El Barroco en El Virreinato Del Perú 1
El Barroco en El Virreinato Del Perú 1
El Perú es un territorio de una enorme diversidad geográfica y una larga historia. En este
variado territorio, y en este constante discurrir de la presencia humana, el encuentro que se
da en el siglo XVI entre las gentes que llegaron del mar y las comunidades locales, que eran
también muy variadas y diferentes entre ellas, marca un aspecto de continuidad y
discontinuidad a la vez.
El Perú posee una muy alta diversidad ecológica de climas, pisos ecológicos y zonas de
producción, y de ecosistemas productivos. 1
Se considera que en todo el mundo hay 117 zonas de vida reconocidas. En el Perú, hay 84
de éstas2, es decir, más de dos tercios de los tipos de zonas donde hay vida en el mundo se
pueden encontrar en el actual territorio del Perú. Áridos desiertos, selvas extremadamente
húmedas, nevados en zonas tropicales, profundos cañones, lagos navegables a alturas que
en otras regiones del mundo serían impensables. En estos lugares, desde hace miles de
años, se asentó el ser humano.
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El Perú es uno de los territorios con mayor megadiversidad en el mundo. En todos los aspectos referidos a la diversidad biológica el
Perú está entre los diez países de mayor diversidad de la Tierra, conocidos como “países megadiversos”, por su diversidad de
ecosistemas, de especies, de recursos genéticos y de culturas aborígenes con conocimientos resaltantes.
http://www.congreso.gob.pe/congresista/2001/esalhuana/Eventos/taller_ecoturismo/Marco_Teorico.pdf
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http://www.congreso.gob.pe/congresista/2001/esalhuana/Eventos/taller_ecoturismo/Marco_Teorico.pdf
Una larga historia
El ser humano llega al Perú posiblemente entre el 20 000 y 15000 a.C. Algunos de los
restos más antiguos que conocemos en la costa peruana los encontramos a orillas del río
Chillón, en el Valle de Lima, son de aproximadamente el 10 000 antes de Cristo. Se trata de
instrumentos líticos utilizados para la cacería. Indicando fechas grosso modo, podemos
decir que del 10000 al 5000 a.C. los habitantes de la costa fueron cazadores y recolectores.
Cazaban pequeños mamuts, tigres diente de sable, megaterios. Recolectaban los productos
de las lomas, fenómeno de la costa peruana por el cual durante cerca de seis meses al año
parte del desierto se transforma en una zona verde, producto de la humedad, y adonde bajan
de los Andes animales como patillos, venados y vizcachas.
Estos primeros pobladores de la costa se asentaron en los valles a orillas de los ríos que
descienden de los Andes hacia el Océano Pacífico, no lejos del mar y cerca de los inicios de
las montañas, donde se produce el fenómeno de las lomas.
Hacia el 3000 a.C, se encuentran centros poblados en la costa peruana. Caral es considerada
“la ciudad” más antigua del continente americano, un lugar donde se construían pirámides
escalonadas, se tenían espacios de reunión públicos, se tejía, se construía con piedra, tierra
y quincha, y un lugar donde se hacía música. Se han encontrado grupos de instrumentos de
viento a modo de flautas hechas con huesos de animales y decoradas con incisiones. Un
dato interesante es que no se han encontrado armas de guerra.
Hacia el 2500 a.C, aparece la cerámica, posiblemente procedente de las zonas del Caribe.
Hacia el 1250 a.C. aparece la primera cultura panperuana, Chavín, que tendrá conexión con
comunidades asentadas en la costa, en los Andes y en la selva. La presencia Chavín será de
casi 1500 años. Hacia el 200 a.C. surgen una serie de gobiernos regionales como Nazca en
la costa sur, Tiahuanaco en la zona sur de los Andes, los Moche y los Vicús en el Norte.
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Hace 5 millones de años que los seres humanos iniciaron el poblamiento del planeta, pero sólo 6 mil años atrás empezaron a costruir
centros urbanos y a integrar redes de interacción a largas distancias. Seis sociedades en todo el mundo pudieron cambiar sus modos de
vida y generar las condiciones que hicieron posible la civilización, el Estado y la formación de las ciudades: Mesopotamia, Egipto, India,
Perú, China y Mesoamérica http://www.caralperu.gob.pe/nueva/civilizacion.htm
Estas culturas surgen a lo largo de los valles interandinos. Hacia el siglo VII a.C. surge una
nueva cultura pan peruana, los Huari, que se extienden por el territorio surandino, llegando
incluso a lo que hoy es Lima. A la caída del Imperio Huari surgen nuevas civilizaciones
como Chimú en el norte, que habrán de construir la ciudad de barro más grande que se
conoce, Chan Chan.
Hacia el siglo XIII surge en Cusco un grupo procedente posiblemente del altiplano. Son los
Incas, que se convertirán en un imperio, el Tahuantinsuyo, hacia mediados del siglo XV,
bajo el dominio de Pachacutec, incorporando una serie de poblaciones locales.
Hacia 1532 aparecen en el mar unos personajes venidos de más allá de los confines
tradicionales. Se sucederán años de encuentros y conflictos. Y en un territorio de tan larga
historia, se dará un encuentro de dos mundos que habían evolucionado independientemente
a lo largo de miles de años. De una parte, para lo pobladores locales, por primera vez
aparece una influencia que llega de un mundo desconocido hasta entonces, Europa. Para los
europeos, en un proceso de expansión posible debido a sus avances tecnológicos, aparece
también un nuevo mundo.
Lima se funda el 18 de enero de 1535, con el nombre de Ciudad de Los Reyes, en homenaje
a los Reyes Magos, de alli su escudo con las tres coronas y la estrella de Belén-
Lima fue durante casi tres siglos la ciudad más importante de América del Sur en diversos
aspectos: político, religioso y cultural.
En efecto, Lima fue por cerca de dos siglos sede de un Virreinato cuyos territorios
abarcaban desde Panamá hasta Tierra del Fuego. Solamente en el siglo XVIII se fundarían
los virreinatos de La Plata y de Nueva Granada.
