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El Poder de La Oracion

Este documento describe el poder de la oración y cómo es la forma en que los creyentes se comunican directamente con Dios. La oración es como un teléfono que permite hablar con el Creador del Universo. Aunque Dios siempre está dispuesto a escuchar, a menudo las personas no oran lo suficiente debido a la falta de fe en que Dios responderá. La oración requiere fe en Dios y en su voluntad. Aunque Dios no siempre responde como esperamos, siempre contesta de la manera que considera mejor.

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El Poder de La Oracion

Este documento describe el poder de la oración y cómo es la forma en que los creyentes se comunican directamente con Dios. La oración es como un teléfono que permite hablar con el Creador del Universo. Aunque Dios siempre está dispuesto a escuchar, a menudo las personas no oran lo suficiente debido a la falta de fe en que Dios responderá. La oración requiere fe en Dios y en su voluntad. Aunque Dios no siempre responde como esperamos, siempre contesta de la manera que considera mejor.

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El Poder de la Oración

1
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Introducción
2
Dios continuamente ha deseado comunicarse con las
Personas, somos nosotros los que estamos evitando
construir una comunicación con nuestro Padre
Eterno. Dios tiene sus oídos abiertos a nuestras
oraciones. Pero entonces, ¿Cuál es la razón por la
que no oramos?, La oración es la forma en que nos
comunicamos con Dios, es algo así como un
teléfono. Imagínese que usted adquiriera un
teléfono con el cual pudiera comunicarse
directamente con el presidente del país en el cual
usted vive, sería estupendo ¿verdad?, Estoy seguro
que lo usaría constantemente y que cada vez que
necesitara algo levantaría el teléfono y llamaría al
presidente y se lo pediría e incluso lo usaría cuando
algún conocido suyo necesitara algo. Bueno, déjeme
decirle que usted y yo ya tenemos ese teléfono, pero
no para establecer una comunicación directa con el
Presidente sino con alguien mucho más importante;
con Dios, el creador del Universo, Y ¿sabe usted cual
es ese teléfono? Es la oración.

La escritura dice: "... La oración eficaz del justo


puede mucho." (Santiago 5:16), entonces, si
tenemos este poderoso instrumento en nuestras
manos ¿porqué no lo usamos, es decir, ¿por qué no
oramos? Durante el transcurso de este libro
encontrará usted la razón por la que no debe dejar
de orar, además encontrará la fórmula perfecta de
3
hacerlo para que todas sus plegarias lleguen hasta la
mismísima presencia de Dios y en consecuencia,
estas sean contestadas positivamente. Toda oración
del creyente es contestada, siempre. No existen
oraciones de fieles que no hayan sido contestadas.
Existen “oraciones que no son ofrecidas”, pero no
hay “oraciones que no son contestadas”, ¡Dios
contesta la oración siempre!, aunque no siempre
contesta como deseamos, la cual es una de las
frustraciones más grandes de los creyentes. Pedir
que se haga la voluntad de Dios, pero esperando a
que su voluntad sea la nuestra es mucho pedir. Otro
de los grandes errores en los que caemos hoy en día
es pensar que Dios no habla.

Pensamos que la comunicación de Él con el ser


humano sólo se da cuando la persona es lo
suficientemente entregada, casi un ángel, pero Dios
le habla a todos sus hijos. Si alguien persiste lo
suficiente hasta encontrar la comunión con Dios, Él
le contestará. El problema es que queremos
escucharlo pero no hacemos lo que tenemos que
hacer, aunque sea por curiosidad. Dios nos contesta
de dos formas: A veces nos contesta
afirmativamente, ya que Dios quiere darnos lo que
deseamos. Recordemos que Elías oró y no llovió.
Elías después oró y llovió. Ana oró por un hijo (1
Samuel 1:11) Dios la bendijo con Samuel y otros
hijos.
4
No obstante, Tenemos la predisposición a pensar
que Dios solo puede responder de una forma.
¿Acaso saben los hijos que es lo mejor? Ellos no,
pero los padres sí. De igual forma, los hombres no
sabemos que es lo que necesitamos, pero Dios sí.
Cuando ore, hágalo por la voluntad de Dios y no la
suya, Él sabe que es lo mejor para usted porque Él
conoce el fin desde el principio. ¡Usted no! Otras
veces Dios contesta de forma negativa. ¡Un no es
una respuesta también! Dios le dijo "No", tres veces,
a su precioso hijo en Getsemaní. Dios le dijo "No",
tres veces a Pablo en lo concerniente a su aguijón,
conforme a 2ª Corintios 12:8-9. Cuando oramos,
confiamos en su respuesta, sea que nos guste o no.
¿Que obtuvo Jesús de su oración? ¡El Calvario!

Dios a veces se toma el tiempo para contestar,


recuerde que Él sabe cuál es el mejor momento,
pero nosotros somos demasiado exigentes y le
pedimos a Dios que se ajuste a nuestro calendario.
El tiempo de Dios puede ser diferente al nuestro.
Dios le contestó la oración a Jeremías en Jeremías
42:4-7, pero duró diez días para realizarlo. Recuerde
lo que tardó para darle un hijo a Abraham. En lo más
hondo de nosotros ¿Creemos verdaderamente en el
poder de Dios a través de la oración? La verdad es
que no. Esa es la razón por la que no oramos. No
tenemos la suficiente fe para creer que Dios nos
5
contestará, pero lo más triste de todo es que ni
siquiera lo intentamos. Paso gran parte de mi
tiempo conversando con personas cuya ignorancia
pasa del escepticismo a la necedad, porque al
confrontarlos y retarlos a que oren para probarme
de que Dios no habla simplemente no lo aceptan, es
decir, prefieren quedarse atrapados en el “Yo no lo
creo” en lugar de intentarlo. "El cristiano de rodillas,
es capaz de ver más de lo que ve un genio de
puntillas". Existen otras formas por las que Dios
contesta a las oraciones de los creyentes. Lo
verdaderamente importante es percatarnos de que
la respuesta a la oración no es precisamente obtener
lo que ambicionamos, el propósito de la oración es
comunicarnos con Dios y poner todas las cosas en
sus manos. La oración no es una varita mágica con la
que recibimos todo lo que deseamos, De hecho, la
mayoría de veces vamos a tener que trabajar muy
duro por lo que deseamos. Sometámonos pues a la
voluntad de Dios, dice el Salmos 37:7: "Guarda
silencio ante Dios, y espera en Él." Hechos 6:3-4 nos
dice: Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a
siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu
Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este
trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en
el ministerio de la palabra. ¿Por qué razón los
Apóstoles nombraron diáconos? Para ellos poder
persistir en la oración. Note que ellos le dieron más
importancia a la oración que a la tarea que le iban a
6
encomendar a los diáconos, a pesar de que la labor
de los diáconos es elemental, la oración lo es aún
más. El creyente ora continuando las huellas de
Cristo. Jesús, la noche que fue entregado oró por lo
menos tres horas (Marcos 14:35-42), Cristo dedicó
las últimas horas de su libertad a la oración, porque
la oración no solo es para recibir lo que uno
persigue, la oración es asimismo, para recibir
consuelo y no entrar en tentación (Marcos. 14:38;
Lucas. 22:43).

La Iglesia de Cristo, oraba unánimemente (Hechos


1:14) y no solo oraban apartadamente sino que
perseveraban en la oración, no cesaban de orar
(Hechos 12:5).

Romanos 12:12 dice que debemos ser persistentes


en la oración, debemos instruirnos en los ejemplos
citados anteriormente y "orar en todo tiempo con
toda oración" (Efesios 6:18). La oración es la labor
del cristiano. Alguien dijo que así como la labor del
carpintero era trabajar la madera, la labor del
cristiano es la oración. Cuando oramos dejamos las
cosas en manos de Dios. Si usted es de los que
tienen esas calcomanías que dicen: "Dios es mi
copiloto" le sugiero que cambie de lugar con Él, ¡Dios
es su piloto!, Debemos dejar que sea Él quien
conduzca nuestras vidas.

7
La Oración y la Fe
La oración es la práctica de la fe, sin la oración de fe
en Dios nada de lo que pidamos se nos dará. No
debemos dudar de que Dios nos puede dar todo lo
que pidamos y mas abundantemente porque Él es
fiel a su palabra. Nosotros constantemente estamos
ejerciendo la fe para creer en nuestros semejantes.
El empleado tiene la esperanza o la fe en que su
patrono le pagará el salario convenido, el niño tiene
fe en que sus padres le proveerán de alimento, los
8
alumnos tienen fe en que lo que les dice el profesor
es cierto y él a su vez necesita de la fe para creer que
lo que está en los libros y está enseñando es
verdadero. No obstante, nos cuesta creer en Dios.
Muchos nos dicen que debemos tener fe en la
oración, pero no debemos tener fe en la oración,
debemos tener fe en Dios, porque es Él quien
responde.

Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que


si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la
higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y
échate en el mar, será hecho. Y todo lo que pidiereis
en oración, creyendo, lo recibiréis. (Mateo 21:21,22).

