Comunicación no Verbal
51 respuestas aportadas por la ciencia
Rafael Manuel López Pérez
Javier de los Reyes Martín
Rocío Viñambres González
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Reyes Martín, Rocío Viñambres González
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1ª edición, Diciembre 2018
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[email protected]© Portada: Behavior and Law Ediciones S.L
ISBN: 978-84-947721-6-0
Índice
Capítulo 1. Introducción
Capítulo 2. Las emociones
1.- ¿Cuál es el punto de partida en el estudio de la
comunicación no verbal? Charles Darwin y la expresión de las
emociones.
2.- ¿Qué procesos se desencadenan en nuestro cuerpo al
emocionarnos? Teoría tridimensional de las emociones.
3.- ¿Reconocemos mejor las emociones de nuestros iguales?
Reconocimiento “endogrupal” de las emociones.
4.- ¿Qué ocurre con nuestra mente ante un enfrentamiento?
Las emociones y la escalada de conflicto.
5.- ¿Influye nuestro estado de ánimo en el reconocimiento de
las emociones? El mundo nos parece más bonito.
6.- ¿Las mujeres interpretan mejor las emociones?
7.- ¿Las emociones negativas son verdaderamente negativas?
No se preocupe, siga siendo así.
Conclusiones
Capítulo 3. La expresión facial
8.- ¿Cómo expresan y reconocen las emociones los bebés?
Expresiones faciales en lactantes.
9.- ¿Las expresiones faciales de la emoción son heredadas
genéticamente?
10.- ¿Las expresiones faciales de la emoción son universales?
11.- ¿Cómo se codifica la emoción? Facial Action Coding
System (FACS).
12.- ¿La codificación de la emoción sirve para predecir el
futuro? Especific Affect Coding System (SPAFF).
13.- ¿Son contagiosas las emociones?
14.- ¿Qué se activa primero, el cerebro o la sonrisa?
15.- ¿Ha demostrado la ciencia que las personas sonrientes
nos resultan instintivamente más atractivas? El poder de las
expresiones faciales.
16.- ¿Sonreír nos beneficia? Cuando sonrío, me siento mejor
17.- ¿Puede alguien no sentir? Disfunciones emocionales.
18.- ¿Quién sonríe más en las redes sociales?
19.- ¿Sabe distinguir las sonrisas falsas?
20.- ¿Podemos influir en los demás con nuestra sonrisa? La
sonrisa de Duchenne y la persuasión.
21.- ¿Qué son las expresiones faciales abortadas?
22.- ¿Qué son las microexpresiones?
23.- ¿Es fácil detectar las microexpresiones?
24.- ¿Cómo reconocer una microexpresión?
25.- ¿Es útil la formación para reconocer las microexpresiones?
26.- ¿En qué ámbitos es interesante reconocer las
microexpresiones?
27.- ¿Es positivo observar a los demás? La hipervigilancia.
28.- ¿Vale la pena entrenarse para reconocer las señales no
verbales?
29.- ¿Puede influir el mensaje verbal en nuestra percepción de
lo no verbal?
30.- ¿Es positivo negociar con expresiones faciales de enfado?
31.- ¿Cómo expresamos las emociones en el trabajo?
32.- ¿Cómo son nuestras expresiones faciales durante la
excitación sexual?
Conclusiones
Capítulo 4: Expresión corporal
33.- ¿Qué es la Kinesis?
34.- ¿Qué sabemos del comportamiento kinésico?
35.- ¿Qué son la kinesiología y la kinemática?
36.- ¿Es lo mismo una postura que un gesto?
37.- ¿Cada persona tiene su propia postura?
38.- ¿La postura cambia con el estado de ánimo?
39.- ¿Cómo podemos reconocer las posturas que revelan
actitudes positivas o negativas?
40.- ¿Cuáles serían los indicadores de poder y estatus?
41.- ¿Afecta la postura corporal a la emoción?
42.- ¿Qué es la orientación corporal?
43.- ¿Cómo ha evolucionado el estudio de los gestos?
44.- ¿Qué relación existe entre el gesto y el habla?
45.- ¿Qué parte del cuerpo observamos más? Gestos,
emociones y verdaderas actitudes interpersonales.
46.- ¿Qué significan los gestos?
47.- ¿Qué quiere decir un cruce de brazos?
48.- ¿Cómo detectar la inseguridad? Adaptadores sutiles que
denotan nerviosismo.
49.- ¿Cómo se mide el movimiento corporal?
50.- ¿Cuál es la historia de la ciencia del movimiento corporal?
51.- ¿Nuestra expresión corporal es universal?
Bibliografía
Capítulo 1. Introducción
Durante los últimos años hemos vivido un boom en la comunicación
no verbal. Son muchas las personas y empresas que han
despertado su interés sobre esta materia que aporta un
entendimiento mucho más completo sobre la comunicación humana.
Vivimos en un entorno continuo de comunicación. Nuestro día a día
está plagado de situaciones en las cuales interactuamos con otras
personas. Esta interacción viene canalizada a través de la
comunicación.
Disponemos de una comunicación digital, precisa, que da poco lugar
a error, se trata de nuestro lenguaje verbal. Pero también
disponemos de una comunicación analógica, que presenta
interferencias y es poco precisa, se trata de nuestra comunicación
no verbal. Disponemos de dos grandes herramientas, la verbal y la
no verbal, sin embargo, desde que somos pequeños sólo se nos
educa en una de ellas. Es como si fuésemos por la vida andando
con una sola pierna. ¿Se puede andar así? Claro que sí. Pero todos
intuimos que si supiésemos usar las dos piernas caminaríamos más
rápido y alcanzaríamos antes nuestro objetivo. Es por este motivo
que muchas personas en los últimos años se están interesando y
están comprobando cómo utilizando ambos tipos de comunicación,
la verbal y la no verbal, consiguen disparar su comunicación y
alcanzar sus objetivos personales y profesionales.
Pero no todos son buenas noticias, el hecho de que haya
aumentado exponencialmente el interés por el análisis del
comportamiento no verbal ha traído de la mano un efecto negativo:
la aparición de charlatanes que atraídos por un negocio incipiente se
dedican a proponer todo tipo de teorías y herramientas de dudosa
procedencia. Todo ello se agrava cuando, además, pretenden
venderlo como “científico”.
Es por ello que, desde hace años, en la Fundación Universitaria
Behavior & Law nos esforzamos por ofrecer a los lectores material
de procedencia científica que les permita profundizar en este
apasionante mundo. Ya en el año 2010 creamos el blog “Club del
Lenguaje no Verbal” el cual, a fecha de publicación de este libro,
contiene más de 900 entradas en las que se traducen a español y
se resumen trabajos de investigadores de todo el mundo que son
publicados en revistas científicas.
Ahora, le presentamos este libro, con el mismo espíritu, ofrecer
material procedente de la Ciencia sobre comunicación no verbal. En
él va a poder encontrar 51 claves (preguntas) sobre la conducta
humana que se recogen en 165 publicaciones científicas. Todos
ellos artículos publicados en revistas científicas con doble revisión
ciega. Esto quiere decir que dos revisores expertos en la materia,
que no saben quién ha escrito el artículo, examinan a fondo su
metodología y calidad. Sólo si ambos revisores aprueban el artículo,
éste será publicado. El proceso de publicación de un artículo
científico supone varios meses de trabajo, revisión y corrección que
hace que un artículo publicado en una revista de este tipo tenga
garantía 100% de calidad. Por ello, siempre recomendamos realizar
la “prueba del algodón” antes de comprar un libro de divulgación: si
tiene referencias, cómprelo. Si no tiene referencias, o éstas son de
libros del mismo autor, mejor déjelo en la estantería de la librería.
A lo largo de las páginas siguientes plantearemos 51 preguntas y
estudiaremos las respuestas que la ciencia les ha dado. Nos
introduciremos en el mundo de las emociones, viajaremos por el
canal más estudiado en la comunicación no verbal, la expresión
facial y llegaremos al destino con varios trabajos sobre expresión
corporal. Les deseamos que este libro sirva para adentrarse y
profundizar en el apasionante mundo de la comunicación no verbal.
Capítulo 2. Las emociones
Cuando nuestro hijo pequeño nos abraza, no podemos evitar sentir
amor; ver en la televisión las imágenes de personas muriendo de
hambre nos hace sentir tristeza; escuchar sobre alguna injusticia
nos hace sentir indignación y saber que alguno de nuestros seres
queridos ha sido maltratado puede hacernos sentir ira.
Las emociones son muy poderosas, influyen de forma muy
poderosa en nuestras acciones y en nuestras decisiones.
Dependiendo la intensidad y la naturaleza de nuestras emociones,
ellas pueden impulsarnos a la acción o paralizarnos por completo.
Como el fuego, las emociones sirven tanto para propósitos nobles,
como preparar una buena comida; como para propósitos menos
nobles, como incendiar una casa. Por esta razón, las emociones son
objeto de amplio análisis científico.
Aunque las emociones son algo que se origina en el interior del ser
humano, un suceso exterior puede mover algo dentro de nosotros y
hacer que se desencadenen una serie de emociones que son
propias e individuales para cada uno de nosotros. No obstante, a la
vez que nos acercamos a su concepto y funcionamiento, debemos
prestar especial atención al mecanismo por el cual éstas salen a la
luz, es decir, la “expresión de las emociones”.
Catalogar las expresiones en base a las emociones a que
responden es uno de los principales fundamentos para su estudio.
Teniendo esto en cuenta, obtenemos la siguiente clasificación:
Emociones Primarias: Son las que tienen un carácter reactivo, es
decir, que respondemos a un suceso de forma casi automática.
Como cuando queremos cruzar la calle y nos sorprende el sonido
del claxon de un automóvil. De forma inmediata, reaccionamos con
expresiones relacionadas con la emoción del miedo.
Emociones Secundarias: Son básicamente anticipativas, y de menor
intensidad que las primarias. En muchos casos situaciones que aún
no han sucedido, pero que nos generan preocupación. Un ejemplo
de ellas puede ser la situación de ansiedad que se genera cuando
un gerente debe presentar ante un consejo de administración unos
resultados catastróficos. Horas antes, el gerente va sintiéndose
cada vez más ansioso mediante un proceso anticipativo a los
hechos que ocurrirán en el consejo. Puede que se diga a sí mismo:
“Me van a despedir, me van a degradar, perderé mi prestigio,
perderé mi reputación”.
En tercer lugar, encontramos lo que los especialistas llamamos: “El
estado de ánimo”. Es algo de menor intensidad, pero mayor
duración. Es un periodo emocional que puede prolongarse durante
días.
En cuarto lugar, aparecen los “Estados disposicionales”. Estos son
parecidos a los “Estados de ánimo”; pero se diferencian de los
anteriores por estar enquistados durante periodos de incluso meses.
En quinto lugar y último, tenemos “La personalidad”, que se ve
afectada por una importante carga genética. En este caso,
hablamos de los estados de más baja intensidad que acompañan al
individuo, incluso, a lo largo de su vida. Un ejemplo de ello son las
personas que percibimos cómo naturalmente optimistas u
obstinadamente pesimistas.
Un dato interesante es que estos tipos de emociones tienen sus
canales favoritos para expresarse a través del cuerpo [1]. Por
ejemplo, las emociones reactivas de carácter primario se reflejan
claramente a través del rostro; las emociones secundarias
anticipativas se reflejan a través de la expresión facial, pero en
mayor medida, a través del resto del cuerpo.
Al igual que las emociones secundarias se reflejan en las posturas
corporales, también serán un mecanismo de expresión del “Estado
de ánimo”.
Los “Estados disposicionales” y “La personalidad” se expresan a
través de un mecanismo mucho más controvertido, nuestra
morfología corporal, que no es materia de este libro. La mayoría de
la literatura científica moderna no avala la teoría de que nuestro
cuerpo refleje nuestra personalidad, no obstante, existen
determinadas investigaciones que relacionan, por ejemplo, la
impulsividad (como rasgo) con el sobrepeso. En cualquier caso,
podría ser objeto de otro tratado.
1.- ¿Cuál es el punto de partida en el estudio de la comunicación no
verbal? Charles Darwin y la expresión de las emociones.
Todos nosotros hemos oído hablar de Darwin. Lo primero que nos
viene a la mente es su teoría de la evolución. Pero éste no fue el
único campo de investigación en el cual el afamado científico
profundizó. También realizó una exhaustiva investigación en materia
de emociones, en concreto sobre la expresión de éstas.
Darwin desarrolló su trabajo sobre expresión de emociones, no con
un interés específico en este terreno, sino como apoyo a su teoría
de la evolución [2]. No obstante, su trabajo en este terreno se ha
convertido en la primera investigación científica sobre este tema y,
sin lugar a dudas, el origen del lenguaje no verbal como materia de
estudio.
Fruto de las investigaciones de Darwin y de otros autores que le
siguieron, podemos concluir que las emociones cumplen tres
importantes funciones: la función adaptativa, la función motivacional
y la función social.
La función adaptativa de las emociones prepara al individuo para
que ejecute una conducta exigida por las condiciones ambientales,
que movilice la energía necesaria, o no, y dirija la conducta a un
objetivo determinado o decida no hacerlo. Por ejemplo, imagine que
quiere hablar con su jefe, pero le ve venir con cara de pocos
amigos. En ese momento, usted puede pensar: “Menuda cara trae el
jefe, mejor no le digo nada”. Este pensamiento que todos hemos
tenido en alguna ocasión es una pequeña muestra de la función que
tiene la expresión de las emociones en la adaptación y la
supervivencia.
La función motivacional de las emociones hace que el individuo sea
provocado a ejecutar una conducta dirigida a una determinada meta
con una determinada intensidad. Motivación y emoción son
procesos que se retroalimentan. La conducta motivada produce una
reacción emocional y, a la inversa, una reacción emocional puede
favorecer la aparición de una conducta motivada. Si no entiende
muy bien la función motivacional, lo entenderá con el siguiente
ejemplo: Cuando nos enamoramos, somos provocados a ejecutar
una conducta que surge de la emoción del amor. La atracción
emocional y sexual nos dirige a una determinada meta con una
determinada intensidad. Cualquiera que se haya enamorado ha sido
presa de la función motivacional de las emociones.
Por último, la función social de las emociones se cumple desde el
momento en que la expresión de las emociones permite al resto de
las personas de nuestro entorno predecir nuestro comportamiento, y
nos permite a nosotros predecir el comportamiento de los demás; y,
en consecuencia, actuar de determinada manera. Por ejemplo, la
función social de las emociones es de vital importancia en la
interacción entre los seres humanos en el proceso comunicativo. Sin
esa facultad, sería muy difícil trabajar en grandes grupos, y mucho
menos conformar equipos, ni de futbol, ni de trabajo en las
empresas. ¿Por qué? Porque la función social de las emociones nos
permite percibir las emociones y sentimientos de nuestros
interlocutores y, también, nos permite transmitir de forma efectiva
nuestras propias emociones y sentimientos, todo ello con las
capacidades que hemos heredado genéticamente.
2.- ¿Qué procesos se desencadenan en nuestro cuerpo al emocionarnos?
Teoría tridimensional de las emociones.
En la comunidad científica, es aceptado de manera generalizada
que existe un modelo tridimensional de las emociones [3]. Este
modelo nos aporta que, al sentir una emoción se desencadenan tres
tipos de procesos en la persona:
Motor o conductual, es decir, que al sentir una emoción
desarrollaremos una determinada conducta.
Cognitivo, que significa que, al sentir una emoción, también
pensaremos algo; es decir, razonaremos algo al respecto de lo
que nos ocurre. La dimensión cognitiva afecta de forma directa
a las otras dimensiones, y a la vez, se ve afectada por ellas.
Además, el mero hecho de pensar algo puede a su vez generar
una emoción.
Fisiológico, que quiere decir que, al sentir una emoción, nuestro
cuerpo reaccionará de alguna forma (enrojecimiento, sudor,
alteración del ritmo cardiaco, dilatación de pupilas, etc.…)
Para entender mejor las tres dimensiones de la expresión de las
emociones, veamos un ejemplo:
Cuando usted se enfada, su cuerpo reaccionará a nivel ‘Motor o
conductual’ demostrando enfado con su conducta y los movimientos
de su rostro y cuerpo. A nivel ‘Cognitivo’, su cerebro reaccionará
haciendo un análisis rápido de la situación. Y a nivel ‘Fisiológico’,
aumentará su tensión muscular, se incrementará su ritmo cardíaco,
y aumentará el nivel de adrenalina en su sangre.
Pero es posible que a nivel ‘Cognitivo’, su cerebro estime que la
situación socialmente no le permite mostrar su enfado; entonces, su
cerebro enviará señales para controlar sus muestras de enfado. Así,
la dimensión ‘Cognitiva’ afectará de forma directa a las otras
dimensiones y también es afectada por ellas.
3.- ¿Reconocemos mejor las emociones de nuestros iguales?
Reconocimiento “endogrupal” de las emociones.
Muchos investigadores apoyan la idea de que las personas de una
cultura en particular serán capaces de reconocer mejor las
expresiones de individuos de su propio grupo. Es decir, que los
japoneses deberían ser mejores que las personas de otras culturas
a la hora de reconocer las expresiones de otros japoneses, ¿parece
lógico verdad? Esta línea de investigación se ha denominado
tradicionalmente ‘Reconocimiento Endogrupal de las Emociones’.
Pero, para los científicos, no basta con que algo parezca lógico,
debe comprobarse con experimentación. Por eso, el Dr. Matsumoto
y su equipo de la Universidad Estatal de San Francisco, se
propusieron demostrarlo.
Matsumoto comenzó su andadura en el mundo de la comunicación
no verbal de la mano de Paul Ekman, quien es uno de los pioneros
en el estudio de las expresiones no verbales. Matsumoto tiene en su
haber un increíble número de publicaciones científicas y
comerciales.
En su estudio se plantean dos grupos de trabajo, uno compuesto
por personas estadounidenses y otro por japoneses, con la hipótesis
de que cada grupo reconocerá mejor las expresiones emocionales
de su mismo grupo, en comparación con las del otro grupo [4].
Por último, y muy importante, el autor realiza la investigación con
expresiones emocionales en situaciones reales, y no con
expresiones emocionales posadas (que suele ser lo habitual).
Existen diversos estudios previos que apuntan en la línea de que
determinados individuos pueden reconocer más exactamente las
expresiones emocionales producidas por miembros de su propia
cultura antes que los producidos por miembros de otras culturas.
Pero los resultados son variados.
Por otro lado, Matsumoto consideró importante distinguir entre
juicios de expresiones emocionales posadas, versus expresiones
emocionales espontáneas; porque éstas pueden diferir en varias
vías.
En primer lugar, las expresiones posadas pueden contener
movimientos de músculos faciales extraños o carecer de
movimientos de músculos que en realidad existirían, cosa que no
ocurre con las expresiones espontáneas.
En segundo lugar, las diferencias relativas en los niveles de
intensidad de los músculos faciales que se activan en las
expresiones faciales posadas no pueden ser análogamente válidas
en las expresiones espontáneas.
Tercero, las expresiones espontáneas son las idóneas desde el
punto de vista de su comienzo, compensación, y coordinación entre
los músculos faciales; características que no poseen las
expresiones posadas. Finalmente, las expresiones posadas tienden
a ser asimétricas, es decir, más fuertes en un lado de la cara que en
el otro.
Matsumoto afirma que, desafortunadamente, no han existido
estudios probando la hipótesis ‘endogrupal’ usando expresiones
espontáneas. Este tipo de estudios pueden tener implicaciones
potenciales para la noción de los dialectos de la emoción. El autor
sugiere que tales dialectos ocurren sólo con las expresiones
posadas.
Dados estos antecedentes, el autor plantea una investigación en la
que examina el efecto ‘endogrupal’ a través de expresiones
espontáneas producidas por atletas durante la competencia de Judo
de los Juegos Olímpicos de Atenas de 2004.
Las expresiones eran capturadas usando fotografías de alta
velocidad al final de las competiciones al entregar las medallas de
oro, plata y bronce. En el estudio, observadores estadounidenses y
japoneses tuvieron la oportunidad de juzgar las expresiones
producidas por competidores estadounidenses y japoneses.
El equipo de investigación supuso que los observadores
estadounidenses serían relativamente más exactos al juzgar a los
expositores estadounidenses; mientras que los observadores
japoneses podrían ser relativamente más exactos al juzgar los
expositores japoneses. En otras palabras, cada grupo debería
reconocer mejor las emociones de su propio grupo, en comparación
con las del otro.
¡Sorpresa! Una vez realizado el estudio, se valida la hipótesis como
NULA. ¿Por qué? Porque los resultados concluyeron que no hay
ventaja en reconocer las expresiones del propio grupo respecto del
reconocimiento de las del otro grupo. En la práctica, los
observadores americanos eran mejores al juzgar las emociones de
los expositores japoneses, mientras que los observadores
japoneses eran mejores al juzgar a los expositores americanos.
El resultado es tan sorprendente que el doctor Matsumoto, tan
riguroso como lo son todos los científicos, puntualiza sobre las
limitaciones del estudio.
En primer lugar, el número y tipo de expresiones eran limitados.
Pudo ser que un número más grande de expresiones, a través de un
rango más ancho de emociones, fuese requerido para producir el
efecto ‘endogrupal’. O, pudo ser que el contexto evocador particular
utilizado en este estudio (ganar o perder una medalla) no fuese
conducente a las expresiones del tipo que producen un efecto
‘endogrupal’.
En cualquier caso, estamos seguros de que habrá más
investigaciones sobre ese tema.
4.- ¿Qué ocurre con nuestra mente ante un enfrentamiento? Las
emociones y la escalada de conflicto.
Durante su vida, usted ha tenido muchas discusiones con otras
personas. No importa cuán sosegada que sea su personalidad, de
vez en cuando discutirá con su cónyuge, con algún familiar, con un
amigo, o con un extraño.
En el ámbito del conflicto, los canales expresivos no verbales toman
mucha fuerza y son muy relevantes; tanto desde el punto de vista de
quien discute con nosotros, como desde nuestra propia expresión
no verbal.
El autor Arshaluys Mushkambaryan, profesor de la Russian-
Armenian University, hizo un estudio en el que explora la expresión
de las emociones en los momentos de conflicto, especialmente
cuando se presenta en escalada [5].
De esta manera, cuando sentimos emociones que pudiéramos
considerar negativas; enviamos mensajes no verbales que son
interpretados de forma negativa. Cuando las emociones afloran, se
producen cambios en la expresión facial y corporal de manera
automática, sin elección ni reflexión alguna de nuestra parte.
El conflicto comienza su escalada cuando los sujetos no son
capaces de controlar sus emociones, expresando sus sentimientos
de manera verbal y no verbal de una forma cada vez más intensa.
Los gestos o ademanes comunicativos se pueden dividir en función
de si dependen del lenguaje verbal, o si por el contrario son
independientes de él. Por ejemplo, cuando decimos: “Tú”, y
señalamos a nuestro interlocutor con el dedo, este es un gesto que
depende del lenguaje verbal; pero cuando fruncimos el ceño,
estamos haciendo un gesto que es independiente del lenguaje
verbal.
El reconocimiento de los gestos sirve para interactuar con el otro
participante en la discusión, así como para organizar el diálogo.
El comportamiento no verbal puede, por tanto, acompañar al
discurso, acentuándolo o regulándolo. Por ello, la habilidad humana
para transmitir y comprender la información no verbal es muy
importante a la hora de construir relaciones satisfactorias, teniendo
un gran impacto en la posibilidad de generar o resolver conflictos.
Mushkambaryan considera interesante la manera en que los
individuos implicados en estos conflictos detectan e interpretan la
comunicación gestual propia de una discusión. Según el autor, en el
manejo de las situaciones conflictivas interpersonales intervienen
distintos factores que pueden incorporar significados negativos y
positivos. ¿Qué de positivo puede haber en un conflicto?
La respuesta es cooperación. Si bien un conflicto implica estar ante
una situación en la que las partes presentan diferentes puntos de
vista u objetivos; es interesante que la interdependencia entre los
sujetos es lo que genera la necesidad de competir o de cooperar
entre ellos [6].
¿Lo había pensado? Discutimos porque tenemos la necesidad de
competir o de cooperar. Entonces, es más probable que discutamos
con un familiar por la necesidad de cooperación, y es más probable
que discutamos con un extraño por la necesidad de competir.
Cuando somos conscientes de que esto es así, comenzamos a
preguntarnos: ¿Por qué discuto con mi cónyuge? La respuesta
científica casi siempre es la necesidad de cooperación. He ahí un
aspecto positivo de los conflictos. La comunicación gestual de
nuestro cónyuge nos ayuda a entender cuáles son sus necesidades
de cooperación, más allá de que aumente el nivel del conflicto.
