario al Brexit, era entrevistado la otra tarde en una televisión francesa.
La periodista le preguntó si no debía convocarse otro referéndum puesto que muchos
electores de las islas confesaban haber cambiado de opinión tras haber votado aquella vez por
la salida de la Unión Europa. El británico, vestido a rayas diplomáticas, con una corbata de
color rojo, el pelo gris disciplinadamente peinado, contestó que él creía que la salida de la
Unión había sido un completo desastre para el Reino Unido, también para Europa, pero que no
creía que celebrar un nuevo referéndum fuera una solución. Eso incluso tras la sensación de
fraude que había contagiado a muchos de los que votaron por la salida. Entonces fueron
agitados, y engañados, por demagogos profesionales como Boris Johnson y Nigel Farage. “Por
mí, encantado con votar de nuevo que no. Pero no nos engañemos, el referéndum no sería
sobre la cuestión, sino sobre cómo los políticos de Westminster están maniobrando para darle
una vuelta a la decisión popular tomada entonces”.

Esto tiene poco que ver con la situación catalana, al menos en lo superficial, pero acaso no
tanto en el fondo. Los nacionalistas se han mostrado independentistas en cuanto sus líderes
han dejado caer, por diversos motivos, el ropaje de su moderación. Una moderación que se
quitaban y ponían encima según les convenía y el lugar en el que se hallaban. Ahora se les pide
que renieguen de semejante bártulo de experiencias que son poco menos que la definición
que una persona da de sí en el plano social y hasta familiar. Es una rectificación que muchos no
van a hacer. ¿La harán un número significativo como para permitir que no nos engolfemos con
este drama? Ya veremos. Lo veremos de hecho esta noche y mañana. Pero nadie cambia de
modo de pensar, o incluso de ser, de un día para otro. La rectificación que se pretende con
estas elecciones puede dar como ejemplo algo similar a lo que temía el político británico sobre
una nueva pregunta sobre el Brexit en el Reino Unido. Por otra parte, las sociedades no han
dejado de cambiar y una de las reglas de ese cambio llevan al principio de que la élite no
puede ni debe rectificar los deseos de las masas, que son dueñas de todo y no se dejan
aleccionar por nadie, y menos por un político, la profesión menos valorada de todas las que
pueda imaginarse. El político como hombre que le marca al pueblo una visión de futuro que
éste no logra ver es una cosa que pertenece a un lejano pasado.

Viernes, 22 de diciembre.

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Los reflejados arriba son los resultados de las elecciones celebradas el día de ayer.

El 47, 5% de los votantes han optado por partidos independentistas. El 43,67 % por listas
constitucionalistas. El resto se ha decantado por Podemos. Partido que nada entre la
ambigüedad del derecho a decidir y la respuesta negativa a la secesión. Los “indepes” poseen
en común 70 diputados, mayoría absoluta, debido a que la ley electoral prima las provincias
más despobladas, núcleos agrarios donde el independentismo es mayoritario, en detrimento
de los núcleos urbanos de las provincias de Barcelona y de Tarragona. En estas dos últimas es
el partido de Albert Rivera y de Inés Arrimadas la que se ha convertido en primera fuerza. Y es
en verdad Ciudadanos, que ha superado el millón de votos y ha obtenido 37 diputados, el
partido que ha ganado las elecciones autonómicas. La primera vez que un partido no
nacionalista lo hace desde que se instauró la constitución.

A estas horas los independentistas parecen ignorar jubilosamente ese hecho. Han conseguido
el respaldo de dos millones de votantes que han optado abiertamente, sin fisuras, sin
ambigüedades, por la independencia. Puigdemont se declara vencedor. Y lo ha sido, con una
sorpresa que con el paso de los días lo era cada vez menos, entre los de su bando. Apenas
doce mil votos le dan ventaja sobre una Esquerra que ha vuelto a fallar a la hora decisiva. La
apuesta del expresidente de la Generalitat ha obtenido 34 diputados y el 21,65% de los votos.
A tenor de los resultados, Puigdemont exige una rectificación del Estado español, de la Corona,
y una entrevista con el presidente del gobierno en terreno neutral. También exige que se
ponga fin a la instrucción de los casos relacionados con el “procés”, la excarcelación de los
presos y la vuelta inmediata de los “exiliados”. Le ha vendido a los suyos que ésas eran las
consecuencias de su victoria y ahora tendrá que explicar porque motivo éstas no se producen.
Aunque no parece afectarle mucho el incumplimiento. Desde hace semanas, pocos días
después de su rocambolesca fuga tras la declaración de la república, ha comprendido que
nadie entre los suyos iba a pedirle cuentas por sus actos y que, llegados a esa instancia, le
convenía exagerar en lo que pudiera. Ha logrado convertir las elecciones en una reivindicación
de su forma de actuar. Fuera cual fuera ésta y fueran cuales fueran las consecuencias de la
misma. No apoyarlo a él era apoyar a los de “Madrit” y a las canalladas que éstos “le habían
hecho” a los “indepes” a lo largo de estos meses, de estos años, de estos siglos. La votación era
un dilema entre Rajoy y él. También ha conseguido una cierta escenificación internacional que
se le resistió cuando se halló al mando de la Generalitat. Las apariciones en los medios de

