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El barco de los locos

Th�odore Kaczynski - Unabomber (*)
 

Erase una vez un barco dirigido por un capit�n y su tripulaci�n, tan vanidosos de sus habilidades para dirigirlo, tan llenos de arrogancia y tan cre�damente superiores, que se volvieron locos. Pusieron rumbo al norte, llegando tan lejos que empezaron a encontrarse con icebergs y casquetes polares, pero continuaron navegando siempre hacia el norte, hacia aguas cada vez m�s y m�s peligrosas, con el �nico objetivo de tener la oportunidad de alcanzar haza�as mar�timas lo m�s brillantes posibles.

El barco iba alcanzando latitudes cada vez m�s elevadas, al tiempo que aumentaban las incomodidades de los pasajeros y la tripulaci�n. Se empezaron a quejar de sus condiciones de vida.

�Que el diablo me lleve! exclam� alguien de la tripulaci�n, si no es el peor viaje que jam�s haya hecho. El puente est� cubierto de hielo. Cuando estoy de guardia, el viento atraviesa mi ropa como un cuchillo; cada vez que tengo que izar las velas, por poco me congelo los dedos; y todo para ganar unos miserables 5 chelines al mes!.

�Pues no os quej�is tanto! dijo una pasajera. Yo no puedo pegar ojo en toda la noche por culpa del fr�o. En este barco, las mujeres no tenemos tantas mantas como los hombres. �No es justo!

Un mexicano hizo coro:

�Chingado! No gano m�s que la mitad del salario m�nimo de un marinero anglosaj�n. Para sobrellevar este clima extremo, nos hace falta una buena alimentaci�n y no llego al m�nimo exigible; los anglosajones reciben mayor raci�n. Y lo peor de todo, es que los oficiales nos dan siempre las �rdenes en ingl�s en lugar de hacerlo en espa�ol.

Pues yo tengo mayor raz�n aun para quejarme, dijo un marino indio. Si los rostro-p�lidos no hubieran arrebatado la tierra de mis ancestros, jam�s me hallar�a en este barco, en medio de icebergs y vientos �rticos. Estar�a navegando simplemente en canoa, atravesando alg�n apacible lago. Merezco una compensaci�n. Que al menos el capit�n del barco me deje organizar timbas para que pueda sacar algo de dinero extra.

El capataz tampoco ten�a pelos en la lengua:

Ayer, el segundo de abordo me llam� "maric�n" porque dec�a que me gustaba chaparla. �Tengo el derecho a chuparla sin que me califiquen por eso!.

No son solo humanas las �nicas criaturas que sufren maltrato en este barco, a�adi� un defensor de los animales entre los pasajeros, su voz temblaba de indignaci�n. "�La semana pasada vi al tercero de abordo patear al perro por dos veces!".

Uno de los pasajeros era un profesor universitario. Apretando sus pu�os exclam�:

"�Todo esto es horrible! �Es inmoral! �Es racismo, sexismo, especismo, homofobia, y explotaci�n de la clase obrera! �Es discriminatorio! �Debemos luchar por la justicia social: igualar salarios para el marinero mexicano, mayores salarios para toda la tripulaci�n, compensaciones para el indio, igual n�mero de mantas para las se�oras, garantismo para chuparla y que se deje de patear al perro!".

"�Si, si!" gritaron los pasajeros. �Si, si! grit� la tripulaci�n!. �Basta de discriminaci�n! �Exijamos nuestros derechos!.

El grumete aclar� su garganta:

"Ejem. Todos ten�is buenas razones para quejaros. Pero creo que lo que realmente debemos hacer es virar en redondo este barco y volver hacia el sur, porque si seguimos hacia el norte es seguro que tarde o temprano nos hundiremos, y con el barco se hundir�n vuestros salarios, vuestras mantas, y vuestro derecho a chuparla no os servir� de alivio, porque estaremos todos ahogados."

Pero nadie le prest� atenci�n, porque no era m�s que el grumete.

El capit�n y el resto de oficiales de la tripulaci�n, desde su puesto en el puente de mando, hab�an estado observando y escuchando. Se sonre�an y gui�aban entre si, y a indicaci�n del capit�n, el tercero de a bordo baj� del puente de mando, y cruz� hacia el lugar en donde pasajeros y tripulaci�n se reun�an, abri�ndose paso entre ellos. Con rostro circunspecto habl� de esta forma:

"Nosotros los oficiales debemos admitir que algunas cosas del todo inexcusables han venido sucediendo en este barco. No nos dimos cuenta de la verdadera situaci�n hasta que escuchamos vuestras quejas. Somos hombres de bien y queremos actuar en consecuencia. Pero, bueno, el capit�n es bastante conservador y chapado a la antigua, y quiz�s tenga que ser presionado algo m�s antes de que tome alguna medida concreta. Mi opini�n personal es que si protest�is con m�s fuerza ,pero siempre pac�ficamente y sin violar ninguna de las normas del barco, podr�is sacar al capit�n de su inercia y forzarle a tomar en consideraci�n los problemas que tan justamente reclam�is.