El cristiano no solo cree en Dios, también cree que


Dios premia a los que lo buscan (Hebreos 11:6), es
esencial en la oración, creer que Dios le va a
contestar. Si no creemos en esto, nada nos será
dado y nuestras oraciones se irán con el aire.

Jesús dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es


posible. De igual forma, me gustaría exhortarle a
que busque la verdad que es Cristo Jesús, ya que a
través de Él puede encontrar usted la fe que necesita
para que todo le sea posible. Dado este primer paso,
lo siguiente es conocer su palabra a través de la
Biblia y como tercer paso a que tenga una comunión
con Él a través de la oración. Estoy seguro que
9
pronto, si lo hace con fe y de corazón, empezará a
escuchar la voz de Dios, a sentir Su unción y ver las
visiones y sueños que son el lenguaje del Espíritu
Santo. Cuando usted experimente todas estas cosas,
su vida ya no será la misma y caminará con tal fe y
poder que nada le será imposible, ¡¡nada!!

En este tomo, nos limitaremos a hablar sobre “El


poder de la oración”. Esta podría bien llamarse,
como lo mencionara anteriormente, la línea de
teléfono directa con Dios, ya que nos transporta
hasta la mismísima presencia del Todopoderoso. No
obstante, es importante destacar que existen
diferentes clases de oración y cada una tiene su uso
particular, también veremos más adelante de que
existen limitaciones a la oración, ya que estas se
encuentran sujetas a la ley de Dios. Muchos podrán
justificar su flojera para aprender la palabra de Dios,
diciendo que Él de cualquier modo escucha, porque
Él es un Dios de amor, y con esto pretenden levantar
una cortina de humo para explicar su pobre interés
en nuestro creador, pero Dios no es un Dios de
flojos, ni un bombero al que pueden llamar a última
hora, Él es Dios de quienes se esfuerzan y lo buscan
en las buenas y en las malas.

Al finalizar, usted encontrará que puede poner tanto


poder en su oración, que llegará a pensar de que no
hay nada que le sea negado por el Todopoderoso.
10
La oración no es necesariamente solicitar algo de
Dios, aunque es obvio que para solicitar algo de Dios
debemos de orar. Pero la oración es principalmente
para adorarlo, para tener una amistad con Él. Pero
para hacer todo esto debemos estudiar cómo
hacerlo porque no es exactamente como muchos se
lo imaginan (qué hemos de pedir como conviene, no
lo sabemos, Romanos 8:26). A muchos se nos hace
difícil orar aunque en realidad es bastante sencillo.
Nos parece que tenemos que usar unas palabras
específicas a las que no estamos acostumbrados, o
que debemos mencionar citas bíblicas de memoria
que apoyen nuestras alabanzas y peticiones, pero
todo esto es solo religión y la religión es la manera
de adoración desde el punto de vista de los
hombres, pero la verdadera adoración nace desde
una relación con Dios, lejos de cualquier religión.
¿Cómo orar entonces? Analicemos primero el
modelo de oración que nos dejase nuestro señor
Jesucristo.

11
El Padre Nuestro
En la Biblia tropezamos con la respuesta a estas
interrogantes. Obtenemos oraciones de siervos de
Dios que nos pueden ilustrar muchísimo acerca de
cómo deben ser nuestras oraciones.
Constantemente recuerdo la oración del rey David,
un hombre de corazón perfecto, porque era un
hombre conforme al corazón de Dios. En el libro de
1a. Crónicas 17:16-27 se encuentra uno de los
ejemplos a seguir si queremos que nuestras
oraciones se armonicen con lo que el Señor desea de
nosotros. Pero aún más claro, tenemos el ejemplo
de oración que el propio Señor Jesús dio a sus
discípulos cuando estos le cuestionaron
precisamente acerca de cómo orar y el Señor les dice
cómo deben hacerlo. Con tal propósito les deja una
oración modelo, y que también sirve obviamente

12
para nosotros, los que hemos creído en el Dios Padre
Omnipotente y en su hijo amado Cristo Jesús.

Y es esta oración, llamada por muchos el "Padre


Nuestro", refiriéndose sin duda a las palabras con
que comienza, la que me gustaría traer a sus mentes.
No pretendo hacer una exégesis de esta parte de las
Escrituras. Ni siquiera un estudio profundo del
párrafo. Pero quisiera dejar constancia de lo que he
aprendido al considerar detenidamente esta oración,
que es de las muchas que, sin duda, fue elegida por
el Señor para nuestra enseñanza y edificación.

Se encuentra en dos de los evangelios, para reforzar


su significación. Mateo (6:9) y Lucas (11:2) "Padre
nuestro" son las primeras palabras. Oramos a Dios
Padre, no al Señor Jesús o cualquier otro santo. Esto
es importante de señalar porque Jesús mismo lo dijo:
soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al
Padre, sino por mí. Oramos entonces en el nombre
del Señor Jesús, es decir, amparados en el sacrificio
que Él hizo por nosotros, pero al orar nos dirigimos al
Padre, siempre ayudados por el Espíritu Santo, quien
perfecciona nuestras oraciones ante el trono de la
gracia. Hacerlo de manera diferente es tratar de
darle al blanco con los ojos vendados, hacerlo como
es correcto, es dispararle al blanco con rifle de mira
telescópica y con los ojos muy abiertos.

13
"...que estás en los cielos" nos ayuda a examinar la
soberanía no sólo mundial sino universal de nuestro
Dios. Nuestras oraciones deben comenzar con este
reconocimiento, para no perder de vista a quien nos
dirigimos y cuál debe ser nuestra posición de
reverencia y humildad al considerarlo. (Salmo 69:30)
Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, Lo
exaltaré con alabanza.

"Santificado sea tu nombre". En la cultura hebrea el


nombre era más que una mera manera de designar a
las personas. El nombre llevaba implícito
características importantes que se atribuían a aquel
que lo portaba. (Génesis 17:5 Y no se llamará más tu
nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham,
porque te he puesto por padre de muchedumbre de
gentes). Con esta frase el Señor Jesús nos enseña
que en nuestras oraciones siempre, siempre, hemos
de santificar, es decir, honrar a nuestro Dios por lo
que Él es, por sus atributos, por su carácter. Hemos
de considerar y honrar su misericordia, amor,
justicia, fidelidad, fuerza, poder, omnipresencia,
paciencia, etc. Haciendo esto traemos a la mente a
aquel que es poderoso para hacer todo lo que le
pidamos y misericordioso y amante para darnos lo
que nos conviene.

"Venga tu reino". Hemos de considerar las cosas del


reino de Dios antes que las cosas de este reino
14
terrenal. Preocuparnos e interceder por la obra de
Dios en la tierra, por la extensión del evangelio de
Cristo en este mundo que tanto lo necesita. Y a la
vez, desear que nuestro peregrinar aquí se vea
sustituido por un andar siempre junto a nuestro
Dios, nuestro Señor y nuestro Salvador. Y esto
también hemos de incluirlo en nuestras oraciones;
decir a nuestro Padre cómo deseamos que llegue el
momento de estar para siempre con Él.

"Hágase tu voluntad"...Reconocer y comunicar a


nuestro padre que supeditamos voluntariamente
nuestras vidas a la voluntad divina. Y no sólo eso;
expresar nuestro deseo de que su voluntad sea la
que gobierne en toda la tierra.

"El pan nuestro..." Llegamos por fin a lo que


podemos considerar peticiones de nuestra parte.
Noten que es tan sólo en este punto, después de
reconocer la posición soberana de Dios, su carácter
perfecto y maravilloso, después de pedir por sus
cosas y rogar que su voluntad sea hecha; sólo es en
este momento que traemos al padre nuestras
peticiones, los deseos que tenemos para nosotros y
los nuestros. Hacerlo al contrario es como pedirle a
alguien que nos regale dinero antes de siquiera
saludarlo. Aunque con Dios es un asunto que va más
allá de una mera cortesía, es un asunto de respeto y
sumisión.
15
"Perdónanos nuestras deudas...". Es el único punto
que tiene explicación posterior por parte de Jesús
(versículos Mateo 6:14-15 Porque si perdonáis a los
hombres sus ofensas, os perdonará también a
vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis
a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os
perdonará vuestras ofensas). Esto me habla de su
importancia y dificultad. Porque siempre es difícil
confesar que cometemos errores, ofensas y pecados,
y además, pedir que se nos perdonen porque
nosotros también perdonamos. Sabemos que a Dios
no le podemos mentir. Por tanto, antes de pedir su
perdón hemos de meditar si es que albergamos
rencor contra algún hermano. El Señor Jesús nos
está diciendo que nuestras oraciones deben tener un
componente de introspección, confesión y ejercicio
de misericordia. Es hasta (con su perdón) absurdo
que usted pida que le sean perdonados sus pecados
si usted no ha perdonado a quienes le ofenden. Una
persona que conozco, ora constantemente y en
cierta ocasión me comentaba que lo que a ella le
costaba era perdonar porque no se podía quitar lo
rencoroso. Eso es totalmente opuesto al
cristianismo y a la oración, la cual, dicho sea de paso,
queda anulada con su rencor y su petición, por ende,
queda en el aire. Cuando decimos “así como
nosotros perdonamos”, estamos diciendo: “De la
misma manera en que perdonamos, perdónanos”
16
Yo quiero que usted piense en la oración como una
cuenta bancaria, en la que solo se pueden girar
cheques si usted tiene fondos, de lo contrario sus
cheques rebotan.

