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PCP - Acerca Del Movimieno Comunista Internacional

La reconstitución de la Internacional Comunista es necesidad histórica y política para el proletariado internacional; es una tarea sumamente delicada que demanda tiempo, tenacidad y firmeza. El punto de partida, clave e imprescindible, es desarrollar la revolución armada y poner la ideología del proletariado al mando del movimiento comunista internacional.

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PCP - Acerca Del Movimieno Comunista Internacional

La reconstitución de la Internacional Comunista es necesidad histórica y política para el proletariado internacional; es una tarea sumamente delicada que demanda tiempo, tenacidad y firmeza. El punto de partida, clave e imprescindible, es desarrollar la revolución armada y poner la ideología del proletariado al mando del movimiento comunista internacional.

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Sociedad peruana

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Acerca del
movimiento comunista internacional

¡Pueblos de todo el mundo, uníos y derrotad a los agresores norteamericanos y a todos sus lacayos!
Pueblos de todo el mundo, tened coraje, atreveos a luchar, desafiad las dificultades y avanzad en oleadas.
Así el mundo entero pertenecerá a los pueblos. Los monstruos de toda especie serán liquidados.
Mao Tsetung

La herejía es indispensable para comprobar la salud del dogma.


Jasé Carlos Mariátegui

La reconstitución de la Internacional Comunista es necesidad histórica y polí-


tica para el proletariado internacional; es una tarea sumamente delicada que
demanda tiempo, tenacidad y firmeza. El punto de partida, clave e imprescin-
dible, es desarrollar la revolución armada y poner la ideología del proletariado
al mando del movimiento comunista internacional.

¿Qué significa desarrollar la revolución armada?

Significa asumir y desarrollar la guerra popular, que es universalmente aplica-


ble, teniendo en cuenta el carácter de cada revolución y las condiciones especí-
ficas de cada país.

El carácter de la revolución está determinado por el carácter de la sociedad. En


países semifeudales y semicoloniales, donde se desenvuelve el capitalismo
burocrático —forma de capitalismo que conlleva la profundización de la con-
dición semifeudal y semicolonial —, se debe desarrollar, en una primera etapa,
la revolución de nueva democracia; es decir, la revolución antiimperialista y
antifeudal de las grandes masas populares bajo la dirección del proletariado
para avanzar hacia el socialismo. Esta revolución se diferencia de la revolución

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democrática burguesa que tuvo lugar en los países de Europa y en lo que ven-
dría a llamarse Estados Unidos en el Continente Americano, porque no condu-
ce a la dictadura de la burguesía, sino a la dictadura de frente único de las
diversas clases revolucionarias bajo la dirección del proletariado.

La guerra popular en los países semifeudales y semicoloniales sólo puede y


debe ser una revolución de las amplias masas populares dirigida por el proleta-
riado contra el imperialismo, el capitalismo burocrático y la semifeudalidad.
Esto significa que la dirección de la revolución no la puede ni debe asumir
ninguna otra clase y ningún otro partido que no sea el proletariado y su Partido
Comunista. La fuerza principal de la revolución de nueva democracia es el
campesinado, sin campesinado en armas no hay hegemonía en el Frente Único.
Esta revolución resuelve el problema campesino, el de la tierra, y el problema
nacional, el de la opresión imperialista. El problema campesino no puede ser
desligado del problema nacional.

La revolución de nueva democracia también se diferencia de la revolución


socialista, pues su tarea es eliminar la explotación y opresión ejercidas por los
imperialistas, la gran burguesía burocrática-compradora y los grandes terrate-
nientes; su tarea es liquidar las viejas relaciones de producción y liberar las
fuerzas productivas encadenadas pero no elimina a ningún sector del capita-
lismo que pueda contribuir a la lucha antiimperialista y antifeudal.

La segunda etapa. En forma ininterrumpida, cuando estén dadas todas las con-
diciones necesarias, hay que transformar la revolución de nueva democracia en
una revolución socialista. Así, la revolución armada, en los países semifeuda-
les y semicoloniales, considerada en su conjunto, tiene una doble tarea: una
revolución democrático-burguesa de nuevo tipo —la revolución de nueva
democracia— y una revolución socialista proletaria. En el cumplimiento de
esta doble tarea revolucionaria, la dirección corresponde a los Partidos Comu-
nistas, al partido del proletariado capacitado por la lucha para el ejercicio del
Poder y el desarrollo de su propio Programa; sin su dirección, ninguna revolu-
ción puede triunfar.

Es pues de gran significación comprender que el problema campesino es bási-


co y sustento de toda la acción en la revolución democrática; incluso en la
revolución socialista es importante.

La guerra popular es un hecho político que, en los países semifeudales y semi-


coloniales, se especifica como guerra campesina, que sigue el camino de
cercar las ciudades desde el campo, y cuya médula es crear bases de apoyo o
nuevo Poder; implica la participación de las amplias masas, es la guerra de las
masas, y ésta sólo puede realizarse movilizando, politizando, organizando y
armando a las masas populares, y apoyándose en ellas. La participación gene-

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ral de las masas en la guerra popular, bajo la dirección justa y correcta del
Partido Comunista, conduce a la victoria.

En los países capitalistas e imperialistas, la revolución a desarrollar es la revo-


lución socialista. El proletariado, y no el campesinado, es la fuerza principal.
La dictadura que se ejerce no es la dictadura de frente único de las diversas
clases revolucionarias sino la del proletariado. La revolución socialista en los
países capitalistas e imperialistas no debe ser concebida como levantamiento,
insurrección o guerra revolucionaria, sino como guerra popular; la cuestión
clave y decisiva es el armamento del proletariado y la construcción del Poder
en medio de la guerra popular mundial. Tómese la revolución rusa y analícese
esa experiencia con detenimiento; analícese, no cópiese al pie de la letra, por
ejemplo, la formación de Soviets revolucionarios, de los Soviets de Diputados
Obreros y Soldados, que nada tienen que ver con el cretinismo parlamentario
de los revisionistas y oportunistas.

Lenin plantea en El Estado y la revolución (1917):

Decidir una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase dominante han de
oprimir y aplastar al pueblo en el Parlamento: he aquí la verdadera esencia del parla-
mentarismo burgués, no sólo en las monarquías constitucionales parlamentarias, sino
también en las repúblicas más democráticas.

Pero si planteamos la cuestión del Estado, si enfocamos el parlamentarismo como una


de las instituciones del Estado, desde el punto de vista de las tareas del proletariado en
este terreno, ¿dónde está entonces la salida del parlamentarismo? ¿Cómo es posible
prescindir de él?

Hay que decir, una y otra vez, que las enseñanzas de Marx, basadas en la experiencia de
la Comuna, están tan olvidadas, que para el "socialdemócrata" moderno (léase: para los
actuales traidores al socialismo) es sencillamente incomprensible otra crítica del parla-
mentarismo que no sea la anarquista o la reaccionaria.

La salida del parlamentarismo no está, naturalmente, en la abolición de las instituciones


representativas y de la elegibilidad, sino en transformar las instituciones representativas
de lugares de charlatanería en corporaciones "de trabajo".

"La Comuna debía ser, no una corporación parlamentaria, sino una corporación de tra-
bajo, legislativa y ejecutiva al mismo tiempo".

"No una corporación parlamentaria, sino una corporación de trabajo": ¡este tiro va de-
recho al corazón de los parlamentarios modernos y de los "perrillos falderos" parlamen-
tarios de la socialdemocracia! Fijaos en cualquier país parlamentario, de Norteamérica a
Suiza, de Francia a Inglaterra, Noruega, etc.: la verdadera labor "de Estado" se hace en-
tre bastidores y la ejecutan los ministerios, las oficinas, los Estados Mayores. En los
Parlamentos no se hace más que charlar, con la finalidad especial de embaucar al "vul-
go". Y tan cierto es esto, que hasta en la República rusa, República democráticoburgue-
sa, antes de haber conseguido crear un verdadero Parlamento, se han puesto de mani-
fiesto enseguida, todos estos pecados del parlamentarismo. Héroes del filisteísmo po-
drido como los Skóbeliev y los Tsereteli, los Chernov y los Avkséntiev se las han arre-

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glado para envilecer hasta a los Soviets, según el patrón del más sórdido parlamenta-
rismo burgués, convirtiéndolos en vacuos lugares de charlatanería. En los Soviets, los
señores ministros "socialistas" engañan a los ingenuos aldeanos con frases y con reso-
luciones. En el gobierno, se desarrolla un rigodón permanente, de una parte para "ce-
bar" con puestecitos bien retribuidos y honrosos al mayor número posible de socialre-
volucionarios y mencheviques, y, de otra parte, para "distraer la atención" del pueblo.
¡Mientras tanto, en las oficinas y en los Estados Mayores "se desarrolla" la labor "del
Estado"!

[...]

Aquí no se trata de la oposición ni de la lucha política en general, sino precisamente de


la revolución. La revolución consiste en que el proletariado d e s t r u y e el "aparato
administrativo" y t o d o el aparato del Estado, sustituyéndolo por otro nuevo, formado
por los obreros armados. Kautsky revela una "veneración supersticiosa" de los "minis-
terios", pero ¿por qué estos ministerios no han de poder sustituirse, supongamos, por
comisiones de especialistas adjuntas a los Soviets soberanos y todopoderosos de Dipu-
tados Obreros y Soldados?

[...]

Kautsky quedará en la grata compañía de los Legien y los David, los Plejánov, los Pó-
tresov, los Tsereteli y los Chernov, que están completamente de acuerdo en luchar por
"un desplazamiento de la relación de fuerzas dentro del Poder del Estado", por "ganar la
mayoría en el Parlamento y hacer del Parlamento el dueño del Gobierno", nobilísimo
fin en el que todo es aceptable para los oportunistas, todo permanece en el marco de la
República parlamentaria burguesa. Pero nosotros iremos a la ruptura con los oportunis-
tas; y todo el proletariado consciente estará con nosotros en la lucha, no por "el despla-
zamiento de la relación de fuerzas", sino por el derrocamiento de la burguesía, por la
destrucción del parlamentarismo burgués, por una República democrática del tipo de la
Comuna o una República de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados, por la dicta-
dura revolucionaria del proletariado.

Y, en Consejos de un espectador (1917), especifica:

Que todo el Poder debe pasar a los Soviets, es evidente. Asimismo debe ser indiscutible
para todo bolchevique que un Poder revolucionario proletario (o bolchevique, pues hoy
es uno y lo mismo), tendría aseguradas las mayores simpatías y el apoyo abnegado de
los trabajadores y explotados del mundo entero en general, de los países beligerantes en
particular y, sobre todo, entre los campesinos rusos. No hay para qué detenerse en estas
verdades, conocidas por todo el mundo y probadas desde hace ya mucho tiempo.

Sí, hay que detenerse, en cambio, en algo que seguramente no está del todo claro para
todos los camaradas, a saber: que el paso del Poder a los Soviets significa hoy, en la
práctica, la insurrección armada. Podría creerse que esto es algo evidente, y sin em-
bargo, no todos se han parado ni se paran a meditarlo. Renunciar hoy a la insurrección
armada equivaldría a renunciar a la consigna más importante del bolchevismo (todo el
Poder a los Soviets) y a todo el internacionalismo revolucionario proletario en general.

Bien, en la historia de la revolución proletaria mundial, se observa 2 grandes


experiencias: 1) La Revolución de Octubre, que es de la ciudad al campo y lo
siguen los países capitalistas a través de una revolución socialista; camino que

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siguió la vieja Rusia, y 2) la Revolución China, que es del campo a la ciudad y
lo siguen los países semifeudales y semicoloniales mediante una revolución de
nueva democracia. Son particularidades de la guerra popular.

La tarea central y la forma superior de una revolución es la toma del Poder por
medio de las armas; es la solución del problema de la conquista y defensa del
Poder por medio de la guerra popular. Este principio marxista-leninista-
maoísta de la revolución tiene validez universal y se concreta en la consigna:
El poder nace del fusil, pero el Partido dirige al fusil.