Lima sería también la sede más importante desde el punto de vista religioso. En efecto, si
bien en 1537 se había ya fundado la diócesis de Cusco, en 1541 la iglesia de la Ciudad de
los Reyes es elevada al rango de Catedral por el Papa Paulo III, dependiente del
Arzobispado de Sevilla. En 1547 el Papa decide independizar la Iglesia hispanoamericana
de la de la península y crea tres arzobispados: el de Santo Domingo, para la zona del
Caribe, el de México, para la zona norte de los territorios hispanos en América, y el
Arzobispado de Lima, que comprendía diez arquidiócesis sufragáneas desde Nicaragua
hasta Tierra del Fuego.
Lima es también la sede de la universidad más antigua en esta parte del mundo. El 12 de
mayo de1551 se fundó la Universidad de la Ciudad de los Reyes, que sería la Pontificia y
Real Universidad de San Marcos, en los Estudios Generales de la Orden Dominica en el
convento de Nuestra Señora del Rosario en Lima. En 1570 deja el convento para
establecerse en otra parte de la ciudad y asume su nombre de Universidad de San Marcos.
No seria, sin embargo, el único centro de educación superior en la ciudad de Lima, los
colegios mayores de las órdenes religiosas serían también en los siglos venideros centros de
formación del más alto nivel. El Colegio Real de San Martín y el Colegio Máximo de San
Pablo en Lima, ambos de los Jesuitas, llegaron a rivalizar con la misma universidad de San
Marcos.
El nivel cultural de Lima en su primer siglo estuvo marcado por la presencia de numerosos
artistas llegados del Viejo Mundo. En el siglo XVI destaca la presencia de pintores Diego
de Mora, Cristóbal de Molina, Pedro Sarmiento, Juan de Illescas, Andrés Sarabia, y
especialmente de los italianos Bernardo Bitti, Mateo Pérez de Alesio y Angelino Medoro,
quienes se encuentran en la base de las escuelas locales de pintura, como la Escuela
Cusqueña.
Bernardo Bitti nació en Camerino, Italia en 1548. Hermano jesuita, llegó al Perú hacia 1575
(los jesuitas habían llegado en 1567) y trabajó en Lima, Arequipa Cusco, Puno y el Alto
Perú. Es el introductor del arte manierista y considerado el padre de la pintura en el
Virreinato del Perú. Sus obras se caracterizan por la elegancia de sus formas, el sentido
acartonado de los trajes, y su suave colorido.
Mateo Pérez de Alesio, pintor italiano nacido en 1547, llegó a Lima en 1568 donde viviría
por los siguientes cuarenta años. Se considera que estudió en el taller de Miguel Ángel
antes de tener 16 años de edad, y se le atribuye una imagen de San Miguel en la Capilla
Sixtina, por lo que conoció la obra del genial maestro florentino. La pintura de Alesio
introduce en Lima el colorido típico de la pintura de la época en Italia. Entre las obras más
importantes que se le atribuyen se encuentran los frescos de la capilla del Capitán Villegas
en el convento de La Merced.
Angelino Medoro, nació en Roma hacia 1567. En 1586 se encontraba en Sevilla donde
tendrá el influjo de la escuela de esa ciudad. Se considera que llegó a Lima hacia 1600
luego de haber estado un tiempo por territorios que hoy corresponden a Colombia y
Ecuador. La mayor parte de su obra se halla en Lima, destacando sus obras para los
conventos franciscanos de la ciudad, entre ellos una imagen de san buenaventura (1603)
que muestra su formación clásica. Pintó el retrato de Santa Rosa de Lima.
Y si estas son algunas manifestaciones en pintura en torno a fines del siglo XVI e inicios
del XVII, no lo es menos la escultura, la arquitectura y la música.
Ya desde mediados del siglo XVI llegan a Lima numerosas esculturas procedentes de
España pero con influencias de diversas partes, como los Países bajos. Una de las imágenes
más importantes que llega es la Nuestra Señora actualmente denominada de la
Evangelización, obra de Roque Balduque, regalo de Carlos V a la ciudad de Lima.
En arquitectura ya se está construyendo la Catedral de Lima y se ensamblan magníficos
retablos de madera policromada.
Los siglos sucesivos serán también época de gran producción artística. Llegarán a Lima
docenas de cuadros de los talleres de ubens, de Zurbarán, de José de Ribera llamado el
Españoleto. De los hermanos Bassano. Llegarán también obras de los más importantes
escultores españoles como Juan Martínez Montañés, y en Lima trabajarán pintores,
escultores, ensambladores de retablos y arquitectos como Juan de Arrona, Francisco
Becerra, Pedro de Noguera, Fray Diego Marotto en el siglo XVII, de clara influencia
italiana, o el jesuita Juan Rehr a quien se considera el introductor del barroco vienés en
Lima, y que darán a Lima la fisonomía que la caracterizará hasta fines del Virreinato.
Y así como se desarrollaran las artes plásticas y la arquitectura, la música será un aspecto
fundamental con compositores como Juan de Araujo, Tomás de Torrejón y Velasco, Roque
Cerruti, José de Orejón y Aparicio, considerado el mejor compositor barroco que América
ha dado al mundo, o el maestro Melchor Tapia.
La creación de ciudades: Una tarea para el Rey de España
Todo esto se daba en el contexto de la ciudad y la urbanización del territorio. Tan pronto
como los españoles llegaron al Perú, se vio la urgente necesidad de fundar ciudades, tanto
para los migrantes como para la población local.
Estas órdenes, nacida en Europa alrededor del siglo XIII, cuando las ciudades
experimentaron un rápido proceso de crecimiento, son ordenes de vida activa, es decir, que
se instalan en las ciudades e interactúan con la población local, viven en conventos pero
salen de ellos e interactúan con la población local y contribuyen a la vida de la ciudad:
crean conventos, iglesias, abren escuelas, sus miembros son profesores de colegios,
universidades. El rey de España no propició la venida de las órdenes monásticas, órdenes
de vida contemplativa que se solían ubicar fuera de los núcleos urbanos y que no hubieran
contribuido a la formación de las ciudades.
