27 de Julio, 1997
Título del sermón: La fe y la obediencia
Versículo de la Biblia: I Samuel 15:22-33
Todos nosotros anhelamos poseer una fe fuerte. De manera
que hacemos vigilia, ayuno, y oramos para tenerla. Todas
estas cosas son útiles en nuestra vida de fe. Pero hay una
cosa que debemos saber.
Si no hay obediencia en la fe, aunque sea fuerte, será en
vana. Hoy quisiera examinar esta lección a través de la
vida de Abraham que es Padre de la fe.
Primero, examinemos la primera vida de fe y de obediencia.
En la Biblia Romanos 10:17 dice “Así que la fe es por el
oír, y el oír, por la palabra de Dios” No hay manera de
creer sin oír la palabra de Dios. No tiene ningún sentido
si gritamos “CREO” con los ojos en el vacío. Debemos oír su
palabra primeramente, entonces por la cual tendremos la fe.
Dios dio a Abraham su palabra. Cuando Abraham tenía 75 años,
Dios de gloria apareció y le dijo a Abraham así: “Vete de
tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la
tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y
te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendijere, y a los que te maldijeren
maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la
tierra”
Después de recibir esta palabra no podía dudar en su
corazón. No había otra manera que creer en la promesa de
Dios, porque Dios lo había dicho. Pero si no sigue a la
obediencia, entonces no obrará la fe. Creyó después de
oírla.
En la Biblia está escrito claramente que debe salirse de
su tierra. Abraham se fue de su tierra, pero tomó todos
sus bienes que había ganado y las personas que había
adquirido en Harán. Fue obediente imperfecta porque se le
dijo que se fuera sin nada de su tierra, pero tomó todas
sus cosas, aunque partió. También dijo que se fuera de su
parentela, pero Lot que era su parentela fue con él. Así
que partió creyendo, pero era obediente imperfecto. Por
eso atravesó grandes pruebas de la fe.
Como dice en Génesis 12:10 “Hubo entonces hambre en la
tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque
era grande el hambre en la tierra” todos sus bienes que él
tomó de su tierra lo perdió y sus siervos escaparon por
el hambre severo, ni siquiera tuvo la bendición que Dios
prometió. No hubo otro remedio que bajar a Egipto para
salvar su vida. Dios no le dijo que bajara allí. Pero ya su
fe fue había sufrido quebranto. Ya que perdió la fe en su
corazón, no hubo otro remedio que vivir siguiendo los
sentidos del hombre. Por eso bajó a Egipto con su esposa y
Lot, pero su mujer por ser de hermoso aspecto le fue
quitado por Faraón. Y la vida en Egipto fue horrible.
Pero después él se arrepintió, confesó el pecado y Dios
tuvo otra vez misericordia de él, le devolvió a su esposa.
Luego intentó volver a la tierra Canaán. Esta es segunda
intención de fe y de obediencia de Abraham.
Volvió a la tierra Canaán como el primer dicho de Dios.
Pero mientras volvía a la tierra también tuvo otra
desobediencia. En Génesis 13:1 dice “Subió, pues, Abram de
Egipto hacia el Neguev, él y su mujer, con todo lo que
tenía, y con él Lot” Aquí otra vez le acompañó. No se
partió de su parentela. Señor le había dicho que sólo le
acompañara su esposa, pero no obedeció diciendo “Creo, Creo
en tu palabra” En consecuencia, vino gran prueba otra vez.
Hermanos, si no obedecen, las pruebas no terminarán aunque
crean.
Así tenemos en Génesis 13:7 “Y hubo contienda entre los
pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de
Lot; y el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la
tierra” No había tierra que puedan estar juntos. Así que
pelearon para obtener los pastos y el agua. Y no fue un
ejemplo ante otros pueblos que estaban cerca y se
avergonzaron.
Entonces Abraham tomó una decisión. Separarse de Lot como
Dios había dicho. En Génesis 13:8-9 dice “Entonces Abram
dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos,
entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. ¿No
está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te
apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la
derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda” Si
obedece a Dios enteramente, la fe trae la bendición a
través de la obediencia. Según la Biblia después que
Abraham apartó a Lot, Dios por vez primera empezó a
hablarle.
En Génesis 13:14-17 dice “Y Jehová dijo a Abram, después
que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde
el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente
y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti
y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia
como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el
polvo de la tierra, también tu descendencia será contada.
Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su
ancho; porque a ti la daré” Cuando obedeció a Jehová
completamente, su fe empezó a obrar. Aquí le enseñó la ley
de mirar que esperara en Dios después de obedecer habiendo
creído por oír la palabra. Cuando espera las cosas que no
son como si fuesen y lo posea en su corazón, él obrará y
bendecirá a través de la fe de esperar.
Hermanos, aquí Abraham por vez primera reconoció hasta su
hueso por medio de varias pruebas y muchos sufrimientos
que no sirvió de nada la fe con sólo creerla, sino con
obedecían. Primero, salió de su tierra sólo creyendo, pero
no obedeciendo y Dios no obró, en consecuencia, su fe
sufrió quebranto, y tenía que bajar hasta Egipto y aun su
esposa le fue quitada. Segundo, decía “Creo”, pero se
acompañó de Lot, pero esto causó pelea entre dos y hasta
los pastores de Lot y de Abraham, creando un ambiente
insoportable ante todos los vecinos. Entonces entendió que
la fe sin obedecía no podía recibir la bendición y la
gracia de Dios. Así que se separó de su sobrino y cumplió
lo que Dios había dicho; entonces apareció Dios y le dijo
que le daría toda la tierra de Canaán, asimismo le hizo que
lo poseerá en su corazón a través de la ley de esperar.
Hoy en día, muchos gritan “Señor, Señor” y dicen “Creo”
después de oír la palabra de Dios. Pero la fe debe
concordarse con la condición que Dios habla. “Dios, Creo
que me dará la bendición material y mi negocio se irá bien”
Eso es correcto. ¿Por qué? Porque Dios prometió que nos
daría la bendición en la vida abundantemente. Dice que
quiere que abunde en nosotros toda gracia, a fin de que,
teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente,
abundemos para toda buena obra. Señor ha dicho que amado,
yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que
tengas salud, así como prospera tu alma. Sin embargo, la fe
tiene condición. “Traed todos los diezmos al alfolí y haya
alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová
de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los
cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que
sobreabunde” Aquí hay la condición de obediencia. Es que
deben traer los diezmos como muestra de su fe y obediencia
y espere que la obra de Dios ocurra. Si no, la fe no dará
el resultado aunque uno grite “creo”.
Señor, Creo y amo a Dios que salvó mi alma. Pero, no voy a
la iglesia. Si es así, ¿Qué fe es su fe? No sirve de nada.
¿Por qué? Porque Señor espera encontrarse con nosotros en
la iglesia y dice que no dejemos de congregarnos porque
donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy
yo en medio de ellos. Para encontrarse con Dios tienen que
venir a la iglesia. La fe debe estar acompañada de la
obediencia para que ella obre. Así Abraham empezó a
recuperarlo gradualmente a través de pruebas y sufrimientos.
Tercero, Véanse tercera obediencia y fe de Abram. Después
de llegar a la tierra Canaán, ya cumplió más de 80 años. Y
Dios le dio otra palabra. Como la fe es por el oír, y el
oír por la palabra de Cristo, la fe nueva no se puede poner
en marcha sin la palabra. La fe que lo hizo venir a la
tierra de Canaán, logró a través de la obediencia. Pero
Dios le dio otra vez su palabra.
En Génesis 15:2-5 dice “Y respondió Abram: Señor Jehová,
¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo
de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram:
Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi
heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él
palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un
hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le
dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las
puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia” Abram
estaba apurado porque ya cumplió más de 80 años y Sarai
todavía no tenía hijo, no tenía su heredero. Y pensó que
sólo tenía su mayordomo Eliezer como heredero y se lo dijo
a Jehová. Pero respondió que no, le llevó fuera y usó la
ley de mirar. Miró los cielos y las estrellas y lo creyó.
Entonces le fue contado por justicia. Aquí otra vez Dios
afirmó que la fe es después de recibir la palabra, debe
sembrarlo en el corazón por medio de la ley de mirar.
De manera que recibió la palabra, creyó que hubiera sido
cumplida a través de la ley de mirar. Pero había el
problema de obediencia. Tenía que obedecer a la palabra que
Dios dijo que tuviera un hijo a través de su esposa. Pero
obedeció imperfectamente. Cuando cumplía 85 años, la duda
empezó a entrar. ¿Cómo se puede tener un hijo el que tiene
ya 85 años? En este momento que vacilaba su corazón, su
mujer viene y dice “Cariño, soy pecadora porque no voy a
poder darte un hijo, ¡Cuán grande es mi pecado! Por tanto,
te voy a dar mi sierva Agar y que tengas tu heredero”
Sarai otra tras otra le tentaba. Abram tenía que obedecer
porque Dios lo había prometido, pero cayó otra vez porque
su mujer le tentaba. Intentaba conseguir por la manera del
ser humano. E intentó conseguirlo por medio de Agar. Pero,
¿cómo fue el resultado? Cuando Agar concibió, había gran
conflicto en la casa. Aunque tenga fe, si no hay obediencia,
la fe sufre divisiones.