La guerra popular, que rige para todo tipo de países, es la solución de las con-
tradicciones de clase por medios bélicos; convoca a todos los revolucionarios
y, al desarrollarse, se abre camino a sí misma; es un proceso que va cincelando
las ideas en la mente de los hombres, y éstos, poco a poco, van desarrollando
su conciencia política mientras asumen su único y verdadero camino: su propia
emancipación y la conquista de una nueva sociedad, la sociedad socialista,
bajo el Estado de dictadura del proletariado, para proseguir la marcha inexora-
ble hacia el comunismo.

Fue Mao Tsetung quien enseñó que la revolución socialista es la continuación


de la revolución de nueva democracia; que a la revolución socialista se le plan-
tea el problema de su construcción, desarrollo y defensa, y ello implica aguda
y violenta lucha de clases en la que se enfrentan 2 caminos: el camino capita-
lista y el camino socialista y que, en un proceso de restauración y contrarres-
tauración, aún no está definido quien vencerá a quien, evidentemente, sin
poner en duda que, en perspectiva, el socialismo vencerá. Más aún, Mao esta-
bleció que la revolución cultural proletaria, es la continuación de la revolu-
ción bajo la dictadura del proletariado sostenida por un Ejército Popular capaz
de defender el nuevo Estado basado en las inmensas masas. Así, el proletaria-
do internacional, las naciones oprimidas y los pueblos del mundo, a través de
revoluciones culturales proletarias, podrán mantener el rumbo y persistir en la
marcha hacia la meta final de la humanidad, el comunismo.

Fue Mao Tsetung quien logró sistematizar y sintetizar la teoría militar de la


clase. La guerra popular es la teoría militar más alta del proletariado interna-
cional, pues en ella se resume la experiencia teórica y práctica de la larga expe-
riencia de la lucha armada librada por el proletariado y el pueblo a nivel inter-
nacional. De ello se deduce que la guerra popular mundial es la forma princi-
pal de lucha que el proletariado y los pueblos oprimidos del mundo deben
enarbolar para contraponerla a la guerra mundial imperialista, incluida la gue-
rra atómica.

Discutir sobre el carácter prolongado de la guerra popular es un ejercicio inte-


lectual inútil e improductivo que no conduce a nada pues ésa no es la base de

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discusión. La guerra popular es prolongada porque depende del desarrollo
de la correlación de fuerzas entre el enemigo y nosotros. En cuanto a los facto-
res internos, el tiempo de duración de una guerra popular se dilatará o acortará,
dentro de su carácter prolongado, en la medida en que se aplique correctamen-
te la línea militar proletaria y se combata el revisionismo, que es el peligro
principal —dentro y fuera del Partido del proletariado—, y puede causar serios
tropiezos, retrocesos y hasta la derrota transitoria y relativa de la guerra. El
meollo, la cuestión clave y decisiva, en el desarrollo de la guerra popular, no es
su carácter prolongado sino la construcción del nuevo Poder, del nuevo
Estado, el cómo construirlo según las condiciones concretas de cada país; esto
es decisivo y aplicable en todos los países, tanto para el desarrollo de la revo-
lución de nueva democracia como para la socialista. Por ejemplo, en los países
semifeudales y semicoloniales, tenemos la construcción de Bases de Apoyo,
que es la esencia del camino de cercar las ciudades desde el campo; aquí, la
cuestión del nuevo Poder, del Nuevo Estado, se concreta en la dictadura con-
junta de nueva democracia —basado en la alianza obrero-campesina dirigida
por el Partido Comunista y sustentado por el Ejército Guerrillero Popular como
paso previo a la formación del Ejército Popular Revolucionario— que debe
transformar la vieja sociedad para, rematando la revolución democrática, servir
a que la sociedad socialista bajo la dictadura del proletariado como garantía de
la marcha hacia el comunismo mediante sucesivas revoluciones culturales
proletarias. La destrucción del viejo Poder y la construcción del nuevo Poder
son términos de la misma contradicción.

La experiencia de la guerra popular en el Perú, muestra que:

La guerra popular es prolongada porque deriva de la correlación entre los factores del
enemigo y los nuestros que están determinados por las siguientes 4 características fun-
damentales: La primera es que el Perú es una sociedad semifeudal y semicolonial en la
que se desenvuelve el capitalismo burocrático; la segunda es que el enemigo es fuerte;
la tercera es que el Ejército Guerrillero Popular es débil; y la cuarta es que el Partido
Comunista dirige la guerra popular. De la primera y cuarta características se desprende
que el Ejército Guerrillero Popular puede crecer y derrotar al enemigo; de la segunda y
tercera características se desprende que el Ejército Guerrillero Popular no puede crecer
con mucha rapidez ni derrotar pronto a su enemigo. Estas peculiaridades determinan el
carácter prolongado de la guerra.

El enemigo es fuerte y nosotros somos débiles, en eso reside el peligro de nuestra de-
rrota pero el enemigo tiene una sola ventaja, el numeroso contingente de sus fuerzas y
el armamento con que cuenta, pero todos los demás aspectos constituyen sus puntos
débiles: su objetivo es defender el viejo y podrido Poder del Estado terrateniente-
burocrático; tiene una línea militar burguesa; es un ejército mercenario; no tiene disci-
plina consciente y su moral es baja; tiene fuertes contradicciones entre oficiales y sol-
dados y está desprestigiado ante las masas; además, la base misma del ejército reaccio-
nario es de procedencia obrera y campesina que puede ser disuelto ante una guerra in-
justa; por lo demás, las fuerzas armadas en el Perú nunca han ganado guerras y son ex-
pertas en derrotas. Además, ellas han contado y cuentan con el apoyo de la reacción in-

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ternacional pero nosotros contamos con el apoyo de las naciones oprimidas, de los pue-
blos del mundo y el proletariado internacional, que son las fuerzas nuevas.

El Ejército Guerrillero Popular tiene un solo punto débil, su insuficiente desarrollo y los
restantes aspectos constituyen valiosas ventajas: lleva adelante una guerra popular por
crear un nuevo Poder; tiene una línea militar proletaria, dirigido absolutamente por el
Partido Comunista; está basado en el valor de clase y el heroísmo revolucionario por
tanto tiene una disciplina consciente, su moral es alta y hay estrecha unión entre oficia-
les y soldados y es un ejército compuesto por el mismo pueblo, obreros y campesinos
principalmente pobres.

Pero el hecho objetivo es que hay una disparidad grande entre las fuerzas del enemigo y
las fuerzas nuestras y para pasar, nosotros, de débiles a fuertes requerimos un tiempo en
el cual los defectos del enemigo se expresen y nuestras ventajas se desarrollen. Por eso
decimos que el ejército nuestro es aparentemente débil pero en esencia es fuerte y el
ejército enemigo es aparentemente fuerte pero en esencia débil. Así, para pasar de débi-
les a fuertes tenemos que llevar adelante la guerra prolongada y ésta tiene 3 etapas: la
primera es el período de la ofensiva estratégica del enemigo y la defensiva estratégica
nuestra. La segunda será el período de la consolidación estratégica del enemigo y de
nuestra preparación para la contraofensiva. La tercera será el período de nuestra contra-
ofensiva estratégica y de la retirada estratégica del enemigo.
Línea militar, 1985

Para desarrollar la estrategia y la táctica de la revolución mundial, hay que


tener en cuenta las relaciones económicas, políticas y sociales que están
desenvolviéndose en el proceso de descomposición del imperialismo; hay que
tener en cuenta el desarrollo de los lineamientos generales en lo económico,
político, social y jurídico dentro de los rápidos cambios que se están produ-
ciendo en el sistema imperialista mundial que incluyen el neoliberalismo y la
globalización —lineamientos trazados por la reacción para enfrentar, según
ellos, en mejores condiciones, las agudas contradicciones que genera el desa-
rrollo de las luchas populares—; hay que tener en cuenta la importancia histó-
rica de las naciones oprimidas, de los países semifeudales y semicoloniales, y
su experiencia y perspectiva revolucionaria; para ello, es insoslayable tener
presente la tesis de Mao Tsetung acerca de "3 mundos se delinean"; es decir, la
tesis de los 3 mundos que está estrechamente ligada a la tesis de Lenin sobre la
distribución de fuerzas en el mundo basada en el análisis de clases y las con-
tradicciones y no tiene nada que ver con la tesis revisionista de la "teoría de los
3 mundos" diseñada por Teng Siao-ping que sirvió como base para la restaura-
ción del capitalismo en China y su actual desarrollo como superpotencia impe-
rialista bajo la férula de Xi Jinping.

Para llevar adelante la guerra popular mundial, aplicando la tesis de los 3 mun-
dos, hay que tener en cuenta los siguientes lineamientos fundamentales:

- La ideología del proletariado, el marxismo-leninismo-maoísmo, debe espe-


cificarse en cada país como pensamiento guía —es decir, como aplicación

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creadora de la verdad universal a las condiciones concretas de cada revolu-
ción— y base de unidad partidaria. Sin ideología del proletariado no hay revo-
lución, sin ideología del proletariado no hay perspectiva para la clase y el pue-
blo, sin ideología del proletariado no hay comunismo.

- La necesidad de la vanguardia organizada del proletariado que es la fuerza


política que asume la tarea de su dirección y orientación en la lucha por la
realización de sus ideales de clase. El Partido Comunista de cada país debe
dirigir y garantizar el rumbo de la revolución; debe ser capaz de conducir al
proletariado y el pueblo a la conquista del Poder y defenderlo. El Partido Co-
munista es la parte más consciente en cuanto conoce, maneja y aplica la ideo-
logía del proletariado, las leyes que rigen la revolución, la política —es decir,
las leyes de la lucha de clases por el Poder— y la guerra popular como forma
principal de lucha. Sin Partido Comunista, las masas no podrán contar con un
plan estratégico y táctico justo y correcto; es indispensable que el Partido Co-
munista dirija con planes políticos, organizativos y militares; un plan es una
ideología. Sin Partidos Comunistas, se desarrollan movimientos nacionalistas
que simplemente buscan ser reconocidos como naciones para quedar depen-
diendo del imperialismo o cambiar de amo.

- La necesidad de la militarización de los Partidos Comunistas a través de


acciones concretas de la lucha de clases, principalmente, pero no sólo, de ac-
ciones concretas de tipo militar. Adoctrinar a las masas con hechos. Clave: la
construcción concéntrica de los 3 instrumentos es la plasmación orgánica de la
militarización del Partido. En tiempos de guerra, las masas deben ser organiza-
das armadamente en el Ejército Guerrillero Popular o en el Ejército Popular
Revolucionario, según los casos, y en las Bases de Apoyo, todos los hombres y
mujeres de cada Comité Popular deben estar organizados militarmente; concre-
tar el papel de la milicia popular, en el camino hacia el mar armado de masas,
que asume funciones de ejército, de policía y de administración; tomando al
Partido como eje de todo, construir, alrededor de él, el Ejército y con estos
instrumentos, con la masa en guerra popular, construir en torno a ambos el
nuevo Estado. La militarización de los Partidos Comunistas y la construcción
concéntrica de los 3 instrumentos de la revolución van de la mano. Dentro de
estos lineamientos se concibe el desarrollo de la guerra popular específica en
combate con la guerra contrarrevolucionaria también específica y ambas den-
tro de la era de guerras múltiples y variadas en que se está hundiendo el impe-
rialismo y que, en síntesis, será la gran contienda entre guerra popular y guerra
contrarrevolucionaria a nivel mundial. En consecuencia, cualesquiera sean las
formas específicas que se den, a los Partidos Comunistas se les presenta esta
necesidad y perspectiva. La militarización de los Partidos Comunistas tiene sus
antecedentes en Lenin y en Mao Tsetung; pero, en el Perú, esta importante
tesis, teniendo en cuenta las circunstancias concretas de la lucha de clases, fue
desarrollada por quien en su momento fuera conocido como el Presidente

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Gonzalo; esta experiencia tiene validez universal por lo cual es una demanda y
necesidad que los Partidos Comunistas del mundo se militaricen. La guerra
popular es la forma principal de lucha y el Ejército de nuevo tipo es la forma
principal de organización. La tarea se concreta en: "El Partido es el eje de
todo, dirige omnímodamente los 3 instrumentos, su propia construcción, abso-
lutamente al ejército y al nuevo Estado como dictadura conjunta apuntando a
la dictadura del proletariado".