En 1567 llegan a Lima los jesuitas y tendrían un rol protagónico en la construcción de la
sociedad. Llegaron también órdenes hospitalarias que se hicieron cargo de lo que ahora
llamaríamos el sector salud: Hermanos de San Juan de Dios, Camilos y Betlemitas. Los
hospitales en las ciudades virreinales son un tema importante a considerar.
Surgieron también los monasterios para las damas. Mientras que para los hombres se
presentaba en la vida religiosa la opción de la vida activa, para las damas existía solamente
la opción de la vida contemplativa, fundándose cientos de monasterios en toda América,
verdaderos centros de espiritualidad y cultura.
Es así como se van conformando la ciudades, entre ellas Lima, con un patrón urbano que si
bien parte de las leyes para la creación de ciudades, asumirá sus propias características de
orden, belleza, armonía.
Lima, con sus calles rectas perpendiculares entre sí nos remonta a la traza hipodámica de
las ciudades de la antigua Grecia, a las colonias militares romanas, a las bastidas francesas,
a las ciudades españolas tardomedievales, y aún al esquema de la Ciudad Ideal.
En efecto, si bien tener calles rectas perpendiculares entre sí es una tradición milenaria, la
idea de la plaza central con la iglesia al fondo como principal ornamento, y arcos a los
lados de la plaza es una idea de la ciudad ideal renacentista del siglo XV.
Pero aún más allá de mencionar el hecho de la plaza central con arcos en algunos de sus
lados, es de admirar el equilibrio y proporción con que se distribuyen los principales
edificios y las características de los espacios urbanos que conforman la ciudad.
En el centro de la ciudad aparece la plaza con un primer anillo de los principales edificios:
hacia el norte la casa de gobierno, hacia el oeste el ayuntamiento, hacia el este la catedral y
la casa del obispo.
Luego hay, digamos, un segundo anillo de edificios y espacios públicos en torno a la plaza
principal, es la serie de plazuelas e iglesias de las órdenes mendicantes, plazuelas a las que
se llega desde la Plaza Mayor y que rematan en las fachadas de grandes iglesias construidas
a lo largo de siglos. Estas plazuelas y las fachadas de las iglesias “miran” hacia la Plaza
Mayor, creando espacios de acogida para el peatón que llega de la Plaza Mayor.
Esta manera de distribuirse dentro de la ciudad es la forma como la órdenes mendicates se
ubicaban en las ciudades medievales en los siglos XIII, XIV y XV, como el caso de
Florencia, y es un sistema que veremos en otras ciudades del Perú, como en Arequipa. En
el caso de Lima, sin embargo, Cada una de esta plazuelas está, además, en promedio, a tres
cuadras de la esquina de la catedral.
Un tercer anillo sería el de las parroquias, los centros de registro de la población en tanto
lugares donde se administran los sacramentos y por tanto se registran bautizos, matrimonios
y defunciones. Las parroquias tendrán jurisdicciones claramente delimitada y serán cinco
en el siglo XVI: San Sebastián, San Marcelo, Santa Ana, Santiago (de la reducción
indígena en la zona este) y el Sagrario, en el centro de la ciudad, junto a la catedral. A
inicios del siglo XVII la viceparroquia de San Lázaro, al otro lado del río, será elevada a
categoría de parroquia, y así quedará conformado el sistema de parroquias de Lima que
perdurará por algunos siglos.
Un cuarto anillo –sin que necesariamente se dé una forma circular- lo conforman los
monasterios de monjas, ubicados más allá de los conventos masculinos –respecto al centro-
y no necesariamente más lejos de las parroquias. Recluidas en la clausura de sus
monasterios, las monjas no tenían necesidad de estar en el centro de la vida urbana. Los
monasterios, requiriendo amplios terrenos para poder contar con huertas, granjas y aún
cementerio, encontraban en la periferia un lugar ideal para su ubicación.
Un quinto anillo, en el sentido de una tipología arquitectónica que se ubica a una cierta
distancia de la Plaza de Armas, lo constituirán los conventos recoletos, conventos de las
órdenes mendicantes en donde era posible llevar una vida de estricta observancia.
Generalmente más pequeños, de un solo piso, y más modestos, se encontraban en el límite
de la ciudad, o extramuros- En el límite de la ciudad estaban la recoleta dominica de Santa
María Magdalena, y la recoleta mercedaria de Nuestra Señora de Belén, hacia el lado sur,
mientras que la recoleta franciscana de nuestra Señora de los Ángeles y la recoleta agustina
de Nuestra Señora de Guía se encontraban hacia el lado norte, extramuros, al otro lado del
río.
Un tema que no debemos olvidar es el de los hospitales, los qu se ubican en la zona alta de
la ciudad, al este, en los “Barrios Altos” en torno a la parroquia de Santa Ana que en efecto
es iglesia del hospital de indígenas. En esa zona se ubicarán también los hospitales de San
Andrés y San Bartolomé. La idea fue ubicarlos en una zona alta donde los vientos (las
miasmas) no contaminaran la ciudad. Otros hospitales colocaron en otras zonas, el del
Espíritu Santo, dedicado a marineros –que traían enfermedades de ultramar- se ubicó más
bien hacia el oeste de la ciudad, y el leprosorio de San Lázaro al otro lado del río.
Es así como Lima se constituye en una ciudad donde la distribución territorial responde a
un orden establecido.
Espacio urbano, orden y bien común
En la zona central de Lima encontramos, entre los siglos XVI a XVIII, básicamente tres
tipos de espacios urbanos: la Plaza Mayor, que es solamente una, con pórticos a dos de sus
lados y a la que se accede por cuatro esquinas; la calle, que tiene un ancho promedio de
ocho metros de ancho y a ambos lados casas por lo general de solo dos niveles, que llegan
hasta el borde de la acera, y las plazuelas, relacionadas con edificios públicos como las
iglesias con sus magnificas portadas.