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prensa y la denuncia del Estado español como leviatán autoritario han dado sus frutos en los
medios foráneos. Los paseos por el parque bruselense del que se ha hecho asiduo le han
otorgado carta de naturaleza a la pretensión de haberse convertido en presidente en el exilio.
Puigdemont continúa afirmando que la república se halla proclamada y que debe regirse desde
el lugar en el que él se encuentre. Sea un palacio o un pisito de soltero. Pretende montar un
gobierno desde Bélgica con ese propósito. Es decir, procurará alargar el sainete hasta
encontrar una solución a lo que constituye su propio problema irresoluble. Ahora la cuestión
clave la constituye la necesidad de pastorear a los suyos a distancia y evitar que el
espantapájaros que lo sustituya se tome demasiadas confianzas y olvidé quién lo nombró.

El expresidente ha logrado batir a la Esquerra en el que parecía el momento de ésta. El partido


de Junqueras ha logrado 32 diputados y el 21,39% de los votos. Los de la Esquerra no dan
crédito al éxito del defenestrado Puigdemont al que todos han, hemos, enterrado en muchas
ocasiones. Los resultados uncen de modo fatal el destino de Esquerra al del expresidente y
gangrenan la situación más de lo que ya lo estaba. La salida a este embrollo se complica con la
aparición del salvador que entre boutades y extravagancias va a señalarle el camino a seguir al
pueblo elegido. Esquerra, o al menos Junqueras, preferiría dar un paso atrás para tomar
fuerzas con vistas al próximo envite. Pero esa estrategia le granjearía el papel de traidor tras
los resultados de ayer. Así que no tendrá más remedio que proclamar que Puigdemont debe
ser restituido como presidente, a cualquier precio. Junqueras se ha equivocado en todo. Ha
fallado en el papel de mártir. Después ha fallado la mujer llamado a suplantarlo, mujer que él
mismo ungió en una de sus cartas de amor. Las misivas desde la prisión de Estremera han sido
asoladas por las apariciones con la bufanda amarilla de su contrincante, que lo ha ninguneado
a la vez que pedía su libertad y lo quería volver a nombrar “mi vicepresidente”. Parece obvio
que el plasma ha dado mucho más juego que las voliciones con las que Junqueras pretendía
dar pena entre los suyos. Puigdemont se ha beneficiado de la idea de que es él el que más
daño le puede hacer a ese ente maléfico llamado Estado español. El postureo de la resistencia
a cualquier precio posee más imán que los cantos al amor universal, dentro de una ideología
que en el fondo siempre propugna el odio. Junqueras se eterniza en el papel de segundón y
encima le hace frente a una condena que puede inhabilitarlo durante años.

La CUP ha perdido gran parte de su poder. El número de asientos que ocupará en el nuevo
parlamento se reduce a cuatro. Ha obtenido el 4,46 % de los votos. Menos de la mitad de los
que tenía previamente. Sin embargo, los señores de la CUP no parecen demasiado concernidos
por este fracaso. Aún habrá que aclarar qué sucede con los electos con causas abiertas en los
tribunales para comprobar si se convierte de nuevo en decisiva. Este movimiento
insurreccional, que toma por modelo la matonería etarra en el País Vasco, es votado por la
gente con mayor renta per cápita de la Comunidad. Lo dicen las encuestas mareadas por
semejante digresión. A estas horas, los miembros de la CUP exigen que se ponga la república
en marcha, sin más dilaciones. Piden tomar de una vez por todas las estructuras del Estado y
arriar la bandera que sigue colgando del Palau de la Generalitat. Es el primer paso, después
habrá que hacer de la resistencia símbolo de la lucha que se apresta a venir. Pueden ser
meses, o más bien años, de conflicto en el que algún día el Estado depredador se retire del
territorio consagrado. Mientras, los miembros de la CUP representarán el santoral
revolucionario en diversas jornadas de folletín. Un día serán Bakunin, otro Lenin y otro el Che
Guevara, todo ello sin desprenderse del patrimonio y dándole lecciones morales al que se

