Francia encuentra vida más allá de Dupont y manda en el Seis Naciones
Los ‘bleus’ reaccionan a la lesión de su líder con un torbellino colectivo, desbancan del liderato a Irlanda con un triunfo claro (27-42) y dependen de sí mismos en la última jornada


Francia demostró este sábado en Dublín que no solo tiene al mejor jugador del mundo. Tras perder a Antoine Dupont, lesionado a la media hora, la favorita al inicio del Seis Naciones apeó del liderato a la campeona de 2023 y 2024, una Irlanda que ya no tiene en su mano ser la primera que gana tres títulos seguidos. Tras haberse impuesto en sus tres primeros partidos, el XV del Trébol cayó con mayúsculas ante el torbellino galo, que volteó el marcador con tres ensayos en cuarto de hora y ganó 27-42. Los bleus se llevarán el torneo si ganan en la última jornada a Escocia; si no, Irlanda e Inglaterra, que juega este domingo ante Italia, podrían arrebatárselo.
Y eso que Irlanda salió mandona al extremo en diez minutos en los que rozó el 90% de posesión, un monólogo, con las embestidas de sus delanteros oliendo el ensayo. Francia firmó los 38 primeros placajes del encuentro, síntoma claro de sometimiento, pero resistió con su defensa granítica. Acciones como la de Alldritt, que volteó a Doris sobre la zona de marca y evitó su posado. O los placajes con los que Bielle-Biarrey y Moefana echaban hacia atrás al portador.
Francia no tuvo balón en campo rival hasta el minuto 16, pero no perdonó. Los irlandeses abrieron la puerta con una patada que dio demasiado espacio a los galos para contraatacar. La cosa acabó con una internada por la derecha que McCarthy cortó agarrando por la espalda a Ramos: placaje sin balón de libro y amarilla. Les faltaba un delantero a los locales y Dupont se lo hizo pagar en cuanto los suyos pusieron en juego del golpe de castigo. Formaron el maul desde la banda, los irlandeses concentraron efectivos para frenar la plataforma y canjeó el descosido para que Bielle-Biarrey ensayara por la izquierda.
Dupont ya ejercía de agitador, prolongando jugadas entre la genialidad y la imprudencia, pero su rodilla derecha dijo basta tras un impacto en las trincheras, en la conquista del balón. Los médicos lo tuvieron claro: no podía ni apoyar. Su salida cambió el enfoque de Irlanda, ansiosa por sumar ensayos en los primeros ataques. Empezó a sumar de tres y dos patadas de Prendergast ajustaron el marcador al descanso (6-8).
A la vuelta, no tardó en voltearlo, con uno de sus comodines, el maul: golpe de castigo desde la banda para que la plataforma conquiste la zona de marca y Dan Sheehan se zambulla con el oval. Era un momento de partido, pero Francia respondió con otra fórmula, la de los offloads —soltar el balón durante el placaje para seguir la acción—, las dotes de un equipo montado en el tren de la improvisación. Ensayo de Boudehent y error extra de los irlandeses por el golpe de Nash cabeza con cabeza contra Barassi. La amarilla fue letal porque Francia pasó de la lona al timón. Olió sangre y sacó rédito en una transición que gestó con su agresividad para desplazar a los irlandeses en el ruck, haciéndose con un balón sin dueño para habilitar a Bielle-Biarrey. Bastó una patada a seguir del demonio que embolsó él mismo, el ensayo que descosía sin remedio la contienda.
Cuando el XV del Trébol recuperó la igualdad, su delantera estaba agotada y los placajes ya eran tibios. El martillo pilón francés, avances seguros con el balón, desembocó en el posado de Jegou sobre la línea ante una defensa porosa. Un cuarto ensayo que vale el punto bonus ofensivo y allana la tarea para la última jornada. Los cuatro puntos de cualquier victoria ante Escocia en París valdrían el torneo. Maquilló Irlanda, pero ve partir el tren de la historia.
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