Ahora bien, podemos observar un aspecto negativo. Pregúntese:
¿Por qué pierdo mí tiempo discutiendo con un extraño? ¿Por qué
permito que un extraño altere mi estado de ánimo? La respuesta es
la necesidad de competir. ¿Puede darse cuenta de que la mayoría
de nuestras discusiones con personas conocidas y extrañas son
inútiles?
Tras subrayar la importancia de la comunicación no verbal en el
impacto de las relaciones interpersonales, Mushkambaryan concreta
su estudio en el valor de las emociones como fenómeno del
funcionamiento humano. Las define como “complejas, episódicas,
dinámicas y estructuradas” [7] y las conecta de manera inseparable
con el comportamiento [8].
Las emociones son rápidas y difíciles de controlar, sobre todo en las
situaciones de mayor conflicto en las que decimos cosas que no
debimos decir. Pero de la misma manera que las emociones pueden
generar conflictos, también pueden ayudar a solucionarlos. ¿Cómo?
Pues bien, el lenguaje no verbal en las situaciones de conflicto nos
ayuda a transmitir a nuestro interlocutor el valor exacto que tiene
para nosotros el asunto del que discutimos. Para ilustrarlo, imagine
que debe discutir por mensaje de texto sólo usando palabras. Por
mucho que se esfuerce por buscar las palabras correctas, le será
muy difícil transmitir la intensidad de lo que siente. El lenguaje no
verbal de las emociones cambia la manera en que las personas ven
el mundo e interpretan las acciones de los demás [9].
Esa es la forma en la que funciona el lenguaje no verbal cuando
discutimos con otras personas. Pero ¿cómo funciona cuando
sentimos miedo?
El miedo puede colaborar en la generación y escalada de conflictos,
pero también puede ayudar a evitarlos. Es fácil darse cuenta de
cómo el miedo puede ayudarnos evitar un conflicto, pero ¿cómo
puede el miedo aumentar el conflicto?
Existe un ejemplo histórico que ilustra bien este punto. Cuando los
antiguos mongoles atacaban a un ejército, sus generales tenían
cuidado de proveer al enemigo de un camino para huir de la batalla,
¿por qué? Porque cuando un soldado no encuentra salida, cuando
se siente acorralado, el miedo le obliga a pelear por su vida; y los
generales mongoles sabían que un soldado con ese miedo era
mucho más peligroso que uno que sabía que podía huir.
El miedo siempre ha tenido el poder de escalar un conflicto a niveles
muy altos. Se trata de una de las emociones más poderosas del ser
humano. De entre todas las emociones capaces de ser sentidas en
distintos contextos, existen algunas que son consideradas como
especialmente relevantes en las situaciones conflictivas: ira y
frustración, vergüenza y culpabilidad, miedo y tristeza.
¿Qué podemos hacer para evitar la escalada de los conflictos? Lo
primero es ser conscientes de que nuestras emociones generan
cambios en nuestro cuerpo a nivel fisiológico, y los conflictos
familiares que escalan a niveles muy altos, no sólo hacen que
hiramos verbalmente a las personas que amamos, sino que también
le hacen daño a nuestro propio cuerpo.
Por otro lado, preguntémonos si realmente vale la pena ‘competir’
con un conocido o con un extraño. ¿Realmente nos interesa
cambiar lo que esa persona piensa? ¿Por qué necesitamos discutir?
Sea que nuestras discusiones tengan una motivación de
cooperación o de competencia, el secreto para evitarlas es pensar
en sus implicaciones durante el inicio de la escalada. Si lo hacemos,
tendremos relaciones más positivas y nuestro cuerpo se beneficiará.
5.- ¿Influye nuestro estado de ánimo en el reconocimiento de las
emociones? El mundo nos parece más bonito.
¿Ha escuchado que las personas positivas ven el mundo de manera
más positiva? Muchas personas han experimentado que, al hacer
un esfuerzo por ser más positivas; empiezan a ver, como por arte de
magia, que las demás personas les sonríen, que las cosas les salen
mejor, y que “el mundo les parece más bonito”.
Pero ¿tiene esta percepción alguna base científica?
Desde hace algún tiempo, la literatura científica ha señalado que, en
aquellas personas que tienen un estado de ánimo triste, se produce
una disminución en el reconocimiento de las emociones. Esos
estudios anteriores parecen demostrar que las personas tristes
reconocen mejor otras emociones tristes, lo que se llama ‘sesgo
negativo’.
La teoría cognitiva de la depresión [10] y la teoría de la congruencia
en el estado de ánimo[11], [12] , afirman que el estado de ánimo de
una persona ejerce un efecto de congruencia con su memoria y
juicios sociales.
Así, hemos creído que un estado de ánimo negativo hace que
seamos más propensos a juzgar a los demás de una forma más
negativa, y como consecuencia, conlleva a un mejor reconocimiento
de la emoción de tristeza. Por el contrario, los estados de ánimo
felices promoverían un mejor reconocimiento de la emoción de
felicidad.
Otro estudio argumenta que las personas clínicamente deprimidas
podrían tener deficiencias cognitivas adicionales (problemas con
tareas visuales espaciales) que afectarían, claro está, al
reconocimiento emocional[13]. Los pacientes deprimidos, entonces,
podrían mostrar una disminución generalizada de la capacidad de
reconocer todo tipo de emociones (positivas y negativas).
En la misma línea, Rottenberg y colaboradores, validaron la idea de
que los pacientes deprimidos tienen reducida la respuesta a todas
las señales de emoción. En el caso de los individuos sanos, cuando
se encontraron en estados de ánimo tristes, mostraron un sesgo
negativo, pero no una disminución del rendimiento general en el
reconocimiento de las emociones [14].
Sin embargo, un estudio de Bouhuys (1995), realizó una interesante
investigación mostrando una serie de dibujos con expresiones
faciales, muy esquemáticas, a diferentes pacientes, y concluyó que
los pacientes con estado de ánimo triste percibían menos tristeza y
felicidad que los que se encontraban en estados de ánimo felices
[15].
Al día de hoy, la investigación se ha centrado, sobre todo, en la
capacidad de reconocimiento de las emociones en pacientes con
estado de ánimo depresivo, pero no existía una investigación
científica completa con pacientes sanos.
Por eso, es interesante que analicemos un estudio realizado por
Petra Claudia Schmid y Marianne Schid Mast; ambas investigadoras
de la Universidad de Neuchâtel (Suiza). Su estudio se trata sobre la
influencia del estado de ánimo en el reconocimiento de las
emociones [16],[17].
Las investigadoras realizaron un estudio encaminado a la
comprensión de cómo el estado de ánimo (feliz, neutral o triste), en
individuos sanos, afecta a la capacidad para reconocer las
emociones alegres y tristes. Con el objetivo de comprobar si el
estado de ánimo afecta a la memoria y a los juicios sociales.
En el estudio, se seleccionaron 93 personas, 51 mujeres y 42
hombres de una edad media de 23 años y se les asignó
aleatoriamente uno de los estados de ánimo. A cada uno de los tres
grupos se les proyectó un corto para propiciar el estado de ánimo
interesado.
Al finalizar de ver el corto, tuvieron que contestar del 1 al 7 si se
encontraban 1 (muy tristes), 7 (muy felices) o 4 (neutro). Tras esto,
realizaron una tarea de reconocimiento de emociones, que constaba
de 60 estímulos con diferentes expresiones faciales de emoción,
mientras escuchaban una música congruente con las imágenes
mostradas.
Dado que está documentado que las mujeres superan a los
hombres a la hora de reconocer correctamente las emociones, se
usó el sexo como factor control.
Las investigadoras observaron un sesgo negativo en aquellos
participantes que tenían un estado de ánimo triste, y un sesgo
positivo en aquellos que tenían un estado de ánimo feliz. En efecto,
se obtuvo que en aquellos participantes con un estado de ánimo
feliz (en comparación con el neutral), existía una disminución del
reconocimiento de las expresiones faciales de tristeza.
Por el contrario, aquellos participantes con estados de ánimo tristes
reconocían con más dificultad las emociones felices. De esta
manera, las autoras observaron que cuando la emoción de otra
persona no está en congruencia con la forma en la que uno mismo
se siente, existe una mayor dificultad para reconocer esa emoción.
La expresión “el mundo les parece más bonito”, que usamos al
principio, hace alusión a cuando estamos enamorados. Es bien
sabido que cuando nos enamoramos y nos sentimos felices por ello,
vemos el mundo de forma más positiva, lo mismo sucede cuando
tomamos conciencia de la importancia de hacer un esfuerzo
consciente por ser más positivos.
Ahora sabemos que esa creencia tiene una base científica. Cuando
somos más positivos, más felices, no sólo reconocemos más
fácilmente las expresiones de alegría, sino que estar felices nos
dificulta reconocer la tristeza en otras personas, haciendo del mundo
un lugar “más bonito” desde nuestro punto de vista. ¿Vale la pena
ser más positivo? ¡Claro que sí!
6.- ¿Las mujeres interpretan mejor las emociones?
En el punto anterior, dijimos que está documentado que las mujeres
superan a los hombres a la hora de reconocer correctamente las
emociones. ¿Hasta qué punto es cierto eso?
Existen diversos meta-análisis que han concluido que las mujeres
son más acertadas leyendo las emociones que los hombres,
especialmente en el reconocimiento del comportamiento no verbal
reflejado en las expresiones faciales.
El reconocimiento de las emociones a través de las expresiones
faciales es el medio destacado por el que los humanos se
comunican de manera no verbal para inferir el estado emocional de
otra persona. En otras palabras, el ser humano tiene la necesidad
de obtener información de los rostros que observa.
Reddy, Wilken y Koch señalaron la preferencia del reconocimiento
facial por encima del de los objetos [18]. Finkbeiner y Palermo
sugieren que las expresiones en los rostros se procesan incluso
cuando no prestamos conscientemente atención a ellas [19]. El ser
humano utiliza esta preferencia por los rostros para obtener el
máximo de información de ellos, incluyendo el reconocimiento
específico de emociones.
Desde que se analizan este tipo de expresiones, se han
desarrollado patrones de precisión en los géneros. Numerosos
estudios han demostrado que las mujeres aventajan a los hombres
identificando emociones sobre todo cuando ejecutan diferentes
tareas de reconocimiento emocional.
En cuanto a la actividad cerebral, las mujeres muestran una mayor
actividad cuando realizan este tipo de tareas que los hombres.
Aunque existe una pequeña evidencia de que los hombres pudieran
tener la misma habilidad que las mujeres cuando identifican a
sujetos de su propio género.
Cabe mencionar que la estructura patriarcal puede haber influido en
como las mujeres parecen interpretar mejor las emociones que los
hombres. Existen estereotipos socialmente reforzados que han sido
formados y aceptados como habilidades sociales de hombres y
mujeres.
Por ejemplo, los hallazgos han revelado que se da por hecho que
las mujeres tienen mejores habilidades de contacto social cercano,
incluyendo observar caras y emociones.
Por otro lado, un estudio llevado a cabo por Merten indicó como la
cultura puede influir en el reconocimiento facial entre géneros [20]. El
estudio contaba con participantes de países de diferentes lugares
del mundo. Los investigadores concluyeron que, en la mayoría de
los países, las mujeres acertaban más en el reconocimiento de
emociones que los hombres. Esto evidencia que no importa de qué
cultura provenga una persona, las mujeres siguen teniendo más
probabilidades que los hombres de identificar correctamente las
emociones.
La conclusión obvia es que las damas son mejores que los
caballeros en el reconocimiento de las emociones. Esto seguirá
siendo así, hasta que un futuro estudio convincente en su
metodología nos sorprenda con un resultado diferente.
7.- ¿Las emociones negativas son verdaderamente negativas? No se
preocupe, siga siendo así.
¿Tiene algún beneficio estar un poco triste? ¿Ser una persona
negativa pudiera traernos alguna ventaja?
Sorprendentemente, el autor Joseph P. Forgas de la Universidad de
Nueva Gales del Sur (Australia), ha hecho un estudio acerca de los
beneficios que conlleva el estado de ánimo negativo [21].
¿Es en serio? ¿No acabamos de hablar de los beneficios de ser una
persona positiva?
Lo cierto es que, en la actualidad, las funciones adaptativas del
estado de ánimo negativo están levantando cada vez más interés en
el campo de la psicología.
Teorías recientes muestran que el estado de ánimo, más que influir
únicamente en el esfuerzo de procesamiento, tiene una función
adaptativa al emplear estilos de procesamiento cualitativamente
diferentes dependiendo de nuestro estado de ánimo.
La evidencia de los beneficios del estado de ánimo negativo se
resume en cuatro partes: (a) beneficios para la memoria, (b)
beneficios a la hora de emitir juicios, (c) beneficios motivacionales, y
(d) beneficios interpersonales.
En cuanto a la memoria (a), el estado de ánimo negativo,
empleando un procesamiento más adaptable y externamente
centrado, debería mejorar la atención y la codificación.
Por otra parte, al emitir juicios sociales (b), estamos sujetos a una
variedad de sesgos, errores sobre el significado de la información
que se recibe. Un procesamiento más atento en un estado de ánimo
negativo debería reducir la probabilidad de que una persona se vea
influida por estos sesgos, es decir, cometería menos errores al
interpretar la información.
En este mismo orden, varios experimentos han demostrado que los
estados de ánimo negativos influyen en la reducción de la
credulidad y el aumento del escepticismo en lo relacionado con
mitos urbanos y rumores. Lo que facilita el procesamiento y fluidez a
la hora de juzgar la verdad.
Puesto que una emoción negativa mejora la atención hacia los
detalles estimulantes, también puede mejorar la capacidad para
detectar el engaño.
El estado de ánimo negativo también puede inhibir el uso implícito
de los estereotipos (un tipo de sesgo). Varios estudios han
demostrado precisamente que mientras que la emoción positiva
aumenta los estereotipos a la hora de emitir juicios, “los estados de
ánimo negativos (en concreto, la tristeza) se asocian con una
disminución o eliminación de prejuicios”.
En cuanto a la motivación (c), la emoción negativa reduce la
tendencia a crear ventajas irreales cuando el éxito es incierto en una
tarea, y la emoción positiva puede incrementar esa tendencia. Es
decir, la emoción positiva nos hace pensar que somos más capaces
de realizar una tarea de lo que realmente somos. La emoción
negativa nos daría una visión más realista.
La emoción negativa puede asimismo producir una variedad de
beneficios interpersonales (d), ya que conduce a interpretaciones
más prudentes y consideradas, lo que conlleva estrategias
interpersonales más educadas y atentas.
Resulta que el estado de ánimo negativo proporciona expectativas
más prudentes y cautelosas y conduce a peticiones más educadas y
elaboradas, mientras que el estado de ánimo positivo produce
acercamientos menos educados y más asertivos.
El modelo de asimilación/adaptación implica que el estado de ánimo
positivo puede incrementar el egocentrismo y el egoísmo, y el
estado de ánimo negativo puede mejorar la atención en las normas
de ecuanimidad. Una mayor atención hacia la información externa
puede mejorar también la eficacia interpersonal, como la calidad de
los mensajes persuasivos.
En los experimentos que se llevaron a cabo, a los participantes
primero se les indujo un estado de ánimo positivo o negativo y se
midieron los efectos del estado de ánimo en las posteriores tareas
cognitivas (mentales) y conductuales.
Estos estudios demuestran los beneficiosos efectos de las
emociones negativas para la cognición, la emisión de juicios, la
motivación y el comportamiento social. Los resultados son
consistentes con las teorías evolutivas que sugieren que todos los
estados emocionales, incluyendo los desagradables, funcionan
como “módulos mentales” que producen ventajas adaptativas en
algunas circunstancias.
La evidencia indica, por tanto, que, en muchas situaciones, las
emociones negativas pueden incrementar la capacidad de las
personas para controlar y adaptarse a los requerimientos de una
situación, y las emociones positivas pueden reducirla.
En resumen, cuando las personas se encuentran en un estado de
ánimo negativo pueden ser menos propensas a errores de juicio,
más resistentes a distorsiones de testigos presenciales, más
motivadas, y más sensibles a las normas sociales.
Así pues, estos resultados plantean que la búsqueda incesante de la
felicidad a menudo puede ser contraproducente, y desde hace
tiempo debería haberse hecho una valoración más equilibrada de
los costes y beneficios de las emociones positivas y negativas tanto
en la práctica profesional como en la cultura popular. Por supuesto,
las emociones negativas no siempre son deseables. Debemos
pensar que la naturaleza es sabia y sabe cuándo nuestro cuerpo
debe experimentar cada emoción, tanto positivas como negativas
son necesarias y adaptativas. Todo en su justa medida y cuando
corresponde. La tristeza es sana cuando hemos sufrido una pérdida
porque nos ayudará a reconstruir nuestra vida asumiendo esa
pérdida. Ahora bien, si la tristeza se extiende más allá de lo
razonable, se volverá desadaptativa suponiendo un impedimento
para nuestra vida diaria.
Conclusiones
En este capítulo hemos aprendido mucho sobre las emociones en
los procesos de comunicación no verbal.
De ahora en adelante, cuando discuta con alguien, podrá notar si
discute porque necesita cooperación de parte de la otra persona o
porque quiere competir con ella. Eso le dará una a poderosa razón
para ahorrarse muchos disgustos innecesarios discutiendo con
personas que en realidad no le interesan.
Ahora sabe que tanto las emociones positivas como las negativas
pueden ser beneficiosas en ciertas circunstancias, y que debemos
ser cuidadosos cuando tomamos decisiones estando demasiado
felices.
Si usted es un caballero, ahora sabe que las damas han demostrado
ser mejores que nosotros a la hora de interpretar las expresiones de
las emociones; así que, por su propio bien, debe dejar que le
asesoren en ese aspecto.
Ahora que tenemos una idea de cómo funcionan las emociones en
nuestro proceso de comunicación no verbal, pasemos a analizar en
el capítulo siguiente, el fascinante mundo de las expresiones
faciales.
Capítulo 3. La expresión facial
A todos nos gustan las sonrisas, los rostros de felicidad nos hacen
sentir que algo bueno sucede. Lo mismo pasa con las caras tristes,
al llegar a un lugar y ver algunas caras tristes, en seguida
reconocemos que algo malo ha sucedido.
Expresar nuestros sentimientos usando los músculos del rostro es
algo innato en los seres humanos, la mayoría de nosotros lo
hacemos sin pensar. Por otro lado, nos es muy fácil reconocer en
las caras de otras personas las expresiones de alegría, tristeza,
molestia y asco, entre otras; pues hemos estado reconociendo
expresiones faciales desde que éramos unos bebés.
Ahora bien, ¿nacimos con la capacidad de expresar y reconocer las
expresiones faciales? ¿O más bien, aprendimos durante la niñez a
expresarlas y reconocerlas?
8.- ¿Cómo expresan y reconocen las emociones los bebés? Expresiones
faciales en lactantes.
Esas mismas preguntas llevaron a varios profesores de la
Universidad Autónoma de Madrid, a hacer una investigación en el
año 2004. Los profesores Loeches Alonso, Carvajal Molina, Serrano
y Fernández publicaron los resultados de su investigación en el
artículo: “Neuropsicología de la percepción y la expresión facial de
emociones: Estudios con niños y primates no humanos” [22].
Los autores llegaron a las siguientes conclusiones.
Los bebés expresan instintivamente sus emociones con acciones
musculares (entre ellas expresiones faciales) similares a las que
usan los adultos, y manifiestan capacidades básicas para reconocer
emociones en los rostros de los adultos.
Aunque hasta la fecha, la mayoría de los autores habían señalado
que el hemisferio cerebral derecho mostraba una mayor implicación
que el izquierdo para todas las emociones estudiadas; los
investigadores encontraron que el hemisferio izquierdo es el
dominante en el caso de la expresión de emociones positivas y el
hemisferio derecho sólo en las negativas.
Estos hallazgos vendrían a demostrar una hipótesis anterior: ‘La
hipótesis de la valencia’, la cual sostiene que, en efecto, el
hemisferio derecho estaría implicado en mayor grado en la
percepción y expresión de las emociones negativas, mientras que el
hemisferio izquierdo lo estaría para las positivas [23], [24], [25].
Por eso es interesante que los investigadores hayan encontrado que
los bebés manifiesten mayor actividad en el hemisferio cerebral
derecho, lo que explicaría por qué predomina la emoción negativa
del llanto, que el bebé usa para que sus necesidades sean
satisfechas.
Los investigadores concluyen que la existencia de semejanzas
anatómicas y funcionales entre adultos, niños y primates no
humanos, en lo que respecta a las expresiones emocionales;
debería animarnos a investigar más a fondo los factores genéticos
que controlan la forma en la que expresamos nuestras emociones.
Ahora sabemos que los seres humanos nacemos con la capacidad
de reconocer las expresiones faciales, es decir, que la capacidad
para reconocerlas es genética.
Pero ¿sucederá lo mismo con la capacidad para expresarlas? ¿Es
posible que los bebés aprendan desde muy temprana edad sólo a
imitar las expresiones faciales que ven en los adultos, y que
expresar las emociones en el rostro no se trate de una capacidad
genética?
9.- ¿Las expresiones faciales de la emoción son heredadas
genéticamente?
Son muchas las investigaciones que se han encargado de dejar en
claro este punto importante. Por ejemplo, diversos estudios
analizaron a personas con ceguera congénita, es decir, ciegos de
nacimiento [26],[27],[28].
Estas personas no pudieron “ver” las expresiones en los rostros de
sus padres, sin embargo, los investigadores pudieron constatar que
las expresiones faciales en las personas ciegas de nacimiento eran
los mismos movimientos musculares básicos faciales expresivos de
las emociones que manifiestan las personas que pueden ver.
La base genética de la expresión facial de las emociones básicas
quedó definitivamente comprobada cuando otras investigaciones
concluyeron que las expresiones faciales de las personas ciegas de
nacimiento concordaban más con sus parientes que con personas
extrañas [29]. Todo esto establece, sin lugar a dudas, el carácter
genético de nuestras expresiones faciales básicas, tanto para
expresarlas, como para reconocerlas.
Ahora bien, ¿significa esto que las expresiones faciales son
universales, es decir, que en todos los rostros del mundo pueden
verse las emociones con las mismas expresiones?
10.- ¿Las expresiones faciales de la emoción son universales?
Si las expresiones faciales básicas NO son universales, solo
podemos reconocer los sentimientos genuinos de las personas de
nuestra misma cultura; pero si las expresiones faciales básicas son
universales, podemos reconocer las expresiones genuinas en los
rostros de las personas de todo el mundo.
El investigador que más ha contribuido a lo que sabemos en materia
de expresión facial emocional, se llama Paul Ekman; él es un
psicólogo, antropólogo y sociólogo estadounidense que inició sus
investigaciones en los años setenta, junto a otros autores que
colaboraron con él, como Davidson, Friesen, Ellsworth, O'Sullivan,
Simons, Hager, Levenson, Liebert, Oster y Sorenson.
Después de muchos años de investigaciones, ellos lograron
aclararnos el panorama de la universalidad de las expresiones
faciales básicas.
En 1993, Paul Ekman publicó los resultados de su investigación
transcultural sobre la expresión facial [30]. En esa obra, el autor dice:
“Cuando yo comencé mi estudio de las expresiones faciales,
pensé que existía una pregunta por responder: si las
emociones son universales o específicas de cada cultura.
Encontré más de una respuesta; existen diferentes aspectos
de la expresión que son ambas cosas, universales y
específicos de cada cultura. Más importante aún, la
persecución de esta respuesta ha continuado generando
nuevas preguntas sobre la expresión de la emoción,
preguntas que hace 27 años no pude ni imaginar. En ese
sentido, la investigación de la expresión facial de la emoción
no ha hecho más que empezar.” (p.384).
En la época en que Paul Ekman y sus colaboradores, comenzaron
sus investigaciones sobre expresión facial emocional, la psicología
enseñaba que las expresiones faciales eran aprendidas, de modo
que no podían ser universales, se pensaba que, así como cada
cultura tenía su propio lenguaje verbal, también tenía su propio
lenguaje de expresiones faciales.
Unos cien años antes, Charles Darwin, el conocido autor de la teoría
de la evolución, fue el primero en sugerir que las expresiones
faciales eran universales [2].
Como comentamos anteriormente, las ideas de Darwin acerca de
las emociones fueron una pieza central de su teoría de la evolución;
sugiriendo que las emociones y sus expresiones en los primates
eran biológicamente innatas, y que se han ido adaptando a medida
que las especies han ido evolucionando; además, según él, las
similitudes existentes entre expresiones de diferentes culturas
podrían contemplarse desde un punto de vista hereditario.