- La necesidad de crear aparatos orgánicos; organismos generados por el


proletariado para los diversos frentes del trabajo de masas en y para la guerra
popular. Una política no se puede plasmar sin una forma orgánica que la con-
crete; esto es, lo orgánico sigue a lo político y, teniendo en cuenta que no basta
línea, hay que montar los aparatos orgánicos viendo la estructura orgánica, el
sistema orgánico y el trabajo partidario. Se debe movilizar, politizar, organizar
y armar a las masas populares; crear medios y órganos de difusión, prensa y
propaganda. Desarrollar una gran movilización ideológica para que las masas
plasmen enarbolar, defender y aplicar el marxismo-leninismo-maoísmo, prin-
cipalmente el maoísmo como verdad universal. Aplicar el principio de las
masas hacen la historia y el Partido guía la revolución. El Partido dirige la
lucha de masas en función del Poder que es la reivindicación principal. El
conocimiento lo genera la práctica y ésta la hacen las masas; hacer que las
masas expresen plenamente su capacidad de propagandizadores y agitadores.
El trabajo partidario es la relación entre trabajo secreto, que es principal, y
trabajo abierto; importancia de las 5 necesidades: el centralismo democrático,
la clandestinidad, la disciplina, la vigilancia y el secreto, particularmente el
centralismo democrático. El trabajo de masas se realiza a través del Ejército de
nuevo tipo cuyas tareas a cumplir son 3: combatir, movilizar y producir.

- La guerra popular especificada para cada país. Manejar la guerra como


una unidad con un plan estratégico único aplicando el principio de centraliza-
ción estratégica y descentralización táctica; manejar la guerra mediante un plan
único con partes, por campañas, con planes estratégico-operativos, planes
tácticos y planes concretos para cada acción —la estrategia se vincula con las
operaciones tácticas—, esa es clave en la dirección de la guerra popular. El
Partido dirige la guerra popular y dirige absolutamente al Ejército. El Partido
manda al fusil, jamás permitir que el fusil mande al Partido.

- La construcción del nuevo Poder, según el carácter de la revolución, impli-


ca comprender y manejar la relación recíproca que hay entre el Partido, el
Ejército y el Frente Único; la construcción concéntrica de los 3 instrumentos
de la revolución en medio de la guerra, o en el mantenimiento del nuevo Esta-
do, basado en el poderío del pueblo armado que expresa una justa y correcta
labor de dirección. La construcción se guía por el principio de la justa y co-
rrecta línea ideológica lo decide todo; sobre esta base ideológico-política, se

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desarrolla simultáneamente la construcción organizativa en medio de la lucha
de 2 líneas como fuerza impulsora del desarrollo partidario —lucha entre la
línea proletaria y la línea burguesa o línea no proletaria en general— y en la
tempestad de la lucha de clases, principalmente de la guerra popular, como
forma principal de lucha ya sea actuante o en potencia. Ello lleva a la necesi-
dad de plasmar órganos del nuevo Poder, por ejemplo, Comités Populares en
sus diferentes formas —clandestino, organizador, reorganizador, paralelo,
abierto y Comité de Lucha Popular, que, en el caso del Perú, fue la primera
forma de Poder en ciudad—; Bases de Apoyo —bases del nuevo Estado de
obreros y campesinos—; Frente Revolucionario de Defensa del Pueblo, Mo-
vimiento Revolucionario de Defensa del Pueblo —que es la concreción del
Frente Único en las ciudades y su objetivo es llevar a las masas a la resistencia,
servir a la guerra en función de la futura insurrección—; y República Popular
de Nueva Democracia en formación, todo en función de servir firme y decidi-
damente al establecimiento de la República Popular y, principalmente, de la
dictadura del proletariado en todo el mundo, bajo la conducción del Partido
Comunista, con ejército revolucionario de nuevo tipo, mediante la guerra po-
pular y el desarrollo de revoluciones culturales proletarias ininterrumpidas. El
nuevo Poder sigue, en su desarrollo, la fluidez de la guerra popular y, eviden-
temente, las especificaciones de cada realidad concreta; es la expresión del
Frente Único que plasma la dictadura conjunta de las clases que participan en
la revolución según el carácter de la sociedad y la revolución. Este nuevo Po-
der, en los países semifeudales y semicoloniales, se conforma como una dicta-
dura de nueva Democracia en cuanto sistema de Estado y en asambleas popu-
lares en cuanto sistema de Gobierno; organiza la vida social de las masas en
todos los planos; se organiza la producción principalmente de la agricultura y
del comercio —sin dejar de lado la pequeña y mediana industria— orientando
la actividad hacia el trabajo colectivo; además, ejerce justicia, organiza la edu-
cación y la recreación, así como vela por la marcha de las organizaciones po-
pulares y garantiza la seguridad colectiva e individual; la base de esta labor es
la introducción de nuevas relaciones sociales de producción. En los países
capitalistas e imperialistas se siguen los mismos principios adecuados a sus
particularidades en cuanto a sistema de Estado, sistema de Gobierno y a las
nuevas relaciones sociales de producción. Una vez más, la destrucción del
viejo Poder conlleva, necesariamente, la construcción del nuevo Poder.

- La alianza de clases bajo la dirección del Partido Comunista. Tener en cuen-


ta que el desarrollo de la guerra popular está estrechamente ligado a la demo-
cracia, al centralismo democrático; que la guerra popular requiere y desarrolla,
necesariamente, democracia popular, no "democracia" burguesa. Este Frente
Único se sustenta en la alianza de las clases que participan en la revolución; es
la agrupación de las fuerzas revolucionarias contra las fuerzas contrarrevolu-
cionarias para librar la lucha entre revolución y contrarrevolución armadamen-
te, principalmente, mediante la guerra popular; es un frente de clases dirigido

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por el proletariado representado por el Partido Comunista; es una alianza para
la guerra popular, para la revolución, para la conquista del Poder en beneficio
del proletariado y el pueblo. Evidentemente, el Frente Único se concretiza
según el tipo de revolución y en cada etapa de ésta; es decir, tiene sus especifi-
caciones según el país, el carácter de la sociedad y los diversos períodos en
cada etapa de su desarrollo; además, una revolución concreta, no es igual que
la revolución a nivel mundial, aunque ambos sigan las mismas leyes generales.
Tener en cuenta, siempre, el nuevo Poder, el nuevo Estado, el sistema de Esta-
do y el sistema de Gobierno; dictadura conjunta o dictadura del proletariado.
El Poder se conquista con la violencia y se defiende con la dictadura. Mante-
ner independencia ideológica. Prevenir y combatir el frentismo electorero
oportunista y el frentismo en general, línea oportunista y revisionista que trafi-
ca con la idea de "compromiso" para capitular y traicionar poniéndose a la cola
de la gran burguesía.

- La necesidad de Programa y Estatutos que orienten y normen la vida del


Partido. La construcción de un Partido Comunista tiene 6 aspectos: su cons-
trucción ideológica, política, orgánica, dirección —Jefatura, que tenga autori-
dad y ascendencia reconocida, jefes, dirigentes y cuadros; la dirección se basa
en la dirección colectiva y en la Jefatura unipersonal—, lucha de 2 líneas y
trabajo de masas. Se forja la militancia en Programa y Estatutos; línea política
general y línea militar como centro, líneas específicas; política general, políti-
cas específicas; y, planes militares del Partido. La política siempre debe estar
al mando. El Programa Comunista define las etapas de la revolución y precisa
su carácter; se sustenta en la línea política general de la revolución; es decir en
las leyes que rigen la lucha de clases por la toma del Poder; la esencia del
Programa es organizar y dirigir la lucha de clases del proletariado para que éste
conquiste el poder político, realice la revolución democrática, la revolución
socialista y las revoluciones culturales proletarias en su camino hacia el Co-
munismo. Movilizar a las masas para que combatan por el Programa de la
revolución, convocarlas a la guerra popular, que arranquen conquistas y dere-
chos cada día más conculcados; no permitir que sean golpeados impunemente
y que aprendan a defenderse, que resistan a la agresión del enemigo usando
todos los medios de que disponen; aplicar combatir y resistir, que es consigna
común para la clase. El Programa máximo, o general, considera la meta glorio-
sa, el comunismo; el Programa mínimo, o concreto, toma en cuenta los intere-
ses de las demás clases que conforman el Frente Único que varía según la
etapa de la revolución, es decir, según la contradicción principal del momento.

Si bien los polos de la contradicción son el proletariado y la burguesía, hay


otras clases, como el campesinado, la pequeña burguesía y, en algunos casos,
la burguesía nacional, que imprimen particularidades al proceso revolucionario
nacional y mundial.

11
En el mundo actual hay 3 contradicciones fundamentales. La primera y princi-
pal contradicción: Las naciones oprimidas, de un lado, contra las superpoten-
cias y potencias imperialistas, de otro lado. Evidentemente, el meollo de esta
contradicción es la contradicción entre las naciones oprimidas y las superpo-
tencias imperialistas; pero, también se da la contradicción entre las naciones
oprimidas y las potencias imperialistas; y precisamente ahí está encerrada la
tesis de los 3 mundos. Ésta es la contradicción principal y de gran trascenden-
cia para la revolución mundial; su solución es el desarrollo y triunfo de revolu-
ciones de nueva democracia mediante la guerra popular. La segunda contradic-
ción fundamental es proletariado-burguesía, que se resuelve mediante la revo-
lución y las revoluciones culturales proletarias ininterrumpidas, también con la
guerra popular considerando el tipo de revolución y las condiciones específicas
de cada país. La tercera contradicción fundamental es la interimperialista; es
decir, entre las superpotencias, entre las superpotencias y potencias imperialis-
tas, y entre las propias potencias imperialistas; contradicciones entre ellos, se
resuelven a través de agresiones, de guerras imperialistas, y tienden a definir la
hegemonía de dominio sobre el mundo a través de guerras regionales y hasta la
guerra mundial; son guerras de rapiña a las que el proletariado debe contrapo-
ner la guerra popular y en perspectiva la guerra popular mundial.

Tener en cuenta ese orden es de suma importancia pues tiene que ver con el
peso de la masa en la historia; la inmensa mayoría de las masas que pueblan la
Tierra viven en las naciones oprimidas y crecen 4 veces más rápidamente de lo
que crecen las poblaciones que viven en los países imperialistas.

Si se aplica el principio de las masas hacen la historia y si, por ejemplo, se


tiene en cuenta que la Segunda Guerra Mundial puso a las masas de pie políti-
camente, se puede prever que la contradicción interimperialista, al generar la
guerra mundial, ésta sería una nueva guerra interimperialista por la hegemonía
mundial; en consecuencia, es nuevo reparto del mundo, es por repartirse el
botín y el botín son las naciones oprimidas; por tanto, tendrían que pasar a
ocupar nuestros países para dominarnos, y así nuevamente vuelve a ser princi-
pal la contradicción naciones oprimidas, de un lado, y superpotencias imperia-
listas y potencias imperialistas, del otro. Ésa es la tendencia que se ve en la
historia y ése es el peso de la masa en la historia; los hechos vienen demos-
trando que donde se está hundiendo y socavando más y más el imperialismo es
en la lucha que se libra en las naciones oprimidas; ésa es la contradicción prin-
cipal, es de gran trascendencia y va a definir el barrimiento del imperialismo y
de la reacción de la faz de la Tierra, siempre y cuando se ponga como mando y
guía de la revolución mundial el marxismo-leninismo-maoísmo; que se desa-
rrollen Partidos Comunistas con esa ideología y que se asuma la guerra popu-
lar, una vez más, según el tipo de revolución y las condiciones específicas.