"No nos metas en tentación..." Otra traducción dice:


"No nos dejes caer en tentación...", y quizás aclara
más el sentido de la frase. Dios no tienta a nadie
(Santiago 1:13 Cuando alguno es tentado, no diga
que es tentado de parte de Dios; porque Dios no
puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie),
pero El es todopoderoso y nosotros hemos de
reconocer nuestra incapacidad para afrontar estas
tentaciones con nuestras propias fuerzas. El enemigo
está alerta para hacernos caer y nuestras oraciones
han de mencionar el reconocimiento de la situación
y nuestra petición para que el todopoderoso nos
libre de ella.

La última parte, "porque tuyo es el reino...", sólo se


encuentra en el evangelio según San Mateo. Sin
embargo, me parece que no hay modo mejor de
terminar nuestras oraciones. Es un reconocimiento
de la posición y el poder de nuestro Dios, quien en su
infinita misericordia nos enseña cómo hacerlo.

Reconozcamos pues, su infinita capacidad, y


descansemos en su misericordia. Mostremos
nuestra fe y confianza en Dios también en nuestras
17
oraciones. Y que nuestro Señor Jesús nos ayude para
agradar al Padre con ellas.

18
19
El Poder en la Oración
Es obvio de que todos al orar queremos que nuestras
oraciones lleguen hasta la misma presencia de Dios
para que estas sean escuchadas y en consecuencia
contestadas. Para tal propósito es indispensable que
estas oraciones tengan poder. Este poder puede
venir de la constancia y puede venir del ayuno.
Ayunar es abstenerse intencional y voluntariamente
de alimento, con el propósito de concentrarse en la
oración. Por lo general, uno se despoja solo de
alimentos, aunque en ocasiones especiales y por
cortos periodos de tiempo pueda abstenerse
también de agua. (Mateo 17:21 Pero este género no
sale sino con oración y ayuno).

En el Sermón del Monte, Cristo enseñó a sus


discípulos acerca del ayuno; y la enseñanza que dio
trataba asimismo de los motivos por los que se
ayuna: Nunca debemos hacerlo para impresionar a
otros; sin embargo se espera que los discípulos
ayunen. Jesús dijo: “Cuando ayunéis...”, no dijo: “Si
ayunáis...”

Jesús es un extraordinario ejemplo cuando de ayunar


se trata: “Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del
Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por
cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no

20
comió nada en aquellos días, pasados los cuales,
tuvo hambre” (Lucas 4:1,2).

La abstinencia de alimentos, junto con la oración, no


solo produce luminosidad de mente y de espíritu,
libertando la voz del Espíritu Santo para que nos
dirija; sino que del mismo modo trascendental para
obtener triunfos espirituales y materiales. Cuando
estamos dispuestos a iniciar una oración, es
indispensable de que adoptemos la condición mental
adecuada. Nunca debemos de tomar el ayuno como
castigo, no obstante, posiblemente nuestro
organismo se rebele contra nosotros. Es
consecuencia lógica que se sienta castigado. Pero
nosotros debemos tomarlo como una coyuntura
extraordinaria de aproximarnos más a nuestro
Señor, sin la distracción de la rutina diaria de comer;
Esto hará que nuestro Dios escuche nuestras
oraciones y nos dé el favor de la respuesta.

Es importante que usted no se dé al ayuno de lleno,


de lo contrario terminará en una camilla en una
ambulancia como me pasó a mí. Es necesario que se
prepare y lo haga de manera paulatina. No pretenda
ayunar como Jesús los cuarenta días, si antes no ha
ayunado un solo tiempo de comida. Comience
ayunando durante tiempos hasta llegar a días.
Luego, una vez que se ha acostumbrado, podrá
hacerlo por un periodo de siete días, etc.
21
Es imposible que usted vea resultados negativos ya
que el ayuno y la oración hacen que la persona
llegue a ser mucho más sensible al Señor, y producen
mayor poder en su vida para combatir a las fuerzas
de El enemigo. ¿Cómo funciona esto? ¿Cuál es la
clave? La clave es esta: “Las criaturas terrenales
tenemos la necesidad fundamental de
alimentarnos”. Es por ello que el hambre produce
una fuerza sobrenatural. Es una de las fuerzas
motivadoras más poderosas que operan en el cuerpo
Humano, y si nosotros pudiéramos armonizar ese
intenso deseo natural con el deseo que tenemos de
relación con nuestro Señor Jesucristo, el resultado se
intensifica y se vuelve poderosamente intenso.

Combinando nuestras urgencias naturales y nuestras


necesidades espirituales, podemos hacer que la
petición atraviese todos los cielos hasta la mismísima
presencia del trono de Dios con tal intensidad que Él
escuche y conteste. Además de la necesidad, existe
otro sentimiento que hace poderosa nuestra
oración, este es el deseo. Cuando se busca algo que
nace desde las entrañas de nuestras necesidades y
se convierte en deseo, esta necesidad duplica su
poderío y nos mueve a la persecución con una fe que
provoca la bendición del Dios mismo.

22
Cuando hacemos el sacrificio de limitarnos de alguna
necesidad física, especialmente la de los alimentos,
Dios contesta nuestras plegarias. Su clemencia y
gracia son desatadas por ese sacrificio y esa angustia
deliberadas del alma del creyente.

El enemigo siempre está al acecho de nuestras vidas,


esperando el momento en que usted desee pecar, y
es en ese momento cuando él ve la oportunidad de
entrar a través de esa puerta que usted le ha abierto,
pero al demonio no le es posible atravesar una
puerta que ha sido sellada con la sangre de Cristo.

El limitarse de los alimentos le puede brindar a usted


un poder increíble para derrotar todos esos
pensamientos o tendencias hacia el pecado que
como humano tiene. Le da la fuerza para tener una
comunión más cercana con el Dios Todopoderoso
para derrotar las tinieblas y hacer que sus oraciones
lleguen hasta la misma presencia de Dios.

El ayuno y la oración darán como resultado un


cristianismo puro el cual se manifestará en su vida.
He escuchado de casos en los que la oración ha roto
ataduras tan grandes como el del homosexualismo.
Isaías 58: 6 ¿No es más bien el ayuno que yo escogí,
desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas
de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y
que rompáis todo yugo?
23
Cuando se ora por alguna petición, es importante
tomar en cuenta que la oración debe estar llena de
poder y eso solo se logra llegando al altar limpio de
impurezas carnales. Eso significa estar libre de
pensamientos que impidan su acercamiento al reino
de los Cielos. Uno de los bloqueos más comunes es
el de los rencores que se llevan. El rencor, el odio, la
falta de perdón, etc., son sinónimos de un alma
atada a sentimientos carnales y estos no
desaparecerán hasta que usted los haga desaparecer
por medio del perdón.

Sé que para muchos, el perdonar puede resultar una


tarea bastante difícil de superar. Sobre todo cuando
hablamos de violaciones, de traiciones, de una vida
llena de maltrato, etc. Pero tiene que tomar en
cuenta de que la persona a la que no perdona no
está sufriendo con su falta de perdón. Usted no le
hace ningún daño. No obstante, su vida se ve
ampliamente perjudicada por esa falta de perdón y
como consecuencia su vida espiritual también se ve
afectada, ya que no puede recibir las bendiciones en
su totalidad por causa de ese rencor. La Biblia habla
bastante claro sobre el perdón:

Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo


contra alguno, para que también vuestro Padre que
está en los cielos os perdone a vosotros vuestras
24
ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco
vuestro Padre que está en los cielos os perdonará
vuestras ofensas. (Marcos 11:25-26)

No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no


seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.
(Lucas 6:37)

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os


perdonará también a vosotros vuestro Padre
celestial; (Mateo 6:14)

Así también mi Padre celestial hará con vosotros si


no perdonáis de todo corazón cada uno a su
hermano sus ofensas. (Mateo 18:35)

Deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda,


reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven
y presenta tu ofrenda. (Mateo 5:24).

La concentración y la meditación es importante a la


hora de orar, ya que nuestra mente tiende a divagar
por nuestros problemas o necesidades y pierde el
contacto con lo que es realmente importante en ese
momento, que es la comunión con Dios. El Salmo
19:14 dice: Sean gratos los dichos de mi boca y la
meditación de mi corazón delante de ti, Oh Dios,
roca mía, y redentor mío. Dios también nos enseñó
a través de Josué 1:8-9, la importancia de mantener
25
esa reflexión en su palabra de manera permanente y
a través de ese esfuerzo nos promete que
obtendremos prosperidad: Nunca se apartará de tu
boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme
a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente;
no temas ni desmayes, porque Dios tu Dios estará
contigo en dondequiera que vayas.