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preste. Toda la parafernalia que reclaman se halla sustentada por la votación del 1 de octubre.
No porque la jornada no fuera un pucherazo cometido a conciencia, sino porque clamaba
devenirse a sí misma día histórico según los ácidos proteicos, o putrefactos, del pasado. Hacía
falta una jornada histórica que cumplimentara a la de 1714 y ya la tenemos. Vivir
heroicamente, y marcharse a cenar a casa a las diez de la noche sin problema alguno, es el
sueño de estos burgueses revoltosos.

El hecho de que los partidarios de la independencia no hayan llegado al 50% de los votantes
parece preocupar más bien poco a los partidos implicados en esta deriva. Ya sucedió en las
anteriores elecciones autonómicas, declaradas en su día por Artur Mas como plebiscitarias. Si
no llegamos al 50%, como sucedió entonces y también ahora, hacemos como que sí y ya está,
se continúa adelante. Más bien, los “indepes” parecen manejarse con la idea que el suyo, el
propio, es un voto de calidad que en la práctica lo justifica todo. Los restantes representan a
esa Cataluña que es contemplada como una fortaleza a conquistar. Por eso son tan necesarios
el control sobre la educación de las escuelas y los medios de propaganda. De hecho, Esquerra,
Junqueras el primero, piensa que sin corroer ese granito es imposible lograr su propósito. No
dan los números y lo escuálido de los mismos te hace fracasar siempre frente a ojos foráneos.
A eso le llaman ampliar la base del nacionalismo y, por ende, la del derecho a decidir. Es decir,
ir expulsando al Estado de todos los ámbitos en los que todavía permanece y convenciendo a
los reacios de que su resistencia no sirve de nada. Las dos estrategias en conflicto dentro del
nacionalismo son, una, la que propugna tiempo para mejorar las expectativas de victoria,
intensificando los medios ya probados y, la segunda, la que apuesta por un aquí y ahora. Esta
última es la preferida por Puigdemont y los camaradas de la CUP, cada uno por razones
diversas. La victoria de Puigdemont sitúa su estrategia como la favorecida, al menos por el
momento. Esquerra va a tener que plegarse a ella mientras no haya un cambio significativo en
el tablero de juego.

Ciudadanos ha ganado las elecciones debido a su mensaje, un mensaje que impugna los
tejemanejes con los nacionalismos que los partidos españoles han reproducido desde hace
más de treinta años. A buen seguro, no le va a bastar para gobernar. Le faltan los números y
los apoyos. Con todos los defectos que se quiera, este partido es el que pretende cerrar la
brecha que se ha producido en el país desde que la Constitución vigente se halla en vigor. El
Título VIII de la misma la ha dejado abierta en canal. Las indefinición entre las competencias
propias del Estado, las de las Comunidades, ha logrado que los nacionalistas se lancen sobre
ellas a cambio de prestar su apoyo a gobiernos en minoría en el parlamento nacional. Han
vaciado al Estado de contenido, pretendiendo que lo sea a su vez de sentido, a la espera de la
fecha en la que poder alzarse contra el mismo con alguna posibilidad de vencer. Algunos
piensan que ésta situación puede perpetuarse incluso desde hoy. No sólo son los nacionalistas
los beneficiarios de ella. También hay una alternancia conformada por dos partidos cuya
inercia empuja en esa dirección. Pronto o tarde, de un modo u otro, esa querencia a continuar
por el camino que se conoce se va a hacer presente. Los dos partidos implicados, PP y PSOE,
llevan tantos años convenciendo a su parroquia de que el adversario a batir es el partido de
enfrente, y no el nacionalista que labora para destruir el sistema, que un cambio de visión le
pondría a la cabeza del preboste decidido a romper la confusión el anatema del loco. Alguno
de ellos o los dos buscarán un medio para evitar que el partido ganador hoy en Cataluña pueda
desbancarlos en el resto del país. Los nacionalistas prestarán su apoyo a la causa,

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amigablemente y convencidos de que laboran por su triunfo final. El partido de Rivera comete
a menudo los errores del bisoño y puede caer en las trampas que le tiendan los
experimentados. Tendrá que definirse sobre asuntos que no serán tan claros como el que
atañe a los nacionalismos y toda su parafernalia. Si se convierte en alternativa, muchas fuerzas
se aliaran para evitar que alcance el gobierno. Representa un cambio que finiquitaría el
escenario que hemos visto desenvolverse desde hace treinta años.