Según Ekman, Friesen y Ellsworth [31], las primeras investigaciones
que trataron de comprobar la tesis de Darwin no fueron
concluyentes. Así que Ekman, Carroll, Izard, y Tomkins se unieron
para llevar a cabo lo que conocemos hoy como: los “Estudios de
universalidad” [32].
En el primer estudio, los autores demuestran que existen muchas
similitudes entre diferentes culturas en el juicio de las emociones
expresadas en los rostros de las personas, es decir, que sus
expresiones faciales son casi iguales.
Los investigadores pueden encontrar esta característica tanto en
culturas alfabetizadas [33], [34],[35],[36],[37] como en culturas pre-
alfabetizadas [36],[38].
En el segundo estudio [39], utilizó grabaciones en vídeo para
comprobar que personas de diferentes culturas reaccionaban con
las mismas expresiones faciales básicas de emoción espontanea, al
observar una película en particular.
Paul Ekman y sus colaboradores, encontraron que las expresiones
faciales básicas de los individuos de muchas culturas diferentes
eran tan parecidas, que, por rigurosidad científica, Ekman las
clasificó en ‘familias’.
Por ejemplo, en todo el mundo existen leves diferencias en las
expresiones faciales para la emoción de ira, pero todas ellas tienen
características tan comunes y reconocibles entre sí, que hicieron
que Ekman las incluyera en la ‘familia’ de las expresiones de ira.
Así, Ekman demuestra la universalidad de esas familias de
expresiones faciales emocionales, que están tan relacionadas entre
sí, que cualquier persona las puede percibir.
Uno de los efectos principales del descubrimiento de la
universalidad de las emociones, fue que supuso un gran impulso en
el ámbito de la investigación en materia de emociones. La expresión
facial es usada en la actualidad en innumerables campos de la
ciencia como indicador o índice de medición de las emociones.
Debido a los numerosos estudios científicos que han examinado la
universalidad de las expresiones faciales básicas, en nuestro tiempo
hay cierto consenso científico en torno a que las expresiones
faciales básicas son, en efecto universales.
Aunque es verdad que hay estudios que ponen en duda que las
expresiones faciales básicas sean universales [40], [41], [42] , lo que
comúnmente se investiga y se discute ahora en la comunidad
científica es cuáles son las estructuras neuronales encargadas del
procesamiento emocional que hacen posible la universalidad de las
expresiones faciales básicas.
Muchas personas que han viajado y conocido de cerca otras
culturas han comprobado que no les es muy difícil reconocer en los
rostros de las personas una sonrisa, o una expresión de asombro;
tampoco es difícil percibir una expresión de tristeza, o cuando están
molestas; todas estas son expresiones faciales básicas que se han
demostrado universales.
Por otro lado, existe otra característica interesante de las
expresiones faciales que también ha sido estudiada ampliamente:
Las expresiones faciales son el medio para ‘contagiar’ emociones.
11.- ¿Cómo se codifica la emoción? Facial Action Coding System (FACS).
La emoción se puede entender como un proceso que implica una
serie de condiciones desencadenantes (estímulos relevantes), la
existencia de experiencias subjetivas o sentimientos (interpretación
subjetiva), diversos niveles de procesamiento cognitivo (procesos
valorativos), cambios fisiológicos (activación), patrones expresivos y
de comunicación (expresión emocional), que tiene unos efectos
motivacionales (movilización para la acción) y una finalidad, que es
la adaptación a un entorno en continuo cambio.
Los sistemas de codificación facial están siendo muy útiles para el
reconocimiento y clasificación de emociones. Cada sistema es
diferente y es importante conocerlos todos para conseguir una
visión, lo más completa posible, sobre la expresión de las
emociones. De todos ellos, el sistema de codificación facial más
conocido y del que más información existe en el mercado es el
FACS de Ekman, Friesen y Hager [43] si bien no es el único.
Los sistemas de codificación y clasificación de expresión facial
emocional surgieron para definir las emociones. Para entenderlos
mejor es interesante ver cómo pueden clasificarse. Por ejemplo, en
cuanto al tipo de enfoque, existiría una primera clasificación:
Enfoque categorial: entiende las emociones como categorías
discretas, lo que facilita su organización. Dentro de este
enfoque podríamos encuadrar a autores como Darwin [44] con
su obra “La expresión de las emociones en los animales y en el
hombre”, Tomkins [45] con su teoría del feedback facial, Ekman
[32],[46] con sistemas como el FACS, FAST, EMFACS, FACSAID
que más adelante describiremos o Izar [47] con el pionero
sistema MAX.
Enfoque dimensional: las emociones se sitúan en un punto de
un continuo determinado por una serie de dimensiones que son
valencia, entre placer y displacer, y arousal o activación, entre
activación y desactivación. El autor más representativo en
sistemas de codificación dimensionales es Kring y Sloan [48]
con su sistema FACE.
En función de su procedencia, los sistemas de codificación facial se
podrán clasificar en dos grupos:
Sistemas de codificación que provienen de la teoría: teoría
generada por los autores que han presentado el sistema. No
contempla todos los movimientos musculares posibles de la
emoción, sino sólo los basados en su teoría. El sistema más
representativo de este grupo es el MAX.
Sistemas de codificación que provienen de la
experimentación: basados en experimentación de la anatomía
y en estudios experimentales. El sistema más relevante en este
grupo es el FACS.
A lo largo de las últimas décadas han sido diversos los sistemas de
codificación facial que han aparecido en escena [49] si bien, como
mencionamos anteriormente, el FACS es, con mucho, el más
importante.
FACS es el Sistema de Codificación de la Acción Facial de Ekman y
Friesen [46] que inicialmente se basó en un sistema de codificación
proveniente de la teoría y posteriormente se pasó a un sistema de
codificación proveniente de la experimentación.
Su origen es anatómico y su desarrollo experimental, no existiendo
una relación única entre cada grupo de músculos y las unidades de
acción (UA) observables (UA1 y UA2).
El énfasis se da en los movimientos, la naturaleza cambiante de la
apariencia facial y la respuesta emocional.
Permite identificar emociones en base a la actividad muscular
implicada en los gestos faciales y se basa en los cambios en la
apariencia producidos como consecuencia de la acción visible de
cada músculo.
Se describen acciones distintivas como movimientos de la piel,
cambios temporales en forma y situación de los rasgos, pliegues de
la piel e inicio, terminación, intensidad y asimetría de la expresión
facial, a la vez que ignora los cambios no visibles (cambios de tono
muscular, coloración superficial de la piel, sudoración, lágrimas,
sarpullidos, etc.), que también son importantes en el reconocimiento
de emociones.
Requiere de otros parámetros relevantes para la identificación de
emociones, como son la intensidad de cada acción facial, su
duración y las unidades de acción implicadas.
El FACS dio lugar al EMFACS [50] o Sistema de Codificación de la
Acción Facial Emocional. Es una versión abreviada del FACS donde
se tienen en cuenta los movimientos musculares asociados con las
expresiones emocionales. Asocia determinadas unidades con
determinadas emociones, ya que el haber estudiado anteriormente
todos los movimientos musculares permite eliminar los
inconvenientes y asumir las ventajas del FACS.
12.- ¿La codificación de la emoción sirve para predecir el futuro? Especific
Affect Coding System (SPAFF).
En 1976, Robert Levenson y John Gottman [51] se unieron para
combinar el estudio de la emoción a través de la medición
psicofisiológica y un sistema de análisis de vídeos. Este nuevo
protocolo denominado “Sistema de codificación del afecto
específico” o SPAFF por sus siglas en inglés analizaba cómo las
personas se sentían durante un conflicto de pareja.
Iniciaron una serie de estudios longitudinales llegándose a asombrar
de cómo en su primer estudio con 30 parejas pudieron "predecir" el
cambio en la satisfacción marital casi a la perfección a través de las
medidas fisiológicas. Los resultados fueron que las parejas estaban
más excitadas fisiológicamente (frecuencia cardíaca, conductancia
cutánea, actividad motora gruesa y velocidad sanguínea) cuanto
más se deterioraban sus matrimonios. Pero más allá de la fisiología,
la codificación de las observaciones conductuales también
"predecía" cambios en la satisfacción de la relación. Es decir, el
análisis verbal y no verbal de la interacción de las parejas en la
terapia predecía la probabilidad de divorcio.
El descubrimiento por parte de Levenson y Gottman del sistema
FACS [43] hizo que se integrase este sistema en la codificación de la
interacción de las parejas. El SPAFF se convirtió en el sistema
principal que Gottman usó para codificar la interacción de las
parejas llegando a la conclusión de que una vez el analista tenía
experiencia se podía obtener una codificación rápida y fiable. Lo
importante era la formación del analista, debía aprender a codificar
para conocer qué emociones se esconden detrás de las unidades
de acción facial, los gestos, las posturas, el paralenguaje y el
lenguaje. Una vez sabido esto se podría pasar a codificar
directamente las emociones y sentimientos.
El sistema SPAFF incluye, entre otros tipos, la observación de la
expresión facial. Se centra en unas unidades de acción concretas.
De manera detallada serán las siguientes:
Unidades de acción de la parte superior de la cara:
Unidad de acción 1 (AU1): Elevación de cejas en zona interior.
(A veces nos referimos a esto como Woody Allen.)
Unidad de acción 2 (AU2): Elevación de cejas en zona exterior.
(Con frecuencia nos referimos a la manifestación bilateral de
este movimiento como los cuernos).
Unidad de Acción 4 (AU4): Descenso de las cejas en zona
interior (fruncir el ceño).
Unidad de acción 5 (AU5): Elevación del párpado superior.
Unidad de acción 6 (AU6): Elevación de las mejillas y
contracción del párpado.
Unidad de acción 7 (AU7): Párpados tensos. (A veces nos
referimos a este movimiento como Clint Eastwood.)
Unidad de acción 9 (AU9): Contracción del nasolabial.
Unidades de acción de la parte inferior de la cara:
Unidad de acción 10 (AU10): Elevación labio superior.
Unidad de acción 12 (AU12): Estiramiento de esquina del labio.
Unidad de acción 14 (AU14): Hoyuelos.
Unidad de acción 15 (AU15): Descenso de esquina de labio.
Unidad de acción 17 (AU17): Elevación de barbilla.
Unidad de acción 20 (AU20): Ensanchamiento de labios.
Unidad de acción 25/26 (AU25 / 26): Descenso de mandíbula y
labio inferior.
Con estos indicadores físicos se obtienen indicadores afectivos y de
ellos se extraen los afectos que existen en la relación. Los autores
establecen una serie de afectos positivos y negativos que son los
que pretenden inferir.
Afectos positivos:
Cariño.
Entusiasmo.
Humor.
Interés.
Validación.
Afectos negativos:
Enfado.
Beligerancia.
Desprecio.
Crítica.
Ponerse a la defensiva.
Asco.
Dominación.
Miedo/tensión.
Tristeza.
Crear un muro de piedra (bloque de hielo).
Amenaza.
Queja.
Entre otros de sus hallazgos, Gottman plantea lo que él denomina
como los “cuatro jinetes del apocalipsis” de la relación. Estos serían
los comportamientos más destructivos. En concreto se refiere a la
Crítica, a Ponerse a la Defensiva, el Desprecio y el Muro de piedra
(actitud en la que uno de los miembros de la pareja se comporta
como un bloque de hielo).
Desde su debut, el SPAFF ha informado, en una u otra versión,
docenas de hallazgos científicos publicados derivados de
numerosos laboratorios. Por ejemplo, el SPAFF se ha utilizado para
estudiar el comportamiento afectivo entre los recién casados,
parejas con relaciones violentas, parejas con matrimonios de
muchos años y parejas de homosexuales y lesbianas. Aunque
inicialmente se desarrolló para el estudio de la comunicación
emocional entre parejas románticas, el SPAFF ahora se utiliza para
codificar las interacciones entre los niños, sus padres y sus
compañeros.
En una revisión científica reciente, Heyman [52] señaló que el SPAFF
tiene la mejor evidencia de validez de constructo de todos los
sistemas de codificación actuales.
13.- ¿Son contagiosas las emociones?
¿Le ha picado un mosquito? Seguramente en el último verano. En el
trópico, algunos mosquitos son capaces de transmitir enfermedades
peligrosas como el Dengue o la Malaria. Pero no se preocupe, las
expresiones faciales no van a matarlo.
Las expresiones faciales tienen en común con los mosquitos, su
capacidad para ‘contagiarnos’ de ciertas emociones. Además, tal y
como sucede cuando un mosquito nos contagia de un virus, esas
emociones transmitidas también pueden provocar cambios en
nuestro organismo.
Por ejemplo, se ha estudiado que ver una expresión de miedo,
genera en los que la observamos, un incremento de la activación
autonómica y la activación de la amígdala cerebral [53], [54], [55], el
órgano que funciona como centro rector del procesamiento
emocional; lo que deja en evidencia la gran capacidad de contagio
de las emociones a través de la expresión facial.
Un buen ejemplo de esto es el efecto que tienen las expresiones
faciales de los bebés sobre los adultos. En los años ochenta, se
realizó la primera investigación en la que se les mostraba a
personas adultas una serie de fotografías de bebés sonriendo y otra
serie de fotografías de bebés llorando.
Al analizar los cambios en la frecuencia cardiaca de los sujetos que
vieron las fotos se pudo comprobar que, durante los primeros cuatro
segundos de la presentación de las fotografías, las mujeres
mostraron aceleración cardíaca en respuesta tanto a las fotos de
bebés sonrientes, como a las fotos de bebés llorando.
Sin embargo, en el caso de los hombres, estos mostraban
aceleración cardíaca sólo en respuesta a los bebés sonrientes; y,
por el contrario, su frecuencia cardíaca se desaceleraba en
respuesta a las fotos de llanto de los bebés [56].
Como podemos ver, los seres humanos somos fisiológicamente
vulnerables a las expresiones faciales, tanto que, sólo ver algunas
fotografías de bebés, puede provocar cambios en nuestro
organismo.
Ahora debemos preguntarnos: ¿Nuestras propias expresiones
faciales tienen algún efecto en nuestro cerebro?
14.- ¿Qué se activa primero, el cerebro o la sonrisa?
Ahora, supongamos que sentimos alegría, pero por alguna razón no
podemos sonreír, ¿se activarán las regiones cerebrales para la
sonrisa? ¿Se activan porque sonreímos o sonreímos porque se
activan?
Diversos estudios han demostrado que cuando hacemos una
expresión facial de forma inconsciente, varias regiones del cerebro
se activan. Todos ellos corroboran que determinados movimientos
faciales afectan directamente a los centros de generación de las
emociones en el cerebro [57], [58], [59], [60].
Por ejemplo, cuando escuchamos una canción triste sentimos la
necesidad de mover nuestros músculos faciales para expresar
tristeza y se activa en el cerebro, la circunvolución precentral
izquierda.
En este mismo caso, cuando queremos recordar por qué la canción
nos hace sentir tristes, se activan otras regiones cerebrales, como el
hipocampo derecho y la corteza cingulada posterior, que nos ayudan
a recuperar esos recuerdos emocionales.
Si ese recuerdo nos acelera el corazón, se activará el mesencéfalo
dorsal, que transmitirá la señal emocional fisiológica del ritmo
cardíaco acelerado.
En el año 2009, se realizó otro estudio interesante en el que se
probó esta tesis de una forma completamente nueva. Se tomó a un
grupo de personas, y se les paralizó temporalmente algunos
músculos faciales para examinar sus cerebros y compararlos con
los de otro grupo de personas con toda su movilidad facial habilitada
[61].
En esa investigación, los autores utilizaron Dysport, un
medicamento de toxina botulínica disponible en Europa. Es del
conocimiento médico que Botox y Dysport son marcas comerciales
de la toxina producida por la bacteria formadora de esporas de
clostridium botulinum. Esta sustancia se adhiere en la superficie de
las neuronas, bloqueando la liberación de un transmisor llamado
acetilcolina.
Cantidades mínimas de esta toxina, pueden paralizar una pequeña
porción de los músculos durante unas pocas semanas. Dysport se
ha utilizado en personas con trastornos del movimiento, como en el
caso de la distonía, para ayudar a reducir los movimientos
musculares no deseados [62]. Sin embargo, Botox y Dysport son
mayormente conocidos como tratamientos para enmascarar el
envejecimiento.
En este estudio, los investigadores administraron inyecciones de
Dysport a un grupo de 19 mujeres en el área de la frente. Dos
semanas después, escanearon sus cerebros mientras las mujeres
veían una serie de rostros enojados o tristes, pidiéndoles que
imitasen los rostros o simplemente observasen las expresiones. El
mismo experimento se realizó con 19 mujeres a las que no se les
administró Dysport y se compararon los dos grupos de análisis.
Entre los dos grupos, se encontró una diferencia en las conexiones
entre la amígdala y el tronco cerebral, lugar en el cual se generan
muchos de los sentimientos que acompañan a las expresiones
faciales. El Dysport provocó que las conexiones entre la amígdala y
el tronco cerebral fuesen más débiles en el grupo imposibilitado para
mover los músculos de su frente, y más fuertes en el grupo al que
no administraron la toxina.
También es interesante que, cuando las mujeres recrearon caras
tristes, las mismas regiones cerebrales se activaron en ambos
grupos. Sin embargo, al recrear las caras de ira, se activó la
amígdala cerebral en las mujeres sin Dysport. Pero en las mujeres
con Dysport, que tenían paralizados los músculos de la frente y no
podían utilizarlos para expresar ira, la amígdala estaba menos
activada.
Ya hemos dicho que la amígdala es una región clave del cerebro
para el procesamiento de las emociones. Así que, con este estudio,
quedó demostrado que la respuesta fisiológica de nuestro cuerpo sí
depende de nuestra capacidad de expresar las emociones a través
de expresiones faciales.
Primero nos alegramos, e inmediatamente sentimos la necesidad de
sonreír, después nuestros músculos faciales se mueven, y esto
provoca cambios en nuestras funciones cerebrales. ¡Qué hermosa y
poderosa es una sonrisa!
Ahora bien, ¿quiere decir esto que las personas con imposibilidad
para expresar facialmente sus sentimientos serían también
incapaces de reconocerlos? ¿Son necesarias nuestras expresiones
faciales para que reconozcamos las emociones en otras personas?
Existen investigaciones en las que se concluye que nuestras propias
expresiones faciales no son necesarias para que podamos
reconocer las emociones en los rostros de otras personas.
Por ejemplo, se ha estudiado a personas con el síndrome de
Moebius (Möbius), una enfermedad neurológica congénita que
causa parálisis facial y falta de movimiento en los ojos.
En las personas que presentan esta enfermedad, los nervios que
controlan el parpadeo, el movimiento lateral de los ojos, y las
múltiples expresiones de la cara no están totalmente desarrollados;
lo que hace imposible, entre otras cosas, que los que sufren de esta
enfermedad puedan expresar correctamente sus emociones a
través de su rostro.
En esos estudios, las personas afectadas por el síndrome de
Moebius pudieron reconocer las emociones en los rostros de otras
personas con la misma precisión que el grupo con movilidad
completa en su rostro. Esto demuestra que la precisión en el
reconocimiento de las emociones no está vinculada a nuestra propia
capacidad de producir expresiones faciales [63].
Todo parece indicar que nuestro cerebro es capaz de reconocer las
expresiones faciales, aunque por razones físicas o psicológicas,
nosotros mismos seamos incapaces de expresarnos de esa forma.
Ahora que sabemos esto, sería interesante preguntarnos: ¿Tienen
las expresiones faciales que vemos en otras personas, algún poder
sobre las decisiones que nosotros tomamos?
15.- ¿Ha demostrado la ciencia que las personas sonrientes nos resultan
instintivamente más atractivas? El poder de las expresiones faciales.
Hace mucho tiempo que la industria publicitaria sabe que los seres
humanos parecen sentir predilección por las imágenes de personas
sonrientes. De hecho, en la mayoría de los anuncios veremos
sonrisas, y a los niños occidentales, siempre se les animará a
sonreír cuando se les quiera tomar una fotografía.
Pero ¿ha demostrado la ciencia que las personas sonrientes nos
resultan instintivamente más atractivas?
La respuesta es sí. Un ejemplo de esas investigaciones es la que se
realizó en los años ochenta sobre la influencia de la expresión facial
en el atractivo de las personas:
En el trabajo de Mueser [64], se calificaron 15 fotografías de mujeres
con expresiones faciales de alegría, tristeza y neutra. Los resultados
mostraron que, cuando las mujeres mostraban expresiones tristes,
resultaban menos atractivas que cuando esas mismas mujeres
reflejaban expresiones felices o neutrales.
Pero ese poder va más allá; numerosos estudios han comprobado el
gran poder que tienen las expresiones faciales de una persona en la
percepción de confianza de quienes les observan; esto quiere decir
que, dependiendo de sus expresiones faciales, sentiremos
confianza en esa persona, o no.
Por ejemplo, se han estudiado científicamente las expresiones
faciales de algunos presentadores de la televisión.
En esos estudios, se pudo comprobar que la percepción de
confianza de los televidentes aumentaba cuando las expresiones
faciales del presentador podían verse claramente y eran
coincidentes con la noticia que él expresaba.
Esa es la razón por la que algunos presentadores de noticias nos
parecen más convincentes que otros, y por eso, algunos narradores
ganan mucho más dinero que otros y hasta llegan a tener sus
propios programas de televisión.
Este mecanismo es tan poderoso, que incluso se ha estudiado que
la expresión facial convincente del presentador de un programa de
noticias pudiera tener una importancia decisiva sobre la intención de
voto, ante unas elecciones de gobierno.
Por ejemplo, en un estudio en los años ochenta, se pudo constatar
que los votantes que con regularidad veían en televisión a un
determinado periodista que exhibía expresiones faciales sesgadas a
favor de cierto candidato; eran significativamente más propensos a
votar por el candidato que era comentado con una sonrisa por ese
periodista [65].
Mucho más importante aún, es que las expresiones faciales de cada
uno de los candidatos políticos afectan de forma importante sus
posibilidades de éxito. ¿No deberían los votantes dejarse llevar más
bien, por la experiencia o la trayectoria intachable de un político?
¿De verdad se dejan llevar por su rostro?
En el año 2010, se hizo un estudio sobre la opinión que se formaba
el público sobre los políticos con sólo ver sus expresiones faciales
[66]. Ese estudio constató algunas cosas interesantes.
Los autores del estudio demostraron que los votantes tienden a
hacer determinados juicios elaborados con respecto a la
personalidad de los candidatos políticos a través de sus expresiones
faciales.
Este juicio es tan poderoso y predecible, que los investigadores que
prestan atención sólo a las expresiones faciales de los candidatos,
hasta pudieran predecir su éxito electoral.
Esto sugiere que, contrario a lo que dicta el sentido común, nosotros
los votantes, dependemos profundamente de las apariencias a la
hora de elegir al candidato por el que votaremos; siendo relegadas
las propuestas, la reputación, o la experiencia de los candidatos.
Eso explicaría algunas cosas.
La razón para este comportamiento que pudiera parecer irracional,
es que instintivamente los seres humanos juzgamos los rasgos de la
personalidad de otros a través de sus expresiones faciales. Es decir,
que establecemos que alguien es ‘bueno’ o ‘malo’, dependiendo de
lo que nos dicen sus expresiones faciales.
Para nosotros, es una experiencia emocional que, en teoría, debería
ayudarnos a reconocer rasgos negativos o positivos en la
personalidad de alguien, y debería permitirnos predecir su conducta
[67], [68] ; cosa que, en el caso de los políticos, es muy difícil de hacer
con éxito.
Por otra parte, en el ámbito de las relaciones personales, este
mecanismo innato en el ser humano también puede suponer un
sesgo que conduzca a un juicio equivocado de las personas con las
que tratamos.
Si observamos una expresión en el rostro de nuestro interlocutor,
inmediatamente tendemos a percibirla como un rasgo de su
personalidad; cuando en realidad puede tratarse sólo de un estado
emocional temporal, que no tenga nada que ver con su personalidad
real [68].
Esa es la razón por la que algunas personas nos resultan
antipáticas cuando las conocemos, pero con el tiempo, puede que
hasta lleguen a ser nuestros amigos.
Nuestra expresión facial, por tanto, no sólo comunicará la emoción
sentida, sino que podrá también sembrar en la mente de nuestro
interlocutor una determinada opinión sobre nuestra personalidad,
sea ésta errada o no.