En ese sentido caminar por Lima, en torno a la Plaza Mayor, se constituía en una secuencia
casi musical con una gran obertura como es la Plaza de Armas, luego el paso por las calles
angostas, continuas, uniformes, hasta encontrar la primera plazuela donde el espacio se abre
frente a una magnífica portada enmarcada por campanarios, para pasar nuevamente a una
calle unitaria en su conjunto y variada en sus componentes, llegar a una segunda plazuela
con magnifica portada de fondo y campanarios, pasar nuevamente a una calle hasta la
tercera, cuarta y quinta plazuelas. Este es justamente parte del recorrido que se suele hacer
cada Jueves Santo, cuando se sigue la tradición de visitar siete iglesias.
Es así como en Lima es posible ver, desde sus orígenes y en su evolución, un sentido de
armonía, orden y proporción, que constituyen los ideales para el desarrollo de la ciudad
entre los siglos XVI a XVIII. Esto se logró teniendo en cuenta una serie de normativas que
fueron respetadas, y son muestra de una sociedad donde la idea de la belleza de la ciudad en
su conjunto, y con ello del bien común, es lo más importante.
De la fundación de la ciudad a la ciudad barroca
Lima no nace como una ciudad barroca. Su traza urbana no lo es, pero con el paso de los
siglos desarrollará algunos efectos barrocos como el de la calle con fondal.
En efecto, Lima fue durante los siglos XVI y XVII una ciudad rica en obras de arquitectura
renacentista, manierista y mudéjar, algunos de cuyos ejemplos han sobrevivido hasta hoy.
Cuenta el Padre Bernabé Cobo que las techos mudéjares de las iglesias limeñas no tenían
parangón si siquiera en España.
Los sucesivos terremotos que afectaron Lima destruyeron parte de estas obras, y otras
sobrevivieron, haciendo de Lima una ciudad con una suma de estilos que bajo la égida
integradora del barroco, asumiría la unidad que la caracterizaría hasta fines del Virreinato.
Quería mostrar solamente un ejemplo del barroco limeño en la portada de ingreso del
convento de San Francisco, donde podemos encontrar arcos de medio punto renacentistas,
arcos rebajados de influencia manierista, y arcos trilobulados de origen árabe; asimismo
pináculos que nos remontan a la arquitectura medieval, almohadillados nuevamente
manieristas y frontones triangulares renacentista o frontones curvos partidos típicamente
barrocos, todo ello con sistemas constructivos que incorporan materiales y sistemas
constructivos que incorporan tanto las tecnologías hispanas como las ancestrales de la costa
peruana. Eso es el barroco en el Perú.
La integración cultural en la base de la sociedad barroca
Pero esta expresión formal es manifestación de algo que no queda sólo en las formas-
La primer gramática de una lengua americana es la del Nahuatl, obra de Alonso de Molina
publicada en 1555, lengua de la cual dice que es rica en primor y llenma de metáforas.
La primera gramática de la lengua general de los reinos del Perú, a la que llamamos hoy
quechua, fue publicada en Valladolid, España, en el 1560, obra del dominico Fray
Domingo de Santo Tomás; años antes que existieran gramáticas de lengua europeas en
Europa (salvo el castellano). En 1570 ya existía una cátedra de quechua en la Universidad
de San Marcos, aún antes de que en universidades europeas existieran cátedras de las
lenguas locales.
Hacia fines del siglo XVI se decía que es mejor y más conforme a la razón que nosotros
(los españoles) hablemos su lengua que no ellos la nuestra. En esa misma época, siendo
arzobispo de Lima Toribio Alfonso de Mogrovejo, si bien no se descuida el enseñar la
lengua castellana a los indígenas, se prohíbe que se les obligue a rezar en castellano o latín,
y que es mejor y más provechoso par sus almas que lo hagan en su propia lengua. Es más el
propio Toribio decide aprender la lengua general y predicaba a cada uno en su lengua, a los
españoles en castellano y a los indígenas en quechua.
El primer libro que se imprime en América del Sur se imprime en tres idiomas: castellano,
quechua y aymara, para que cada uno pueda leerlo en su lengua, y rogaban a los obispos en
cuyas diócesis no se hablaran estas lenguas, que los tradujeran a las lenguas locales. Es de
la primera década del siglo XVII cuando se publica la gramática de la lengua aymara, en
Juli, a orillas del lago Titicaca, y en 1640 el limeño Antonio Ruiz de Montoya publicaba la
primera Gramática y diccionario de la lengua guaraní. Son de destacar personajes como
Fray Jerónimo de Ore, franciscano que dominaba, a inicios del siglo XVII, nueve lenguas.
Los frailes que iban a predicar en los Andes debían rendir exámenes de lenguas, aún existen
los exámenes que rendían los frailes mercedarios que en 1614 iban a predicar a la zona de
Carabayllo.
El proceso educativo fue una tarea importante. Los indígenas tenían deberes y obligaciones
en tanto subiditos del rey. Es cierto que no siempre se cumplió con esto y que en muchos
casos los encomenderos cometieron muchos abusos, pero la idea de introducir nuevos
conocimientos y tecnologías en el mundo andino fue una preocupación desde el inicio de la
presencia europea.
La evangelización fue una tarea fundamental, y paralelamente, se buscó introducir una serie
de factores que contribuyeran a la mejora de las condiciones de vida. Inicialmente se
planteó que había que enseñar a los indígenas a usar camas y mesas, más adelante, el uso
del arado, lo que ahora llamaríamos transferencia de tecnología.
El Tercer Concilio Limense, que se tendría en Lima entre 1581 y 1583, y que serviría para
organizar la Iglesia y en gran medida la sociedad peruana, da una serie de instrucciones
acerca de cómo debía ser la vida en estos pueblos.