El PSOE no ha conseguido los resultados que esperaba. Los socialistas catalanes han
descubierto que el nacionalismo moderado no existe, con lo que esto significa. Es decir, que
Miquel Iceta lleva meses llamando a la puerta de una casa vacía. El secretario del PSC ha
lanzado el cebo habitual para estas ocasiones. La concesión sobre la Hacienda catalana, la
Inspección fiscal, los indultos “prêt-à-porter”, es decir, una independencia que lo sea en casi
todo, menos en el nombre. Lo cierto es que hay un montón de militantes y de cuadros del
partido que se han ido fugando a las listas del “procés” desde hace años. Los hemos visto
aparecer en esta historia en diversos cargos, como es el caso del inefable Mascarell, que
ejercía de delegado del Govern en Madrid hasta que fue destituido. Los “indepes” han ido
seduciéndolos valiéndose de la indefinición socialista y a costa de un presupuesto millonario.
Muchos de ellos han descubierto una forma de vivir que su partido, menguante, no podía
ofrecerles. Iceta habla de un fracaso electoral cuyas causas se dispone a repetir. Como dicen
los cursis, esa ambigüedad se halla en el ADN del partido, partido de dos almas que provocan
siempre la traición de los dirigentes hacia sus votantes, hartos los últimos de ser ninguneados
por unos tipos que anhelan el poder para hacerse perdonar sus complejos. Ya durante los
gobiernos de los socialistas Pascual Maragall y José Montilla la dúplice alma del PSC se mostró
en toda su realidad. El presidente español de la época, también socialista, Rodríguez Zapatero,
encaró la cuestión con visos azañistas. Para este hombre un nuevo estatuto aprobado en el
Parlament, fuera cual fuera, merecía la aclamación por parte de los españoles. Eso radica en la
idea de que Cataluña debe darle lecciones de moralidad, sabiduría económica, tolerancia y
buen hacer en la res pública al resto del país. Ya en la Segunda República, también antes, las
lecciones de semejante magisterio dieron unos resultados nefastos, cuando se comprobó que
la política catalana era más irresponsable, radical y tabernaria que en el resto del país, no
menos. Cuando le presentaron un estatuto inconstitucional, el señor Zapatero lo rectificó, a
pesar de haber anunciado que se plegaría a lo que le mandaran; después lo volvió a rectificar
el Tribunal Constitucional, con lo que se le regaló a los “indepes” la causa propagandística que
buscaban. Lo que fue solo una operación de maquillaje, para demostrar que los socialistas
catalanes eran tan nacionalistas como los de Convergencia si lograban alcanzar el gobierno, se
ha convertido para los “indepes” en la evidencia de que se hallan sometidos a una dictadura
constitucional y, por ende, a la del Tribunal que defiende la Carta Magna. Perdido todo
discurso coherente, el partido de referencia nacional en la comunidad autónoma se conforma
con la tercera parte de los sufragios que una vez tuvo. El feudo socialista del “cinturón rojo” de
Barcelona se ha vuelto naranja, el color de Ciudadanos. Y las expectativas del PSC para el
futuro serán las de continuar con esa diatriba. En no demasiado tiempo abandonarán la alianza
actual para hacer ese viaje a la “transversalidad” que Iceta reclama. Los resultados serán los de
ahora, y los de siempre: los suyos se fugarán al bando del que tiene el poder, pero nunca al
revés.