Ahora conocemos el efecto que tienen las expresiones faciales en
nuestras decisiones y en nuestra percepción de las personas. Pero
¿tendrán nuestras propias expresiones faciales, por sí solas, algún
efecto en nosotros? ¿Puede una sonrisa forzada cambiar nuestro
estado de ánimo?
16.- ¿Sonreír nos beneficia? Cuando sonrío, me siento mejor
Supongamos que estamos molestos por algo, pero alguien nos dice
que respiremos profundamente y hagamos un esfuerzo por sonreír,
¿le parece que ese acto puede tener algún efecto en su estado de
ánimo?
Uno de los descubrimientos más controvertidos de los últimos años,
fue el hecho de que forzar determinadas expresiones faciales,
pudiese generar cambios fisiológicos específicos de la emoción
recreada [69].
Lo que quiere decir que, si nos enfadamos y ponemos cara de
enfado, conseguiremos estar más enfadados. Pero si al enfadarnos,
evitamos de forma deliberada poner cara de enfado, conseguiremos
estar mucho menos enfadados.
Son muchas las personas que empíricamente han experimentado
en sí mismos, que sus expresiones faciales por sí solas, sí afectan
su estado de ánimo.
Sin embargo, en la comunidad científica hay mucho debate en
cuanto a ese asunto; para muchos investigadores, la razón para
este fenómeno es que la expresión facial funciona como una
especie de potenciador de la emoción.
Según algunos estudios, parece estar demostrado que la mera
expresión facial de la emoción genera cambios fisiológicos propios
de la emoción, incluso si el individuo intenta no sentir esas
emociones. Esto propone a la expresión facial como una técnica
muy útil para recrear una emoción particular.
Todo parece indicar que, si estamos molestos y nos obligamos a
sonreír, conseguiremos estar mucho menos molestos; y si estamos
un poco contentos y sonreímos, nos sentiremos aún más contentos.
Por otro lado, hay muchas de personas que no son capaces de
expresar sus sentimientos con su rostro, y de ellas también
podemos aprender. Veamos cómo.
17.- ¿Puede alguien no sentir? Disfunciones emocionales.
Existen miles de personas en el mundo que, por razones físicas o
psicológicas, son incapaces de mostrar algunas o todas sus
expresiones faciales. Son seres inexpresivos que tienen graves
problemas al momento de interactuar con sus semejantes.
La incapacidad para expresar facialmente las emociones puede
deberse a un problema físico específico, o a que el individuo sea
incapaz de sentir la emoción. Es decir, que no sea capaz de sentir,
alegría, tristeza, miedo, asco, etc. Este es el caso de ciertas
enfermedades de índole psicológico.
Existen personas que son capaces de sentir la emoción y hasta
pueden reconocer las emociones en las expresiones faciales de
otros, pero no pueden expresarla en sus propios rostros. Este es el
caso, por ejemplo, de las personas con el síndrome de Moebius, del
que ya hemos hablado.
También existen personas que sufren de un trastorno llamado
alexitimia, término que engloba a un conjunto de rasgos entre los
que se incluye una marcada dificultad para encontrar palabras para
describir las emociones [70], o para hacer coincidir las emociones
con las palabras.
Los resultados de las investigaciones sugieren que el déficit en la
expresión facial es un aspecto fundamental en el estudio de esta
condición psicológica.
En ese mismo sentido, el trastorno del aprendizaje no verbal (NLD),
afecta a uno de cada diez niños con problemas de aprendizaje [71], y
se ha relacionado con la destrucción o la disfunción de la materia
blanca del hemisferio derecho del cerebro [72].
También se han detectado dificultades en el aprendizaje no verbal, y
específicamente en el reconocimiento de las expresiones faciales en
niños con asperger, hiperlexia, el síndrome de Williams, y lesiones
traumáticas del cerebro [73]; incluso en niños con trastorno por déficit
de atención [74]. En todos estos casos, los déficits en la percepción y
expresión de las emociones a través de las expresiones faciales se
muestran en mayor o menor grado.
Al tratar estas disfunciones, hemos aprendido mucho sobre las
expresiones no verbales, y específicamente sobre las expresiones
faciales.
Los datos de las investigaciones sobre las disfunciones apoyan la
afirmación de que las respuestas emocionales no deben evaluarse
únicamente sobre la base de la aplicación rigurosa y literal de su
concepto científico; sino que debe tomarse en cuenta que la
expresión de la emoción está determinada por la intensidad de la
emoción en sí, y por la presencia de otros factores como el contexto
o los aspectos sociales.
Por ejemplo, en el caso de muchos pacientes con trastornos como
los que hemos mencionado, la presencia de otras personas
mientras se expresa facialmente una emoción, parece ser
determinante para que ellos sean capaces o no de expresarla.
Cuando sabemos que tantas personas no pueden expresar sus
sentimientos con sus rostros, tomamos conciencia de lo afortunados
que somos al poder brindar una amplia sonrisa a las personas que
amamos, a nuestra familia, y a nuestros amigos.
Podemos notar lo importante que es poder reconocer cuando un
amigo está triste y necesita de nuestro apoyo; o cuando nuestro
cónyuge está molesto, y debemos actuar con cautela y amor. Miles
de personas no pueden expresarse facialmente, si usted no es una
de ellas, siéntase afortunado.
Y hablando de sonrisas, ¿aparece usted sonriendo en su foto de
perfil de Facebook?
18.- ¿Quién sonríe más en las redes sociales?
El investigador Piortr Szarota, del Instituto de Psicología de la
Academia de Ciencias de Polonia, hizo un estudio en el que se
analizaron 2000 fotografías de 10 países diferentes, publicadas
como foto del perfil en la red social Windows Live Messenger [75].
En ese estudio, Szarota se plantea estudiar las diferencias entre las
fotografías de personas de Europa del este y las fotografías de
personas de la denominada Europa occidental.
Los resultados mostraron una clara diferencia entre las fotografías
de ambos grupos: en las personas de la Europa occidental, había
una marcada preferencia por mostrar una sonrisa en las fotos,
ocurriendo lo contrario en los antiguos países comunistas.
Para este fenómeno, el autor aporta tres posibles explicaciones.
Una primera explicación, sería la existencia de menores índices de
felicidad y satisfacción en las personas de Europa del este, y que
esos índices pudieran estar reflejados en sus fotos.
Una segunda explicación, es la posibilidad de que en las fotos esté
influyendo la cultura de algunos países de Europa del este, donde la
afectividad y la desconfianza se combinan de forma habitual.
Una tercera explicación, vendría dada por la cultura de la sinceridad,
que marcaría que una sonrisa sólo debe ser mostrada cuando
realmente se siente; dándose en los países de Europa del este una
menor presencia de la sonrisa social.
Por último, el autor concluye que existe una mayor presencia de
sonrisas en las fotografías de mujeres que en las fotografías de
hombres, lo cual podría venir justificado por las diferencias de roles
sociales que aún existen entre hombres y mujeres.
Por otra parte, los estudios sobre las expresiones faciales han ido
llevando a los especialistas a un campo enteramente nuevo: El
campo de la detección del engaño.
19.- ¿Sabe distinguir las sonrisas falsas?
Muchas personas contestarían que sí; de hecho, puede que
inmediatamente le venga a la mente alguna persona que conozca y
que le parezca que es un ‘hipócrita’. Pero desde el punto de vista
científico, que es un poco más objetivo, es realmente difícil
diferenciar una sonrisa falsa de una verdadera. ¿Por qué?
Una de las razones principales es la variedad de tipos de sonrisa
que se han identificado. Para hacernos una ligera idea, reconoció 18
diferentes tipos de sonrisas, todas con un significado social diferente
a la expresión espontánea de felicidad que todos conocemos [76].
Según ese estudio, una sonrisa es para reducir la tensión, otra para
ocultar otras emociones y, por supuesto, otra para manipular o
engañar, además de otras quince sonrisas con diferentes funciones
que los seres humanos usamos a diario. ¿Verdad que no somos
conscientes de tal variedad de sonrisas?
Ekman clasificó 18 tipos de sonrisas, pero sugirió que pudiera haber
alrededor de 50 tipos de sonrisas; ya que es una expresión facial
que tiene algunos matices en todas las culturas a lo largo y ancho
de nuestro planeta.
Identificar con exactitud una sonrisa falsa, plantea un reto para
quién se basa sólo en su limitada experiencia personal. Ser capaz
de discriminar con exactitud entre los 18 o quizá 50 tipos diferentes
de sonrisas, con el objetivo de poder reconocer cuando una sonrisa
en particular es falsa, requiere de un poco de entrenamiento
especial.
Aunque la mayoría de nosotros no pretende convertirse en un
‘detector humano de mentiras’, entender que hay tantos diferentes
tipos de sonrisas nos hace más conscientes de nuestra limitada
capacidad, y que, esa capacidad, a veces errada, va a tener mucha
influencia en nuestra interacción social.
Para empezar, necesitamos ser más sensibles a la diferencia entre
las sonrisas que indican una experiencia emocional positiva de
aquellas que sirven a otras funciones comunicativas.
Por ejemplo, imaginemos por un momento que vemos que nuestro
cónyuge sonríe, pero no podemos percibir que esa sonrisa pretende
ocultar que está enfadado, y por error la malinterpretamos como una
expresión de alegría. ¡Podemos empeorar las cosas!
Pero no todo está perdido, cada vez hay más investigaciones que
nos enseñan a reconocer las sonrisas verdaderas. Para
identificarlas, podemos aprender de los estudios de Duchenne [77],
[78].
¿Qué nos enseñan esos estudios?
Estimado lector, para empezar su entrenamiento en el
reconocimiento de sonrisas, debe saber el primer secreto para
diferenciar las sonrisas genuinas de alegría, de las otras sonrisas.
Cuando vea a alguien sonreír, debe observar que no sólo se activen
en su rostro los músculos que intervienen en el movimiento de las
comisuras de los labios, sino que también debe poder ver cuando se
activen los músculos situados alrededor de los ojos que, cuando se
contraen, generan arrugas.
De esta manera, lo que conocemos como ‘patas de gallo’ es el
primer secreto que nos indicará que una sonrisa es verdadera.
Estamos seguros de que, a partir de hoy, comenzará a notar la
diferencia.
Ahora que conoce el primer secreto, sigamos aprendiendo cómo
reconocer a los mentirosos.
20.- ¿Podemos influir en los demás con nuestra sonrisa? La sonrisa de
Duchenne y la persuasión.
Esa sonrisa que ha aprendido a identificar, en la que el musculo que
rodea a los ojos también se activa, generando las patas de gallo, se
llama: “sonrisa de Duchenne”, y es muy importante en el campo de
la detección de mentiras, pues está relacionada de forma
sorprendente con el poder de persuasión.
En un estudio llevado a cabo por Sarah D. Gunnery de la
Universidad Tufts (EE.UU.) y Judith A. Hall de la Universidad
Noreste de Boston (EE.UU.), las autoras investigaron como la
capacidad de producir deliberadamente una sonrisa Duchenne,
puede incidir en la capacidad de persuasión [79].
Los participantes en el estudio tenían que hacer creer a un
experimentador que les gustaba el sabor tanto de un zumo
agradable como el de otro desagradable y, también, que no les
gustaba el sabor de ninguno de los dos jugos con el fin de
persuadirle.
El estudio fue grabado en video, y los resultados mostraron que una
mayoría considerable de los participantes era capaz de producir
deliberadamente una sonrisa de Duchenne y que, en efecto, las
personas con esta habilidad resultaban ser más persuasivas.
Hasta hace poco, la sonrisa de Duchenne se había estudiado sólo
como lectura de una verdadera emoción positiva; pero
recientemente la sonrisa Duchenne se ha convertido en un tema
teóricamente relevante.
Muchas investigaciones han reflejado que la sonrisa de Duchenne
se percibe automáticamente como algo positivo. Una persona que
presenta una convincente sonrisa de Duchenne de manera natural,
o perfectamente fingida (como los actores y algunos políticos), es
percibida como una persona: generosa, extrovertida, competente y
genuina, entre otras valoraciones positivas.
Es muy importante resaltar que hay muchas situaciones sociales en
las que una persona puede elegir mostrar una sonrisa Duchenne
deliberada con fines comunicativos prosociales o benignos. Todos
sabemos que una persona puede ocultar su decepción o desagrado
con una sonrisa de Duchenne para no herir los sentimientos de otra
persona; o porque quiera comunicar que aprecia el favor que otra
persona hizo por ella, aunque en realidad no se sienta realmente
feliz por ello.
Así, en el campo de la detección profesional de mentiras, se sabe
que la sonrisa de Duchenne puede usarse para transmitir un
lenguaje positivo, pero no coincidente con nuestro estado afectivo
en ese preciso momento.
Por ejemplo, un niño puede hacernos un regalo realmente inútil,
pero la mayoría de nosotros lo recibirá con una sonrisa de
Duchenne para no hacer sentir mal al niño, que ha sido generoso
con nosotros. Así, la intención y el mensaje de nuestra sonrisa es
positivo, pero no coincide con lo que realmente sentimos.
Claro está, no todos tenemos la capacidad de producir de forma
deliberada una sonrisa de Duchenne. Las personas que pueden
producirla, no necesariamente la utilizan para un propósito
engañoso ni con fines manipuladores. La mayoría ni siquiera sabe
que tiene la capacidad de producir una sonrisa Duchenne
deliberada.
Lo que realmente nos interesa desde el punto de vista de la
detección de mentiras, es que este es el primer estudio que muestra
que las personas que pueden producir una sonrisa Duchenne son
más persuasivas en contextos sociales distintos e indica que
quienes gozan de esta habilidad reciben múltiples beneficios en sus
interacciones sociales.
¿Quiere decir esto que podemos ser engañados con una sonrisa de
Duchenne falsa? Sí, millones de personas son engañadas con
sonrisas realmente convincentes durante las campañas políticas.
Pero usted puede detectar si una sonrisa de Duchenne es sincera o
no, para eso, necesitará saber más sobre las expresiones faciales.
21.- ¿Qué son las expresiones faciales abortadas?
Las expresiones faciales abortadas son expresiones que se usan
para ocultar nuestros sentimientos, si usted aprende a identificarlas,
estará mejor preparado para negociar en su ambiente laboral y
reconocer las pequeñas mentiras en su entorno profesional [80].
Pero ¿cuáles son las claves para identificarlas? Las expresiones
faciales abortadas serán más fáciles de reconocer si seguimos los
siguientes cuatro parámetros:
Primero: Asimetría. Debemos dividir imaginariamente a la mitad el
rostro de nuestro interlocutor de forma vertical, observando el lado
izquierdo y derecho de su rostro simultáneamente. Así podremos
observar si los mismos músculos de ambos lados dan muestra de
asimetría, es decir, si se activan en distinta intensidad, dando lugar a
una más o menos pronunciada asimetría.
Existen muchos estudios que asocian la asimetría con el engaño y
la simetría con las emociones auténticas; aunque una vez más
debemos decir que este no es un indicador definitorio. ¿Por qué?
Porque ya aprendimos que factores como la genética pueden
determinar algunas expresiones faciales. Por ejemplo, es fácil que
conozca usted a alguien que tenga una sonrisa de medio lado. Miles
de personas en el mundo han heredado una sonrisa asimétrica,
pero eso no significa que su sonrisa no sea auténtica.
La clave estará en observarle en diferentes momentos del tiempo
para determinar si la sonrisa asimétrica se produce siempre o solo
en determinados momentos, si este último es el caso, será un
indicador de ocultación.
Segundo: Tiempo de ejecución. Las expresiones faciales auténticas
aparecen, se mantienen, y desaparecen por completo en menos de
cinco segundos y, en ningún caso, duran más de diez segundos.
Cuando se desencadena una emoción y no existe ninguna razón
que lleve al individuo a encubrir la expresión en su rostro, esas
expresiones verdaderas duran entre 0,5 y 4 segundos, haciendo
participar en la expresión a la mayoría de los músculos de la cara
[81].
En condiciones normales, una expresión que dure más de diez
segundos suele ser una expresión fingida, fruto de la interacción
social o quizá de una mentira. Así que, si observa una convincente
sonrisa de Duchenne, pero la sonrisa dura mucho tiempo, usted
está frente a una buena sonrisa fingida.
Tercero: Sincronización. La sincronización implica armonía. Una
expresión facial auténtica debe coincidir en tiempo con la expresión
corporal y la variación de la voz correspondiente a dicha emoción.
Las emociones son procesos complejos que implican una serie de
respuestas fisiológicas que afectan al tono muscular, la voz y la
actividad del sistema nervioso autónomo [82]. Es un proceso en el
que las emociones arrojan señales internas, y provocan reacciones
externas como las expresiones faciales.
Si la expresión facial surge a destiempo, es decir, después del resto
de las expresiones, es un indicador de que se nos está mintiendo.
Por ejemplo, la persona que dice con la palabra que algo le
sorprende y después pone expresa facialmente esa emoción.
Cuarto: Trayectoria. Cuando una expresión facial es sincera,
desarrolla su ’trayectoria’ (empieza y termina) sin ninguna
interrupción o sin expresiones de contención.
Es decir que, si una persona empieza a sonreír, pero detectamos
que interrumpe la sonrisa, nos damos cuenta de que está tratando
de ocultar esa sonrisa. Por otro lado, si una persona frunce el ceño,
pero luego levanta las cejas, estamos frente a una expresión de
contención.
Todos estos datos son pistas que le ayudarán a ser capaz de
detectar si alguien está procurando engañarle, o está diciendo la
verdad. Pero hay más.
22.- ¿Qué son las microexpresiones?
Las microexpresiones son expresiones en nuestro rostro que se
presentan muy rápidamente, no llegan a durar más de un cuarto de
segundo desde su aparición hasta su desaparición. Pero, a pesar de
su increíble despliegue de velocidad, las microexpresiones son
expresiones que usted puede ver completas en el rostro. En esta
materia es de gran interés el artículo publicado por Matsumoto y
colaboradores [32] en el que nos aporta información de interés
acerca de este fenómeno.
Lo primero que debemos saber es que la aparición de una
microexpresión no siempre va unida a la mentira, puede deberse a
dos diferentes motivos.
En primer lugar, anteceden a la pretensión de ocultar una emoción
o, en otras palabras: aparece una expresión facial fugaz que se
pretender encubrir y, por tanto, podríamos relacionarlo con la
mentira.
Pero, en segundo lugar, una microexpresión también pudiera
aparecer por la presencia de estados mentales rápidamente
procesados, en los cuales no ha existido intención de ocultar
sentimientos.
En el primer caso, cuando una persona pretende mentir, no podrá
evitar que su rostro presente una microexpresión justo antes de la
expresión falsa, llamadas microexpresiones momentáneas por
Haggard e Isaacs o microexpresiones por Ekman y Friesen [83], [84].
Por ejemplo, supongamos que una madre ve que su hijo hace algo
por lo que debe regañarlo; pero a la vez, eso que ha hecho el niño le
parece divertido. En ese momento, la madre se sonreirá durante
menos de un cuarto de segundo, será casi imperceptible, pero será
una sonrisa completa; esa es una microexpresión. Luego, la madre
reprenderá al niño con un regaño. Aunque parezca molesta, en
realidad se siente alegre.
En el segundo caso, una persona puede expresar un pensamiento
con una microexpresión en su rostro, para luego pasar a otro estado
mental y cambiar su expresión facial.
Por ejemplo, supongamos que alguien le dice que le vio caminando
frente al palacio de gobierno; usted quizá haga una microexpresión
de incredulidad en su rostro, pero inmediatamente recuerda que en
efecto usted sí pasó caminando frente al palacio de gobierno la
semana pasada. Su intención no ha sido mentir, más bien, su
proceso de pensamiento es tan rápido que le hace expresarse
facialmente con una microexpresión.
La clave para diferenciar las microexpresiones que revelan que
alguien está tratando de engañarnos, de las microexpresiones que
son consecuencia de pensamientos fugaces será la información
contextual, la información que la situación no ofrezca.
Reconocer la diferencia es muy importante, ya que no todas las
personas desean ocultarnos su verdadero estado emocional. Con
un poco de entrenamiento, nos será posible reconocer a las
personas que son hábiles mentirosos en nuestros procesos de
comunicación.
En resumen, podemos decir que las microexpresiones faciales de
las emociones, muestran lo que en realidad siente una persona en
un momento específico del tiempo. Así, aprender a observar con
cuidado el rostro de la persona con la que conversamos, es un
factor clave a la hora de proporcionarnos información verdadera
acerca de la emoción que está sintiendo o la emoción que pretende
ocultar.
23.- ¿Es fácil detectar las microexpresiones?
Como dijimos, con un poco de entrenamiento, todos podemos
detectar las microexpresiones. Las expresiones faciales de las
emociones básicas son universales; así que sí es posible aprender a
detectarlas [32].
Ahora bien, también existen diferencias individuales entre las
personas que influyen a la hora de expresar y reconocer las
expresiones faciales falsas. Debemos tener en cuenta que nuestras
expresiones faciales están bajo tres influencias muy poderosas: la
filogenética, la experiencial, y la cultural.
La primera es la influencia filogenética, que es simplemente lo que
heredamos debido a la evolución de nuestra especie. Esta sería la
base de la universalidad de la emoción básica en el ser humano.
La segunda influencia es la experiencia. Los científicos la llamamos:
“carácter experiencial”. En este elemento influye la crianza que se
nos ha dado, nuestra familia inmediata, la educación en la escuela,
el efecto de nuestros iguales y todos aquellos aspectos de nuestra
personalidad que hemos desarrollado con el paso del tiempo.
Por ejemplo, hay individuos que acostumbran a mover sólo una
mejilla antes de dar su opinión sobre algo, aclarar su garganta antes
de hablar, o toser una sola vez cuando están nerviosos antes de
hablar. Existen muchas expresiones como éstas que son aprendidas
en nuestro entorno cercano y que no significan necesariamente que
nuestro interlocutor esté mintiendo.
Por eso, puede que por su crianza una persona tienda a pensar por
un instante cada cosa que va a decir, porque lo aprendió de sus
padres. Quizá nos exaspere que sea tan lento para hablar o tal vez
pensemos que esa persona nos oculta algo, cuando, en realidad, se
trata de su ‘carácter experiencial’.
La tercera influencia que dificulta el reconocimiento de las
microexpresiones faciales, es la cultura. La cultura juega un papel
muy importante en la comunicación, numerosos estudios han
comprobado que hay diferencias culturales en la forma e intensidad
en la que se expresan las emociones.
Por ejemplo, en occidente es común lo que llamamos ‘la sonrisa
social’, que es la sonrisa que hacemos por cortesía. Pero en otras
culturas no se acostumbra a sonreír a personas extrañas, e incluso
puede que se considere desagradable, y hasta de mal gusto. Si
desea comprobarlo, pruebe a viajar por el Metro de Moscú
sonriendo a sus congéneres.
Otro ejemplo de la influencia de la cultura sobre la expresión
emocional se encuentra en la cultura japonesa que impone un
estricto control de la expresión emocional cuando se está en público
que llega a anular cualquier expresión facial. Ahora bien, basta
contemplar las escenas retransmitidas por TV del desgraciado
terremoto y tsunami del año 2011 para ver cómo, en situaciones de
alto contenido emocional, ningún entorno cultural es capaz de
reprimir la expresión emocional.
Así, queda claro que todos los seres humanos somos presionados
para ocultar o enmascarar nuestras propias emociones como
consecuencia de la cultura, el contexto en el que vivimos, las reglas
de cortesía, etc. pero la genética, en situaciones emocionalmente
intensa, hace su trabajo [85]. De ahí la importancia de aprender a
reconocer las microexpresiones para tener una ventaja significativa
en el ámbito laboral, empresarial y personal.
24.- ¿Cómo reconocer una microexpresión?
El primer paso para ser capaces de reconocer una microexpresión
es ser observadores. No se trata sólo de mirar a la persona
directamente a los ojos e importunarla; como veremos más
adelante, se trata de saber en qué momento debemos poner
atención a lo que la persona dice y cómo lo dice. Distraernos viendo
el teléfono u otra cosa hará que no podamos observar las
microexpresiones que duran menos de un cuarto de segundo y que
nos darán pistas cruciales para determinar si la persona miente o
no.
En nuestro camino hacia el descubrimiento del engaño, un dato
importante que hay que tomar en consideración, es el hecho de que
pueden surgir dos emociones simultáneas. Así, una persona en
particular pudiera experimentar una emoción y al mismo tiempo la
intención para contrarrestar esa emoción [9].