También debemos orar por asuntos específicos.


Muchas veces nos limitamos a pedir que nuestros
problemas desaparezcan, pero no nos detenemos a
pedir por cuestiones específicas y esto puede llevar a
divagar y no concentrar la fuerza de la oración en lo
que realmente nos está afectando. Si su problema
inmediato es la cancelación de una deuda por
ejemplo de Q385.98, concéntrese a pedir por esa
necesidad de manera específica, con los centavos
exactos. Pídale guía a nuestro Señor para que le dé
ideas de cómo conseguir el dinero. No lo pida a
última hora, dejando a Dios como último recurso, ya
que como usted sabrá, Dios no hace magia, pero
usted tiene el poder de atar a través de la oración
sus deseos y necesidades en lo natural y Dios que le
escucha en secreto trabajará en lo sobrenatural para
que usted lo reciba. Algunas veces será a través de
la iluminación de su mente para que usted mismo
26
encuentre la solución, (Salmos 49:3 Mi boca hablará
sabiduría, y el pensamiento de mi corazón
inteligencia.) pero con la bendición del
Todopoderoso para que se realice con efectividad,
aunque muchas de las veces usted verá sus deseos
realizarse de manera milagrosa sin que usted tenga
que intervenir, más que en la oración. Perdone que
lo repita: Algunas veces se hará de manera milagrosa
y otras lo hará usted con la bendición de Dios, si es
que lo hace con obediencia, acorde a lo que Él ponga
en su corazón.

La meditación continua en el Señor además de


llenar de poder nuestras oraciones y abrir los cielos a
nuestro favor también logra alcanzar una paz
perfecta en nuestro espíritu.

Isaías 26:3 nos dice: Tú guardarás en completa paz a


aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en
ti ha confiado.

Es importante diferenciar a la hora de la meditación,


los pensamientos personales de aquellos que vienen
de Dios. Esto es, para quienes ya tienen alguna
experiencia dentro de la oración, bastante fácil de
diferenciar ya que los pensamientos que vienen de
nuestra mente no tienen la paz de Dios que
sobrepasa todo entendimiento y esta es
precisamente la paz que debemos buscar para estar
27
seguros de que nos movemos en el Espíritu Santo.
Cuando hay algo que indica que uno se está
moviendo lejos de los caminos de Dios, se sabe
porque el Espíritu Santo lo indica inmediatamente al
retirar esa paz. La meditación debe aprovecharse al
máximo y evitar que los pensamientos del mundo
natural le bloqueen esta comunión con Dios lo cual
se logra guardando silencio. Esta disciplina le
resultará provechosa, ya que guardar silencio por
espacios prolongados de tiempo logrará que usted
escuche la voz de Dios. La meditación perfecta es
aquella que se logra no solo con silencio absoluto
externo e interno sino con un corazón libre de
conflictos. Hoy en día, la gente está tan ocupada y
ensimismada con tanto problema mundano que
tiende a darle muy poco tiempo o nada a la oración y
menos aún esperar delante del Señor en meditación
para escuchar la voz del Espíritu santo ya que Él
habla con una voz sumamente suave. Veámoslo en
1ª. De Reyes 19: 9-13: Y allí se metió en una cueva,
donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Dios, el
cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? El respondió: He
sentido un vivo celo por Dios de los ejércitos; porque
los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado
tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y
sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la
vida. Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte
delante de Dios. Y he aquí Dios que pasaba, y un
grande y poderoso viento que rompía los montes, y
28
quebraba las peñas delante de Dios; pero Dios no
estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto;
pero Dios no estaba en el terremoto. Y tras el
terremoto un fuego; pero Dios no estaba en el
fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Y
cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y
salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino
a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?

En este capítulo podemos ver como Elías descubrió


que la voz de Dios no se encuentra en las grandes
manifestaciones como vientos, terremotos ni fuego
sino que en un silbo apacible y delicado, esto
significa que para que podamos escuchar la voz del
Espíritu Santo debemos no solo meditar sino
mantener silencio para lograr escuchar esta voz
apacible y delicada.

Meditar en el Señor es como dar un paseo por el


bosque. No se trata de forzar a nuestra mente para
entrar al Reino de los Cielos sino que dejarse llevar
sin rumbo establecido esperando encontrar en ese
lugar la respuesta a nuestras preguntas. Esto
además le brindará una amistad con Dios y su
espíritu se fortalecerá de tal manera que podrá
hacerle frente a cualquier ataque que venga del
enemigo.

29
Es triste recordar que muchos de los fieles cristianos
oran pocos minutos al día debido a las presiones
diarias. Esto como consecuencia los lleva a querer
encontrar respuestas inmediatas a sus urgentes
peticiones. Muchos de ellos tratan de encontrar
fórmulas o senderos que los lleven a oraciones
eficaces en vez de tener comuniones prolongadas
con nuestro creador a quien muchas veces
comparamos o queremos encasillar dentro de los
productos instantáneos que encontramos en la vida
moderna, tales como sopas, café y toda clase de
productos instantáneos. Pareciera que hoy en día
todo debería venir encapsulado para ser cocinado
durante 30 segundos en el horno de microondas.
Pero la oración y la meditación no es producto
instantáneo ni siquiera un concepto que debamos
tomar a la ligera. No podemos tener una comunión
“instantánea” con el Señor. Debemos disciplinarnos
para orar de manera prolongada y a tener la
suficiente paciencia para esperar a que la oración
sea contestada. La impaciencia puede ser la manera
más rápida de evitar escuchar la voz de Dios.

Todos somos víctimas de la presión del tiempo, no


obstante, esto no debe ser excusa para restarle
tiempo a la oración y meditación en el Señor. Una
solución lógica a este problema puede ser el
levantarse una hora más temprano de lo que
acostumbra a hacerlo y con esto tener más tiempo
30
para orar. El solo sacrificio de restarle una hora a su
sueño es motivo suficiente para que Dios reciba con
agrado su oración.

El Salmo 100:4 nos ilustra la forma en que debemos


iniciar nuestra oración “Entrad por sus puertas con
acción de gracias, Por sus atrios con alabanza;
Alabadle, bendecid su nombre.” Como podrá
observar si usted se fija detalladamente en cada
versículo de la Biblia encontrará que Dios nos da
indicaciones precisas de nuestro proceder, en este
caso, de cómo debemos iniciar nuestra oración.
“Entrad por sus puertas con acción de gracias” nos
indica claramente de que toda oración debe ser
iniciada dándole gracias por todas las bendiciones
que recibimos desde nuestra última oración. “Por
sus atrios con alabanza; alabadle”, nada como
derrochar por nuestros labios la exaltación de su
santo nombre. “Bendecid su nombre”, el nombre de
Dios Todopoderoso debe ser exaltado hasta lo
máximo porque solo reconociendo su grandeza
podemos reafirmar que basta con que Él suelte una
palabra para que nuestra más grande necesidad sea
resuelta.

La meditación al igual que la oración no es un asunto


que usted deja para una hora en especial
(solamente). David dijo en el Salmo 55:17 “Tarde y
mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi
31
voz.” Aquí podemos ver como David ve la necesidad
de mantener la comunicación con Dios a través de la
oración. Muchas veces tendemos a pensar que Dios
no escuchará nuestras peticiones si caemos en la
repetición o podemos pensar de que si no fue
escuchada nuestra oración o petición a la primera es
posible que Dios no quiera brindarnos la respuesta,
sin embargo Jesús nos enseñó a pedir
constantemente por lo que necesitamos. Esto lo
podemos ver en la parábola del juez y la viuda y en la
oración del “Padre Nuestro” cuando nos dice “el pan
nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Como puede ver
existen peticiones que deben hacerse de manera
constante y sobre todo, no olvidarnos de dar gracias
por recibirlo, inclusive, aún cuando no lo hayamos
recibido todavía, tal como lo ilustra Romanos 4:17
“el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que
no son, como si fuesen.” Nosotros debemos de dar
gracias como si ya lo hubiésemos recibido.

Por la mañana, al levantarnos debemos orar porque


la mano de Dios se manifieste en todo nuestro
actuar del día, que los ángeles del cielo acampen a
nuestro alrededor para protegernos y que el Espíritu
Santo tome acción de nuestra lengua para hablar lo
que es propio y para sujetarla cuando trate de hablar
palabra impropia. A la hora de los alimentos
debemos de orar para agradecer el haberlos recibido
(evite aprovechar el momento para predicar, solo
32
agradezca por los alimentos). Al medio día para
pedirle que se siga manifestando en nuestras vidas y
al final del día, para agradecerle los favores recibidos
durante el día, pedir perdón por las ofensas
cometidas, pedir por quienes no lo hacen por sí
mismos y para pedirle protección durante la noche.

Si además de todos estos elementos que hemos de


acondicionar para tener una oración poderosa que
haga llegar nuestras peticiones hasta la mismísima
presencia del trono de Dios, le agregamos el
ingrediente de la fe, nuestra oración se verá sellada
de tanto poder que ineludiblemente nuestra
petición será contestada.