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Podemos, Podem y Catalunya Si Que es Pot, es uno de los elementos claves de esta historia.
Ha obtenido el 8% de los votos y 8 diputados en las elecciones de ayer. Con ellos han contado
y cuentan los “indepes” para tumbar el sistema en Madrid. Es un elemento clave también
porque es Podemos el que debe atraer a los socialistas a una suerte de Frente Popular,
alejándolos de la “alianza monárquica”, como ellos la llaman. Ese movimiento surgido con la
crisis económica no pretende demoler la Constitución porque sea independentista, sino
porque pretende cambiarla por otra que les parezca más democrática. Lo de la democracia es
un término discutible en este aspecto, como en tantos. Se supone que estos señores tienen
fórmulas mágicas para todo. En este caso la idea es la de que los “indepes” catalanes se
hallarán más cómodos bajo una república y que, de instaurarse ésta, ya no querrían separarse
de España. Esto cae en el mismo voluntarismo que la “España federal” de la que hablan los
socialistas, porque no hay ningún “indepe” al que alguien haya oído decir que renuncia a la
independencia si se cumplen uno o esos dos propósitos. En el fondo, se trata de liar un barullo
en el que sea posible lo que se tercie. Los “indepes” podrán ser gracias a él lo que quisieren y
los discípulos de Pablo Iglesias deleitarnos con el experimento de una revolución bolivariana
importada en Europa. Después ya veremos en qué termina la cosa. Podemos no ha tenido
buenos resultados en estas elecciones porque se halla en la propia indefinición. Como sucede
con el PSC, sus dirigentes son más nacionalistas que sus votantes, y para ocultar semejante
tesitura la lideresa del partido, señora Colau, ha inventado un contorsionismo que nos deja
alelados. Ella no representa, “encarna”, como decía hace semanas un periodista. Es uno de
esos políticos que poseen el sentido de ponerse a la cabeza de cualquier manifestación que
pudiera beneficiarlos. Es también una de esas “starlets” que surgen por unas virtudes que no
pasan el filtro del plasma. Todo es suposición, sugerencia, invento y postureo. El señor Iglesias
tiene un problema en todo el país. Pero sus bazas no son ganarse a una mayoría de éste para
lograr sus propósitos, sino aprovechar la oportunidad de alcanzar el poder por la negligencia,
la ceguera, la división, los intereses, las necesidades prosaicas o personalistas de otros. Como
el régimen que pretende imitar, precisa de un guerracivilismo impostado que haga imposible
el acuerdo entre los partidos que todavía defienden la Constitución. Quemar los puentes entre
ellos, aislar a la clase social conservadora o liberal como espantajo fascista contra el que vale
cualquier cosa (una “clase” sin cuya participación es imposible la riqueza, el progreso o la mera
democracia) y apoderarse de los instrumentos de poder que le permitan ejecutar esa jugada,
son sus objetivos. Esa pretensión parece muy tocada en el día de hoy. Pero como cualquier
otro partido radical, Podemos dispondrá de una oportunidad si los astros se alinean en su
favor. La inestabilidad política, económica, social, institucional, son sus bazas. Lo mismo le vale
el escándalo provocado por un miembro de la Casa Real, que un aumento del desempleo, los
casos de corrupción, un golpecito de Estado ejecutado por un partido regional. En cualquiera
de esos casos el partido del señor Iglesias le echará la culpa a un sistema que merece ser
derribado para instaurar una nueva, otra vieja, utopía. Ya hemos dicho en estas páginas que
los modelos del señor Iglesias son los regímenes latinoamericanos surgidos al albur del
petróleo venezolano y la Segunda República española. De los primeros hay poco que añadir.
De la segunda puede decirse que el que esa república, que desembocó en una guerra civil,
constituya el ideal de un partido con 5 millones de votantes se produce por vez primera en la
España democrática. Un aviso de que nunca se está a salvo de nada y de que uno puede
repetir los errores del pasado, bajo otro ropaje, con una ceguera incluso pasmosa. Por
supuesto, esperamos que el señor Iglesias no logre nunca sus propósitos.

