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 DIRECTORIO   Domingo 21 de diciembre de 2003, número 427
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ANIVERSARIO
�Yo mat� al asesino de Carrero Blanco�
Habla por primera vez uno de los militares que acab� con la vida de "Argala", el etarra que mat� a Carrero Blanco. "Leonidas", oficial retirado de 55 a�os, relata c�mo la operaci�n la prepararon los marinos, para vengar la muerte del almirante
ANTONIO RUBIO
EL RENAULT VOLO POR LOS AIRES. El 21 de diciembre de 1978, el Renault-5 de color naranja que utilizaba Argala para moverse por el sur de Francia vol� por los aires. El etarra muri� en el acto tras hacer explosi�n la carga de dinamita que hab�a colocado junto al veh�culo un capit�n de la Guardia Civil.
   

�Nunca entendimos que el Gobierno diera una amnist�a a la gente que atent� contra don Luis Carrero. Por eso, tras el atentado contra Argala nos sentimos tranquilos: hab�amos cumplido con nuestro deber y hab�amos hecho justicia a nuestro almirante�.Este hombre que rememora, treinta a�os despu�s, el asesinato del dirigente etarra es Leonidas, nombre en clave que le dieron los miembros del comando que el 21 de diciembre de 1978 hicieron volar por los aires al dirigente etarra Jos� Miguel Be�aran Orde�ana, Argala.


Leonidas, que ya ha cumplido 55 a�os y fue oficial del Ej�rcito espa�ol, ten�a muy claro que la muerte de Carrero Blanco no pod�a quedar impune y en 1977, tras la amnist�a pol�tica concedida por el Gobierno de UCD, se uni� a un grupo de siete oficiales del Ej�rcito con el �nico prop�sito de vengar el asesinato del almirante.

La elecci�n de Argala para llevar a cabo el �ojo por ojo y diente por diente� se debi�, seg�n Leonidas, a que el dirigente etarra fue el autor material del atentado contra Carrero Blanco: �El fue el que el 20 de diciembre de 1973 -ayer se cumpli� el 30 aniversario- accion� la carga explosiva que mat� a nuestro Presidente�./ PASA A LA PAGINA 2 VIENE DE LA PAGINA 1 / La idea del atentado contra Argala parti� de los compa�eros del almirante Luis Carrero Blanco, los marinos.

Los marinos, seg�n nos relata pormenorizadamente Leonidas, fueron los que dirigieron y prepararon durante m�s de siete meses la acci�n mortal contra el que entonces se hab�a convertido en uno de los m�ximos dirigentes de ETA militar, Jos� Miguel Be�aran Orde�ana, Argala.

El almirante Carrero Blanco fue vengado, por sus compa�eros, cinco a�os y un d�a despu�s de que su veh�culo Dodge Dart negro volara por los aires en la calle Claudio Coello de Madrid. Los autores del atentado fueron los miembros del comando Txikia de ETA, que estaba integrado por: I�aki M�gica Ezkerra, I�aki P�rez Wilson, Jos� Miguel Be�aran Argala, Jes�s Mar�a Zugarramurdi Kiskur y Javier Mar�a Llarreategui Atxulo.

En realidad, ETA decidi� atentar contra el presidente Carrero Blanco en 1972. Argala tuvo una cita en la cafeter�a del hotel Mindanao de Madrid el 14 de septiembre de aquel a�o con un hombre de unos 30 a�os, que vest�a con gabardina y que estaba relacionado con el mundo del cine y de la televisi�n.

El hombre de la gabardina entreg� al dirigente etarra un sobre, blanco, con los itinerarios y costumbres que ten�a el almirante Carrero Blanco. Esa informaci�n, despu�s, result� vital para atentar y asesinar al almirante en diciembre de 1973.

Leonidas, que hoy vive y trabaja en Espa�a, no tiene remordimientos por la acci�n que llev� a cabo en 1978, en compa��a de otros militares. Al contrario, el ex oficial del Ej�rcito se muestra satisfecho porque cumpli� con su deber.

