TEMAS DE ESPIRITUALIDAD
CF. SATURNINO GAMARRA
TRABAJO CONJUNTO
LA ORACIÓN CRISTIANA
En este capítulo VI, encontramos como argumento impulsor, la oración en
el desarrollo de la vida cristiana y de la vida espiritual. Cuando ahora hablamos de
la oración queremos salir al paso de algunas necesidades concretas que
descubrimos en el desarrollo de esta temática, bastante abordada pero que
continúa suscitando producción teológica.1 A saber:
a. La toma de conciencia de la relación necesaria que existe entre el
planteamiento concreto de vida cristiana, razonado teológicamente o no, y
la oración. A cada planteamiento de vida cristiana le corresponde un tipo
concreto de oración. Este principio puede aplicarse tanto a los
planteamientos teóricos como a los existenciales. De hecho, por la oración
que se vive puede deducirse la vida cristiana que se proyecta y se practica;
y también a la inversa. ¿Qué es, pues, lo primero: la oración, que configura
la vida cristiana; o el estilo de vida cristiana, que condiciona el
planteamiento de la oración? Lo que está claro es que la oración no es un
sobreañadido a la vida cristiana.2
b. La necesidad de plantear la oración desde la identidad del ser cristiano se
trata de que se vea a la oración como integrante de la misma identidad
cristiana. Las implicaciones de este principio son importantes. A título de
ejemplo adelantamos dos consecuencias: de esta manera se garantiza la
correcta presentación de la oración al entroncarla en la identidad del
cristiano, y se facilita también su aceptación, al verla como esencial al ser
1
GAMARRA, Saturnino. Teología Espiritual. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, España.
1994. pp. 149
2
Ibíd. 150.
cristiano: Faltando la capacidad de orar, del cara a cara filial con Dios,
nada hay cristiano que ofrezca garantías de autenticidad. 3
c. Se impone el realismo en el tratamiento que hagamos de la oración. Se
trata de plantear la oración en la persona que ora. Si no hemos concebido
el estudio de la espiritualidad concreta al margen del sujeto, tampoco
podemos hacerlo al estudiar la oración. Resulta obligado contemplar la
oración en el sujeto orante.4
d. Es necesaria una clarificación de lo que es la oración cristiana. Ante
planteamientos tan diversos que se hacen actualmente de la oración desde
otras religiones y también dentro del mismo cristianismo, conviene definir la
oración cristiana.5
e. Resulta urgente la motivación de la oración. Podemos saber mucho de la
oración, pero nos sobra todo si no oramos. Son muchos los factores que
pueden motivar la oración; pero su motivación última está más allá de las
claridades intelectuales, es obra del Espíritu. Al mismo tiempo que
estudiamos la oración debemos pedir con insistencia: “Señor, enséñanos a
orar.6
Una vez delimitando marco argumentativo sobre la oración, presentamos a
continuación los objetivos de manera global de cada uno de los apartados.
Clarificar lo que es la oración cristiana saliendo al paso de los prejuicios y
reparos que actualmente se presentan.7
Fundamentar la oración en la identidad cristiana. La antropología cristiana,
el ser hijos en el Hijo, determina la oración cristiana. 8
Iluminar el camino de la oración del cristiano y abrirle nuevas perspectivas.
No basta responder al problema de la oración que no se hace, sino que se
necesita responder al problema de la oración que se hace, pero que no
3
Ídem.
4
Ídem.
5
Ídem.
6
Ídem.
7
Ibíd. p. 151.
8
Ídem.
sabe seguir. En el momento de la duda y del discernimiento tiene sentido la
mistagógia de la oración. El proceso de la vida cristiana va de la mano de la
oración. 9
Motivar la oración. Conocedores de esta necesidad, realizan esta
aportación con el fin de motivar la oración. Entramos en la colaboración con
el Espíritu, que tiene la función principal en la oración cristiana. 10
Llegados, a este punto concordamos con el autor de que realmente si es
necesaria una teología de la oración cristiana. Aunque ya se haya escrito
bastante, nunca será suficiente para llegar al fondo del hondo pozo de la
espiritualidad cristiana.