En las reducciones indígenas los pobladores tenían que ir a la escuela a aprender a leer y
escribir, contar, cantar y la doctrina cristina.
El tercer concilio límense hablaba también de la manera cómo debían ser construidas las
iglesias, y de la importancia de la música en ellas. A la letra dice:
Se introduce, además en el Perú, los instrumentos de viento, que aun hoy son parte de la
música folclórica. El huayno, la expresión más sentida de la música andina y expresión por
excelencia del folklore popular, se puede cantar en quechua o castellano, y se toca con
instrumentos de cuerda: violines, guitarras, arpas. Es de recalcar el sentido popular que
instrumentos como los violines y las arpas adquirieron en los Andes. Aún hoy, en las
fiestas andinas tradicionales, cuando la gente esta extenuada del baile, el arpa sigue
sonando.
No entraremos en temas de la música en los Andes entre los siglos XVI y XVIII, pero es
ella también sin duda expresión de esta multiculturalidad patrocinada por la autoridad
durante el virreinato.
Era común en los pueblos los cantos en latín, castellano, quechua y aymara. El
Hanaqpachap Cusicuinin es considerado el canto polifónico en quechua más antiguo del
que se tenga memoria. Atribuido a Juan Pérez Bocanegra, cura franciscano de
Andahuaylillas, aparece ya escrito en 1631.
Mientras que la población local aprendía a contar, cantar y la doctrina cristiana, la nobleza
indígena venía reconocida como tal. Solían tener escudos de armas, frecuentaban las
escuelas de la nobleza indígena, generalmente regentadas por los jesuitas, sabían leer y
escribir y hablaban generalmente tres idiomas: quechua, latín y castellano. Un personaje del
siglo XVIII como José Gabriel Condorcanqui era un caique indígena educado por los
jesuitas, que hablaba quechua, castellano y conocía el latín.
La nobleza indígena y española establecía también vínculos familiares. Es famoso el cuadro
del matrimonio de don Martín de Loyola, sobrino de San Ignacio, con Beatriz Clara Coya
descendiente de panacas incas, quienes tuvieron una hija, Ana maría Lorenza García Sayri
Túpac de Loyola, mestiza que contrajo matrimonio con Juan Enrique de Borja, de la casa
de los Borja en España.
Incluso los santos, la Virgen y aun Cristo mismo asumirán el rostro local. El Señor de los
Temblores, Patrón del Cusco, es un Cristo cobrizo mientras que el Santo Patrón de Lima es
Cristo bajo la advocación de señor de los Milagros, conocido como el Cristo Moreno, cuya
imagen fue pintada por un angoleño.
La valoración de lo humano -es cierto que se dieron abusos, pero también es cierto que se
valoró lo humano- iba más allá de muchos mitos y prejuicios. La fama de santidad de un
personaje como Martín de Porras lo hacía digno de crédito para dar consejos de modo que
el Virrey no dudaba en consultarlo aun más allá de su condición social.
Quizás una de las expresiones más claras de esta conciencia de lo multicultural y universal,
de la manera cómo el barroco en América Latina asume esa capacidad integradora en los
virreinatos hispanos de América, lo encontramos en un poema de Sor Juana Inés de la Cruz,
poetisa mexicana de la segunda mitad del siglo XVII. Nacida en México de ascendencia
hispana, Sor Juana reconoce que, siendo de formación criolla, encuentra en su producción
poética elementos particulares de la cultura local que la influyen. Y justamente por ello, en
uno de sus poemas se pregunta:
El territorio del virreinato tenía una geografía muy variada, desde costas completamente
desérticas y altas montañas, hasta una jungla inexplorada, fundándose, en sitios
estratégicos, nuevas ciudades según el sistema de traza reticulada. En el siglo XVIII, bajo
las reforms llevada s cabo por los Borbones, se crea el virreinato de nueva Granada (1717-
1723; 1739-1810) reuniendo las audicnais de Panamá, Santa Fe de Bogotá y Quito, y m´s
tarde se crea el Virreinato de La Plata (1776-1811) que incluía la Audiencia de Buenos
Aires.
Fig. 1. Virreinato del Perú / s. XVI-XVIII (154-1717) Fig. 1. Virreinato del Perú / fines s. XVIII
El Virreynato del Perú comprendió, hasta el siglo XVIII, las audiencias de Panamá (1538),
Lima (1543), Santa Fé de Bogotá (1548), Charcas (1559), Quito (1563), Chile (1563-1573),
Buenos Aires (1661-1672) y Cusco (1787)
Los Virreyes del Perú
Las primeras iglesias rurales están íntimamente ligadas a las creación de los primeros
pueblos para indígenas fundados por los españoles y que se conocerían como “Reducciones
Indígenas”, forma de organización que adoptaron los conquistadores para la mejor
catequización de los nativos y un cobro más organizado del tributo.
Las reducciones indígenas como tales se llevaron a cabo de manera efectiva en el Perú bajo
el gobierno del Virrey Toledo quien durante su gobierno, puso especial énfasis en la
organización social del Virreinato. En los primeros años de su administración recorrió parte
del territorio a su cargo, de cuya “Visita” dejó importantes documentos para el
conocimiento de la sociedad en aquellos tiempos, destacando además, por lo importante se
su información, la “visitas” que mandó realizar en todo el país, lográndose un inventario de
tallado de la riqueza de los pueblos, empadronamiento de indígenas, etc.
Con esta información se llevó a cabo, entre los años de 1570 y 1575, la importante empresa
de congregar a los indígenas a que vivan en comunidades, quedando el virreinato
compuesto por un gran número de pueblos hechos en base a las primirtivas poblaciones
prehispánicas que para el caso de Lima hemos conocido. En este corregimiento se fundaron
siete reducciones incluyendo la del Callao.