Por ejemplo, puede que le digamos el precio de nuestro producto a
un cliente y este haga una microexpresión de alegría, pero
inmediatamente actúe con enfado diciendo que nuestro producto es
caro. En ese caso, hay dos expresiones simultáneas, alegría y
enfado. La expresión de enfado es más fácil de notar, pues dura
más tiempo, entre otras cosas porque es falsa y la persona tiene el
deseo que de veamos que está enfadada. Pero la expresión de
alegría duró sólo un instante, y fue enmascarada con el enfado.
¿Qué le dice esta reacción? Si estuvo atento y pudo observar la
microexpresión de alegría justo cuando usted dijo el precio del
producto, sabrá que su producto realmente no es caro, sino que el
cliente está tratando de mejorar aún más el precio.
Ahora bien, para ser un profesional en la detección de mentiras, hay
que hacer algo más.
25.- ¿Es útil la formación para reconocer las microexpresiones?
Carolyn M. Hurley realizó un estudio en la Universidad de Buffalo en
E.E.U.U. con la finalidad de demostrar la efectividad de formarse en
la detección de microexpresiones. Ese fue el primer estudio que
examinó el efecto que tiene el entrenamiento, la exposición, la
motivación y el refuerzo en el entrenamiento para la detección de
microexpresiones y, por tanto, la detección de mentiras [86].
El estudio estaba compuesto por tres grupos en el que se capacito a
un total de 306 personas en la detección profesional de
microexpresiones, y se les evaluó a las tres semanas y luego a las
seis semanas. Esta formación se completó con el empleo de
diferentes técnicas como la descripción, la práctica y la
retroalimentación.
Así que, en sólo seis semanas, 306 personas estaban preparadas
profesionalmente para reconocer la parte más difícil de la detección
de mentiras: las microexpresiones.
Por otro lado, el Dr. David Matsumoto, profesor de psicología social
de la Universidad Estatal de San Francisco, y su equipo; diseñaron
una serie de herramientas de capacitación para mejorar la habilidad
en la lectura de microexpresiones y expresiones faciales sutiles de
la emoción que ayudan a encontrar la verdad en testimonios,
declaraciones, entrevistas e interrogatorios, y, por tanto, a ser más
precisos y más eficientes en el trabajo que se desempeñe.
Además, el equipo dirigido por Matsumoto ha demostrado que esas
herramientas de instrucción producen un beneficio fiable al finalizar
la formación y, lo más importante, que éste perdura en el tiempo
más allá de la sesión de entrenamiento. [87].
26.- ¿En qué ámbitos es interesante reconocer las microexpresiones?
Incrementar nuestra capacidad para percibir e interpretar estas
rápidas expresiones mejorará nuestra habilidad para interactuar
socialmente; porque nos permitiría comprender mejor el verdadero
estado de ánimo de las personas. Aprenderemos a “interpretar a los
demás”, cosa especialmente importante para, por ejemplo, los
agentes de seguridad, el personal médico, los negociadores
profesionales y en cualquier ámbito empresarial en el que haya
interacción cara a cara [88].
En el caso de los agentes de seguridad, saber sobre detección de
mentiras y ser capaces de reconocer las microexpresiones, les
permitiría prever más acertadamente las intenciones de un
sospechoso, mejorando su propia seguridad y la de los ciudadanos.
Por otro lado, el personal médico entrenado para reconocer las
microexpresiones sería capaz de orientarse más profundamente a la
hora de entrevistar a sus pacientes, lo que redundaría en
tratamientos médicos más acertados, mejorando los tiempos de
recuperación y el uso de los recursos.
En el ámbito empresarial, conocer el verdadero estado anímico de
los empleados y las personas con las que debemos negociar todos
los días, hará que alcancemos nuestros objetivos más
eficientemente. Por ejemplo, haremos nuestras negociaciones en el
momento justo y no gastaremos nuestro tiempo tratando de
negociar en el momento menos oportuno.
Cuanto más acertada sea la información sobre el verdadero estado
emocional de nuestro interlocutor, mejores serán las bases que
tendremos para que exista una mayor cooperación que
desemboque en negociaciones y relaciones laborales más
productivas.
Además, el entrenamiento adecuado, dirigido por profesionales, le
ayudará a evitar una mala costumbre en la que caen los malos
detectores de mentiras: la hipervigilancia.
27.- ¿Es positivo observar a los demás? La hipervigilancia.
¿Se imagina conversar con alguien que le mire directamente sin
apenas parpadear, que no le quite los ojos de encima ni siquiera por
un instante? Si es una persona del sexo opuesto que a usted le
parece atractiva, puede que no le incomode mucho; pero ¿y si es su
jefe quién le mira de esa forma? ¿Cómo se sentiría si su jefe no le
quitara los ojos de encima buscando una señal de que usted le
miente?
La hipervigilancia en la detección de señales no verbales puede ser
muy perjudicial para las relaciones interpersonales [32]. Es como
tener un amigo psicólogo que constantemente nos está analizando;
todos sabemos que nadie quiere ser analizado sin su
consentimiento.
El entrenamiento adecuado en la detección de mentiras le ayudará a
reconocer, de forma natural, las diferentes señales que le darán una
idea de lo que realmente siente su interlocutor sin importunarlo con
la hipervigilancia.
Además, reconocer las señales no verbales de forma natural hará
que usted mismo no quede exhausto después de una negociación
laboral y que, además de reconocer las señales, usted también
pueda pensar en la negociación en sí, y no termine demasiado
distraído en la hipervigilancia.
Esto es muy importante, pues la habilidad para leer las expresiones
faciales, o los diferentes comportamientos no verbales, es sólo una
herramienta de comunicación. Lo importante es lo que usted haga
con esa información durante la conversación con su interlocutor.
Lo que se espera con un buen entrenamiento, es que usted aprenda
cuándo es el momento preciso para observar las señales,
adaptando su propia conducta y estilo de comunicación al proceso
de detección de señales no verbales. Así, la conversación podrá fluir
naturalmente, y su interlocutor no se sentirá hipervigilado.
28.- ¿Vale la pena entrenarse para reconocer las señales no verbales?
Como ya hemos aprendido, detectar el verdadero estado emocional
de una persona es una habilidad importante, una herramienta muy
útil para hacer evaluaciones de credibilidad y engaño.
Desde la década de los 70 del siglo pasado, a raíz de las
investigaciones de Paul Ekman y sus colaboradores, se ha dado
lugar a un intenso debate a favor y en contra de la formación para la
detección de los verdaderos estados emocionales. Algunos
investigadores creen que el entrenamiento en la detección de
mentiras es inútil, pero otros aseguran que es muy útil para muchas
profesiones, sobre todo en el área de la seguridad.
Un ejemplo que nos demuestra la importancia de este
entrenamiento es una investigación llevada a cabo por David
Matsumoto y por Hwang Sung; que fue financiada por medio de una
subvención del Instituto de Investigación del Ejército y de la Oficina
de Investigación Científica de la Fuerza Aérea estadounidense.
Esta financiación por parte del ejército pone en evidencia la
importancia que tiene en reconocimiento de las microexpresiones en
materia de seguridad [89].
Para el primer estudio, Matsumoto y sus colaboradores conformaron
dos grupos de personas, todos con la profesión de vendedor; estos
participaron en una conferencia en la cual se les impartía
conocimientos básicos sobre reconocimiento emocional. Un grupo
recibió una sesión de entrenamiento adicional de una hora
específico en microexpresiones, por un formador experimentado.
Como era de esperarse, los resultados mostraron una capacidad de
reconocimiento significativamente mayor en el grupo que recibió el
entrenamiento adicional. Sin embargo, es interesante observar que
el programa de capacitación produjo mejoras sociales y de
comunicación en ambos grupos, según una evaluación que fue
realizada a los participantes dos semanas después del programa.
Para el segundo estudio, se escogió a participantes que eran
abogados y psicólogos; usando la misma metodología del primer
estudio, con resultados similares.
Estos estudios demuestran que sin importar cuál sea la rama
profesional en la que nos desenvolvemos, nos será muy útil
aprender a reconocer los estados emocionales a través de las
expresiones faciales. Recibir entrenamiento profesional con una
metodología comprobada, hará para nosotros mucho más que sólo
escuchar una conferencia; nos convertirá en personas capaces de
interpretar de manera acertada las señales de que estamos frente a
alguien que trata de ocultar o disimular lo que realmente piensa o
siente.
29.- ¿Puede influir el mensaje verbal en nuestra percepción de lo no
verbal?
¿Una sonrisa, será siempre una sonrisa? ¿O dependerá de lo que
escuchemos decir a la persona que se sonríe?
Algunos experimentos en el campo de la comunicación han
demostrado que la percepción del significado de una expresión
facial puede ser modificada por el contexto verbal de quien emite la
expresión facial.
En otras palabras, lo que decimos y especialmente cómo lo
decimos, puede cambiar el significado de nuestras expresiones
faciales. Los investigadores llamamos “Contexto Verbal Personal”
(CVP), a este conjunto de verbalizaciones (palabras o sonidos) que
resumen el conocimiento que el observador tiene acerca de la
persona que produce una expresión facial específica.
Por eso, vale la pena conocer los resultados del estudio con una
muestra compuesta por 56 estudiantes de psicología de la
Universidad Camilo José Cela de Madrid.
En el experimento se analizó si la información previa que el
observador tiene de una persona puede llegar a contextualizar la
información procedente de su expresión facial, cambiando de alguna
forma la interpretación del observador.
Respecto a las conclusiones de este experimento, se observó el
efecto que el contexto verbal referido a la vida de la persona tiene
sobre el reconocimiento posterior de la emoción. Los resultados
obtenidos permiten concluir que cuando tenemos información
positiva de una persona que está expresando tristeza se produciría
un deterioro en la capacidad del perceptor para reconocer dicha
expresión, es decir, le percibimos como menos triste.
Sin embargo, el efecto contrario no se ha producido, es decir,
cuando tenemos información negativa de una persona que está
expresando alegría no se produce un deterioro en el reconocimiento
de dicha emoción.
Quizá esto se deba a la elevada importancia de la sonrisa en la
percepción de la emoción de alegría. La sonrisa facilitaría su
reconocimiento con cierto grado de independencia respecto al
contexto.
Este estudio dejó claro que es en el contexto social donde la
expresión facial adquiere su verdadera funcionalidad; pues el
contexto social aporta información adicional que permite una mejor
interpretación de las expresiones faciales, facilitando la coordinación
de las interacciones sociales [81], [90].
En resumen, estos estudios nos enseñan que, para interpretar
correctamente una expresión facial, e inclusive para detectar si es
en efecto una expresión genuina o una falsa, debemos prestar
atención al contexto verbal.
Ahora, pongamos manos a la obra. Los negociadores profesionales
saben desde hace mucho tiempo, que pueden lograr muchas cosas
si fingen que están enfadados. Pero usted ya está preparado para
detectarlo.
30.- ¿Es positivo negociar con expresiones faciales de enfado?
Las expresiones faciales de enfado son muy útiles en los procesos
de negociación. Claro está, los negociadores profesionales saben
cómo, cuándo y de qué manera usarlas. Pero además de aprender
eso, usted aprenderá como reconocer que son para manipularle.
Los autores Lawrence Ian Reed y Steven A. Pinker de la
Universidad de Harvard (EE. UU.), y Peter DeScioli de la
Universidad Estatal de Nueva York (EE. UU.), tienen algo que
enseñarnos sobre las funciones de las expresiones de enfado [91].
Es verdad que una cara de enfado puede incrementar las
hostilidades y llevar a un comportamiento destructivo, llegando
incluso a la violencia. Pero, por otro lado, existe la hipótesis de que
las expresiones faciales de ira servirían para mantener la paz,
transmitiendo las expectativas sociales y los límites personales; en
otras palabras, la amenaza de agresión puede evitar la agresión
real. Esto es fácil de entender si miramos al mundo bélico. Los
grandes estrategas saben que la guerra no se gana en el campo de
batalla, una simple demostración de poder puede contribuir a ganar
la guerra o, mejor aún, a no iniciarla. Esto es lo mismo que ocurre
con las expresiones faciales de ira, pueden ser demostraciones de
poder que eviten el confrontamiento violento.
Así, los investigadores de Harvard han comprobado un punto
interesante para nosotros, llevando esta teoría al mundo
empresarial: que las expresiones de enfado funcionan como
amenazas creíbles en las negociaciones.
Las expresiones de enfado se producen cuando dos individuos
tienen intereses encontrados, como el precio de venta de un
producto, pero también pueden tener un interés común: llegar a un
acuerdo.
Los resultados de los experimentos apoyan la hipótesis de que las
expresiones de enfado no son vistas como simple palabrería, sino
que son percibidas como señales honestas de la voluntad de la
persona de llevar a cabo una amenaza.
Un sorprendente aspecto de estos hallazgos es el efecto de la
expresión de enfado fingida. Aunque la ira no sea sincera, los
participantes la trataron como si fuera genuina. ¿Por qué? Porque
no eran capaces de detectar que se trataba de una simulación.
Los negociadores experimentados saben que, los tratos no solo se
ven afectados por el interés propio racional, sino que se ven
igualmente influidos por las reacciones emocionales de las partes,
incluyendo las percepciones acerca de cómo valora cada parte el
bienestar de la otra.
Si usted aprende a detectar las expresiones abortadas y sobre todo
las microexpresiones; podrá notar el verdadero estado de ánimo del
negociador, que por muy experimentado que sea; no podrá ocultar
una microexpresión involuntaria de menos de un cuarto de segundo.
El entrenamiento en el reconocimiento de las microexpresiones le
dará una ventaja real para negociar, y ya usted no será presa fácil
para negociadores experimentados.
31.- ¿Cómo expresamos las emociones en el trabajo?
Todos los investigadores queremos acercarnos lo más posible a la
cotidianidad, por eso, somos tan entusiastas con los estudios de
campo que nos sacan de nuestros laboratorios y oficinas.
Para estudiar la interacción entre los empleados dentro de su lugar
de trabajo, los autores: Judith A. Hall y Gregory B. Friedman de la
Universidad Northeastern de Boston (USA), estudiaron a 96
empleados y alumnos de dicha universidad, tanto mujeres como
hombres [92].
Prestemos atención a cómo los resultados de su investigación
pueden orientarnos para reconocer en qué estriban las diferencias
entre empleados, y cómo esas diferencias nos ayudan a interpretar
de forma correcta los comportamientos, en base a lo que ya
conocemos sobre la detección de estados emocionales.
Los empleados y alumnos fueron fotografiados por parejas en dos
situaciones: primero, mientras conversaban sobre su trabajo de
manera espontánea y, segundo, mientras posaban mirando hacia la
cámara deliberadamente. En las fotografías, los investigadores
lograron codificar hasta ocho comportamientos no verbales.
Las mayores diferencias en el estado psicológico de las personas
fueron detectadas en la inclinación de la cabeza y la barbilla, la
posición de los codos sobre las piernas o el mobiliario, las sonrisas
o el movimiento de las cejas, mientras que las principales
diferencias relativas al sexo fueron encontradas en las posturas
sonrientes y/o erguidas y en las interacciones personales
establecidas durante el experimento.
En este estudio, los miembros de la universidad seleccionados
mantuvieron una conversación con alguien de su departamento
mientras eran fotografiados. Cuatro imágenes fueron tomadas a
intervalos no anunciados (fotografías espontáneas). Tras esta
charla, se pidió a los participantes que miraran ya directamente a la
cámara para realizar una fotografía final (fotografía preparada).
Hombres y mujeres difirieron mucho en sus comportamientos no
verbales. Las mujeres sonrieron y miraron más fijamente, se
apoyaron inclinándose hacia adelante con mayor frecuencia, y se
aproximaron y tocaron a los otros con más atención y cercanía. Y un
detalle interesante, es que tendieron a sonreír más que los hombres
cuando la situación en la que se encontraron infería tensión,
preocupación o se sintieron cohibidas.
Note que las mujeres sonrieron más en momentos de tensión; con lo
que ha aprendido, puede inferir que esas sonrisas no eran de
Duchenne (ver punto 19 de este libro); sino que trataban de
enmascarar su nerviosismo.
Los investigadores también documentaron que ocurría con los
docentes como personas con diferente rango dentro de la
universidad (ahora se comparaba empleados, docentes y alumnos).
Éstos actuaron de manera diferente ante las dos situaciones
planteadas en el experimento y generaron en estudiantes y
empleados un efecto sobre su conducta.
Por ejemplo, las personas de menor estatus manifestaron gestos
que indicaron mayor tensión en su postura, como mantener una
postura erguida que revelaba tensión e incomodidad. La falta de
coherencia entre el estado real y la sonrisa denotaba que ésta
suponía un síntoma de querer agradar por parte de empleados y
alumnos.
Ya estudiamos que las sonrisas verdaderas deben estar en
‘sintonía’, o tener coherencia con las demás expresiones corporales;
los investigadores notaron esa diferencia y ahora usted también
puede notarla. Tome en cuenta que sobre todo se encontraron esas
sonrisas en empleados y alumnos, es decir, en el rango inferior
dentro de la empresa.
Las personas de mayor rango, por el contrario, sonrieron con más
naturalidad, revelando más comodidad y despreocupación. Ellas
tendían a apoyar el codo en la pierna o en el mobiliario demostrando
un estado de más relajación.
Por lo tanto, sonreír puede tener significados psicológicos muy
diferentes en función de las variables que queramos tener en cuenta
y apliquemos en cada experimento. En las fotografías preparadas,
las personas generalmente levantaron sus cabezas y sus cejas, y
sonrieron mucho más que en las fotografías espontáneas hechas
anteriormente.
Por una parte, esto se debe a que el estado emocional personal de
los participantes había cambiado como consecuencia del desarrollo
natural de la conversación previa. Además, el efecto sonriente
demostraba que las personas occidentales tenemos una fuerte
inclinación y hábito de “sonreír siempre ante una cámara.”
Hablando sobre las posibles diferencias de comportamiento en
función del sexo, en el estudio no se observó demasiada disparidad.
Sí resultó evidente que las mujeres procuraban sonreír más, pensar
más a la hora de establecer una postura e inclinaron su cuerpo
hacia delante con mayor asiduidad que los hombres.
Además, en el caso de las fotografías preparadas, los participantes
sonrieron y se tocaron más cuando la persona de inferior rango era
de sexo femenino. Ahora bien, cuando ambas participantes eran
mujeres, el gesto de sonreír fue infrecuente en las fotografías
espontáneas, pero estuvo muy presente en las fotografías
preparadas. Interesante, ¿verdad?
Esto puede significar que, quizá, las mujeres estén más
concentradas que los hombres en el desarrollo de tareas
coloquiales, ya que sus caras resultaron ser más serias que las de
sus compañeros en la misma circunstancia, mientras mantenían las
conversaciones de trabajo.
Otra posibilidad es que las mujeres sean más conscientes que los
hombres sobre los comportamientos que es necesario llevar a cabo
en las diferentes situaciones cotidianas y se ajustan más a las
normas correspondientes propias de cada tarea. Esto se refleja en
que ellas mostraron un proceder más formal y serio durante la
charla sobre el trabajo y, sin embargo, una conducta más agradable
y relajada durante la fotografía preparada que los hombres.
En resumen, este estudio reveló que algunos comportamientos no
verbales varían con el estado personal, con la variable fotografía
espontánea o preparada y según el sexo de los participantes. Sin
embargo, pruebas de las interacciones entre todos estos factores
indican también que resultaría complicado generalizar sobre cada
una de estas variables por separado en relación al comportamiento
no verbal.
A partir de mañana, empiece a observar en su propio lugar de
trabajo lo que estos investigadores descubrieron: ¿Puede percibir la
diferencia en las sonrisas de los jefes y los subordinados? ¿Observa
que cuando dos compañeros varones hablan sobre trabajo sonríen
más que cuando se trata de dos mujeres? ¿Puede percibir la
diferencia entre una sonrisa nerviosa y la sonrisa sincera de
Duchenne? Ser observador será la primera parte de su aprendizaje
hasta que reciba entrenamiento profesional.
En cuanto a las expresiones faciales, hay un tema que, aunque no
tiene que ver con la detección de mentiras, seguro captará su
atención.
32.- ¿Cómo son nuestras expresiones faciales durante la excitación
sexual?
Los autores José Miguel Fernández-Dols, Pilar Carrera y Carlos
Crivelli de la Universidad Autónoma de Madrid (España), hicieron un
interesante estudio acerca de las expresiones faciales comunes
mientras se experimenta la excitación sexual [93].
Los recientes avances en el estudio del comportamiento sexual
humano y su base neuronal han hallado que la excitación sexual
implica no sólo procesos motores y somatosensoriales sino también
procesos cognitivos y emocionales.
Son esos componentes cognitivos y emocionales de la excitación
sexual, los que nos conducen a la interesante pero relativamente
olvidada pregunta: ¿Existe una expresión facial para la excitación
sexual?
Los investigadores Masters y Johnson aportaron un estudio muy
exhaustivo de observación de las expresiones faciales de excitación
sexual. Ellos observaron una fase de intensa excitación sexual
anterior al orgasmo llamada: “fase de meseta”, en la que se vieron
“fruncimientos de ceño, gruñidos o muecas”; además de
“contracciones de la musculatura que rodea la boca” y, más
adelante en esta fase, apertura de la boca [94].
Una característica notable del registro de Masters y Johnson es que
los términos elegidos (“fruncimientos de ceño”, “gruñidos” y
“muecas”) sugieren que las expresiones faciales durante la
excitación sexual son similares a las expresiones faciales calificadas
normalmente como expresiones de dolor.
Un sitio web (http://www.beautifulagony.com), muestra más de mil
vídeos cortos de voluntarios que han grabado su propia conducta
facial mientras llevan a cabo una conducta sexual (probablemente
de auto-manipulación) y a continuación alcanzan el orgasmo.
El sitio web proporciona instrucciones detalladas para aquellos que
quieren publicar sus vídeos, incluidas las instrucciones sobre la
posición de la cámara y las luces y, lo más importante, una petición
explícita para evitar la exageración o simulación.
Para los investigadores, estos vídeos son una valiosa fuente de
información sobre la expresión facial durante el ciclo sexual; pues
proporcionan una oportunidad para probar la exactitud de la
descripción de Masters y Johnson y para obtener una descripción
más precisa de las expresiones faciales observadas a través de un
sistema científico de codificación estándar, llamado Sistema de
Codificación de Movimientos Faciales (en inglés FACS), que codifica
los movimientos musculares según los cambios visibles en la
superficie de la cara.
Está claro que este trabajo se ve afectado por los problemas de
cualquier estudio de campo: En primer lugar, los individuos de la
muestra están auto-seleccionados; por eso, no se puede excluir un
posible sesgo debido a, por ejemplo, el predomino de ciertos rasgos
de personalidad en los remitentes, como la extroversión.
Sin embargo, se ha descubierto que la personalidad de los
individuos no afecta al patrón específico para otras expresiones
faciales, aunque sí afecta a la frecuencia de algunas expresiones y
el grado de expresividad.
En segundo lugar, la muestra de la página web tiene más mujeres
que hombres. Este desequilibrio podría haber puesto en peligro los
hallazgos acerca de las diferencias de género, y cuestionar la
validez de las diferencias mínimas que se han encontrado. Sin
embargo, en sus estudios, Masters y Johnson informaron sobre la
ausencia de diferencias de género en los patrones de expresiones
faciales durante la excitación sexual.
En tercer lugar, aunque todos los registros analizados muestran
sujetos que alcanzaron la excitación sexual a través de la auto-
manipulación, se desconoce de qué forma se estimularon ni lo que
pasó detrás de las cámaras.
A pesar de sus limitaciones, estos experimentos sí nos ayudan a
responder la pregunta de si existe una expresión facial para el dolor.
Los resultados muestran que existe mucha actividad facial durante
las fases de meseta y orgasmo de la excitación sexual.
¿Es la expresión de la excitación sexual similar a la expresión de
dolor? Sí, los hallazgos confirman las observaciones acerca de la
semejanza entre la expresión de dolor y la expresión de excitación
sexual. Los movimientos faciales individuales y conjuntos
observados son sorprendentemente similares a los definidos como
expresión de dolor.
¿Existe un significado psicológico de la expresión de excitación
sexual? La excitación sexual y el orgasmo están relacionados con
las “áreas de recompensa” de los ganglios basales, al igual que la
percepción de otros estímulos positivos no sexuales agradables,
como alimentos, imágenes, expresiones amistosas, recuerdos
felices o suaves roces.
Los investigadores han encontrado que algunas áreas corticales y
subcorticales del cerebro que se activan durante la excitación sexual
están relacionadas no sólo con la entrega de recompensas, sino
también con la percepción de los estímulos emocionales, y el
procesamiento autónomo y emocional.