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El PP, partido del gobierno, ha recibido un castigo más grave aún del que sus dirigentes y
votantes esperaban. El voto útil se ha marchado en masa a Ciudadanos. El partido del gobierno
ha pagado a su vez la ceguera, la improvisación, y la falta de arrojo para tratar con un
problema que se había envenenado desde hacía tiempo y que pretendió meter en un cajón. En
la jornada de marras, el 1 de octubre, fallaron con estrépito en el objetivo de impedir el
referéndum. No interceptaron las urnas compradas por la Generalitat y la confianza puesta en
los Mozos de Escuadra resultó una muestra de ingenuidad. Pero el gobierno español se había
comprometido hasta tal punto a impedir la votación que tuvo que enviar a la Policía Nacional y
a la Guardia Civil a hacer una aparición que defendiera la idea de que el Estado conservaba
algún poder de reacción dentro de su propio territorio. Esa actuación le regaló a los “indepes”
las imágenes que deseaban. La comunicación con los medios de prensa extranjera ha sido
inexistente por parte de un gobierno desbordado, que descubre de un día para otro que la
mentira y el boato goebblesiano de la propaganda forma parte de la política habitual. Una cosa
que se supone desde tiempos de Maquiavelo. Esos días la independencia pareció posible
porque el gobierno quedó desarbolado por la campaña que el Govern puso en marcha
sirviéndose de la cobertura internacional. Las tornas cambiaron después del discurso del Rey,
en la noche del 3 de octubre. La marcha del 8 de octubre en Barcelona avaló ese discurso. Con
dicho discurso, es el Rey el que se ha convertido ahora en el blanco favorito de los “indepes”.
Éstos no son tan tontos como para ignorar que deslegitimar esa institución es uno de los pasos
previos a la independencia. Para que haya independencia hay que provocar primero una crisis
de Estado que desemboque en una república. El gobierno aplicó la receta de un 155 lo más
leve posible porque lo exigía sus aliados para la ocasión, porque lo dictaba su voluntad y su
propia querencia a volver lo antes posible a una situación predecible. El resultado de dejar a
los “indepes” con buena parte de sus armas, como la televisión autonómica, se ha mostrado
desastroso. Desde ella han montado la campaña. Sus profetas no han tenido que justificar los
desastres del “procés”, sino airear a los presos y exiliados con el victimismo habitual. El
gobierno ha ido improvisando la respuesta según los acontecimientos. No ha entendido a qué
cosa se enfrentaba y a mediados de septiembre se creía aún en disposición de pactar. Su
debilidad, más que parlamentaria, es de convicción y de criterio, de pensar que la política
puede sustentarse en el cumplimiento de unas partidas presupuestarias que ayuden al
crecimiento económico. El partido ha dado tantos bandazos en Cataluña durante estos años
que ha seguido los pasos del PSC, sólo que con un techo electoral más bajo, que hoy se ha
convertido en enano.

No parece que con seis meses más de plazo para celebrar elecciones los resultados en
Cataluña hubieran cambiado en demasía, como aseguran algunos periodistas. Tampoco creo
que alargar esa fecha por más tiempo hubiera dado el resultado que algunos esperaban. Los
votantes “indepes” se han mostrado rocosos. Han votados a los de siempre porque son los
suyos, como mucha gente temía. Sobre todo porque no votarlos les parecía una imposición del
enemigo.

Para emprender una transformación desde la raíz del problema era necesaria una enmienda a
la totalidad que casi ninguno de los partidos implicados en el envite estaba dispuesto a
respaldar. Esto significaba a la larga un cambio constitucional que cerrara la vía de agua abierta
desde 1978. Los nacionalistas pondrían el grito en el cielo, a continuación se excluirían de ese
pacto y considerarían que todo acuerdo entre ellos y lo que llaman “Estado español” habría

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dejado de existir. La otra alternativa es la de ir ganando tiempo y rezar para que no le toque a
uno enfrentarse con lo que al fin no ha de tener remedio. Lo que ha cambiado es que la
primera propuesta, escondida durante años, va a empezar a encontrar sus defensores. Los
“indepes” catalanes y su deriva han servido para que muchos comprendan al fin lo que tiene
todo esto de chantaje inaceptable, cuya perpetuación no sirve además para nada.

Si algo no ha ayudado a los nacionalistas en sus propósitos ha sido la coyuntura internacional.


Pero incluso ésta ha comenzado a cambiar desde que se inició la crisis económica y, aun antes,
con la extensión de la UE a los países de la Europa del Este. En alguno de esos países ha
encontrado los “indepes” el modelo a seguir. Les han servido de modelo los casos de Bosnia,
Kosovo, Eslovenia… Una vez olvidados los de Dinamarca y Finlandia. Han comprendido que ya
no se trata de forzar el statu quo entre los países occidentales surgidos tras la II Guerra
Mundial, sino poder sustituirlos por entes que pueden encontrar en la religión, la raza, la
lengua y el miedo o el odio al vecino su razón de ser. Los “indepes” han hecho una primera
llamada a esa puerta. Ésta no se ha abierto porque las implicaciones de aceptar ese órdago
han sido comprendidas por los gobernantes europeos, mucho mejor que por su prensa o sus
sociedades. Lo del referéndum por la independencia de Padania quedó en su día como una
comedia italiana que ahora elige anualmente a una Miss. En la actualidad, esas derivas
tendrían repercusiones imprevisibles.