Sin embargo no fueron las reducciones toledanas las primeras que se efectuaron en el Perú
o América, fueron más bien el resultado de una serie de medidas que se habían venido
dando desde el arribo de los españoles a América y que, llegado el momento, Toledo hizo
cumplir adecuadamente.
La implantación del sistema reduccionista por Toledo, se hizo con fines de marcado interés
económico (concentración de la mano de obra, facilidad del cobro de tributos, fácil control
de la población indígena, etc.) aunque no dejaron de llevar consigo las ventajas (a veces
sólo teóricas) para la mejor doctrina y evangelización.
La llegada de los europeos a América por las Antillas, significó que fuera en esa región del
Caribe donde se practicasen primeramente las leyes que, con variantes regionales, habrían
de aplicarse en toda América española.
En 1503, treinta años antes del inicio de la conquista del Perú, en las Instrucciones
Añadidas que se dieron al gobernador de La Española, Don Nicolás de Obando el 20 de
marzo en Alcalá de Henares y el 29 del mismo mes en Zaragoza, se decía que:
“XI. ITÉM, por quanto al tiempo que nos fueron conçedidas por la sancta
Se Apostólica las Yslas e Tierra Firme del Mar Oçéano, descubiertas e por
descubrir, nuestra prinçipal yntençión fue, al tienpo que lo suplicamos al
papa Alexandro Sexto, de buena memoria, que nos hizo la dicha
conçessión, de procurar de ynduzir e traer los pueblos dellas e les conuertir
a nuestra sancta fe cathólica, e enbiar a las dichas Islas e Tierra Firme
prelados e religiosos e clérigos e otras personas doctas e temerosas de
Dios, para ynstruir los vesinos e moradores dellas en la fe cathólica, e les
enseñar e doctrinar buenas costunbres, e poner en ello la diligençia deuida,
segund más largamente en las letras de la dicha conçessión se contiene,
por ende suplico al rey mi señor muy afectuosamente, e encargo e mando a
la dicha prinçesa, mi hija, e al dicho prínçipe, su marido, que así lo hagan e
cunplan, e que este sea su prinçipal fin, e que en ello pongan mucha
diligençia, e no consientan nin den lugar que los yndios, vesinos e
moradores de las dichas Yndias e Tierra Firme, ganadas e por ganar,
reçiban agrauio alguno en sus personas ni bienes, mas manden que sean
bien e justamente tratados, e si algund agrauio han reçebido lo remedien e
provean por manera que no se exçeda en cosa alguna lo que por las letras
apostólicas de la dicha conçessión nos es iniungido e mandado.” (Codicilo
de Isabel La Católica item IX)
El 3 de mayo de 1509 los reyes reiteraron al Almirante Don Diego de Colón la orden para
la fundación de pueblos de indiso proscribiendo en las leyes:
Esta capacidad organizativa de los indígenas fue rápidamente reconocida por los españoles.
Ya en 1526 el rey Carlos I pedía a Hernán Cortés procura mantenerlos y conservarlos en su
misma organización. En 1525 el dominico Fray Antonio de Montesinos, y en 1526 (dos
semanas antes de la fundación de San Francisco Acámbano), el Padre Provincial de los
franciscanos en Cuba, Fray Antonio Mejía, recibieron provisiones para “que los indios
vivieran con libertad en sus pueblos y fueran adoctrinados en la fe” (ibídem)
Por Real Cédula dada en Valladolid el 23 de agosto de 1538 Don Antonio de Mendoza fue
comisionado para que fundara en toda Nueva España pueblos de indios con calles y plazas
bien trazadas, iglesia y casas para el cabildo, los caciques principales, los alcaldes y las
cárceles. Se disponía en esete mismo documento (Real Cédula para que se ponga en policía
a los indios. Valladolid 23 de setiembre de 1538 A.G.I. Audiencia de México, Leg. 1088
Lib. 3. Fol.163) que los sacerdotes que se encargarían de la doctrina en estos pueblos
tuvieran un completo conocimiento de la cultura indígena a fin de lograr uan eficiente
evangelización) (Málaga 1974:144)
Los habitantes del Perú prehispánico tenían su propio sistema de organización socila y
administrativa. Por un lado, importantes conglomerados como Quito, Cusco, Huánuco o
Cajamarca, y por otro –la gran mayoría- en pueblos pequeños en el campo, con escalas
sociales propias. Sin embargo, dadas las luchas fratricidas entre Huáscar y Atahualpa, ya se
notaba a la llegada de los españoles cierta dispersión poblacional, la que se agudizó aún
más a la llegada de los españoles. En 1534 Fray Tomás de Berlanga (Obispo de Tierra
Firme) recibía instrucciones para que informara a la Corte de las riquezas del Perú.
Respecto a las poblaciones indígenas se le solicitaba:
Del documento mencionado podemos inferir que para la fecha indicada ya se habría
iniciado la construcción de algunas iglesias en el territorio, especialmente en las zonas de
mayor antigüedad de descubiertas.
Estos pueblos indígenas, ante los permanentes abusos de los españoles –encomenderos
principalmente- quienes trasladaban indiscriminadamente indígenas de los campos a las
minas y obrajes para que cumpliesen con el servicio de la mita, comenzaron a disminuir
poblacionalmente, a veces con tal rapidez que el decrecimiento era ya claro al poco tiempo
de fundada Los Reyes. En 1536 se recomendó a Fray Vicente de Valverde velara por la
conservación de los pueblos indígenas existentes denunciándose en ese mismo documento
los malos tratos a los nativos “como causa principal del despoblamiento advertido”
(Instrucciones otorgadas Fray Vicente de Vlaverde, Obispo del Perú para la protección de
los indios en los Reinos del Perú. Valladolid, 14 y 19 de julio de 1536, A.G.I. Lima 565,
Lib. 2, Fol.146 y ss.) (ibídem).
