7 estrategias que desactivan los pensamientos negativos
Es fácil caer presa de una dinámica de pensamientos negativos, especialmente cuando hemos
acumulado varios y hemos generado una inercia que afecta sobre todo a los filtros que utilizamos
para procesar la información. Los pensamientos de los que hablamos pueden encadenarse de la
misma forma que engorda una pequeña bola de nieve que dejamos rodar pendiente abajo. Así, un
pequeño e inocente pensamiento, liberado sin consciencia ni intención, puede terminar
convirtiéndose en un gran coloso que contamine todas nuestras emociones, conductas y al resto
de pensamientos.
Como la fuerza de la bola que cae sin control, cada vez más grande, cada vez más rápida, los
pensamientos negativos nos drenan de energía y nos arrebatan la fuerza. Y cuanto más te
entregas a esos pensamientos negativos, más fuertes se vuelven. Es más, de la misma manera que
es más difícil de detener esa pequeña bola de nieve cuando ya ha rodado varios metros sobre el
valle y ha ganado en tamaño, también lo es detener una bola de pensamientos negativos que ya
ha comenzado a rodar.
Así, intervenir a tiempo para parar el rodar de la esfera puede ser una gran estrategia para
después no tener que hacer un gran esfuerzo para lograr el mismo objetivo.
¿Qué hacer con los pensamientos negativos?
La vida nos presenta desafíos, muchas veces sin darnos una tregua y sin tener en cuenta los
recursos con los que contamos. Tener pensamientos negativos o derrotistas ante este panorama
es normal. Sin embargo, alimentarlos, retenerlos o incluso perseguirlos disminuye la calidad de
vida y envenena la imagen que tenemos de nosotros mismos. ¿Qué necesidad tenemos de atacar
de esa manera nuestra autoestima?
Los pensamientos negativos forman las paredes de tu propia cárcel, una cárcel que creas para ti
mismo. Liberarte de tu prisión es tan simple como cambiar tu manera de pensar.
El pensamiento negativo en ocasiones duele y en muchas otras condiciona nuestras conductas.
Puede hacernos actuar de manera desesperada cuando no hay necesidad o incluso incentivar la
posibilidad de tirar la toalla cuando por recursos y habilidades todavía tendríamos mucho que
decir. En definitiva, los pensamientos negativos suelen condicionar nuestras decisiones y no
precisamente para bien.
Entonces, ¿por qué alimentamos el pensamiento negativo cuando sabemos que nos hace daño? El
problema empieza cuando nos saltan los primeros pensamientos negativos y no los tratamos bien.
En definitiva, cuando la bola es pequeña y no ha contaminado a todo lo que toca. Por ejemplo, hay
personas que tratan a los pensamientos negativos, o mejor dicho, a la ansiedad que producen
“atracando” la nevera. Una estrategia que suele generar todavía más pensamientos negativos, en
este caso respecto a nuestra capacidad de auto-control y a nuestro cuerpo.
Con este tipo de pensamientos se da otro fenómeno curioso: incluso aunque seas consciente de
que tienes que olvidar ese pensamiento, es muy difícil desactivarlo. Cuanto más piensas en
olvidarlo más presente lo tienes. Y ahí te quedas, rumiando una idea que no solo te hace pasar un
mal rato, sino que puede llevarte a comprometer gravemente tu salud mental.
Cómo desactivar el pensamiento negativo
Entonces, ¿cómo eliminamos este pensamiento negativo? En realidad, no se puede evitar el
pensamiento negativo por completo. A veces los pensamientos negativos solo son una chispa en
nuestra mente. Cuando esto sucede, debemos ser conscientes, para que inmediatamente
podamos reconocerlos y de ese modo saber cuándo estamos pensando negativamente.
Solo siendo conscientes de nuestros pensamientos negativos podemos tomar medidas para
desactivarlos.
Las siguientes estrategias te permitirán desactivar el pensamiento negativo y te facilitarán la tarea
de pensar en positivo.