9
Ídem.
10
Ídem.
LLAMADOS A VIVIR LA VIDA CRISTIANA EN PLENITUD
Para el autor de cabecera, es indispensable tocar el tema de la “llamada a
vivir la vida cristiana en plenitud” y no ve con buenos ojos que otros autores o
casas editoriales, hagan caso omiso a una temática tan relevante es inherente
a la vida espiritual del cristiano como esta. Postura con la cual, estamos de
acuerdo ¿Cómo iniciar el atleta una carrera sin conocer el punto de partida y el
de llegada y si se nos permite ser más “ambiciosos” -dicho sea de paso- el
premio que le espera al final? Es una cuestión lógica pero que al parecer, fue
por un tiempo “el boom” pero que con el pasar del tiempo, se ha ido disipando
como la espuma en la orilla del mar de los cristianos. 11
En este sentido, hagamos brevemente en un recorrido sobre las ideas que
Gamarra plantea sobre este punto. Así lo han entendido hasta nuestros días
los distintos tratados de espiritualidad al estudiar la santidad y la perfección
cristiana. Pero lo que parece tan obvio, no carece de dificultades, como las que
presentamos a continuación:
a. Una resistencia generalizada al planteamiento de la santidad y de la
perfección cristiana.
b. ¿Existe la demanda?
En el primer caso, encontramos que hablamos de esta resistencia en doble
sentido: resistencia, a acoger todo planteamiento que se nos haga de santidad y
de perfección; y resistencia a plantear a los demás la santidad o la perfección
cristiana. ¿Cuáles son las manifestaciones de dicha resistencia? En el principio de
este capítulo se abordan.12
- El silencio de las publicaciones. Este silencio resulta muy llamativo si
tomamos como punto de referencia el concilio Vaticano la «Vocación a la
santidad», al que se le dedicó el cap. V, y el número abundante de trabajos que
sobre la santidad se publicaron.13
11
Ibíd. p.
12
Ibíd. p. 178
13
Ibíd. p. 179
- La sospecha ante los términos santidad y perfección Para todos es muy
conocido cómo en los años posteriores al concilio irrumpe una nueva mentalidad
caracterizada por la secularización y por la historicidad. Es determinante la
incidencia que tiene en la concepción de la persona humana y en su quehacer
intramundano.
- Ausencia de un planteamiento de santidad o de perfección en la formación
y en el seguimiento posterior Si las resistencias han sido y son reales, se
comprende que no esté muy presente el planteamiento de santidad en el contexto
actual de la vida cristiana A título de ejemplo preguntamos por estas situaciones
concretas ¿El planteamiento de la perfección o de la santidad está presente en los
primeros pasos de un proceso vocacional9 ¿La pastoral de la atención espiritual
de la persona cristiana adulta con la llamada a la santidad o a la perfección? Esta
interrogante se responde más adelante. 14
En el segundo caso, No es nada fácil plantear un camino de perfección y de
santidad con sus exigencias a la persona que no sienta su urgencia. Y, por el
contrario, cuando se percibe en los demás una sensibilidad fuerte y exigente por la
santidad y la perfección, surge sin más la necesidad de elaborar unos
planteamientos doctrinales y de ofrecer un acompañamiento con unos medios
concretos.
Es verdad que el cap. V de la LG del Vaticano II, titulado Vocación universal
de la santidad, fue recibido en el aula conciliar con intervenciones alborozadas y
tuvo una gran acogida en toda la Iglesia n. Pero no es suficiente basta con que la
formulación doctrinal de la santidad no excluya a nadie e invite a todos porque es
propia de todos.
Por alto los diversos planteamientos de vida cristiana que se hacen
actualmente. Como es normal, ningún planteamiento excluye la santidad; pero ¿la
cultivan? Para responder a esta pregunta, debemos contar con que los estilos de
vida cristiana tienen momentos de configuración y momentos de intensificación; y
la santidad, aunque debe estar presente en todo el proceso de la vida cristiana,
14
Ídem.
tiene mayor presencia en el momento de la intensificación, el cual quizás no sea el
más frecuente en nuestros días.