12
La revolución en los países capitalistas e imperialistas es una necesidad histó-
rica y el desarrollo de la contradicción principal proporciona a los Partidos
Comunistas mejores condiciones para que hagan la revolución y ser parte de la
guerra popular mundial.

Tienen que confluir las 2 grandes fuerzas, las 2 grandes revoluciones: la revo-
lución democrática y la revolución socialista para que triunfe la revolución en
el mundo; de lo contrario, no se podrá barrer al imperialismo ni a la reacción.
El punto clave es el marxismo-leninismo-maoísmo porque el problema es tener
una línea ideológica y política justa y correcta, y no puede haber línea política
justa y correcta si no hay justa y correcta ideología; por eso se plantea que la
clave de todo es la ideología: el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente
el maoísmo. Otro punto clave es la construcción, reconstitución o desarrollo de
Partidos Comunistas, porque las masas claman revolución; el problema no está
en ellas, el proletariado clama revolución, las naciones oprimidas, los pueblos
del mundo claman revolución, entonces se necesita desarrollar Partidos Comu-
nistas, el resto lo hacen las masas que son las que hacen la historia y van a
barrer al imperialismo y a la reacción mundial con guerra popular.

Recuérdese que en la década de 1910, Lenin analizó, con mucha atención, la


lucha en India, China y Persia y llegó a la conclusión de que la revolución se
desplaza a las naciones oprimidas, pero no niega la revolución en Europa sino
que demuestra que un Estado socialista, como la URSS, podía desenvolverse
en medio del cerco imperialista; que la revolución socialista no sería única y
exclusivamente de los proletarios contra sus burguesías sino también de todas
las colonias contra sus opresores; dice que se fusionan 2 fuerzas: el movimien-
to proletario internacional y el movimiento de liberación nacional —el primero
como directriz y el segundo como base— y, que el peso de la masa en las
naciones oprimidas constituye la mayoría de la población en el globo terráqueo
y será decisivo en la revolución mundial.

Veamos, en Informe de la comisión sobre los problemas nacional y colonial


(Lenin ante el II Congreso de la Internacional Comunista, celebrado en 1920),
se lee:
[...] quisiera subrayar en especial la cuestión del movimiento democrático-burgués en
los países atrasados. Precisamente esta cuestión ha suscitado ciertas discrepancias. He-
mos discutido acerca de si será justo desde el punto de vista de los principios y desde el
punto de vista teórico afirmar que la Internacional Comunista y los partidos comunistas
deban apoyar o no el movimiento democrático-burgués en los países atrasados; después
de esta discusión hemos acordado por unanimidad decir movimiento nacional-
revolucionario en vez de movimiento "democrático-burgués". Es indudable que todo
movimiento nacional puede ser sólo democrático-burgués, pues la masa fundamental de
la población en los países atrasados está compuesta de campesinos, que representan las
relaciones burguesas y capitalistas. Sería utópico pensar que los partidos proletarios, si
es que en general pueden surgir en estos países atrasados, puedan aplicar una táctica y

13
una política comunistas sin mantener determinadas relaciones con el movimiento cam-
pesino y sin apoyarlo en los hechos. Pero aquí se ha objetado que si hablamos de mo-
vimiento democrático-burgués, se borrará toda diferencia entre el movimiento reformis-
ta y el revolucionario. Sin embargo, esta diferencia se ha manifestado con toda claridad
en el último tiempo en los países atrasados y coloniales, pues la burguesía imperialista
trata con todas sus fuerzas de introducir también entre los pueblos oprimidos el movi-
miento reformista. Entre la burguesía de los países explotadores y la de las colonias se
ha producido cierto acercamiento, de modo que muy a menudo —tal vez en la mayoría
de los casos— la burguesía de los países oprimidos, aunque apoye los movimientos na-
cionales, al mismo tiempo lucha de acuerdo con la burguesía imperialista, es decir, jun-
tamente con ella, contra todos los movimientos revolucionarios y contra todas las clases
revolucionarias. En la Comisión se ha demostrado esto de modo irrefutable, y hemos
considerado que lo único acertado es tomar en consideración esta distinción y sustituir
en casi todos los lugares la expresión "democrático-burgués" por la de "nacional-
revolucionario". El sentido de esta sustitución consiste en que los comunistas debemos
apoyar y apoyaremos los movimientos burgueses de liberación en las colonias sólo
cuando estos movimientos sean realmente revolucionarios, cuando sus representantes
no nos impidan educar y organizar en el espíritu revolucionario a los campesinos y a las
grandes masas de explotados. Si no existen estas condiciones, los comunistas deben lu-
char en dichos países contra la burguesía reformista, a la que pertenecen también los
héroes de la II Internacional. En las colonias existen ya partidos reformistas, y a veces
sus representantes se llaman socialdemócratas y socialistas. Ahora esta distinción se se-
ñala en todas las tesis, y yo creo que gracias a esto nuestro punto de vista aparece for-
mulado con mucha más exactitud.

Quisiera hacer además una observación sobre los Soviets campesinos. El trabajo prácti-
co de los comunistas rusos en las colonias que antes pertenecían al zarismo, en países
tan atrasados como el Turquestán y otros, nos planteó el problema de cómo aplicar la
táctica y la política comunistas en las condiciones precapitalistas, pues el rasgo caracte-
rístico más importante de estos países es que en ellos predominan aún las relaciones
precapitalistas, por lo que allí no se puede ni siquiera hablar de un movimiento pura-
mente proletario. En estos países no hay apenas proletariado industrial. A pesar de eso,
también allí asumimos y debíamos asumir el papel de dirigentes. Nuestra labor nos ha
demostrado que en estos países hay que vencer dificultades colosales, pero los resulta-
dos prácticos de nuestra actividad han demostrado también que, pese a estas dificulta-
des, se puede despertar en las masas la aspiración a un pensamiento y a una actividad
políticos independientes incluso donde apenas existe proletariado. Esta labor ha sido
más difícil para nosotros que para los camaradas de los países de Europa occidental, ya
que el proletariado en Rusia está sobrecargado de tareas relativas al Estado. Es bien
comprensible que los campesinos que se hallan en un estado de dependencia semifeu-
dal, puedan asimilar a la perfección la idea de la organización soviética y aplicarla en la
práctica. Es claro también que las masas oprimidas, explotadas no sólo por el capital
comercial, sino también por los feudales y por el Estado construido sobre bases feuda-
les, pueden hacer uso de esta arma, de este tipo de organización en las condiciones de
sus países. La idea de la organización soviética es sencilla, y no sólo puede aplicarse a
las relaciones proletarias, sino también a las relaciones campesinas feudales o semifeu-
dales. Nuestra experiencia a este respecto no es todavía muy grande, pero los debates
en la Comisión, en los que han tomado parte varios representantes de las colonias, nos
han demostrado de manera totalmente irrefutable que en las tesis de la Internacional
Comunista es necesario señalar que los Soviets campesinos, los Soviets de explotados,
son un medio válido, no sólo para los países capitalistas, sino también para aquellos en
que predominan las relaciones precapitalistas, y que el deber incondicional de los parti-
dos comunistas y de los elementos dispuestos a crear partidos comunistas es propagar la
idea de los Soviets campesinos, de los Soviets de trabajadores, en todas partes, inclui-

14
dos los países atrasados y las colonias; allí donde lo permitan las condiciones, deben
hacer inmediatamente intentos para crear los Soviets del pueblo trabajador.

Lenin, además, plantea que el rasgo distintivo del imperialismo consiste en que
el mundo se halla dividido, por un lado, en un gran número de pueblos oprimi-
dos y, por otro, en un número insignificante de países opresores que disponen
de riquezas colosales y de una poderosa fuerza militar.

Partiendo de esta línea general para el movimiento comunista internacional,


establecida por Lenin, podemos comprender mejor y aplicar la gran tesis de los
3 mundos planteada por Mao Tsetung que establece la estrategia y la táctica de
la revolución mundial; que sistematiza y sintetiza el camino de cercar a los
países imperialistas y capitalistas desde los países semifeudales y semicolonia-
les, que son la gran mayoría y conforman lo que se conoce como Tercer Mun-
do.

En contexto, préstese atención a los hechos acaecidos en los últimos 70 años;


un aleccionador período de desarrollo económico y de conflictos bélicos donde
se aprecian guerras de rapiña imperialista, guerras de liberación nacional, gue-
rras revolucionarias y guerra popular.

No vamos a profundizar en detalles pues ya lo hemos analizado en otros escri-


tos; aquí reproducimos, ampliamos y actualizamos algunas ideas centrales.
Dentro del marco general expuesto, no resulta nada difícil analizar la multitud
de conflictos bélicos acaecidos entre las derrotas del imperialismo estadouni-
dense en Vietnam y en Afganistán, y sus antecedentes.

Durante ese período, el imperialismo yanqui, sin olvidar la humillación sufrida


en Vietnam, desató más su agresión contra las naciones oprimidas; una guerra
expansionista, por la hegemonía, el nuevo reparto, un nuevo orden regional y
mundial y por acaparar las fuentes de materias primas y energéticas; todo den-
tro de un detallado plan de aislamiento y cerco a Rusia y; en especial, a la
nueva superpotencia mundial, China. Una guerra de sistemática destrucción
del aparato productivo, y de las mismas fuerzas productivas, patrocinada por
los monopolios industriales y financieros, los cuales, a su vez, encuentran los
momentáneos paliativos a las crisis económicas bajo la modalidad de recons-
trucción de las infraestructuras del Estado soberano que han hecho pedazos y
sumergido en la barbarie, reconstrucción que les asegura la conquista de nue-
vos mercados y la explotación más intensa de los antiguos. No por gusto los
diferentes Gobiernos de EE. UU. han promovido, promueven y dirigen estas
guerras sino que, además, cuentan con más de 800 bases o instalaciones milita-
res que están repartidas en más de 130 países y en los 5 Continentes. El avance
tecnológico armamentista sigue desarrollándose; un ejemplo bastante elemen-
tal, para ya no hablar ya de las tecnologías 6G y 7G a usar en la mal llamada

15
"guerra de las Galaxias", es el uso de drones, probados ya en las guerras yu-
goslavas, que disfraza las matanzas y genocidios reduciendo las bajas de los
agresores. No olvidar que detrás de la tecnología siempre hay una ideología y
una política.

Rusia y China son superpotencias imperialistas en colusión y pugna que se


enfrentan, por el momento, pacíficamente con el imperialismo estadounidense
y sus aliados.

Europa se debate en medio de una "crisis de identidad"; los socios europeos se


encuentra en una difícil encrucijada, no saben si seguir ejerciendo de marione-
ta del imperialismo estadounidense o pugnar por un "renacimiento europeo,
una nueva Europa independiente, autónoma, integrada y soberana". El lideraz-
go del eje franco-alemán no termina de cuajar; es más, ante la ausencia de la
ex Canciller alemana, hasta ha perdido el sentido estratégico. De entre los
socios de la Unión, los más beligerantes e intransigentes, muestran los dientes
ante el "conflicto ucraniano": Polonia, Estonia, Letonia y Lituania, acogen el
despliegue de tropas de la OTAN; promueven desfachatadamente el armamen-
tismo de Ucrania y vocean "un ataque comercial preventivo" contra Rusia y,
mientras Bulgaria y Hungría son acusados de "caballos de Troya" de Putin, en
el medio, la mayoría dormita, se regocija y espera el "desenlace de los aconte-
cimientos" para tomar partido y poder pescar en río revuelto; unos pocos, no
saben qué hacer.