En Génesis 16:4-6 dice “Y él se llegó a Agar, la cual
concibió; y cuando vio que había concebido, miraba con
desprecio a su señora. Entonces Sarai dijo a Abram: Mi
afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, y
viéndose encinta, me mira con desprecio; juzgue Jehová
entre tú y yo. Y respondió Abram a Sarai: He aquí, tu
sierva está en tu mano; haz con ella los que bien te
parezca. Y como Sarai la afligía, ella huyó de su
presencia”
!Qué problema es esta situación en una familia! Por
concebir Agar, había pelea entre dos mujeres, en
consecuencia, ocurrió conflictos entre Abram y Sarai. La
familia sufrió división. Al final Sarai echó Agar de la
casa. Si hubiera obedecido con fe perfecta, esto no
hubiera ocurrido, pero lo hizo por su cuenta y cayó en una
situación horrible. Así que Agar dio a luz un hijo y lo
llamó Ismael, el cual que causó gran sufrimiento en la
familia y por lo cual todavía están haciendo guerra
sangrienta Israel y los Árabes. Esto es la pelea entre hijo
legítimo e ilegítimo.
Aunque fue buena la fe de Abram, aún está cosechando el
fruto malo y lo hará hasta que venga el Señor, a causa de
su obediencia. Entonces Abraham sufrió mucho por el
problema del hijo aunque recibió la promesa de Dios, aún
después que entró a la tierra Canaán.
Cuarto, Abram se arrepintió en gran manera y grabó que el
hijo iba a venir por su mujer Sarai. Ya cumplió 99 años. Y
Sarai tenía 87 años. Era imposible tener un hijo con la
mente del hombre. Le parecía que había muerto su cuerpo y
el embrión de Sarai también. Pero ya experimentó y tomó la
decisión que iba a obedecerle. “Voy a creer que va a venir
un heredero por medio de Sarai” Y el Señor cambió su
nombre por Abraham cuando tenía 99. “vas a ser Padre de
muchedumbre de gentes. Tu mujer ya no llamará Sarai sino
Sarah, Princesa. Aquí Jehová le enseñó que la fe es por oír
la palabra, se fortalece por usar la ley de mirar y va a
ser fuerte explosivamente por confesar con la boca. Nos
mostró a través de la vida de Abraham claramente como obra
la fe.
Hoy en día también la fe es producto de la lectura de la
palabra de promesa de Dios y oírla, y entregar nuestro
corazón al Espíritu Santo. La fe sin la palabra no es fe.
Así que si grita muchas veces “Señor, Creo” con excitación,
es como gritar en el vacío. Pero teniendo la palabra, esto
es creer. Si ha cree en la palabra, debe saber esperar lo
que haya logrado con la ley de mirar. Después de usarla,
deben confesar con la boca como Abraham, padre de
muchedumbre de gentes y Sarah, princesa. Si así hacemos,
nuestra fe obrará explosivamente.
Y Abraham había creído hasta final. Entonces ocurrió el
milagro de Dios y Sarah tuvo un hijo, Isaac por tomar
decisión de creer en la promesa y obedecer a la palabra,
aunque no veía nada con los ojos, ni oía nada con los oídos,
ni sus manos tocaba algo. Si cree y obedece hasta el final,
ocurre el milagro de Dios. Y quería probar a Abraham si
estaba firme en su fe y obediencia, para luego dar la
bendición que necesita la fe y obediencia perfecta para
conseguirla. Su hijo Isaac era preciosismo para él, era su
amigo. Trabajaban juntos, dormían juntos, y comían juntos.
Le apreciaba mucho. Era tan precioso que no sentiría dolor
aún si lo metiera en sus ojos. Pero un día apareció Jehová
para probarle cuando tenía más o menos 20 años su hijo.
