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El Sigilo Sacramental

Este documento explica el sigilo sacramental, que es la obligación estricta del confesor y otros de mantener en secreto todo lo revelado durante la confesión. Esto incluye los pecados del penitente, su arrepentimiento y la penitencia impuesta. El sigilo protege la privacidad del penitente y la integridad del sacramento. Su violación, directa o indirecta, puede constituir un delito canónico.

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El Sigilo Sacramental

Este documento explica el sigilo sacramental, que es la obligación estricta del confesor y otros de mantener en secreto todo lo revelado durante la confesión. Esto incluye los pecados del penitente, su arrepentimiento y la penitencia impuesta. El sigilo protege la privacidad del penitente y la integridad del sacramento. Su violación, directa o indirecta, puede constituir un delito canónico.

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EL SIGILO SACRAMENTAL

El sacramento de la penitencia, sacramento de la nueva ley instituido por Jesucristo, para la


remisión de los pecados y que puedan alcanzar la gracia de Dios, es un sacramento muy descuidado en
estos últimos tiempos. Por lo que muchos fieles tienen mayor atención a realizar los sacramentos de la
iniciación cristiana (bautismo, confirmación y Eucaristía), y muchos se preparan a ello. Hasta en las
mismas catequesis se prepara el itinerario de encuentros1 con el objetivo preparar y fortalecer cristianos
para la iglesia. Sin embrago, dentro de este plan de evangelización, este sacramento pasa desapercibido
haciendo de este un requisito más para realizar los sacramentos antes mencionados. Por lo que no se
intensifica e interioriza este sacramento que nuestro Señor nos mando realizar, "Recibid el Espíritu Santo.
A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos"
(Jn 20, 22-23).

Otra realidad que acontece para este sacramento es la critica de las personas o hasta los
escrúpulos, por lo que pueden suceder muchos comentarios: “si le digo este pecado, el Padre me va a ver
mal”, “me da vergüenza”, “tengo miedo, me va a juzgar”. Otros por otra parte son muy ofensivos: “pero
como te vas a confesar con ese cura, si es más pecador que tú”, ese fulano es un mediocre, te va a
recriminar tus pecados”.

Respondiendo un poco a estos ultimo comentarios, en una catequesis preguntaron a un grupo de


jóvenes: ¿con quien te confesarías, con un ángel o con un sacerdote? Obviamente que la mayoría de los
jóvenes respondieron que, con el ángel, porque este es un ser espiritual que transmite paz y serenidad. El
catequista respondió: el ángel es un ser espiritual, que obedece y cumple la voluntad de Dios, pero que no
conoce el pecado, por tanto, no sentiría empatía no se compadecería de tus caídas, de tus pecados, porque
cuando te vas a confesar vas a querer que te den unas palabras de aliento, sin embargo, el sacerdote que
comparte tu misma naturaleza comprende y sabe cómo te sientes, porque es hombre como tú, y por ende
puede, en nombre de Jesucristo absolverte de tus pecados.

Con todo este argumento se pretende desarrollar el oficio del sacerdote, el cual es el silencio que
guarda cuando administra el sacramento de la confesión, el sigilo sacramental. Su significado y lo que
conlleva faltar contra esta norma para el confesor.

¿Qué es el sigilo sacramental?

La palabra sigilo proviene del latín sigillum, que en sentido propio indicaba la señal impresa en
cera u otra materia mediante la cual se autenticaban los documentos o cartas. 2 En este sentido entendido
figurativamente se entendería como mantener algo oculto.

Este acto de confianza el penitente abre su conciencia al confesor precisamente porque es


confesor. Es por justicia que el confesor guarde secreto de todo lo que conoce por Confesión, puesto que
el penitente se lo manifiesta bajo esa condición. Pero no solo se lo exige la justicia, sino también el
respeto y veneración del sacramento, que de no llevar consigo la estricta obligación, haría de la confesión
odiosa.

El sigilo sacramental obliga estrictamente por derecho natural, divino y eclesiástico.