La OTAN es el brazo armado de Estados Unidos en Europa y en países árabes;


quien tenga duda sobre esto último, sin olvidar los 200,000 muertos y los
4'000,000 de desplazados causados en las guerras yugoslavas, puede dirigir
una mirada hacia Yemen para ver la magnitud de la catástrofe humanitaria que
está generando su intervención militar.

Junto al uso táctico de drones, dirigidos por control remoto a miles de kilóme-
tros de distancia, y el bombardeo aéreo masivo, se nota que, por parte del Go-
bierno estadounidense, se desarrolla una nueva doctrina militar que, a diferen-
cia de su brutal actuación en la guerra contra Vietnam, se convierte en una
doctrina de seguridad y le permite controlar las tibias críticas de la llamada
comunidad internacional ante el cúmulo de atropellos cometidos contra la
población civil; esta nueva doctrina ha alcanzado un nivel general y hace que
los imperialistas rusos y chinos se vean urgidos a reajustar su propia estrategia
general.

Pero, no seamos ilusos. Sabemos que es la tropa de a pie, el hombre, quien


decide la guerra en la lucha final, en la lucha casa por casa, cuerpo a cuerpo;
ahí está la guerra en Siria como ejemplo, y desde este punto de vista la guerra
moderna no ha cambiado mucho. Hay una combinación de ambos factores.

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Mientras usen sólo la aviación y el bombardeo aéreo o desde barcos, seguirán
masacrando civiles y aunque con ello logren imponer marionetas en los Go-
biernos, la lucha no termina; ahí tenemos, una vez más, Iraq, Afganistán y
Siria, sólo para mencionar unos pocos ejemplos.

Aunque ya aparece en los viejos manuales de contrainsurgencia y en los ma-


nuales de la guerra de baja intensidad, se propala, a viva voz, que la contrain-
surgencia implica ganar corazones y mentes; en la actualidad, esto se acentúa
aún más y se amplía a dirigir la reconstrucción del Estado, previamente por
ellos desarticulado y destruido; a hacer operaciones militares en menor escala;
y a la implementación del uso de asesores, consejeros, instructores y el des-
pliegue de un amplio sistema de infiltración e inteligencia, incluida la electró-
nica-digital.

Así, prolongando la agonía del imperialismo, se evita el rechazo nacional, cada


vez mayor, que provocaba en el propio Estados Unidos la muerte de los miles
de jóvenes soldados caídos en las guerras de Vietnam, Iraq, Afganistán y otras.
La sustitución de la tradicional carne de cañón se restringe a sus propias tropas
pero la misma se amplia e intensifica con el uso de fuerzas nativas; se puede
verificar que la carne de cañón es aportada por algunas tribus y etnias, por
ejemplo, en Libia, Yemen y Siria tanto como en Afganistán y en otros países
árabes y africanos. Se usa y espolea con pasmosa efectividad las disputas triba-
les y religiosas lo mismo que a los primitivos señores de la guerra, según los
intereses del imperialismo aunque de cuando en cuando les falla el plan y sus
protegidas marionetas pasan a luchar por sus propios intereses, como, por
ejemplo, Osama bin Laden, Al-Qaeda y los talibanes que fueron utilizados
contra la ex Unión Soviética; Sadam Hussein, utilizado para contener a Irán;
Muamar el Gadafi, utilizado para garantizar los negocios del petróleo, preben-
das y otras vías de comunicación hacia el interior de África. Otro ejemplo se
encuentra en la variopinta "revolución de colores", en la aparatosamente lla-
mada "primavera árabe" en los Estados islámicos y en una serie de movimien-
tos impulsados bajo los denominados "métodos de persuasión y lucha no vio-
lenta" como enfoque estratégico con tácticas cotidianas para volver, según
dicen, la opresión contra sí misma. O el más sonado caso, el del ahora fenecido
Estado Islámico que, si uno analiza con cuidado su estrategia y táctica militar,
avanzó por los antiguos territorios de las civilizaciones que conformaron el
Reino de la Media Luna Fértil alrededor del año 2500 antes de nuestra era, y
controlaban el recorrido de los Ríos Éufrates y Tigris; lo mismo que por los
territorios de lo que fue la Gran Siria. Este retrógrado movimiento fundamen-
talista fue otro engendro del imperialismo estadounidense que utilizó para
combatir contra el Gobierno sirio de Bachar al-Assad, y se les fue de las manos
y, para combatirlos sobre el terreno, utilizaron a una facción de los curdos
como carne de cañón de la misma manera como lo hicieron al enfrentar a Fa-
tah contra Hamás; a curdos contra curdos, o a iraquíes y turcos contra curdos;

17
esa tendencia se vio, por ejemplo, en el enfrentamiento de los peshmergas del
Curdistán iraquí contra los combatientes del Partido de los Trabajadores del
Curdistán provenientes de Turquía y Siria, quienes fueron los que quebraron
las embestidas del Estado Islámico y lo derrotaron en los territorios que hoy
controlan y otros adyacentes.

Adentrándonos, un poco más, en el panorama dibujado en los últimos años,


meses y días, recordemos lo escrito por Zbigniew Brzezinski —Consejero de
Seguridad Nacional del Presidente Jimmy Carter (1977-1981)—, en El gran
tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos, (1997);
entre otras perlas, se lee —y vale la pena leerlo en extenso—:

[...]

Otros Estados de la CEI [Comunidad de Estados Independientes], también inquietos


sobre las intenciones de Moscú, tendieron a agruparse en torno a Ucrania y Uzbekistán
para oponerse o evadir las presiones moscovitas sobre una integración política y militar
más estrecha. Además, en todos los nuevos Estados, el sentido de conciencia nacional
era cada vez más profundo. Esa conciencia estaba cada vez más centralizada en el re-
pudio a la pasada sumisión a Moscú, tachada de colonialista, y en la erradicación de sus
diversos legados. Así, incluso el étnicamente vulnerable Kazajistán se unió a los demás
Estados centroasiáticos en el reemplazo del alfabeto cirílico por la escritura latina, se-
gún la adaptación que Turquía había hecho antes. A mediados de 1990, en efecto, había
surgido un bloque informal, bajo el cauto liderazgo de Ucrania, que comprendía a Uz-
bekistán, Turkmenistán, Azerbaiyán y a veces también a Kazajistán, Georgia y Molda-
via, que se oponía a los intentos rusos de usar la CEI como una herramienta de integra-
ción política.

La insistencia de Ucrania en limitar la integración y en que ésta fuera, ante todo, eco-
nómica, tuvo el efecto de desposeer a la idea de "unión eslava" de todo significado
práctico. Esta idea, que había sido propagada por algunos eslavófilos y a la que el apo-
yo de Alexander Solzhenitsin le había dado prominencia, perdió su significado geopolí-
tico al ser repudiada por Ucrania. La unión eslava dejaba a Bielorrusia sola con Rusia, y
también implicaba la posible división de Kazajistán, cuyas regiones del norte, de pobla-
ción rusa, eran candidatas a integrar tal unión. Es comprensible que esa opción no tran-
quilizara a los nuevos gobernantes de Kazajistán y que no hiciera más que intensificar
el impulso antirruso de su nacionalismo. Para Bielorrusia, una unión eslava sin la parti-
cipación de Ucrania significaba ni más ni menos la incorporación a Rusia, lo que en-
cendió también los sentimientos más volátiles de resentimiento nacionalista.

Esos obstáculos externos a la política hacia el "extranjero próximo" se vieron muy re-
forzados por una importante restricción interna: la de la actitud del pueblo ruso. Pese a
la retórica y a la agitación política entre la élite política en torno a la misión especial de
Rusia en el espacio del antiguo Imperio, el pueblo ruso —en parte por un claro cansan-
cio pero también debido a un puro sentido común— demostró poco entusiasmo ante
cualquier programa ambicioso de restauración imperial. Los rusos estaban a favor de
tener unas fronteras abiertas, un comercio abierto, libertad de movimientos y de que la
lengua rusa tuviera un estatus especial, pero la integración política, especialmente si
suponía costes económicos o requería derramamientos de sangre, despertaba poco entu-
siasmo. La desintegración de la "unión" fue lamentada, se estaba a favor de su restaura-

18
ción; pero las reacciones del pueblo a la guerra en Chechenia indicaron que cualquier
política que fuera más allá de la aplicación de influencia económica y/o presión política
carecería de apoyo popular. En pocas palabras, la inadecuación geopolítica última de la
prioridad en el "extranjero próximo" se debió a que Rusia no era lo suficientemente
fuerte desde el punto de vista político como para imponer su voluntad y no era lo sufi-
cientemente atractiva desde el punto de vista económico como para seducir a los nue-
vos Estados. Las presiones de Rusia sólo los impulsó a buscar más vínculos externos,
primero y ante todo con Occidente, pero en algunos casos también con China y con los
países islámicos clave al sur. Cuando Rusia amenazó con formar su propio bloque mili-
tar en respuesta a la expansión de la OTAN, surgió la pregunta de "¿con quién?". Y la
respuesta era aún más dolorosa: como máximo, quizás con Bielorrusia y Tayikistán.

[...]

Al mismo tiempo, es igualmente importante que Occidente, especialmente los Estados


Unidos, lleven a cabo políticas que perpetúen el dilema de la alternativa única de Rusia.
La estabilización política y económica de los nuevos Estados postsoviéticos es un fac-
tor decisivo para la autodefinición histórica de Rusia. De ahí que el apoyo a los nuevos
Estados postsoviéticos —para impulsar el pluralismo geopolítico en el espacio del ex
Imperio soviético— debe ser un elemento esencial en la política diseñada para inducir a
Rusia a ejercer sin ambigüedades su opción europea. Tres de esos Estados son espe-
cialmente importantes desde el punto de vista geopolítico: Azerbaiyán, Uzbekistán y
Ucrania.

Un Azerbaiyán independiente puede servir como corredor para que Occidente acceda a
la cuenca del mar Caspio, rica en energía, y a Asia Central. Un Azerbaiyán sojuzgado
supondría, por el contrario, el aislamiento de Asia Central con respecto al mundo exte-
rior, lo que a su vez la haría políticamente vulnerable a las presiones rusas para la rein-
tegración. Uzbekistán, la nación más vital y más poblada de los Estados de Asia Cen-
tral, representa un importante obstáculo para que Rusia pueda controlar nuevamente la
región. Su independencia es básica para la supervivencia de los demás Estados de Asia
Central y es el Estado menos vulnerable a las presiones rusas. Sin embargo, Ucrania es
todavía más importante. A medida que avance el proceso de ampliación de la UE y de
la OTAN, Ucrania podrá llegar a estar en posición de elegir si desea formar parte de al-
guna de esas organizaciones. Es posible que, para reforzar su estatus autónomo, Ucra-
nia desee unirse a ambas, una vez que éstas lleguen a sus fronteras y cuando su propia
transformación interna le dé las cualificaciones necesarias para acceder a ellas. Aunque
eso llevará tiempo, no es demasiado pronto para que Occidente —que entretanto deberá
reforzar sus vínculos económicos y de seguridad con Kiev— empiece a considerar la
década del 2005-2015 como una franja de tiempo razonable para iniciar la progresiva
inclusión de Ucrania, reduciendo con ello el riesgo de que los ucranianos teman que la
expansión de Europa se detenga en la frontera polaco-ucraniana.

[...]

Aunque lejanos, los Estados Unidos, con su interés por el mantenimiento del pluralismo
geopolítico en la Eurasia postsoviética, aparecen en segundo plano como un jugador
cada vez más importante, aunque indirecto, claramente interesado no sólo en desarrollar
los recursos de la región sino también en impedir que Rusia domine en exclusiva el es-
pacio geopolítico de la región. Esto no sólo es coherente con la persecución de las me-
tas geoestratégicas estadounidenses más amplias en Eurasia, sino con el creciente inte-
rés económico de los Estados Unidos —compartido por Europa y por el Lejano Orien-
te— de lograr un acceso ilimitado a esta área hasta ahora cerrada.