PREGUNTA.- Argala era la �nica persona que conoc�a al hombre de la gabardina, �nico testigo sobre su identidad. �Por qu� atentaron contra �l?

RESPUESTA.- Cuando actuamos contra Argala no ten�amos la informaci�n que usted me apunta en estos momentos. Eso lo sabr�a muy poca gente. Fuimos contra �l porque, primero, ten�amos que vengarnos.Despu�s, porque mandaba el comando de ETA y, adem�s, conect� los cables del dispositivo que asesin� a don Luis Carrero Blanco.

P.- �Por qu� esperaron a 1978, cinco a�os despu�s, para llevar a cabo el �diente por diente?

R.- Decidimos actuar despu�s de que el Gobierno concediera una amnist�a en 1977. No entend�amos c�mo se pod�a amnistiar y perdonar a la gente que hab�a asesinado al presidente del Gobierno.

P.- Pero, �qui�n es el que realmente se plantea atentar contra Argala de la misma forma en que mataron a Carrero Blanco?

R.- Esa idea parte directamente de los marinos. Ellos son muy t�cnicos, muy profesionales y nunca se han metido en pol�tica, ni en algaradas, ni en asonadas. Lo de Camilo Men�ndez en el 23-F fue una an�cdota.

P.- Es decir, que alguien dentro de la Marina piensa y organiza el grupo.

R.- Afirmativo.

P.- Sin embargo, en ese grupo tambi�n estaban Jean Pierre Cherid (ex miembro de la OAS), Jos� Mar�a Bocccardo (argentino y ex miembro de la triple A) y Mario Ricci (italiano neofascista).�Qu� ten�a que ver esa gente con la Marina?

R.- Todo tiene una explicaci�n. Ellos eran los braseros, los que formaban el segundo escal�n del grupo. Estaban bregados en mil batallas y se encargaron del trabajo de campo: localizar, controlar y vigilar a Argala. Tambi�n buscaron varias casas en la zona de Anglet que nos sirvieran de cobertura y refugio.

P.- Entonces, �qui�n formaba parte del primer escal�n del grupo ejecutor?

R.- En total �ramos ocho. Tres marinos, un militar del Ej�rcito del Aire, un paisano, un oficial de la Guardia Civil y dos caquis (del Ej�rcito de Tierra). Esa era la estructura fundamental del grupo. Recuerdo que de los tres marinos uno era del SECED (servicio de informaci�n de Presidencia, que despu�s se transform� en el CESID y m�s tarde en el CNI), otro en el Servicio de Inteligencia Naval y el �ltimo en el Alto Estado Mayor.

P.- �Cu�ndo localizan a Argala?

R.- Recuerdo que fue en mayo o junio de 1978. Desde esa fecha, hasta que el etarra vol� por los aires, lo estuvimos vigilando con nuestros propios medios. Pod�amos haberlo eliminado antes, pero quer�amos que fuera el 20 de diciembre, en el aniversario de la muerte de don Luis.

P.- Sin embargo, el 20 de diciembre de 1978 Jos� Miguel Be�aran, Argala, no sali� en todo el d�a de su casa. El dirigente etarra estaba enfermo, en cama y con fiebre. �Qu� pensaron cuando iban pasando las horas y Argala no sal�a de su casa?

R.- Pensamos lo peor. Que nos hab�an detectado, que alguien se hab�a ido de la lengua. En aquella �poca no hab�a ning�n tipo de colaboraci�n entre los gobiernos de Espa�a y Francia y nuestro grupo era totalmente clandestino. Es decir, que no nos apoyaba nadie. Ni Gobierno, ni ministros, ni nadie.

P.- �C�mo prepararon el golpe contra Argala?

R.- Nos fuimos desplazando conforme lo requer�an las necesidades de la operaci�n. Fundamentalmente por subgrupos. Pero el d�a de la acci�n est�bamos presente todo el grupo. Todos quer�amos disfrutar con el espect�culo y ver c�mo volaba por los aires el hombre que asesin� a don Luis Carrero Blanco.