Hay creyentes que emiten una plegaria para que les


sea contestada la solución a sus necesidades, pero
mantienen un plan B de contingencia en caso de que
la oración les falle, otros oran pero tienen serias
dudas de que recibirán una respuesta. Todas estas
manifestaciones lo único que logran es anular la
respuesta a estas plegarias, ya que no puede
recibirse una respuesta positiva a una oración
dudosa.

Ahora, la fe es posiblemente el ingrediente más


escaso a la hora de pedir algo a Dios y
coincidentemente es uno de los ingredientes más
importantes en la oración. Pero ¿cómo obtener fe
33
en esos momentos en que la angustia nos aprieta?
En mi libro “El poder de la fe” podrá usted encontrar
como incrementar dicha fe, pero para los usos de
incrementar el poder de la oración, voy a darle unos
cuantos tips:

A la hora de orar debe usted tener un blanco fijo,


especifico, debe disparar con un arma de mira
telescópica y no puros escopetazos con la esperanza
de pegarle a algo. Debe ser una petición definida. Si
usted solo ora porque quiere que Dios le bendiga o
le proteja, pero no apunta directamente a la
necesidad, por ejemplo, la necesidad de una casa, el
pago de una deuda, la sanación de una enfermedad,
la solución de un problema familiar, la protección
para un viaje especifico, etc. Es posible que no vea la
respuesta a su necesidad específica. Todo tiene que
ser claro, de lo contrario usted no sabrá en qué
momento recibió la bendición.

Otro dato importante a tomar en cuenta es pedir


conforme a la palabra de Dios y no conforme a la
nuestra, ¿qué significa esto?, que la petición que
usted tiene debe estar contenida dentro de la Biblia.
Si usted pide por ejemplo, que sus enemigos pasen
hambre, esto no le será concedido, porque la ley de
Dios no puede ser manipulada, esta está
estructurada como la Constitución política de un
País, es como que un abogado pida que se cumpla
34
una petición que no está contenida dentro de la ley,
esta no prospera, igual es la oración, no prospera si
no existe un antecedente dentro de la Biblia que nos
indique que dicha petición puede ser cumplida, por
ello, cuando ore es conveniente (no indispensable)
que lo haga haciendo referencia a la ley contenida en
la Palabra de Dios, exactamente como lo haría un
abogado. Para tal efecto no es necesario que se
sepa de memoria el versículo, puede usted tener a la
mano su Biblia y extraerlo al momento de
necesitarlo.

Existe el pensamiento particular de que Dios no


necesita que le oremos por algo en específico,
porque él conoce nuestras necesidades (también un
juez sabe lo que el abogado pretende, pero no por
eso dejan de lado el juicio y simplemente se lo
conceden). Se sobre-dimensiona la bondad de Dios.
Se cree que mientras Dios sea un Dios bueno,
permite que nosotros le pidamos todo de manera
desordenada y Él mágicamente lo ordena, sabe lo
que queremos, donde y cuando lo queremos, nos
busca y nos lo entrega. Ese será el Dios que
queremos, pero no el Dios que es (Porque mis
pensamientos no son vuestros pensamientos, ni
vuestros caminos mis caminos, dijo Dios. Isaías 55:8)
Nosotros tenemos la tendencia a que nuestra flojera
de orar y ayunar se vea recompensada por medio de
la respuesta Divina, pero Dios no desea que
35
esperemos resultados mientras cruzamos nuestros
brazos (Mira que te mando que te esfuerces y seas
valiente; no temas ni desmayes, porque Dios tu Dios
estará contigo en dondequiera que vayas. Josué
1:9).

Dios no solo es un Dios de ley, sino de orden y de


trabajo. Él no dejó el trabajo como castigo sino
como bendición, para que todo aquel que trabaje
prospere con su bendición (Mirad por vosotros
mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro
trabajo, sino que recibáis galardón completo. 2ª de
Juan 1:8).

Existe otro elemento que puede llevarnos a elevar


nuestra fe por medio de la oración, esto es, la
comunicación que despertamos entre el espíritu
Santo y nuestro espíritu. Muchas personas anhelan
escuchar la voz de Dios y están constantemente
buscando la forma de que Dios se manifieste en voz
audible hacia ellos, no obstante, nosotros podemos
tener una relación estrecha con Dios a través de la
comunicación con el Espíritu Santo y esta
comunicación se manifiesta a través de sueños y
visiones (Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y
vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros
jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán
sueños; Hechos 2:17). Este tipo de manifestaciones
36
incrementan nuestra fe porque en nuestro interior
podemos diferenciar entre un sueño común que no
nos dice nada y sueños que tienen una revelación
para nuestras vidas o visiones que muchas veces
vienen encriptados dentro de simbologías, las cuales
necesitan un poco de trabajo para ser descifradas.
Ustedes recordaran los sueños que tuvo el Faraón de
Egipto (Aconteció que pasados dos años tuvo Faraón
un sueño. Le parecía que estaba junto al río; y que
del río subían siete vacas, hermosas a la vista, y muy
gordas, y pacían en el prado. Y que tras ellas subían
del río otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de
carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas a la
orilla del río; y que las vacas de feo aspecto y enjutas
de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy
gordas. Y despertó Faraón. Génesis 41: 1-4). Al igual
que el Faraón, usted se encontrará muchas veces
con la incógnita de lo que su sueño o visión significa
hasta que pueda relacionar los factores del sueño
con hechos de su vida, muchas veces usted
descubrirá lo que su sueño o visión significa hasta
que éste se haya realizado y entonces usted
relacione los hechos.

Otro tipo de visión vendrá en forma de proyecto,


deseo o meta, la cual será una semilla que Dios
plantará en su corazón para que usted sienta la
motivación para realizarla. Y esta es la forma en la
que muchas personas llegan a albergar en su corazón
37
el deseo de poseer un ministerio dedicado a servir a
Dios, o bien, un sueño que edifique su vida y que con
este ejemplo otros más sean edificados. Recuerde
que a Abram Dios le dio una visión para que él
albergara un sueño y este sueño se manifestó mucho
tiempo después de que Dios se lo prometiera (Y lo
llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta
las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu
descendencia. Y creyó a Dios, y le fue contado por
justicia. Génesis 15: 5-6). Esto puede deberse a que
Dios espera que nosotros tengamos la preparación
necesaria para poder administrar ese sueño de una
manera correcta. Es posible que desde el momento
en que Dios siembra en nosotros la semilla de ese
sueño hasta el momento en que lo vemos realizado
Dios nos está diciendo que necesitamos prepararnos.
Es posible por ejemplo que a usted le haya dado el
sueño de escribir música de alabanza, pero no
necesariamente el talento para hacerlo, esto es algo
que usted debe de hacer por sí mismo, Dios le ha
dado el sueño para hacerlo, los elementos para
lograrlo y muy posiblemente le estará guiando y
abriendo puertas hasta que usted logre llenar las
expectativas necesarias para culminar el sueño de
convertirse en escritor de música.

Las visiones y los sueños son un adelanto que Dios


nos da por medio del Espíritu Santo para ver lo que
nos tiene preparado en el futuro, de manera que
38
nuestra fe crezca y nos sintamos motivados a
lograrlo con la seguridad de que Dios ya ha trazado
el camino para facilitarnos nuestra llegada a la meta
final, ya que Dios como dijimos anteriormente llama
a las cosas que no son como si fueran y dado que el
conoce el fin desde el principio esto nos lleva a la
completa seguridad de que nuestro sueño es
totalmente alcanzable y como consecuencia nuestra
fe se eleva.

Si el sueño o visión que usted tiene no viene por


revelación divina sino que es algo que ha nacido de
usted, y este deseo no va en contra de los principios
elementales de la ley de Dios, Él puede llevarlo hasta
la meta de ese sueño si usted pone toda su
capacidad, su empeño, su entusiasmo y su
motivación para poder lograrlo “llamando a las cosas
que no son como si fueran”.

Para que nuestra oración atraviese los cielos y llegue


hasta la mismísima presencia de Dios es
imprescindible que se eliminen todos los obstáculos
que puedan bloquear la respuesta de Dios. Esto se
logra siguiendo ciertas normas sencillas pero
importantes, como por ejemplo la constancia.
Cuando hablamos de constancia estamos hablando
de repetir nuestra petición siempre que oremos
hasta que esta sea respondida. Jesús nos ilustró este
principio en una de sus parábolas (También les
39
refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar
siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una
ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a
hombre. Había también en aquella ciudad una viuda,
la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi
adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero
después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a
Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo,
porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no
sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.
Lucas 18: 1-5). Esta constancia en la petición de lo
mismo nos sirve para que en algún momento de
nuestra oración Dios nos indique que Él ha
escuchado nuestra petición y que la respuesta se
encuentra en camino. Pero si desmayamos y no le
damos seguimiento a nuestras peticiones, es posible
que no logremos obtener esa respuesta y en
consecuencia la fe que tengamos no será suficiente
para que nuestra oración sea contestada. Esa
respuesta de Dios es una seguridad que llega a
nuestro corazón en un momento de nuestro diario
pedir y que de alguna manera nos indica que ya
hemos sido escuchados.