Hay una tercera situación: la de una presentación quizás exigente y hasta
radical de la vida cristiana, pero recortada, sin abarcarla en toda su riqueza. Ese
recorte o esa reducción pueden estar presentes en la orientación y en el
acompañamiento de las personas a lo largo de todo el proceso de su vida: en la
educación inicial, en el Planteamiento vocacional, en la madurez de la vida según
su vocación y también en la etapa de plenitud. Después de señalar esta serie de
dificultades, vemos que por encima está la llamada a vivir en plenitud la vida en
Cristo, que no podemos silenciar. Surgen las preguntas: ¿Tiene sentido su
planteamiento? ¿Cómo debe hacerse? Estas y otras interrogantes, son cuestiones
que aborda este apartado.15
15
Cfr. Ibíd. pág. 180.
EL PECADO Y LA VIDA ESPIRITUAL
Causará extrañeza que un estudio actual de la espiritualidad tenga una
referencia tan explícita al pecado que le dedique un capítulo entero. Si no es fácil
hablar hoy de espiritualidad, ¿por qué complicarlo añadiendo el tema del pecado?
¿No se puede hablar de espiritualidad apartando todo lo concerniente al pecado?
Señalamos los distintos objetivos a los cuales este apartado busca responder.
Para el autor, la resistencia de la mentalidad actual a tratar el tema del pecado, no
es facilita su estudio. A pesar de todo, un manual de teología espiritual que
pretende ofrecer todo lo radicalmente esencial de la vida espiritual, debe abordar
directamente, cuál es la situación del cristiano ante su pecado a lo largo de todo el
proceso de la vida espiritual.
Por consiguiente, a todos nos parece obligado hablar del pecado y de la
conversión cuando se trata de los inicios de una vida cristiana, pero existe una
mentalidad, cada vez más generalizada, de prescindir tanto del pecado como de la
conversión cuando se plantean los pasos sucesivos de la vida cristiana. En los
primeros subtemas, Gamarra deja entrever que no es principalmente el estudio del
inicio de la vida cristiana, que suponemos y no excluimos; buscamos, más bien,
estudiar la relación que pueda existir entre la viveza espiritual del cristiano y la
realidad de su pecado. Miramos más a la conversión permanente que a la
conversión inicial. Para ello, el objetivo de los primeros temas de la obra, es
abordar directamente si existe una relación entre el momento espiritual y la
aceptación del pecado, y de qué relación se trata. 16
Otro dato importante, es la fundamentación bíblica que permitirá fidelidad a
la revelación de Jesús, respecto al tema del pecado. Nadie pretende una
presentación distorsionada de la espiritualidad, pero el peligro siempre está al
acecho. Ante la duda, tenemos una forma de verificación de plena garantía: Jesús
y su revelación. Se ofrecen algunas citas bíblicas como referencia. 17 Está a la vista
16
Cf. Ibid. p. 208
17
Cf. Ibíd. p. 209: como fundamento bíblico de que Jesús vino para librarnos del pecado, que es
real y que no se puede obviar este tema en la vida spiritual. (Mt 1,21; Mt 26,28; Rom 3,22-24; Rom
que la revelación no nos permite plantear una vida cristiana haciendo caso omiso
del don del perdón dado por Dios en Jesús, entregado por nuestros pecados. 18
En este sentido, otra cuestión importante y frecuente es la atonía espiritual,
tema tratado y desarrollado en mitad del capítulo. Se trata de No partimos de unos
hechos verificados con técnicas de sociología se trata, más bien, de una impresión
que se basa en la experiencia pastoral, contrastada con otras opiniones.