P.- Cuando, finalmente, el d�a 21 de diciembre observaron c�mo Argala bajaba de su casa, se introduc�a en su veh�culo y el Renault-5 se elevaba por los aires, �qu� pensaron o sintieron?

R.- Una gran satisfacci�n. Todos consideramos que hab�amos hecho un servicio a la Patria. Ten�amos claro que nadie se iba a ir de rositas despu�s de asesinar al presidente del Gobierno.

P.- �Qui�n coloc� los explosivos debajo del veh�culo de Argala?

R.- Un capit�n de la Guardia Civil.

P.- Pero siempre se hab�a dicho que fue Jean Pierre Cherid.

R.- Negativo, totalmente negativo. Hubo hasta una especie de pelea dentro del grupo porque todo el mundo quer�a tener el honor de ser el protagonista de la venganza. Finalmente nos calmamos y el artefacto lo coloc� el experto. El capit�n de la Guardia Civil, que hab�a hecho un curso de explosivos.

P.- �C�mo, d�nde y qui�n consigui� los explosivos?

R.- Pedro el Marino. Los explosivos salieron de una base norteamericana.No recuerdo con exactitud si fue de Torrej�n o de Rota, pero s� s� que los americanos no sab�an para qu� se iba a utilizar.Fue un favor personal que le hicieron a Pedro el Marino.

P.- Tras la explosi�n y muerte de Argala, �c�mo se produce la retirada y vuelta a Espa�a?

R.- Cada miembro del grupo se retir� del escenario y regres� a Espa�a de forma diferente. De esta forma pretend�amos que si alguien nos segu�a le costara mucho m�s llegar hasta nuestra base. La mayor�a emprendi� viaje hacia Par�s, otros optaron por Nantes y Burdeos y algunos se quedaron en Francia esperando que todo se tranquilizara para volver a Espa�a.

P.- �Qui�n financi� toda la operaci�n?

R.- Todos nos rascamos el bolsillo, pero la parte m�s importante sali� de un cr�dito personal que se solicit� al Banco Central.Hay que aclarar que los del banco no ten�an ni idea para qu� iba a ser destinado el dinero, se pidi� a nivel personal.

P.- �Con ese dinero tambi�n compraron las armas que llevaban durante el tiempo que estuvieron en Francia?

R.- No, �sas, que las compramos en B�lgica, salieron de nuestro bolsillo.

P.- �Qu� tipo de armas utilizaron?

R.- Eran unas Browning, de lo mejorcito que hab�a en el mercado en aquella �poca. Cada una de ella nos cost� unas 30.000 pesetas y la compramos en el mismo sitio donde adquir�an su material los etarras.

P.- Una vez que regresan a Espa�a y que est�n todos juntos, �qu� hacen?

R.- Nos reunimos en un restaurante de Madrid para celebrar que todo hab�a salido bien y que don Luis ya estaba vengando. Recuerdo que comimos cordero y que despu�s terminamos la fiesta jugando una partida de mus.

P.- El atentado contra Argala fue reivindicado por el Batall�n Vasco Espa�ol (BVE). �Ustedes formaban parte del BVE?

R.- BVE, ATE, Triple A. Eso s�lo son siglas, nombres que van saliendo y que se van utilizando conforme se necesita. La realidad es que nos encontr�bamos en medio de una guerra, una guerra sucia, una guerra terrorista y que �l, Argala, era nuestro enemigo.Adem�s, hab�a asesinado a nuestro Presidente y nosotros ten�amos la obligaci�n legal, moral y natural de pagarle con la misma moneda.

P.- D�game la verdad, detr�s de ustedes ten�a que haber alg�n estamento, alg�n ministerio, alguien.

R.- No, no hab�a nadie. Yo no tengo conciencia de que hubiera alguna organizaci�n gubernativa que moviera los hilos para que nos carg�ramos a Argala. Es m�s, tampoco tengo conciencia de que hubiera un mirar hacia otro lado para facilitar la acci�n.