Es importantísimo cuidar nuestra lengua con


respecto a la confesión que hacemos, porque si
después de hecha la oración confesamos algún tipo
de duda de que recibiremos una respuesta positiva,
entonces, lo más seguro es que anulemos la oración
40
que acabamos de realizar. (Porque de la abundancia
del corazón habla la boca. Mateo 12:34).

Cuando realice su oración no es necesario que lo


haga de manera quejumbrosa o en llanto, a menos
que este venga de manera natural, ya que Dios
conoce su corazón, por lo tanto no es necesario que
usted trate de despertar la compasión de Dios por
medio de una auto miseración. Dios no responde a
la autocompasión sino a las oraciones que están
llenas de fe.

Si usted confiesa que su oración ya ha sido


escuchada inclusive antes de ver la respuesta
(llamando a las cosas que no son como si fueran),
entonces ese mismo clamor de fe actuará en usted
disminuyendo substancialmente el momento en que
habrá de recibir la respuesta a su oración.

La respuesta a nuestra oración es un regalo dado por


Dios como recompensa a una vida de santidad, por
lo tanto si usted quiere ver la mano de Dios actuar
en su vida y responder a sus oraciones es
indispensable que usted deseche de su vida todo
pecado (y cualquiera cosa que pidiéremos la
recibiremos de él, porque guardamos sus
mandamientos, y hacemos las cosas que son
agradables delante de él. 1ª. De Juan 3:22). Si usted
estuviera llevando en su vida algún tipo de pecado
41
confiéselo de inmediato ante Dios con la promesa de
no continuar realizándolo, ya que el guardar un
pecado sin confesarlo es otro bloqueo importante
entre su oración y su respuesta (Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1ª.
Juan 1:9).

El no perdonar es uno de los bloqueos más fuertes


que existen para la obtención de una respuesta
positiva a nuestras oraciones, por lo tanto si usted
tiene asuntos pendientes con alguien a quien todavía
no ha perdonado, es de suma importancia que se
ponga a cuentas con esa persona ya que esto le
estará robando muchas bendiciones a su vida.
Conozco el caso particular de una persona que sufrió
una enfermedad por varios años por lo cual oraba
constantemente, pero debido a la falta de perdón
hacia el hombre que le abandonó, bloqueaba la
respuesta a esta petición de sanidad divina que ella
esperaba. No fue sino hasta el momento en que ella
perdonó a su ex-esposo que ella recibió su milagro
de sanidad.

42
43
La Unción por medio de la Oración
En el sistema cristiano la unción es el ungimiento del
Espíritu Santo, que aparta a los hombres para la obra
de Dios y los habilita para ella. Esta unción es la
única cosa divina que capacita, por la cual el
creyente y en especial el predicador, logra los fines
peculiares y salvadores de la predicación. Sin esta
unción no se obtienen verdaderos resultados
espirituales; Los efectos y fuerzas de la predicación
no excederían los resultados que daría cualquier
orador no creyente. Sin unción ésta tiene tanta
potencia como una piedra.

44
La unción divina sobre el creyente genera por medio
de la Palabra de Dios los resultados espirituales que
emanan del evangelio; y sin esta unción no se
consiguen tales resultados. Se produce una
impresión agradable pero muy lejos de los fines que
persigue la predicación del evangelio. La unción
puede ser simulada. Hay muchas cualidades que se
le parecen, hay muchos resultados que se asemejan
a sus efectos, pero que son extraños a sus resultados
y a su naturaleza. El fervor o la misericordia causados
por un sermón patético o emocional pueden
parecerse al efecto de la unción divina, pero no
tienen la fuerza punzante que penetra y quebranta
el corazón. No hay bálsamo que cure el alma en este
sentimiento exterior que obra por emoción y por
simpatía; su resultado no es radical, no explora, no
sana del pecado.

Esta unción divina es el único rasgo de distinción,


que separa la predicación del verdadero evangelio
de todos los otros métodos de presentarlo, que
refuerza y penetra la verdad revelada con todo el
poder de Dios. La unción ilumina la Palabra,
ensancha y enriquece el entendimiento
capacitándola para asirla y afianzarla. Prepara el
corazón del predicador y lo pone en esa condición de
ternura, pureza, fuerza y luz que es necesaria para
obtener los resultados más satisfactorios. Esta
unción da al predicador libertad y amplitud de
45
pensamiento y de alma, una independencia, vigor y
exactitud de expresión que no pueden lograrse por
otro proceso. Sin esta unción sobre el predicador, el
evangelio no tiene más poder para propagarse que
cualquier otro sistema de verdad. Este es el sello de
su divinidad. La unción en el predicador pone a Dios
en el evangelio. Sin la unción, Dios está ausente y el
evangelio queda a merced de las fuerzas del hombre.

En este elemento falla el predicador más que en


cualquier otro asunto. El predicador puede Poseer
conocimientos, talento y elocuencia, saber agradar y
encantar, atraer a multitudes con sus métodos
sensacionales; pero sin esta unción, todo esto será
como el asalto de las aguas sobre Gibraltar. La
espuma cubre y resplandece; pero las rocas
permanecen quietas, sin conmoverse, inexpresivas.

Tan difícil es que las fuerzas humanas puedan


arrancar del corazón la dureza y el pecado como el
oleaje continuo del océano es impotente para
arrebatar las rocas. Esta unción es la fuerza que
consagra y su presencia una prueba constante de esa
consagración. El ungimiento divino del predicador
asegura su consagración a Dios y a su obra. Otras
fuerzas y motivos pueden haberlo llamado al
ministerio, pero solamente aquello puede ser
consagración. Una separación para la obra de Dios
por el poder del Espíritu Santo es la única
46
consagración reconocida por Dios como legítima,
aunque a los hombres les satisfaga solamente la
aprobación de sus semejantes.

Esta unción, la unción divina, este ungimiento


celestial es lo que el púlpito necesita y debe tener.
Este aceite divino y celestial derramado por la
imposición de manos de Dios, tiene que suavizar y
lubricar al individuo: corazón, alma, cuerpo y
espíritu, hasta que lo aparte con una fuerza
poderosa de todo lo que es terreno, secular,
mundano, de los fines y motivos egoístas para
dedicarlo a todo lo que es puro y divino. La presencia
de esta unción sobre el predicador crea conmoción y
actividad en muchas congregaciones. Las mismas
verdades han sido dichas con la exactitud de la letra
sin que se vea ninguna agitación, sin que se sienta
ninguna pena o pulsación. Todo está quieto como un
cementerio. Sin embargo, Viene otro predicador con
esta misteriosa influencia; la letra de la Palabra ha
sido encendida por el Espíritu, se perciben las
angustias de un movimiento poderoso, es la unción
que penetra y despierta la conciencia y quebranta el
corazón. La predicación sin unción endurece, seca,
irrita, mata todo. (La unción no es solo necesaria
para la predicación, pero debido a su importancia
para este propósito, lo enfoco especialmente hacia
los predicadores, que de hecho, debemos serlo
todos nosotros). La unción no es el recuerdo de una
47
era del pasado; es un hecho presente, realizado,
consciente. Pertenece a la experiencia del hombre
tanto como a su predicación. Es la que lo transforma
a la imagen de su divino Maestro y le da el poder
para declarar las verdades de Cristo. Es tanta su
fuerza en el ministerio que sin ella todo parece débil
y vano, y por su presencia compensa la ausencia de
todas las otras potencialidades. Esta unción no es un
don intransferible. Es un don condicional que puede
perpetuarse y aumentarse por el mismo proceso con
que se obtuvo al principio; por incesante oración a
Dios, por vivo deseo de Dios, por estimar esta gracia,
por buscarla con ardor incansable, por considerar
todo como pérdida y fracaso si es que falta.

¿Cómo y de dónde viene esta unción? Directamente


de Dios en respuesta a la oración. Solamente los
corazones que oran están llenos con este aceite
santo; los labios que oran están llenos con este
aceite santo; los labios que oran son los únicos
ungidos con esta unción divina. La oración, y mucha
oración, es el precio de la unción en la predicación y
el requisito único para conservarla. Sin oración
incesante la unción nunca desciende hasta el
predicador. Sin perseverancia en la oración, la
unción jamás llegará.

48
49
Orad sin cesar
Los apóstoles conocían la necesidad y el valor de la
oración para su ministerio. Ellos sabían que su gran
comisión como apóstoles, en lugar de relevarlos de
la necesidad de la oración, los obligaba con más
urgencia; de modo que eran excesivamente celosos
en conservar su tiempo para ese trabajo y que nada
les impidiese orar como debían; por eso señalaron
laicos que atendieran los deberes delicados y
absorbentes de ministrar a los pobres, para que ellos
(los apóstoles) pudieran, sin impedimento, "persistir
en la oración y en el ministerio de la palabra". Se
asignó a la oración el primer lugar y la relación que le
atribuyeron fue de las más fuertes, "persistir"
(entregarse a ella), estar ocupados y rendidos a la
oración con fervor, con empeño y dedicación.

