Allardt (1976) ha propuesto que el bienestar depende de la satisfacción de tres
categorías de necesidades humanas: el tener, el relacionarse (amor y amistad) y el ser
(auto-realización). La primera de estas se enfoca en la posesión de cosas materiales. La
segunda, el relacionarse, se da únicamente por el afecto; en las relaciones de apoyo del
esposo o de la pareja, de la familia y de los amigos. Finalmente, la necesidad de ser o de
autorrealización puede cumplirse por las acciones del individuo, a través de la
adquisición y el ejercicio de rasgos valiosos y de habilidades. Por todo esto, se critica
que el bienestar en los estudios realizados entre países tienda a reducirse a los
indicadores materiales o económicos.
Todos los estudios que intentan evaluar el bienestar incluyen más de una pregunta
acerca de salud. Autor reportes de salud son predictores independientes de longevidad,
hasta después de que los factores de riesgo anteriores de mortalidad han sido
controlados estadísticamente. Se muestra cómo la mayoría de las preguntas están
orientadas a comparar “niveles de actividad” como una “salud satisfactoria”. Campbel y
otros (1976) intentan evitar los sesgos de enfermedades menores, por lo que preguntan
asuntos como: “la mayoría de la gente se enferma una que otra vez, ¿qué tan satisfecho
está usted con su salud?” Estudios longitudinales encuentran que la gente tiende a
adaptarse (en las personas mayores se observa un incremento pequeño en la
satisfacción, aunque no en la felicidad). Se podría concluir que esto refleja un proceso
de adaptación de la gente.
En este caso se emplean variables distintas de satisfacción de vida total combinadas con
medidas de felicidad e infelicidad o afecto negativo (Adler, 1987). Adler argumenta que
la “filosofía del oeste” incluye dos conceptos distintos de felicidad. Uno es la
gratificación del deseo del individuo, cualquiera que fuese; el otro es “la concepción de
una ética antigua de la felicidad vista como una vida entera, bien vivida, que es
enriquecedora por el cúmulo de bienes de un ser humano moralmente virtuoso”. Lo
primero está impuesto sobre la experiencia individual de la felicidad (incluso su
gratificación deriva de fuentes no deseadas por “un ser humano moralmente virtuoso”).
Este argumento tiene valor, pero muchos no aceptan la conclusión de Adler, pues creen
que incorporar estos tipos de fuentes de información en la definición de felicidad es
contra- producente.
Una crítica diferente y más constructiva se encuentra en el trabajo de Ryff (1989; 1995;
ver también Singer y Ryff, 1999), donde se argumenta que el desarrollo humano, la
psicología clínica y la salud mental (especialmente salud mental positiva), tres líneas
bastante separadas de investigación, han estado preocupadas con las definiciones del
bienestar y para ello propone seis componentes de definición de bienestar, a saber: auto
aceptación, propósito en la vida, maestría con el medio, autonomía, crecimiento
personal y relaciones positivas con otros. Separadas de investigación, han estado
preocupadas con las definiciones del bienestar y para ello propone seis componentes de
definición de bienestar, a saber: auto aceptación, propósito en la vida, maestría con el
medio, autonomía, crecimiento personal y relaciones positivas con otros.
Entonces mediante el análisis de resultados se determinó que las actitudes ambientales
de los vecinos colindantes al parque de la Juventud “La Posa”, Buenos Aires. Tienen un
bajo bienestar físico, y se complementa con un bienestar psicológico negativo
levemente alto. Ya que del bienestar general encuestado el 40% no se siente satisfecho
con respecto a su salud y al medio ambiente.
Pero ¿A que nos referimos con Bienestar Psicológico? El bienestar psicológico es un
concepto amplio que incluye dimensiones sociales subjetivas y psicológicas, así como
comportamientos relacionados con la salud en general que llevan a las personas a
funcionar de un modo positivo. Está relacionado con cómo la gente lucha en su día a día
afrontando los retos que se van encontrando en sus vidas, ideando modos de manejarlos,
aprendiendo de ellos profundizando su sensación de sentido de la vida.