P.- Cuando ustedes comienzan a preparar el atentado, en mayo de 1977, el jefe de operaciones especiales del SECED era el comandante Andr�s Casinello. �Tampoco �l sab�a nada de sus intenciones?

R.- El gran rubio, como conoc�amos todos a Andr�s Casinello, ya se hab�a convertido en un hombre de Estado y nos dec�a que no quer�a que ninguno de sus hombres, de manera oficial, participara en ninguna acci�n. Tras el atentado tuvo una fuerte enganchada con uno de los que estaban conmigo en el grupo y le dijo que se hab�a cerrado una etapa y que hab�a que olvidar todo.

P.- Hoy, en diciembre de 2003, veinticinco a�os despu�s del asesinato de Jos� Miguel Be�aran, Argala, �volver�a a actuar de la misma forma?

R.- En aquella �poca, en 1978, a�n no hab�amos cumplido los treinta a�os y no entend�amos que para cambiar un pa�s se tuviera que asesinar a un presidente del Gobierno y que despu�s no se hiciera nada contra los asesinos. Tampoco entend�amos la amnist�a que se dio en 1977. Ese hecho sent� muy mal en la milicia. Pero, hoy, s� puedo decir que es posible que con cuarenta a�os no lo hubi�ramos hecho o nos lo hubi�ramos planteado de otra forma.Tambi�n quiero decir que no me arrepiento de lo que hice.

Leonidas, que hace tiempo dej� la milicia, sigue en contacto con la realidad de Espa�a y se muestra muy preocupado por los �ltimos acontecimientos pol�ticos: el plan Ibarretxe y las reivindicaciones catalanas. Tambi�n considera y aclara que el BVE y los GAL fueron dos cosas totalmente distintas: �A nosotros no nos apoyaba nadie y actuamos por patriotismo. En los GAL el Gobierno estaba detr�s de las acciones y, adem�s, todos se mov�an por dinero�.




EL JEFE Y �LOS BRASEROS� DEL COMANDO

El capit�n de nav�o Pedro Mart�nez, m�s conocido por Pedro el Marino, fue la persona que coordin�, organiz� y consigui� los explosivos que utiliz� el comando que atent� contra el etarra Argala.

Tras el asesinato del almirante Carrero Blanco (1973) y la muerte de dictador Francisco Franco (1975), Pedro el Marino se convirti� en el aglutinador de todos los grup�sculos que quer�an pagar a ETA con su misma moneda: ojo por ojo, muerte por muerte. Se puede decir que con �l comienza la guerra sucia contra la organizaci�n terrorista vasca.

Pedro el Marino pertenec�a a los servicios de inteligencia naval y alrededor de �l consigui� formar un grupo de mercenarios y ultraderechistas extranjeros como Jean Pierre Cherid (franc�s y ex miembro de las temibles OAS), Jos� Mar�a Boccardo Alem�n (argentino y ex miembro de la triple A) y Mario Ricci (italiano, neofascista y miembro de Avanguardia Nazionale).

Cherid, Boccardo y Ricci fueron los braseros, hombres de segundo nivel, a los que se refiere Leonidas en su entrevista y los que se ocuparon de localizar la residencia que Jos� Miguel Be�aran, Argala, ten�a en la ciudad francesa de Anglet.

Jean Pierre Cherid, con el tiempo, se convirti� en uno de los mercenarios m�s activos de la guerra sucia contra la banda terrorista ETA. El ex miembro de la OAS muri� en 1984, cuando manejaba unos explosivos que iba a colocar a un dirigente etarra.

Entre los restos de su veh�culo y su cuerpo la gendarmer�a francesa encontr� un list�n de tel�fonos donde aparec�a el n�mero del Gabinete de Operaciones Especiales del Ministerio del Interior, el de Pedro El Marino y el de un sargento de la Guardia Civil.Los polic�as galos tambi�n encontraron entre los restos del atentado un carn� de la Direcci�n General de la Guardia Civil, con la foto de Jean Pierre Cherid, expedido el 14 de febrero de 1981 y a nombre de Iv�n Gonz�lez Rodr�guez. Tras su muerte, su mujer reclam� al Ministerio de Interior la pensi�n de viudedad.