¡Con cuanta santidad los hombres apostólicos se


dedicaron a esta obra divina de la oración! "Orando
en todo tiempo", es la opinión en que coincide la
devoción apostólica... ¡Cómo estos predicadores del
Nuevo Testamento se entregaron por completo a la
oración por el pueblo de Dios! ¡Cómo pusieron a
50
Dios con su poder en las iglesias por sus oraciones!
Estos santos apóstoles no se imaginaban vanamente
que habían cumplido sus altos y solemnes deberes
con interpretar fielmente la Palabra de Dios, sino
que fijaban su predicación por medio del ardor y la
insistencia de sus plegarias. La oración apostólica era
tan exigente, tan laboriosa e imperativa, como la
predicación apostólica. Oraban mucho de día y de
noche para conducir a su pueblo a las regiones más
altas de fe y de santidad. Oraban mucho más para
mantenerlos en esta elevada altura espiritual. El
creyente que nunca ha aprendido en la escuela de
Cristo el arte superior y divino de la intercesión por
su pueblo, nunca aprenderá el arte de la predicación
y aunque posea el genio más elevado para hacer y
exponer sermones.

Las oraciones de los santos líderes apostólicos han


influido mucho para el perfeccionamiento de los que
no tienen el privilegio de ser apóstoles. Si los líderes
de la iglesia en años posteriores hubieran sido tan
cumplidos y fervientes en la oración por su pueblo
como lo fueron los apóstoles, los tiempos tristes de
la mundanalidad y apostasía no habrían echado un
borrón en la historia que eclipsó la gloria y detuvo el
avance de la iglesia. La oración apostólica hace
santos apostólicos de los tiempos apostólicos y
preserva en la iglesia la pureza y el poder.

51
¡Qué elevación de alma, qué transparencia y
excelsitud de motivo, qué abnegación y sacrificio,
qué intensidad de esfuerzo, qué ardor de espíritu,
qué tacto divino, se requieren para ser un intercesor
de los hombres! El creyente tiene que entregarse a
la oración por su pueblo, no simplemente para que
sea salvado, sino para que sea salvado
poderosamente. Los apóstoles se postraban en
oración para que sus santos fueran hechos
perfectos; no para que se sintieran ligeramente
inclinados a Dios sino para "que fueran llenos de
toda la plenitud de Dios". Pablo no se apoyaba en su
predicación para conseguir este fin, antes "por esta
causa doblaba sus rodillas al Padre de Nuestro Señor
Jesucristo". La oración de Pablo conducía a sus
convertidos más allá en el camino de la santidad que
su misma predicación.

Epafras hizo tanto o más con sus oraciones por los


santos de Colosas que por medio de su predicación.
Se esforzó fervientemente, siempre en oración, para
que "permanecieran perfectos y completos en toda
la plenitud de Dios". Los creyentes reales son
excelsos guías del pueblo de Dios. Son responsables
principalmente de la condición de la iglesia; moldean
su carácter, dan expresión a su vida. Mucho depende
de estos siervos, ellos dan carácter a los tiempos y a
las instituciones. La iglesia es divina, el tesoro que
encierra es celestial, pero lleva el sello humano. La
52
iglesia de Dios hace a sus creyentes o es hecha por
ellos; sea que la iglesia los haga, o bien que sea
hecha por ellos, la iglesia será lo que son sus fieles:
espiritual si ellos lo son, secular si lo son ellos, unida
si ellos lo están.

La oración es una de las características principales de


una fuerte dirección espiritual. Los hombres de
oración poderosa son hombres de energía que
plasman los acontecimientos. Su poder para con Dios
es el secreto de sus conquistas. Un hombre puede
predicar sin oración de una manera oficial, agradable
y elocuente, pero hay una distancia
inconmensurable entre esta clase predicación y la
siembra de la preciosa semilla con manos santas y
corazón empapado de angustia y oración. Un
ministerio sin oración es el agente funerario de la
verdad de Dios y de la iglesia de Dios. Aunque tenga
un ataúd costoso y las más hermosas flores no es
más que un funeral a pesar de los bellos adornos. Un
cristiano sin oración nunca aprenderá la verdad de
Dios; un ministerio sin oración nunca será apto para
enseñar la verdad de Dios. Se han perdido siglos de
gloria milenaria para una iglesia sin oración. El
infierno se ha ensanchado y ha abierto su boca en la
presencia del servicio muerto de una iglesia que no
ora. La mejor y mayor ofrenda es una ofrenda de
oración. "Orad sin cesar" es la llamada de la
trompeta a los creyentes del siglo XXI. Si esta época
53
los contempla extrayendo de la meditación y la
oración sus textos, sus pensamientos, sus palabras y
sus sermones, el futuro encontrará un nuevo cielo y
una nueva tierra. La tierra manchada por el pecado y
el cielo eclipsado por la iniquidad desaparecerán
bajo el poder de un ministerio que ora.

54
Vivir una vida consagrada a la
Oración
Aunque muchas oraciones privadas, por su propia
naturaleza han de ser cortas; aunque la oración
55
pública, como regla, debe ser condensada; aunque
tiene su valor y lugar la oración breve, sin embargo,
en nuestras comuniones privadas con Dios el tiempo
tiene un valor esencial. Mucho tiempo pasado con
Dios es el secreto de la oración eficaz. La oración
que se convierte en una fuerza poderosa es el
producto mediato o inmediato de largas horas
pasadas con Dios. Nuestras oraciones pequeñas
deben su alcance y eficiencia a las extensas que las
han precedido. Una oración corta no puede ser
eficaz si el que la hace no ha tenido una lucha
continua con Dios. La victoria de la fe de Jacob no se
hubiera efectuado sin esa lucha de toda la noche. No
se adquiere el conocimiento de Dios con pequeñas y
espontáneas visitas. Dios no derrama sus dones
sobre los que vienen a verlo por casualidad o con
prisas, Dios derrama sus bendiciones sobre aquellos
que respiran a Dios en cada partícula de su aliento.

56
LA TIERRA CONTROLA EL CIELO
En el versículo 18 el Señor dice: “De cierto os digo
que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el
cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será
desatado en el cielo”. ¿Qué es lo que caracteriza este
versículo? Lo especial es que debe haber una acción
en la tierra antes de que algo ocurra en el cielo. No
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es el cielo el que ata primero, sino la tierra, y no es el
cielo el que desata primero, sino la tierra. Una vez
que la tierra ata, el cielo ata, y una vez que la tierra
desata, el cielo desata. La acción del cielo es dirigida
por la acción de la tierra. Todo lo que se opone a
Dios debe ser atado, y todo lo que está en armonía
con El debe ser desatado. Atar o desatar todo lo que
debe ser atado o desatado, debe tener su origen en
la tierra. La acción de la tierra precede a la acción del
cielo. La tierra dirige al cielo.

Algunos casos del Antiguo Testamento nos muestran


que la tierra dirige al cielo. Cuando Moisés en la
cumbre del monte alzaba sus manos, los israelitas
prevalecían; pero cada vez que las bajaba,
prevalecían los amalecitas (Ex. 17:9- 11). ¿Quién
determinaba la victoria de la batalla que se libraba al
pie del monte, Dios o Moisés? Hermanos y
hermanas, debemos ver cuál es el principio de la
obra de Dios y la clave de Su acción: Dios no puede
hacer lo que El quiere a menos que el hombre lo
desee. No podemos hacer que Dios haga lo que no
quiere hacer, pero sí podemos impedirle que haga lo
que desea. En el cielo, la victoria fue decidida por
Dios, pero delante de los hombres fue decidida por
Moisés. En el cielo, ciertamente Dios quería que los
israelitas ganaran, pero en la tierra, si Moisés no
hubiese alzado sus manos, los israelitas habrían sido

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derrotados. Cuando él alzaba las manos, los israelitas
prevalecían. La tierra dirige al cielo.