19
Así, los intereses en juego en este rompecabezas tienen que ver con el Poder político,
con el acceso a unas riquezas potencialmente importantes, con el cumplimiento de mi-
siones nacionales y/o religiosas y con la seguridad. Sin embargo, la competición está
particularmente centrada en el tema de los accesos. Hasta el colapso de la Unión Sovié-
tica, el acceso a la región estaba monopolizado por Moscú. Todos los transportes por
vías férreas, gasoductos, oleoductos e incluso los transportes aéreos estaban canalizados
a través del centro. Los geopolíticos rusos preferirían que las cosas siguieran estando
así, ya que saben que quien controle o domine los accesos a la región es quien tendrá
más probabilidades de ganar la recompensa geopolítica y económica.

Esta consideración ha hecho que los temas de los gasoductos y oleoductos sean tan im-
portantes para el futuro de la cuenca del mar Caspio y de Asia Central. Si los principa-
les gasoductos y oleoductos de la región siguen pasando a través del territorio ruso has-
ta el centro de distribución ruso sobre el mar Negro de Novorossiysk, las consecuencias
políticas de ello se harán sentir, incluso sin ningún juego de Poder abierto por parte de
Rusia. En ese caso, la región seguirá siendo una dependencia política de Rusia y Moscú
estará en una posición lo suficientemente fuerte como para decidir cómo deben compar-
tirse sus nuevas riquezas. Por el contrario, si otros gasoductos y oleoductos cruzan el
mar Caspio hasta Azerbaiyán y de allí se dirigen hacia el Mediterráneo a través de Tur-
quía, y si alguno llega hasta el mar de Arabia a través de Afganistán, no habrá una úni-
ca potencia que monopolice el acceso a los recursos.

El problema es que algunos elementos de la élite política rusa actúan como si prefirie-
ran que los recursos de la región no se desarrollen en absoluto si Rusia no mantiene un
control total sobre los accesos. Que las riquezas sigan sin ser explotadas, si la alternati-
va es que la inversión extranjera lleve a una presencia más directa de intereses extranje-
ros económicos y también políticos. Esa actitud posesiva está arraigada en la historia y
hará falta tiempo y presiones externas para que cambie.

[...]

Como se puede apreciar, la trama actual tiene una larga gestación.

Pues bien, luego de la segunda guerra del Alto Karabaj —Azerbaiyán contra
Armenia—; el aplastamiento de las protestas en Bielorrusia y Kazajistán —
revueltas promovidas y manipuladas por "Occidente" sobre reclamos justos de
sus pueblos—; la rapidísima intervención militar de la Organización del Trata-
do de Seguridad Colectiva —integrada por Rusia, Bielorrusia, Tayikistán,
Kazajistán y Armenia— en Kazajistán; y la conclusión del tendido del Gaseo-
ducto Nord Stream 2, "Occidente", es decir, Estados Unidos y sus secuaces
europeos han dirigido sus ensangrentadas zarpas hacia Ucrania... como ensayo
general para la confrontación con su enemigo principal, China, en medio de la
nueva estrategia trazada para la región del Indo-Pacífico; el Mar de China y
Taiwán.

Así es cómo se acelera el intento de imponer una redefinición de fuerzas, un


reordenamiento mundial, para medrar en medio de la incertidumbre creada por
el conflicto EEUU-China-Rusia que arrastra a Europa y a los demás países del
mundo al despeñadero. Una y otra vez se verifica que el carácter monopolista,
parasitario y agonizante del imperialismo es irreversible y muestra su incapa-

20
cidad para resolver los problemas de fondo; las crisis capitalistas, cada vez
menos espaciadas en el tiempo, son el instrumento de regeneración de la eco-
nomía, pero un bálsamo no es la solución. Esta situación demuestra, también,
que el imperialismo en general, y el imperialismo yanqui en particular, sigue
siendo un tigre de papel, un cadáver insepulto al que hay que enterrar definiti-
vamente y para ello hay que persistir, hay que seguir cavando su tumba ahora,
sin tener que esperar a las "óptimas condiciones" que, supuestamente, nos
pueda brindar el año 2062 ó un día cualquiera dentro de los "próximos 50 a
100 años", o dentro de 500 ó 1,000. Pese a quien le pese y lo haya dicho quien
lo haya dicho.

Por otro lado, es evidente que China mueve el crecimiento mundial y toda
convulsión en ella tiene un impacto inmediato sobre el conjunto de la econo-
mía internacional; el caos provocado, a todo nivel, por la pandemia del covid-
19 es sólo un pequeño ejemplo.

Pero, añádase a lo dicho, la llamada globalización y el neoliberalismo tocan


fondo y ya no son muy eficaces para sojuzgar a las clases explotadas y oprimi-
das; desde hace 2 décadas y más, el imperialismo, en especial el estadouniden-
se, como vemos, se esfuerza por impulsar un nuevo reordenamiento mundial
en lo económico, político, social y jurídico mientras que el imperialismo chino
le serrucha el piso en forma lenta pero segura en su camino de sucesión, como
continuador del desarrollo imperialista, del cadáver insepulto.

El Tercer Mundo de Mao, evidentemente, ya no existe como tal —en cuanto


poderoso semillero de movimientos y guerras de liberación nacional contra el
imperialismo— pero mantiene su carácter estratégico y táctico. El neolibera-
lismo, la globalización y el desarrollo y la profundización del capitalismo
burocrático en ese llamado Tercer Mundo han evolucionado a muchos de estos
países —generando crecimiento económico—, de países atrasados en países en
desarrollo favorable a los intereses de la gran burguesía, de los grandes terrate-
nientes y de los imperialistas, no para el pueblo que, como siempre, cargará
sobre sus hombros la nueva gran crisis financiera en ciernes. Mientras el mo-
delo occidental de globalización muestra sus límites, el modelo oriental, el
chino —con la "Franja y la Ruta" y su "socialismo con peculiaridades chinas
de la nueva era"—, tiende a fortalecerse; y, en los países del Tercer Mundo, se
impulsa, acelera y profundiza el desarrollo del capitalismo burocrático, la
evolución de la semifeudalidad, acentuando su condición semifeudal y semico-
lonial. Quien no entienda el capitalismo burocrático, tendrá muchas dificulta-
des para entender el actual panorama internacional y la estrategia y táctica de
la revolución proletaria mundial.

La argumentación de que la "recuperación transitoria" en el imperialismo,


sustentada en la globalización y el "boom" de la revolución tecnológica, es

21
bastante endeble, unilateral y políticamente incoherente, y peor aún, es anti-
marxista si se la quiere presentar como la base material para desenvolver su
ofensiva; esa argumentación sólo se encamina a diseñar la supuesta imposibi-
lidad del triunfo de la revolución; a desbrozar el camino para renegar de la
revolución, de la revolución proletaria mundial, lo cual lleva, ineludiblemente,
a renegar del marxismo-leninismo-maoísmo, convirtiendo así a los teóricos de
la nueva línea revisionista y a sus obsecuentes en auténticos renegados del
marxismo y la revolución.

En resumidas cuentas, las condiciones objetivas están podridas desde hace


tiempo; el imperialismo, como sistema, está agonizando pero aún no está
muerto y eso lo hace más peligroso; peor aún, en medio del desarrollo tecnoló-
gico ha aprendido a prolongar su agonía. Esto, por cierto, no es nada nuevo y
lo dice mucha gente; no se necesita ser sabio ni iluminado para constatarlo. La
perspectiva es el reemplazo del imperialismo estadounidense por el chino con
el ruso agazapado en medio de la contienda. Siendo el imperialismo chino un
imperialismo fresco, robusto, dinámico, agresivo, salvaje y despiadado, pero a
la vez tan frágil como los cimientos sobre los que se levanta, la contienda será
más aguda; y, por lo tanto, la preparación de la vanguardia del proletariado
mundial será larga y ardua.

Como dijimos líneas arriba, la conjetura de Mao, expresada en 1962, de que


los próximos 50 a 100 años serán del barrimiento del dominio del imperialis-
mo y todos los explotadores —calculado para el 2062, como máximo, o sea
191 años contados a partir de la Comuna de París—, a falta del desarrollo de
las condiciones subjetivas, ha quedado obsoleta. Pero eso no es motivo para
desaliento, por el contrario hay que redoblar esfuerzos para desbrozar el ca-
mino; la rueda de la historia no puede ser detenida en su avance. Hay que desa-
rrollar más las condiciones subjetivas. No hay nada que esperar, nada cae del
cielo, hay que acicatear la combatividad de las masas. Si los Partidos Comu-
nistas no toman las riendas, la revolución va a demorar más todavía. Los
acuerdos políticos y diplomáticos, a la larga, no sirven más que para crear
nuevos conflictos y hacer la guerra; insistimos, basta darle una ligera mirada al
actual problema de Ucrania para entender esta incuestionable verdad.

Esto nos lleva a responder el siguiente punto de partida, clave, imprescindible


y ligado, indisolublemente, al anterior:

¿Qué significa poner la ideología del proletariado al mando del movimiento


comunista internacional?

Hemos expuesto la necesidad de movilizar, politizar, organizar y armar a las


masas populares; de apoyarse en ellas y adoctrinarlas con hechos. Esta tarea
está necesariamente ligada a educar a las masas en la violencia revolucionaria,

22
en la ideología del proletariado: el marxismo-leninismo-maoísmo, para que
comprendan las leyes que rigen el universo, las apliquen y transformen el
mundo; para que tomen su destino en sus propias manos; hay que educarlas en
la única táctica marxista de forjarse en la violencia revolucionaria —única
forma de conquistar el Poder— y combatir indesligable e implacablemente al
imperialismo, al revisionismo y la reacción mundial y no dejarse desviar del
camino. Esto implica, necesariamente, poner como mando y guía el marxismo-
leninismo-maoísmo, principalmente el maoísmo, y asumir la guerra popular,
aplicable universalmente, considerando el carácter de cada revolución y las
condiciones específicas de cada país; preparar, iniciar y desarrollar la revolu-
ción.

¿Por qué? Veamos.

La historia del movimiento comunista internacional nos muestra el proceso


seguido por los comunistas por unirse, a nivel internacional, para trazar el
camino a seguir en la consecución de su meta gloriosa inalterable: la sociedad
comunista. En esta heroica brega plasmó 3 Internacionales después de la ela-
boración, por Marx y Engels, del Manifiesto del Partido Comunista (1848)
donde se establecen los fundamentos y el Programa del proletariado.

En forma algo apretada, repasemos algunos acontecimientos.

La Asociación Internacional de los Trabajadores, o I Internacional, fue funda-


da por Marx y Engels en 1864 y puso las bases ideológicas de la doctrina del
proletariado: el marxismo; esta línea se estableció en duro desenmascaramien-
to, deslinde, lucha y aplastamiento de las posiciones anarquistas de Bakunin y
sus seguidores.

La I Internacional cumplió un papel transcendental en la creación de la Comu-


na de París (1871); pero, al año siguiente, se produjo la escisión, entre mar-
xismo y anarquismo, en el V Congreso (1872); se imputó a Marx y Engels el
haber escindido, ellos respondieron que si esa división no se hubiera produci-
do, la Internacional, de todas maneras, hubiera muerto asesinada por la com-
ponenda; es decir, por la "unidad" sin principios o por la "unidad" que deja de
lado los principios fundamentales de los comunistas, de los marxistas. Uno de
los puntos centrales del conflicto fue el Estado y la dictadura del proletariado,
y nos alecciona, además, en que todo lo que perjudique la unidad de los comu-
nistas, debe ser eliminado sin miramientos; los anarquistas fueron expulsados
ese año (1872) y la I Internacional quedó oficialmente disuelta en 1876.