Los “indepes” necesitan de un reconocimiento que debe partir del mismo Estado que desean
desmembrar. Éste debe aceptar que las negociaciones deben hacer esa independencia lo
menos cruda posible para quien la desea y que ese Estado debe ser el garante del
reconocimiento internacional que haga de esa nueva república una institución legítima. La
única otra opción, como ya se demostró en los primeros días de octubre, es una reacción que
comporte enfrentamientos que obliguen a terceros, por motivos humanitarios, a intervenir.
Toda la teatralización del 1 de octubre vino pensada para conseguir una jornada histórica que
pasara por un acontecimiento de esa clase. Los “indepes” sabían que en política la
representación creíble sustituye a la verdad que países pueden fundarse gracias a
malentendidos y que los acontecimientos históricos pueden someterse al lifting que uno
desee. Lo sabían, entre otros motivos, porque ellos no se dedican en verdad a otra cosa. No
podían presentar muertos, pero sí apaleados por ejercer un derecho que no se le niega a nadie
en el mundo civilizado: votar. Si los apaleados no eran tantos como deseaban, se podía mentir
otra vez, y si los votos no eran todos los que deberían, podían llenarse las urnas antes de
hacerlas entrar en los colegios. “Los “indepes” han ejecutado un pucherazo camerunés en la
Europa del pleno siglo XXI”, comentaba un observador en los días de autos. Ya crecidos por ese
sentimentalismo en espiral, los nacionalistas catalanes le negaron a los medios de
comunicación internacionales que pudieran votar nunca, aunque una simple mirada a las
hemerotecas demostraba que eran la comunidad autónoma que más lo había hecho en su
reciente historia. Afirmaron que vivían en una cárcel, algunos se sintieron más identificados
con los campos de concentración, y sacaron a pasear paralelismos alucinantes que algunas
almas cándidas se creyeron.

Al fin, las opciones fallaron porque no tuvieron el suficiente recorrido y, también, porque esa
parte de la sociedad, no nacionalista, salió a la calle a defender sus derechos el 8 de octubre.

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Con ella, la mendaz interpretación de una sociedad uniforme, donde todos piensan lo mismo,
todos respaldan lo mismo, todos anhelan lo mismo, se vino abajo.

El problema de los “indepes” reside en el hecho de que —tras muchos años de


adoctrinamiento— el porcentaje de votos que recala en los partidos nacionalistas, hoy
independentistas, se halla congelado. Ni los aleccionamientos en las escuelas, ni convertir los
medios de comunicación públicos en instrumentos de una ruda propaganda, consigue que el
nacionalismo supere con holgura la barrera del 50% del electorado. Los instrumentos han sido
retorcidos sin el menor complejo, convirtiendo a más de la mitad de la población en rehén de
lo que desea hacer la otra parte, pero los resultados siguen sin ser los esperados. Con esos
números, la idea de una independencia por aclamación queda por entero desacreditada.

Los “indepes” sobreactuaron en las jornadas de octubre y es previsible que vuelvan a hacerlo
ahora que han revalidado su mayoría en el Parlament. Su objetivo se centra en alterar el sujeto
de la soberanía reconocido en la Carta Magna y conseguir que el método agravado para una
reforma constitucional desaparezca de la misma. Su fin es realizar un referéndum como el que
se produjo en Escocia durante el año 2014. Obviando las diferencias entre las historias de
Escocia y de Cataluña y el hecho de que no existe en el Reino Unido una Constitución escrita.
Ese referéndum sería reiterado temporalmente hasta que el resultado del mismo sea positivo.
Entienden que una vez que España haya aceptado esas condiciones se seguirá de por sí el
respaldo para que la nueva Cataluña entre a formar parte de las instituciones internacionales.
Sin eso, o sin la colusión sangrienta que arrojara un montón de muertos sobre la mesa, las
intenciones independentistas son imposibles. En eso radica también la fuerza de España,
porque no hay ningún partido a nivel nacional, excepto el Podemos del señor Iglesias, que
reivindique una salida de esa clase. Esa opción supondría más que probablemente la
desaparición de ese partido en el país y a nadie le gusta suicidarse para conformar a otros. Por
eso, la eterna lista de concesiones resulta grave, pero no matan nunca al herido, a pesar de
desvalijarlo periódicamente. El derecho de autodeterminación no se reconoce en
prácticamente ninguna de las constituciones liberales del mundo. Cosa que algunos “indepes”,
por cierto, les ocultan cínicamente a sus partidarios. Muchos de los cuales creen que esa
carencia define por sí sola la falta de democracia en España.

La deriva del nacionalismo catalán va a estar aquí por años, porque reside en la misma
indefinición de la España constitucional surgida en 1978. No será de extrañar que en algún
modo, en algún momento, se le sume el nacionalismo vasco.

