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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

España necesita una mayor ambición en biometano para acelerar la transición energética

Hace falta un marco normativo robusto, hojas de ruta claras, y apoyo institucional que permita a la sociedad entender los beneficios de esta tecnología

Planta de biometano en Reino Unido.
Planta de biometano en Reino Unido.Chris Radburn (REUTERS)

La transición energética en España avanza con determinación, pero continúa sin aprovechar un elemento esencial para un mix energético descarbonizado, el biometano. Este gas de origen orgánico y renovable, similar al gas natural de origen fósil al ser fácilmente almacenable e inyectable en la red gasista actual; tiene ya más de cuatro décadas de desarrollo en la UE. En este sentido, las 11 plantas instaladas actualmente en España languidecen en comparación a las 11.000 instalaciones de biogás y biometano de Alemania, y las más de 700 plantas de biometano de Francia.

Aunque España esté a la cola en el despliegue de esta industria verde, tiene sobradas capacidades para situarse como uno de los principales productores de la Unión Europea. Así lo afirma la Asociación Española del Gas (Sedigas), que estima que el país tiene capacidad para producir al año 160 TWh (es decir, a día de hoy contamos con materia prima suficiente para cubrir cerca del 50% de la demanda nacional de gas natural con energía renovable).

Para aprovechar la oportunidad que se nos brinda, España necesita desplegar una robusta hoja de ruta para el biometano que no solo nos permitiría avanzar hacia la autonomía energética hoy, sino que nos habilite a mantener y mejorar otro sector estratégico, como es el primario. Un sector clave para cumplir con los objetivos de retos demográfico, generación de empleo y alternativas vitales en muchas comunidades autónomas ligadas a esta actividad económica.

Estamos hablando de una tecnología madura, competitiva y fácil de implantar, con solera y arraigo en los países de nuestro entorno. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), generamos más de 100 millones de toneladas de residuos al año y, con un porcentaje significativo de los mismos, podemos alimentar este nuevo sector verde. Gracias a las plantas de biometano estamos en posición de dar una respuesta eficiente, y basada en el concepto de economía circular, a la gestión de residuos, uno de los grandes problemas medioambientales de nuestra sociedad. Al mismo tiempo, el biometano podrá garantizar un suministro local y seguro de energía en forma de gas, algo que gana especial relevancia en el contexto actual, con la UE reduciendo a marchas forzadas sus importaciones desde Rusia.

Una de las claves para poder desbloquear nuestro potencial es tener claro hacia dónde nos dirigimos. El Ministerio de Transición Ecológica lanzó en marzo de 2022, con la invasión recién lanzada, su Hoja de Ruta del Biogás con unos objetivos que, aunque eran bien intencionados, quedaron rápidamente obsoletos con el cambio en el paradigma energético. Más recientemente, en su última actualización de septiembre de 2024, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) fijó la meta de producir 20 TWh de biogás en 2030, de los que aproximadamente 12 TWh corresponderán a biometano, según la Asociación Española de Biogás (AEBIG). Esto supondrá que, en el mejor de los casos, multiplicaremos por 38 la producción actual de biometano (que en 2024 rondó los 0,315 TWh), pero tan solo habremos aprovechado el 7,5% del potencial que alberga España para generar este gas renovable.

Roma no se construyó en un día, y los objetivos que nos marca el PNIEC son perfectamente alcanzables si se realiza un esfuerzo por ordenar, fomentar y facilitar un crecimiento que se prevé exponencial en los próximos años y que seguramente vaya a más en las décadas venideras. En este sentido, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha establecido a qué puerto queremos llegar, pero aún faltan hojas de rutas actualizadas para aclarar cómo debemos llegar.

Un marco normativo robusto

Se necesita armonización y alineamiento entre marcos regulatorios. Para que los proyectos se hagan realidad de forma ordenada y respondiendo a las necesidades y oportunidades territoriales es imprescindible que las distintas administraciones y entes públicos diseñen planes específicos para el despliegue de esta industria verde. Sólo con estas guías, podremos tener criterios homogéneos, nos aseguraremos de que la inversión llega allí donde es más necesaria, y se podrán agilizar los trámites administrativos. Además, para que el avance sea sustente en unas bases sólidas habría que sumar la importancia de orientar ayudas a la demanda, el establecimiento de incentivos para que el consumo de gas fósil se sustituya por el biometano, y la existencia de líneas de financiación para estos proyectos.

Países como Italia, cuya dependencia del gas natural fósil en el mix energético ha hecho imperativa la búsqueda de alternativas energéticas, son buena muestra de que con el apoyo decidido de la administración es posible hacer florecer a un sector como el del biometano. En 2018 el país contaba con 7 plantas operativas y en cuestión de seis años ya suma 133; de las que 101 fueron conectadas en 2024, según la Asociación Europea del Biogás (EBA, por sus siglas en inglés).

Además del marco normativo, es vital que los planes de biometano se desarrollen en armonía con las comunidades en las que se implantan. La gran presencia de instalaciones en áreas agroganaderas en España ofrece soluciones a una actividad económica ya existente, pues simplifica la logística del residuo y contribuye a la vertebración del territorio. En este sentido, es relevante avanzar en licencia social, colaborar con las comunidades, desarrollar planes de empleo para asentar población local, y tener el compromiso de ser parte de la solución a los problemas medioambientales, como es la contaminación de las aguas freáticas por nitratos. De esta manera, y colaborando estrechamente con el tejido productivo agroganadero que ya está localizado en estas zonas, se podrá construir un necesario marco de actuación que impulse mejores prácticas que aseguren la integración del biometano en los territorios.

En definitiva, necesitamos un marco normativo robusto, hojas de ruta claras, y apoyo institucional que permita a la sociedad entender los grandes beneficios de una tecnología que, sin duda, jugará un rol clave en los próximos años. Tenemos que aprovechar el gran potencial que tiene España para dar una respuesta renovable a sectores difícilmente electrificables, descarbonizar las industrias intensivas en energía o el consumo residencial; además de generar empleo de calidad y ofrecer alternativas de desarrollo en zonas despobladas. Confío en que lo haremos, pero será más fácil aprovechar una oportunidad como la que nos brinda el biometano si el conjunto de la sociedad comparte el mismo rumbo.

Cecilia Carballo es responsable de sostenibilidad y comunicación en Solarig.

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