La II Internacional fue fundada por Engels en 1889 y produjo la multiplicación


de organizaciones y partidos socialistas y laboristas; a la muerte de Engels se
produjo el desenfreno del viejo revisionismo que fue desenmascarado, comba-

23
tido y aplastado sin vacilación alguna por Lenin. En Primera Guerra Mundial,
esta Internacional entró en bancarrota cuando algunos dirigentes, como
Kautsky y Bernstein, en lugar de combatir la guerra imperialista y transformar-
la en revolución, apoyaron esa guerra de rapiña y a sus burguesías deviniendo
socialchovinistas. En consecuencia, los marxistas desarrollaron una lucha
implacable contra el revisionismo; el pacifismo socialista, el socialpacifismo,
el socialreformismo, el pacifismo burgués y el democratismo en general.

Y en 1919, Lenin formó la III Internacional, la Internacional Comunista, y la


concibió como máquina de combate para asumir la revolución mundial y la
construcción de la dictadura del proletariado en contraposición a la llamada
democracia burguesa. Se determinó la separación entre comunistas y socialis-
tas; se estableció un Programa concreto y los Partidos pasarían a denominarse
Partido Comunista de [...] seguido por el nombre del país concreto donde lle-
varán a cabo la revolución para la toma del Poder.

En los años 20 surgieron 2 problemas de gran repercusión: el problema de


Alemania, o sea, la revolución en un país avanzado y el problema de China, o
sea, la revolución en un país atrasado; se abordó el tema de las guerras nacio-
nales, o insurrecciones nacionales, de los pueblos oprimidos por el imperialis-
mo en las colonias y se profundizó el cómo concebir la unidad de los revolu-
cionarios, el centralismo democrático, el frente único de clases y el trabajo de
los comunistas en los sindicatos teniendo en consideración la especial situa-
ción política, económica y social de cada país. La muerte de Lenin afectó la
continuación del desarrollo de la Internacional.

Tras una mala interpretación de las tesis de Lenin sobre el triunfo del socialis-
mo en un solo país, se impuso la línea de "defender y fortalecer la Unión So-
viética" en desmedro del desarrollo de la revolución mundial. Poco después se
enmendó, parcialmente, el error.

Con el surgimiento y el triunfo del fascismo, se agudizó la lucha del marxis-


mo-leninismo contra los socialdemócratas, calificados como socialfascistas por
Stalin. Además, en lo interno, los criterios revisionistas sostenidos por Togliat-
ti, que buscaban sostener el orden, no derrumbarlo, y se centraban sólo en la
lucha contra el fascismo, fueron aplastados. Una vez más quedó refrendada la
necesidad de luchar consecuentemente contra el revisionismo, el reformismo y
el trotskismo —que se había opuesto a la necesidad del frente único, defendía
la unidad con grupos oportunistas y chovinistas y silenciaba el kautskismo
como tendencia peligrosa.

En 1947 fue disuelta la Internacional y quedó un Comité de Información que


dejó de existir con Jruschov en 1956 como parte de su política de mancillar a
Stalin.

24
Después de la Segunda Guerra mundial se reimpulsó la lucha contra el revisio-
nismo contemporáneo. En 1948, Stalin desenmascaró y expulsó a Tito, líder
del nacionalismo yugoslavo, quien, junto a las ideas de Browder, había jugado
un nefasto papel en las filas del marxismo-leninismo socavando la búsqueda de
su unidad.

Con Jruschov se abrió el camino de la restauración capitalista en la URSS y la


usurpación de la dictadura del proletariado; el revisionismo ascendió al Poder
y pasó abiertamente a combatir al marxismo-leninismo con el pretexto de
combatir a Stalin. El XX Congreso del "Partido Comunista de la Unión Sovié-
tica", desarrollado el año 1956, refrendó la traición.

El peso de la URSS hace que en las reuniones de los Partidos Comunistas, en


1957 y 1960, se acuerden posiciones bastante ambiguas a pesar de la firmeza
desplegada por el PCCh y el Partido del Trabajo de Albania en la defensa de
los principios del marxismo-leninismo. La firme posición de Mao Tsetung hizo
que algunas posiciones del PCUS sean modificadas pero no se pudo avanzar
más.

En 1961 se celebró el XXII Congreso del "PCUS", ahí se sistematizó la posi-


ción del revisionismo contemporáneo.

Mao Tsetung y el PCCh asumieron la defensa del marxismo-leninismo. En


1963 se publicó la Proposición acerca de la línea general del movimiento
comunista internacional, conocida también como la carta china que fue segui-
da por la amplia difusión de los 9 comentarios; importantes documentos que
desenmascaran al revisionismo contemporáneo en todas sus facetas y desplie-
gan la lucha contra él a nivel internacional. El revisionismo es la avanzada de
la burguesía en las filas del Partido, del proletariado y del pueblo, y no se pue-
de combatir al imperialismo sin combatir al revisionismo. Quien desee profun-
dizar en el tema, debe estudiar dichos documentos.

Mao Tsetung, dirigiendo al Partido Comunista de China, desveló la esencia de


aquel revisionismo que se sistematizaba en las llamadas "3 pacíficas" —la
"coexistencia pacífica", la "transición pacífica" y la "emulación pacífica"—,
cuya variante actual se condensa en "reconciliación nacional sin vencedores ni
vencidos"; y los "2 todos" —"Estado de todo el pueblo" y "Partido de todo el
pueblo"—, cuya variante actual se condensa en "democratización de la socie-
dad, Asamblea Constituyente y nueva Constitución con el pueblo y para el
pueblo"; tesis, todas éstas, que promueven el pacifismo burgués y el cretinismo
parlamentario; y niegan el carácter de clase del Estado, el carácter de clase del
Partido Comunista como Partido del proletariado, la violencia revolucionaria y
la dictadura del proletariado.

25
En la lucha entre marxismo y revisionismo, entre restauración y contrarrestau-
ración, aparte de los revisionistas rusos, de Jruschov a Gorbachov y otros, se
destacan, de entre una larga lista de reniegos y traiciones, la de Enver Hoxha y
Ramiz Alía, líderes albaneses; la de Ho Chi Minh y Le Duan, líderes vietnami-
tas y la de Liu Shao-chi y Teng Siao-ping, cabezas del revisionismo chino.

En estas circunstancias, evidentemente, no había condiciones para la reconsti-


tución de la Internacional Comunista. A pesar de los ingentes esfuerzos de
Mao Tsetung y el PCCh, la base ideológico-política aún no estaba definida.
Por aquel entonces, se consideraba que ésta debía ser el marxismo-leninismo-
pensamiento Mao Tsetung; pero, especialmente, el Partido del Trabajo de
Albania, dirigido por Hoxha, no aceptaba el pensamiento Mao Tsetung. Y se
pretendía crear una Internacional basándose sólo en el marxismo-leninismo,
sin considerar el nuevo desarrollo que éste tenía. Entre otros, Hoxha se oponía
al pensamiento Mao Tsetung.

La Primera Gran Revolución Cultural Proletaria dio un gran impulso a la in-


fluencia de Mao Tsetung a nivel internacional en medio de la lucha por recupe-
rar el Poder en la República Popular China, contra la usurpación revisionista
de Liu Shao-chi y Teng Siao-ping y resolver el problema de cómo continuar la
revolución bajo la dictadura del proletariado.

Mao Tsetung, en la lucha de clases a nivel nacional e internacional contra el


revisionismo, se convirtió en gran maestro del proletariado y en el Jefe de la
revolución mundial; y su pensamiento, el pensamiento Mao Tsetung, devino
tercera etapa del marxismo.

El marxismo fue fundamentado por Marx. Marx y Engels cogen lo mejor que
había producido la humanidad: la Filosofía clásica alemana, la Economía Polí-
tica inglesa y el Socialismo francés para fundamentar la ideología del proleta-
riado.

El marxismo, desde entonces, no ha dado un paso en la vida sin lucha contra


posiciones erróneas, así tuvo que enfrentarse contra Proudhon y el anarquismo;
contra las desviaciones derechistas y supuestos desarrollos creadores de Düh-
ring; y contra las posiciones oportunistas que surgieron en el Partido Social-
demócrata alemán. Posteriormente, el viejo revisionismo va a desenvolverse,
después de la muerte de Engels, con Bernstein y Kautsky, Lenin los combate y
derrota. En síntesis, el marxismo, en su primera etapa, va a establecer la filoso-
fía marxista o materialismo dialéctico, la economía política marxista y el so-
cialismo científico.

26
Lenin desarrolla el marxismo y lo eleva a una segunda etapa, el marxismo-
leninismo. Esto lo hizo en dura lucha contra el viejo revisionismo que negaba
la filosofía marxista diciendo que había que basarse en el neo-kantismo que es
idealismo y no materialismo dialéctico. En economía política negaban la pau-
perización creciente, por tanto, el imperialismo, el capitalismo, satisfacía de-
mandas del proletariado; negaban la plusvalía y el imperialismo. En socialismo
científico apuntaron contra la lucha de clases, contra la violencia revoluciona-
ria y propalaban el pacifismo.

Stalin va a continuar la obra de Lenin y, en el proceso de construcción del


socialismo en la URSS, va a luchar contra las desviaciones de Trotski, Zinó-
viev y Kámenev que concluyen en 1937. A pesar de todos sus errores, y aun-
que sólo haya tenido un 10% ó 20% de aciertos, Stalin obtuvo 3 grandes victo-
rias y méritos: la defensa del leninismo, del marxismo-leninismo, y del legado
de Lenin contra los ataques de sus enemigos, los trotskistas y otros agentes
burgueses; la defensa de la línea de Lenin en la industrialización y la colectivi-
zación de la agricultura, así como la defensa y construcción del socialismo en
general y de la dictadura del proletariado en particular; y, gracias a esto, con-
dujo al triunfo del sistema socialista creando las condiciones para la victoria
sobre Hitler y el nazi-fascismo en la Segunda Guerra Mundial. Así, estos y
otros méritos menores de Stalin, incluso con las limitaciones y deficiencias,
por ejemplo, en el problema de la industrialización, constituyen su aspecto
principal y sus defectos y errores, por más que éstos fueran grandes, el secun-
dario; sus méritos, aunque hayan sido pocos, son más que suficientes y pesan
más que sus errores. No hay que olvidar que el problema de cómo apreciar y
enfocar a Stalin no es simplemente la evaluación del propio Stalin, sino, lo que
es más importante, cómo sintetizar la experiencia histórica de la dictadura del
proletariado y del movimiento comunista internacional a partir de la muerte de
Lenin. Aquí, los méritos, son lo principal, lo otro es experiencia negativa a
combatir.

Mao Tsetung, desarrollando el marxismo-leninismo, eleva el marxismo a su


cumbre más alta deviniendo en marxismo-leninismo-maoísmo. Esta tarea la
cumplió en medio de una tenaz y persistente lucha aplastando líneas oportunis-
tas de derecha e "izquierda" dentro del Partido Comunista de China; y, en el
plano internacional, dirigió la lucha y derrotó al revisionismo contemporáneo
de Jruschov. Plasmó la revolución democrática en China, el paso a la revolu-
ción socialista y la Primera Gran Revolución Cultural Proletaria. Lo funda-
mental del maoísmo es el Poder, el Poder para el proletariado, el Poder para la
dictadura del proletariado, basado en una fuerza armada dirigida por el Partido.

En otras palabras, ser marxista hoy es ser marxista-leninista-maoísta, princi-


palmente maoísta; de otra manera, no podríamos ser comunistas verdaderos. El
maoísmo es nueva, tercera y superior etapa, la más alta del marxismo, y bande-

27
ra principal de la revolución mundial; es válido y vigente para los comunistas,
para el proletariado y para los pueblos del mundo. Ello es decisivo. Así, no se
puede ser marxista sin ser leninista; no se puede ser marxista-leninista sin ser
maoísta y, por tanto, no se puede ser marxista-leninista-maoísta, es decir
maoísta, si no se toman en cuenta las enseñanzas de Mao Tsetung.