Las investigaciones actuales en neurociencia describen la excitación
sexual humana como una experiencia multidimensional que implica
la estimación de un estímulo como incentivo sexual, la cualidad
afectiva específica de la experiencia y el comportamiento dirigido a
un objetivo.
¿Estamos hablando de expresiones faciales de comunicación
sexual? Como investigadores, no podemos negar la relevancia
comunicativa de la conducta facial durante la excitación sexual.
Desde un punto de vista evolutivo, el carácter único del coito
humano cara a cara indica que es posible que las expresiones
faciales de excitación sexual tengan un valor comunicativo en los
seres humanos.
Muchos movimientos faciales parecen tener un significado
emocional, y no hay ninguna ventaja evolutiva en el envío de
señales no reconocidas.
Puede que alguien piense que la expresión facial relacionada con la
excitación sexual sea sólo una tensión muscular sin contenido
comunicativo alguno; sin embargo, siendo la excitación sexual una
actividad de tal importancia para la supervivencia de la especie,
debemos preguntarnos: ¿Existe entonces alguna razón para atribuir
un significado emocional específico a las muecas, gruñidos, o
fruncimientos de ceño que aparecen en otras situaciones altamente
excitantes?
Si fuese así, el comportamiento facial relacionado con el dolor
podría considerarse meras acciones no expresivas causadas por
movimientos espasmódicos de los músculos. Y, siguiendo la misma
línea de razonamiento, los fruncimientos de ceño, los gruñidos o las
muecas tradicionalmente vinculados al enfado o a la repulsión
podrían ser asimismo signos no específicos de tensión muscular
carente de intención comunicativa.
Todos sabemos que las expresiones de dolor, enfado o repulsión
tienen un significado comunicativo, y esto también debe aplicar a las
expresiones de excitación sexual.
En definitiva, lo más probable es que la expresión facial de
excitación sexual tenga un significado psicológico, es decir, que la
expresión específica del sexo sea interpretada por el cerebro
observador, sea que este se percate de ello forma consciente o no.
El proceso sexual es similar en todos los seres humanos, así que
cabe preguntarnos: ¿Será ese proceso de comunicación facial
consciente o inconsciente el que marca la diferencia al momento de
disfrutar más de las relaciones sexuales? Estamos seguros de que,
con el tiempo, el trabajo de más investigadores nos irá aclarando el
panorama sobre las expresiones faciales sexuales.
Conclusiones
En este capítulo, ha aprendido datos muy interesantes sobre las
expresiones faciales, además, ha aprendido a reconocer las
expresiones faciales falsas. Claro está, para ser un profesional,
usted necesita entrenamiento profesional, pero en este punto ya
posee información que muy poca gente tiene acerca de la detección
de mentiras.
En el capítulo siguiente analizaremos el interesante mundo de los
gestos, las posturas y los movimientos corporales, para conocer qué
nos dicen sobre las personas.
Capítulo 4: Expresión corporal
33.- ¿Qué es la Kinesis?
La kinesis (o Cinesis), es “el universo de las posturas corporales, de
las expresiones faciales, de los comportamientos gestuales, y de
todos aquellos fenómenos que oscilan entre el comportamiento y la
comunicación” [95].
Así, dentro de la kinesia se incluyen aspectos como la orientación
del cuerpo con relación al interlocutor, las posturas corporales, los
gestos, la expresión facial, los movimientos de ojos y cejas, o la
dirección de la mirada.
El movimiento corporal es el eje central de la kinesis, y el autor más
destacado en ocuparse de ese ámbito fue Ray Birdwhistell (1952),
quien acuñó el término “kinesis” para referirse al estudio del
comportamiento corporal como forma de mantener y regular las
interacciones humanas; englobando bajo dicho concepto a los
gestos, las posturas corporales, los movimientos de la cabeza y de
las extremidades (brazos, manos, piernas y pies); así como las
expresiones faciales [96].
En este libro, hemos empezado hablando de la expresión facial,
para ahora analizar las posturas y los gestos; pero eso no quiere
decir que todas esas expresiones de lenguaje no verbal deban
estudiarse por separado. Nosotros pensamos, como Patterson, que
el sistema no verbal funciona de forma coordinada e integrada,
siendo el efecto global mayor que la suma de las partes [97].
Por ejemplo, alguien puede decir que algo es muy pequeño, y cerrar
un poco sus ojos para enfatizar lo pequeño que es; pero usted podrá
entender que tan pequeño es, si puede ver sus manos; cuando le
muestre la medida usando, por ejemplo, sus dedos índice y pulgar.
Por eso, nunca debemos tratar de buscar el significado de un
comportamiento no verbal basándonos en los distintos elementos
(expresiones faciales, posturas y gestos) de forma aislada; más
bien, debemos basarnos en toda la información combinada que nos
llega por los distintos canales.
Esto es especialmente importante en el campo del análisis de
conducta. Por ejemplo, para los especialistas en kinesis, el
significado de una mirada va a depender de la combinación de
varios elementos diferentes: como la expresión facial que le
acompaña, la distancia con el interlocutor, la postura, y los
movimientos corporales que se están llevando a cabo en ese
momento, entre otras variables.
34.- ¿Qué sabemos del comportamiento kinésico?
El movimiento corporal o kinésico ha sido ampliamente estudiado a
partir de mediados del siglo XX. Efrón estudió la influencia del
contexto cultural y de la herencia biológica en los hábitos gestuales;
demostrando que la influencia del medio (cultura, crianza,
costumbres) es más determinante en el caso específico de los
gestos y posturas corporales, que la herencia biológica o racial [98].
Ray Birdwhistell, en su obra: “El lenguaje de la expresión corporal”
[99], plantea que el movimiento corporal es una forma aprendida de
comunicación, pautada dentro de cada cultura y susceptible de
analizarse en forma de sistema ordenado de elementos.
Birdwhistell también señala la dificultad que existe a la hora de
sistematizar los movimientos corporales, ya que un movimiento
puede no tener significado alguno en cierto contexto y, por el
contrario, ser extremadamente significativo en otro contexto de
comunicación.
Además, el autor señala a la importancia de tomar en cuenta el
entorno cultural en el que se produce el movimiento corporal, ya que
influye de forma decisiva en su descodificación y significación.
Sabemos que el comportamiento comunicativo humano está
implicado tanto en su vertiente social, como en su vertiente
expresiva [100], [101] . En este sentido, existen dos escuelas
diferentes sobre los movimientos corporales que vienen a
complementar ambas vertientes.
Por un lado, está la escuela antropológica, que se centra más en el
estudio de las implicaciones comunicativas de la kinesis humana en
relación con los procesos sociales de integración, cohesión y
regulación.
Por otro lado, está la escuela psicológica, que se centra en el
estudio de los gestos, posturas y movimientos corporales como
forma de expresión de las emociones y, además, se ocupa del
reconocimiento de las emociones fingidas.
35.- ¿Qué son la kinesiología y la kinemática?
La biomecánica es la ciencia que examina las fuerzas interiores y
exteriores que actúan sobre el cuerpo humano y los efectos
producidos por ellas. Esta rama se apoya en las ciencias
biomédicas y tecnológicas.
Por otro lado, ya aprendimos que la kinesiología es la ciencia que
estudia el movimiento. A ese movimiento lo llamamos: kinética, o
como lo describieron Eco y Volli, kinética es: “el universo de las
posturas corporales, de las expresiones faciales, de los
comportamientos gestuales, y de todos aquellos fenómenos que
oscilan entre el comportamiento y la comunicación” [95].
Tanto la kinesiología como la biomecánica son ciencias que
debemos tomar en cuenta los que buscamos analizar y descifrar la
estructura y las funciones del sistema osteomuscular en el cuerpo
humano, y su influencia sobre la comunicación.
El movimiento del cuerpo se puede estudiar haciendo especial
referencia tanto a las posturas como al movimiento del cuerpo, lo
que Bull llamó ‘kinemática’ [102].
Las posturas y los movimientos se miden de manera automática a
través de la ‘dinámica’; que es la que mide las causas y la relación
del movimiento, y a su vez, está compuesta por la ‘kinética’
(movimiento) y por la ‘estática’ (equilibrio).
Así que, podemos resumir que la kinemática es la rama de la física
que estudia las leyes del movimiento, la posición y la trayectoria. Y
la ‘dinámica’, es la parte de la mecánica que estudia la relación del
movimiento, incluidas las causas que lo producen; usando la
‘kinética’, que sería el movimiento en sí mismo, y la ‘estática’, que
sería el equilibrio corporal.
36.- ¿Es lo mismo una postura que un gesto?
Llamamos postura corporal a la disposición del cuerpo, o sus partes,
con relación a un sistema de referencia predeterminado [103]. Ese
sistema de referencia puede estar determinado por otro elemento
del mismo cuerpo, por el resto de nuestro cuerpo, o por otros
cuerpos de otros individuos con los que estemos interactuando en
ese momento.
De esa forma, postura y gesto están íntimamente relacionados, ya
que pueden implicar a las mismas partes del cuerpo. Sin embargo,
‘la postura’ será relativa a una ‘posición estática’, y a la ‘postura
dotada de movimiento’ la llamaremos ‘gesto’.
37.- ¿Cada persona tiene su propia postura?
A todos nos ha sucedido que, si sólo echamos un vistazo, podemos
reconocer a alguien que conocemos bien, aunque esté de espaldas.
De hecho, podemos reconocerlo de entre varias personas, ¿por
qué?
No sólo tiene que ver con la forma de su cuerpo, también tiene que
ver con su ‘postura corporal’.
Según Deutsch, cada persona tiene una postura básica que le
caracteriza en estado de reposo, y siempre vuelve a esa postura
después de moverse [104]. ¿Lo había pensado?
Además, esa postura característica en reposo puede darnos mucha
información sobre nuestras relaciones sociales y la estructura de
una interacción [105], [106] .
Lo más interesante, es que los movimientos corporales pueden
poner de manifiesto las motivaciones, actitudes, intenciones y
reacciones, voluntarias e involuntarias, conscientes e inconscientes
de las personas con las que hablamos. Así, los movimientos
corporales también pueden ayudarnos a entender lo que realmente
quieren decirnos y hasta reconocer cuando se nos está mintiendo.
Ya aprendimos que hay numerosos estudios científicos sobre
expresión facial, pero, por el contrario, hay relativamente pocos
estudios sobre la postura corporal y los gestos.
Esta escasez de estudios sistemáticos ha dado pie a numerosas
interpretaciones sobre el significado psicológico de la postura
corporal y los gestos en libros y publicaciones que tratan la temática
de la comunicación no verbal y el lenguaje corporal.
Por esa razón, nuestro objetivo en este capítulo es informarle sobre
lo que ha podido comprobarse científicamente por medio de
estudios sistematizados, y no sobre teorías subjetivas.
38.- ¿La postura cambia con el estado de ánimo?
Erving Goffman [107] estudió las reglas posturales que regían los
distintos encuentros entre el personal de un hospital psiquiátrico. El
investigador encontró que para los sujetos de estatus más elevado
existía una menor rigidez de reglas, presentando una gama de
posturas más amplia que la de los sujetos de un estatus inferior.
Si hacemos una diferencia entre posturas ‘dominantes-superiores’ y
‘sometidas-inferiores’; un porte erguido, con la cabeza echada hacia
atrás (altivez) y las manos sobre las caderas (deseo de ocupar
mayor espacio), podría interpretarse como cierto deseo de
dominación.
En condiciones normales, la postura que se adopta es involuntaria y
puede intervenir en mayor o menor medida en el proceso de
comunicación. Algunos autores han mostrado la vinculación
existente entre la postura corporal y las actitudes, situaciones y
contextos sociales, como Charlotte Wolf [108], Scheflen y Scheflen
[101], Nierenberg y Calero [100] o Ray Birdwhistell [99].
Pero también sabemos que la postura y los movimientos corporales
guardan vinculación con las emociones que sentimos y que de
alguna manera las reflejan. En este sentido, existen evidencias que
ponen de manifiesto que la postura varía con el estado emotivo del
individuo, especialmente a través de la dimensión tensión-relajación
[109], [110].
Para Mehrabian, además, existe una clara relación entre la postura
que tomamos y la actitud que mantenemos hacia nuestro
interlocutor. Así, si nuestro interlocutor es de un estatus superior,
nos mostraremos más tensos que si fuese de un estatus inferior al
nuestro.
Cuando las personas de su estudio estaban frente a personas de
estatus inferior, Mehrabian observó indicios posicionales de
relajación, como la posición asimétrica de articulaciones, la
inclinación oblicua o recostada y la relajación de manos y cuello,
que denotarían relajación posicional [109].
Mehrabian, también observó que la proximidad física, el contacto
visual más intenso y una inclinación hacia adelante, son señales que
comunican una actitud positiva hacia el destinatario.
Otros autores, incluso han demostrado la relación existente entre el
funcionamiento de la personalidad y las pautas de los movimientos
corporales y de las tensiones musculares [111]. Por otra parte,
Trower, Bryant y Arglyle en 1978 aúnan que la postura corporal sirve
para comunicar distintos rasgos del sujeto como las actitudes y las
emociones [112].
Por su parte, Ekman y Friesen señalaron que la postura puede
revelar a los demás la actitud, la confianza o la imagen que tienen
los sujetos de sí mismos. También pusieron de manifiesto que la
postura es menos controlable que el rostro o que el tono de voz;
pudiendo desvelar la postura una ansiedad que la máscara facial no
deja exteriorizar [84]. De ahí la importancia del estudio de las
posturas en el campo de la detección de mentiras.
Podríamos agrupar las distintas posturas que mantiene un individuo
en diversas categorías. Así, para Mehrabian [110] existirían cuatro
categorías posturales diferentes:
1. Posturas de acercamiento: posturas que, tomando en cuenta el
contexto, trasmiten atención o interés, y son mostradas con el
cuerpo inclinado hacia adelante. Por ejemplo, si usted habla
con alguien, y esa persona se inclina hacia adelante y se toma
la barbilla observándole, usted sabe que tiene toda su atención.
2. Posturas de retirada: dependiendo del contexto, se trata de
posturas negativas, de rechazo o repulsión y se muestran
retrocediendo o volviéndose hacia otro lado. Por ejemplo,
cuando reprendemos a un niño, este evita el contacto visual y
trata de orientar sus pies hacia un lado.
3. Posturas de expansión: se trata de posturas orgullosas,
arrogantes, altivas o despreciativas que, dependiendo del
contexto, se muestran por la expansión del pecho, un tronco
erecto o inclinado hacia atrás, cabeza erecta y hombros
elevados. Por ejemplo, cuando una persona pasa caminando
frente a otra del sexo opuesto y quiere llamar la atención.
4. Posturas de contracción: se trata de posturas depresivas,
abatidas o cabizbajas y que, tomando en cuenta el contexto, se
comunican por un tronco inclinado hacia delante, una cabeza
hundida, hombros colgando y pecho hundido. Son las posturas
que vemos comúnmente en los funerales.
Todos sabemos que “la gente se siente atraída hacia las personas y
cosas que les gustan, evalúan altamente, y prefieren; y evitan o se
alejan de las cosas que no les gustan, evalúan negativamente, o no
prefieren” según concluyó Mehrabian [113].
Vemos, por tanto, cómo a través de los movimientos corporales
podríamos obtener información valiosa sobre la actitud de un sujeto
hacia una posible interacción, y cómo los movimientos corporales
son indicadores no verbales del estatus o del poder de dicho sujeto.
39.- ¿Cómo podemos reconocer las posturas que revelan actitudes
positivas o negativas?
Las señales indicativas de una actitud abierta o positiva hacia una
interacción podrían reflejarse a través de posturas con brazos
relajados, pies dirigidos hacia la persona con la que vamos a
interactuar, orientación frontal y contacto ocular directo. Por el
contrario, los indicadores de una actitud de cierre, negativa o de
rechazo podrían observarse en posturas con los brazos cerrados,
cruzados o puestos en el pecho, cuerpo ladeado y mirada huidiza,
entre otros.
Evidentemente la interpretación del contexto es importante. Una
persona puede tener una actitud de rechazo frente a una interacción
simplemente porque está cansada, puede haber pasado una mala
noche, no le apetece hablar con nadie o tiene un problema personal
que le absorbe y no está en disposición de interactuar. Todas estas
informaciones contextuales son importantes para saber si ese
rechazo se debe a una animadversión hacia su interlocutor, hacia el
tema a tratar, o simplemente a causa coyunturales.
Por tanto, ¿la postura reflejará el rechazo o el interés? Por supuesto
que sí, y podremos observarlo claramente. Algo más complicado
será obtener información del porqué de ese rechazo o ese interés,
cosa con la que deberemos tener cuidado para no atribuirlo a
causas irreales inventadas por nosotros [114].
40.- ¿Cuáles serían los indicadores de poder y estatus?
Estos podrían observarse en posturas expansivas, en las que el
protagonista está tratando de ocupar más espacio (por ejemplo, con
las manos apoyadas en la cintura extendiendo su espacio con los
codos), así como también posturas que se consideran arrogantes
(por ejemplo, con barbilla elevada, o con pecho hinchado y espalda
curvada hacia atrás), entre otras [115].
Pero recordemos una vez más que la correcta traducción de la
mayor parte de los indicadores y categorías posturales depende
principalmente del contexto en el que se producen, mediando otras
variables como el sexo, la edad, la raza o la cultura de quien las
lleva a cabo.
Un ejemplo clásico es el de muchas personas de baja estatura que,
en las fotos grupales; casi siempre, tenderán a elevar la barbilla,
hinchar el pecho y subir los hombros, no para parecer arrogantes,
sino simplemente para parecer más altos. En este caso, la variable
a tener en cuenta es la estatura.
Pero no sólo será importante saber cuál es la postura de poder, sino
también cómo ésta afecta a nuestro organismo.
41.- ¿Afecta la postura corporal a la emoción?
Los seres humanos, al igual que otros animales, expresan el poder
a través de posturas abiertas, posturas expansivas. La impotencia,
sin embargo, la expresan a través de posturas cerradas, posturas
contraídas. Pero ¿adoptar posturas que denotan poder puede
provocar sentir realmente esas sensaciones? ¿Nos podemos sentir
más poderosos con una postura particular de poder?
El estudio sobre la conexión entre la mente y el cuerpo podría
remontarse al siglo XIX. Uno de los psicólogos más influyentes de
ese siglo, en la historia de la psicología, fue William James. Su obra:
“Principios de Psicología”, fue considerada como uno de los
manuales más representativos del siglo XIX en lo que a Psicología
se refiere [116].
Las teorías de William James sobre la emoción, y sobre el efecto
ideomotor, podrían ser consideradas como un claro antecedente de
las modernas teorías sobre la influencia del cuerpo en la mente. El
efecto ideomotor sería un fenómeno psicológico por el que un sujeto
realiza movimientos, de manera involuntaria e inconsciente, debido
a la influencia de la sugestión o la expectativa.
Respecto a las emociones, James [117] mantenía que la experiencia
emocional es el resultado de la percepción de los cambios
corporales; tanto viscerales, como posturales; así como de la
expresión facial. Siguiendo su planteamiento, cuando percibimos un
peligro y salimos huyendo, nuestra mente se percata de que hemos
salido corriendo para evitar el peligro; sería entonces cuando
experimentaríamos la correspondiente emoción, que en este caso
sería de miedo.
Por tanto, para James, tenemos miedo porque escapamos y no al
revés; es decir, la percepción de los cambios corporales por parte
del sujeto daría lugar a la emoción. O lo que es lo mismo, las
reacciones viscerales y corporales motoras serían la base de los
estados emotivos.
Por ejemplo, supongamos que usted ve un león, e instintivamente,
sale corriendo a toda velocidad; su reacción fue tan rápida, que su
respuesta no obedeció al miedo, sino a su instinto de supervivencia.
Así, usted empezará a sentir miedo mientras corre y no antes.
Muchas personas incluso empiezan a temblar de miedo después, al
estar fuera de peligro.
Desde entonces, muchos han sido los estudios que han puesto de
manifiesto la relación bidireccional entre el comportamiento no
verbal, el pensamiento y las emociones [118].
En una revisión de las investigaciones llevadas a cabo sobre los
efectos de la expansión corporal, Carney y colaboradores citan al
menos una treintena de experimentos, publicados desde el año
1982 hasta nuestros días, que han puesto de manifiesto la relación
existente entre la postura expansiva y variables como los
sentimientos de poder, la ingesta de menos alimentos, la elección de
asientos del líder, el dolor, una actitud positiva hacia uno mismo, la
tolerancia al riesgo, la aceptación del riesgo, diversas respuestas a
nivel endocrino, sesgos de memoria, locus control, depresión o
sentimientos de orgullo, entre otros [119].
Quizás el estudio más significativo, que dio origen a diversas
réplicas, fue el llevado a cabo por Carney y colaboradores [115] y que
puso de manifiesto que las posturas que transmiten alto poder, a
diferencia de las posturas que transmiten lo contrario, provocan
cambios neuroendocrinos, lo que afectaría a determinados procesos
psicológicos y a la conducta tanto de hombres como de mujeres.
Así, las poses de alto poder provocarían elevaciones de los niveles
de testosterona (hormona de la dominación) y la disminución de los
niveles de cortisol (hormona del estrés), así como una mayor
sensación de poder y tolerancia al riesgo. En cambio, los individuos
que adoptaran poses de bajo poder exhibirían un patrón opuesto. En
resumen, según dichos autores, adoptar durante unos minutos
poses de dominio y poder provocan cambios fisiológicos,
psicológicos y conductuales.
Estos resultados tienen algunos detractores en el campo científico,
así que le animamos a hacer sus propios experimentos empíricos:
póngase de pie, párese derecho con los pies levemente separados,
levante la barbilla y ponga sus manos en su cintura para ocupar el
mayor espacio posible, permanezca así por unos minutos teniendo
sólo pensamientos positivos o hablando de cosas positivas. Al final,
compruebe por sí mismo si el experimento de Carney y
colaboradores, le hizo sentir menos estresado y más dispuesto a
tomar decisiones.
42.- ¿Qué es la orientación corporal?
Al hablar de orientación corporal, nos estamos refiriendo al grado de
desviación de las piernas y los hombros que mantiene un individuo
con respecto a otro, u otros individuos, durante una interacción. Si la
interacción se produce entre dos personas, las principales
orientaciones que pueden asumir son la orientación frontal (“cara a
cara”) y orientación lateral (“lado a lado”).
Según Ricci y Cortesi [120], la orientación corporal nos podría aportar
información sobre las relaciones entre dos sujetos, ya sean de
colaboración, amistad o de jerarquía. Si la relación es jerárquica, el
sujeto superior se situará enfrente del inferior; si la relación es de
colaboración o de amistad íntima, los dos sujetos adoptarán la
posición menos frontal, y hasta quizá de lado a lado.
Hablar cara a cara, con los cuerpos enfrentados, puede ser señal de
intimidad, confianza, o de no querer sufrir interrupciones en la
conversación. Por otra parte, cuando dos personas mantienen una
conversación en lugares como una fiesta o una reunión, y usted
observa que se colocan de tal forma que sus cuerpos describen un
ángulo mayor de noventa grados, estarían indicando a otras
personas su predisposición para que se incorporen a dicha
conversación.
Otra variable es la altura. En la infancia, es probable que se llegue a
asociar la mayor altura de los padres y adultos a personas con
autoridad. Quizás por ello se haya establecido la convención cultural
de que, cuando una persona se sitúa a mayor altura respecto a otra
es porque mantiene una posición dominante respecto a ella.
Sucede en las fábricas, donde las oficinas de los jefes se
encuentran en la parte alta; o en los eventos políticos, donde el
discursante se sitúa en una plataforma por encima de los que le
escuchan; las clásicas tarimas del profesor; o el púlpito de una
iglesia.
Por otra parte, existen diferencias culturales a la hora de adoptar
una orientación u otra. Así los suecos, cuando conversan, tienden a
evitar posicionarse con ángulos de noventa grados [121], o los
árabes, por su parte, prefieren adoptar las posiciones cara a cara
[122].
Scheflen [101] observó que los cambios en la orientación de partes
del cuerpo como hombros, caderas o articulaciones son más lentos
que los de los ojos o la cabeza. Esto resalta la importancia de los
cambios en la postura durante una interacción, pues podremos
reconocer más fácilmente si una persona quiere conversar con otra
o quiere salir corriendo.
Por ejemplo, imagine que está en una fiesta y una chica conversa
con un chico; usted los observa, y nota que los pies de ella dejan de
apuntar en dirección hacia él, y luego, en vez de estar frente a
frente, ella se coloca con sus hombros en un ángulo ligeramente
mayor a los noventa grados con relación a los hombros de él, ¿qué
le dice eso a usted?