 Por derecho natural, en virtud del cuasi-contrato establecido entre el confesor y el penitente,
por el cual este confiesa aquél sus pecados a condición de que no los revele a nadie.
 Por derecho divino, ya que Cristo instituyó el sacramento a modo de juicio, y el penitente
actúa en él como reo, acusador y único testigo; todo lo cual supone implícitamente la
obligación estricta de guardar secreto. Y, en realidad, si la confesión no se hiciera bajo riguroso
secreto, sería odiosa, escandalosa y verdaderamente nociva, contra la expresa intención de
Jesucristo
 Por derecho eclesiástico, ya que la Iglesia prescribe “El sigilo sacramental es inviolable; por lo
cual está terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de
cualquier otro modo, y por ningún motivo” (CIC, c. 983, 1)

1
“Encuentro” entendido aquí como las charlas, por que es un espacio en donde nos encontramos en
comunidad para conocer y escuchar a Dios.
2
Mercaba.org/sigilosacramental

1
El canon citado en muy claro, es una obligación del confesor mantener en secreto todo lo dicho
por el confesor una vez administrado el sacramento. Ni por algún signo, se refiero ni por gestos o
manifiestos, ni nada parecido, con tal de no dañar la integridad de la persona. Por lo que hay que entender
que es un sacramento que atañe a la caridad de la persona humana.

Materia del sigilo sacramental

Se distingue entre violación directa del sigilo sacramental, y violación indirecta. Se suele


considerar que constituye violación directa la revelación de la persona que se ha confesado y de aquello
que ha dicho en orden a la absolución sacramental. O, dicho de otro modo, la revelación del pecado y del
pecador, ya sea de palabra o de otro modo: el canon 983, como hemos visto, prohíbe terminantemente la
violación del sigilo sacramental “de palabra o de cualquier modo”, lo cual parece referirse a la violación
del sigilo por señales u otros modos de comunicarse. Si se revela sólo un pecado que se ha absuelto, o se
revela el nombre de un penitente, constituye violación indirecta. No se viola directamente el sigilo de la
confesión si se dice, por ejemplo, que Pepe se ha confesado con uno.

La violación del sigilo sacramental, aunque sólo sea indirecta, generalmente es una imprudencia
porque por lo menos se hace odioso el sacramento. La imprudencia puede ser grave si, por las
circunstancias de lo que se dice, alguno puede deducir quién fue el penitente que se acusó de ese pecado,
aunque no fuera esa la intención del sacerdote.

Es objeto del secreto de la confesión todo aquello que se diga en orden a la absolución y lo


que guarde relación directa con ella. Esto incluye:

 la acusación del penitente


 la contrición del penitente
 y la penitencia que se le ha impuesto.

Abarca también aquellas cuestiones de fuero interno que se puedan conocer de la confesión de
los pecados, como una pena de excomunión que se conozca por la confesión, la obligación de restituir a
alguien o la necesidad de sanar un matrimonio. Esta obligación se da siempre que se diga algo en orden a
la absolución, incluso si esta no se imparte: según recuerda la Penitenciaría Apostólica, el sigilo
sacramental se refiere a "todo lo que el penitente se haya acusado, incluso en el caso en que el confesor
no pudiese dar la absolución: cuando la confesión fuese inválida o por alguna razón la absolución no se
diese, en todo caso el sigilo debe ser mantenido".3

Quiénes están obligados a guardar el sigilo sacramental

Además del canon citado mencionado el CIC dice: “Están obligados a guardar el sigilo
sacramental, no solo el confesor, sino aquellos que de cualquier modo pudiesen haber conocido directa o
indirectamente lo revelado en confesión”. 4

"El sacerdote, en efecto, llega a conocer los pecados del penitente «non ut homo, sed ut Deus −
no como hombre, sino como Dios hasta el punto de que simplemente 'no sabe' lo que se le ha dicho en
sede confesional, porque no lo ha oído en cuanto hombre sino, precisamente, en nombre de Dios. El
confesor podría, por eso, hasta 'jurar', sin ningún perjuicio para su propia conciencia, 'no saber' lo que
sabe solo en cuanto ministro de Dios".5

Por poner un ejemplo, conoce por accidente lo que se ha dicho en una confesión quien, por un
descuido, pase cerca del confesionario en el momento de una confesión. Si esto ocurre, esta persona
(además de separarse inmediatamente de ese lugar para no seguir oyendo) queda obligado al sigilo
sacramental. Como es obvio, si el sujeto pasa cerca del confesionario por curiosidad -con ánimo de
escuchar lo que dicen el penitente y el confesor- constituiría un ejemplo de conocimiento  ilegítimo de la
confesión. Esta persona, además de cometer un pecado por su curiosidad, tiene la misma obligación de
guardar secreto que el que oye por accidente la confesión, y llegaría a la excomunión si se cumplen los

3
Nota de la Penitenciaría Apostólica de 29 de junio de 2019, n. 1.
4
can. 889,2
5
Nota de la Penitenciaría Apostólica de 29 de junio de 2019. n° 1

2
requisitos de este delito canónico. Conoce legítimamente el contenido de una confesión, además del
confesor, el intérprete. El canon 990 prevé el uso de intérprete para la confesión de los pecados.