El Partido Comunista del Perú, que desde 1966 ya adhería al marxismo-


leninismo-pensamiento Mao Tsetung, lo adoptó como base de unidad partida-
ria en la VI Conferencia Nacional en enero del 69.

Tras la muerte de Mao Tsetung, el 9 de setiembre de 1976, los revisionistas


chinos, que dieron un golpe contrarrevolucionario, apuntaron contra su pensa-
miento. Así, una vez más, la unidad de los marxistas quedó descompuesta y,
los comunistas, desperdigados en el mundo, sin centro ni base de la revolución
mundial.

El Partido Comunista del Perú se mantuvo firme en la defensa del marxismo-


leninismo-pensamiento Mao Tsetung. El Buró Político Ampliado, en octubre
de 1976, acordó: "Ser marxista es adherir al marxismo-leninismo-pensamiento
Mao Tsetung" y desenvolvió una campaña para desenmascarar el golpe contra-
rrevolucionario y la usurpación revisionista dada en China.

En la I Conferencia Nacional de noviembre de 1979 se llamó a todo el Partido


a enarbolar, defender y aplicar el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-
tung contra el triple ataque revisionista: Teng Siao-ping (revisionismo chino),
Hoxha (revisionismo albanés) y Brezhnev (revisionismo ruso).

El 17 de mayo de 1980, el PCP inició la guerra popular en base a los principios


del marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung; y así, aplicando y desarro-
llando la guerra popular, es que se avanzó más en la comprensión del maoísmo
como tercera etapa del marxismo. Se constata, pues, que la práctica es la base
de la teoría y que ésta, a su vez, sirve a la práctica; en otras palabras, la prácti-
ca es el punto de vista primero y fundamental de la teoría materialista dialécti-
ca del conocimiento; la práctica es la fuente del conocimiento, no la especula-
ción académica.

En la II Conferencia Nacional, de mayo del 82, se acordó que el marxismo-


leninismo-maoísmo es la tercera etapa del marxismo; así, el PCP fue el único
Partido Comunista en el mundo que estuvo a la vanguardia en la defensa del
maoísmo y asumió el bregar por la unidad de los marxista-leninista-maoístas
para que esta ideología sea mando y guía de la revolución en cada país y en el
mundo. Evidentemente, para no caer en una aplicación mecánica, la aplicación
de la ideología del proletariado internacional debe ser especificada a la revolu-

28
ción de cada país; y, por esta razón, debe especificar su pensamiento guía, si
no, no hay aplicación del marxismo-leninismo-maoísmo ni desarrollo de la
revolución.

En el otoño de 1980, 13 Partidos y organizaciones comunistas suscribieron una


Declaración: "A los marxista-leninistas, a los obreros y a los oprimidos de
todos los países", que llamó a los comunistas a unirse en torno al marxismo-
leninismo; toman a Mao pero no consideran su pensamiento como nueva y
superior etapa del marxismo, niegan su vigencia universal. Esta labor fue lle-
vada adelante, principalmente, por el Partido Comunista Revolucionario de
EE. UU.

El año 1983, el PCR de los EE. UU., se vinculó con el PCP y lo invitó a sus-
cribir la Declaración de 1980; el PCP no estuvo de acuerdo porque no se to-
maba en consideración el pensamiento Mao Tsetung.

En marzo de 1984, se llevó a cabo la II Conferencia de estas organizaciones y


acordaron la conformación del Movimiento Revolucionario Internacionalista
(MRI) y aprobaron una Declaración Conjunta en la que se planteó la necesi-
dad de unirse en torno al marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung.

La posición sobre la incorporación del PCP al MRI está condensada en una


carta del PCP escrita al Comité del Movimiento Revolucionario Internaciona-
lista, en octubre de 1986, donde se lee:

"2 cuestiones quisiéramos reiterar acerca de este punto. En primer lugar, desde el inicio
de nuestras vinculaciones, el punto de partida de nuestras divergencias fue el sustancial
y decisivo problema del marxismo-leninismo-maoísmo como única, verdadera y nueva
etapa del desarrollo de la ideología del proletariado, de vigencia universal y principal-
mente el maoísmo como clave de la cuestión; y, en consecuencia, nuestra disconformi-
dad con la nominación de marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung. Sin embar-
go, hemos pensado y pensamos que resolver éste, para nosotros indispensable punto de
partida, es complejo, demanda tiempo y, especialmente desarrollar la revolución".

"En segundo lugar, al suscribir la Declaración derivada de la II Reunión que creó el


MRI, lo hicimos con observaciones y hasta claras contraposiciones expresamente plan-
teadas en forma breve, así como reiteradas en reuniones, informes o comunicaciones
que obviamente muestran divergencias sobre contradicción principal, situación revolu-
cionaria de desarrollo desigual, guerra mundial y algunos criterios sobre el papel del
Movimiento y, puntos más importantes aún como la validez universal del marxismo-
leninismo-maoísmo y particularmente la vigencia general de la guerra popular, expre-
sión de la teoría militar del proletariado que recién con el Presidente Mao Tsetung la
clase ha plasmado cabal y completamente, así como nuestra insistencia en elevar siem-
pre el gran lema 'Proletarios de todos los países, uníos'. No obstante, pensábamos y
pensamos que la Declaración encerraba y encierra aún una base de unidad relativa cuyo
desarrollo y superación lo exigirían el propio avance del Movimiento, como los hechos
ya lo están demostrando palmariamente".

29
En esos años, sostuvo el PCP, la Declaración fue tachada, por unos, de opor-
tunista, y, por otros, que era útil para resolver los problemas candentes que la
revolución exige y que por tanto se debe marchar a una nueva Declaración. El
PCP consideró que el MRI enfrentaba problemas en diferentes planos; en lo
ideológico: avanzar en la comprensión del marxismo-leninismo-maoísmo,
avance que es principal y de él depende incluso desarrollar políticamente; en lo
político: avanzar en definir las contradicciones fundamentales y la principal en
el mundo, la cuestión de la Tercera Guerra Mundial y que la revolución es la
tendencia principal y de darse la guerra imperialista transformarla en guerra
popular; en cuanto a la construcción: qué lineamientos deben seguirse para
llegar a conformar la Internacional que necesitamos como continuación del
glorioso movimiento comunista internacional; en cuanto a trabajo de masas:
partimos de nuestras divisas "las masas hacen la historia" y "la rebelión se
justifica" y "el montón colosal de basura" y que el trabajo de masas es para
iniciar o desarrollar la guerra popular; en cuanto a dirección: es clave y requie-
re tiempo para su formación, desarrollo y autoridad reconocidas; y en cuanto a
lucha de 2 líneas: no se la maneja como corresponde. Éstos son problemas de
desarrollo pero que si no son justa y correctamente manejados pueden devenir
fenómenos de desarticulación y estas posibilidades negativas no pueden menos
que preocupar. Se consideró que el Comité del MRI apuntó a imponer la de-
nominación "marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung", a encuadrar al
PCP dentro de la Declaración y a resolver los problemas de dirección del
Comité que daban margen a pensar en la existencia de tendencias hegemonis-
tas.

Teniendo en cuenta esta situación, en la IV Conferencia Nacional, de octubre


de 1986, el PCP acuerda desenvolverse como fracción dentro del movimiento
comunista internacional para que el marxismo-leninismo-maoísmo, principal-
mente el maoísmo sea mando y guía de la revolución mundial y se llama a
enarbolar, defender y aplicar el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente
el maoísmo, puesto que, solamente así el proletariado internacional mediante
sus Partidos Comunistas será capaz de dirigir la conquista del Poder y emanci-
par a los oprimidos para emanciparse a sí mismo como clase.

Así, en cuanto al problema específico del MRI, el hegemonismo del PCR de


los EE. UU. y, en especial, la actitud intrigante y socavadora de Bob Avakian
echaron a perder el esfuerzo por unificar a los comunistas a nivel internacional.

Recordar lo planteado por el PCP, en 1990, en el documento Elecciones, no.


Guerra Popular, sí:

El Presidente Mao Tsetung, en los años 60, sentó estas sustantivas y trascendentes con-
clusiones: "En la lucha entre el marxismo-leninismo y el revisionismo, todavía no se ha
determinado quién vencerá a quién, puesto que es muy posible que el revisionismo

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triunfe y nosotros seamos derrotados. Nos valimos de esta posibilidad de ser derrotados
para advertir al pueblo, encontramos que esto fue muy valioso para permanecer alertas
contra el revisionismo y para prevenir y oponernos al revisionismo". Y sobre sus fuen-
tes: "La influencia burguesa es la fuente interna del revisionismo, y la capitulación ante
la presión del imperialismo, su fuente externa". Así como la clave es: "la cuestión de si
la dirección del Partido y del Estado está en manos de los marxistas no de los revisio-
nistas". La necesidad de destacar centralmente "el problema de prevenir la aparición del
revisionismo", lo cual demanda "ser verdaderos marxista-leninistas y no, como
Jruschov, revisionistas disfrazados de marxista-leninistas"; y más aún nos emplaza:
"hay que estar vigilantes contra el surgimiento del revisionismo, especialmente contra
el surgimiento del revisionismo en el Comité Central de nuestro Partido". Y apuntando
a la raíz misma del problema, las 2 grandes orientaciones estratégicas de: "Hay que
combatir el egoísmo y criticar el revisionismo" y "Combatir el concepto de lo privado y
repudiar el revisionismo".

En la actualidad, no hay un solo país donde haya triunfado la revolución ni en


el que se desarrolle guerra popular. Lo que hay, en diferentes países, son mo-
vimientos revolucionarios y guerras revolucionarias en los que participan co-
munistas al lado del pueblo heroico. El revisionismo campea en todas sus
variantes oportunistas incluyendo el eclecticismo. Las revoluciones fueron
vendidas por sus propias jefaturas en Turquía, Nepal, Filipinas y, en especial,
en el Perú donde el renegado Abimael Guzmán, a quien se identificó con el
otrora glorioso nombre de Presidente Gonzalo, pasó de ser el más grande mar-
xista-leninista-maoísta del Siglo XX a ser el más grande traidor del movimien-
to comunista internacional; traicionó la ideología del proletariado, principal-
mente el maoísmo y su aplicación a la realidad peruana, el entonces llamado
pensamiento gonzalo, al Partido, a la clase, al pueblo y a la guerra popular.

Hoy, en el mundo, no hay Partidos Comunistas que se guíen por el maoísmo;


hay maoístas dispersos. Hay un profundo movimiento de aguas subterráneas,
de donde emergen movimientos revolucionarios que pugnan —más allá de
pomposas "declaraciones conjuntas" firmadas por organizaciones fantasmas,
virtuales o por grupos de amigos y conocidos— por defender la validez uni-
versal del maoísmo y la guerra popular; por poner la ideología del proletariado
—el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente el maoísmo— como man-
do y guía de la revolución mundial; por aplicar creadoramente esta verdad
universal a las condiciones concretas de cada revolución y a las condiciones
específicas de cada país para preparar, iniciar y desarrollar la guerra popular al
servicio de la guerra popular mundial.

Todos nuestros esfuerzos están encaminados a construir o reconstituir Partidos


Comunistas para ponerlos a la altura de las circunstancias desarrollando una
gran movilización ideológica para que las masas plasmen, enarbolen, defien-
dan y apliquen el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente el maoísmo;
movilizar, politizar, organizar y armar a las masas populares para la toma del

31
Poder por medio de la guerra popular. Tenemos la obligación de intensificar
nuestro trabajo para acelerar poderosamente las condiciones subjetivas y desa-
rrollar la situación revolucionaria, no como voluntarismo subjetivo y metafísi-
co sino como necesidad histórica y dialéctica.

Ediciones Bandera Roja


2 de febrero de 2022

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