Efectivamente, ella quiere que alguien más entre en la conversación
por alguna razón, quizá el chico ya no le resulte tan agradable, o su
conversación ya no sea tan interesante. Sin embargo, todo buen
investigador toma en cuenta que existen otras alternativas, así que
se fijará en sus ‘gestos corporales’, si mueve las piernas con un
gesto particular, puede que el problema sea que sólo necesita ir al
baño por un momento. Ahora, aprendamos más sobre los gestos
corporales.
43.- ¿Cómo ha evolucionado el estudio de los gestos?
El gesto, como una forma de movimiento, se distingue de la postura
en que esta última se refiere a las posiciones estáticas del cuerpo.
El gesto incluye no solo los movimientos de las manos y brazos,
sino también de otras partes del cuerpo como la cabeza, el tronco,
las piernas o los pies.
El estudio de los gestos se remonta a la antigua Roma, cuando
autores como Cicerón y Quintiliano, en sus tratados sobre la
retórica, incluyeron una serie de observaciones sobre el uso de las
manos en la oratoria. Las técnicas de observación “en vivo” de
aquella época, han ido sustituyéndose por las de observación de las
grabaciones de cintas de vídeo y, más tarde, por las de grabaciones
en formato digital.
Tales grabaciones permiten la visualización repetida, y si es
necesario a cámara lenta, de las secuencias gestuales más
complejas, llegándose a realizar verdaderos “microanálisis” del
comportamiento no verbal; examinado y diseccionando hasta el más
mínimo detalle de gestos, expresiones y movimientos corporales.
Así, algunos autores han llegado a hacer un paralelismo entre la
grabadora de vídeo y el microscopio empleado en las ciencias
biológicas [123].
Según Ricci y Cortesi [120], los diversos estudios realizados sobre los
gestos han tratado de establecer una relación entre estos y las
emociones, atribuirles un significado o analizar sus funciones en
relación con la comunicación verbal. Hoy sabemos que los gestos
están íntimamente vinculados al habla, pero también que cumplen
un papel importante en la comunicación de las emociones y
actitudes interpersonales. Veamos algunos aspectos importantes de
esa vinculación entre los gestos y el habla.
44.- ¿Qué relación existe entre el gesto y el habla?
Podríamos decir que los movimientos corporales de un individuo
están estrechamente sincronizados con su habla (autosincronía).
Pero también sabemos que, en ocasiones, los movimientos
corporales de dos personas que conversan se llegan a sincronizar
(sincronía interaccional); de esa forma, el oyente proporciona
retroalimentación constante al hablante, en lo relativo al nivel de
atención e interés. Aunque sobre este último punto, existe bastante
controversia entre los investigadores [123].
Para Bull, los gestos se relacionan con el discurso en términos de su
coordinación temporal, coincidiendo con los límites sintácticos y
separando palabras y frases importantes. Por otro lado, los gestos
se relacionan también en términos de significado, pues ayudan a
transmitir el significado exacto de la expresión a través de su
apariencia visual.
A diferencia del habla, los gestos pueden transmitir
simultáneamente aspectos multidimensionales de significado. Así,
con un gesto podría transmitir información sobre el movimiento de
un objeto, incorporando información simultánea sobre la velocidad y
la trayectoria. Mediante el habla esta información tendría que ser
transmitida secuencialmente, y sería más difícil y un tanto aburrido.
Por ejemplo, trate de explicar la trayectoria y la velocidad que llevó a
un balón de futbol a entrar en la red y hacer gol a pesar del esfuerzo
de portero, pero hágalo sin mover sus manos. ¿Verdad que no sería
tan emocionante?
Veamos la vinculación que existe entre los gestos y la emoción.
45.- ¿Qué parte del cuerpo observamos más? Gestos, emociones y
verdaderas actitudes interpersonales.
En este libro ya hemos hablado sobre la enorme vinculación que
existe entre el rostro y la expresión de una emoción. Gracias a los
trabajos de Darwin, Tomkins, Ekman y otros, hoy es comúnmente
aceptado que existen al menos seis emociones universales con
expresiones faciales innatas.
En este sentido, Ekman y Friesen [36] afirman que el rostro es la
sede primaria de la expresión de las emociones, denominando
“exhibidoras de afectos” a las señales no verbales que expresan una
emoción. Ricci y Cortesi (120) también mantienen que el rostro es
una zona especializada para comunicar emociones y actitudes.
Por su parte, Vicente Caballo [124], afirma que el rostro es la zona
del cuerpo más importante y compleja de la comunicación no verbal,
y ‘la parte que más se observa’ durante una interacción debido a
que es el principal sistema de señales que poseemos para mostrar
emociones.
Queremos llamar su atención a que, como dice Caballo, el rostro es
realmente ‘la parte que más se observa’ cuando interactuamos con
otros ¿por qué? Porque ya aprendimos que las expresiones faciales
de las emociones pueden ser modificadas y controladas, mostrando
otras diferentes a las sentidas realmente. Así, la expresión facial de
una emoción genuina podría ser atenuada, amplificada, sustituida u
ocultada. En otras palabras, nos pudieran estar mintiendo.
A este respecto, es interesante resaltar que algunos gestos son más
difíciles de controlar u ocultar que otros. Según Morris [54], le damos
menos importancia al control deliberado de las partes del cuerpo
que están más alejadas de la cara. De hecho, cuando un individuo
trata de ocultar una emoción, ejercerá mayor control sobre su
expresión facial, pero será mucho menos consciente de sus
movimientos corporales mientras estos más se alejen de la cabeza.
Por ejemplo, los pies, suministrarán señales válidas a la hora de
interpretar el verdadero estado emotivo de un individuo. En este
sentido, si una persona está nerviosa pero no quiere dar muestras
de esa intranquilidad; intentará simular tranquilidad controlando el
tono de su voz, el contenido verbal de lo que dice y manipulando su
expresión facial; pero usted podrá observar el movimiento continuo
de sus pies, esto pudiera estar delatando lo nervioso que realmente
está, a pesar de ser capaz de disimularlo muy bien en su rostro.
Así que, en el campo de la detección de mentiras, si quiere saber si
alguien está nervioso cuando le habla, confíe más en lo que puede
ver en el movimiento de sus extremidades, y no confíe tanto en lo
que le dicen su rostro o su voz.
46.- ¿Qué significan los gestos?
Uno de los estudios pioneros sobre el significado de los gestos fue
el llevado a cabo por David Efrón [98]. Para demostrar las erróneas
tesis racistas que existían en su época sobre los judíos, Efrón llevó
a cabo observaciones sobre el comportamiento no verbal de los
judíos e italianos afincados en Nueva York.
En sus observaciones, detectó que, aunque los comportamientos
eran distintos en los emigrantes de primera generación, éstos se
suavizaban en sus descendientes, exhibiendo menos gestos
específicos de su grupo de origen. También demostró que los
individuos expuestos a la influencia de varios grupos diferentes en
sus gestos acababan adoptando y combinando los comportamientos
gestuales de esos grupos.
Efrón, llegó a establecer una tipología de gestos, tipología que sirvió
como base para que Ekman y Friesen [84] llegaran a establecer, las
conocidas cinco categorías de comportamiento kinésico, en función
de su origen, uso y codificación. Hay que decir que, aunque estas
cinco categorías son referidas a los movimientos de todas las partes
del cuerpo, definen especialmente los gestos que se llevan a cabo
con las manos.
Estas son las cinco categorías: emblemas, ilustradores, reguladores,
muestras de afecto y adaptadores. Hay que señalar que estas
categorías no poseen un carácter de exclusividad; así que un gesto
no estaría incluido necesariamente en una sola de las categorías,
sino que podría pertenecer a más de una. Pasemos a analizar las
categorías con mayor profundidad.
Los emblemas
Los emblemas son comportamientos no verbales que tienen un
significado específico y que podrían traducirse directamente a
palabras. Son gestos emitidos mayoritariamente de forma
consciente e intencional.
La función que cumplen los emblemas es puramente comunicativa y
surgen como una forma alternativa a la comunicación a través de la
voz, para ser empleados cuando las condiciones de habla son
difíciles o imposibles, cuando existe una gran distancia entre emisor
y receptor, por simple comodidad, o por acuerdo previo.
Por ejemplo, entre los trabajadores de una fábrica con altos niveles
de ruido donde es casi imposible comunicarse verbalmente; se
desarrollan algunos emblemas (señas) con significados específicos
que son útiles para la comunicación entre trabajadores.
Los emblemas también se pueden emplear para suplir o repetir el
contenido de una comunicación verbal, para dar mayor énfasis a
algunos aspectos del mensaje verbal que tratamos de transmitir, o
en sentido irónico contradiciendo lo expuesto verbalmente.
Por ejemplo, si realizamos el emblema del teléfono, llevándonos la
mano con el meñique y el pulgar extendidos hacia la boca y el oído,
mientras pronunciamos la frase: “luego te llamo”, estaríamos
repitiendo el contenido para darle mayor énfasis.
Sabemos que el significado preciso de un emblema es conocido por
la mayoría de los individuos de un grupo, clase social, subcultura o
cultura. Como dato curioso, muchos de los emblemas más
populares tienen un significado de ofensa o insulto (por ejemplo, el
típico “corte de mangas”) y es posible que esto se deba a que
realizar un insulto empleando un emblema, nos permite mantener
cierta distancia de nuestro interlocutor, esa distancia puede
garantizar nuestra huida si las cosas se ponen feas debido al
insulto.
Según Ekman y Friesen [31], los emblemas pueden involucrar
acciones de cualquier parte del cuerpo, aunque típicamente estén
implicadas las manos, la orientación de la cabeza, los movimientos
de la musculatura facial o la postura.
La gente suele ser tan consciente de la emisión de emblemas como
de la emisión de sus palabras, pero en ocasiones pueden producirse
lo que Ekman denominó “deslices emblemáticos”. Se trataría de
situaciones en las que un individuo, aparentemente, no elige de
forma deliberada emplear un emblema, así que lo realiza de manera
inconsciente.
Por ejemplo, el “gesto de la peineta”, que consiste en dejar rígido el
dedo medio mientras se mantiene la mano cerrada en forma de
puño; pudiera aparecer en ocasiones de forma no consciente,
simbolizando expresiones vulgares del tipo “jódete” o “vete al carajo”
(recordemos que dicho gesto simboliza un pene con los testículos).
Otro típico desliz emblemático consiste en hacer un movimiento de
afirmación con la cabeza mientras se pronuncia un “no” de manera
verbal (o viceversa) o encoger los hombros como símbolo de
“impotencia” o “indiferencia”.
Así mismo, existen emblemas que son específicos de una cultura en
particular, por ejemplo, en Japón, para decir que la dueña de la casa
no está, se muestra el dedo meñique y se mueve la cabeza para
negar. Pero también existen emblemas que, en mayor o menor
medida, son universales o casi universales.
Algunos de esos emblemas serían, por ejemplo, el conocido “flash
de cejas” (elevación de cejas con una duración muy breve, similar a
la sexta parte de un segundo) que se emplea como saludo; o el
‘gesto de burla’, consistente en apoyar el pulgar sobre la nariz
mientras los demás dedos apuntan hacia arriba y se despliegan a
modo de abanico (muy extendido en la Europa occidental); también,
‘agitar la mano’, a modo de saludo o despedida; o inclinar la cabeza
hacia un lado cerrando los ojos y colocando las manos debajo a
modo de almohada, como señal de sueño.
El problema que conlleva el empleo de emblemas es que un mismo
signo puede tener significados muy diferentes, en función de la
cultura ante la que nos encontremos. Por ejemplo, el conocido como
el típico “gesto del anillo”, donde el pulgar e índice se juntan
formando un círculo, puede significar que algo está “ok” en países
como Estados Unidos o Gran Bretaña; significa “cero” o “nada” en
países como Francia; significa “dinero” en países como Japón; pero
es un insulto sexual obsceno en países como Italia o Brasil (ya que
simbolizaría el “ano”).
Quizás por ello, diversos autores han tratado de recopilar listados de
emblemas correspondientes a diferentes culturas [125], [126], [127], [128],
[129] .
Los ilustradores
Los ilustradores son gestos ligados directamente al habla, que
ilustran el contenido del mensaje o su entonación. Los ilustradores
son gestos emitidos conscientemente y en algunos casos
intencionalmente. Facilitan la comunicación separando en ocasiones
las sucesivas partes del discurso o funcionando como un sistema de
puntuación.
En otras ocasiones amplían el contenido del mensaje describiendo
relaciones espaciales, o dibujando formas de objetos; pero también
pueden contradecir lo expresado verbalmente o ser usados en
sustitución de una palabra.
Se diferencian de los emblemas en que la mayoría de los
ilustradores no tienen un significado verbal preciso, no aparecen si
no es acompañando al discurso y son mostrados exclusivamente
por el emisor.
La descripción de la trayectoria del balón al hacer gol, de la que
hablamos antes, es un ejemplo de un ‘ilustrador’.
Para Ekman y Friesen [31] los cambios en la frecuencia de aparición
de los ilustradores, en individuos americanos blancos de clase
media (que fueron el objeto de su análisis), dependen del estado de
ánimo y de los problemas existentes en la comunicación verbal.
Los investigadores sostienen que, cuando una persona está
desmoralizada, desalentada, cansada, desmotivada, preocupada
por las impresiones que va a causar en la otra persona, o no tiene el
papel dominante en una interacción formal, la tasa de ilustradores
será menor de lo que es habitual para esa persona.
En cambio, cuando existe interés, entusiasmo por el tema o proceso
de comunicación, cuando se tiene el papel dominante en una
interacción formal o en una interacción informal, cuando existe
escasa preocupación por las impresiones que va a causar en el otro;
la persona empleará más ilustradores.
También, el número de ilustradores aumentará cuando existan
dificultades para encontrar las palabras adecuadas o cuando la
retroalimentación del oyente sugiera que no está comprendiendo lo
que se trata de comunicar.
Los ilustradores han generado gran cantidad de investigaciones. Así
que autores como Efrón [98] han llegado a establecer una
clasificación diferenciando hasta seis tipos de ilustradores, aunque
Ekman y Friesen (130), basándose en dicha clasificación,
aumentaron los tipos de ilustradores a los ocho siguientes:
Batutas: son movimientos que marcan características rítmicas
del mensaje y suelen emplearse para enfatizar una palabra o
frase. Como cuando usamos el dedo índice para enfatizar que
es “uno solo”.
Ideógrafos: son movimientos que muestran gráficamente el
camino o la línea argumental del hablante.
Movimientos deícticos: son ilustradores que se emplean para
señalar físicamente un objeto, un lugar o un evento mencionado
en el mensaje. Como los gestos para ‘aquí’ o ‘allá’.
Movimientos espaciales: son ilustradores que se usan para
describir relaciones espaciales. Como los gestos para ‘grande’
‘pequeño’, ‘alto’, etc.
Movimientos rítmicos: movimientos que describen el ritmo o
paso de un evento.
Kinetógrafos: movimientos que describen una acción corporal o
alguna acción física no humana. Como mover los brazos
simulando que nadamos.
Pictógrafos: ilustradores que trazan la imagen o forma de
aquello a lo que se refieren. Como hacer el contorno del cuerpo
de una dama usando las manos.
Movimientos emblemáticos: emblemas usados para ilustrar un
enunciado verbal, ya sea repitiendo o sustituyendo una palabra
o frase. Como cuando no nos basta con decir “tres”, sino que
además debemos mostrar tres dedos.
Muchos de los ilustradores probablemente se adquieran a muy
temprana edad, durante la adquisición del lenguaje. Ekman y
Friesen pusieron de manifiesto la importante función que cumplen
los ilustradores en nuestras primeras etapas de vida; para llamar la
atención de los adultos, y como ayuda en la explicación de asuntos
para los que los pequeños no tienen palabras [130].
También resaltaron que los ilustradores no solo contribuyen a que el
hablante se explique y a que el oyente entienda lo que dice, sino
que también ayudan al hablante a salir de esas situaciones de cierta
torpeza de pensamiento o discurso, acelerando la fluidez de sus
ideas.
En ese mismo orden, estudios posteriores han puesto de manifiesto
como los acompañamientos gestuales al habla pueden facilitar el
acceso al léxico [131]. ¿Quiere decir que los gestos corporales nos
ayudan a encontrar las palabras correctas en nuestra mente?
Sí, en ese estudio, los oradores fueron grabados en vídeo mientras
describían las acciones de dibujos animados, permitiéndoles o no
que se expresaran con gestos corporales. Los investigadores
notaron que, cuando podían usar gestos corporales, los oradores lo
hacían con más frecuencia durante las frases con contenido
espacial que durante frases con otro tipo de contenido, y cuando no
podían usar gestos corporales su discurso con contenido espacial
se hacía menos fluido.
Los investigadores descubrieron, además, que la limitación de
gestos corporales provocó que aumentara la frecuencia relativa de
pausas, debido a que aumentó la dificultad de acceso al léxico. Es
decir, los oradores hacían pausas porque no encontraban en su
mente las palabras correctas para expresarse [131].
Así que el uso de gestos corporales deja espacio libre para que
nuestra mente encuentre las palabras adecuadas para continuar
discursando con fluidez. Pero hay más, se ha preguntado alguna
vez, ¿por qué no podemos hablar sin mover nuestras manos?
Goldin-Meadow y sus colaboradores [132] proponen que los gestos
aligeran la carga cognitiva, no sólo para encontrar palabras, sino
mientras la persona está pensando o recordando qué decir. Para
ello, diseñaron un estudio donde les pidieron a niños y adultos que
recordaran una lista de palabras o letras, mientras explicaban cómo
resolvían un problema de matemáticas.
Resultó que ambos grupos recordaron significativamente más
elementos de la lista cuando podían usar gestos corporales durante
sus explicaciones del problema de matemáticas que cuando no lo
hacían, debido a que usar gestos les permitió ahorrar recursos
cognitivos en la tarea de explicación y emplear más recursos en la
tarea de memoria.
Es decir, que además de ayudarnos a encontrar las palabras
correctas, los gestos también nos ayudan a memorizar, ¿significa
eso que los gestos corporales también nos ayudan a aprender?
Sí, otros muchos estudios han puesto de manifiesto que los gestos
espontáneos que acompañan al habla tienen una parte activa en el
aprendizaje [132], por ejemplo, ayudan a aprender a los niños
creando nuevas ideas sobre matemáticas [133]. Así que no escatime
esfuerzos en usar sus propios gestos corporales para su labor de
aprendizaje.
Recordemos que un mismo gesto puede pertenecer a más de una
categoría, por eso, en función de su uso particular y contexto, un
gesto podría ser considerado tanto como un emblema o como un
ilustrador. Además, existe una tercera categoría, llamada:
reguladores. Veamos de qué se trata.
Los reguladores
Los reguladores son gestos que tienen por objeto regular y controlar
el flujo de una conversación. Principalmente regularían la
sincronización de las intervenciones a lo largo de dicha
conversación, pudiendo dar indicaciones a quien está hablando de
si el oyente está o no interesado en lo que le está transmitiendo, si
quiere intervenir, o si desea interrumpir su discurso.
Algunos estudios han puesto de manifiesto que dejar de gesticular
es una de las principales claves para ceder el turno de habla al otro.
Otras claves en esa cesión del turno de habla podrían ser la
finalización de una oración gramatical, un aumento o disminución en
el tono al final de una oración, o un acento en la sílaba final. Cuando
se quiere pedir la palabra, expresiones a modo de muletillas, como
“pero”, “eh” y “sabe usted” son útiles como reguladores [123].
Otros autores añaden la mirada como señal para tomar el turno [134],
haciendo hincapié en que los euro-americanos tienden a mirar
directamente a sus interlocutores cuando son receptores, como
muestra de interés en la conversación, mientras que los afro-
americanos prefieren desviar la mirada y consideran la conducta de
los euro-americanos como insinuación de confrontación o
enfrentamiento. Vemos, por tanto, que el componente cultural, una
vez más, está presente a la hora de interpretar gestos corporales.
Las muestras de afecto
Esta cuarta categoría de gestos, son principalmente movimientos
del cuerpo y de la cara con los que transmitimos emociones y
sentimientos. Aunque estas señales de afecto son expresadas
principalmente a través de la cara, la postura o determinados gestos
corporales pueden también revelar emociones.
Para Ricci y Cortesi [120], tanto la ansiedad como la tensión emotiva
provocan cambios reconocibles en los movimientos de los sujetos.
Así, por ejemplo, el agitar el puño sería un gesto reconocible que
expresaría rabia.
Las muestras de afecto pueden ser intencionales o no. Por ejemplo,
extender los brazos para abrazar a alguien, es un gesto corporal
intencional que expresa una emoción positiva. Por otro lado,
ruborizarse, palidecer, o la dilatación pupilar, serían ejemplos de
señales afectivas no intencionales.
Las señales de afecto están frecuentemente supeditadas a las
normas culturales. Así, por ejemplo, en China la duración de estas
señales es mucho más corta que en las culturas europeas.
Los adaptadores
Esta quinta categoría de gestos se refiere a los comportamientos no
verbales que surgen principalmente para tratar de adaptarnos a una
situación, para satisfacer necesidades corporales, o para manejar y
gestionar emociones como reacción a un estado físico o psicológico.
Estos gestos autorreguladores serían conductas residuales del
pasado ontogenético del hombre, esto es, vestigios que quedarían
de ciertos patrones conductuales que tuvieron una función
adaptativa en momentos tempranos de la vida. Normalmente se
realizan de manera inconsciente y sin intención de comunicar
información a otra persona.
En general, con estos comportamientos, lo que se busca es obtener
seguridad, dominio, o satisfacer una necesidad corporal; y pueden
ser desencadenados por los motivos o afectos que están siendo
verbalizados, o por la incomodidad o ansiedad que provoca la
situación o la conversación.
La mayoría de estos adaptadores dependerán de si estamos siendo
observados o no. Según Ekman y Friesen [130], si no estamos siendo
observados, los adaptadores se llevarán a cabo en su totalidad y
hasta su finalización. Por ejemplo, hurgarse la nariz o rascarse la
cabeza en situaciones privadas, sin la presencia de otras personas,
será algo que realicemos con toda libertad.
En cambio, cuando el individuo se siente observado, se encuentra
en presencia de otra persona y, particularmente, cuando está
interviniendo en una conversación, la aparición de adaptadores se
reduce o aparecen de forma fragmentada. Por ejemplo, la mano
puede llegar hasta la nariz, pero no llegará a introducirse el dedo en
ella; o se puede tocar el pelo, sin llegar a rascarse a fondo.
Ekman, habla de ‘manipulaciones’ [135] para referirse a “todos
aquellos movimientos en los que una parte del cuerpo masajea,
frota, rasca, agarra, pincha, estruja, acomoda o manipula de algún
otro modo a otra parte del cuerpo”.
Ekman, diferencia entre manipulaciones breves, que se llevarían a
cabo con algún propósito (como ordenarse el pelo o rascarse alguna
parte del cuerpo); de las manipulaciones que duran mucho tiempo y
que se realizarían sin ninguna finalidad (como frotarse un dedo
contra otro o dar golpecitos rítmicos con el pie contra el suelo de
forma indefinida).
Para Ekman, las manipulaciones también pueden llevarse a cabo
contactando o frotando una parte del cuerpo contra otra (lengua
contra mejilla, dientes mordiendo levemente el labio, o una pierna
contra otra). Ekman también sostiene que las manipulaciones
aumentan cuando el sujeto se siente molesto o ansioso [135]. Como
cuando una persona se muerde la lengua o se come las uñas.
Los adaptadores o manipuladores pueden ser de tres tipos:
adaptadores intrapersonales o ‘autoadaptadores’; adaptadores
interpersonales o ‘heteroadaptadores’ y los dirigidos a objetos o
adaptadores ‘objetales’.
Los autoadaptadores serían los gestos o acciones que realizamos
sobre nosotros mismos, es decir, movimientos de manipulación del
propio cuerpo. Suelen aparecer en situaciones de tensión o
ansiedad y se realizan tratando de buscar seguridad para afrontar
esa situación incómoda o estresante.
Algunos ejemplos de autoadaptadores serían rascase levemente
alguna parte del cuerpo o de la cara, pasarse los dedos por el pelo,
pellizcarse, cruzarse de brazos, apretar una mano con otra, etc.
Especialmente interesantes son todos aquellos adaptadores que
tratan de facilitar o bloquear una entrada sensorial (como la boca o
el oído).
Autores como Ekman y Friesen [130] mantienen que los
autoadaptadores son indicadores de malestar que normalmente
surgen, e incrementan su aparición, cuando la persona se siente
incómoda, torpe, tensa, ansiosa, etc., o cuando la persona se
encuentra a gusto o a solas, apareciendo en este caso los
autoadaptadores relacionados con el aseo.