Describimos la atonía espiritual como una anemia espiritual, que se traduciría en
flojera de espíritu, en baja de tensión espiritual, en falta de viveza, de empuje, de
vigor, de exigencia interior.19
Sabedores de que son muchos y muy diversos los factores que inciden en
la atonía espiritual de la vida cristiana en el momento presente, particularizamos la
búsqueda centrándola en estas preguntas: La situación de una atonía espiritual
¿no tendrá algo que ver con la falta de conciencia de pecado y con la falta de
vivencia del perdón? ¿No tendrá algo que ver con el acomodo espiritual que cada
uno podemos tener montado? Para ver si este cuestionamiento tiene razón de ser,
preguntamos ¿Cuáles son los indicios que nos llevan a señalar que la falta de
conciencia de pecado y la falta de vivencia del perdón pueden ser una explicación
de la atonía espiritual? Algunas de las conjeturas en el área, sobre estas
interrogantes, según el autor:
a. La justificación del pecado y la racionalización del error no permiten una
superación en la vida humana y cristiana.20
b. El cristiano que no vivencia el Don porque el sentido de pecado se ha
debilitado o ha desaparecido en su vida, ya no cuenta tanto con el
proyecto de Dios sobre él, sino con su proyecto personal, para el que
busca, a lo más, el aval y la ayuda de Dios.21
5,8)
18
Gal 1,4; Ef 5,2
19
Cf. Ibíd. p. 209
20
Cf. Ibíd. p. 210
21
Ídem.
c. Siempre se ha considerado que la apertura a Dios es algo característico
de la vida espiritual7. No puede entenderse la espiritualidad sin la
apertura a lo trascendente, al Absoluto, al Misterio, a Dios. 22
d. El intento de plantear la espiritualidad sin tener que contar con el
pecado. Es un intento que en la práctica está en activo: cuando se habla
de espiritualidad, no se quiere hablar ni del pecado, ni del perdón. Pero
¿es posible aceptar este silencio en un planteamiento de vida cristiana
contando con la Palabra de Dios, como hemos visto más arriba? ¿No es
una aberración?23
De este modo, se confirma, la convicción de que la atonía espiritual puede
estar relacionada con la falta de acogida al Don del Amor que es Misericordioso y
con la cerrazón en los propios planteamientos de vida cristiana. Al igual que queda
marcado el objetivo fundamental de este capítulo: la relación entre el momento
espiritual de la persona, la aceptación de su pecado y la vivencia del perdón.
EL PROCESO DE LA VIDA CRISTIANA
Después de haber estudiado por un lado qué es la vida cristiana y sus
elementos integrantes esenciales, y por otro, la meta a la que estamos llamados,
22
Ídem.
23
Ídem.
se nos adelanta a un primer plano, cuestión esencial en el trabajo de este
apartado, todo el proceso del cristiano que vive en Cristo dentro de una historia
psico-social concreta.24 Y es obligado que la teología espiritual dé respuesta a esta
temática, que es tan suya y entra tan directamente en su cometido. Pero surge la
pregunta: ¿Qué tratamiento cabe dar a un tema tan complejo por los factores que
intervienen en el crecimiento de la vida cristiana, tan diversificado por las
situaciones tan particulares que se dan en las personas, y tan amplio como la
extensión del proceso de una vida? A continuación se presentan, las directrices
que enmarcan este apartado:
a. Crear la conciencia de que cada persona cristiana que toma en serio su
ser y vivir en Cristo entra en un proceso que es complejo y que debe ser
atendido. Es de dominio común que existe una falta de atención al
dinamismo de la vida espiritual y que fácilmente se cree que dicho
cultivo no es necesario y que cuando se da es propio de élites. 25
b. Subrayar la complejidad que entraña el crecimiento en Cristo, con todo
lo que conlleva de relación con Cristo y de incidencia sobre la propia
persona. Con esto se desenmascara sin más el engaño de hacer
coincidir el proceso con las formulaciones que nos hacemos de nuestra
relación con Dios.26
c. Presentar la integración de la persona cristiana teniendo muy en cuenta
su dimensión bio-psíquica, su dimensión socio-histórica y su entidad
cristiana. Y no se trata sólo de una valoración de las distintas
dimensiones por separado, sino que se requiere la aceptación de su
mutua interrelación, y llegar a plantear el elemento estructurador de la
personalidad del cristiano.27
d. Mostrar las dificultades que existen para llegar a la unidad de la
persona y de la vida del cristiano. Son dificultades interiores; pero no
24
Cf. Ibíd. p. 247
25
Cf. Ibíd. p. 248
26
Cf. Ídem.