Jean Pierre Cherid y su grupo localizaron la residencia de Argala en mayo de 1978 y desde ese tiempo hasta su ejecuci�n se dedicaron, fundamentalmente, a controlar y vigilar al dirigente etarra.

El jefe del grupo, Pedro el Marino, ya tiene m�s de ochenta a�os, reside fuera de las fronteras espa�olas y en la actualidad est� muy delicado de salud. / A. R.




EL COMIENZO DE LA TRANSICION
VICTORIA PREGO

El impacto pol�tico que caus� en Espa�a el asesinato de Carrero Blanco fue extraordinario. Primero, porque el r�gimen franquista se descubri�, de pronto, vulnerable. Segundo, porque, vueltas todas las miradas en esos momentos hacia Franco, el pa�s entero se dio cuenta de modo irremediable de que era un anciano en plena decrepitud cuya muerte no pod�a estar muy lejana. De esa manera, todos, a un lado y a otro del tel�n de acero que separaba al r�gimen de la oposici�n democr�tica, fueron conscientes de que, a partir de ese instante, el futuro se hab�a plantado ya ante la puerta y que era imprescindible y urgente prepararse para participar en �l.


Es un hecho que la muerte de Carrero despej� no uno sino varios horizontes pol�ticos, incluso dentro del franquimo ortodoxo.Siempre existi� la constancia de que el almirante, hombre de la m�xima confianza de Franco, pertenec�a al sector m�s reaccionario e inmovilista del r�gimen. Pero, y esto es decisivo, no formaba parte de ninguna de las �familias pol�ticas� que se dipon�an a mantener el poder y repartirse la influencia a la muerte de Franco. Es m�s, �l entonces presidente del Gobierno era el responsable �ltimo de que la decisi�n del viejo general a prop�sito de su sucesi�n hubiera reca�do en la persona del pr�ncipe Juan Carlos de Borb�n y no en la de su primo Alfonso, mucho m�s pr�ximo a los jerarcas del Movimiento Nacional, el partido �nico de la �poca. No es exagerado, por lo tanto, decir que la famosa �reinstauraci�n mon�rquica� que Franco llev� a cabo a su conveniencia fue obra de Carrero. Y aqu� es donde entran a jugar las mil especualciones que se han hecho en torno a una posible implicaci�n, aunque fuera indirecta, aunque s�lo fuera por un delito de omisi�n, de ciertos sectores del r�gimen en ese asesinato espectacular. Algunos datos abonan las conjeturas. �C�mo es posible que, muerto el almirante, el sector ultra del r�gimen presionara hasta el �ltimo instante hasta conseguir colocar en la presidencia del Gobierno, precisamente al responsable pol�tico de un fracaso tan monumental? �Por qu� Arias Navarro, a quien acaban de volar al presidente, no s�lo no fue castigado sino que result� premiado con el cargo de su antecesor, con gran contento de do�a Carmen Polo, que se dej� fotografiar, sonrisa en ristre, junto a Arias, cuando a�n estaba vigente el luto oficial? Por �ltimo, y no menos llamativo: �no resulta una extra�a casualidad m�s, el hecho de que, de todos los etarras que participaron en la preparaci�n de este asesinato, fuera precisamente Argala el elegido como v�ctima de los vengadores del almirante?

Sea como sea, y con demasiados cabos sueltos todav�a, el asesinato de Carrero Blanco dej� despejada una de los infinitas inc�gnitas que se cern�an sobre el futuro de Espa�a: el franquismo, sin Franco y sin el almirante, quedaba dabilitado, casi inerme, ante la fuerza del futuro que encarnaban las nuevas generaciones, a uno y otro lado de los muros del r�gimen. La transici�n pol�tica de Espa�a de la dictadura a la democracia empez� ese d�a 20 de diciembre de 1973 en la calle Claudio Coello de Madrid.


 
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