Habiendo dicho esto, el tercero de a bordo volvi� hacia el puente de mando. Seg�n se iba, los pasajeros y la tripulaci�n le tildaban de "�moderado! �reformista! �liberal! �hombre de paja!. Sin embargo acabaron actuando seg�n sus indicaciones. Se reunieron como una pi�a ante el puente de mando, gritaron insultos a los oficiales, y exigieron sus derechos. "Quiero mayor salario y mejores condiciones de trabajo", grit� el marinero. "Igual n�mero de mantas para las mujeres" grit� la pasajera. "Quiero recibir mis �rdenes en espa�ol" grit� el marinero mexicano. "Quiero el derecho a organizar timbas", gritaba el marinero indio. "No quiero que me llamen maric�n" grit� el capataz. "No m�s patadas al perro" grit� el defensor de los animales. "Revoluci�n ahora" grit� el profesor.

El capit�n y los oficiales se reunieron en privado y discutieron durante un tiempo, sin dejar de gui�arse, asentir y re�rse entre ellos todo el rato. Entonces el capit�n se dirigi� hacia la cubierta del puesto del mando y, dando muestras de gran benevolencia, anunci� que el salario de los marinos se elevar�an hasta los seis chelines al mes; que el salario de los marineros mexicanos se elevar�an hasta los dos tercios del salario de los marineros anglosajones, y que las �rdenes para recoger las velas se dar�an en espa�ol; las pasajeras recibir�n una manta m�s; el marino indio tendr�a el derecho a organizar timbas los s�bados por la noche; el capataz dejar� de ser calificado de maric�n mientras mantenga su afici�n a chuparla en privado; y al perro no se le dar�n patadas a no ser que haga algo realmente punible, como robar alimentos de la despensa.

Los pasajeros y la tripulaci�n celebraron con gozo estas conquistas como una gran victoria, pero a la ma�ana siguiente, todos volv�an a estar insatisfechos.

"Seis chelines al mes es una miseria, y todav�a se me congelan los dedos cuando tengo que recoger las velas" gru�� el veterano marinero. "Sigo sin recibir el mismo salario que mis colegas anglosajones, o suficiente comida para este clima" dijo el marino mexicano. "Las mujeres seguimos sin tener suficientes mantas para mantenernos calientes" dijo la pasajera. El resto de miembros de la tripulaci�n y los pasajeros vociferaban el mismo tipo de quejas, y el profesor les animaba.

Cuando ya todos hab�an hablado lo suyo, el grumete alz� su voz -m�s alto esta vez para que esta vez nadie pudiera ignorarle:

"Es realmente terrible que el perro reciba puntapi�s porque robe chuscos de pan de la despensa, y que las mujeres no tengan el mismo n�mero de mantas que los hombres, y que marinos tan veteranos tengan sus dedos helados, y tampoco entiendo por qu�
el capataz no va a poder chuparla si le gusta. �Pero mirad qu� grandes son los icebergs ahora y como el viento viene cada vez m�s fuerte y helado!. �Debemos hacer que este barco de vuelta hacia el sur, ya que si seguimos hacia el norte, nos hundiremos y nos ahogaremos!"

"Por supuesto, respondi� el capataz, es horrible que tengamos que seguir dirigi�ndonos hacia el norte. �Pero por qu� debo seguir chup�ndola en los servicios? �Por qu� me tienen que llamar maric�n? �No puedo ser como los dem�s?"

"Navegar hacia el norte es terrible" dijo la pasajera. "�Pero no te das cuenta? Es por eso exactamente por lo que las mujeres necesitamos m�s mantas para no tener fr�o. �Exijo el mismo n�mero de mantas para las mujeres ya!"

"Ciertamente" replic� el profesor, "que navegar rumbo norte supone mucho esfuerzo por parte de todos. Pero cambiar el rumbo hacia el sur ser�a irrealista. No puedes ir hacia atr�s en el tiempo. Debemos encontrar una forma sensata de salir de esta situaci�n".

"Mirad", a�adi� el grumete, "si mantenemos a estos locos en el puente de mando, acabaremos todos ahogados. Si logr�semos que el barco est� fuera de peligro, entonces podremos preocuparnos de las condiciones de trabajo, mantas para las mujeres y el derecho a chuparla. Pero lo primero es conseguir que el barco vire en redondo. Si nos unimos unos pocos de entre nosotros, planeamos algo con coraje, nos salvaremos todos. No necesitamos a muchos, con seis u ocho basta. Tomar�amos el mando del tim�n, tirar�amos a estos lun�ticos por la borda, y volver�amos hacia el sur". El profesor elev� su expresi�n y dijo seriamente, "no creo en la violencia. Es inmoral".

"Nunca es bueno usar la violencia" a�adi� el capataz.

"Me da miedo el uso de la violencia" dijo por su parte la pasajera.