También mantienen que los autoadaptadores específicos están
relacionados con sentimientos y actitudes específicas. Hurgar o
apretar una parte del cuerpo es una agresión contra uno mismo o
contra otros, temporalmente desplazada sobre uno mismo; tapar la
vista con la mano revela el deseo de no ser visto o de ocultarse por
vergüenza.
En una situación de conversación, el individuo normalmente no es
consciente de la realización de algún autoadaptador y raramente
recibe la atención directa, o algún tipo de comentario por parte del
oyente (a excepción de los padres hacia los hijos). Se sabe por la
observación experimental que cuando un individuo muestra algún
autoadaptador, rompe el contacto visual con la persona con la que
está interactuando hasta la finalización del mismo.
El segundo tipo de adaptador, los heteroadaptadores, son los que
conllevan estrategias de interacción prototípicas, ya sea en
movimientos de acercamiento, cortejo, intimidación, agresión,
protección o huida. Algunos ejemplos serían: atusarse el cabello,
como gesto de seducción, colocarse el nudo de la corbata, o
mostrar un puño en forma de amenaza.
El tercer tipo, los adaptadores objetales, también suelen aparecer
para tratar de afrontar una situación incómoda o estresante, pero
difieren de los autoadaptadores en que se realizan manipulando
objetos, como un bolígrafo, un cigarrillo, una caja de cerillas, una
bola de papel, etc.
Es importante señalar que, si el objeto es usado para llevar a cabo
una tarea instrumental, hablaríamos de adaptadores objetales. Así,
hacer garabatos con un lápiz, dar golpecitos con un bolígrafo, jugar
con una pequeña bola de papel o jugar con un cigarrillo, serían
considerados adaptadores objetales. En cambio, tomar notas
durante una conversación o fumar, no lo serían.
Normalmente somos menos conscientes de realizar este tipo de
adaptadores que de los autoadaptadores y su significado es más de
intranquilidad general.
¿Qué aprendemos? Con esta información, estamos mejor
preparados para saber lo que realmente siente una persona que es
capaz de mostrar tranquilidad y seguridad porque controla sus
expresiones faciales; pero que, por sus gestos corporales, nos está
diciendo lo nerviosa o ansiosa que en realidad está.
47.- ¿Qué quiere decir un cruce de brazos?
Desde niños nos escondemos detrás de una barrera cuando nos
sentimos amenazados, y estos comportamientos de ocultación y de
protección siguen apareciendo en situaciones incómodas,
estresantes o que conllevan algún tipo de riesgo o peligro.
Pensemos en lo que inconscientemente hacen los jugadores de
futbol cuando forman una barrera con sus cuerpos porque van a tirar
una falta: protegen sus órganos vitales como genitales, corazón,
cuello o rostro. La posición protectora consistente en colocar las
manos, una sobre la otra, por delante de los genitales, que suele ser
un gesto más típico en hombres que en mujeres, pero no exclusivo
de ellos.
También en muchas ocasiones, si surge una situación amenazadora
cruzamos los brazos sobre el pecho.
Está claro que en muchas ocasiones cuando una persona se
muestra nerviosa, negativa o a la defensiva, suele adoptar este
gesto; pero la lectura que hagamos dependerá siempre del contexto,
ya que puede deberse a motivos muy diversos, como que sienta
frío, quiera disimular una mancha, desee resaltar sus bíceps, realzar
su pecho, o puede que lo adopte por comodidad.
A todos, en muchas ocasiones, nos resulta cómodo cruzarnos de
brazos. Pero también es cierto que los adaptadores surgen, entre
otros motivos, para tratar de satisfacer esa necesidad de sentir
mayor comodidad (como reacción a un estado físico o psicológico) y
con los brazos cruzados trataremos de buscar mayor comodidad
cuando tenemos una actitud negativa, nerviosa o defensiva.
La mayor o menor trascendencia de ese cruce de brazos nos la dará
el contexto en el que se produce y una valoración global de los
gestos que se muestran. Esa valoración global la puso de manifiesto
McNeill en su obra “Hand and Mind” [136], cuando afirmó que “el
sentido de las partes de un gesto es determinada por el todo”.
En el caso que nos ocupa, deberíamos tener en cuenta qué es lo
que denota su expresión facial, qué grado de tensión se observa en
sus extremidades, y si además del cruce de brazos muestra los
puños cerrados o, por el contrario, los dedos extendidos, etc.
48.- ¿Cómo detectar la inseguridad? Adaptadores sutiles que denotan
nerviosismo.
Existen multitud de formas camufladas de cruzarse de brazos que
llevan a cabo aquellas personas que prefieren proyectar una actitud
controlada y de calma. Sin embargo, en realidad son indicadores de
su estado de nerviosismo o inseguridad. Nos referimos a esos
gestos sutiles que suponen cruzar parcialmente los brazos por
delante del cuerpo, como el que se realiza para ajustarse los
gemelos en los puños de la camisa, manipular una pulsera, el reloj,
tocarse el botón del puño de la chaqueta, o cualquier objeto que se
encuentra en el otro brazo [131].
Una mezcla de inseguridad y nerviosismo incluiría a aquellos
autoadaptadores en los que las manos peinan el cabello, tocan los
labios, o en los que los sujetos se muerden las uñas, introducen un
dedo en la boca, etc.
Todos estos interesantes datos se han obtenido después de muchos
años de trabajo científico, ¿cómo ha sido el desarrollo de esta
interesante rama de la ciencia? Continuamos profundizando en los
sistemas mediante los cuales se codifica la expresión corporal.
49.- ¿Cómo se mide el movimiento corporal?
La medida del movimiento corporal y su representación son ámbitos
objeto de estudio desde hace muchos siglos [137]. Por ejemplo, la
bipedestación, es decir, la acción de mantenerse erguido en dos
pies, al igual que el andar, se ha considerado a menudo como una
tarea motora automática o controlada mediante reflejos; esto es, una
respuesta motora generada de manera involuntaria en reacción ante
un estímulo sin que requiera una decisión consciente.
El especial interés por el análisis de las posturas y los gestos es
debido a que tanto el movimiento como la postura corporal nos
hablan de la acción y de la intención de la persona, de su afectación
o estado mental y de su actitud ante la circunstancia que está
viviendo [138]. El movimiento corporal y los gestos son una puerta
para entender lo que sucede en la mente de nuestro interlocutor.
Lo primero que hay que conocer, es que el movimiento corporal
puede ser consciente o inconsciente [139], llegando a realizarse de
manera automática. Por otro lado, las manifestaciones externas del
movimiento corporal pueden llevarse a cabo de manera individual,
como la frustración o la agresión, o a través de la interacción con
otros, en situaciones de dominación, turnos o interrupciones.
En nuestro trabajo como investigadores, debemos medir el
movimiento del cuerpo a través de respuestas a hipótesis sobre el
comportamiento no verbal, respuestas a hipótesis sobre fenómenos
con correlatos verbales, modelos computacionales de la conducta
corporal humana, y control de la comunicación, así como juegos en
los que participan los sujetos que son estudiados y que están
diseñados con ese fin [138].
Medición cualitativa y cuantitativa
Como afirman Dael, Montillaro y Scherer [140], la medición del
cuerpo y su movimiento puede ser tanto cualitativa (codificación)
como cuantitativa (captura del movimiento).
La medición cualitativa suele llevarse a cabo de forma manual, a
través de expertos observadores que recogen y codifican los
comportamientos específicos, y con el posible sesgo existente;
mediante el análisis de la frecuencia de diferentes comportamientos
en el tiempo.
A la hora de llevar a cabo la codificación cualitativa de los
comportamientos no verbales, los especialistas debemos tener en
cuenta la lentitud con la que se lleva a cabo la codificación
cualitativa corporal; debido a la gran cantidad de codificadores
utilizados, así como todas las interpretaciones que pueden darse, y
los movimientos irrelevantes que pueden y deben ser ignorados.
También resulta fundamental el aspecto relacionado con que el
esquema de codificación debe ser conocido de antemano,
requiriendo de un estudio previo para analizar su subjetividad y el
sesgo posible existente.
En cuanto al análisis científico, también tenemos que tener muy
presente que, en las codificaciones cualitativas del movimiento
corporal, habrá que diferenciar en la velocidad, la dirección y la
forma que deberán ser codificadas [141].
Por otro lado, el objetivo del segundo tipo de medición, la medición
cuantitativa (captura del movimiento) es totalmente diferente, ya que
es una medición automática, rápida, llevada a cabo con un mínimo
esfuerzo, con tendencia a la máxima objetividad y, por lo tanto, lo
más cuantitativa posible. Su aspecto objetivo nos lleva a minimizar
la interpretación del comportamiento.
Un ejemplo de medición cuantitativa es cuando tomamos fotos o
grabamos en video a los sujetos que estamos estudiando.
50.- ¿Cuál es la historia de la ciencia del movimiento corporal?
El interés de los actuales patrones del movimiento humano y animal
se remonta a los tiempos prehistóricos, donde eran dibujados los
cuerpos de personas y animales en cavernas y levantadas estatuas
en representación de los sistemas de locomoción humana y animal.
Más tarde, Aristóteles y Platón fueron considerados los padres de la
biomecánica, ya que escribieron acerca de los segmentos
corporales, además de los movimientos y desplazamiento de los
animales. En efecto, Aristóteles estudió diferentes partes corporales
y el desplazamiento de animales. Él afirmaba que el movimiento se
produce por interacción con el suelo. Escribió obras como “Del
movimiento de los animales”, “De la marcha de los animales” o “De
las partes de los animales” [142], [143].
Por otra parte, Leonardo da Vinci (1452-1519) estudió el vuelo y las
leyes del medio aéreo y acuático. Así, en su ‘Hombre de Vitruvio’
podemos observar la obra del primer científico biomecánico, donde
sus observaciones del movimiento-humano cumplen la Tercera Ley
de Newton, enunciada doscientos años después [144].
En el siglo XIX, fue Eadweard Muybridge (1831-1904) quien realizó
fotoseriaciones del movimiento humano y animal. Con la grabación y
análisis de cualquier evento (desde una carrera de caballos, hasta la
marcha de un niño con parálisis cerebral o el desempeño de un
atleta de alto rendimiento); la biomecánica (análisis del movimiento)
progresó rápidamente en el siglo XIX y principios del XX.
Etienne Jules Marey (1830-1904) llevaba a cabo fotografía
cronocíclica del movimiento humano [145]. Otros autores utilizaron el
fusil fotográfico, primero el manual y luego el eléctrico. Muybridge
[146], en el siglo XIX, en los EEUU, disparó 24 cámaras
secuencialmente para grabar los patrones de un hombre caminando
y corriendo
Braune y Fischer [147] realizaron los primeros análisis cinemáticos
3D, estudiando la marcha humana en diferentes deportes, entre los
años 1895 y 1904. Más tarde sería Nicholas Berstein [148] quien se
centraría en el estudio de la eficacia y coordinación de diferentes
movimientos, llegando a postular diversas teorías sobre el control
motor de los movimientos.
Moritz Benedikt utilizó la palabra biomecánica por primera vez en un
seminario científico en Alemania en 1887. Como ya hemos dicho, la
biomecánica es la ciencia que examina las fuerzas interiores y
exteriores que actúan sobre el cuerpo humano y los efectos
producidos por ellas.
La biomecánica es especialmente útil para ayudarnos a describir el
movimiento y la adaptación al movimiento del cuerpo humano,
mediante la descripción de las características del medio y su
interacción con el ser humano [139],[143]. Se trata de usar la
biomecánica para el estudio del control de nuestros movimientos y
de los procesos que ocurren internamente desde que decidimos
acometer una acción, hasta que activamos los músculos necesarios
para poder realizarla [149].
En biomecánica, los científicos representamos todo el cuerpo
humano en sólo dos partes: segmentos y articulaciones [150]. Los
segmentos son las partes del cuerpo y tienen una longitud
determinada, y las articulaciones son las que conectan dichos
segmentos. El control de las extremidades superiores implica la
regulación jerárquica de varios segmentos corporales en los que el
movimiento de cada articulación es en función de los movimientos
de otras articulaciones.
Así, el movimiento tiene lugar en las más de 200 articulaciones que
tenemos los seres humanos, la mayor parte de ellas en la espalda,
manos y pies.
Todas las articulaciones entre sí forman un árbol kinemático,
estando los segmentos conectados por las articulaciones que se
sitúan en cada uno de sus extremos [151].
Las articulaciones se pueden mover en diferentes direcciones y
cada dirección contiene un grado de libertad (que llamamos: DOF);
pudiendo tener, en cada articulación, hasta 3 DOF. Las
articulaciones giran alrededor de ejes y por cada eje hay un posible
rasgo de movimiento. De esa forma, como asegura Birdwhistell [152],
nosotros podemos especificar una posición del cuerpo a partir de las
rotaciones de todas las articulaciones.
Como afirman Bánzinger y Scherer [153], a la hora de realizar la
notación científica del movimiento corporal, a menudo estamos
interesados en la localización de los efectores terminales (manos,
pies o cabeza), ya que el mismo lugar en una mano puede tener
diferentes conjuntos de rotaciones.
En suma, la codificación exacta de una postura corporal puede ser
descrita por el enganche de todas las articulaciones, y un
movimiento corporal se producirá por el cambio de posición de las
secciones corporales mediante el movimiento de todas las
articulaciones.
Ahora bien, para hacer una ubicación global inicial, dependeremos
del origen dispuesto en la habitación que nos sirve como referencia;
utilizando la posición del cuerpo en el espacio junto con la postura
localizada en el cuerpo para ello. También se puede tomar como
referencia una ubicación conjunta local, es decir, una ubicación
relativa a una parte del propio cuerpo [150] [154], [155].
Por ejemplo, para una ubicación conjunta local, tomamos en cuenta
que, el punto de referencia está ubicado en la pelvis, que es la unión
de la raíz más frecuente. Así, la localización de una articulación será
la ubicación de la pelvis más la ubicación relativa de las
articulaciones que queremos estudiar.
Podemos ver, por lo tanto, que las ubicaciones conjuntas locales no
dependen de la posición en el espacio, llamando a esto:
normalización de la posición. Esta normalización nos ayudará a
reconocer de forma rápida varias posturas, y deducir si son, o no, la
misma.
Con este sistema, podemos representar las posiciones del cuerpo
como articulaciones conjuntas en 3D [156], podemos normalizar las
ubicaciones conjuntas de posición global y de orientación global, y
sólo nos quedaría calcular las diferencias entre posturas necesarias
para el análisis cuantitativo del movimiento y la posición del cuerpo
[157].
Como hemos visto, la diferencia de la postura radica en la distancia
entre todos los pares de articulaciones, ya que el movimiento
corresponde a las posturas del cuerpo a lo largo del tiempo. De esta
manera, al promediar las distancias en el tiempo, podemos calcular
el movimiento promedio. Esto lo podemos hacer para el cuerpo
entero o por articulación / extremidad.
Es importante para un analista de comportamiento no verbal
conocer la historia de los sistemas de codificación. Sin ellos, no se
podría investigar. Es importante tener en cuenta que el estudio de la
expresión facial de la emoción a disfrutado de una gran cantidad e
investigación científica y ello has sido así gracias al sistema FACS
desarrollado por Friesen y Ekman [46]. Esta menor investigación
focalizada en gestos y posturas se debe en gran medida
precisamente a la falta sistemas precisos de codificación del cuerpo
y la falta de consenso en su uso por parte de la comunidad
científica. Por ello será necesario conocer qué sistemas existen para
poder seleccionar el más útil para cada investigación.
Además de ayudar a psicólogos a tratar a sus pacientes, a expertos
negociadores a lograr sus objetivos, a policías a protegerse de
sospechosos potencialmente peligrosos, y a expertos interrogadores
a saber cuándo un testigo les miente; también, la clasificación de los
movimientos corporales ha servido para desarrollar sensores y
dispositivos que se utilizan ampliamente y con mucho éxito en la
industria del cine y la creación de videojuegos.
No es ningún secreto que películas exitosas como Avatar o El Señor
de los Anillos, utilizaron este tipo de técnicas y medios para llevar a
cabo su producción. Y muchos de los movimientos de los
videojuegos más populares lucen tan reales, porque están basados
en los estudios que por años se han realizado para clasificar
sistemáticamente los movimientos reales que expresan sentimientos
y estados de ánimo.
BAP: Body Action and Posture System
El BAP [140] es un sistema de codificación de la postura corporal
basado en patrones de movimiento. El sistema está diseñado para
10 actores que representan un total de 17 emociones. Se compone
de un manual en el que se definen las emociones representadas,
así como las diferentes normas para la realización de la codificación.
Estos movimientos corporales que representan las diferentes
emociones (GEMP) [153] son grabados utilizando el programa
informático ANVIL [158], que utiliza una doble cámara, frontal y
lateral, con un plano medio (hasta la rodilla del actor) y permite su
análisis siguiendo criterios científicos [158].
En la realización del análisis y notación del movimiento corporal
debemos tener en cuenta la existencia del sesgo del observador,
que para que sea el mínimo posible debe disponer siempre del
manual y de las definiciones y comprenderlas con claridad, no
codificar en el caso de que se encuentren dudas y realizar la
codificación de manera ordenada, una articulación cada vez, en el
caso de que se trate de un movimiento multiarticulación.
La postura codificada con el BAP será la descrita según la
orientación de la cabeza, la orientación del tronco, la postura
general, la postura de los brazos y la mirada. Los comportamientos
codificados irán desde el movimiento de cabeza o el movimiento de
tronco hasta el movimiento de los brazos [140].
Para llevar a cabo la codificación, los codificadores se encontrarán
ante las imágenes de vídeo, sin voz, con las imágenes frontales y
laterales de las cámaras de manera simultánea y siendo
reproducidos estos a una velocidad normal y con una velocidad
reducida. Así, encontraremos ejemplos de interés, irritación,
desesperación, ansiedad, miedo, pánico, ira, euforia, alegría,
orgullo, placer, tristeza, alivio o diversión.
Para poder realizar una correcta notación y análisis del movimiento
corporal no debemos perder de vista el hecho de que el cuerpo nos
muestra no solo las emociones, sino con qué intensidad se están
viviendo éstas. Hace décadas que se llevó a cabo el reconocimiento
automático de las expresiones del cuerpo a través del estudio de la
velocidad, la fuerza, la suavidad y la tensión que se produce en el
movimiento [154], [155].
Así, tanto la postura del conjunto del cuerpo como de ciertas partes
de este son de gran importancia. Por ejemplo, las manos, están
todavía hoy en día poco investigadas, a pesar de ser tan
importantes para la comunicación de nuestras emociones. Es en
este punto donde resulta fundamental reconocer que nos falta un
largo camino en el análisis del movimiento corporal a través de sus
sistemas de codificación.
En palabras sencillas, debemos tomar un movimiento que exprese
un sentimiento; analizarlo, separando el momento en el que aparece
el movimiento, cuánto tiempo dura y cómo se segmenta en
submovimientos, todo ello para su mejor análisis y con objeto de
desarrollar un sistema de codificación capaz de proporcionar
descripciones más sistemáticas y fiables de ese movimiento en
particular enfocado en la expresión corporal de la emoción. Además,
debemos ser capaces de diferenciarlo de otros movimientos que
expresen otros sentimientos y ese material irá tanto a las salas de
clases de psicología, cómo a las salas de cine.
La notación del movimiento corporal está en auge y la investigación
en este campo avanza a pasos agigantados [159]. Con todo, queda
mucho por hacer, necesitando mediciones más detalladas y precisas
de muchos movimientos del cuerpo, no sólo de las manos.
Debemos no solamente medir, sino también comprender cuál es el
comportamiento corporal, llegando a un análisis cada vez más
cuantitativo y pudiendo incluso anticiparnos al propio movimiento
mediante el estudio de la variabilidad del comportamiento entre los
sujetos.
Todas estas nuevas líneas de investigación se están
experimentando ahora mismo a través de personajes virtuales y
robots, con gran éxito [160]. Cada vez que vemos un robot nuevo,
nos asombramos de que “parezca” más humano. La verdad es que
el robot parece más humano porque hemos avanzado mucho en
nuestras investigaciones de los movimientos corporales y esos
resultados van a muchos campos del saber.
Sin embargo, es justo decir que nuestro principal objetivo como
investigadores no es el campo del entretenimiento, sino más bien
campos como la psicología y la seguridad. Conocer con precisión el
lenguaje corporal de diferentes culturas, que nos hablen tanto de la
acción como de la intención de una persona, su afectación o estado
mental y su actitud ante la circunstancia que está viviendo, puede
ayudarnos a establecer programas de seguridad integrales, que son
fundamentales para el bienestar de la población en el peligroso
mundo globalizado en el que vivimos.
Ese es nuestro reto, y es eso estamos trabajando.
51.- ¿Nuestra expresión corporal es universal?
Mucho debate se ha desarrollado durante los últimos años sobre la
universalidad de la expresión facial de la emoción. Tal y como el
lector pudo comprobar anteriormente es grande el aval científico a la
existencia de determinadas expresiones faciales universales, las
cuales tendrían similar configuración independientemente del ser
humano que las exprese. Además, estas expresiones tendrían un
origen filogenético, es decir, las hemos heredado a través de la
evolución de la especie y corresponderían a las emociones básicas:
tristeza, alegría, miedo, ira, sorpresa y asco, estando aún en
revisión la inclusión o no del desprecio.
Ahora bien, este debate no ha sido trasladado al resto de nuestros
canales no verbales. Qué ocurre con la expresión de estas
emociones a través de las posturas, de los gestos o de la voz,
¿sería también universal su expresión?
La respuesta no está clara, ha sido poco estudiada y los hallazgos
son contradictorios en muchos casos.
Quizá una de las expresiones corporales más estudiadas haya sido
la expresión de poder. Uno de los hallazgos más citados en la
literatura científica es que las posturas corporales abiertas y
expansivas reflejan el poder y el dominio [161], [162] . La postura
expansiva no es solo un marcador de poder, sino que también
afecta a los pensamientos relacionados con el poder [163], a los
sentimientos [162], al comportamiento [163], a la resistencia al dolor
[164] y a las respuestas neuroendocrinas [115]. De hecho, las posturas
expansivas activan el poder y conducen a una mayor orientación de
acción que las posturas de cierre [163]. En conjunto, estos hallazgos
demuestran que realizar posturas expansivas facilita una variedad
de resultados relacionados con el poder. Además, los vínculos con
el reino animal sugieren que estos efectos corporales son
compartidos con los primates.
Sin embargo, existen investigaciones que apuntan en sentido
contrario. Park, Streamer, Huang y Galinsky [165] cuestionan si este
vínculo entre la postura y el poder es tan fundamental e invariable.
Proponen que, en contra de la hipótesis de universalidad, los
efectos de la postura dependen del tipo de postura y del significado
simbólico de esa postura, siendo esto una elaboración propia de
cada cultura y, por tanto, no universal.
Por otro lado, los científicos han aceptado casi de manera unánime
que los gestos, más allá de las posturas, son totalmente culturales.
Existen multitud de gestos que en un país son aceptados y en otros
son un grave insulto. La manera en que expresamos un sí o un no
en los países occidentales es casi contraria a la manera en la que
se expresa en algunos países orientales. En definitiva, podemos
decir que los gestos son culturales, aprendidos y no universales.
Ahora bien, si vemos algunas investigaciones realizadas con
primates, quizá debamos comenzar a cuestionarnos esta realidad.
La comparación de gestos entre especies de grandes simios se ha
limitado hasta ahora a la forma física de los gestos, sin cuestionar si
estos gestos comparten los mismos significados entre especies. Los
investigadores han catalogado los significados de los gestos de los
chimpancés y, más recientemente, de nuestro otro pariente vivo más
cercano, el bonobo (chimpancé pigmeo).
El repertorio gestual bonobo se superpone en aproximadamente un
90% con el del chimpancé, pero tal superposición podría no
extenderse a los significados de esos gestos. Graham, Hobaiter,
Ounsley, Furuichi y Byrne [164] compararon una matriz de
significados de los gestos de bonobo con una matriz de gestos de
chimpancés encontrando que la similitud entre las dos especies es
mucho mayor de lo que se esperaría por casualidad. Los bonobos y
los chimpancés comparten no solo la forma física de los gestos sino
también muchos significados gestuales.
En definitiva, mucho queda por estudiar al respecto de la
universalidad o no de nuestra expresión corporal, más allá de la
reflejada a través del rostro. Deberemos esperar a la publicación de
nuevas investigaciones para ir desentrañando este misterio.
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