Sin embargo, a pesar de la solicitud que mostraron Pizarro y Monseñor Valverde, fue poco
lo que se hizo por cumplir estas leyes a favor del indígena. Con la muerte de Pizarro en
1541, la Corona trata de recuperar ekl control del poder que tan rápidamente habían ganado
los encomenderos y conquistadores. “Estos intentos por despojar del poder y autoridad a los
encomenderos, (están) tan bien expresados en ls Leyes nuevas de 1542” (Málaga 1979:
169)
En 1540 se había nombrado para la pacificación de éstas tierras a Don Cristóbal Vaca de
Castro. En las instrucciones que de le otorgaron se le ordenaba entre otras cosas muchas
reformas, castigare a los españoles que no hubiesen tratado a los indígenas como cristianos
y hombres libres y que se les devolviera lo que injustamente se les había tomado. Esta
preocupación por la dignidad del americano fue defendida en gran parte a causa de la
campaña que muchos religiosos realizaron en España a favor de él.
Son conocidas las prédicas del padre las Casas en Centroamérica y aquí en el Perú las
instrucciones de los Padres Dominicos para Confesar Conquistadores y Encomenderos, y
que llegaron a favorecer considerablemente las Comunidades Indígenas pues, las
penitencias, aunque con diversos matices, eran generalmente devolución de todo cuanto
injustamente se despojó a los indígenas.
Vaca de Castro, quien había sido designado desde 1540 para la pacificación de estas tierras,
procedió según sus órdenes a realizar nuevos repartimientos, lo que le ocasionó el
resentimiento de muchos antiguos encomenderos; en éstas se mantenía la obligación de
doctrinar a los pobladores. Durante su administración parece ser que los poblados indígenas
eran aún lo suficientemente aceptables pues aunque se pudo, no se ordenó la fundación de
nuevos pueblos para naturales, a excepción del pueblo de Santa Lucía de Chiara en Vilcas,
al estilo inca.
En 1544 llega al Perú el Virrey Dn. Blasco Núñez de Vela quien, por:
Fue decapitado por los rebeldes en 1546. Para sostener estas luchas, los encomenderos
reclutaban gente de entre los mismos indígenas quienes eran los principales perjudicados en
esta situación, con las consiguientes protestas de sus defensores.
Ante la muerte de su representante, el Rey envió al pacificador La Gasca quien, una vez
dominada la sublevación, distribuyó en 1549 visitadores por el Perú y Charcas para realizar
el tercer censo tributario.
Para entonces, los “religiosos de diversas órdenes informaron al Rey, en 1549 lo difícil que
resultaba la evangelización y adoctrinamiento de los indios por encontrarse muy apartados
unos pueblos de otros” (Málaga 1974:150). Pedían que a semejanza de los establecidos en
Tlascala, México, en 1546, se congregara a los indígenas en grandes poblados que tuvieran
plaza pirnicpal, iglesia, mercado, cabildo, cárcel, corrales, dehesas, etc. En atención a los
religiosos, el Emperador expidió en Valladolid una Real Cédula dirigida a la Audiencia de
Lima, según la cual:
Esta es la primera disposición que se envió al Perú ordenando se congregase a los indios en
pueblos en donde vivan con orden y gobierno, Desde entonces las acciones serían
permanentes a fin de lograrlo.
En 1550 la Audiencia de Lima promulgó ordenanzas según las cuales los indígenas de los
asentamientos aledaños se debían juntar en pueblos y vivir ordenadamente (Ordenanzas
promulgadas por la Audiencia de Lima para que los indios se junten en pueblos. Lima, 20
de octubre de 1550- A.G.I. Patronato 187, Ramo 14) (ibidem).
En 1551 el príncipe de España hace ver la necesidad de que los indígenas en el Perú vivan
congregados en pueblos y no desparramados por cerros y montes. Para que éstos se funden,
Su Majestad hace merced de los tributos de los mismos indios concediendo igual privilegio
a los encomenderos por el tiempo que se tardará en formar la reducción (Real Cédula
disponiendo que los indios estén juntos en pueblos. Madrid 17 de diciembre de 1551.
A.G.I. Lima 566 Lib. 6 Fol. 172) (Ibídem)
A pesar de las reales cédulas dadas tiempo atrás, parece qyue la edificación de iglesias en
los poblados indígenas no había sido una industria muy próspera. En el Primer Concilio
Limense (1551), teniéndose en cuenta qu ya muchos naturales se habían nbautizado, se
ordena por primera vez a los sacerdotes encargados de doctrinas que construyesen iglesias
en los pueblos existentes de mayor población y que fuesen residencia de caciques
principales. Para los poblados que rodeaban las ciudades de españoles, se dispuso se
dividieran según las calles y asientos en las iglesias y monasterios.
Este puede considerarse el primer intenti de reducción en el Virreinato del Perú, acción que
le fue encargada en parte a Don Gonzalo, cacique de Lima. Esta reducción fue constituida
según las normas para la fundación de pueblos españoles: manzanas cuadradas y calles
delineadas a cordel; tenía dos plazas una de las cuales servía para el mercado; la iglesia se
ubicó en solares donados para este fin por el Cacique Gonzalo.
Dos años después se ordenó al Licenciado Polo de Ondegardo, Corregidor de la ciudad del
Cuzco la reducción de los veinte mil indios ue vivían en las periferias de las ciudad, lo que
se hizo en cuatro centros poblados: Carmengo, Cocampata, Cavicache y Tococache, los que
se declararon parroquias poniendo cada una bajo la dirección espiritual de las órdenes
religiosas entonces presentes: San Francisco, san Agustín, La Merced y santo Domingo
respectivamente. A diferencia de Lima y otros lugares done las actividades eran netamente
agrícolas, los pobladores periféricos del Cusco eran además campesinos mayormente
artesanos, lo que les permitió asimilarse más rápidamente a la vida urbana.