El capit�n y los oficiales hab�an estado escuchando y observ�ndolo todo. A la se�al del capit�n, el tercero de a bordo baj� de nuevo hacia la cubierta principal y se junt� con los pasajeros y la tripulaci�n dici�ndoles que todav�a hab�a muchos problemas en el barco.

"Hemos hecho grandes progresos" dijo, "pero aun nos queda mucho por hacer. Las condiciones laborales del veterano marinero son aun duras, el marino mexicano sigue sin recibir la misma paga que los anglosajones, las mujeres aun no disponen del mismo n�mero de mantas que los hombres, la timba organizada por el indio es una miserable compensaci�n por la p�rdida de sus tierras, es injusto que el capataz siga teniendo que chuparla en el ba�o, y el perro recibe de vez en cuando alguna patada."

"Pienso que el capit�n necesita mayor presi�n. Creo que lo conveniente ser�a que volvierais a manifestaros, eso si, pac�ficamente".Seg�n volv�a el tercero de a bordo hacia el puente de mando, los pasajeros y la tripulaci�n le insultaron, pero sin embargo hicieron lo que les hab�a recomendado y se reunieron frente al puente de mando para volver a manifestarse. Chillaban encolerizados y alzaban los pu�os, incluso llegaron a tirar un huevo podrido al capit�n, que esquiv� habilidosamente.

Tras escuchar sus quejas, el capit�n y los oficiales se reunieron para debatir en com�n, y no pararon de gui�arse los ojos y sonre�rse en complicidad. Entonces el capit�n se dirigi� a la cubierta del puesto de mando y anunci� que el marino veterano dispondr�a de guantes para que no se le helaran los dedos, el marinero mexicano recibir�a una paga de tres cuartas partes de la de un marinero anglosaj�n, las mujeres recibir�an otra manta adicional, el marinero indio podr�a organizar timbas los s�bados y domingos noche, el capataz tendr�a el derecho a chuparla p�blicamente a partir de que anocheciera, y nadie patear�a al perro sin el permiso expreso del capit�n.

Los pasajeros y la tripulaci�n estaban extasiados con esta victoria revolucionaria, pero a la ma�ana siguiente estaban de nuevo descontentos y empezaban a quejarse de las mismas duras condiciones.

El grumete por su parte se enfand� gravemente.

"�Sois una pandilla de idiotas!"grit�. "�No veis lo que est�n haciendo el capit�n y los oficiales? Os mantienen ocupados con reivindicaciones triviales sobre mantas y salarios y perros que son pateados para que no pensemos en lo que de verdad va mal en este barco, que si seguimos dirigi�ndonos hacia el norte acabaremos todos ahogados. Si tan solo unos pocos de entre vosotros volvierais en raz�n, os junt�seis y echarais a los que dirigen el tim�n, podr�amos hacer virar el barco y salvarnos. Pero lo �nico que hac�is es re�ir sobre nimiedades como las condiciones laborales, juegos de timba y el derecho a chuparla."

Los pasajeros y la tripulaci�n se indignaron.

"�Nimiedades!"grit� el mexicano, "�Crees que es razonable que solo consiga las tres cuartas partes del salario de un marino anglosaj�n? �Eso es nimio?".

"�C�mo puedes llamar a mi discriminaci�n trivial?" grit� el capataz. "No sabes lo humillante que es que te llamen maric�n?"

"�Patear al perro no es una nimiedad!" grit� el defensor de los animales. "�Es b�rbaro, cruel y brutal!"

"Est� bien", respondi� el grumete. "Estos asuntos no son nimios ni triviales. Patear al perro es cruel y brutal y es humillante que te llamen maric�n. Pero en comparaci�n con nuestro problema real, en comparaci�n con el hecho de que el barco sigue dirigi�ndose hacia el norte, vuestras reivindicaciones son nimias y triviales, porque si no conseguimos que el barco cambie de rumbo pronto, vamos a morir todos ahogados.

"�Fascista!" dijo el profesor.

"�Contrarevolucionario!" dijo la pasajera. Y todos los pasajeros y tripulacion hicieron coro uno despu�s de otro, llamando al grumete fascista y contrarevolucionario. Lo apartaron y volvieron a discutir sobre salarios, sobre mantas para mujeres, sobre el derecho a chuparla o sobre como se trataba al perro. El barco sigui� navegando hacia el norte, y despu�s de un tiempo se estrell� entre dos icebergs y todos se ahogaron.

 
 (*) Theodore Kaczynski public� esta peque�a f�bula para una revista universitaria. Tim LaPietra, un estudiante de sociolog�a auto-calificado de anarquista que edita la revista "Off!" para la Universidad Estatal de Nueva York, afirma que: "Escrib� a Ted para ofrecerle un espacio por si ten�a algo que escribir". La respuesta fue esta historieta titulada "El Barco de los Locos". Se trata de una par�bola para criticar las pol�ticas de izquierdas, "iba a salir sin censuras...Es inteligente, incluso divertido".

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