Todos ellos están obligados a guardar el sigilo de la confesión. Naturalmente, el propio penitente
puede hablar de lo que ha dicho en la confesión y también de los consejos que ha recibido. El
confesor puede pedir al penitente que le dé el permiso para hablar con el penitente de lo escuchado en
confesión fuera de este ámbito, pero es recomendable no hacer esta petición si no es por motivos
verdaderamente excepcionales: por ejemplo, para tramitar la sanación de un matrimonio. De todas
maneras, se recomienda evitar siempre que se pueda pedir este permiso al penitente. Así, es posible
tramitar la absolución de una censura sin decir el nombre del penitente.

El delito de violación del sigilo sacramental

Si la violación del sigilo sacramental cumple ciertos requisitos, constituye además delito de
violación del sigilo sacramental:
Canon 1388 § 1: El confesor que viola directamente el sigilo sacramental, incurre en
excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica; quien lo viola sólo indirectamente, ha de
ser castigado en proporción con la gravedad del delito.

§ 2. El intérprete y aquellos otros, de los que se trata en el c. 983 § 2, si violan el secreto, deben ser
castigados con una pena justa, sin excluir la excomunión.

El sigilo sacramental y la dirección espiritual

El confesor hará bien en facilitar la dirección espiritual de aquellos fieles que acuden a
confesarse con más frecuencia. Sin olvidar que los consejos que se dan dentro de la confesión también
son dirección espiritual, puede el confesor intentar tener una profunda dirección espiritual -o
acompañamiento espiritual- con aquellos penitentes que considere que estén mejor dispuestos.
Es conveniente, de todas maneras, distinguir los dos ámbitos -el de la dirección espiritual y el
de la confesión- con claridad. Quizá se puede empezar con la dirección espiritual, y una vez terminada, se
le pide a la persona que se arrodille y se confiese de lo que le ha dicho. El límite puede quedar claro
mediante las oraciones con que se inicia y termina la confesión. Si en la confesión el confesor considera
que debe usar esos conocimientos para aconsejarle, se puede remitir al penitente a la dirección espiritual,
diciéndole, por ejemplo, "si no te importa, esta pregunta me la puedes hacer dentro de un rato, cuando te
haya dado la absolución". O bien excepcionalmente pedirle permiso -dentro de la confesión- para usar
esos conocimientos fuera de la confesión.
"Al ámbito jurídico-moral del foro interno pertenece también el llamado “foro interno extra-
sacramental”, también secreto, pero externo al sacramento de la Penitencia. También ahí la Iglesia ejerce
su misión y potestad salvífica: no perdonando los pecados, sino concediendo gracias, rompiendo
vínculos jurídicos (como, por ejemplo, las censuras) y ocupándose de todo lo que respecta a la
santificación de las almas y, por eso, a la esfera propia, íntima y personal de cada fiel". 6 

Conclusiones

6
Nota de la Penitenciaría Apostólica de 29 de junio de 2019, n. 2.

3
El sigilo sacramental, es el silencio que guarda el confesor una vez administrado el sacramento de la
penitencia. El sigilo sacramental obliga estrictamente por derecho natural, divino y eclesiástico.

Se distingue entre violación directa del sigilo sacramental, y violación indirecta. La violación del
sigilo sacramental, aunque sólo sea indirecta, generalmente es una imprudencia porque por lo menos se
hace odioso el sacramento.

Es objeto del secreto de la confesión todo aquello que se diga en orden a la absolución y lo que
guarde relación directa con ella. Esto incluye, la acusación del penitente la contrición del penitente y la
penitencia que se le ha impuesto.

Están obligados a guardar el Sigilo Sacramental, cualquiera que haya conocido directa o
indirectamente lo revelado en confesión.

Si el sacerdote viola el sigilo sacramental, incurre en excomunión latae sententiae reservada a la


Santa Apostólica; el interprete u otros, deben ser castigados con una pena justa, sin excluir la ecomunión.

Hay que distinguir los dos ámbitos -el de la dirección espiritual y el de la confesión- con claridad.
En la dirección espiritual se guarda el silencio del sacerdote de la conversación que se tenga para ayudarlo
a orientar su vida cristiana. Por lo que el confesor puede pedir permiso al penitente para poder
profundizar en un tema en particular, terminada la absolución. Siempre y cuando el confesor pueda ser el
mismo sacerdote.

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