27
Cf. Ídem.
suele ser menos problema llegar a la integración de los planteamientos
antinómicos de la vida espiritual.28
e. Marcar a grandes líneas la orientación que sigue el proceso de una vida
en Cristo: las leyes de su crecimiento y el camino a recorrer. Es
imprescindible su conocimiento porque es fácil caer en la tentación de
hacer coincidir la plenitud de vida en Cristo con una plenitud humana de
armonía interior, de recursos psicológicos, de valores espirituales, de
fortaleza interior, de compromisos testimoniales. 29
f. Iluminar las situaciones que se dan en el proceso de la vida cristiana,
aunque sólo sea de forma indirecta por medio de los principios
Llegados al final, del esquema teórico de este apartado, encontraremos el
tema del proceso de lo cual, se quiere abarcar ambos planteamientos: nos
referimos al proceso del crecimiento interior contemplando los factores que
intervienen en el desarrollo del ser y vivir en Cristo30; y nos referimos también al
proceso de quien va experimentando e integrando situaciones nuevas, etapas
diferentes, dificultades
Inesperadas en su camino de cristiano. Nos referimos al proceso integral.
LA TENSIÓN ESPIRITUAL EN LA VIDA CRISTIANA
El ser en Cristo y vivir en Cristo, entraña la llamada a vivir en plenitud la vida
cristiana y con el dinamismo de un crecimiento que debe ser atendido en su proceso a lo
largo de toda la vida. La toma de conciencia de esta realidad exige poner en juego todas
28
Cf. Ídem.
29
Cf. Ídem.
30
Cf. Ibíd. p. 250
las potencialidades de la persona, supone vivir en una tensión espiritual. 31 Este último
tema, titula este apartado capitular, el cual se desarrolla en el marco de una síntesis de
temas anteriores. En este orden de ideas, ésta tensión, que siempre implica una oposición
de fuerzas, se explica: desde el dinamismo del ser cristiano hacia su desarrollo y la
resistencia que tiene la persona a la integración de todo su ser por la caridad; desde la
necesidad que tiene el cristiano de fomentar en sí mismo tanto la receptividad al Don de
Jesús como la cooperación activa con el Don para el recto planteamiento de la vida
cristiana; desde la llamada a la plenitud del ser y vivir en Cristo y la conciencia de
fragilidad y de pecado que acompaña la travesía de la vida.32.
Por consiguiente, la tensión espiritual debe mantenerse, y la centramos en dos
puntos concretos: la ascesis y el uso de los medios en la vida espiritual.33 Sin la fuerza
interior de la tensión no es posible aceptar la ascesis y practicar unos medios en la vida
cristiana; pero, a su vez, la praxis ascética da cuerpo a la tensión espiritual y la refuerza.
¿Qué objetivos, pues, tiene este capítulo X? a continuación:
a. Presentar el sentido de la ascesis cristiana en el momento actual. Se podrían
señalar las distintas formas de ascesis y explicar su valoración, pero es
preferible detenerse en la fundamentación de la ascesis en general, y dejar la
concreción a la consideración de las situaciones peculiares de cada persona y
de cada grupo.34
b. Justificar el empleo de los medios en la vida espiritual cristiana. También en
este apartado cabría estudiar cada uno de ellos, pero preferimos detenernos
en la justificación de los medios ante la mentalidad actual e indicar las líneas
metodológicas a seguir en la elaboración y presentación de los distintos
medios.35
31
Cf. Ibíd. p. 281
32
Cf. Ibíd. p. 282
33
Ídem.
34
Ídem.
35
Ídem.