Actualmente, el Bienestar Psicológico se define como el desarrollo de las capacidades y
el crecimiento personal, donde el individuo muestra indicadores de funcionamiento
positivo, por lo que dicho bienestar puede considerarse el precursor de los actuales
modelos de Psicología Positiva. Por otra parte, la Psicología Positiva define los
contornos del bienestar humano potenciando elementos positivos (fortalezas y
emociones positivas).
Desde esta perspectiva se propone que el bienestar es consecuencia de un
funcionamiento psicológico pleno a partir del cual la persona desarrolla todo su
potencial. De este modo, el bienestar tiene un papel clave en la prevención y
recuperación de condiciones físicas.
Como se puede observar en la Figura 2 se observa que, de 40 vecinos encuestados, el
48.18 % considera que su satisfacción, estando en el parque, es “positiva''. El 76.70%
considera que su estado emocional, estando en el parque y sus áreas verdes, es
“negativa”; y el 65% se encuentra cómodo en el parque y sus áreas verdes.
Ryff C. & Keyes C. (1995). Mencionan que: ”El bienestar psicológico se produce en
relación con un juicio cognitivo acerca de los logros, pero a su vez influye en la
conducta dirigida al logro de metas y propósitos. La persona con altos niveles de
bienestar suele trazarse metas alcanzables de lo cual deriva a la vez, satisfacción y
bienestar. El bienestar psicológico suele ser la resultante de afrontar adecuadamente las
situaciones de estrés de la vida cotidiana, pero a la vez una persona con alto nivel de
bienestar está mejor preparada y, de hecho, afronta mejor las demandas y desafíos del
ambiente. Por otra parte, la autoestima, la autodeterminación, la autoconfianza, que tan
a menudo aparecen en la literatura como indicadores de bienestar psicológico, son
importantes factores mediadores, elementos que influyen en el nivel de bienestar que
alcanza una persona. Una autoestima elevada, es una valoración positiva de nosotros
mismos, que produce satisfacción y disfrute personal y a la vez puede producir
conductas encaminadas a la obtención de metas (adecuado nivel de aspiración) que
producen satisfacción y bienestar, lo cual refuerza la autoestima. Pero estos elementos
no son el bienestar, no componen el bienestar, sino que son algunos de sus factores
mediadores y expresiones conductuales.”
En definitiva, lo que aquí se expone converge en una idea general:
El bienestar psicológico puede tener un importante efecto en términos de salud, puesto
que parece tener un papel clave en la prevención y en la recuperación de condiciones
físicas. Así, la promoción del bienestar se convierte por tanto en un objetivo deseable a
nivel social.
Mantener y aumentar el bienestar es una meta importante. Este elemento es crucial en
personas de terminadas edades, pero también, independientemente de la edad, en otros
tramos en los cuales a menudo el mantenimiento del bienestar se ve relegado a un
segundo plano por efecto de una sobrevaloración de ciertas metas profesionales o de
otro tipo.
Allardt, E. (1996). Tener, amar, ser: una alternativa al modelo sueco de
investigación sobre el bienestar. En M. Nussbaum y A. Sen (comps.): La calidad
de vida (pp. 126-134). México: F.C.E.
CAMPBELL, A.(1981) The Sense of Well-Being in America. New York:
McGraw Hill.
CAMPBELL, A., P.E. CONVERSE, and W. RODGERS.(1976) The Quality of
American Life. New York: Russell Sage.
Putnam, R. D. (2000). Bowling alone: the collapse and revival of American
community. New York: Simon and Schuster.
Ryff, C. (1989). Happiness is everything, or is it? Explorations on the meaning
of psychological well-being. Journal of Personality and Social Psychology, 57,
1.069-1.081.