Ante esta situación, la Real Audiencia otorga a los corregidores de Lima, Huamanga,
Huánuco y Arequipa instrucciones donde se les indica:
“… les dareys a entender que los queremos reducir a pueblos porque tengan
mayor gobernación entre sí y ANSI mesmo dareys jurisdicción para que
ellos tengan entre sí su república fundada y se goviernen de los que entre
ellos pasare y tratare y para que se les pueda enselar la doctrina cristina y
para esto conviene que se redusgan a pueblos; (Instrucciones otorgadas a la
Real Audiencia de Lima a los Visitadores. Lima, 15 de Noviembre de 1561
A.G.I. Patronato 188 Ramo 28) (Málaga 1974: 153)
En 1563 se llevó a cabo una de las más importantes reducciones para la mejor
evangelización del indígena a cargo de los religiosos de San Francisco quienes congregaron
en poblados creados en torno a 31 iglesias, a los aproximadamente doce mil indígenas de
los valles de Tocaima y Antir en Paucartambo, dedicados al cultivo de la coca. Estos
poblados se hicieron si orden ni traza. De esta misma época es la presencia de los
franciscanos en el valles del Colca donde aún quedan los hermosos santuarios que se
levantaron en sus reducciones.
Mientras tanto en Quito se daban dos experiencias urbanas interesantes: los pueblos de
“Villasante” y “Velasco”, el primero con 600 casas y el segundo c on 400. Ambos tenían
plazas y calles trazadas a cordel, agua, cabildo, cárcel y otros edificios públicos. Pero como
ya era común, los abusos de los conquistadores no permitieron que prosperaran.
En 1564 el Licenciado Lope García de Castro quien con el título de Gobernador sucedió al
Virrey Conde de Nieva en la conducción del Virreinato, comisionó al Dr. Don Gregorio
Gonzáles de Cuenca, Oidor de la Audiencia de Lima para que visitara Trujillo, donde
encontró en 27 repartimientos más de 200 pueblos fundados por españoles (encomenderos
y religiosos).
El Doctor Cuenca dictó ordenanzas reglamentando la vida de estos pueblos las cuales
fueron tan completas que sirvieron de base a las que más tarde promulgaría el Virrey
Toledo para el establecimiento definitivo de reducciones en todo el país. En ellas se
normaba desde el repique de las campanas y limpieza de calles y plazas, hasta la
administración de justicia.
Siendo entonces los religiosos los más interesados en agrupar a los indígenas en pueblos
donde además de un fácil adoctrinamiento estuvieran al resguardo de los abusos de los
encomenderos, el Licenciado Castro reunión en 1564 en Los Reyes al Arzobispado y
superiores de la órdenes religiosas a fin de tratar el problema de la conversión y doctrina de
los indios. Entre otras cosas, pedían los religiosos “que hiciera juntar a los indios si quería
que hubiese Doctrina”. Esto se contempló también en el Segundo Concilio Limense.
Frente a esta necesidad, el Licenciado Castro decidió por fin efectuar las reducciones y en
las instrucciones dadas a los corregidores en 1565 dice:
“… Habeis de procurar con mucho cuidado que los indios que se reduzgan a
pueblos como por su Magad. está mandado para que se mejor se puedan
doctrinar en Nuestra Sancta Fee Catholica mirando la calidad y temple del
lugar que sea bueno y que tenga agua y tierra y pastos y montes e para esto
hareys juntar a religioso y sacerote que tuviere a cargo la doctrina y los
caciques o Principales y otros naturales que vos os pareciere y lo que ANSI
determináredes lo executareys sin dilación alguna” (Instrucciones dadas a
los corregidores por el Lic. Lope García de castro. Lima, 3 de julio de 1565.
A.G.I. 121. Prevenciones hechas por el Lic. Castro A.G.I. Patronato 189,
Ramo 28) (Op.cit.: 155)
Estas ordenanzas parecen haberse cumplido y en 1567 comunica el Rey que los
corregidores:
“… han hecho xuntar mas pueblos en este poco tiempo que aque estoy que
en todo el tiempo a que se gano esta tierra que en provincia ha avido donde
se redujeron a cuarenta pueblos quinientos y sesenta y tres pueblos que
había” (Carta del Lic. Castro al Rey. Los Reyes, 20 de dic. De 1567.
Levellier 1921: TIII p. 277) (ibídem)
A su llegada al Perú, el Virrey Toledo, escribe al Rey quejándose de no haber cumplido las
cédula sobre las reducciones. Dice:
Con el fin de cumplir las ordenanzas, comenzó por la creación de una reduccón
experimental, en los reyes, con los indígenas que la circundaban:
Luego de construidos los lacles apara el cabildo, iglesia, escuela, hospital cárcel,
cementerio, tambos, etc., y provisto agua y tierras, se encomendó el cuidado espirtual de
este pueblo a is oadres de La Compañía de Jesús, creándose, dada la especial atención
espiritual que requerían los vecinos, una parroquia propia: Santiago del Cercado.
La reducción del Cercado llegó a ser tan importante que en 1630 el padre Bernabé Cobo la
describe como digna de admiración tanto de indígenas como de españoles.
En muchos casos las reducciones indígenas cumplieron otros fines como ser medio para un
cobro del tributo más organizado y estricto, pero fue también un medo que permitió a los
indígenas organizarse en su propio beneficio para defenderse de las agresiones que contra
ellos hacían los encomenderos, por lo que éstos las combatieron buscando un nuevo
sistemas económica en base a la tenencia de la tierra y que daría origen a la Hacienda.
Aspecto Urbanos de la Reducciones Indígenas
A pesar de haber existido tantos intentos previos, la reducción de Santiago del Cercado fue
la primera donde se aplicaron claramente y con relativo éxito criterios urbanos establecidos
para la fundación de ese tipo de pueblos.
Según Juan de Matienzo, quien acompañó al Virrey Toledo en la visita General del
Virreinato, la disposición de las reducciones debía seer como se indica:
Para las fundaciones debía tenerse en cuenta además del clima, la abundancia de agua, la
cantidad de tierras laborables, pastos y montes, y cerca del pueblo debía establecerse un
tambo. Para la elección del lugar debían estar presente el clérigo y los caciques principales.