En Génesis 22:1,2 dice “Aconteció después de estas cosas,
que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él
respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único,
Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo
allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”
Era petición cruel. ¿Ofrecer en holocausto el hijo precioso,
quemándolo? Era un mandamiento que movía toda su alma. Pero
¿qué hizo con la petición de Dios? Ya recibió muchas
pruebas de obediencia y de fe. Por eso creyó en su corazón
la palabra de Dios. ¿Por qué? Porque Jehová dijo que su
descendencia sería de Isaac. Si lo mata, no tendría
descendencia, ¿no? Como sabía que la palabra de Dios no se
podía cambiar, creyó que Jehová le levantaría aún en
cenizas, aunque lo haya matado. Ya Abraham se había
convertido en un hombre de fe milagrosa y sobrenatural que
sobrepasa el sentido del ser humano.
En Génesis 22:5 dice “Entonces dijo Abraham a sus siervos:
Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta
allí y adoraremos, y volveremos a vosotros” y en Génesis
22:9-11 dice “Y cuando llegaron al lugar que Dios le había
dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y
ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar, sobre la leña.
Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar
a su hijo. Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde
el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme
aquí Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le
hagas nada” Había obedecido enteramente a Dios. Hubiera
matado a su hijo, si Dios no hubiera dado voces desde el
cielo y lo impidiera, hubiera ofrecido en holocausto su
hijo matando con el cuchillo. Pero resultó como vemos en
Génesis 22:15-18 “Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por
segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado,
dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has
rehusado tu hijo, tu único hijo, de cierto te bendeciré, y
multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y
como la arena que está a la orilla del mar; y tu
descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu
simiente serán benditas todas las naciones de la tierra,
por cuanto obedeciste a mi voz”
Dios le dio una bendición tan grande que no podía
describir. Jesús nació de la simiente de Isaac, su hijo y
nosotros que somos una nación de la tierra hemos podido
participar en un lugar que podamos recibir la bendición por
Jesús.
Así que en vano proclamamos tener fe sin obediencia,
aunque gritemos ante Dios diciendo “Creo”. La fe
imprescindiblemente necesita de la obediencia en todo
sentido para que se manifieste la obra. La vida de Abraham
era de continua práctica de fe sobre la palabra y la
obediencia, cuando él desobedecía, experimentaba quebrantos,
pruebas y sufrimientos. Pero aprendió que la fe necesita de
correcta obediencia. Dios también le reveló gradualmente la
ley de fe. Le mostró el hecho de que la fe obraba
fuertemente por oír la palabra, usar la ley de mirar y
confesarla con la boca. Debemos también aprender y
practicar su experiencia.
Finalmente Abraham logró una fe y obediencia madura y se
hizo Padre de la fe, y recibió mucha bendición que
sobreabundaba. Queridos hermanos, tienen que saber que
nunca un grito con sensación es la fe a través de la vida
de Abraham tenemos un ejemplo. La fe tiene que conseguir la
promesa que Dios da seguramente con la palabra inspirada
por el Espíritu Santo, después de leer y escuchar la
predicación. La fe es por oír. Después de oír la palabra
tiene que obedecer cien por cien. La obediencia no puede
llegar a un acuerdo. Si despreciamos la obediencia, la fe
cae en pruebas y quebranto. Hoy en día muchos preguntan por
qué no ocurre nada si tiene fe. Porque la obediencia no es
perfecta, por tanto atraviesa pruebas y sufrimientos. Oro
para que obedezcan completamente al Señor, si ha cree en
la promesa de Dios.
Oración:
Querido Dios Padre nuestro, gracias por recibir tu palabra
y tener la fe en nuestro corazón. Gracias por poder obrar
la fe fuertemente usando la ley de mirar y confesándola con
la boca. Pero aunque gritamos y gritamos diciendo que
tenemos fe, la fe cae en tentación y en quebranto. Hoy en
día muchos desprecian la obediencia. Sabemos que aun
Abraham por vez primera no alcanzó la fe perfecta y la
obediencia, mas cuando tuvo 100 años después de
experimentar muchas pruebas, tribulaciones y quebrantos.
Ayúdanos que podamos entender todas las cosas, creerlas y
obedecerlas perfectamente a través de la vida de Abraham.
Ya hemos aceptado la palabra que vamos a tener la vida
eterna, si nosotros creemos en Jesús, así ayúdanos que
vivamos sirviéndote, alabándote, adorándote, dando gracias
a ti y viniendo a la iglesia todos los domingos. Danos tu
gracia y amor para llegar a la salvación por ser perfectas
nuestra fe y obediencia. En el nombre de Jesús. Amén.