Ezequiel 36:37 dice: “Así ha dicho Dios el Señor: Aún


seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles
esto; multiplicaré los hombres como se multiplican
los rebaños”. Dios tiene el propósito de aumentar el
número de los israelitas para que se multipliquen
como los rebaños. Los que no conocen a Dios dirán:
“Si Dios quiere multiplicar el número de los israelitas
como un rebaño, El simplemente puede hacerlo.
¿Quién puede impedírselo?” Pero este versículo dice
que a Dios se le debe solicitar esto antes de que El lo
realice. Este es un principio claro: aunque Dios
decide sobre un asunto, no lo hará inmediatamente.
El aumentaría la casa de Israel solamente cuando
ellos lo solicitaran. El quiere que la tierra dirija el
cielo. Isaías 45:11 es bastante peculiar; dice: “Así
dice Dios, el Santo de Israel, y su Formador:
Preguntadme de las cosas por venir; mandadme
acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis
manos”. Hermanos y hermanas, ¿no les parece esto
muy peculiar? Dios dice que podemos mandarle con
respecto a Sus hijos y a la obra de Sus manos. Nos
daría temor emplear la palabra “mandar”. ¿Cómo
puede un hombre mandar a Dios? Todos los que
conocen a Dios saben que el hombre no debe ser
arrogante delante de Él. Sin embargo, El mismo dice:
“Mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra
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de mis manos”. Aquí se ve que la tierra dirige al
cielo. Esto no implica que podemos forzar a Dios a
que haga lo que no quiere hacer, sino que podemos
mandarle que haga lo que El quiere hacer. Esta es
nuestra posición. Una vez que sabemos cuál es la
voluntad de Dios, podemos decirle: “Dios, queremos
que Tú hagas esto. Estamos decididos a que lo hagas.
Dios, debes hacerlo”. Sí, se pueden expresar
oraciones firmes y poderosas delante de Dios.
Debemos pedirle que nos abra los ojos para que
veamos la clase de obra que El está haciendo en esta
era. Durante esta edad toda Su obra se basa en dicha
posición. Es posible que el cielo quiera lograr algo,
pero no lo hará independientemente; el cielo espera
que la tierra actúe primero, y luego actúa. Aunque la
tierra está en segundo lugar, también le corresponde
el primero. El cielo sólo se moverá después de que la
tierra se haya movido. Dios quiere que la tierra
mueva al cielo.

Finalmente, el Señor nos enseñó a alabar por causa


de tres cosas: “Porque Tuyo es el reino, y el poder, y
la gloria, por todos los siglos. Amén”. Esta alabanza
nos habla de que el reino, el poder y la gloria le
pertenecen al Padre. Las tres cosas por las cuales
alabamos se relacionan con nuestra liberación del
maligno. También se relacionan con toda la oración
que enseñó el Señor. Oramos que el Señor nos libre
del maligno porque el reino, el poder y la gloria son
60
del Padre y no de El enemigo. Este es el punto
principal: puesto que el reino, el poder y la gloria le
pertenecen al Padre, nosotros no debemos caer en
la mano de El enemigo. Esta es la razón por la cual
no debemos caer en la mano de El enemigo. Si
caemos, ¿cómo podríamos glorificar al Padre? Si el
Padre ha de ejercer poder sobre nosotros, entonces
El enemigo no puede hacerlo. Como el reino de los
cielos le pertenece al Padre, no podemos ni
debemos caer en la mano de El enemigo. Con
respecto a la autoridad, debemos recordar lo que
dijo el Señor: “He aquí os doy potestad de hollar
serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del
enemigo, y nada os dañará” (Lc. 10:19). Este
versículo dice que la potestad que El da nos capacita
para vencer el poder del enemigo. Junto con la
autoridad viene el poder. El Señor quiere que
sepamos que junto con el reino está la autoridad, y
detrás de la autoridad está el poder para regir. El
reino es de Dios y no de El enemigo. La autoridad le
pertenece a Dios, no a El enemigo. Por lo tanto, el
poder le pertenece a Dios, no a El enemigo. Por
supuesto, la gloria también le pertenece a Dios, no a
El enemigo. Puesto que el reino, el poder y la gloria
pertenecen a Dios, los que pertenecen a Dios deben
vencer toda tentación y ser librados de la mano de El
enemigo.

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En el Nuevo Testamento, el nombre del Señor
denota autoridad, mientras que el Espíritu Santo
denota poder. Toda la autoridad está en el nombre
del Señor, y todo el poder está en el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es el poder de Dios. El reino se
refiere al gobierno del cielo y a la autoridad de Dios,
mientras que el poder nos habla de que todo el
poder está en el Espíritu Santo. Cuando Dios obra, el
Espíritu Santo llega a ser Su poder. Puesto que el
reino pertenece a
Dios, El enemigo no tiene donde ejercer su dominio.
Puesto que el poder pertenece al Espíritu Santo, El
enemigo de ninguna manera puede tocar al Espíritu
Santo. Mateo 12:28 nos habla de que cada vez que
los demonios se encontraron con el Espíritu Santo,
fueron echados. Por último, la gloria también
pertenece a Dios. Por tanto, podemos declarar y
alabar en voz alta: “Porque Tuyo es el reino, y el
poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”.

El Señor nos enseñó a orar así. Esto no quiere decir


que debemos recitar esta oración como un rezo, sino
que debemos orar en conformidad con este modelo.
Todas las oraciones deben seguir este modelo. En
cuanto a Dios, deseamos que Su nombre sea
santificado, que Su reino venga y que Su voluntad
sea hecha en la tierra como se hace en el cielo. En
cuanto a nosotros, pedimos que Dios nos proteja. En
cuanto a nuestra alabanza, se basa en el hecho de
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que el reino, el poder y la gloria son de Él. Puesto
que el reino, el poder y la gloria son de Él, Su nombre
debe ser santificado, Su reino debe venir y Su
voluntad debe ser hecha en la tierra como en el
cielo. Puesto que el reino, el poder y la gloria son de
Él, le pedimos a El nuestro pan de cada día, que
perdone nuestras deudas, que nos libre de tentación
y del maligno. Toda oración debe tomar ésta como
modelo. Algunos han dicho que esta oración no es
para cristianos porque no concluye con las palabras
“en el nombre del Señor”. Eso es una necedad. La
oración que el Señor enseña no es una fórmula
mágica que debamos repetir. ¿Qué oración del
Nuevo Testamento termina con las palabras “en el
nombre del Señor”?

Cuando los discípulos estaban en la barca, y


clamaron: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!” (Mt.
8:25), ¿terminaron con las palabras “en el nombre
del Señor”? El Señor no enseñó que teníamos que
decir estas palabras. El nos enseñó a orar conforme a
este principio. El nos enseñó la manera de orar; no
nos dijo que oráramos con estas palabras. Tenemos
que velar no sólo antes de orar, y mientras oramos,
sino también después de orar. Debemos estar alerta
y examinar todos los cambios que ocurran después
de que hayamos orado. Debemos comprender que
todas las oraciones sinceras y que tengan una carga
se hacen no sólo “con toda oración” sino también
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“en todo tiempo”; no sólo una sino muchas veces, y
no sólo con toda oración, sino con toda oración en
todo tiempo. Por tanto, después de cada oración
debemos notar si hay algún desarrollo, algún cambio
o algún movimiento. Por ejemplo, cuando Elías oró
en la cumbre del monte Carmelo, se arrodilló y puso
su rostro entre las rodillas. También le pidió a su
siervo que mirara hacia el mar siete veces, hasta que
el siervo le informó que había visto una pequeña
nube como del tamaño de la palma de una mano de
hombre, que se levantaba del mar. Entonces, le dijo
a su siervo que fuera a decirle a Acab que preparara
la carroza y descendiera, para que la lluvia no lo
atajara (1 R. 18:42-44). Esto también se puede ver en
la oración de Eliseo por el hijo de la sunamita. El se
tendió sobre el niño hasta que el cuerpo de éste
entró en calor. Luego se paseó por la casa de un lado
a otro y se tendió sobre el niño nuevamente hasta
que el niño estornudó siete veces y abrió los ojos.
Entonces Eliseo devolvió el niño a su madre (2 R.
4:33-37). Ni Elías ni Eliseo se arrodillaron
simplemente para orar sin traer una petición
concreta. Mientras oraban, observaban el efecto de
la oración y los cambios de las circunstancias. Por
ejemplo, quizá usted esté orando por alguien que se
opone al Señor. Usted ora pidiendo que Dios le
conceda la fe; usted ora con toda oración, y recibe la
promesa de que él será salvo. Sin embargo, es
posible que las circunstancias aparentemente
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empeoren; él intensifica su oposición. Si usted
desatiende esto y continúa haciendo la misma
oración, no obtendrá resultados. Usted tiene que
detectar esto y decírselo al Señor. Si permanece
velando, recibirá luz de parte de Dios y se dará
cuenta de que su oración ya ha influido en él, y
podrá comenzar a alabar a Dios, o se dará cuenta de
que necesita cambiar su oración y volver a echar la
red. Tal vez, después de algún tiempo, el corazón de
la persona se ablande, entonces usted podrá pasar a
otra oración para echar otra red. Debemos ajustar
nuestra oración conforme a la situación. Para hacer
esto necesitamos seguir velando.

Efesios 6 es un capítulo que trata de la guerra


espiritual. Lo más importante de este capítulo es la
oración que se menciona al final. Entre los hijos de
Dios, la oración es lo que recibe ataques con mayor
facilidad. Esta es la razón por la cual necesitamos
velar al pelear para dedicar un tiempo a la oración,
para proteger la oración, para dejar de hacer
oraciones que no son auténticas y para estar en
guardia contra el ardid del enemigo de interrumpir
nuestra oración. Debemos recordar que la oración es
un servicio, un servicio excelente. Debemos velar y
orar, y poner esto en práctica con diligencia.

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