Hamilton siempre será Hamilton

A sus 39 años, Lewis Hamilton parece haber entendido que para intentar trascender las fronteras del deporte, como en su día lo hacía Ayrton Senna, su ídolo de siempre, uno no puede limitarse a ganar y soltar frases grandilocuentes, y después irse de fiesta con Justin Bieber. La leyenda brasileña, trágicamente muerto en aquel espeluznante accidente en Imola hace 30 años, sacudió los cimientos de un campeonato como seguramente nadie lo había hecho antes. Tanto por su carisma como por esos valores que defendió hasta las últimas consecuencias.

A lo largo de los 17 años que lleva en el Mundial, Hamilton ha proyectado un discurso un poco más confuso en según qué vertientes, pero nadie podrá echarle en cara al británico su compromiso con el problema de la discriminación racial. En su día fue uno de los abanderados del movimiento Black Lives Matter, hasta el extremo de poner en reto a la Federación Internacional del Automóvil (FIA). En 2020, en pleno covid, el corredor de Stevenage se puso una camiseta antes y después de la carrera en Mugello, en la que pedía el arresto de los policías que mataron a Breonna Taylor en su apartamento de Louisville (Kentucky). Al año siguiente, en la primera visita de la Fórmula 1 a Qatar, el de Mercedes lució un casco en el que reivindicaba los derechos del colectivo LGTBI, un símbolo que de una manera u otra ha mantenido desde entonces.

Esta misma semana, a raíz del mensaje de Ralf Schumacher, que declaró su homosexualidad, Hamilton aplaudió el gesto del alemán, pero alertó del largo recorrido que todavía le queda al Mundial. “No hay duda de que hasta ahora no se había sentido cómodo para decirlo, y eso no es nuevo. Simplemente demuestra que estamos en un momento en el que finalmente puedes dar ese paso y no tienes que temer. Hasta ahora, todos los comentarios que ha recibido han sido positivos”, comenta Hamilton, ya desde Hungría, donde este domingo (15:00 horas, Dazn) arrancará el quinto y donde la pole se la llevó Lando Norris, la tercera en la carrera del muchacho de McLaren, que por primera vez este ejercicio monopolizará la primera línea —Oscar Piastri comenzará el segundo—. En una cronometrada compleja y con las condiciones de la pista muy cambiantes por el efecto de la lluvia intermitente, Carlos Sainz finalizó el cuarto y Fernando Alonso, el séptimo.

Este viernes por la mañana, Mercedes fue una de las numerosas compañías afectadas por el apagón informático a gran escala provocado por CrowdStrike, que provocó el caos en aeropuertos de todo el mundo. Resulta que la empresa de ciberseguridad es uno de los patrocinadores de la escudería de Brackley, que, sin embargo, pudo hacer rodar normalmente a Hamilton y a George Russell en la toma de contacto en Budapest.

Precisamente aquí, en Hungaroring, Hamilton defendió a Sebastian Vettel cuando el alemán se presentó a la ceremonia del himno, previa a la salida, con una camiseta que reivindicaba el derecho de las personas del mismo sexo a quererse, bajo el logo de Same Love [Mismo Amor]. “Las cosas están cambiando. Todo comenzó cuando Seb y yo nos plantamos aquí mismo, en esta parrilla, luchando contra lo que el gobierno de este país hacía. Que él [Schumacher] se haya atrevido a dar este paso liberará a muchos otros”, añadía el de Mercedes.

Hamilton tiene ante sí la oportunidad de repetir la hazaña que logró hace dos semanas, en Silverstone, donde se convirtió en el primer corredor capaz de imponerse nueve veces en un mismo escenario. Antes, Mercedes deberá enderezar el rumbo de su monoplaza, que no parece haber digerido demasiado bien las mejoras incorporadas para este gran premio. Hamilton, cuya voz había perdido un poco de fuerza después de anunciar su marcha a Ferrari con vistas al curso que viene, vuelve a recuperar el tono y ese foco que en la parrilla solo tiene él.

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