La fuerza del Estado, incluso de un Estado con la debilidad de éste, se ha comprobado mayor
de lo que se esperaba. El Estado puede tener un margen de maniobra que los “indepes” no
poseen. Los últimos han agotado sus recursos propios y deben esperar los errores del
contrario. El gobierno en el Estado puede cambiar de estrategia, puede cambiar de color,
puede cambiar de discurso, puede congelar la situación. Los “indepes” no pueden volverse
atrás ni tampoco lanzarse hacia delante. Corren el riesgo de que esa imposibilidad de actuar,
de vencer, acabe contagiando a sus partidarios y de que éstos regresen a sus casas, cansados
de una verbena que gira eternamente en torno a un eje.

Pero hay una parte de independentistas que va a intentar convencer al resto de que el
resultado de las elecciones de hoy es signo de que la guerra no está pérdida. Los incidentes del

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1 de octubre, la declaración de independencia, la aplicación del artículo 155, el
encarcelamiento de algunos consejeros, la huida de otros, van a ser presentados por esos
individuos como capítulos de una representación de la que no hemos visto el final.

Si algo demuestran los resultados es que en una región floreciente de Europa más de dos
millones de personas han salido a la calle a respaldar sin fisuras a unos políticos que
pretendieron asestar un golpe definitivo a un Estado democrático del que eran
representantes. Pretendían aniquilar sus leyes, incumplir las sentencias de los tribunales,
acallar a la oposición y amedrentar a todos los que se les resistieran. Lo hacían por el desprecio
que siempre han sentido por ese país del que se declaran extranjeros. El hecho de tener que
obedecer una Constitución les parece insultante no por las normas contenidas en ésta, al fin y
al cabo semejantes a las vecinas, sino porque ésta es española. Convencer a esos dos millones
de individuos de que los diversos desastres del “procés” son jugadas maestras, pensadas por
dirigentes que tienen una bola de cristal en las manos, es mucho menos imposible hoy de lo
que parecía hace días. También se pueden crear justificaciones con el fin de pescar adeptos
que en principio ni siquiera se declaran independentistas. Para eso están pensados los
eslóganes del tipo de que Cataluña marca un camino a seguir por otras regiones y que se
convertirá en el modelo de éstas. O ese otro que dice que los políticos “indepes”, incluso con
los errores que se les puedan atribuir, se rebelan contra un orden de cosas que también
perjudica a los demás. Como si la independencia fuera en realidad un asunto de segunda clase
en todo este embrollo. El mayor peligro de los “indepes” será siempre el conseguir convertirse
en “todo para todos”. Es decir, la vieja aspiración de todos los movimientos autoritarios.

Esta historia, como todas, parte de un pasado que es más leyenda que realidad, pero es que
las masas creen en las leyendas con mucho más amor que en las investigaciones históricas.
Mientras el resto de España se despolitizaba, Cataluña se ha politizado en el sentido que esa
palabra ha tenido en los sucesos más lúgubres dentro de la reciente historia de la humanidad.
Nunca valen contras esos argumentos las razones, las opiniones contrastadas, las advertencias
que pongan en claro la demencia a la que suele conducir las pasiones cuando estás le hablan al
oído de la tribu. Las primeras le hablan a la razón, mientras que las últimas encuentran
culpables que lo son de todo, siempre y del peor modo posible. Esas fantasías han llevado a la
destrucción de Europa o de partes de la misma cada vez que se han convertido en el discurso
imperante o la guía a seguir. Salvando todas las distancias que se quiera, esas falacias son de la
misma índole que las que los “indepes” catalanes, unos por odio, otros por ignorancia, otros
por cinismo…, han puesto en boga en los últimos años con respecto a los españoles.

Un escritor peruano, también español, aparecido en diversas reseñas de esta crónica, lo ha


dicho mejor que yo lo hago hoy. Si hay algo que tienta al ser humano es dejarse convencer de
un paraíso que nunca ha visto, del que no tiene noticia más que en la leyenda, y que le cuenta
cosas que puede distinguir en su vida diaria como fantasiosas, si no por entero imposibles. La
hermandad espiritual o metafísica radicada en el mero lugar de nacimiento de un individuo es
una de ellas. Una de las más absurdas, como uno puede comprender de sólo relacionarse con
sus vecinos cada día. Cosa que por otra parte hace…, cada día. Esas leyendas lo conmoverán y
lo convencerán de quimeras que portan en su seno su destrucción, la de los suyos y la de la
libertad alcanzada tras ímprobos esfuerzos por convertir el mundo en espacio habitable para el
hombre.

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Esa más extrema calamidad de las pasiones es llamada nacionalismo.

FIN

Contacto con el autor en: [email protected]

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