1.- Observa tu pensamiento: los pensamientos negativos son generalmente producto de
distorsiones cognitivas, o patrones de pensamiento irracional. Obsérvalos como si fueras un
espectador. Si no dejas que se apoderen de tu mente simplemente se disiparán. Visualízalos como
si fueran troncos que viajan río abajo. Tarde o temprano los perderás de vista. Acepta tus
pensamientos negativos y déjalos marchar.
2.- Replantea cualquier cuestión que estés rumiando: las rumiaciones son patrones de
pensamiento excesivo. Cuando rumiamos una idea lo hacemos convencidos de que podremos
solucionar algo solo por pensar más en ello. Algo que, por lo general, es inútil. Debes despejar lo
que hay de verdad en tus pensamientos y desechar lo que has creado tú en tu mente antes de
empezar buscar una solución. No te extrañes si después de eliminar la fantasía te encuentras que
no hay ningún problema, más allá del que has creado tú mismo.
3.- Muévete y actúa físicamente sobre tu pensamiento: cuando te encuentres atrapado en un
pensamiento negativo ponte en movimiento. Cambiar el chip para despertar pensamientos
positivos no es tan fácil cuando tu mente está ocupada buscando la manera de sufrir. Es un gran
momento para salir a dar un paseo, salir a correr, bailar o practicar yoga. No te pares a pensar -
tienes la mente muy ocupada-, simplemente dejar que tu cuerpo tome las riendas y lleve a tu
mente a otra parte.
4.- Evita los disparadores de pensamientos negativos: una canción, una imagen, una lectura, lo que
ves en la televisión, la compañía de ciertas personas… En cuando descubras qué estímulos
desencadenas tus pensamientos negativos, evítalos. Y, en la medida que puedas, sustitúyelos por
otros que despierten en ti sensaciones agradables. No te martirices ni te lo pongas más difícil.
5.- Rodéate de gente positiva y experiencias agradables: si lo que ves, lo que escuchas y lo que lees
es positivo, si la gente que te rodea es positiva, será más fácil mantener el pensamiento negativo
lejos. Cualquier disparador de pensamiento negativo será más fácil de desactivar si el optimismo
te rodea.
6.- Repite afirmaciones negativas donde antes pensabas en negativo: el pensamiento negativo
suele ser un hábito aprendido. Así que, en vez de dejarte invadir por cualquier pensamiento
negativo habitual, adquiere el hábito de pensar en positivo en esas circunstancias. Para recordarlo
o reforzarlo, puedes tenerlo presente, escrito en un papel, en tu ropa, en el fondo de pantalla de
tu ordenador o de tu móvil, o incluso en tu propia piel.
7.- Recuerda que nadie es perfecto y sigue adelante: es fácil detenerte en sus errores. Pero lo
único que puedes hacer es aprender de ellos y seguir adelante. Nada va a cambiar por mucho que
rumies. Y si lo que despierta tus pensamientos negativos es una debilidad o una limitación,
céntrate en tus fortalezas y en tus virtudes. Si no puedes cambiar lo que hay, sácale el máximo
partido a lo que tienes.
Los pensamientos no durarán para siempre
Los pensamientos negativos son fugaces y temporales, salvo que nosotros hagamos por lo
contrario. No tienen poder real propio, pero pueden hacer mucho daño si les damos la
oportunidad para crecer. Un pensamiento no tiene otro poder que el que tú le das. Los
pensamientos negativos ganan impulso cuando se activan. Desactivarlos después es una tarea
difícil: ya no es un pensamiento, hablamos de una dinámica.
Cada uno es responsable de la manera que tiene de gestionar sus propios pensamientos. Da igual
por qué ese pensamiento surgió: lo importante es que puedes apagarlo y que puedes generar un
entorno adecuado para que ese tiempo de pensamientos se reduzcan. La clave pasa por detectar
esos pensamientos negativos antes de que tengan tiempo de atrincherarse en tu cabeza y
conquistar aliados.